Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Como ocurre al hablar de otros trastornos, los de personalidad también han sido
clasificados. Según el DSM-IV-TR, existen once tipos de TP:
Procedimiento de tipificación.
Los TP se codifican en el Eje II. Cuando (como suele ocurrir) el patrón de
comportamiento de una persona cumple los criterios para más de un trastorno de la
personalidad, el clínico debe hacer constar todos los diagnósticos de los TP
pertinentes por orden de importancia. Cuando un trastorno del Eje I no es el
diagnóstico principal o el motivo de consulta, se insta al clínico a que indique qué
TP es el diagnóstico principal o el motivo de consulta, anotando entre paréntesis
«diagnóstico principal» o «motivo de consulta». En la mayoría de los casos el
diagnóstico principal o el motivo de consulta también es el objetivo principal de
atención o de tratamiento. El TP no especificado es el diagnóstico apropiado para
los cuadros «mixtos», en los que no se cumplen los criterios para un TP en
concreto, pero donde hay características de varios trastornos de la personalidad
que comportan un deterioro clínicamente significativo.
Cuando un sujeto tiene un trastorno crónico del Eje I (p. ej., esquizofrenia) que
fue precedido por un trastorno de la personalidad (p. ej., esquizotípico, esquizoide,
paranoide), el trastorno de la personalidad tiene que registrarse en el Eje II,
seguido entre paréntesis de «premórbido». Por ejemplo, Eje I: F20.08
Esquizofrenia, tipo paranoide [295.30]; Eje II: F60.1 Trastorno esquizoide de la
personalidad (premórbido) [301.20].
(1) Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej. exagera los logros y capacidades, espera
ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados)
(2) Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
(3) Cree que es “especial” y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse
con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status
(5) Es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial
o de que se cumplan automáticamente sus expectativas
(6) Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus
propias metas
(7) Carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de
los demás
(8) Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él
Los sujetos con trastorno narcisista de la personalidad creen que son superiores,
especiales o únicos y esperan que los demás les reconozcan como tales
(Criterio 3). Piensan que sólo les puede comprender o sólo pueden relacionarse con
otras personas que son especiales o de alto status y atribuyen a aquellos con
quienes tienen relación las cualidades de ser “únicos”, “perfectos” o de tener
“talento”.
Los sujetos con este trastorno creen que sus necesidades son especiales y fuera del
alcance de la gente corriente. Su propia autoestima está aumentada (por reflejo)
por el valor idealizado que asignan a aquellos con quienes se relacionan. Es
probable que insistan en que sólo quieren a la persona “más importante” (médico,
abogado, peluquero, profesor…) o pertenecer a las “mejores” instituciones, pero
pueden devaluar las credenciales de quienes les contrarían. Generalmente, los
sujetos con este trastorno demandan una admiración excesiva (Criterio 4). Su
autoestima es casi siempre muy frágil.
Pueden estar preocupados por si están haciendo las cosas suficientemente bien y
por cómo son vistos por los demás. Esto suele manifestarse por una necesidad
constante de atención y admiración. Esperan que su llegada sea recibida con un
toque de fanfarrias y se sorprenden si los demás no envidian lo que ellos poseen.
Intentan recibir halagos constantemente, desplegando un gran encanto.
A menudo son desdeñosos e impacientes con los demás cuando éstos se refieren a
sus propios problemas y preocupaciones.
Estos individuos pueden ser ajenos al daño que pueden hacer sus comentarios (p.
ej., explicar con gran alegría a un antiguo amante que “ahora tengo una relación
para toda la vida” o presumir de salud delante de alguien que se encuentra muy
enfermo). Cuando se reconocen las necesidades, los deseos o los sentimientos de
los demás, es probable que sean vistos con menosprecio como signos de debilidad
o vulnerabilidad. Quienes se relacionan con un sujeto con un trastorno narcisista de
la personalidad es típico que lleguen a una frialdad emocional y una falta de interés
recíproco.
