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Tendencias actuales sobre la

atención de la gestante en período


de dilatación en el área de
emergencia.

17 DE DICIEMBRE DE 2019
TRUJILLO BORBOR MARIA
UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
DOCENTE: OBST. PACCHA VALAREZO MAYRA
ASIGNATURA: CLINICA OBSTETRICA I
El comienzo del parto se define a partir del inicio de las contracciones uterinas y/o
evidencia de cambios cervicales. La presencia de contracciones uterinas, por su parte, es
establecida por la propia mujer; mientras que la evidencia en los cambios cervicales
precisa la confirmación de un personal médico profesional. De forma general, el parto se
ha dividido en tres etapas: (1) período de dilatación, (2) período expulsivo y (3) período
de alumbramiento (Ministerio de Sanidad y Política Social, 2010). A su vez, la primera
etapa se subdivide en dos fases: fase latente y fase activa. La fase latente es el inicio del
parto en la que existen contracciones variables tanto en intensidad como en duración,
además de borramiento cervical y progresión lenta de la dilatación hasta los 2 o 4 cm
(Ministerio de Salud Pública, 2015). La fase activa se caracteriza por el incremento
constante o repentino de intensidad y frecuencia de las contracciones, así como la rápida
progresión de la dilatación (desde 2 a 10 cm) (Ministerio de Sanidad y Política Social,
2010). También está caracterizada por dolor intenso por parte de la gestante y el comienzo
de los pujos. Es en esta fase en la que debe existir atención médica urgente.

Las mujeres acuden generalmente a la maternidad hospitalaria cuando se inician las


contracciones uterinas, estando posiblemente en una fase temprana del parto. El ingreso
precoz de la gestante puede resultar en la espera de varias horas hasta que se inicie la fase
activa del parto (Ministerio de Salud Pública, 2015). Este escenario puede crear ansiedad
en las mujeres y sus acompañantes al considerar, por equivocación, que el progreso de la
dilatación debería ser más rápido y querer ser intervenidas antes de tiempo, lo que puede
precipitar procedimientos no recomendados en un parto normal. Por aquella razón, se
recomienda que el personal de atención del trabajo de parto está completamente
capacitado y esté presente con la paciente todo el tiempo de su labor, le brinde apoyo y
acompañamiento adecuado (Ministerio de Salud Pública, 2015). La práctica de este
acompañamiento, proporciona mejores beneficios que otros modelos médicos o de
atención, entre ellos una mayor probabilidad de parto vaginal espontáneo y menor
probabilidad de: (1) recibir analgesia regional, (2) tener un parto vaginal instrumental o
(3) tener un parto por cesárea (Ministerio de Sanidad y Política Social, 2010). Lo último
es muy importante, ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se
recomienda que la tasa de nacimientos por cesárea en un país debe oscilar entre 5 y 15
por ciento, si la tasa sobrepasa el rango establecido se sobreentiende como un abuso en el
procedimiento no motivado por indicaciones médicas puntuales. En América Latina el
porcentaje de cesáreas se encuentra alrededor del 38% al año 2014 y en Ecuador fue del
33,45% el 2017 (MSP, 2016).
Un estudio realizado por Bailit, et al., 2015, que trabajó con 8.818 mujeres gestantes,
comparó los resultados del parto de mujeres que acudieron en la fase latente y activa. Las
que acudieron en la fase latente presentaron una fase activa más lenta, mayor uso de
oxitocina, mayor uso de anestesia epidural, mayor número de recién nacidos intubados
después del nacimiento, más mujeres con amnionitis y con infección post-parto. Por lo
que se recomienda que la admisión se realice cuando se cumplan los siguientes criterios:
dinámica uterina regular, borramiento cervical > 50% y una dilatación de 3-4 cm. La
evidencia en cuanto a sus efectos sobre la morbi-mortalidad de madres o neonatos es
insuficiente (Ministerio de Salud Pública, 2015).
Se recomienda parto vaginal a las embarazadas con patologías como preeclampsia,
hipertensión crónica, diabetes mellitus, diabetes gestacional, trombocitopenias, hepatitis,
enfermedad tromboembólica, enfermedades autoinmunes e insuficiencia renal
(Ministerio de Salud Pública, 2015). Al ingresar la mujer gestante al establecimiento de
salud, se recomienda valorar la frecuencia cardíaca fetal (FCF), ya sea mediante
monitorización fetal electrónica continua (MFEc) o auscultación fetal intermitente (AFI),
ambos métodos válidos para el control del bienestar fetal durante el parto. En caso existir
líquido amniótico teñido de meconio, alterarse el latido cardíaco fetal por auscultación,
fiebre materna, sangrado durante el parto y/o uso de oxitocina; debe cambiarse de AFI a
MFEc en mujeres de bajo riesgo (Ministerio de Sanidad y Política Social, 2010).

