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YATTENCIY BONILLA)
INTRODUCCIÓN.
Estamos viviendo un tiempo donde la guerra espiritual es un tema de moda,
muchas iglesias de corte pietista ven en este tema lo esencial para la vida
cristiana, donde el arte de reprender a los demonios y expulsarlos se va
constituyendo en la naturaleza de la misión de la Iglesia.
Estas y otras preguntas surgen de este controversial tema, es por eso que quiero
analizarlo brevemente desde un punto de vista bíblico, tomando textos que se
han usado para fundamentar dicho tema, entre ellos: Job capítulos 1 y 2; 1 P.
5:8; Ef. 6:10-20.
Entonces hay que entender que Job no recoge el tema de la demoniología bajo
perspectivas maléficas o de guerra, porque el Antiguo Testamento no presenta
una concepción del diablo como el príncipe de las tinieblas, que es el líder de
toda obra pecaminosa. Esto ya lo recoge el Nuevo Testamento, pero de una
forma todavía tímida, es por eso que en el Nuevo Testamento ya hay una
concepción más clara sobre la figura del diablo.
2. 1 Pedro 5:8.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente anda alrededor buscando a quien devorar”.
El término “sobrio” viene del verbo nhvfw (nefo), y la mejor traducción sería “ser
sobrio o juicioso”; “practicar el dominio propio”.[2] Este verbo que está en
imperativo, segunda persona plural, inicia dicho versículo como una forma de
exhortación; el autor quiere enseñarnos a tener un dominio propio y a mantener
una conducta justa, pero para entender qué tipo de conducta tenemos que acudir
al contexto de la carta. La primera de Pedro no es una epístola común y corriente,
es una homilía bautismal, que fue dirigida a varias iglesias, con una connotación
de Iglesia universal. El contexto de dicha homilía es invitar al oyente a una
reflexión sobre el pecado, y despertar una conciencia al bautismo como
expresión de perdón de pecados, que significa la obra salvífica de Dios,
sepultarnos en las aguas bautismales para nacer de nuevo; es por eso que el
autor invita a sus oyentes a que vivan una conducta de dominio propio como
expresión de salvación que fue significada y simbolizada a través del bautismo.
El que vive la salvación está invitado a vivir una conducta unida a la vida de
Jesucristo.
3. Efesios 6:10-20.
En este pasaje, a través de la ilustración de la armadura de Dios, Pablo nos da
un sabio y profundo consejo de cómo mantenernos victoriosos espiritualmente
descartando cualquier ataque demoníaco, y usa la ilustración de la armadura
tomándola de la armadura que usaban los soldados romanos. En el versículo 10,
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su
fuerza”. Cuando Pablo usa la expresión “fortaleceos en el Señor”,
ejndunamou`sqe ejn kurivwæ (endunamouste en kurio); si se hace un análisis
detallado de estas dos palabras, se verá que la primera, ejndunamou`sqe, es un
compuesto de dos términos, el primero es ejn (en), es una preposición que
significa identidad, cuando hay dos sujetos los dos se identifican en una sola
realidad a través de esta preposición; el segundo término es duvnami~(dunamis),
que significa “un poder que viene de Dios”; este término solamente es usado
cuando el sujeto de la acción es Dios, y si unimos las dos palabras da una
connotación de una profunda intimidad con Dios, y como consecuencia de dicha
intimidad tenemos un poder, y este poder es muy fuerte y nos ayuda a resistir
cualquier ataque demoníaco, y todavía se complementa con la expresión ejn
kurivwæ (en kurio), que también significa, con la preposición ejn, identidad e
intimidad, o sea que en el versículo 10 Pablo nos está garantizando y
aconsejando que tenemos que fortalecernos en Cristo a través de una profunda
comunicación y comunión con él, que se va generando en el proceso de
santificación. En el versículo 11 y siguientes, Pablo ilustra este axioma del v. 10
con la figura de la armadura, y cuando va usando cada elemento de la armadura
los va relacionando con una cualidad esencial de la naturaleza cristiana, y esta
descripción empieza en el v. 14 hasta el v. 17. Relaciona la acción de ceñirse los
lomos, que era a través de un cinto, con la verdad (v. 14a); la coraza con la
justicia (v. 14b); el calzado con el Evangelio de la paz (v. 15); el escudo con la fe
(v. 16); el yelmo con la salvación (v. 17a); la espada con el Espíritu (que es la
Palabra de Dios) (v. 17b). Estas seis características demuestran la naturaleza de
todo creyente:
a. La fe: Significa la identidad con Dios en Jesucristo, esto nos garantiza una
vida dinámica y en crecimiento en el Espíritu.
III. CONCLUSIÓN.
Una de las grandes características del tema guerra espiritual es una obsesión de
lucha y de batalla, pero las personas que declaran la guerra constantemente al
demonio y a toda potestad maligna, a veces descuidan su profunda intimidad y
relación con Dios, es por eso que el mejor consejo es vivir una vida de santidad,
dependiendo del Espíritu, en Cristo Jesús, esto nos garantiza una seguridad
espiritual y una madurez tanto personal como espiritual.
Yo invito a los oyentes a que mejor nos preocupemos por estar más en intimidad
con Dios, y practicar la verdad, la justicia, y vivir la seguridad de la salvación, y
preocuparnos más por ser una Iglesia misionera y apostólica para anunciar las
Buenas Noticias de salvación a un continente envuelto en la pobreza, la
injusticia, en la miseria, y ser agentes de cambio a través de la Iglesia.
Podemos pensar que nuestra vida cristiana es una guerra espiritual, en el sentido
de que diariamente batallamos, incluso con nosotros mismos, por vivir nuestra
santidad como consecuencia de la salvación, contra toda conformidad a este
mundo, o este siglo, como dice el apóstol San Pablo (Ro. 12:2); no podemos
dejar que el mundo nos afecte, sino que tenemos que afectar al mundo, y
transformarlo para que Jesucristo sea Señor a través de la Iglesia que proclama
Su reino.
IV. BIBLIOGRAFÍA.
- Parra, Lorenzo. Comentario Exegético del Nuevo Testamento. Ed. San Pablo.
España.
- Cuadernos Bíblicos. Comentario al Libro de Job. Ed. Verbo Divino. España.
- Santa Biblia. Versión Reina-Valera.
- The Greek New Testament. Sociedades Bíblicas Unidas. Tercera Edición.
1975.