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La reducción de costos en la actividad

minera
Al no controlar los precios de venta de sus productos, la minería está
obligada, a optimizar los procesos y bajar los costos en forma
constante para seguir siendo competitiva.

Durante el 2015, la fuerte caída en el precio internacional del cobre hizo que las compañías
mineras ejecuten agresivos planes de reducción de costos. En el caso chileno, la
estatal Codelco se fijó un ahorro de US$ 1,000 millones para el año pasado, terminando el
año con una disminución de costos del orden de US$ 1,200 millones. Y así como Codelco,
muchas empresas mineras en el mundo hicieron lo mismo.
Si bien la reducción de costos constituye una herramienta de mejora de la actividad minera,
se debe tener mucho cuidado a la hora de pensar y decidir en qué áreas se aplicarán las
medidas.
Por ello, antes de eliminar gastos o incrementar aquellos que pueden incrementar la
productividad, es preciso diagnosticar los procesos vigentes desde la perspectiva de la
cadena de valor. También se debe establecer cuáles son los cuellos de botella existentes en
el proceso y plantear las mejoras correspondientes.
Reducir costos no es lo mismo que disminuir, quitar o eliminar gastos dentro del proceso
productivo. Incluso puede implicar el incremento de gastos que impacten en el desarrollo y
la mejora de un determinado proceso, con el fin de lograr un menor costo unitario. Por
ejemplo, si se produce una innovación en el proceso de refinación de un metal por el cual la
producción de cada unidad costará menos que con el anterior proceso, entonces se justifica
la inversión en la implementación del nuevo proceso.
Ante la baja de precios de los metales suele suceder que algunas empresas mineras, como
ocurrió el año pasado, cierren determinadas operaciones debido a que el costo de
producción de las mismas es mayor en comparación al precio de venta. Suelen ser las minas
subterráneas, que implican una operación más cara que las de cielo abierto, las que cierran
primero.
Otras opciones en materia de reducción de costos han apuntado a la eliminación de
sobretiempos, menor inversión en capacitaciones, recorte de beneficios sociales, e incluso
el despido de personal. También han sido objeto de estas medidas los gastos en
alimentación, movilidad, útiles de escritorio, etc. Y se han llegado a suspender proyectos y
adquisición de nuevos equipos. Todas estas medidas son correctas siempre y cuando surjan
de la evaluación y diagnóstico de los procesos de la cadena de valor. Es decir, no deben ser
medida arbitrarias sino bien estudiadas.
Decimos esto porque una reducción de costos desprovista de criterio presentará diversos
riesgos en su ejecución, como una relación hostil con la supervisión, incertidumbre en la
continuidad de las labores en el personal, desconcentración en horas de trabajo y un
enrarecimiento del clima laboral.

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