Estos sujetos suelen envidiar a los demás o creen que los demás les envidian
a ellos (Criterio 8). Pueden envidiar los éxitos y las propiedades ajenas, creyendo
que ellos son más merecedores de aquellos logros, admiración o privilegios. Pueden
devaluar con acritud las aportaciones de los demás, en especial cuando aquellos
sujetos han recibido el reconocimiento o las alabanzas por sus méritos.
Nivel comportamental.
Expresivamente arrogante. No es raro que el narcisista se muestre arrogante y
tienda a sentirse por encima de las normas de convivencia calificándolas de
superficiales o inaplicables a sí mismo. Su comportamiento refleja despreocupación
por cuestiones de integridad personal e indiferencia hacia los derechos de los
demás. Cuando no se enfrentan a situaciones humillantes o estresantes, los
narcisistas se comportan socialmente de manera tranquila y seguros de sí mismos.
Los narcisistas parecen carecer de humildad y son francamente egocéntricos y
egoístas.
Nivel fenomenológico.
Estilo cognitivo: expansivo. Poseen una imaginación desenfrenada y están
enfrascados en inmaduras y autoglorificantes fantasías de éxito, belleza o amor. Se
ajustan mínimamente a la realidad y se conceden licencias respecto a los hechos,
coloreándolos o incluso mintiendo para mantener sus ilusiones sobre su propia
valía. Tienden a exagerar sus capacidades, a transformar los fracasos en éxitos y a
construir largos e intrincados razonamientos que sobrevaloran su valía o justifican
que lo que sienten es lo conveniente, despreciando rápidamente a cualquiera que
se resista a aceptar o realzar su autoimagen.
Nivel intrapsíquico.
Mecanismo de defensa: racionalización/fantasía. ¿Qué pasa cuando el narcisista no
tiene éxito, cuando ha de afrontar fracasos personales o humillaciones?. Muchos
narcisistas han llegado a la creencia, inducidos por sus padres, de que son seres
perfectos y dignos de amor a pesar de lo que hagan o de lo que piensen. Sin
embargo, el mundo que les rodea no es tan condescendiente y, en ocasiones, deja
entrever aquellos aspectos del narcisista que él considera inaceptables. ¿Qué ocurre
entonces?. Los narcisistas utilizan la racionalización como mecanismo de defensa.
Se engañan con facilidad, encuentran razones plausibles que justifiquen su
egocentrismo y sus comportamientos sociales desconsiderados. Si las
racionalizaciones fallan, se suelen sentir rechazados, avergonzados. Si fracasan en
la consecución de sus objetivos y no saben qué hacer tienden a volverse hacia sí
mismos en busca de bienestar y consuelo. Crean mundos fantásticos en los que
pueden redimirse y recuperar su orgullo y status. De este modo, lo que el narcisista
no puede resolver mediante la fantasía es reprimido y eliminado de la conciencia.
Nivel biopsíquico.
Estado de ánimo o temperamento: despreocupado. Manifiestan un aire general de
indiferencia, imperturbabilidad y fingida tranquilidad. Parecen de una frialdad no
impresionable u optimistas a ultranza, excepto cuando su confianza narcisista se ve
amenazada, momentos en los que aparecen breves muestras de ira, vergüenza o
sentimientos de vacío.
PROTOTIPO NARCISISTA
Principales creencias. “Puesto que soy especial, merezco reglas especiales. Estoy
por encima de las reglas. Soy mejor que los otros.”
Las comorbilidades con el Eje II se dan con las variantes antisocial e histriónica,
principalmente, aunque también se pueden apreciar covariaciones con los tipos de
personalidad sádicos, paranoide y negativista.
E. Diagnóstico diferencial.
Cualquiera que sea el tipo de tratamiento que se plantea, conviene evitar que el
narcisista lo domine, y se requiere mucha paciencia por parte del terapeuta para
conseguir una adecuada relación terapéutica, puesto que lo que pasa en la vida
pasa en terapia (si el narcisista es interpersonalmente explotador, también se
mostrará así en terapia). Hablando sobre sus logros y éxitos es fácil restaurar
pronto la autoconfianza del narcisista. Si se persigue un cambio más profundo el
terapeuta puede ayudar al paciente a ser más sensible y más consciente de la
realidad en que vive, aprendiendo a aceptar sus límites y sus responsabilidades. Sin
embargo, previamente se deberá fortalecer la capacidad del narcisista para
confrontar su debilidad y sus deficiencias.
