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Adrián Serna Dimas1

Algunos debates epistemológicos


en la investigación social
contemporánea 2

Some e pistemological debat es i n c on t em po r ar y soc i al r esear c h

Resumen Abstract
El siguiente artículo presenta un recorrido The following article provides a general
panorámico por algunas de las líneas de discusión overview of the most relevant discussion
más relevantes en torno a la investigación social. surrounding social research. Initially this paper
Inicialmente el artículo presenta la configuración presents the key to structuring social research
de la investigación social como práctica as a relatively autonomous practice; a process
relativamente autónoma, proceso que se inicia that began in the sixteenth century which came
en el siglo XVI pero que solo se consolida en to be consolidated as late as the nineteenth
el siglo XIX. Posteriormente el artículo ubica century. In addition, the article provides an
38 los grandes paradigmas que permitieron la explanation of the greatest paradigms that
autonomía de la investigación social, haciendo permitted social research to be autonomous,
énfasis en el papel determinante del método y emphasizing the crucial role of method and
la metodología. Finalmente el artículo presenta methodology.Finally, the article presents the
las críticas al metodologicismo y sus efectos criticisms of the methodologism and its effects
en la investigación social, en particular la on social research, particularly through the
apertura a nuevas referencias para emprender la introduction of new references when carrying
indagación del mundo social. De hecho, uno de out research on the social world. As a matter
los efectos de estas críticas es que puso a orbitar of fact, one of the effects of these criticisms
a la investigación social entre las metodologías y is that it brought to light the social research
los géneros literarios. among literary methodology and genres.

Palabras clave: investigación social, método, Palabras clave: social research, method, me-
metodología, giro lingüístico, ficción, retórica y thodology, linguistic turn, fiction, rhetoric and
narrativa. narrative.

Recibido el 26 julio de 2012 y aprobado el 11 de octubre de 2012

1 Magister en Investigación Social Interdisciplinaria, Universidad Distrital. Magister en Sociología, Universidad Nacional de
Colombia. Docente de la Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
correo electrónico: erazande@yahoo.es
2 Este texto fue presentado como conferencia en el Tercer Encuentro de Investigadores de la Facultad de Ciencias Humanas y
Sociales de la Corporación Universitaria Minuto de Dios.

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Frazer dice que es muy difícil descubrir el error
en la magia —y ésta es la razón por la que se ha
mantenido tanto tiempo— puesto que, por ejemplo,
un conjunto que ha de producir la lluvia,
ciertamente se muestra eficaz tarde o temprano.
Pero es ciertamente sorprendente que los hombres
no se hayan dado cuenta antes de que,
tarde o temprano, llueve de todos modos

(Wittgenstein, 1997, p. 145)

L
os debates epistemológicos alrededor relevancia a la reflexión epistemológica en de-
de la investigación social han invo- trimento de la metodología, a la que consideran
lucrado diferentes cuestiones, entre un mero artificio del cientificismo; otras, por el
ellas, la ubicación de esta práctica in- contrario, han considerado que la relevancia de
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vestigativa dentro de los dominios de las cien- la reflexión epistemológica sólo ha promovido
cias, las humanidades y la estética; la naturaleza una proliferación de filosofías sociales diletan-
del conocimiento social y las condiciones que tes en el espacio que otrora ocuparan las nece-
lo hacen posible; los alcances y los límites de sarias preocupaciones metodológicas. Para eva-
las teorías; los presupuestos que soportan a dir las consecuencias que entraña tanto la pura
los métodos y las metodologías; los criterios disquisición epistemológica sin vínculos con la
para la verificación, la validación, la falsación metodología, —que resulta propicia para ciertas
o la legitimación de los resultados de investi- metafísicas de lo social—, como la disquisición
gación. Desde los orígenes de la investigación metodológica sin asociación alguna con la epis-
social contemporánea, que bien se pueden re- temología —que resulta propicia para ciertos
montar al surgimiento de unas nuevas disci- operacionalismos sociales—, el siguiente do-
cumento presenta un esbozo de las relaciones
plinas universitarias a finales del siglo XIX, las
entre epistemología y metodología en la investi-
reflexiones epistemológicas tuvieron un fuerte
gación social contemporánea.
compromiso con las construcciones metodo-
lógicas. No obstante, desde mediados del siglo
XX, diferentes circunstancias condujeron a que
esta relación entre la epistemología y la metodo- 1. Sabiduría y erudición
logía se fuera haciendo cada vez más oscura y,
en algunos contextos, antagónica. En distintos Durante siglos el mundo social fue entendi-
campos dedicados a la investigación social han do como una de las expresiones finales de la
prosperado dos posturas: unas le han conferido causa primera o la última de las causas últimas.

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Así, el mundo social era considerado una en- la naturaleza, sólo podía ser interrogada des-
tidad modelada por designios sagrados, cuyas de las disquisiciones de la filosofía y aquellos
causas profundas o auténticas solo podían es- que asumiéndola como parte de la naturaleza
tar inscritas en las Escrituras, que eran el lugar requirieron para ella el cada vez más amplio
anticipado de cualquiera de las verdades que repertorio de las ciencias. Este emplazamiento
pudieran existir sobre este mundo. De allí que del mundo social condujo a unas tendencias a
el discernimiento del mundo social fuera “más cuestionar cualquier pretensión metódica y a
‘revelación’ que descubrimiento, ‘recuerdo’ más otras a señalar que toda indagación del mundo
que investigación” (Cerroni, 1971, p. 14). Este social pasaba necesariamente por el método, tal
mundo social expuesto sólo a la exégesis y a la cual lo entendían las ciencias físico-naturales.
anamnesis era entonces arte de sabios, de aque-
Aquí, en la posibilidad de que el mundo so-
llos que tenían por disciplina la ascesis y por
cial fuera una entidad susceptible de ser desen-
práctica la contemplación, en capacidad de situar
trañada desde las ciencias físico-naturales, se
cualquiera de los fenómenos del mundo, por ex-
encuentra para autores como Horkheimer el
traños que parecieran, dentro de los cauces de
carácter revolucionario de Nicolás Maquiavelo,
las Escrituras. Sin embargo, esto cambiará de
quien pudo reconocer:
manera paulatina desde el siglo XV: La herme-
néutica de la Reforma, al establecer la distinción
en el umbral de la nueva sociedad, la posibilidad
entre “la palabra” y “la obra”, entre “lo dado” de una ciencia de la política que se correspondie-
y “lo interpretado”, liberó al mundo natural de ra en sus principios con la física y la psicología
las Escrituras para entregárselo a la ciencia, lle- modernas y en haber expresado de modo simple
vándose consigo de paso, no sin resistencias, al y preciso los rasgos fundamentales de esa ciencia
mundo social (Olson, 1995, pp. 211-217). […] (Horkheimer, 1995, pp. 20-21).

En efecto, desde el siglo XV el mundo social Para Horkheimer, Maquiavelo se había per-
fue perdiendo su carácter canónico: de mane- catado que: “en la sociedad real unos hombres
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ra progresiva tomaron forma las concepciones son dominados por otros hombres; basándose
que lo revistieron como una entidad que des- en la observación y en un estudio sistemático de
bordaba los alcances de la revelación y del re- los hechos se deben adquirir los conocimientos
cuerdo y que, como otras entidades naturales, acerca de cómo conseguir y conservar ese do-
demandaba las virtudes de la experiencia y de minio” (Horkheimer, 1995, p. 21). Maquiavelo,
la razón. En este tránsito, el mundo social fue el primer filósofo de la historia de la época mo-
erigido como una entidad susceptible de ser derna, si bien permaneció inscrito en el natura-
investigada, aunque los esfuerzos por revestir- lismo, atisbó las primeras leyes específicamen-
la como objeto la entreveraron en dos cauces: te sociales, lo que lo constituiría en referencia
por un lado, en el cauce de la metafísica, que fértil para el grueso de la tradición en filosofía
expropiada de su potestad sobre la naturaleza política, desde Hobbes hasta Hegel.
por virtud del ascenso de las ciencias físico-
naturales, escindió de este dominio al mundo En el curso de los siglos XVIII y XIX sur-
social, al que consideró solo aprehensible por gieron esfuerzos decididos a superar de manera
las artes de la intelección; por otro lado, en el definitiva la escisión entre la intelección filo-
cauce de las ciencias físico-naturales, que arre- sófica y el experimentalismo científico, invo-
batándole la naturaleza a las pretensiones de cando la supremacía del espíritu y de la razón,
la metafísica, la hizo extensiva incluso hasta al empresa vertebral en Kant y en Hegel. Para es-
mundo social, al que consideró solo aprehen- tos esfuerzos no había separación alguna entre
sible por la experiencia. En consecuencia, el intelección y experiencia, pues era la actividad
mundo social quedó gravitando entre quienes trascendental del sujeto pensante la que le con-
lo asumieron como una entidad que, ajena a fería todas sus posibilidades a la experiencia. El

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concepto, producto de la acción del sujeto pen- 2. Hacia la autonomía


sante, cuestión propia de la lógica, era la única de la investigación social
posibilidad para garantizar la universalidad del
conocimiento; la experimentación, reclinada a
los hechos, supeditada a la naturaleza, estaba Desde el siglo XV el mundo social no sólo
obligada a la particularidad del conocimiento. fue perdiendo su carácter canónico, sino también
Sería asunto de la filosofía remontar la particu- su carácter evidente. Uno de los efectos de la vi-
laridad de la experimentación para conducirla a sión canónica del mundo social fue que lo revis-
la universalidad del concepto, que en tanto ex- tió como una entidad evidente, cuando no obvia:
presión de la actividad trascendente, de la moral si el mundo social no ameritaba ser investigado
del sujeto pensante, podía entonces arrogarle su era por su obviedad, propiciada por la fusión de
condición verdadera. Como se pone de mani- la consciencia que los individuos tenían sobre el
fiesto, esta superación terminó restituyendo la mundo social y la consciencia que este mundo
pretensión de que cualquier conocimiento con procuraba sobre los individuos, amalgama que
aspiraciones universales solo podía ser filosófi- en Occidente fue propiciada por la omnipoten-
co, profundizando con ello la distinción entre cia de las Escrituras. Aun cuando hubiera cues-
el horizonte de los conceptos, labor privilegia- tiones que escaparan de esta obviedad, ellas bien
da de la intelección filosófica, y el horizonte entraban en los insondables designios sagrados.
de la positividad, labor sufragánea de los con- Sin embargo, las progresivas transformaciones
ceptos que sería propia del quehacer científico sociales, económicas y políticas iniciadas desde
(Cerroni, 1971, pp. 17-26). el siglo XV trajeron consigo la abrasión de esta
amalgama y, con ella, la discontinuidad entre la
De cualquier manera, entre los siglos XV y consciencia individual y la consciencia colectiva.
XIX, la posibilidad de interrogar el mundo so- Esta discontinuidad, que algunos llaman ruptu-
cial desde la razón y de la experiencia supuso al ra, resultó determinante para que irrumpiera un
mismo tiempo el tránsito del sabio al erudito, individuo que tenía para sí un mundo social que 41
en medio de los entreveros por configurar al no resultaba evidente, tampoco obvio, proclive
mundo social como objeto susceptible de ser por tanto a la duda, —esa duda cartesiana dirigi-
investigado, la erudición apareció como el arte da a la evidencia que confrontará tanto el cono-
indispensable tanto para hacerse a los mate- cimiento de los sentidos como el conocimiento
riales que permitían soportar las grandes abs- racional—. El progresivo esclarecimiento de la
tracciones filosóficas como para garantizar los individualidad tuvo repercusiones fundamentales
datos que permitían corroborar empíricamente para lo que será la investigación social: por un
las afirmaciones científicas. En consecuencia lado, introdujo en el mundo social un principio
con esto, hubo una vocación especial por la his- de diferenciación que puso a orbitar lo social
toria, indispensable para establecer la divisoria como una entidad compleja que discurría entre
de aguas entre la naturaleza y la sociedad: La lo intrínseco mental y lo extrínseco propiamen-
historia fue esa incandescente peculiaridad del te social, entre la voluntad individual y el mo-
mundo social a la que apeló la filosofía para no delamiento colectivo; por otro lado, erigió a un
concederle este mundo a la ciencia y por la que individuo cognoscente en capacidad de discernir
abogó la ciencia para no entregarle este mundo el mundo social, aunque siendo él mismo parte
a la metafísica. Mientras la filosofía convirtió a de este mundo, su discernimiento bien podía ser
la historia en recurso para preservar ampulosas una mera versión mental individual ajena a lo ex-
teleologías metafísicas, la ciencia la revistió en trínseco colectivo (Beriain, 1990, pp. 102-107).
extensión del naturalismo, lo que en uno u otro
caso hizo impensable un conocimiento social Así, la individualidad, determinante en el per-
que tuviera para sí un objeto y un método pro- filamiento del mundo social como objeto, igual-
pio (Noiriel, 1997, pp. 52-59). mente se erigió como un obstáculo para que éste

