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UNIVERSIDAD INTERCONTINENTAL – UIC

Instituto Intercontinental de Misionología

Teología Bíblica.

Continuando con nuestro temario, abordamos ahora la problemática metodológica de la


Teología Bíblica. Continuamos con la reflexión de Giuseppe Segalla, que, como último
punto del análisis histórico de la Teología Bíblica, nos expone las distintas propuestas
hechas a este respecto.

1. El problema del método en Teología Bíblica.

1. DEL "KERIGMA" AL PLURALISMO METODOLÓGICO.

Se necesitaron quince años para que, después de Bultmann, apareciese una nueva
teología del NT. A partir de mediados de los años sesenta comienza de nuevo a
pulular una multitud de teologías bíblicas del AT y NT. Pero, prescindiendo de
alguna excepción, a la cantidad no siempre responde la calidad. Por ello se habla
de una crisis de la teología bíblica, en el sentido de que se asiste a un caos
metodológico y se auspicia desde diversas partes la vuelta a una verdadera
teología bíblica integral.

MÉTODO.

Por la historia brevemente pergeñada se ve con claridad que el principal problema


de una teología bíblica ya desde los comienzos lo presenta el método. De hecho,
la teología bíblica se distinguió de la teología sistemática por su método en el
tratamiento de los textos de la Biblia: el método histórico-literario y el histórico-
crítico. Pero el método histórico, alrededor de un siglo después de Gabler, reclamó,
con Wrede en el 1897, derechos absolutos sobre la teología hasta el punto de
situarse como alternativa del teológico. Con ello se perdía la misma teología. Por
eso es necesario practicar un equilibrio metodológico entre el método histórico-
crítico y el teológico al construir una teología bíblica. ¿Cuál es entonces el estatuto
de una teología bíblica? Hay unas premisas que respetar; está la práctica del doble
método: histórico-crítico y teológico, y la elección de un principio
hermenéutico y de una estructura.

1. EL MÉTODO HISTÓRICO-CRITICO.

La exigencia de practicar el método histórico-crítico al componer una teología


bíblica está hoy fuera de discusión, justamente porque la teología es la
autocomprensión crítica de la fe bíblica. Por otra parte, la Biblia es obra de Dios,
pero a través de la obra literaria e histórica de los hagiógrafos. Por eso la ley de la
encarnación requiere el uso del método histórico-crítico. Hoy no vivimos ya en
un ambiente precrítico. Si acaso, la situación actual es poscrítica, en el sentido de
que se relativiza el método histórico-crítico y se critica su pretensión absoluta. De
modo radical lo rechazan sólo los fundamentalistas. Por eso la cuestión versa no
tanto sobre el método cuanto sobre el modo de practicarlo, que a veces atomiza de
tal forma el texto que no permite ya su comprensión, o bien acumula hipótesis
críticas sin suficiente fundamento, creando confusión. Pero "abusus non tollit
usum". El método histórico-crítico comprende un conjunto de críticas, de las cuales
las más fundamentales son la textual, la literaria y la histórica. Pero hoy la
metodología se amplía, y junto al método diacrónico de acercamiento a los textos
se va afianzando el sincrónico del análisis estructural, que se presta mejor a
comprender el texto actual de la Biblia. El método histórico-crítico es genético, y
por tanto ayuda a la reconstrucción histórico-literaria de la revelación bíblica. Pero
la interpretación, y con ella el sentido del texto, sólo se puede captar mediante una
consideración unitaria del texto, como conjunto estructurado en orden a un fin: un
mensaje que transmitir.

2. EL MÉTODO TEOLÓGICO.

Si se quiere hacer teología bíblica, habrá que apreciar los dos términos: "teología"
y "bíblica". El primero indica la comprensión crítica de la fe como se contiene en
la Biblia; el segundo, el ámbito de la revelación contenida en los libros sagrados.
La categoría de la "historia" no ha de separarse de la "teología", como ocurrió en
la metodología histórico-religiosa; pero tampoco la teología se ha de separar de
la historia, como ha sucedido en la teología kerigmática más radical.

De estas premisas generales pasamos a exponer los contenidos del método


teológico. La fe teológica presupone: la revelación de Dios en la historia, que ha
tenido su culminación y cumplimiento en Cristo, Verbo encarnado; la inspiración
de la Sagrada Escritura, que abarca el canon; la relación de la literatura bíblica con
la historia de la salvación allí narrada e interpretada; en la interpretación, el círculo
hermenéutico con la tradición viva de la Iglesia y con el magisterio. Estos
supuestos del método teológico no resuelven ciertamente el problema de una
teología bíblica, sino que más bien lo plantean. Deseo recordar aquí a este respecto
sólo tres puntos problemáticos.