Un patrón general de excesiva emotividad y una búsqueda de atención, que empiezan al principio
de la edad adulta y que se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los
siguientes ítems:
(2) La interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente
seductor o provocador.
(4) Utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo.
(7) Es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias.
Nivel comportamental.
Comportamiento observable: dramático. Suelen manifestarse de manera teatral.
Toleran mal la inactividad, lo que provoca comportamientos impulsivos, caprichosos
y muy emotivos. Poco tolerantes a la frustración, son propensos a tener aventuras
hedónicas y a impresionar a la gente al principio debido a que constantemente
llaman la atención sobre ellos mismos. Los sentimientos y palabras que expresan
parecen superficiales y simulados en vez de profundos o reales.
Comportamiento interpersonal: buscador de atención. Solicita activamente
elogios, venden su atractivo y suelen ser divertidos y sexualmente provocadores.
Ambos sexos manifiestan despreocupación y sofisticación a la par que inhibición e
ingenuidad. Su vida social está repleta de muchos conocidos y pocos amigos
íntimos, pero cuando las relaciones exigen más compromiso y profundidad se
repliegan y vacilan. Los individuos histriónicos son muy hábiles en la percepción de
qué es lo que capta la atención de los demás, así como hipervigilantes a las señales
de rechazo y hostilidad, lo que les permite adaptarse rápidamente a las
circunstancias.
Nivel fenomenológico.
Cognitivamente frívolo. Los histriónicos evitan el pensamiento introspectivo.
Integran poco sus experiencias dando lugar a aprendizajes superficiales y dispersos
y a juicios sin argumentar. Reaccionan a los estímulos externos relacionados con la
aprobación de los demás (para los que son extremadamente sensibles) y, sin
embargo, no reaccionan ante estímulos internos. Por lo tanto, se comportan como
organismos vacíos, y esto explicaría su conducta característica de distracción y
frivolidad.
Nivel intrapsíquico.
Mecanismo de defensa: disociación/represión. Como no realizan
introspección, los histriónicos carecen de habilidades intrapsíquicas por lo que su
mecanismo de defensa ante las emociones inconscientes consiste en desconectar su
propio yo de la cara teatral que presentan a los demás y reprimen recuerdos y
sentimientos que les puedan causar malestar.
Nivel biofísico.
Estado de ánimo inconstante. Tienen un elevado nivel de energía y activación.
Presentan emociones rápidamente cambiantes y superficiales. Son vivaces,
animados e impetuosos, y tienden a entusiasmarse con la misma facilidad con la
que se aburre o enfada.
PROTOTIPO HISTRIÓNICO
Dentro del Eje I , los individuos histriónicos son muy vulnerables a la ansiedad por
separación debido a su tendencia a buscar diversas fuentes de estimulación y
apoyo (en ocasiones dan muestras exhibicionistas de ansiedad).
Se asocia a tasas altas de trastorno de somatización, trastorno de conversión y
trastorno depresivo mayor. Las conversiones más frecuentes son el mutismo y la
laringitis, llamando así la atención mediante la mímica, mientras que se sirven de
síntomas somáticos como instrumento para garantizar la atención de los demás.
Del mismo modo, pueden hacer una manifestación exhibicionista de su
sintomatología depresiva originada normalmente por sentimientos de indefensión y
abandono.
En el Eje II, se puede dar una co-ocurrencia con los trastornos de personalidad
límite, narcisista, antisocial y por dependencia.
E. Diagnóstico diferencial.
F. Relación terapéutica.
(1) Tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo
aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás.
(2) Necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su vida.
(3) Tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pérdida de
apoyo o aprobación. Nota: No se incluyen los temores reales a un castigo.
(4) Tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido a la falta de
confianza en su propio juicio o en sus capacidades más que a una falta de motivación o de energía).