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pudiera ser esclarecido desde la acción del sujeto. to de inflexión determinante en el proceso de
Para la filosofía, las complejidades introducidas autonomización de la investigación social, toda
por la individualidad le permitieron reiterar el vez que pudo arrogarle al mundo social el es-
conocimiento del mundo social como una em- tatuto de objeto, trascendiendo la antinomia
presa intelectiva que descansaba ante todo en la entre lo intrínseco mental y lo extrínseco so-
moral del sujeto pensante. Para la ciencia, por el cial; entre lo uno y lo otro estaban las relacio-
contrario, estas complejidades suponían que la nes sociales, donde, como refiere Cerroni: “la
indagación del mundo social no podía ser ajena naturaleza se configura como humanidad y la
a esos principios elementales que permitieron el humanidad como naturaleza” (1971, p. 35). El
desarrollo del pensamiento científico, como la mundo social, en tanto espacio de relaciones
superación de los prejuicios y las prenociones, la sociales concretas que tenían en su base la ma-
construcción de categorías y la experimentación. terialidad de la existencia, estaba sujeto a unas
El carácter no evidente del mundo social se hizo leyes de desarrollo histórico semejantes a las
un asunto tanto más relevante en medio de los que postularan las ciencias físico-naturales, sin
procesos de cambio económico, social y político que ellas fueran, no obstante, leyes de la natu-
que tuvieron lugar en algunos escenarios entre raleza. Este esfuerzo advirtió que la cuestión
los siglos XVIII y XIX, como la irrupción del ca- de la consciencia, el escollo para la intelección
pitalismo industrial, el incremento de la urbaniza- filosófica y el experimentalismo científico, no
ción, la reorganización de la estructura de clases suponía un obstáculo para el conocimiento
y la democratización de ciertas esferas de la vida sino que era, de hecho, una de las propieda-
social, entre otros. El tránsito de unas sociedades des históricas del mundo social: la cuestión de
estamentales, que tenían prefiguradas las causas, la consciencia no inhabilitaba el conocimien-
las orientaciones y los sentidos de las motivacio- to del desarrollo histórico, ella estaba inscrita
nes humanas, a unas sociedades de clases en cier- en las leyes de este desarrollo. Como lo dije-
to modo perplejas ante distintas manifestaciones ra Estanislao Zuleta: “En el marxismo y en el
42 que agotaban las razones suficientes de las socie- psicoanálisis, el hecho de la ignorancia que el
dades estamentales, profundizó la extrañeza del hombre tiene sobre sí mismo forma parte de lo
mundo social. En medio de este tránsito, adqui- que es. Las ignorancias son pues constitutivas
rió especial ascendencia el pensamiento econó- del objeto […]” (1999, p. 7). Aún más, este giro
mico, en particular la economía política. que objetivó aquello que otrora gravitara en lo
subjetivo le consignó a la investigación social el
En efecto, entre las pretensiones de la filo- imperativo de la práctica, de la transformación.
sofía y de la ciencia surgió desde el siglo XVIII Retomando nuevamente a Zuleta:
la mirada de la economía política, que enten-
dió al mundo social como una entidad natu- El objeto estudiado, en una disciplina como el
ral que, no obstante, estaba regida por leyes marxismo, es un objeto que tiene como uno de
propias. Hasta el siglo XVIII, el pensamiento sus constituyentes el hecho de ignorar lo que es.
económico prosperó sobre el principio de que El estudio de un objeto así es una toma de partido
la economía estaba dominada por leyes natura- por cambiarlo, puesto la ignorancia que tiene de sí
les. Frente a esto, la economía política señaló es parte de su ser (1999, p. 8).
que efectivamente la economía estaba sujeta a
unas leyes, pero que éstas tenían en medio la Así, aunque la obra de Marx no quedó exenta
intervención protagónica de la acción humana. de los determinismos caros a la ciencia ni de las
Así, la tarea fundamental de la economía políti- teleologías filosóficas de su tiempo, ciertamen-
ca estuvo dirigida a introducir en las aparentes te supuso una ruptura definitiva con relación a
fuerzas naturales de la economía la relevancia unas tradiciones que pretendían arrebatar la his-
de la acción política. Fue la obra de Marx, su toria de la naturaleza o la naturaleza de la historia
crítica a la economía política clásica, un pun- (Giddens, 1985, p. 61).

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3. El positivismo científico taban inscritas en los postulados de la tradición


empirista que desde Bacon y Hume exaltaron
Entre los siglos XVIII y XIX hubo un espe- la experiencia y cuestionaron cualquier cons-
cial desarrollo de las ciencias naturales. Sobre las trucción metafísica incluidas las grandes teori-
conquistas de estas ciencias, a las que se consi- zaciones sin referencia empírica. No obstante,
deró el acumulado del conjunto de ciencias apa- el positivismo científico temprano no dejó de
recidas desde la antigüedad, el positivismo cien- preservar el viejo propósito de una filosofía que
tífico planteó lo que debían ser las bases para tenía para sí la potestad sobre las leyes y que re-
una auténtica ciencia del mundo social, para una legaba a la ciencia a la particularidad de la expe-
Sociología. Para el positivismo científico en el riencia. Precisamente, este sesgo condujo a que
principio de las ciencias antecedentes estaba una el positivismo científico temprano fuera acusado
premisa fundamental: La distinción entre la rea- de mantenerse en las típicas teleologías decimo-
lidad y la representación, entre la cosa y el len- nónicas, de perseverar más en el plano de los
guaje, entre el objeto y el sujeto. Para representar conceptos que en el de la experiencia, incapaz
la realidad de manera verdadera, para adoptar el de conferirle un estatuto autónomo al mundo
lenguaje sistemático en capacidad de dar cuenta social, tanto en su condición de objeto como en
de la cosa, para que el sujeto conociera al obje- cuestiones de método. Este fue el aliciente para
to, en últimas, para acceder a la experiencia, era una nueva tradición que, en cabeza de Durkheim,
necesario interponer el método científico. Este estuvo orientada a subsanar los rezagos metafí-
método suponía contener el prejuicio y la preno- sicos del positivismo científico temprano. Para
ción, apelar a la observación directa y controlar esta nueva tradición, si bien Comte advirtió el
las condiciones de la indagación por interposi- horizonte de positividad de una ciencia de lo
ción de un lenguaje especializado, la metodolo- social, no esclareció el objeto de ésta y, por lo
gía, obligada a proveer categorías. Estas catego- mismo, no estableció unas metodologías para el
rías descansaban en tres principios: la pretensión mismo. Aquí precisamente se encuadra la obra
de universalidad, que permitiera replicarlas en de Durkheim, que partió de asumir a los hechos 43
cualquier contexto; la pretensión de instrumen- sociales como cosas independientes de la cons-
talidad, que les permitiera recabar sistemática- ciencia individual o de la suma de consciencias
mente datos; la pretensión de neutralidad, que individuales, cuyo conocimiento demandaba
las pondría al margen de cualquier injerencia prescindir de los prejuicios del sentido común
subjetiva o ideológica. Para el positivismo cien- y de las elaboraciones filosóficas, que no sólo
tífico, esta práctica metódica, que encumbró a estaban ausentes de la realidad sino que discu-
la ciencia por sobre cualquiera de las formas de rrían por conceptos e ideas y actuar con ajuste a
conocimiento anteriores, no sólo habría de con- un conjunto de reglas que permitieran desde la
ferirle autonomía a la investigación del mundo exterioridad dar cuenta de los fenómenos socia-
social, sino que la pondría a salvo de las pre- les, identificando su naturaleza, función y tipifi-
tensiones de otros ámbitos, como la Filosofía, cación (Durkheim, 1994).
las Humanidades y la Literatura, con las cuales La convicción de esta nueva tradición en
suscribió fuertes polémicas. De hecho, sustan- la especificidad del mundo social como objeto
cial a la formación del científico social estaría y, sobre todo, en las reglas metodológicas que
la disciplina que le permitiría marginarse de los este objeto demandaba, resultó determinante
devaneos metafísicos y de la imaginería literaria, para abrirle espacio a la ciencia de lo social en
tan proclive a confundir realidad y representa- un campo universitario que por siglos sostuvo
ción (Lepenies, 1994, pp. 11-38). marcadas jerarquías entre distintos campos de
El positivismo científico temprano planteado conocimiento con el predominio evidente de la
por Comte esclareció las posibilidades para una Filosofía. En efecto, la afirmación de la especi-
ciencia de lo social que, de cualquier manera, es- ficidad metodológica le permitió a la ciencia de

