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Historia, Política, Ilustración: recetas para una paz perpetua.

Reflexiones entorno a la teoría


política de Kant.

Hannah Arendt en sus conferencias sobre la filosofía política de Kant nos dice que este
autor jamás escribió un tratado sistemático sobre política (1). Y en esto tiene razón, pues Kant
no se hizo famoso en la historia de la filosofía por sus aportes en esta materia sino que se lo ha
tomado por mucho tiempo como un “teórico del conocimiento” o se le ha dado importancia por
su filosofía práctica (2). Esto no quiere decir que no halla en su obras una consideración de lo
político. Mas bien ocurre que sus reflexiones se encuentran desperdigadas en numerosos
escrítos, de los cuales el más conocido es, sin duda, “La Paz perpetua”. Al intentar leer este texto
nos damos cuenta inmediatamente que hay, concentradas en él, numerosas ideas entorno a lo
político que nos remiten a revisar diversos elementos de la obra kantiana. Así, este pequeño
tratado, sirve como la guía de la punta de un taladro, pues en la medida que avanzamos en su
lectura nos obliga a profundizar sobre ciertos temas, encontrándonos de pronto, ante una
perspectiva de la filosofía del genio de Königsberg que dista de tradicionales interpretaciones.
En general las preocupaciones sobre política e historia aparecen reiteradamente sólo en
su etapa más madura, luego de los periodos que han sido llamados precríticos y críticos. La “La
Paz perpetua” data de 1795, Kant morirá en 1804. Las obras “Respuesta a la pregunta: ¿Qué es
Ilustración?” e “Idea para una historia general en clave cosmopolíta” son del año 1784, tres años
despues de la Crítica a la Razón Pura . Finalmente, se señala “La Crítica del Juicio” (1790) como
una obra con contenidos políticos, aunque el mismo Kant reconoce que es una obra consagrada
a la “facultad del juzgar” o “sobre el gusto” (poner la cita tomada de Arendt). Reconozco que la
manera en que se entrelazan los temas kantianos sobre política, derecho, historia, antropología,
moral y ética, resulta muy sutíl y compleja. Sólo un conocimiento total de la obra de Kant nos
aseguraría abarcar todas sus posibles implicaciones y consecuencias. No necesito explicar que
esta tarea, por ahora, me es imposible realizarla. El objetivo de este trabajo consiste más bien en
invitar a la lectura de Kant con “otros ojos”, y de paso, invitar a la reflexión política desde ciertos
lugares de su obra.
Como se puede ver, a través del título de este ensayo, la idea es vincular una
concepción de la historia con una determinada idea de lo político. Pero es cierto tambien que el
concepto de historia juega un papel mucho más importante en autores como Vico, Hegel y Marx
(3). Se puede afirmar, sin duda, que Kant representa un antecedente digno de atención en la
tradición “historicista” de la filosofía alemana, que nos permite trazar una senda que nos lleva
hacia Hegel, Marx y las preocupaciones de la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno,
Marcuse y recientemente, Habermas) (4) (5). Sabemos la importancia que la corriente marxista
ha tenido, y sigue teniendo, en la interpretación del mundo a lo largo del siglo XX y como
influenció directamente sobre sucesos históricos que presenció la humanidad durante dicho
siglo, por lo tanto investigar sus orígenes no resulta una tarea inútil.
Resulta interesante como se puede, a su vez, debatir filosóficamente si los ideales y
valores que encarna la Filosofía Moderna mantienen su vigencia respecto de las nuevas
orientaciones de la cultura, la sociedad y el pensamiento. Actualmente resitúa la discusión sobre
la posibilidad de una organización de estados que regule las relaciones internacionales o una
legislación internacional que pueda juzgar, por ejemplo, crímenes de guerras o violaciones a los
derechos humanos. No cabe duda que todos estos temas tendrían que ser tratados en un trabajo
mucho más amplio (que espero realizar). Por ahora, nuestra intención es proporcionar solo una
aproximación.
Historia.

La idea directríz de la filosofía de la historia de Kant esta ejemplarmente ilustrada en el


octavo principio de su Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita .

“podemos considerar los lineamientos generales de la historia de la especie humana


como la realización de un plan oculto de la Naturaleza; destinado a producir una constitución
política interior perfecta, y, con este fin, también perfecta desde el punto de vista exterior, pues
tal es la única condición por la cual la Naturaleza puede desarrollar todas las disposiciones de la
humanidad de un modo acabado”. (6)

En Kant la historia forma parte de la naturaleza. El hombre, el sujeto de la


historia es el hombre considerado como especie humana y parte de la creación, su fin
último y coronación (7). El filósofo se interesa en la historia para tratar de captar el secreto
plan de la naturaleza que ha desarrollado la naturaleza en cada especie con sus
potencialidades, en una serie de generaciones. Por lo tanto, la intención es descubrir en la
historia de la especie humana el “secreto designio” de la naturaleza con el cual se van
desarrollado y se van a desarrollar a futuro las disposiciones humanas. Este hilo conductor es
fruto de un esfuerzo racional que emprende el filósofo, del cual nunca tenemos absoluta
seguridad, por lo tanto podemos considerarla como una hipótesis de trabajo (9), para poder
exponer, “por lo menos, en sus lineamientos generales y como sistema lo que de otro módo nos
sería mas que un agregado sin plan de las acciones humanas” (10). Podríamos afirmar que la
historia constituye para Kant, más que un interés por lo pasado, una forma de saber que se
puede esperar del futuro de la especie humana.
El hombre es entendido como la única especie racional de la tierra y sus
disposiciones estan orientadas al uso de la razón (11). Lo que dura una existencia
individual es demasiado breve para desarrollar todas las potencialidades contenidas en la
especie, por lo tanto hemos de esperar que sus disposiciones se extiendan a lo largo de
generaciones (que pueden ser infinitas). Las posibilidades del hombre, coincidiríamos con Kant,
parecen extenderse mas allá de lo que podemos imaginar (como lo atestigüan el desarrollo
técnico y tecnológico) pero, en cuanto al futuro que nos deparen estas disposiciones para
nuestra especie, estamos frente a una aporía: el deterioro ecológico o la constante amenaza de
una destrucción de la vida humana por guerras y conflictos no nos dejan ser tan optimistas. Pero,
la impresión que tiene Kant de la historia no está tan lejos de nosotros como podríamos pensar:
“..visto en grandes líneas, todo esta entretejido por la torpeza, la vanidad pueril, y con frecuencia,
por la maldad y el afán de destrucción igualmente pueriles”(12).
Kant no se conforma con la descripción teórica: como buen ilustrado pretende
transformar la realidad que le rodea. Por ello llega a conformar un pensamiento político y una
filosofía de la historia que pretenden tener un papel que jugar en la salvación y mejora del
género humano. Podemos hablar que existe una intención práctica y emancipadora. La
esperanza en encontrar una lectura racional en la historia esta depositada para tener en cuenta
tambien “ ..la ambición de los jefes de estado, tanto como la de sus servidores, con el fín de
dirigirlos hacia el único medio por el que podrían transmitir un recuerdo glorioso a la humanidad”
(13).
Bien pero, ¿De qué medios se sirve la naturaleza para llevar a cabo este plan? Kant nos
hablará de esto en su cuarto principio de su Idea de una historia universal desde el punto de
vista cosmopolita.: “..consiste en el antagonismo de las mismas [disposiciones] dentro de la
sociedad, por cuanto éste llega a ser, finalmente, la causa de su orden regular. En este caso
entiendo por antagonismo la insociable sociabilidad de los hombres, es decir, la inclinación que
los llevará a entrar en sociedad, ligada al mismo tiempo, a una constante resistencia, que
amenaza de continuo con romperla.”(14) La Naturaleza dispone que los hombres realicen sus
capacidades de mejor forma en un medio social pero no por eso dejan de tender al aislamiento,
pues pretende cada cual ordenar todo a su antojo personal. Esta resistencia hace que el
hombre despierte y se esfuerce por superar al prójimo. Éste es el inicio de la historia, su proceso
es el progreso, y el resultado de tal proceso unas veces se llama cultura, y otras libertad (15). El
concepto de “progreso” dominante en el siglo XVII no tiene para Kant un siginificado muy
entusiasta: al progreso moral y material del hombre no parece unírsele fácilmente el contento, ya
que el futuro pareciese ser la perspectiva de una interminable cadena de males, que no dejan
que se produzca el contento pleno (16).
Del hombre no podemos sino decir que como especie tiene un carácter que “el mismo
se ha creado” y que es capaz de “perfeccionarse” en tanto animal dotado de razón en vistas de
su conservación individual y de especie. La naturaleza ha querido poner en la especie el germen
de la discordia para que la razón saque de ella la concordia. La discordia constituye el medio
para dicho plan de la naturaleza. En comparación a otros seres vivos de la Tierra este animal