Ante todo, el problema de la unidad histórica y teológica, pues el canon es un dato


de fe, no una delimitación de libros, resultado de una crítica histórica. La unidad
de la teología bíblica desde que se comenzó a aplicar el método histórico-crítico se
ha convertido en un problema, pues se ha considerado el AT y el NT como dos
entidades históricas separadas, ligadas entre sí por la literatura del judaísmo tardío
y la apócrifa. Por eso, desde que se comenzó a aplicar el método histórico, se
dividió la teología bíblica del AT de la del NT, división que continuó, como se ve
también por este artículo. Si se pasa luego de la unidad histórica a la teológica,
el problema se agudiza aún más, especialmente para el AT, y en parte también para
el NT; y mucho más, por supuesto, para la unidad de los dos Testamentos. En
realidad, las mejores teologías bíblicas presentan la comprensión crítica de la fe
bíblica en términos de evolución o proceso histórico y teológico. Para superar esa
dificultad se ha buscado un centro unitario del AT (p.ej., la alianza en la teología
del AT de Eichrodt) y del NT (la persona de Jesús, la justificación mediante la
fe...); se trata del problema conocido en el ambiente protestante como búsqueda
del "centro del canon", un centro crítico que debería dar unidad al canon. A mi
entender, el centro crítico de una teología crítica del AT no puede ser más que el
NT, el cual apela explícita o implícitamente al AT. El círculo hermenéutico debe
moverse, pues, del NT al AT. En el NT el centro es indudablemente la persona de
Cristo en su condición divina y humana y en su existencia terrena y celestial.

El segundo problema es la relación entre historia y verdad trascendente a la


historia, pero en ella presente. Mientras que la historia es objeto de la razón
crítica, la verdad trascendente a la historia no puede ser más que objeto de la fe,
aunque no es una realidad abstracta, sino de experiencia y de vida: la existencia y
la vida nueva en Cristo.

Finalmente, para la interpretación teológica de la Biblia es fundamental el círculo


hermenéutico entre Biblia y tradición viva. La tradición que transmite y narra la
historia sagrada, la palabra de los profetas, las sentencias y las oraciones de los
sabios, la palabra de Jesús y a Jesús-Palabra, al mismo tiempo la interpreta y la
reinterpreta continuamente dentro de un proceso histórico-hermenéutico que,
desde que la Biblia es "canon", tiene en ella su punto de referencia seguro. Luego
la tradición interpretadora continúa también hoy. Además del círculo hermenéutico
entre la Biblia, la tradición y el hoy, hay otro que es muy apreciado por algunos
autores recientes (B.S. Childs): el círculo hermenéutico entre el canon como
Escritura y cada uno de los libros en él contenidos. El contexto más general con el
que habría que interpretar cada uno de los libros de la Escritura sería justamente el
del canon.

3. PRINCIPIO HERMENÉUTICO Y ESTRUCTURA.

¿Cómo intervienen el método histórico-crítico y el teológico en la construcción de


una teología bíblica? Lo podemos inducir de las mejores teologías bíblicas ya
realizadas en los casi doscientos años de historia de esta disciplina. El problema de
fondo es el de la relación entre reconstrucción e interpretación. La
reconstrucción, si atañe a la historia, se vale preferentemente del método histórico-
crítico, mientras que la interpretación debe valerse de los dos métodos juntamente.
La reconstrucción impone también la estructura en una teología bíblica planteada
históricamente. Pero hay que apresurarse a advertir que la estructura, que sigue la
reconstrucción histórica, es también un elemento formal no calificador.

En la calificación de la estructura y de sus partes interviene la interpretación. Por