(5) Va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás, hasta el
punto de presentarse voluntario para realizar tareas desagradables.
(6) Se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagerados a ser
incapaz de cuidar de sí mismo.
(7) Cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le proporcione
el cuidado y el apoyo que necesita.
(8) Está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí
mismo.
A los sujetos con este trastorno les es difícil iniciar proyectos o hacer las
cosas con independencia (Criterio 4). Les falta confianza en sí mismos y creen
que necesitan ayuda para empezar y llevar a cabo las tareas. Esperarán a que los
demás empiecen a hacer las cosas, porque piensan que, por regla general, lo hacen
mejor que ellos. Estas personas están convencidas de que son incapaces de
funcionar de forma independiente y se ven a sí mismos como ineptos y necesitados
de ayuda constante. Sin embargo, pueden funcionar adecuadamente si se les da la
seguridad de que alguien más les está supervisando y les aprueba. Pueden tener
miedo a hacerse o parecer más competentes, ya que piensan que esto va a dar
lugar a que les abandonen. Puesto que confían en los demás para solucionar sus
problemas, frecuentemente no aprenden las habilidades necesarias para la vida
independiente, lo que perpetúa la dependencia.
Cuando termina una relación importante (p. ej., la ruptura con un amante o la
muerte de alguien que se ocupaba de ellos), los individuos con trastorno de la
personalidad por dependencia buscan urgentemente otra relación que les
proporcione el cuidado y el apoyo que necesitan (Criterio 7). Su creencia de
que son incapaces de funcionar en ausencia de una relación estrecha con alguien
motiva el que estos sujetos acaben, rápida e indiscriminadamente, ligados a otra
persona. Los sujetos con este trastorno suelen estar preocupados por el miedo
a que les abandonen y tengan que cuidar de sí mismos (Criterio 8). Se ven a
sí mismos tan dependientes del consejo y la ayuda de otra persona importante, que
les preocupa ser abandonados por dicha persona aunque no haya fundamento
alguno que justifique esos temores. Para ser considerados indicadores de este
criterio, los temores deben ser excesivos y no realistas. Por ejemplo, un anciano
con cáncer que se muda a casa de su hijo para que le cuide estaría presentando un
comportamiento dependiente que es apropiado dadas las circunstancias de esa
persona.
Nivel comportamental.
Expresivamente incompetente. Presentan falta de confianza en sí mismos,
tendiendo a ser muy cooperativos y faltos de asertividad. Evitan las
responsabilidades adultas y buscan apoyo y guía en los demás. Suele sorprender a
los demás por su docilidad y humildad, y busca constantemente la aceptación y
aprobación de los otros.
Nivel fenomenológico.
Estilo cognitivo ingenuo. El dependiente rara vez está en desacuerdo con los
demás y es convencido con facilidad. Es confiado y crédulo, y tiene una actitud muy
ingenua hacia las dificultades interpersonales, ignorando los problemas objetivos y
las situaciones perturbadoras.
Por otro lado, mediante la negación el individuo dependiente evita los conflictos
y las amenazas que puedan surgirle interpersonalmente, lima asperezas y el
malestar interpersonal con el fin de no estropear su unión.
Organización morfológica rudimentaria. Debido a que confía a los demás la
responsabilidad de satisfacer sus necesidades y la asunción de las actividades
adultas, el dependiente no desarrolla ni un conjunto adecuado de controles ni
estrategias de afrontamiento. Su autodevaluación provoca en los demás atención y
comprensión, dejando de sentir ellos culpabilidad, y como necesitan experimentar
una sensación de satisfacción consigo mismos la probabilidad de que nieguen sus
sentimientos desagradables y las estrategias engañosas que utilizan es alta. Del
mismo modo, encubren su necesidad de dependencia mediante la racionalización,
inventando enfermedades o alguna circunstancia desafortunada o algo parecido.
