Aproximadamente siete pasos los que deben implementarse para lograr el
resultado final, el cual además de la técnica, también está muy determinado por el conocimiento y experiencia de las manos que lo aplican. El proceso se inicia limpiando la piel y retirando el pelo que la cubre. Esta es descarnada y dividida para lo cual se hace uso de sustancias especiales con ingredientes como cal y azufre que garantizan que el proceso de desputrefacción se realice correctamente.
El resultado al dividirlo es lo que se conoce como cuero y carnaza. Esta última es
utilizada para realizar labores de talabartería, aunque en la mayoría de los casos forma parte de la materia prima de la industria de los juguetes para perros o de alimentos, como la gelatina.
Luego, es sometida al proceso de curtición, para lo cual se hacen uso de grandes
recipientes de madera, que contienen una solución de ácido y sales, cal, azufre y proteínas. Es justo en esta parte del proceso donde la piel cambia su nombre al de cuero, puesto que con esta técnica, cambia notoriamente su apariencia, color y textura.
Ya de allí es escurrida, para retirar el exceso de humedad y se pesa y mide para
determinar el calibre de la pieza y su espesor. Con este resultado, ya se cuenta con un material que puede ser secado y sometido a estirado, teñido y repujado. Casi un mes toma convertir una pieza de piel en cuero, aspectos que deben ser tomados en cuenta por la industria para determinar costos reales.
Definitivamente, una industria muy grande en cual interviene maquinaria y mano de
obra especializada, para brindar como resultado piezas y productos de cuero de alta calidad, con reconocimiento nacional e internacional, según su país de origen.