ejemplo, la obra y la enseñanza de Jesús en las teologías de Bauer (1800), de
Jeremias, de Goppelt y de otros muchos son presentadas como fundamento de la
teología bíblica del NT, mientras que en las de Baur (1864), de Bultmann, de
Conzelmann y de otros son consideradas, en cambio, sólo como una premisa de la
verdadera y auténtica teología, que comienza con el kerigma y con la reflexión de
fe sobre Jesús. Las dos valoraciones diversas influyen evidentemente también en
el juicio teológico del Jesús terreno, de su predicación y de su obra. Para Bultmann,
por ejemplo, Jesús es un profeta escatológico, que predica el reino de Dios y
permanece en el ámbito del judaísmo. Desde el punto de vista teológico, que es el
"específico" de una teología bíblica, de los dos elementos que entran en su
construcción el más importante es sin duda la interpretación, y por tanto el
principio hermenéutico unitario que anima su estructura. Desde ésta se puede
juzgar si se trata de una comprensión crítica de la fe bíblica o de una interpretación
que se detiene en la historia sin llegar a la fe. Por eso A. Schlatter afirma que una
interpretación histórica que no llega a la fe la califica de "atea". Pero también
cuando el principio hermenéutico es claramente teológico, se puede examinar
críticamente si es lo bastante comprensivo de fe e historia, de Biblia y tradición
interpretativa, de canon y comprensión integral.

La relación entre unidad teológica de fe y pluralidad histórica y teológica dentro


del canon será siempre una relación en tensión, como la que se da entre teología
bíblica y teológica sistemática. Pero, en todo caso, la búsqueda de la unidad oculta
que, teológicamente hablando, depende de Dios, autor de esta historia y autor
literario de la historia narrada, es condición imprescindible de la comprensión
teológica. Cuanto más se consigue, no tanto afirmar cuanto mostrar y demostrar
críticamente la continuidad, los hilos ocultos que unen acontecimientos tan
diversos y lejanos, libros y concepciones tan diversos y lejanos entre sí en el tiempo
y en el género, tanto más se contribuye a la interpretación y comprensión
propiamente teológica de la Biblia, y por tanto a una verdadera y auténtica
teología bíblica. El "cómo" depende, obviamente, de la genialidad de los exegetas
y de los teólogos, que tienen por cometido interpretar la Biblia para la Iglesia de
hoy.

2. Teología Bíblica: Problemas de una definición.

A continuación, les presento un pequeño artículo sintetizado acerca del problema de la


definición de la Teología Bíblica que el P. Antonio María Artola, C.P. reflexiona en su tesis
doctoral sobre Teología Bíblica. Estudio detallado y profundo, de gran interés ante todo como
enmarque de la teología bíblica en el conjunto de la ciencia teológica y como un boletín de
los trabajos de tos principales especialistas, a los que el autor añade su juicio personal.

Esta reflexión nos ayuda a ampliar un poco la cuestión de la búsqueda de una definición y
naturaleza de la Teología Bíblica.

Naturaleza de la Teologia Biblica,


¿Qué es Teología Biblica?,

La teología bíblica, ciencia originada en el campo protestante y eminentemente moderna, ha


alcanzado hoy una enorme importancia dentro de las ciencias teológicas. Varios factores han
concurrido a este hecho: la necesidad de aunar en un cuerpo doctrinal sintético el ingente
material aportado por la exégesis escriturística; la creación de un campo de discusión bíblico
apto para el contacto ecuménico, y la posibilidad de que a partir de la teología bíblica puede
surgir una teología católica renovada.
Su naturaleza.

No es fácil dar una definición de teología bíblica. Los especialistas prefieren hacer teología
bíblica que determinar su naturaleza. Existe, sin embargo, unanimidad en considerarla como
una rama de la teología positiva: Spicq, Prat, Hugon, Muñiz, A. Feuillet... La discrepancia
está en la determinación de su objeto. Ello lleva consigo la extensión al marco de la teología
bíblica de toda la problemática en torno al objeto de la teología positiva y sus relaciones con
la teología especulativa. Tras un estudio histórico detenido podemos definir el objeto de la
teología positiva como la determinación, explicación y síntesis del dato revelado, mientras
que el de la teología especulativa es la comprensión de ese dato revelado mediante la luz de
la razón iluminada por la fe.

La teología bíblica fue ya incluida por los autores católicos anteriores al siglo xx, como una
ciencia teológica dentro de la teología positiva y al lado de las teologías patrística, conciliar...
Con excepción de Lemonyer y Hettinger que, siguiendo la concepción historicista
protestante, conciben la teología bíblica como una exposición meramente histórica del
contenido de la Biblia, todos los demás autores católicos han atribuido un neto carácter
teológico a la teología bíblica. La definición del P. Prat de teología bíblica puede resumir las
ideas que acerca de ella tienen la mayoría de los teólogos católicos, considerándola como una
parte de la teología positiva cuyo objetivo consiste en reducir a unidad las verdades reveladas
explicadas por la exégesis. Ocupa, por tanto, una posición intermedia entre la teología
especulativa y la exégesis.

Criterios de síntesis.