PROTOTIPO DEPENDIENTE
Dentro del Eje I, las personas dependientes son muy vulnerables a los
trastornos de ansiedad, especialmente a la ansiedad por separación. Pueden estar
muy preocupados por la posibilidad de ser abandonados por las personas cercanas,
pudiendo generar esto crisis de angustia. Del mismo modo, la percepción de nuevas
responsabilidades puede producir el mismo efecto. Como las manifestaciones de
ansiedad suelen provocar en el entorno conductas de atención y apoyo, el
dependiente puede utilizar esto como instrumento para evitar las responsabilidades
y la autonomía.
Por otro lado, y respecto al Eje II, con este tipo de personalidad suele covariar
en más alta medida el trastorno de personalidad por evitación; y en menor grado
los tipos histriónico y depresivo.
E. Diagnóstico diferencial.
F. Relación terapéutica.
Nivel comportamental.
Comportamiento observable irregular. Presenta elevados niveles de
inconsistencia e irregularidad en su comportamiento. Su activación y clima
emocional están en constante cambio, un día se presentan en consulta de un modo
y al otro de otra forma totalmente diferente. Manifiestan unos niveles de energía
inusitados con arranques de impulsividad súbitos e inesperados, con cambios
endógenos en el estado de ánimo, lo que les hace muy vulnerables a los impulsos
suicidas y a las automutilaciones.
Nivel fenomenológico.
Cognitivamente caprichoso. Las percepciones o pensamientos de estos
individuos sobre lo que está ocurriendo cambian muy rápidamente. No sólo
experimentan emociones contrarias, sino que también manifiestan actitudes
ambivalentes hacia sí mismos y hacia los demás, pasando del amor a la ira y a la
culpa. El problema se agrava cuando este comportamiento suscita en los demás
reacciones conflictivas y confusas, y provoca un feedback social confuso y
conflictivo. Esto perpetúa el círculo vicioso de experimentar una y otra vez lo que
inicialmente les impulsó a actuar.
Nivel intrapsíquico.
Mecanismo de defensa: regresión. Ante las situaciones de estrés lo más
probable es que el individuo límite retroceda hasta unos niveles de tolerancia de la
ansiedad aceptables, control de los impulsos y adaptación social que corresponden
a niveles de desarrollo anteriores. Los comportamientos son inmaduros y , en
ocasiones, infantiles. Para estos sujetos experimentar resentimiento hacia los
demás y expresarlo no es aceptable, pues corren el riesgo de que los demás les
abandonen (cosas que les produce pánico). De este modo, contienen e invierten los
sentimientos de cólera, volviendo hacia sí mismos la agresividad que iba hacia los
demás: se vuelven autocríticos, se autodesprecian e incluso se automutilan, dando
así a los demás el mensaje “no tengo valor alguno, no soy adversario para ti”.
Nivel biofísico.
Estado de ánimo lábil. Los pacientes límites encuentran dificultades en adaptar
su estado de ánimo inestable a la realidad externa. Tienden a mostrar cambios de
ánimo que van desde la normalidad a la depresión o a la excitación. Se producen
períodos de abatimiento y apatía que son interrumpidos por episodios de ira intensa
e inapropiada, seguidos por breves momentos de ansiedad o euforia.
PROTOTIPO LÍMITE
Figura 4.4. Configuración de los ámbitos personológicos más relevantes del
prototipo límite.
Concepción de los demás. Los pacientes con TLP ven a los demás de manera
ambivalente: por un lado les producen desconfianza (“la gente me hará daño, me
atacará y se aprovechará de mi”) y por el otro dependencia (“no puedo valerme por
mí mismo, necesito a alguien en quien pueda apoyarme”).
Concepción de sí mismo. El individuo límite piensa que “soy una mala persona y
merezco ser castigado. Nadie me amaría o querría estar cerca de mí si me
conociera”.
Principales creencias.
“ Debo someter mis deseos a los deseos de los otros, o ellos me abandonarán o
atacarán. Es terrible ser abandonado. Siempre estaré solo, nunca podré contar con
nadie” (Beck y Freeman, 1992)
Estrategia principal.
Regresión a etapas del desarrollo tempranas.