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lo social su tránsito con pleno derecho a unas y método, lo que había terminado socavando el
universidades que, desde las reformas del siglo significado auténtico de la experiencia. Frente a
XIX, le fueron confiriendo especial relevancia esto, las ciencias del espíritu plantearon que cual-
al desarrollo de las ciencias. Mientras el carácter quier pretensión investigativa sobre el mundo
canónico del mundo social o su subordinación social pasaba por restituir la complejidad de la
a las teleologías filosóficas lo hicieron asunto experiencia en cuanto ella permitiera dar cuenta
apenas de sabios y eruditos, de individualidades del carácter histórico de los valores, que serían
excepcionales que entre sus fuentes de autoridad la diferencia entre la vida social y la vida natural.
tenían la supremacía de la moral y los talentos Entonces, el mundo social no sería objeto de una
estilísticos, el carácter no evidente del mundo investigación con fines explicativos decidida a dar
social y las pretensiones científicas sobre el mis- cuenta de una presunta universalidad de determi-
mo lo hicieron asunto de espíritus educados, de nados fenómenos, sino de una investigación con
todos aquellos que, con acceso a los métodos, fines comprensivos decidida a recuperar desde la
bien podían indagarlo por encima de cualquier intuición a la experiencia, que de cualquier mane-
atributo peculiar (Lepenies, 1994, pp. 39-47). ra era imprecisa, nebulosa, cuando no irracional.
Si el positivismo científico auspiciaba al conoci-
En unos tiempos como los que corren hoy
miento científico como el único legítimo y con
día, donde distintas posturas cuestionan de ma-
base en él pretendía establecer una auténtica re-
nera obsesiva la pretensión de una ciencia de lo
forma social, las ciencias comprensivas partieron
social, que en muchos contextos la asocian a un
de la supremacía de la cultura que instauraba el
conocimiento sectario y que para ello se valen de
conocimiento posible y delimitaba las posibilida-
las críticas de toda índole contra el positivismo
des de la ciencia (Cerroni, 1971, pp. 43-49).
científico, valdría recordar que esfuerzos como
este fueron determinantes para convertir un co- Continuando las críticas al positivismo cientí-
nocimiento otrora exclusivo y excluyente, tarea fico, pero cuestionando la idea de unas ciencias
de pocos, en un conocimiento que por efecto de comprensivas meramente intuitivas y sin posi-
44 los métodos se hizo democratizable, abierto a bilidades objetivas, apareció la obra de Weber.
muchos, en tanto éste podía ser transmitido por El sociólogo alemán efectivamente reconoció
las artes de la educación y la pedagogía. Uno de el carácter difuso de la experiencia, pero plan-
los peligros de los tantos subjetivismos relativis- teó que ello ameritaba el ejercicio de selección
tas que prosperan en la actualidad es que, resti- que permitiera la construcción de un marco de
tuyendo las posibilidades de conocer el mundo referencia para dar cuenta de ella en capacidad
social exclusivamente al carisma particular de de trascender el: “intuicionismo ingenuo”. Para
cada sujeto y defenestrando la academia, tienden superar el empirismo incoado en el intuicionis-
a recuperar, con consciencia o sin ella, no po- mo, era indispensable construir un conjunto de
cas de las razones que la reacción conservadora conceptos que, por un lado, permitiera recuperar
de las derechas esgrimieron contra la ciencia de la singularidad de la experiencia y que, por otro
lo social, todas ellas cargadas de un furibundo lado, garantizara para la investigación social en
antiacademicismo. el plano lógico el control que le era imposible en
el plano experimental. Estos conceptos necesa-
riamente tendrían sobre sí el marco de valores
4. Las ciencias comprensivas
del propio investigador, que no invalidarían la
A las pretensiones del positivismo científico indagación pues solo serían medios para el fin de
se opuso la tradición de las denominadas cien- conocer. En esta lógica se inscriben en la obra de
cias del espíritu. Para estas ciencias, el positivis- Weber sus conceptos metodológicos fundamen-
mo científico no logró superar la vieja tutela que tales y, ante todo, sus conocidos “tipos ideales”
la metafísica y las ciencias físico-naturales ejer- (Giddens, 1985, pp. 225-242). Para Lepenies, en
cían sobre el mundo social en cuanto a objeto Weber:

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la racionalidad y la objetividad eran conceptos de Pero esta “suspensión de la transparencia” no era


lucha que daban testimonio del conflicto del hom- en modo alguno el obstáculo, era el objeto proble-
bre con una realidad vital, de su heroico intento mático mismo de la teoría psicoanalítica, no solo
por darle sentido al menos a una parte de la vida. en cuanto práctica que involucraba a un sujeto que
Precisamente por estar consciente de sus fronteras,
hablaba de sí, sino a un sujeto que estaba en este
la ciencia debía aferrarse sin concesiones a su racio-
nalidad interna y desterrar del proceso investigador
acto en tanto analista, –que anida con la cuestión
los juicios sobre valores, porque veía los procesos de la transferencia–. Precisamente, en tanto era en
cognoscitivos de toda clase encerrados en una red el lenguaje donde discurría esta relación múltiple,
de relaciones de valores (Lepenies, 1994, p. 260). los recursos para dar cuenta de ella habrían de ser
conceptos que fueran, ante todo, metáforas que
De cualquier manera, en el transcurso de las privilegiaran el carácter propiamente simbólico
últimas décadas del siglo XIX y las primeras dé- del lenguaje. Obviamente que este talante de los
cadas del siglo XX, las obras de Marx, Durkheim conceptos condujo a que sobre el psicoanálisis re-
y Weber constituyeron los esfuerzos más notables cayeran toda suerte de prevenciones, lo que con-
por constituir al mundo social como un objeto tribuyó a su distanciamiento de otras vertientes de
autónomo que, como tal, demandaba unos méto- la investigación social (Cosnier, 1991, pp. 230-233;
dos específicos. Con estos autores ciertamente se Zuleta, 1999, pp. 31-32).
consumaron las tentativas que desde siglos atrás
estuvieron dirigidas a quebrar tanto el principio En segundo lugar, la tensión entre experiencia
de familiaridad del objeto, que suponía al mun- y concepto se convirtió en asunto sustantivo del
do social como una instancia que en su proximi- neopositivismo o positivismo lógico del Círculo
dad inmediata pareciera lo suficientemente obvia de Viena que, aproximando los problemas del em-
como para ser investigado, como el principio de pirismo y del logicismo, pretendió precisamente
familiaridad del sujeto, que suponía que los indi- allanar el camino que permitiera establecer racio-
viduos en su discurrir cotidiano se configuraban nalmente la correspondencia entre la experiencia
como autoridades suficientes para dar cuenta del y el concepto. En este esfuerzo se inscribe la obra 45
mundo en que vivían. Marx, Durkheim y Weber temprana de Wittgenstein, quien demarcó dos ti-
no sólo fueron determinantes en quebrar estos pos de proposiciones: las factuales, relacionadas
principios, introduciendo en el objeto la exteriori- con los hechos empíricos, y las lógicas, relaciona-
dad y en el sujeto la ignorancia, sino que al hacer- das con el lenguaje. Para Wittgenstein, todo cono-
lo no concedieron la indagación del mundo social cimiento científico suponía en estricto estos tipos
a las potestades que tuvo por siglos la Filosofía, de proposiciones y aquellas que estuvieran fuera
ni a las atribuciones que adquirieron las ciencias de éstos harían parte del mero sentido común o
físico-naturales. No obstante, estos esfuerzos no serían simplemente afirmaciones sin sentido algu-
quedaron exentos de una tensión que, aunque no –la obra más tardía de Wittgenstein recuperará
antigua, persiste hasta nuestros días: aquella que el pleno derecho de estas proposiciones aparente-
se da entre el horizonte de la experiencia, de lo mente sin sentido desde su idea de los juegos del
concreto y de lo pragmático y el horizonte del lenguaje, que será determinante para la investiga-
lenguaje, de los conceptos y de las categorías. ción social futura (Peña, 1994).

La tensión entre experiencia y concepto se En tercer lugar, esta tensión entre experiencia
convirtió en asunto sustantivo de distintas cien- y concepto hizo parte de las cuestiones sustanti-
cias, escuelas o tendencias. En primer lugar del vas de un neopositivismo posterior que, como en
psicoanálisis, ese ámbito tan determinante para Popper, aproximó los problemas de la deducción
la investigación social como el marxismo, que al y del logicismo, preocupándose menos por la sig-
aniquilar al sujeto intencional pudo por lo mismo nificación y más por la condición contrastable
“poner en suspenso” la transparencia del lenguaje de las proposiciones con los hechos empíricos,
sobre las cosas y de las cosas sobre el lenguaje. lo que redundaría en la falsabilidad de las hipó-

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tesis, criterio determinante para establecer lo obras de Marx, Durkheim y Weber. Obviamente
que podía considerarse conocimiento científico que habría que poner en primer lugar los debates
(Popper, 1977). que suscitaron estas tres concepciones de lo so-
cial que, más allá de un cometido cerradamente
En cuarto lugar, esta tensión entre experien- científico, entrañaban visiones políticas sobre las
cia y concepto fue igualmente asumida por el sociedades de su tiempo; no obstante, la magni-
estructuralismo que, desde sus orígenes en la lin- tud de tales cuestiones desborda los cometidos
güística hasta su transformación en el campo de de esta exposición. Por consiguiente, se pueden
la etnología por Lévi-Strauss, asumió el lenguaje ubicar algunos de los debates que se tendieron
como un sistema autónomo que sintetizaba reali- entre estas distintas elaboraciones en cuanto a
dad y representación (Leach, 1985). sus modos de entender el mundo social como
objeto y de concebir los métodos indispensables
para conocerlo. Aunque en algunas cuestiones la
5. Debates en torno al objeto sociología durkheimiana se encontró con el mar-
y al método xismo, como por ejemplo, en las premisas que
señalaban que el mundo social estaba por encima
La conquista del mundo social como objeto de las consciencias individuales, que este mundo
de conocimiento y la construcción de métodos descansaba en relaciones sociales y que el cono-
para indagarlo científicamente implicaron inten- cimiento social suponía dar cuenta de las formas
sos debates. De entrada se puede afirmar que la de organización de la sociedad, entre una y otro
pretensión de una ciencia de lo social suscitó la se tendieron amplias distancias (Giddens, 1985, p.
reacción de filósofos, historiadores y literatos que, 327). Para Durkheim la economía política, inclui-
en tradiciones como la francesa, acusaron a co- da en ella la obra de Marx, tenía dos problemas
rrientes como el positivismo científico de instau- fundamentales: por un lado, sus investigaciones
rar en contra de la metafísica tan solo una nueva no partían de las cosas tal cual se presentaban
metafísica, de atentar contra una vieja tradición desde la experiencia, sino de conceptos previos
46
humanística y erudita, impostando en su lugar surgidos de meros análisis lógicos; por otro lado,
una pretensiosa ciencia de la sociedad en el seno estos conceptos apriorísticos imponían a la in-
de las universidades, de desmantelar la naturaleza vestigación el conocimiento no de lo que efec-
singular y, por tanto, meramente intelectiva de la tivamente era, sino de aquello que debería ser
historia e, incluso, de perpetrar auténticos aten- (Durkheim, 1994, pp. 78-80). Para los marxistas,
tados contra la lengua con su profusión de tér- el positivismo científico, incluida la sociología de
minos con aspiraciones científicas que solo eran Durkheim, cosificaba lo social escindiéndolo de
jergas mal concebidas cargadas de neologismos la historia, se plegaba a un empirismo cerrado
(Lepenies, 1994, pp. 39-47). El conflicto entre ajeno a cualquier ley social auténtica, redundaba
filósofos, historiadores, humanistas y científicos en su inclinación por establecer lo existente lo
sociales se extendió, con mayor o menor intensi- que solo conducía a la investigación a reafirmar
dad, en los distintos escenarios donde la univer- el statu quo y con sus tipificaciones solo produ-
sidad admitió la creación de facultades, departa- cía clasificaciones arbitrarias que reintroducían la
mentos o programas de formación en Ciencias ciencia de lo social en la metafísica. Para algunos
Sociales. En nuestro medio, por ejemplo, ello se autores, Durkheim fue a la ciencia de lo social
puso de manifiesto con la apertura del programa lo que Linneo fue para las ciencias naturales, es
de Sociología en la Universidad Nacional a fina- decir, un esfuerzo que alcanzó a dar cuenta de la
les de los años cincuenta (Jaramillo et al., 2006). taxonomía de las especies sociales, pero que fue
incapaz de dilucidar la ontogénesis y filogénesis
Los debates en torno al objeto y al método de éstas. Marx, por el contrario, estuvo cerca de
de la ciencia social igualmente comprometieron constituirse para la ciencia de lo social en lo que
los puntos de encuentro y de desencuentro de las fue Darwin para las ciencias naturales, es decir,

