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Paz - Defensas Del Aparato Psíquico
Paz - Defensas Del Aparato Psíquico
Andrea Cortejarena
Lic. Patricia Marín
Lic. Adriana Raffy
FACULTAD DE PSICOLOGIA
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tendencia a obtener sin demora gratificaciones de deseo. Es típico del Ello y del Yo
inmaduro. Se caracteriza por la movilidad de las cargas, es decir, la facilidad con que la
carga puede ser desplazada de su objeto original a un objeto sustituto de éste (por
ejemplo: en ausencia del pecho o la mamadera, el bebé se chupa el dedo, logrando así,
momentáneamente, la satisfacción).
El proceso secundario se caracteriza por la posibilidad de postergar la
satisfacción de la necesidad. La capacidad de espera se puede observar a partir del
desarrollo del lenguaje.
Estos procesos (primario y secundario) son correlativos del principio
de placer y de realidad respectivamente.
El Superyó comprende las funciones morales inconscientes y la
conciencia moral y su formación se corresponde con la declinación del Complejo de
Edipo consecuencia de la amenaza de castración. Es en esta etapa donde se internalizan
los principios morales, que hasta el momento eran dictados por las figuras parentales.
Esto no quiere decir que no lo hagan luego de la aparición del Superyó; lo que quiere
decir es que el niño comienza a tener dentro de sí las nociones de lo que e debe hacer y
lo que no, independientemente de la presencia real de los padres. Existe ya una norma
interna que determina el comportamiento de un sujeto respecto a los demás.
Paulatinamente la realidad le va demostrando al niño que el padre es
más poderoso que él. Además siente culpa porque, a su vez, quiere al padre. Esto va
significando un proceso por el cual el niño va superando su situación edípica, surgiendo
así el Superyo que estará formado por identificaciones con los aspectos morales y
prohibidores de la figura paterna. Cuando se producen estas identificaciones, son estos
aspectos prohibidores los que ayudan a que el Yo (mediador entre las instancias, y de
éstas con la realidad) pueda llevar a cabo la lucha contra los deseos edípicos e
incestuosos. Dirá Freud en “El Yo y el Ello”: “El vínculo (del Superyó) con el Yo no se
agota en la advertencia: “Así (como el padre) debes ser, sino que comprende también la
prohibición: Así (como el padre) no te es lícito ser, esto es, no puedes hacer todo lo que
él hace; muchas cosas le están reservadas”.1
Establecido el Superyó, tiene que convertirse en un aliado importante
del Yo para luchar contra los reclamos del Ello, pues le ayudará a reprobar aquello que
puede ser considerado indebido, inoportuno, prohibido. En la medida en que el Superyó
actúe tolerantemente, entonces el Yo estará en condiciones de poder frenar los impulsos
del Ello. Pero si el Superyó es rígido y sádico, el Yo encontrará difícil cumplir con sus
prohibiciones y será sometido a castigos permanentes. El Yo queda sometido a tres
servidumbres, quedando amenazado por tres clases de peligro: de parte del mundo
exterior, de la libido del Ello y de la severidad del Superyó.
Habría un aspecto más a tener en cuenta al hablar del Yo: su
capacidad para generar angustia., que es el arma principal que tiene el Yo para dominar
los impulsos del Ello, el manejo del medio exterior y la satisfacción a las prohibiciones
que le impone el Superyó.
Hay una angustia real, ante un peligro conocido; y una angustia
neurótica, ante un peligro que no conocemos, pero que siempre se trata de un peligro
instintivo.
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Freud, S. “El Yo y el Ello y otras obras” XIX (1923-1925), Amorrortu Editores, pág. 36.
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Recordamos que la angustia primaria tiene un carácter inespecífico, es
un fenómeno automático que aparece bajo la forma de pánico y es experimentada por el
yo en forma pasiva. Cuando el yo madura, dispone de capacidad anticipatoria del
peligro y tal anticipación actúa como una señal para la activación de defensas y de esa
manera mantiene su cohesión. La angustia señal, el sentimiento de culpa y el asco y
vergüenza, son motivos de activación de las defensas.