racional destaca por su capacidad técnica, su capacidad pragmática (para ocupar otros entes
como medios para sus fines), y finalmente su capacidad moral (orientada a los hombres y su
consideración como fines en sí mismos. La orientación moral del hombre (si lo consideramos
como individuo) se atestigüa por la facultad de la razón práctica, la conciencia de su libertad, la
ley del deber y el sentimiento moral. Pero, no es posible decidir si es bueno o malo. Lo que se
nos muestra como afirmación en su carácter inteligible (su conciencia moral), se ve negado por
la experiencia al mostrarse igual propensión hacia lo malo y lo ílicito.
El hombre esta “destinado a la sociedad” a cultivarse, civilizarse, moralizarse por medio
de la educación en vistas del bien. La vida bajo una constitución cívil, que es la mejor forma que
realice el hombre sus disposiciones y alcance su destino, se encuentra siempre amenazada por
la aversión y la opresión entre los hombres, que sólo es reflejo de su animalidad. La garantía de
la realización de este destino de que la humanidad toda pueda vivir bajo una constitución,
basada en el principio de la libertad y en la coacción legal, sólo la podemos esperar de la
Providencia (o Dios si se quiere). Pero, la encontramos como una idea de nuestra razón. La
especie humana debe ser la “creadora de su dicha” pero su concreción objetiva no se infiere a
priori, sino que sus avances los atestiguamos en la experiencia y la historia. Debemos procurar y
fomentar el acercamiento a este fín. Aún así, el propio egoísmo del hombre le hace sentir los
males de esta inclinación, debiéndose en suma, poner todos bajo disciplina, sometiendo el
interés común al privado, según leyes y la coacción(que se proporcionan ellos mismos). Sin duda
la mejor constitución en Kant es la republicana (poder con libertad y ley), esto con el objeto de
conservar la constitución del estado que es la ley suprema de toda sociedad civil. Esta tensión
entre los hombres que amenaza con la autodestrucción, transforma la idea de la sociedad civil
universal en un principio regulativo .(17)
No podemos decir que el pensamiento kantiano tenga un interes especulativo que
pretenda fijar absolutamente el sentido, tejido y orden de los sucesos históricos. No pretende
fundar, a priori, ley alguna sobre el desarrollo histórico. Su pensamiento sobre la historia es
una extensión conjetural de su filosofía práctica . La historia es un marco donde podemos
evaluar la legitimidad moral de nuestros actos posibles, y por lo tanto el interés teórico que tiene
es solo para el agente moral. el sentido total de la historia rebasa por mucho nuestra capacidad
teórica. Los sucesos históricos son atendidos como una forma atestiguar en que medida se
produce un avance de la libertad, lo que a futuro es impredicible. Lo complejo de la historia, a
juicio de Kant, es que en ella tienen lugar tanto todo el orden de la necesidad de la naturaleza, es
decir, el mundo de la necesidad (del cual somos parte) y las acciones libres y conscientes de los
hombres. ¿Cómo conjugar ambos aspectos?. Si bien apelando a la determinación natural es
probable encontrar y admitir regularidades, estamos lejos de afirmar concluyentemente el sentido
total de las acciones humanas en la historia. La idea teleológica de la naturaleza nos sirve
para racionalizar las posibles acciones. Este hilo conductor es, en cierta medida a
priori , pero solo en tanto que nos es útil para iluminar la acción . Es una historia que en
alguna medida considera el futuro del hombre en tanto este se mueve en el reino de los fines. Si
los actos libres de los hombres no proporcionan una guía para conducirse, podemos esperar que
las condiciones que tiene el hombre como especie (y la secreta intención de la naturaleza que
está contenida en ellas) nos sirva como un punto de referencia válido para hacer conjeturas
racionales. Nuestros fines y lo que nos depare el futuro son posibilidades abiertas. Pero parte
de lo que acontezca en el futuro depende de los agentes que actuarán y en parte éstos
siempre tienen en cuenta estados futuros de cosas. La conjetura del futuro es
inherente a la acción (18).
En suma, vemos como, en el interés por comprender la historia, se da forma una
doctrina teleológica (en la cual importa lo futuro de la especie casi más que lo pasado) cuya
culminación es una humanidad regida por constituciones y leyes, pero que a fin de cuentas (si
admitímos nuestra imposibilidad de saber que nos tiene preparada la Providencia) se basa en
una perspectiva moral , y en un ideal de la razón que debemos fomentar y por lo tanto,
en un proyecto político. Ahora, un proyecto político no puede constituir una quimera, debe
tener algun fundamento que haga posible su realización. Esta es la fe que Kant pone en el plan
de la naturaleza. Esta idea de la historia no esta muy lejana a la teoría de la Mano Invisible de
Adam Smith. Bien podríamos arrojar sospechas sobre estas ideas, pues nos hallamos a
considerable distancia histórica de Kant, pero dudo que algun juicio llegara a ser concluyente.
Podemos pasar ahora a considerar el papel de lo político

La política.