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Algunos debates epistemológicos en la investigación social contemporánea

un esfuerzo que pudo trascender la mera clasifi- de Adorno y Horkheimer, supuso una teoría his-
cación de las especies sociales para dar cuenta de tórica, dialéctica y racional que opuso a la razón
su carácter ontogenético y filogenético, pero ello instrumental de medios y fines una razón crítica
se vino al traste por la relevancia que le confirió a de lo que es y debería ser. Por un lado, la Teoría
una dialéctica que confinó el desarrollo histórico Crítica, como otros enfoques marxistas, cuestio-
únicamente a la contradicción (Cerroni, 1971, p. nó al positivismo científico, su inclinación por un
39; Harris, 1994, pp. 163-187). empirismo que sólo aspiraba al ser de las cosas,
que al dar cuenta de este ser no planteaba contro-
Por otra parte, la sociología weberiana se en- vertirlo ni mucho menos transformarlo, que re-
contró con el marxismo en la necesidad de un vistió a las contingencias históricas como meros
análisis que pudiera concatenar las distintas di- accidentes cuando no como excedentes del análi-
mensiones de la vida social, es decir, que pudiera sis y que terminó siendo mera razón instrumen-
garantizar el vínculo entre lo económico, lo social tal, que por lo mismo se convirtió en instrumento
y lo político. No obstante, entre Weber y Marx propicio para la dominación. Esto condujo a que
fueron más notables sus diferencias: Mientras en el positivismo científico terminara concurrien-
la obra de Marx estuvo el esfuerzo por superar el do con su aparente contradictor, el subjetivismo
escollo entre la experiencia y el concepto, es decir, existencial, que como él prescindió de la historia
su intención de convertir al lenguaje más que en imponiendo absolutos metafísicos. Para la Teoría
mera descripción en encarnación del desarrollo Crítica, subjetivismo y positivismo sólo eran fá-
histórico concreto, en Weber, por el contrario, la bricas de ontologías mitologizadoras. Frente a
distancia entre experiencia y concepto era insal- esto, la Teoría Crítica planteó una investigación
vable; mientras Marx apuntó a una teoría general social de lo que es, de lo que no debería ser y
de la evolución social que tenía en sus bases la de lo que el ser debiera en tanto postura crítica,
economía, en Weber cualquier pretensión teórica transformadora y emancipadora, que reintrodujo
en esta dirección tenía no sólo un carácter deter- la historicidad como elemento sustantivo de la
minista —que iría en detrimento de dimensiones acción. Ahora, mientras la primera generación de 47
distintas a la económica—, sino un carácter fina- la Escuela de Frankfurt, representada entre otros
lista —que iría en detrimento de la singularidad por Adorno y Horkheimer, apeló a una revalo-
de lo histórico—. Para Weber, Marx todavía esta- ración crítica de la relación entre Hegel, Marx y
ba inscrito en la razón filosófica que privilegiaba Freud, la segunda generación, representada en-
fines, distante de la razón científica que, para él, tre otros por Habermas, apeló ante todo a una
privilegiaba ante todo medios (Cerroni, 1971, p. revaloración crítica de la relación entre Hegel y
52; Giddens, 1985, pp. 310-318). Weber (Muñoz, 2005, pp. 232-241).

Las proximidades y distancias entre el posi-


tivismo científico, el materialismo dialéctico y la
sociología comprensiva estuvieron en el meollo 6. Anarquismo epistemológico
de las cuestiones abordadas por la Escuela de y crisis metodológica
Frankfurt y su formulación de una teoría críti-
ca. En efecto, la Teoría Crítica, entendida en un Bien se puede afirmar que hasta los años se-
principio como un esfuerzo por actualizar la teo- senta los debates más fecundos en torno al objeto
ría marxista a la luz de los fenómenos que se su- y al método de la investigación social corrieron
cedían en la Europa de entreguerras y al mismo por cuenta de positivistas, marxistas y weberianos:
tiempo de ponerla en diálogo con otros enfoques fueron célebres, por ejemplo, los antagonismos
paradigmáticos, en particular con el psicoanálisis, del liberalismo weberiano con el marxismo, de la
supuso una revisión del objeto y de los métodos filosofía bergsoniana con la sociología durkhei-
de la ciencia de lo social. La Teoría Crítica, tal miana o de la Teoría Crítica con el neopositivis-
cual fue postulada inicialmente desde los trabajos mo popperiano. No obstante, desde entonces, la

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investigación social quedó igualmente sometida a pugnaba con las posturas de los científicos, los
algunos debates que, retomando viejas cuestiones, epistemólogos y los filósofos de la ciencia que
apuntaron en unos casos a desmontar cualquier efectivamente admitían la existencia de este
pretensión metódica y, de paso, controvertir cual- marco convencional, ciertamente chocaba con
quier aspiración científica sobre lo social. Se puede aquellos que consideraban, como Popper, que
señalar que estos debates adquirieron forma desde la ciencia discurría ante todo por la capacidad
los años veinte y treinta, a la par con el desarro- de los investigadores de falsear hipótesis y no
llo de la filosofía y la sociología de la ciencia. En de manera predominante por acuerdos sin con-
efecto, la emancipación de las ciencias supuso el frontación. De cualquier manera, tanto para la
desplazamiento de la filosofía como instancia con filosofía como para la sociología de la ciencia la
potestad de suscribir leyes, para emplazarla como propuesta de Kuhn supuso la apertura de una
una instancia cuya competencia fundamental era fisura en la caja negra del quehacer científico, lo
reflexionar a posteriori sobre el quehacer científico. suficiente para corroer el blindaje que la cien-
Este desplazamiento, que guarecía la autonomía cia le garantizaba a sus objetos. Luego de Kuhn
de la ciencia en general y de la ciencia de lo social aparecieron las posiciones que señalaron que en
en particular, terminó erigiendo a la mirada filosó- tanto el marco convencional que sostenía a la
fica como un medio especialmente comprometido ciencia era arbitrado por una comunidad, este no
con la consistencia o la coherencia de las cons- podía estar al margen de toda suerte de intereses
trucciones metodológicas de los científicos. Este y pretensiones; que ello hacía de este marco una
emplazamiento de la Filosofía no solo permitió arbitrariedad con trasfondos incluso ideológicos;
que ella mantuviera su viejo interés por el discer- que el carácter arbitrario de este marco desman-
nimiento científico sino, más allá, que convirtiera telaba esa imagen trascendental del científico
a la historia de la ciencia en un frente de disqui- que, como la planteara Merton, estaba inspirada
sición propiamente filosófico. Pronto habría de solo en el universalismo, el desinterés, el escep-
encontrarse esta tradición con la sociología de la ticismo organizado y el comunalismo; que todo
48 ciencia, una subdisciplina que en principio apuntó esto no solo tenía injerencia en el quehacer cien-
a interrogar a la ciencia como hecho social, lo que tífico sino, más aún, en el propio estatuto de los
implicaba indagar los contextos histórico-sociales, objetos (Woolgar, 1991; Bloor, 1991).
los marcos institucionales y los valores inscritos
No fueron pocos los que se dieron a la tarea de
en el quehacer de los científicos, mas no así a los
convertir el carácter convencional de la ciencia en
objetos mismos de la ciencia, que se consideraban
mera arbitrariedad sin un fundamento distinto a
por naturaleza ajenos a los efectos contingentes
la política o, más allá, en pura elaboración ideoló-
de la sociedad (Bloor, 1991; Woolgar, 1991).
gica, desde los marxistas que entendían a la cien-
La filosofía y la sociología de la ciencia tu- cia occidental como ciencia burguesa interesada
vieron como un lugar de concurrencia la obra en preservar el statu quo, pasando por los anar-
de Kuhn sobre la estructura de las revoluciones quistas epistemológicos decididos a desmantelar
científicas. Las ideas con respecto al discurrir de cualquier especificidad del conocimiento cientí-
la ciencia normal, los paradigmas, la ciencia en fico, hasta algunos académicos e investigadores
crisis y las revoluciones científicas afianzaron la vinculados con movimientos contraculturales o
concepción de que el quehacer científico descan- con culturas no occidentales. Estas posiciones
saba en un marco de convenciones que, aunque pronto hicieron de las suyas con la ciencia de lo
procedente de la solvencia de ciertas teorías para social, en especial con el positivismo científico,
dar cuenta de fenómenos concretos, se soste- aunque no solo con él. Los ataques se dirigieron
nía en el tiempo por el acuerdo entre la propia especialmente contra la dedicación de los inves-
comunidad científica, hasta cuando irrumpían tigadores sociales a los métodos, inclinación que
fenómenos en capacidad de hacerlo insosteni- terminó sustituyendo la amplitud de la ciencia
ble (Kuhn, 1986). Aunque la idea de Kuhn no por la cuestión estrictamente metódica, que fa-

