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Jean-Noel Aletti “el estatuto de la iglesia en las cartas paulinas”

En la primera etapa el modelo que se destaca es el de “pueblo de Dios”, porque pablo debió
ubicar a los creyentes de la gentilidad en reciprocidad con la alianza y en relación con el pueblo
de Israel.

En la segunda (Col y Ef), el modelo estaría constituido por la armonización de las metáforas de
la cabeza y el cuerpo, entonces se ve el paso a una cristologización drástica de la eclesiología
paulina

En las cartas pastorales, el modelo sería la oi=koj qeou , tomando prestados los rasgos de la de
oi=koj la sociedad de entonces.

Para describir la Iglesia, las cartas paulinas (primera generacicón) utilizan varias
metáforas correspondientes a diferentes campos semánticos: sw/ma de Cristo (1Co 12,
12-27), gew,rgion, oivkodomh, (1Co 3, 9), lao,j (2Co 6, 16b; Rm 9, 25-26) y nao,j de Dios
(1Co 3, 16-17; 2Co 6, 16a). Estas metáforas no son más frecuentes que otras; es difícil,
solo viendo su ocurrencia, concluir que una de ellas es más fundamental o que describe
de manera más decisiva el grupo cristiano. Si los exégetas dan más importancia a la
atribución lao.j tou/ qeou/, es porque la Iglesia fue obligada a situarse de entrada dentro
del Judaísmo, y luego en relación con él, cuando los vínculos se hicieron más débiles.

Es importante recordar que tal vez, aún cuando los discípulos de Jesús en primera
instancia se dispersaron, ante su papel y lugar dentro de Israel, y como grupo Judío que
creía en su Mesías, ellos no sólo se comprendieron como una parte del pueblo de Dios,
“sino como su plenitud en germen y lo representan en su totalidad”.
Probablemente el tema de “pueblo de Dios”, es el punto de partida de la teología paulina y es
con la ayuda de los rasgos dados por las Escrituras a Israel, que describe desde
1Tesalonicenses hasta Filipenses, el grupo de creyentes como lo muestran los apelativos a lo
largo de las cartas a[gioi, evklektoi,, spe,rma Abraam, ui`oi. qeou/, klhrono,moi, avdelfoi Kraus,
diferencia una evolución de 1Tes a Filp., recalcando que el apóstol reelaboró el contenido de la
expresión.

Sin embargo, en la investigación Kraus, señala que pablo, no dice de los creyentes de origen
pagano que ellos constituyan “el pueblo de Dios”, aunque cita la palabra de los profetas, como
lo muestran 2Co 6,16b y rm 9, 25. Sin desconocer que en Rm 4, pablo describe el fundamento
de una nueva definición del “pueblo de Dios”, ¿cómo explicar que él insista en la filiación?
Sobre la cual se da a conocer la nueva definición en cuestión, pero no menciona el concepto de
“pueblo de Dios”. De ahí que se diga si pablo en Gal 4,7 dice que “ustedes ya no son más
esclavos,…” por qué no termina diciendo: “ustedes pertenecen al <pueblo de Dios>?”
Igual se dice que en la retórica paulina, no usa la “probatio” para mostrar que su proposición
afirmen que haya pensado y presentado a la Iglesia, en cuanto a “pueblo de Dios”, para
considerarlo como un “concepto general o englobante.
Igual dentro de la comprensión de la Iglesia parece que pablo la comprende desde una
cristologización de la misma p.e. Rm 16,16 donde el apóstol habla de “todas las iglesias de
cristo” digamos que es el sello de pertenencia, de hecho, la referencia a Cristo parece
constituir un elemento determinante en la eclesiología de paulina.
De estos análisis ¿qué conclusiones se pueden sacar para determinar la función de la
expresión lao.j qeou/? Cada una de las partes de los oráculos citados (Lv 26, 12 y Ez 37,
27) tiene su importancia: (a) la primera es una prueba esencial, por la cual Pablo puede
justificar su afirmación relativa a la Iglesia nao.j qeou/ pues Dios afirma con insistencia
(Cf. Los tres evn) querer habitar en medio de los suyos; (b) en cuanto a la segunda, su
función consiste en explicitar la primera, añadiendo que la habitación Divina no es
simplemente un hecho que no tendría ningún impacto sobre la manera de vivir de
aquellos en medio de los cuales Dios se tenderá, sino que ella instaurará unas relaciones
fuertes y verdaderas, en resumen, ella operará un cambio radical. El concepto
fundamental del pasaje es entonces el del “templo de Dios”, el cual expresa la vocación
de la Iglesia, pero no deriva de aquel de “pueblo de Dios”, no sólo porque de por si no
es necesario ser “el pueblo de Dios” para llegar a ser su Templo, sino porque en 2Co 6,
16 el concepto de “pueblo de Dios” queda subordinado (a aquel de “templo de Dios”) y
es funcional, en la medida en que su papel sea significar una transformación que da
cuenta del grupo de los elegidos, digno de la presencia y de la santidad Divina.
Se puede decir que para pablo el vocabulario susceptible de expresar adecuadamente
relaciones más estrechas entre Dios y los suyos es el familiar (padre, hijos e hijas). Al
parecer esta relación de filiación aparece del Os 2,25 y 2,1, en la que Dios expresa su
relación con el pueblo de Israel. El concepto de pueblo de Dios, viene dado por la
descendencia y la filiación ver rm 9,26-29, aunque aquí no tiene la función
argumentativa decisiva en Rm 9,25-26, no obstante, es utilizado como título dado a los
cristianos, de origen judío o no judío.

monografía de W. Kraus. Se pueden así, resumir las conclusiones a las cuales hemos
llegado:
a) Parece que carece de fundamento afirmar que la eclesiología de las
“homologoumena”
está construida a partir del concepto de “pueblo de Dios”, pues en los dos únicos textos
donde es usado, los sintagmas lao.j qeou/ y ui`oi. [qeou/] no están en una relación de
causa-efecto, y nada prueba que sea de otro modo en el resto de las “homologoumena”.
b) Si el concepto de “pueblo de Dios” no es el “Oberbegriff a partir del cual se sitúan
los
otros términos con los cuales se describe la Iglesia en las “homologoumena”, ¿existe
otro? Los dos pasajes analizados muestran que el apóstol insiste más sobre lo que él
llama también la ui`oqesi,a, pero en otros pasajes y según sus necesidades, varían las
metáforas que él utiliza. El vocablo evkklhsi,a -en plural o en singular- es el más usado,
pero es más denotativo que designativo. En cuanto a las metáforas con las cuales Pablo
desarrolla su eclesiología y le da un contenido, ellas son complementarias, y ninguna
parece más fundamental que las otras.

No parece pues tener un “Oberbegriff” eclesiológico en las “homologoumena”. Es sin


duda, esta ausencia la que los “antilegomena” --- es decir, Colosenses y Efesios --- han
querido remediar, dando la importancia que se conoce a las metáforas de la cabeza
(Cristo) y del cuerpo (Iglesia). Esta cristologización no sin duda pudo hacerse porque,
paralelamente, la situación “heilsgeschichtlich” del grupo cristiano con relación a la
sinagoga estaba en vía de clarificación -la distancia llegaría a ser progresivamente
separación-.
Si algunas de estas reflexiones no tienen ninguna pretensión exhaustiva, ellas quisieran
sin embargo corregir la idea que se tiene actualmente de la evolución de la eclesiología
Paulina, desde 1 Tesalonicenses hasta las Epístolas Pastorales. Y si el tiempo de un
nuevo
paradigma aún no ha llegado, es de nuestra responsabilidad actuar para que él llegue.

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