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Para comenzar, la ciencia tiene sus orígenes en la curiosidad del hombre, ante lo
que le rodea, en su necesidad por encontrar una explicación racional a los
fenómenos que observa. Mediante la ciencia, el ser humano conoce al mundo y
así satisface su necesidad de entender cómo y por qué funcionan las cosas.
Mediante la tecnología y la innovación, el ser humano aprovecha su conocimiento
sobre el mundo para intentar solucionar problemas o aprovechar oportunidades.
No existe un diagnóstico preciso que revele la equidad que debe existir entre la
ciencia y la sociedad, ya que la ciencia sobrepasa por mucho la integridad del ser
humano; pero se ha demostrado que esta relación no es recíproca porque no
todos los grupos de personas pueden aprovechar los beneficios que ésta propicia,
no existe prueba más clara que la realidad, la ciencia no beneficia a todo aquel
que posee vida debido a la ausencia de igualdad para todos, por ejemplo los que
se ven beneficiados por la ciencia son los favorables investigadores que sirven
para la experimentación e inversión de los productores, mientras los que no, se
ven obligados a estar en un panorama de adversidades que se ven especialmente
combatiendo con todos los problemas que ésta crea, los problemas como la
educación y la alimentación.
“Cuando una persona emplea los métodos del pensamiento científico en la vida
cotidiana se dice que está practicando el pensamiento crítico”. Steven D.
Schafersman, Enero 1994.
El pensamiento crítico es pensar por uno mismo correctamente tal que conduzca
con éxito a las respuestas y soluciones más confiables a preguntar y problemas.
Este vendría siendo lo mismo que el pensamiento científico que como se
mencionó antes se emplea al momento de realizar el método científico pero la
diferencia que tiene uno con el otro es que el pensamiento crítico lo puede
emplear cualquier persona en cualquier tema o aspecto y el pensamiento crítico
sólo es practicado con los científicos.