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voreció toda suerte de entelequias operacionales a una fenomenología que tenía como obligación
con ambiciones científicas y que promovió los dar cuenta de la formación o la construcción de
más absurdos lenguajes, sin que todo ello garan- la ciencia y del quehacer científico, lo que supo-
tizara el rigor de la investigación empírica, –valga nía ante todo un esfuerzo por su historicidad.
decir que éstas no eran críticas distantes a las que Ésta historicidad permitía dar cuenta del efecto
le hicieran al positivismo en otro momento–. En de la ciencia sobre la razón, la cual supuso es-
la filosofía de la ciencia y su devoción por el mé- cindirse de la historia de la ciencia prevaleciente,
todo encontraron distintos autores la trampa de de su afán por entender lo científico desde un
la investigación social: para Feyerabend, esta filo- racionalismo encerrado en la ciencia en sí, pro-
sofía no era otra cosa que una “ciencia bastarda” picio para suscribir continuidades y acumulados
–tal cual definió Frazer la magia–; para Andreski, progresivos; por el contrario, la historicidad ba-
el método era uno de los artilugios que estaban chelardiana suponía interrogar la fenomenología
en la base de la ciencia social como una forma de de los actos de conocimiento que constituían
brujería (Andreski 1973; Feyerabend 1974). el espíritu de la investigación científica, la cual
permitiría dar cuenta de sus continuidades y dis-
En medio de estos cuestionamientos, el es- continuidades, de los obstáculos y las rupturas
tatuto de la investigación social sintió especial- epistemológicas, que no procederían del objeto
mente los efectos de dos tendencias distintas. en cuanto tal, sino de un conjunto multiforme de
Por un lado, de una tendencia con orígenes en el condiciones sociales, políticas, epistemológicas
neopositivismo de comienzos del siglo XX que, que, nunca evidentes por el quehacer científico
no obstante, fue reformulada desde distintos mismo, actuaban como una suerte de inconscien-
lugares, pero especialmente desde la obra últi- cia a este quehacer (Bachelard, 1997). La visión
ma de Wittgenstein. A diferencia del neopositi- de Bachelard será determinante tanto para el
vismo temprano, más interesado en señalar las (post)estructuralismo de Foucault, que propen-
condiciones que permitían la correspondencia derá esta historicidad desde la arqueología y la
ideal entre concepto y experiencia que admitía genealogía, como para la economía unificada de 49
establecer el carácter significativo de las propo- las prácticas de Bourdieu, que lo hará desde la
siciones, esta tendencia se orientó a interrogar la historia social, no en la acepción historiográfica,
correspondencia desde la acción concreta, con- sino en tanto presupuesto del socioanálisis.
duciendo la significación a los usos del lenguaje.
El problema pasó del significado en sí al uso del De cualquier manera, entre los años cincuen-
lenguaje (Peña, 1994). Así, un neopositivismo ta y setenta se afianzaron unas posturas episte-
profusamente reelaborado estuvo en la base del mológicas desde las cuales se emprendió una
famoso giro lingüístico que, diluyendo las anti- serie de críticas radicales a las pretensiones del
nomias entre cosas y lenguajes, entre realidades método en la investigación social. Estas críticas
y representaciones, se convirtió en un golpe a las señalaron, en primer lugar, la fragilidad de cual-
certezas epistemológicas que había guarecido a la quier ciencia de lo social que tuviera como cer-
investigación social y con ellas a las premisas de teza epistemológica la distinción entre realidad y
sus metodologías, en particular desde el positi- representación, toda vez que cualquier realidad
vismo (Rabinow, 1986; Ankersmit, 2001). no era otra cosa que un ente que, en tanto cons-
truido por el pensamiento, no podía ser otra cosa
Por otro lado, la investigación social sintió que representación. En segundo lugar, estas crí-
los efectos de la historia de las ciencias france- ticas plantearon que el desconocimiento del ca-
sa, en particular de la obra de Bachelard. A di- rácter construido de la realidad había disecado a
ferencia de los neopositivistas, quienes asumían la experiencia, que era el presupuesto empírico
que la razón le daba forma al quehacer científico, sobre el cual se abrogaba autoridad la ciencia
Bachelard señaló que era el quehacer científico de lo social. En tercer lugar, estas críticas igual-
el que le daba forma a la razón. Así, se apuntó mente señalaron que el desmantelamiento de la

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certeza epistemológica que distinguía realidad y evidente del mundo social, restituyendo el prin-
representación, mostraba el carácter artificioso cipio de familiaridad del objeto, oponiéndose a
del método. En cuarto lugar, que el carácter ar- la idea de exterioridad y del sujeto, oponiéndose
tificioso del método se ponía de manifiesto en la a la idea de ignorancia. Con esto, la investigación
entelequia de las categorías, lenguajes que pre- social quedó signada por la recuperación del su-
tendiendo la universalidad, la instrumentalidad jeto concreto en el conocimiento del mundo so-
y la neutralidad, ocultaban el carácter particular, cial, lo que, en ausencia de cualquier pretensión
orientado y sesgado del método: si se quiere, el metódica y metodológica, reclamaba del investi-
método no era otra cosa que el disfraz preci- gador ante todo una postura política. El trámi-
so para convertir como asunto científico lo que te de esta relación entre subjetividad y política
solo era una empresa política. Finalmente, estas tomó distintas orientaciones.
críticas plantearon que el artilugio del método
había terminado por esclerotizar la investigación
Habría que señalar que la investigación so-
social, instrumentalizándola y propiciando sola-
cial dirigida a la versión de los sujetos concretos
mente un edificio de teorías, conceptos y proce-
no era asunto extraño en la ciencia de lo social.
dimientos que sin resorte distinto a las inercias
En las tradiciones académicas y científicas con
del pensamiento y al convencionalismo cientí-
fuertes ascendencias del empirismo los orígenes
fico sólo habían redundado en nominalismos y
de la investigación social estuvieron caracteriza-
cosificaciones, tanto que parecían entidades con
dos por un quehacer científico que se sumergió
vida propia, con capacidad incluso de sustituir a
en los entornos de distintas comunidades en
la experiencia. La difusión de estas críticas llevó
procura de las versiones directas de los sujetos
a que en los años setenta no fueran pocos los
concretos. Un caso emblemático al respecto fue
anuncios sobre la muerte de las disciplinas so-
el de Beatrice Webb en las barriadas obreras en
portadas en las argucias del metodicismo.
Inglaterra (Lepenies, 1994, pp. 122-123). No
obstante, como en el caso de otros trabajado-
50 res de campo, incluidos entre ellos los primeros
7. El punto de vista nativo etnógrafos profesionales, esta inmersión en co-
munidades concretas en procura de la versión
Las críticas epistemológicas radicales em- nativa no supuso conferirle primacía a la voz
prendidas desde los años sesenta igualmente de los sujetos concretos: la experiencia del tra-
llevaron a cuestionar a una ciencia que, con su bajo de campo estaba filtrada por el poderoso
objeto y sus métodos, había impuesto a lo so- lente que imponían la teoría y el método con su
cial como una entidad superior a los individuos cuerpo de conceptos y categorías. La observa-
como sujetos concretos: acusación no solo con- ción participante, que posturas profundamente
tra las tradiciones que privilegiaron la indagación afectadas por los discursos postmodernos han
de órdenes estructurales —como el marxismo, el erigido como un medio ejemplar para recono-
positivismo o el estructuralismo—, señaladas de cer las subjetividades contemporáneas –como
disolver a los individuos como sujetos concre- en la investigación educativa– no implicó per se
tos, sino también contra aquellas tradiciones que la voz nativa: irrumpió como una estrategia de
aunque reconocieron los órdenes interaccionales la antropología estructural-funcionalista, para
o los subjetivos, no obstante solo contemplaron más señas con fuertes influencias durkheimia-
sujetos ideales o impusieron explicaciones que nas, que obligaba la presencia directa del ob-
de cualquier manera descansaban en el punto servador en las comunidades nativas, para ac-
de vista del observador o investigador —la so- ceder a la observación inmediata de los hechos
ciología comprensiva—. El relativismo, con los y, efectivamente, para recoger la versión nativa,
permisos que le confirieron las descalificaciones aunque todo ello sopesado por la teoría. Lo de-
al método, apuntó a desvirtuar el carácter no cía Malinowski:

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Considero que una fuente etnográfica tiene valor una cuestión crucial, aunque ello tuvo distintas
científico incuestionable siempre que podamos salidas. En investigadores formados dentro de
hacer una clara distinción entre, por una parte, lo los postulados del marxismo, el reconocimiento
que son los resultados de la observación directa del punto de vista nativo implicó controvertir los
y las exposiciones e interpretaciones del indígena
constructos de la ciencia occidental en tanto me-
y, por otra parte, las deducciones del autor basa-
das en su sentido común y capacidad de penetra-
dios de imposición ideológica sobre los grupos
ción psicológica […] El investigador de campo se subordinados u oprimidos, la confrontación a
orienta a partir de la teoría […] (Malinowski, 2000, la investigación cuando ella entrañaba una mera
pp. 21 y 24). práctica contemplativa cuando no artificiosa, la
vinculación con los sujetos concretos de la in-
El nativo era solo un informante, habitual- vestigación en una relación empática y colabo-
mente con requisitos: el más anciano, el más ex- rativa, el reconocimiento de la consistencia del
perimentado, el más importante. pensamiento nativo y la legitimidad de sus cos-
movisiones del mundo. Mientras unos investiga-
En los años cincuenta, en medio de intensos dores apelaron a la primacía exclusiva del punto
procesos de cambio en el llamado mundo subde- de vista nativo, otros apelaron a la coexistencia
sarrollado, apareció un nuevo perfil para la voz de puntos de vista, es decir, a paralelizar las vi-
nativa. Estos procesos de cambio, relacionados siones de los grupos subalternizados con las vi-
con la descampesinización, la desruralización, la siones estrictamente académicas o científicas. De
urbanización, la descolonización o la moderniza- la misma manera, en unos casos se trató de una
ción, desafiaron en diferentes contextos los cri- postura investigativa de corte radical que apuntó
terios explicativos de la ciencia de lo social, que a la reafirmación del proyecto histórico particular
tenía respuestas para ellos desde la particularidad que tenían para sí los grupos subalternizados; en
del desarrollo histórico de Europa Occidental. otros casos se trató de una pretensión mas de
En efecto, en unas tradiciones, especialmen- corte reformista dirigida a reconocer y legitimar
te en las historicistas, el cambio fue consigna- las afirmaciones de estos grupos propendiendo 51
do en unos esquemas bastante restringidos que la inclusión de sus puntos de vista dentro de la
parecían insolventes para dar cuenta de lo que sociedad mayoritaria –de allí que esta investiga-
estaba sucediendo en el llamado mundo subde- ción fuera acusada de mera investigación palia-
sarrollado; en otras tradiciones, especialmente en tiva e integracionista–. En nuestro medio, por
las experimentalistas, el cambio fue asunto sin ejemplo, esta expectativa sobre el punto de vista
mayor consideración o trascendencia. Las vici- nativo se puso de manifiesto en estrategias como
situdes que entrañaron los procesos de cambio la investigación acción participativa y la investi-
se convirtieron en cuestiones que solo podían gación comprometida (Vasco, 1980; Fals Borda,
ser entendidas recuperando la versión nativa, de 1985; Balcazar, 2003; Cataño, 2008).
campesinos desarraigados, de poblaciones recién
llegadas a las ciudades o de comunidades margi- Para otros investigadores, entre ellos algunos
nadas; no obstante, las versiones de estos grupos formados en el estructuralismo, el punto de vista
quedaron predeterminadas por la idea de cam- nativo igualmente se erigió como la versión do-
bio que subyacía al trabajo de los investigadores, minante, aunque ello no implicó necesariamente
como la bien conocida “cultura de la pobreza” una investigación con compromisos políticos.
(Lewis, 1985). Como los investigadores marxistas, éstos partie-
ron de los cuestionamientos existentes hacia la
Desde los años sesenta la crítica al estatuto ciencia occidental, señalaron el carácter obtuso
de la ciencia y en particular al método, en me- de los métodos de investigación y promovieron
dio de un ambiente de intensas movilizaciones una relación estrecha con las comunidades que,
por parte de diferentes agentes sociales, condujo más allá de la empatía o la colaboración, apuntó
a que el punto de vista nativo apareciera como prácticamente a la integración misma. Pero a di-