La problemática actual más acuciarte dentro de la teología bíblica estriba en la elección del
criterio unificador del material exegético. Ceuppens y Heinsich han adoptado el orden de la
Summa y de la Dogmática, respectivamente. En una dirección radicalmente opuesta se
mueven Meinertz, Bonsirven, Lyonnet; J. B. Bauer..., que aspiran a agrupar las ideas
religiosas bíblicas en torno a alguna idea fundamental que procede de la misma Escritura, sin
introducir consiguientemente en la teología bíblica ninguna de las categorías de la teología
contemporánea. El P. Spicq avanza más aún, criticando el método seguido por muchos
especialistas de tratar por separado las diversas fuentes del mensaje divino: Sinópticos, S.
Pablo, Comunidades primitivas... Contrapone a estas teologías yuxtapuestas una teología
bíblica de síntesis que supere las categorías particulares de cada autor y recoja todos estos
elementos dispersos alrededor de ideas eje, que reflejen el pensamiento de los distintos
autores inspirados. Propugna como idea-eje, el amor, que expresa a la vez el misterio de Dios,
según san Juan, y las relaciones recíprocas de Dios y el hombre, según el conjunto de las
Escrituras.

Braun expone así su concepto: la teología bíblica presupone una exégesis teológica; un
análisis de los textos bíblicos a la luz de la fe, con la mira puesta en el contenido doctrinal,
nos llevará a la síntesis doctrinal de los textos explicados. Insiste por tanto en la necesidad
de esa exégesis hecha en creyente. En esto se aparta de la definición del P. Prat, que supone
la ;posibilidad de que una teología bíblica se haga fuera de la fe. Con este presupuesto, llama
teología bíblica al término del esfuerzo racional que, a partir del sentido literal, tiende a
organizar el conjunto de la revelación bíblica mostrando cómo forma un todo coherente. Sin
embargo, no da a este estudio la categoría de teología bíblica sino en un sentido amplio. A
modo de hipótesis presenta la auténtica teología bíblica como una teología inspirada. La
síntesis realizada, por aquélla es consecuencia del trabajo de un teólogo determinado,
mientras que en la teología inspirada la síntesis sería obra del mismo autor inspirado.
También sería teología inspirada la síntesis de toda la doctrina bíblica en función de las
categorías de un determinado autor inspirado. El cuarto evangelio es un ejemplo de ello, y
piensa Braun que una síntesis doctrinal de conjunto es posible tomando como base la teología
de san Pablo, o, mejor, la de san Juan.

Conclusión.

Como vemos, la problemática actual de la teología bíblica se centra en gran parte en el estudio
de las llamadas categorías conceptuales de la Biblia. El objetivo de la teología bíblica sería
penetrar en la Escritura con el mismo espíritu de los autores inspirados e interpretar sus ideas
de acuerdo con sus categorías conceptuales. Por nuestra parte creemos que esta teoría de las
categorías bíblicas como objeto de la teología bíblica o como método sintetizador de la
doctrina bíblica, es plenamente aceptable si se entiende como un estudio positivo, filológico-
histórico de los conceptos claves de la Biblia, a fin de realizar mediante ellos la síntesis
doctrinal de la Escritura. Nos parece, en cambio, inadmisible, el entender las categorías
bíblicas como principios racionales de intelección del dato bíblico -y por tanto como objeto
formal de la teología- en contraposición a cualquier otro sistema racional ajeno a la Escritura.
Con esto último llegaríamos a sustituir las categorías escolásticas por las categorías
rudimentarias de una ideología hebrea o helenística, con el consiguiente peligro de dar por
inspirado no sólo el dato bíblico, sino también su marco ideológico.

Tal es en síntesis esta ciencia nueva y la problemática que plantea actualmente. Creemos de
interés el citar tres definiciones de teología bíblica que nos parecen particularmente acertadas.

J. Alonso: "la teología bíblica es una disciplina que recoge y sistematiza los datos de la fe
bíblica, teniendo en cuenta la particular dinámica con que esa fe ha aparecido en la historia
de un pueblo, que al mismo tiempo que historia humana, era revelación divina, pero tratando
también de superar el historicismo mediante la proyección de la revelación bíblica llegada
a su término, sobre las líneas ascensionales ".

Hamp: la experiencia global de todo el contenido teológico, religioso y moral de los libros
canónicos de la Sagrada Escritura como revelación sobrenatural".

G. Rabeau: la exposición histórico-genética de las doctrinas reveladas que están


consignadas en los Libros Santos de los dos Testamentos".

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