Como decíamos, el interés por la política predominó en Kant durante el final de su vida,
después de la Revolución francesa en 1789, cuando tenía la edad de 75 años . El núcleo de
sus preocupaciones fue el cómo organizar el cuerpo político , es decir, el Derecho ,
sobre todo lo relativo a la constitución, el gobierno (republicano), las relaciones
internacionales. Dicho de otra manera como construir el estado, fundar la comunidad
política sobre bases sólidas. Esto, tanto para las naciones y su organización interna como
para la relación externa entre las naciones. Ya nos habla Kant de “ una constitución política
interior perfecta, y, con este fín, también perfecta desde el punto de vista exterior”. Éste es
justamente el propósito con que escribe “ la Paz perpetua”. El texto tiene un tono un tanto
irónico, lo que se comprende por la elección misma del tema y la extrema dificultad para hacerlo
realidad. Esto no quiere decir que una idea semejante carezca de valor, como una mera ilusión.
Kant propone que los “hombres políticos” ,“los hombres de experiencia”, tengan la sabiduría de
ponderar estas ideas.
El tratado contempla una primera sección de artículos preliminares que por decirlo de
alguna manera “preparan el terreno” para cualquier posible paz duradera. Tienen una orientación
muy práctica, y algunos de los problemas que aborda no estan resueltos aún en nuestros días.
Estos contemplan medidas tales como: que en cualquier pacto debe evitarse cualquier “ reserva
mental” o pretensiones secretas que generen una guerra, que ningún estado pueda ser adquirido
por otro, que los ejercitos permanentes desaparezcan por completo, que los estados no deban
contraer deudas, que los estados no se inmiscuyan en las constituciones y gobiernos de otro,
etc. Si miramos nuestro escenario político actual estas preocupaciones no nos son para nada
ajenas: el problema del desarme de las naciones, la descolonización del mundo, las “secretas”
razones de estado, la inteligencia de los servicios secretos de los países, la dependencia
económica y deuda externa, la intervención política y militar, el mantenimiento de las
“confianzas”, etc.
Estos primeros artículos son normatívos. Se dirigen no a los individuos sino a
los estados. Por lo tanto se considera a los individuos como organizados dentro de un
cuerpo social y culturalmente organizado. Subyace a lo largo de todo el texto la idea
de un contractualismo social que se da primero en la conformación de una comunidad
política particular y luego entre los estados (19).
La segunda sección contiene los elementos más contundentes de la filosofía política de
Kant. Trataré de exponer suscintamente su argumento central. El estado de naturaleza en
que se encuentran los hombres es el de la guerra . La paz por lo tanto debe ser instaurada
desde este primer estado que se puede considerar como prepolítico y prelegal. La seguridad de
la comunidad solo puede provenir del estado de civilidad, donde se regulen sus intereses tanto
individuales como colectivos (20). Dicho estado contempla que la comunidad humana este
organizada políticamente en un gobierno (o estado) y que esté bajo leyes (constituciones), de
preferencia que representen efectivamente la voluntad del pueblo ( representativa). En una nota
inicial de la segunda sección Kant se refiere a un “estado civil y legal” lo que nos da la idea que
ambos conceptos se hallan ligados en el pensamiento del autor.
La primera condición para la paz perpetua entre los estados es que la constitución
política debe ser en todo estado, republicana . Ya habíamos hecho notar la preferencia por
esta formula de gobierno. Las razones: su origen emana de la idea contrato originario (que
reconoce la igualdad y libertad de los hombres ante la sociedad, la ley y como ciudadanos)