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ferencia del marxismo, y en ello su deuda con el Con los alientos postmodernos, todo se volvió
estructuralismo, estos investigadores orientaron político, es decir, paradójicamente, todo dejó
su preocupación ante todo a las cuestiones del de serlo. Esta politización extendida del mundo
pensamiento al que consideraron, de cualquier robusteció el presupuesto de que toda acción
manera, el universo específico de lo cultural. Así, hegemónica siempre tenía resistencias contra-
el investigador social se convirtió en un apren- hegemónicas o subalternas, lo que sumió la dia-
diz o discípulo de sus comunidades, condición léctica de la contradicción en beneficio de una
que se consideró indispensable para vincularse aparente dialéctica de las negociaciones, de las
como miembro de ellas y, con esto, para hacerse resignificaciones, de las sincretizaciones o, más
partícipe de sus cosmovisiones del mundo –una recientemente, de las hibridaciones –dialéctica
suerte de fusión de visiones–. De allí que en dife- que por demás está en la base de un sinnúmero
rentes contextos, estos investigadores rebasaran de “culturas emergentes” que, surgidas de pro-
con creces la imagen del “intelectual orgánico”, fundas contradicciones, tienen no obstante por
pretendiendo su desclasamiento y su reenclasa- esta dialéctica de la resignificación sus formas de
miento en tanto obreros, campesinos e incluso vérselas con ellas–. Esta contradicción de base,
indígenas. Estas prácticas suscitan hasta hoy que prácticamente delegó el mundo social a fuer-
fuertes polémicas: modo ideal de comprender las zas que en independencia de sus asimetrías bien
lógicas de la alteridad, artificio que solo consti- tenían cómo arreglárselas, condujo a no pocos
tuye mera impostura e, inclusive, estrategia que marxistas vergonzantes a plegarse a unas nuevas
solo preserva la vieja empresa de exotización de analíticas del poder que, eficientes en desentrañar
la diferencia, de la diversidad o de la marginali- la omnipotencia de los modos de dominación,
dad. Estas polémicas se encuentran alrededor de no obstante apenas avizoraban los recursos para
obras como la de Carlos Castaneda (1977). Más trascenderlos, esto en medio de un pensamiento
allá se puede afirmar que este marco que pro- neoconservador que echó por la borda viejas as-
puso la fusión de visiones abrió las compuertas piraciones que, a su parecer, hedían a Ilustración:
52 para todas las permisiones auspiciadas por los revolución, emancipación o, para los más libera-
discursos postmodernos. les, democratización (Grüner, 2002).

En efecto, la propuesta de la fusión de vi- Por otro lado, este modo de entender la in-
siones se convirtió en caldo de cultivo propicio vestigación social resultó un caldo de cultivo
para distintos artificios justificados por las hete- propicio para que, admitida la fusión de visio-
rogéneas modas postmodernas. Por un lado, este nes, consagrada la potestad que ello concedía al
modo de entender la ascendencia del punto de investigador social y resuelta la cuestión de los
vista nativo supuso una afirmación de la inves- compromisos de la investigación por gracia de
tigación como práctica política y una renuncia al las dialécticas de la negociación, procediera en-
método en tanto artilugio que desvanecía a los tonces un auténtico género investigativo –valga
sujetos concretos. Pero esta investigación habría decirlo, la investigación se tornó cuestión de gé-
de quedar expuesta a una contradicción protu- neros literarios– que bien podía dedicarse a dar
berante: auspiciada en un momento sobre unos cuenta no del mundo social sino del investigador
presupuestos políticos en muchos casos vincula- que tendría que dar cuenta de este mundo. Visto
dos con el marxismo, pronto fue seducida por la por las lentes de la postmodernidad como una
andanada postmoderna que anunciando el fin de ruptura sin precedentes, como la lápida que le
las ideologías la emprendió, entre otros, contra faltaba a la tumba de la ciencia de lo social, esta
el marxismo mismo. El séquito de seducidos si- restitución del sujeto inquirió entonces a la in-
guió afirmando a la investigación como práctica vestigación social antecedente, no en cuanto ella
política, pero su pretensión de alejarla de los fan- propuso para entender el mundo social, sino en
tasmas del marxismo dejó en el limbo la cuestión cuanto a repertorios de lenguajes que solo eran
de qué política se trataba cuando se investigaba. representaciones que debían ser diseccionadas

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para esclarecer el sujeto profundo que subyacía comprensivamente que los propios actores?”
a las imposturas del método. Más allá, la resti- (2008, p. 29). Para Turner, el concepto de campo
tución del sujeto supuso que la pretensión de la de Lewin le permitía al antropólogo distinguir y
investigación antecedente solo podía ser discer- articular la versión que los actores tenían de los
nida en la biografía de los investigadores de an- símbolos rituales, esto desde el campo de acción,
taño y que la investigación a realizarse ahora o en y la versión que el sistema en conjunto engloba-
el futuro debía presuponer la autobiografía del ba en un sentido abstracto, esto desde el campo
investigador del presente —tanto más cuanto las cultural como un todo (2008).
modestias no fueran precisamente el fuerte—.
Como lo refiriera Okely: “La autobiografía des- Otro de los críticos de las pretensiones de
mantela la máquina positivista” (Okely, 1995, p. la fusión de visiones fue Clifford Geertz, quien
3). De cualquier manera, pocos habrían de reñir planteó la cuestión del punto de vista nativo ape-
con esta práctica que entrañaba una suerte de lando a la distinción que estableciera el psicoana-
honesta declaración de principios; si otros cam- lista Heinz Kohut entre “experiencia próxima”
pos de conocimiento hubieran procedido de la y “experiencia distante”: mientras apelar a la
misma manera, Newton estaría consagrado den- primera dejaría al investigador social exclusiva-
tro de la Física por esa trayectoria que lo llevó a mente con lo vernáculo, la segunda lo condenaría
la extraña capacidad de observar manzanas ca- a puros conceptos abstractos. La cuestión para
yendo de los árboles. Geertz era cómo desplegar estos dos criterios en
casos puntuales:
No obstante, para distintas posturas, la fusión
de visiones, aún en su pretendida radicalidad, no para producir una interpretación de la forma en
dejaba de operar sobre la inercia de creencias an- que vive un pueblo que no sea prisionera de sus
horizontes mentales, como una etnografía de la
tiguas, entre ellas la existencia de unas esencias
brujería escrita por una bruja, ni se mantenga sis-
sociales a las cuales solo se podía acceder con temáticamente ajena a las tonalidades distintivas de
una especie de experiencia psíquica trascenden- sus existencias, como una etnografía de la brujería 53
tal. Estas esencias sociales paradójicamente ha- escrita por un geómetra (Geertz, 1994, p. 75).
bían sido creadas por la propia ciencia social con
sus métodos, lo que en últimas implicaba que
este subjetivismo solo se dedicaba a perseguir a Para Geertz, no obstante, el problema de in-
su presunto persecutor. Frente a las pretensiones dagar el punto de vista nativo era que, incluso
de la fusión de visiones aparecieron propuestas cuando se reconocía la versión de los sujetos, ello
decididas a distinguir las complejas tramas entre no suponía la posibilidad de acceder a ninguna
el punto de vista nativo y el punto de vista del conceptualización del mundo, porque en la vida
observador. Una de las fuentes determinantes de cotidiana, tal conceptualización es excepcional.
estas propuestas fue la conocida teoría de campo Ante esto, y por demás fiel a su raigambre we-
de Kurt Lewin (1974). Lewin, considerado por beriana, Geertz planteó la necesidad de que el
algunos autores como el precursor de la inves- investigador construyera el sistema simbólico
tigación acción participativa (Balcazar, 2003), de una comunidad o pueblo determinado para,
planteó en su teoría de campo un marco para con base en esto, establecer el sentido que tiene
entender las relaciones entre individualidades el mundo tanto para “la experiencia próxima”
dentro de un entorno específico o circunscrito. como para la “experiencia distante”:
La teoría de campo de Lewin fue determinante Comprender la forma e influencia de […] las vidas
para la investigación de Víctor Turner, para su internas de los nativos es más entender un pro-
concepto de campo ritual, quien se preguntaba: verbio, percibir una alusión, captar un broma –o,
“¿Cómo puede el antropólogo social justificar su como he sugerido antes, leer un poema– que no
pretensión de ser capaz de interpretar los símbo- alcanzar una extraña comunión con éstos (Geertz,
los rituales de una sociedad, más profunda y más 1994, p. 90).

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De cualquier manera, la pretensión de restituir La cuestión del punto de vista nativo trajo
el punto de vista nativo como versión dominante sobre sí viejas discusiones que, como la rela-
para la investigación social enfrentó la resistencia ción entre experiencia y concepto, no siempre
de posiciones que en medio de las críticas a la fueron evidentes, en particular para aquellas
ciencia y a sus métodos, no obstante, reafirmaron tendencias que supusieron que esta se resolvía
la posibilidad de una ciencia de lo social; uno de apelando al relativismo que le concedía a cada
estos frentes de resistencia lo representó el ma- versión su razón: actitud de bonhomía que no
terialismo cultural de Marvin Harris. Para Harris, era otra cosa que trampa despolitizante, pocas
el desarrollo de una ciencia de lo social supuso veces fue percibida de este modo porque ella
el tránsito por las limitaciones del idealismo, por estaba revestida con los salutíferos llamados a
los reduccionismos de empirismos groseros y, la dialogicidad, a la polifonía o a la multivoca-
cómo no, por los infundios de toda suerte de lidad. Pero entre los investigadores más sensi-
empresas meramente subjetivistas. Ante esto, el bles al complejo tránsito entre epistemología y
materialismo cultural se auto reconoció como la política, el punto de vista nativo traía sobre sí
estrategia más eficaz para dar cuenta científica asuntos más espinosos: las relaciones entre ex-
del mundo social, toda vez que asumiendo algu- periencia y concepto, entre acción y pensamien-
nas de las premisas fuertes del marxismo –en su to, entre mente y conducta, entre otras. Para
criterio la tradición más próxima a las posibili- los investigadores formados en los postulados
dades de una ciencia de lo social– incorporan- marxistas, que efectivamente reconocían en los
do elementos apenas discernidos por el propio grupos subalternos un proyecto histórico pro-
Marx como la tecnología, desentendiéndose de pio, el punto de vista nativo no era un problema
la dialéctica e introduciendo factores determi- de mero reconocimiento de otras versiones ni
nantes como el medio, estaba en capacidad de tampoco de ampliación de las representaciones
dar cuenta empírica de fenómenos concretos y existentes con ánimos de inclusión: la cuestión
de establecer comparaciones entre fenómenos sustancial era trascender los marcos cognitivos
distantes, dando razón de sus regularidades dia- impuestos por unas tradiciones dominantes que
54
crónicas y sincrónicas. Uno de los principios impedían reconocer que entre distintos grupos
vertebrales del materialismo cultural fue la dis- subalternos los conceptos nativos eran formas
tinción entre las versiones que los actores tenían encarnadas de la experiencia y, como tales, pun-
del mundo y las versiones que los observadores tales de unas comprensiones sociales, históricas
podían dar de este mundo, apelando para ello a y políticas que no podían ser entendidas desde
la diferencia que estableció Pike entre fonémica el afuera. La cuestión de los conceptos no era
y fonética, entre lo que este denominó lo emic y un asunto meramente político resoluble con las
lo etic (semejante a la distinción entre experiencia aperturas de la representación; tampoco era una
próxima y experiencia distante en Geertz). Así, cosa de lógica subsanable con economías pro-
lo emic suponía el marco proposicional cuyo sig- posicionales; la cuestión de los conceptos era,
nificado dependía de los actores, mientras que lo ante todo, un problema ontológico. Para otros
etic era el marco proposicional construido por investigadores, el punto de vista nativo era una
observadores externos; esto no implicaba que cuestión que desbordaba el mero nominalismo:
lo uno fuera menos sistemático que lo otro, que este traía sobre sí la imbricada relación entre
los actores no pudieran ellos mismos dar cuenta cuerpo, pensamiento, percepción y lenguaje, de
de proposiciones etic y que, en cualquier caso, lo tal suerte que indagar el punto de vista nativo
que era verdadero en un marco no era obligato- era reconocer más que unas visiones sobre el
riamente verdadero en el otro. Eso sí, cualquier mundo, unas visiones del mundo, que al tiem-
investigación con pretensiones científicas debe- po que daban cuenta de la experiencia del su-
ría estar orientada a reconocer las proposiciones jeto, entrañaban la sujeción de este al mundo
del tipo emic y a acceder a proposiciones del tipo social. La investigación social, por tanto, debía
etic (Harris, 1994). estar atenta a reconocer la fuerza social de los