Según lo establecido por (Ministerio de Salud Pública, 2015) y (Ministerio de Sanidad y


Política Social, 2010), cuando ya se confirma que la mujer gestante se encuentra en labor
de parto, se aplican ciertas medidas y técnicas para la preparación del parto. Es necesario
que todo el lugar donde se intervenga la paciente y personal médico que la atienda estén
completamente asépticos para evitar infecciones; se recomienda permitir la ingesta de
líquidos claros (agua, zumos de frutas sin pulpa, café y té sin leche) o bedidas isotónicas;
no se recomienda utilizar el enema de forma rutinaria ni el rasurado perineal sistemático
durante el parto; también se recomienda alentar y ayudar a las mujeres a la libre posición,
que es la adopción de cualquier posición cómoda para la embarazada a lo largo de la fase
activa y a movilizarse si así lo desean. El uso del partograma puede reducir la posibilidad
de partos con duración mayor de 18 horas, uso de oxitocina, tasa de sepsis posparto y las
tasas de cesáreas, mientras que incrementa el índice de partos espontáneos. Es necesario
que se disminuya el riesgo de infección al máximo y una de las causas principales de este
son los tactos vaginales. El número de tactos vaginales en el manejo de la primera etapa
del trabajo de parto, tras la rotura prematura de membranas, es el factor independiente
más importante para predecir una infección materna y/o neonatal; por lo que se
recomienda realizar cada 4 horas en condiciones normales y sólo cuando sea necesario.
No se recomienda realizar amniotomía/amniorrexis artificial, ni perfusión de oxitocina de
forma rutinaria en partos vaginales que progresan de forma normal. Cuando existe un
retardo en el progreso del trabajo del parto comprobado, la amniorrexis seguida de
infusión de oxitocina a bajas dosis acorta la duración de la primera etapa del trabajo de
parto y mejora el grado de satisfacción materna, pero no mejora las tasas de partos
vaginales ni otros resultados (Ministerio de Salud Pública, 2015).

Dependiendo de cómo se manejen todos los factores previamente mencionados, mejores


serán los resultados del parto, beneficiando tanto a la madre como al recién nacido. Estos
resultados se ven reflejados en los informes de “Producción total y consulta ambulatoria
MSP” realizados anualmente por la Dirección Nacional de Estadística y Análisis de
Información de Salud del Ministerio de Salud Pública del Ecuador. Dada la ausencia de
datos específicos sobre la atención de la gestante en período de dilatación en el área de
emergencia, podría relacionarse la cantidad de partos normales (siguiendo estos de forma
estricta el período de dilatación) con respecto a la cantidad de partos por cesárea, en los
que pudo presentarse alguna complicación en la primera etapa del parto. Existe un
incremento relativo de partos complicados, según (MSP, 2014), (MSP, 2015), (MSP,
2016) y (MSP, 2017), alcanzando el 2017 un porcentaje de 5.64%, 1.87% mayor que en
el 2016 y 2.71% mayor que en el 2014 (MSP, 2014) (MSP, 2017) . Los partos por cesárea,
según los datos, parecen disminuir, siendo en el 2017 igual al 32.49% y en el 2014 de
34.23% de los partos totales (MSP, 2017). Los partos normales son más variados, siendo
el 2017 el año con menor cantidad de partos normales (61.86%) desde el 2014 (62.83%)
(MSP, 2014), (MSP, 2015), (MSP, 2016), (MSP, 2017).

En conclusión, la primera etapa del parto, el período de dilatación, requiere de atención


médica inmediata, especialmente en la fase activa. Es necesario que se sigan al pie de la
letra todas las recomendaciones, medidas preventivas, valoraciones de síntomas, entre
otros, para que la labor de parto no se complique y provoque la muerte de la madre, del
recién nacido o de ambos. En el informe de las Naciones Unidas se menciona que, “…
desde 1990, la tasa de mortalidad materna ha disminuido en un 44% a nivel mundial y la
mayor parte de esta reducción ocurrió a partir del año 2000” y en Ecuador también se
disminuyó, pues en el año 1990 la Razón de Mortalidad Materna (RMM) fue de
154/100.000 recién nacidos y en el 2014 fue de 49.16/100.000, siendo la reducción en
este período un 68% mayor a América Latina y el Caribe que disminuyeron un 50%
(MSP, 2018). A pesar de aquellas cifras alentadoras, es necesario ofrecer un cuidado
adecuado en las primeras fases del parto, que resultan ser de vital importancia.
Bibliografía
Bailit JL, Dierker L, Blanchard MH, et al. (2015). Outcomes of women presenting
in active versus latent phase os spontaneus labor. Obstet Gynecol.

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posparto inmediato. Quito: Dirección Nacional de Normatización.

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7_1/Historia1
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