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Les confieso algo que últimamente desespera mi alma y rompe en cual silencio
motivado por la soledad triste que se asemeja a la llegada del verano… simplemente
me duele pensar que nuestra sociedad deambula sin rumbo fijo, sin un norte claro,
muchos meno sin la convicción de que todo puede ser mejor; si entre todos
comenzamos por sacudirnos de los perjuicios sociales que nos atan a vivir
condenados a la soledad y a la desesperanza.
En su momento quienes cuentan parte del ayer y el hoy de nuestro pueblo, muestran
cierto afecto por aquellas épocas en las que nuestra tierra con su fuerza y fertilidad
daban lugar a esos frutos y verduras de gran tamaño, vistosidad y
consistencia…mientras que hoy la tierra simplemente ha perdido sus fuerza, ya los
arboles quedan fruto, son víctimas del calentamiento global y su naturaleza los hace
vulnerables a cualquier brote de enfermedad.
Con todo lo citado anteriormente, resta decir que en Colombia las entidades
gubernamentales, las no gubernamentales, las universidades, las escuelas y en
espacial la familia; tienen una responsabilidad y un deber ser con el medio ambiente,
con su cuidado y protección…porque solo de esa manera podemos hablar de una
paz justa, de una paz con grandes repercusiones en temas relacionados con la
integración de todos los actores que de alguna forma participan en la construcción
de una nueva sociedad.
Esa deber ser la carta de presentación de quienes hoy pedimos un cambio global
en asuntos relacionados con la sostenibilidad de nuestro medio ambiente; emporio
de grandeza, del cual se dice que de sus entrañas brota el mejor café del mundo,
las flores copeyanas que hoy se pasean por todo el hemisferio, y sin olvidar claro
está, la tierra sobre el cual escribió Leandro Días, Emilianito, Rafael
Escalona…entre otros.
HONORABLES MIEMBROS DEL JURADO, ORGANIZADORES DE ESTE
MAGNO EVENTO, INVITADOS ESPECIALES, COMPAÑEROS.
Saben ustedes porque nunca muere, por la sencilla razón que los vientos que
soplan del norte, se resisten a ver morir las noches en vela en las que el último
activista del medio ambiente, realiza su proclama que anima por la lucha cesante,
de nuestra tierra y de todos aquellos seres vivientes que le dan vida y presencia al
proyecto divino que nos dejó nuestro creador.
Hoy más que nunca nuestro bello país, debe reconciliarse con el medio ambiente,
debe buscar mecanismos de protección y proyectos alternos que logren saciar las
penumbras que manchan su manto y han esterilizado su vigor, para poder generar
vida atendiendo sus demandas que hoy desafían las leyes de la ciencia... Que hoy
simbolizan un punto de quiebre entre lo divino y la técnica que el hombre ha logrado
desarrollar.
Como jóvenes líderes de una paz a futuro…simplemente nos toca ejercer el papel
de auditores, para que lo pactado en relación con el medio ambiente se lleve a feliz
término.
HONORABLES MIEMBROS DEL JURADO, ORGANIZADORES DE ESTE
MAGNO EVENTO, INVITADOS ESPECIALES, COMPAÑEROS.
Poner el corazón implica apostar por la cordura en un mundo cada más complejo
en el que los valores y los principios de vida han sido desplazados por el
empadronamiento de ciertos aspectos literalmente tecnificados por la mano del
hombre; por esa mentalidad egoísta de querer trascender, sin mirar los perjuicios
que trae consigo la implementación de ciertos elementos que de alguna forma
resultan tóxicos para el manejo de las relaciones interpersonales.