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conceptos nativos y, al mismo tiempo, su por- una cuestión meramente abstracta, desprendida
tentosa capacidad de iluminar el propio análisis de los problemas del sentido y de la contingen-
que hiciera un investigador externo (Bourdieu, cia; este desmantelamiento de la experiencia fue
2007, pp. 107-156). concomitante con el ocaso de la narración y, con
ella, de la sabiduría. Para superar esta situación,
Benjamin invocó al lenguaje, una dimensión es-
piritual que no estaba inscrita solo para designar
8. Narrativa, retórica y ficción
sino, igualmente, para traducir y para crear, que
estaría en la base de una conciencia trascendental
Como se refirió, uno de los primeros debates que podía conocer más allá del sujeto empírico-
que enfrentó las pretensiones de una ciencia de psicológico planteado por Kant. El lenguaje, así
lo social, en particular desde el positivismo cien- entendido, permitía recuperar la experiencia en
tífico, fue con la Filosofía, las Humanidades y la sus sentidos y contingencias, es decir, la hacía
Literatura. En medio de este debate, unas postu- posible en la narración. Esta rehabilitación de la
ras señalaron la imposibilidad de reducir el co- experiencia y la narración cuestionó los grandes
nocimiento del mundo social a operaciones con constructos histórico-filosóficos que al desman-
pretensiones científicas, lo que preservaba a la telar a la experiencia reduciéndola a meras abs-
narrativa como recurso por excelencia para acce- tracciones, pudieron imponer unos esquemas li-
der a la experiencia concreta y para representarla. neales, absolutos e irreversibles de la historia que,
La narrativa era práctica propia de los talentos precisamente, resultaban eficientes para legitimar
de determinados espíritus, que no desdecía en las versiones de los dominadores. La restitución
modo alguno de los hechos y que entre sus fuen- de la experiencia en sus sentidos y contingencias
tes de autoridad tenía el uso de la retórica y del por medio de la narración suponía reabrir la his-
estilo. En oposición a estas posturas estuvieron toria para desentrañar las versiones de los domi-
los positivistas científicos, los cuales señalaron a nados –tarea que para Benjamin había iniciado
la narrativa como una práctica eminentemente el marxismo, aún cuando la relación entre Marx 55
subjetiva, incapaz de discernir los hechos de los y Benjamin persistía como una fuente de con-
lenguajes y que apelaba a la retórica y la estilísti- troversias– (Rosas, 1999; Grüner, 2002; Forster,
ca para subsanar sus incompetencias con lo em- 2010).
pírico. Para la tradición positivista, el quehacer
científico debía proscribir la narrativa o subor- No fue casual que desde los años sesenta
dinarla al ejercicio de los categorías: siendo ésta Benjamin se convirtiera en una influencia deter-
una versión subjetiva del mundo social, ella solo minante para investigadores que, cercanos al mar-
tenía indicios, fantasmagorías, de este mundo; la xismo, propendieron una investigación que desde
interposición de las categorías permitiría purgar el punto de vista nativo, desde la narración de los
de la narrativa la presencia del sujeto, esclarecer sujetos concretos, hiciera visible la especificidad
los hechos de las distorsiones de la retórica y la de distintos proyectos históricos alternativos que
estilística y acceder a los datos. De hecho, la ac- no estaban anclados a la lógica de Occidente ni a
ción categorial desmantelaba la naturaleza de la sus teleologías –incluidas las del marxismo mis-
narrativa. mo– (Taussig, 2002). Benjamin adquirió especial
relevancia en el marco de los estudios que invo-
La resignación de la narrativa a la razón ins- lucraron víctimas de distintos conflictos, quienes
trumental del positivismo, que en últimas supo- fueron consideradas silenciadas y, por lo mismo,
nía su anulación, apareció como una crítica tem- negadas en su situación histórica, lo que habría
prana de investigadores marxistas como Walter de ser redimido con la relevancia del testimonio.
Benjamin. Para Benjamin, las tradiciones domi- Si bien en unos casos se trató de esfuerzos con
nantes tanto en la Filosofía como en las ciencias claros compromisos con Benjamin, en particular
terminaron revistiendo a la experiencia como con sus tesis sobre la filosofía de la historia, en

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otros casos se trató de una recuperación apenas variedad de géneros, asunto que otrora se consi-
circunstancial que pasó por alto el materialismo deraba, sino exclusivo, por lo menos preponde-
histórico benjaminiano para decantar solo sus rante de lo escrito. Cantos, rezos, prédicas, dis-
referencias más superficiales –una de esas tantas cursos, chistes, rumores, fueron afirmados como
purgas que en algunos contextos han permitido auténticos géneros orales con recursos específi-
revestir al postmodernismo como un crisol de cos para representar el mundo social (Havelock,
toda suerte de innovaciones que, no obstante, 1995). Así, la narración no era simplemente un
estaban lo suficientemente antecedidas por la modo de dar cuenta del mundo, sino un modo de
teoría social precedente– (Forster, 2010). construirlo apelando a atributos que bien se po-
dían considerar literarios –aunque la asociación
Sin embargo, fueron las críticas al método de lo literario con lo escrito llevó a que el carác-
soportadas en el giro lingüístico las que llevaron ter literario de lo oral fuera objeto de distintas
a una reivindicación de la narración y, de ma- polémicas y de propuestas–. Por otro lado, los
nera más amplia, de la narrativa, como práctica derroteros de una epistemología histórica dirigi-
de base de la investigación social. Si la obceca- da al inconsciente del pensamiento científico y
ción por el método había sido solo una estrate- las críticas a los métodos que señalaron que los
gia para desvanecer a los sujetos concretos en pretendidos lenguajes universales, instrumenta-
beneficio de unos científicos sociales con claras les y neutros no eran sino lenguajes particulares,
intenciones políticas o ideológicas, el desmante- manipuladores y orientados, llevaron a conside-
lamiento de los artificios metódicos supondría, rar que el hecho científico era efectivamente una
entonces, restituir a estos sujetos concretos para construcción que, puesta al descubierta con el
que, desde su punto de vista, desde sus propias desmantelamiento del método, hacía patente el
intenciones, plantearan sus visiones del mundo carácter ficcional de la representación. La ciencia
social. Esto era posible apelando a la narración, de lo social, así, no era otra cosa que una cues-
que no solo permitía acceder a la complejidad de tión literaria.
la experiencia sino, más allá, encarnarla en con-
56
ceptos propios. Esta restitución de la narración Los efectos de este giro retórico pronto se
tuvo distintas lecturas: retorno a un empirismo hicieron sentir en campos como la Historia y la
radical, reiteración de viejos psicologismos que Antropología, así como en ámbitos como los
camuflaban el cognitivismo en el narrativismo, estudios sociales y los estudios culturales. En la
práctica meramente militante o, en las aprecia- Historia, los estudios de Hayden White apun-
ciones más optimistas, nueva forma de investi- taron a reconocer en la tradición de distintos
gación social que trascendía de manera definitiva filósofos de la historia e historiadores los recur-
los viejos modelos existentes (Rosaldo, 1991). sos retóricos que, consideraba White, no solo
eran estrategias de representación sino, más allá,
Pero las expectativas sobre la narración y una suerte de trasfondo profundo que permitía
sobre la narrativa fueron más allá. Por un lado, discernir las intencionalidades políticas de estos
el reconocimiento de la narración corrió parale- autores (1975). En la Antropología este giro re-
lo a una progresiva redefinición de la oralidad, tórico tuvo el discreto aval del interpretativismo
en buena medida provocada por la relevan- de Geertz quien, postulando que la etnografía
cia que adquirió la idea de contexto –desde la era algo así como un ejercicio de lectura de un
Antropología, los estudios en comunicación, la manuscrito confuso llamado cultura (1994, p.
filosofía del lenguaje y la sociolingüística–. La 24), sentó las bases para que diferentes etnógra-
oralidad no podía considerarse una forma ante- fos, en especial aquellos más influenciados por
rior o inferior a la escritura, pues ella tenía pro- el postestructuralismo francés, asumieran que
piedades específicas y condiciones autónomas los investigadores que los precedieron eran, ante
incontrastables con lo escrito. Una de estas pecu- todo, autores de ficciones culturales eficientes
liaridades de la oralidad era que ella guarecía una para los modos de dominación de Occidente y,

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más allá, que los investigadores del ahora no te- cia de lo social desde sus comienzos, adhesión
nían otro cometido que hacer patente el carácter tanto más fuerte en aquellos campos de cono-
inevitablemente ficcional de su práctica, lo que cimiento que no desdeñaron de ninguna ma-
de entrada auspiciaría una nueva política sobre nera las líneas de continuidad con las ciencias
el quehacer etnográfico (Clifford & Marcus, físico-naturales. En otros casos se trató de una
1986). Uno de los autores con más impacto en defensa del método que puso de manifiesto las
este nuevo curso de las ideas antropológicas fue, inconsistencias en que incurría la investigación
sin duda alguna, Edward Said, con su famoso social cuando desconocía un asunto que an-
trabajo sobre el orientalismo. En este trabajo tes era crucial: los problemas metodológicos.
Said apuntó a discernir cómo las construccio- Éstos, que involucraban desde el estatuto de
nes discursivas de Occidente habían creado esa los objetos de conocimiento, pasando por las
alteridad conocida como el Medio Oriente, an- operaciones que permitían el tránsito de las
ticipando en el lenguaje todas las justificaciones teorías (o los conceptos teóricos) a las metodo-
para sus políticas de dominación sobre esta par- logías (o los conceptos metodológicos), hasta
te del mundo (2000). la construcción de instrumentos y herramien-
tas de indagación, fueron puestos en entredi-
La penetración del postestructuralismo cho por toda suerte de construccionismos y
foucaultiano y la ascendencia del narrativismo deconstruccionismos. Aunque para construc-
concurrieron para que la investigación social se cionistas y deconstruccionistas los problemas
convirtiera en una práctica de discernimientos metodológicos eran solo herencias de una cien-
discursivos que se reiteró visceralmente política cia clásica que tenía en su base la falsa distin-
–aunque, como quedó dicho, con el temor a los ción o la distinción meramente ideológica entre
fantasmas del marxismo, no era claro de cuál vís- experiencia y lenguaje, para los defensores del
cera se trataba–. Si bien en algunos casos esta método éstos eran una cuestión sustantiva que
orientación le permitió a la investigación social había sido desvirtuada por una investigación
adentrarse a dominios otrora oscurecidos o da- social prendada a jergas filosóficas que actua- 57
dos por supuestos, como por ejemplo, el efecto ban como principios apriorísticos sin talanque-
de los discursos en la estructuración del mundo ra, con conceptos densos cuando no nebulosos
social, en su naturalización, en otros casos, en par- que reducían toda indagación a mera lógica y
ticular en aquellos donde el postestructuralismo que no apelaban a la experiencia sino en cuanto
fue leído al margen de las improntas de la teoría a rezago de la intelección del observador. La
social antecedente y de la influencia de la historia nueva investigación social, acusada por los de-
de las ciencias, irrumpieron unas arqueologías y fensores de los métodos de reintroducir la po-
genealogías que, paradójicamente, claudicaron a testad de las filosofías sociales, había prospe-
la “exterioridad del accidente” para encontrarse, rado cuestionando las pretensiones universales,
siempre y en todo lugar, con: “una verdad que instrumentales y neutrales del método científi-
únicamente poseería nuestro presente”, que no co, aunque ella terminara imponiendo inercial-
era otra que las nuevas leyes históricas formula- mente jergas universalísticas, logicistas y des-
das por el propio postestructuralismo. politizantes (cuando no extravagantes). Aquí se
encuentra precisamente el famoso affaire Sokal,
la famosa broma intelectual que desató tremen-
9. La reinvención del método
da polémica sobre la jerga postmoderna (Sokal
& Bricmont, 1999).
Pese a las críticas furibundas contra el mé-
todo, no obstante este siguió siendo asunto Para los defensores del método, el epistemo-
prioritario para distintas tendencias. En unos logismo resultó especialmente catastrófico para
casos esto supuso la perseverancia en el mé- la investigación social desarrollada fuera de los
todo tal cual había sido propalado por la cien- grandes centros de pensamiento de Occidente.