E. Diagnóstico diferencial.
Conviene distinguir entre los trastornos del estado de ánimo con síntomas
psicóticos (Eje I) y el TLP. La diferencia esencial entre ellos reside en la historia del
desarrollo de la alteración. Mientras que los trastornos del estado de ánimo con
síntomas psicóticos presentan un inicio rápido. En esta misma línea también
tendremos en cuenta el papel que cumplen los desencadenantes externos: mientras
que en pacientes con trastornos del estado de ánimo si se reducen los estresares
externos se observa mejoría, en los TLP no se observa retorno al equilibrio inicial.
Dentro del Eje II, existen complicaciones para diferenciar TP histriónico del TLP,
dado que los dos tipos tienen una marcada labilidad emocional asociada a
manipulaciones interpersonales y búsqueda de atención. Aquí el TLP se distingue
por sus arranques de cólera interpersonal y sus constantes sentimientos de vacío y
soledad. Esta misma cólera interpersonal diferencia al TLP del prototipo
dependiente: mientras el dependiente responde sumiso y cordial, el TLP ante el
temor al abandono tiene estallidos de ira.
Aunque pueden cambiar y pasar por periodos de buena adaptación, pues tiene
más posibilidad de cambio y reorganización que un antisocial por ejemplo, también
son comunes las situaciones de no avance durante el proceso terapéutico. El
terapeuta ha de tener muy claros los límites de las sesiones, y ha de establecerlos
explícitamente con este tipo de pacientes, pues es también bastante común el
cambio de horarios, la impuntualidad o faltar a las sesiones sin previa anulación.
sí mismo-los otros.
(1) Evita trabajos o actividades que impliquen un contacto interpersonal importante debido al miedo
a las críticas, la desaprobación o el rechazo.
(2) Es reacio a implicarse con la gente si no está seguro de que va a agradar.
(3) Demuestra represión en las relaciones íntimas debido al miedo a ser avergonzado o ridiculizado.
(4) Está preocupado por la posibilidad de ser criticado o rechazado en las situaciones sociales.
(5) Está inhibido en las situaciones interpersonales nuevas a causa de sentimientos de incapacidad.
(6) Se ve a sí mismo socialmente inepto, personalmente poco interesante o inferior a los demás.
(7) Es extremadamente reacio a correr riesgos personales o a implicarse en nuevas actividades
debido a que pueden ser comprometedoras.
Los sujetos con este trastorno, puesto que les preocupa la posibilidad de ser
criticados o rechazados en las situaciones sociales, tienen el umbral para
detectar estas reacciones exageradamente bajo (Criterio 4). Pueden sentirse
extremadamente ofendidos si alguien se muestra crítico o incluso levemente en
contra. Tienden a ser tímidos, callados, inhibidos e “invisibles” por temor a que la
atención vaya a comportar la humillación o el rechazo. Piensan que digan lo que
digan los demás lo van a encontrar “equivocado” y que, por tanto, es mejor no
decir nada. Reaccionan mal a las bromas sutiles que son sugerentes de ridículo o
burla. A pesar de sus ansias de participación activa en la vida social, temen poner
su bienestar en manos de los demás. Los sujetos con trastorno de la personalidad
por evitación están inhibidos en las situaciones interpersonales nuevas
porque se sienten inferiores y tienen una baja autoestima (Criterio 5). Las
dudas respecto a su aptitud social y su interés personal se hacen especialmente
manifiestas en las situaciones que implican interacciones con extraños. Estos
sujetos se creen a sí mismos socialmente ineptos, personalmente poco
interesantes o inferiores a los demás (Criterio 6). Normalmente son reacios a
asumir riesgos personales o a involucrarse en nuevas actividades, ya que
esto puede ponerles en aprietos (Criterio 7). Son propensos a exagerar el
peligro potencial de las situaciones ordinarias, y de su necesidad de certeza y
seguridad puede surgir un estilo de vida restrictivo. Los sujetos con este trastorno
son capaces de anular una entrevista laboral por temor a encontrarse en aprietos
por no vestir adecuadamente. Los síntomas somáticos secundarios u otros
problemas pueden ser una razón suficiente para evitar nuevas actividades.
Nivel comportamental.