donde prevalece la idea de derecho, y por otro lado la constitución republicana permite que la
guerra o la paz no sólo sean desiciones de los estados sino también indirectamente, de los
ciudadanos (21). La república es el principio que separa el poder legislativo del ejecutivo.
Tanto los pueblos como los estados pueden considerarse en estado de
naturaleza (guerra de todos contra todos). La seguridad de los pueblos depende a su vez de
que entre en un especie de relación legal entre ellos. Solo esto es posible si al interior lo pueblos
han salido ya de su “estado de naturaleza”. Este “derecho” internacional sólo puede fundarse en
una comunidad internacional, una federación de naciones , que mantiene y asegura libertad
entre los estados.
Finalmente Kant añade un curioso “derecho de vistante” (que se vincula con la idea de
una ciudadanía mundial) o sea que ningún extranjero en tierra ajena debe ser tratado
hostílmente pues “Fúndase este derecho en la común posesión de la tierra..”. Esta sencilla idea
contiene a su vez la simiente de una legislación internacional pues “De esa manera pueden muy
bien las comarcas lejanas entrar en pacíficas relaciones las cuales, si se convierten en públicas y
legales, llevarían a la raza humana a instaurar una constitución cosmopolíta”.
Hay una serie de problemas de índole política que se articulan entorno a estos artículos
definitivos. Las consideraciones políticas de Kant parecen continuar con una tradición
que asigna a la “naturaleza humana” cierta condición original e instintiva que es
insociable, egoísta y autodestructiva e inclinada a la violencia . Se parecen apelar a un
juicio sobre la naturaleza humana tomándolo mas que como una ley esencial de la especie
humana, como una forma prudencial, realista y crítica de hacer política de pensar la
conservación de la comunidad humana, la seguridad y unidad del Estado desde el peor
de los escenarios posibles, como la forma de hallar un príncipio de acción para el obrar
político.
Para kant este primer estadio prelegal y prepolítico ( estado de naturaleza ) constituye
una amenaza por lo que por medio de un pacto social original (que en Hobbes deviene en la
entrega del poder a un soberano absoluto) se entra a un estado de civilidad, es decir a una
comunidad organizada políticamente en torno a un gobierno o soberano, e idealmente regulada
por leyes válidas igualmente para todos los individuos, emanadas y aceptadas bajo su voluntad.
La situación interestatal se concibe análoga al estado original de “guerra de todos contra todos”
(otra coincidencia aparente con Hobbes) pero al contrario de Hobbes, Kant considera esta
situación como perjudicial, que debe solucionarse por medio de una federación de estados libres
(y republicanos). La cuestión fundamental en Kant no es el problema de la seguridad del
estado sino la salida del “estado de naturaleza”.(22)
Kant toma partido claramente por una opción política (el republicanismo), pero la concibe
a raiz del principio antropológico de la naturaleza humana y del teleologismo de la naturaleza.
¿Pero, es “neutra” la posición kantiana respecto de la historia y la política?. Desde Maquiavelo
se empieza a inagurar una desencantada observación de los hechos históricos , y la política se
presenta como secularizada, acción que no pretende hacer juicios morales, centrándose sólo en
la virtud política (23). En Hobbes la problemática política se centra en el problema de la
seguridad del estado, el orígen y fundamentación del poder soberano se deriva de supuestas
“leyes naturales” derivadas del comportamiento pasional humano que no implican
consideraciones históricas (24). En Kant, en cambio, hay una matriz que reposiciona la
dimensión normativa en la esfera política esta se refleja en la noción de los derechos
humanos y la emergencia de un espacio público político con contenido crítico . (25)