Cuando el Yo se opone a la emergencia de un impulso del Ello, lo
hace porque siente que ese impulso significaría crear una situación de peligro. El
conflicto originario entre el ello y el mundo externo se transforma en un conflicto
intrapsíquico entre el ello y el yo. Aparece la angustia como señal de alarma, y este
impulso es reducido, reprimido, para poder impedir el peligro que implicaría la
manifestación del impulso prohibido. Para defenderse de este peligro es que el Yo pone
en marcha los mecanismos de defensa.
Los mecanismos de defensa del Yo son formaciones inconscientes que
tienden a protegerlo de montos de angustia intolerables, de modo que no en todas las
circunstancias pueden considerarse patológicos, atendiendo a su condición de
protectores.
Bleger en “Psicología de la Conducta”, considera que “las conductas
defensivas son técnicas con las que opera la personalidad total, para mantener un
equilibrio homeostático, eliminando una fuente de inseguridad, peligro, tensión o
ansiedad”.
Rafael Paz sistematiza los conceptos básicos de las defensas del
siguiente modo:
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rechazados y además producirá actitudes constreñidas que conducen a la fatiga y falta
de relajación.
Hemos dicho que la defensa es exitosa o eficaz cuando cesa lo que se
rechaza mientras que la insistencia del impulso refiere a su ineficacia. Imaginemos que
Juan debe rendir un examen que lo tiene muy inquieto y que el día en que debe hacerlo,
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A medida que van madurando las funciones autónomas del yo sumada
al fortalecimiento de los procesos sintéticos (construcción de la identidad), hace
innecesaria a la escisión porque las introyecciones positivas están instaladas más
fuertemente y por lo tanto no hay peligro de ser contaminadas por las negativas. Por lo
tanto, en esta etapa más avanzada de su desarrollo el yo apela al mecanismo de
represión, que consiste en el rechazo por parte del yo conciente, de un impulso, de su
representación ideacional o de ambos.
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- Idealización: proceso psíquico por el cual se llevan a la perfección las cualidades y el
valor del objeto. La identificación con el objeto idealizado contribuye a la formación y
el enriquecimiento de las instancias llamadas ideales de los sujetos. El papel defensivo
de la idealización ha sido subrayado por distintos autores, especialmente por M. Klein.
Según esta autora, la idealización del objeto constituiría, en esencia, una defensa contra
las pulsiones destructoras.
Ejemplo: Lucía habla de las bondades y virtudes de su hermana haciendo referencias
tales como “es súper inteligente, nunca le va mal en nada, todos los chicos gustan de
ella”.
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también realmente o en la imaginación, fue realizado antes. Se intenta atenuar o anular
la significación, valor o consecuencias de un comportamiento.
Ejemplo: una joven que enojada con su novio rompe todas sus fotos y luego comienza a
pegar todos los fragmentos.
-Regresión: la regresión tiene lugar siempre que aparece un conflicto actual que el
sujeto no puede resolver y entonces reactiva y actualiza conductas que han sido
adecuadas en otro momento de su vida, pero que se corresponden a un nivel anterior,
infantil. Nunca es un revivir total de conductas anteriores, sino que siempre son
conductas nuevas y distintas, pero que se hacen dentro de un molde o estilo que
pertenece al pasado.
Ejemplo: María vió una película de terror. Como quedó asustada le pidió a su hermana
si podía ir a dormir al cuarto de ella.
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CITAS BIBLIOGRÁFICAS
Celener, Graciela y otros (S/F). Los mecanismos de defensa y las técnicas proyectivas.
Ficha de estudio UBA.
Fenichel, Otto (S/F). Teoría Psicoanalítica de las Neurosis. México. Editorial Paidós.
1997
Ricón, Lía; Di segni, Silvia. (1991). Problemas del campo de la salud mental. Buenos
Aires. Editorial Paidós.
Tallaferro, Alberto (S/F) Curso básico de psicoanálisis. Buenos aires. Editorial Paidós.
1985