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El brutal crimen de Fernando Báez Sosa, un

nuevo impacto de la “masculinidad tóxica”


Un informe de la OPS reveló que uno de cada cinco hombres
muere antes de las 50 años por efecto de la violencia
machista.

"La violencia machista puede ser no sólo contra las mujeres y otras
identidades de género, sino que también se expresa como violencia
intra-género. Los varones con mayor poder económico, político, de
fuerza, o de estatus someten y subordinan a otros varones, a veces
incluso hasta la muerte. Es una violencia machista intra-género que
busca ser disciplinadora: los otros deben someterse a lo que los
machos dominantes quieren o recibirán castigos ejemplares", dice el
médico psiquiatra Enrique Stola.

Los alcances de la violencia machista contra los propios varones


volvieron al centro de la conversación pública luego del asesinato a
golpes de Fernando Báez Sosa, un adolescente de 19 años, a la salida
de un boliche de Villa Gesell. Hay diez jóvenes -todos hombres- de
entre 18 y 21 años detenidos e imputados por homicidio
agravado. Todos son de Zárate y todos son rugbiers. Para exigir
justicia por Fernando, hubo manifestaciones en Gesell, Pinamar e
incluso delante de la casa familiar de los Báez Sosa, en Recoleta.
Un informe difundido en noviembre del año pasado por la
Organización Panamericana de la Salud dio cuenta de que uno de
cada cinco hombres muere antes de los 50 años por el impacto de
la llamada "masculinidad tóxica". Ese estudio destacó que los
varones tienen "un mayor riesgo de morir" y que su esperanza de vida
es 5,8 años menor a la de las mujeres "en parte porque las
expectativas sociales contribuyen a los comportamientos de búsqueda
de riesgos". El mismo estudio encarado por la organización regional
asegura que la violencia machista contribuye a, entre otras
consecuencias, tasas más altas de suicidio y homicidio entre los
varones.

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"El patriarcado, que ejerce violencia contra las mujeres, también nos
lastima, nos humilla y nos mata a nosotros. El caso de Villa Gesell
demuestra que el patriarcado no se nutre sólo de varones, sino que
entran en juego diferentes categorías: si sos varón cis o trans es
distinto, si sos hétero o cualquier otra disidencia, si sos clase alta o
baja, o blanco, negro o inmigrante, aparecen ahí dominaciones que no
son la del varón sobre la mujer", dice Juan Pablo Cucciniello,
miembro de la organización Varones Antipatriarcales.

"Los varones también pueden ser víctimas de la violencia machista.


Esto se da cuando quienes se sienten más privilegiados por tener
recursos económicos, ser más blancos, tener más educación o estar en
grupo provocan peleas en las que descargan violencia en forma
desmesurada y desenfrenada. Esa es otra forma de mostrar su poder
como hacen con las mujeres, a quienes llegan a asesinarlas", dice
Mabel Bianco, titular de la Fundación para Estudio e Investigación de
la Mujer (FEIM), y agrega: "Ser pacífico y no patotear en los
varones es visto como debilidad".

Es que los varones, de acuerdo a la noción hegemónica sobre qué es la


masculinidad, deben cumplir con ciertos mandatos. Según el
documento "Varones y masculinidad(es): herramientas pedagógicas
para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes" que acaba de
editar la Iniciativa Spotlight y la organización Masculinidades y
Cambio Social, algunos de esos mandatos son participar de juegos de
competencia en los que medie la violencia, ser protector, ser
procreador, ser fuerte, ser heterosexual y ser autosuficiente.

Ese mismo documento, sostenido por la Organización de las Naciones


Unidas y la Unión Europea, se pregunta: "¿Se pueden construir otras
maneras de habitar la masculinidad que no estén ligadas a formas de
violencia y humillación?" y sostiene que "reconocerse varones muchas
veces incluye el despliegue de violencia entre varones y contra las
mujeres".

"Los varones pueden aprender nuevas habilidades: todo depende de


cómo sean instruidos desde pequeños en sus casas. Cada hombre que
se proponga cambiar su situación de privilegio deberá estar revisando
las 24 horas cómo ejerce la dominación para la que fue entrenado, y
cómo puede renunciar a esa dominación", sostiene Stola. Para el
psiquiatra, esa renuncia "hará que todos seamos más libres". La
Educación Sexual Integral -que es ley desde 2006 pero que se cumple
muy escasamente- es para el especialista una herramienta "que
posibilita el análisis de los roles en la sociedad y que enseña a respetar
los cuerpos, las decisiones y los derechos de los otros".

"Tenemos que tanto en la escuela, a través de la ESI, como en los


medios de comunicación y en la vida cotidiana en general promover
un modelo en el que ser varón implique ser respetuoso de los otros y
elimine la idea de que ser varón es imponerse y castigar a quienes no
obedecen o reconocen un poder mayor", suma Bianco.

DD

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