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Antecedentes históricos
La inmunología proviene del imperio romano, término aplicado a la gente que se enfermaba de
pestes y no se volvían a enfermar (la peste bubónica por ej. asoló a la mayoría del mundo, fue
altamente contagiosa mediante pulgas de ratas infectadas), también se usó el término en los
senadores, quienes eran ‘’inmunes’’ (exentos de impuestos y juicios). Mucho antes de siquiera
conocer la existencia de microorganismos, en Grecia, Thucydides fue el primero en hacer alusión
al hecho de ser inmune a ciertas enfermedades y al contagio. También habló de cómo la
resistencia a la enfermedad depende del estado de ánimo.
La Viruela, que había afectado a Europa en 710 dC, fue traída a América por Hernando Cortés
(3.500.000 Aztecas murieron en los siguientes 2 años). Antes de la era cristiana, los chinos
utilizaban la primera referencia a lo que hoy llamamos vacunación aspirando la materia contenida
en las pústulas de la viruela, para quedar protegidos de ella.
Lady Mary Wortley, embajadora inglesa en Turquía, conoció un método turco denominado Injerto
donde mediante una ¿bracion? se colocaba el contenido de las pústulas. Decide llevar el método a
Inglaterra, donde recurrieron a ‘’voluntarios’’. Edward Jenner ocupa las pústulas de las manos de
ordeñadoras de vacas, las cuales no enfermaban, pero tenían Cowpox o viruela por el virus bovino.
Jenner vacunando a un voluntario, notó que luego, al ponerlo en contacto con enfermos, no
enfermaba. Luis Pasteur se dedicó a comprobar, con un método experimental, que existía este
mecanismo de resistencia a una segunda infección mediante el contacto previo al microorganismo.
Roux y Yersin en 1888 lograron demostrar que el filtrado de un cultivo de bacilo diftérico
conservaba su potencial patogénico. Aislaron la toxina diftérica, que es considerada como el primer
antígeno caracterizado. Es decir, aislaron aquel elemento del cultivo que provocaba la enfermedad
y la capacidad de no enfermar nuevamente.
Posteriormente se experimenta con conejos, al calentar la toxina y transformarla en toxoide, ya no
moría el conejo inyectado, al cual luego se le inyectaba la toxina e incluso la resistía. Lo más
importante es que se podía obtener suero del conejo que resistió, para traspasarlo a otro conejo y
protegerle de la toxina. La inmunidad entonces RADICA EN EL SUERO DEL CONEJO.
Posteriormente en un experimento similar, ahora con ratones y viruela, se hizo lo mismo, pero el
suero del ratón inmune no impidió que el ratón receptor muriera. Ahora, si tomaban al ratón
resistente, le sacaban linfocitos, y se los colocaban a un ratón receptor, entonces este si resistía.
Bordet mostró que la actividad lítica de la “alexine” (o complemento) requería de una "substance
sensibilatrice" (hoy anticuerpo). Los anticuerpos tampoco pueden por si solos, requieren al
complemento (alexine, sistema de moléculas capaces de lisar bacterias). En 1902 Paul Portier &
Charles Richet proponen que en ocasiones una respuesta inmune puede dañar al organismo,
haciendo referencia a la "anafilaxia".
En 1973 Doherty & Zinkernagl demostraron las bases del reconocimiento antigénico por las
células del sistema inmune. La demostración que linfocitos reconocen los antígenos de virus y del
Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC) para matar las células infectadas, estableció la
especificidad del sistema inmune celular. Su experimento consistió que, en ratones, luego de una
dosis no letal, sacaron linfocitos de aa, los cuales matan a las células aa infectadas con el virus.
Sin embargo, los linfocitos de bb no logran matar a las células de aa infectadas con el virus, porque
el linfocito solo trabaja para quien pertenece.
1942: Loyd D. Felton demuestra la tolerancia inmunológica (nuestro sistema actúa en contra de lo
que no es propio). Medawar y Macfarlane Burnet desarrollan la teoría de la tolerancia
inmunológica adquirida (ej. un ratón bebé logra aceptar un trasplante) 1944: Macfarlane Burnet y
Talmage postulan la teoría de la selección clonal.