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En primer lugar, preservó el desdén que por cuando no en una cosa cuya lógica interna bien
mucho tiempo tuvo en diferentes tradiciones la podía sustituir la lógica del mundo social. Hijos
cuestión de los métodos y de las metodologías, de la instrumentalización del método son, por
lo que resultó determinante para que la acade- ejemplo, los famosos manuales de investiga-
mia y la intelectualidad absorbieran sin mira- ción, dispositivos operacionalizantes que supo-
mientos las teorías sociales producidas afuera, nen que una estrategia de investigación puede
convirtiendo las tesis derivadas de contextos ser entendida fuera de problemas sociales en
históricos particulares en leyes implacables que contextos concretos. No obstante, para estas
tendrían derecho propio en nuestros propios posiciones críticas, el problema de los metodo-
contextos. En segundo lugar, el epistemolo- logicistas no se subsana restituyendo una epis-
gismo pudo actualizar la reacción que distintos temología que, de hecho, como la metodolo-
sectores sociales mantuvieron históricamente gía, terminó igualmente instrumentalizada, ella
contra la ciencia, entre otras razones por sus misma reificada o cosificada. Ante esto, estas
pretensiones universales, aun cuando ello no posiciones emprendieron una invención crítica
fuera óbice para que se implantara una porten- del método que partió afirmando que el mundo
tosa cooptación anticientífica surgida “de ese social es efectivamente una construcción, pro-
mismo Occidente”, igualmente con aspiracio- ducto de las prácticas de un sujeto objetivante
nes universalistas. En tercer lugar, este epis- y de un objeto subjetivado, que tienen tras de
temologismo supuso el desistimiento de una sí una pretensión política: si el mundo social
investigación social que planteara la contradic- es indagable no es porque sea una cosa dada,
ción como una cuestión estructural que involu- sino porque es cosa construida a propósito de
craba las relaciones asimétricas entre centro y problemas que lo son para un alguien ubicado
periferia, en beneficio de una investigación so- socialmente. Así entendida, la investigación no
cial que solo buscó su presunto lugar particular, es mera entelequia arbitraria de un sujeto ais-
su emplazamiento circunscrito, incomprensible lado o entregado sin causa al mundo, como en
58 para otras lógicas, –aunque ellas estuvieran los subjetivismos, ni tampoco abstracción pro-
soportadas en las lógicas antioccidentales del curada en la distancia con un mundo que debe
occidentalismo– propiciando incluso discipli- ser ajeno, como en los objetivismos.
nas emplazadas territorialmente. En últimas,
Otro problema del metodologicismo fue su
la revolución anticientífica que tantos aplausos
obcecación en unas categorías universales, ins-
suscitó fuera de Occidente, terminó convertida
trumentales y neutras que serían la realización
en un auténtico caballo de Troya para sostener
del talante científico de la investigación, no solo
el viejo colonialismo intelectual, aunque ahora
en cuanto ellas eran garantes del rigor empíri-
éste procediera, como lo hicieran las metrópo-
co sino, más allá, porque sobre ellas bien podía
lis del siglo XX con sus colonias, apelando a
edificarse el carácter acumulativo de la ciencia
una suerte de self-governement intelectual.
social. Para las posiciones decididas a rehabili-
Sin embargo, contra las posturas de me- tar el método, estas creencias terminaron aus-
todologicistas y antimetodologicistas irrum- piciando el nominalismo y la cosificación que,
pieron las posiciones que consideraron que el precisamente, terminaron permutando la lógica
método era susceptible de ser rehabilitado en de las cosas por las cosas de la lógica –ese fe-
sus pretensiones científicas dentro de las ad- tichismo de los conceptos que, según Zuleta,
vertencias trazadas por las epistemologías ra- se hizo tan común en universidades como las
dicales. Para estas posiciones, el problema de colombianas por efecto de la difusión de es-
los metodologicistas fue que terminaron ins- tudiosos bastante rígidos en sus conceptuali-
trumentalizando el método de tal manera que zaciones– (1999, pp. 47-48). Sin embargo, el
lo que era un medio para pensar terminó con- problema del nominalismo y la cosificación no
vertido en objeto exclusivo del pensamiento, se resolvía simplemente cuestionando el carác-

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ter ideológico de los discursos o reinventando posiciones que, disgregadas en unos momentos,
nuevos lenguajes que, quizá más sensibles a aglutinadas en otros, han planteado especificida-
otras metáforas, no obstante estaban igualmen- des, algunas bastante originales, para entender la
te condenados a su deshistorización y descon- investigación social. Valga mencionar, por ejem-
textualización. Ante esto, estas posiciones ur- plo, a esas posturas que más allá de los deducti-
gieron al método someter a crítica los lenguajes vismos y los inductivismos plantearon la posibili-
de la investigación social, reintroducirlos en el dad de un conocimiento abductivo. De cualquier
conjunto de condiciones históricas, sociales y manera, creo que esta exposición puso de mani-
políticas que los hicieron posibles, de tal suer- fiesto la relación de un espectro de lugares que
te que desde esa historicidad profunda pudiera no siempre se perciben vinculados. La ruptura
emprenderse la reconstrucción de viejos con- que se pretendió imponer entre las teorías socia-
ceptos y la incorporación de nuevos que, no les clásicas y las posturas más recientes dejan en
obstante, no podían transitar a acumulados ina- algunos contextos la impresión de que ciertos
movibles, sino que ellos debían ser sometidos lugares en boga son itinerarios inéditos para la
a crítica en cada nueva indagación social. Esta investigación social. Sin pretender llegar al ex-
historicidad de los lenguajes del mundo social tremo de quienes señalan que nada nuevo se ha
permitía no solo una mayor reflexión del in- planteado desde Platón y Aristóteles, es evidente
vestigador sino, más allá, reconocer la poten- que algunas de las cuestiones más complejas que
cia histórico-social de los lenguajes del mundo están en juego en la investigación social contem-
cotidiano, la solvencia comprensiva del punto poránea siguen gravitando en asuntos bastante
de vista nativo. En síntesis, la rehabilitación antiguos, entre ellos, la relación incandescente
del método y las metodologías pasaba por una entre experiencia y concepto. Alguien puede de-
práctica reflexiva que desinstrumentalizaba las cir que es cuestión superada, pero bien caben las
prácticas investigativas sin entregarlas a unas dudas cuando en algunos casos la ampulosidad
presuntas corrientes liberadoras no menos aje- de las teorías no pareciera tener salidas en lo em-
nas a los efectos del instrumentalismo. Para las pírico o cuando la acuciosidad en la obtención 59
posiciones decididas en esta rehabilitación, la de datos no conduce a ninguna afirmación que
investigación social no podía ceder al tecnicis- trascienda los datos mismos.
mo irreflexivo que la entregaba fácilmente al
Si hay algo que sorprende, es que pese a los
sentido común de los conceptos doctos, pero
intensos debates epistemológicos y metodológi-
tampoco al subjetivismo voluntarioso que la
cos de las últimas décadas, que tienden a con-
entregaba sin reparo al sentido común de la
currir en la pobreza del positivismo científico,
vida cotidiana.
no obstante persistan en nuestro medio, ciertas
usanzas en deuda con el método tal cual este lo
entendía. Las críticas a la ausencia del sujeto y a
Conclusión la contención del prejuicio no han sido suficien-
tes para que todavía prospere la idea de que la
Ha sido una exposición harto apretada, que investigación debe partir de preguntas en capa-
lamento haya prescindido de dos cuestiones. Por cidad de contener cualquier acción prejuiciada
un lado, de un mayor énfasis en los contextos del sujeto. Las críticas a la ciencia hipotética-de-
históricos, sociales y políticos que estuvieron en ductiva no siempre implican prevención alguna
medio de estos procesos de definición y rede- contra la formulación de objetivos (ni qué decir
finición de las relaciones entre epistemología y de la idea bastante difundida que considera que
metodología en la investigación social; ello hu- para formular un objetivo es suficiente el verbo
biera demandado tanto más espacio o, inclusive, en infinitivo). Las críticas a la ciencia sin sujeto
proponer otro tipo de exposición. Por otro lado, no parecieran advertir que la primacía del punto
lamento haber prescindido de un conjunto de de vista nativo, tal cual se entiende en la inves-

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tigación acción participativa o en otras estrate- apelar a categorías. En síntesis, pese a que en
gias de índole dialógico o polifónico, supone el tantos ámbitos hay un rechazo visceral al posi-
desplazamiento de los estados del arte y de los tivismo, para lo cual han reclamado enfoques
marcos teóricos derivados de estos, toda vez que más subjetivistas, esto no ha supuesto necesaria-
unos y otros eran los recursos para erigir al ob- mente una renovación en la forma de construir
servador como sujeto omnisciente por encima procesos investigativos más allá del positivismo.
de las versiones nativas. Las críticas a la instru- Si esto es así, es porque las concepciones epis-
mentalización de las metodologías al parecer no temológicas, que permitían pensar las relaciones
alcanzan para prescindir de lo metodológico y, sociales de conocimiento, han terminado con-
más aún, parecieran insuficientes para dejar de vertidas en una suerte de concepciones teóricas
lado la idea de que una metodología es solo una o políticas. Por ejemplo, cuando se afirma que el
sucesión de fases y procedimientos. Las críticas mundo social es una construcción, se está plan-
a la distinción entre realidad y representación teando un desafío para concebir problemas, no
no han minado en muchos la creencia de que se está señalando la solución inmediata de los
cualquier investigación, por radical que sea, debe mismos.

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Polisemia No. 14, 38 - 63. Algunos debates epistemológicos en la investigación social contemporánea. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Julio - diciembre de 2012
Algunos debates epistemológicos en la investigación social contemporánea

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