Comportamiento observable ansioso. Es fácilmente observable en estos
individuos su sensación general de inquietud y malestar. Muestran constantemente
un estado de temor y nervios, evitando el verse involucrados en situaciones que
puedan resultar problemáticas o que puedan provocar el rechazo o la crítica de los
otros. Ejercen un gran control tanto sobre la ansiedad como sobre la confusión y la
ira.
Nivel fenomenológico.
Cognitivamente distraído. Rastrean continuamente su entorno para detectar
posibles amenazas potenciales. Hay presencia de pensamientos internos intrusos y
disruptivos que interfieren en el curso normal de su pensamiento e interfiere en su
comunicación social. Los individuos evitadotes están permanentemente
hipervigilantes a la mayoría de sentimientos, intenciones, muecas y expresiones de
los demás. Esta hipervigilancia provoca, a su vez, un desbordamiento por la
recepción masiva de estímulos que distrae su atención de los elementos realmente
relevantes.
Nivel intrapsíquico.
Mecanismo de defensa: fantasía. El evitador lucha por impedir sus
preocupaciones e intenta interferir en sus propias cogniciones. Las ansiedades y los
impulsos son negados y transformados o distorsionados, dependiendo
excesivamente de la fantasía y la imaginación para conseguir la gratificación de sus
necesidades, el establecimiento de la confianza en sí mismos y la resolución de sus
conflictos. Se adentran en sus ensoñaciones para descargar los afectos frustrados y
los impulsos coléricos sin poner en peligro su seguridad.
Organización morfológica frágil. Lo que mantiene la estructura intrapsíquica de
los evitadores unida es una confianza y dependencia excesiva de la evitación, la
huida y la fantasía. Posee pocas estrategias para hacer frente a las nuevas
situaciones que interpreta como estresantes u oportunidades nuevas.
Luchan entre el afectos y la desconfianza para con los demás. Son incapaces de
actuar por sí mismos debido a sus constantes vacilaciones, y, al mismo tiempo, no
pueden depender de los demás por esta desconfianza a la humillación comentada.
De este modo, la seguridad y la recompensa no pueden obtenerla ni de sí mismos
ni de los demás.
Nivel biofísico.
Estado de ánimo angustiado. Estos pacientes describen tensión, tristeza e ira casi
constantes y confusas. Vacilan entre el deseo de afecto, el miedo a la burla, el
malestar y el embotamiento afectivo.
PROTOTIPO EVITADOR
Fig. 4.5. Configuración de los ámbitos personológicos más relevantes del prototipo
evitador.
Concepción de los demás. Las personas de su entorno son vistas como críticas,
despreciativas y superiores.
Del mismo modo, las fobias sociales están también muy arraigadas en el
prototipo evitador, hasta tal punto que es difícil distinguir dónde terminan los
rasgos de personalidad y dónde los síntomas fóbicos.
E. Diagnóstico diferencial
El TP por Evitación puede confundirse fácilmente con la Fobia social dado que su
tendencia es a solaparse. Para Millon existen dos distinciones básicas. En primer
lugar, en los comportamientos socialmente aversivos de las personas con un TP
existe una cualidad difusa e invasora de todas las áreas de la vida, en contraste con
la especificidad del objeto fóbico y la intensidad de la respuesta fóbica. En segundo
lugar, el síntoma fóbico no se asocia a la gran cantidad de rasgos que caracterizan
la personalidad, como la baja autoestima y el deseo de aceptación (Millon, 1999).
También puede confundirse con otros TP. Las personas evitadoras desean ser
aceptadas socialmente y padecen intensamente su soledad, mientras que el
esquizoide es genuinamente indiferente a las cuestiones sociales y sus emociones
están intrínsecamente embotadas. Las personalidades esquizotípicas difieren de las
evitadoras en sus evidentes excentricidades y su extraño discurso, así como en las
ideas de referencia. Los evitadores carecen de estas peculiaridades y en vez de esto
presentan una anticipación constante de las humillaciones, un temor al rechazo
interpersonal, una necesidad de afecto, una falsa autoestima y un deseo de
aceptación social.
F. La relación terapéutica.