Ilustración, Revolución Francesa, Progreso y las recetas a los políticos.

Tanto su concepción de la historia como de los problemas políticos forma parte de un


programa más amplio que podriamos identificar con los que expone en su texto “Respuesta a la
pregunta: ¿Qué es Ilustración? ”. En este escríto aparece el ideal de la Ilustración, como proceso
cultural en el cual progresivamente el hombre debe moralizarse. El ser humano debe saltar
desde su racionalidad a convertirse en un sujeto transformador de la realidad, capaz de actuar
conforme a una moral racional y auténticamente buena. Pensar por si mismo (Selbstdenken) es
la máxima de la Ilustración. La ilustración es un proceso de liberación de los prejuicios, de la
autoridad (26).
Por todos lados la realidad política pone traba a esta intención: militares, abogados,
comerciantes, clérigos, funcionarios nos piden que hagamos cualquier cosa menos pensar. Pero
de esto es culpable el pueblo: se ha hecho cómodo e indolente. La minoría de edad es un
autoengaño, un “no hacerse cargo de uno mismo”, es un estado culposo. No sólo la tradición y la
autoridad pueden engañarnos, sino nuestra propia razón. Este es el exámen crítico de la razón y
es un proceso autorreflexivo. Hay dos sentidos de la autorreflexión en Kant: uno es donde
ejercemos la racionalidad para captar las condiciones universales y necesarias en su
uso para que emerga el conocimiento. El otro es el uso de la razón que aspira a liberar
al sujeto de la dependencia de poderes hipostasiados y formas ideológicas que lo
vuelven dependiente. Este es el sentido enfático y emancipatorio de la autorreflexión. La
autorreflexión emancipatoria depende de la reconstrucción racional dada de las condiciones
universales de la razón. Sólo con ello logramos la aclaración del programa político para lograr la
ilustración y emancipación del hombre (27).
Podemos resumir de la siguiente manera: pese a que el plan de la naturaleza posibilite
una sociedad pacificada, ésta no esta nunca segura. La legalidad externa se puede romper, pues
la naturaleza egoísta humana esta siempre presente. Una legalidad externa perfecta puede (y
debiera) ser reflejo de la voluntad moral de los individuos, pero éstos no le pueden dar forma si
no es en la medida en que ellos mismos han llegado a ser morales. La moral es la dimensión
de la legalidad interna de cada hombre mientras lo legal es la dimensión externa . La
moralidad tiene dos trabas: una corresponde a todas las instancias socio- políticas que
no permiten que el hombre piense por sí mismo y la otra es la misma naturaleza
humana. A la primera responderá Kant con las intenciones de la Ilustración . Con la otra
le será algo más difícil: el hombre parece estar condenado a inclinarse a la maldad y el egoísmo
social. Sin embargo tiene una disposición moral germinada dentro de su Razón. Aquí la Religión
tendrá un papel desicivo en tanto que refuerza la moral racional apelando al hombre a actuar
según el mandamiento o imperativo del deber (que es la mejor forma de servir a Dios)
haciéndolo finalmente digno del amor de Dios (y por lo tanto recibiendo la ayuda necesaria para
salir del estado natural de maldad hacia el del bien) (28). Este último aspecto (la crítica de la
religión) por lo pronto no es tema de nuestro análisis .
Pero, ¿cómo se puede fomentar una Ilustración?. El poder político se puede dar la
facultad de negar la libertad de expresión. Expresarse es la condición que permite la
comunicación, y el pensamiento se nutre de comunicación. Los hombres dependen
unos de otros no solo para satisfacer sus necesidades biológicas sino para el uso de
su facultad racional. La comunicación es por esencial una cosa social . Los otros son la
razón de toda preocupación moral y política. La razón es universal y social, es patrimonio de
toda la humanidad, y los seres humanos racionales son los destinatarios de la Ilustración. Por
ello, el poder político (aunque esté en manos de un único monarca) debe resguardar la libertad
de expresión.
Kant apela a un uso público de la razón, lo que implica su sometimiento a
examen y opinión públicas. Esto, a su vez, implica el uso de la comunicación
intersubjetiva de manera dialogante, es decir, procurando convencer, persuadir,
justificar etc. para y ante los otros a través de la exposición discursiva de argumentos
con pretensiones de validez . El pensamiento crítico supone la comunicabilidad. El político se
justifica ante un público que opina, avalando o rechazando (por lo menso moralmente)
desiciones políticas. Es fundamental la cuestión del derecho ( questio juris) que le competen a
nuestras afirmaciones, sean éstas del orden que sean. La labor de la crítica debe ser social y
comparativa, debe tomar en cuenta a los otros y sus afirmaciones para ampliar su rango de
acción.
Aunque Kant no apoye una revolución como la que apoyaría Marx (por que no es un
filósofo que nos diga cómo debemos asociarnos con otros para actuar) sin duda hay un elemento
que continuará presente: la idea emancipativa del hombre . La Ilustración quiere liberar,
arrancar al hombre de las garras de la ignorancia y sus vicios para que éste construya
su destino. El marxismo, a su vez, pretende liberar al hombre de la explotación para que este
construya la sociedad más justa, la sociedad comunista.
El carácter moral del hombre se ve plenamente en el interés, observación y reacción del
público ante los acontecimientos históricos, como aquel crucial hecho que el mismo Kant tuvo
oportunidad de presenciar: La Revolución Francesa. Un ciudadano es un espectador de lo
que acontece en el mundo y por lo tanto para elaborar su juicio atiende a la historia. El
progreso es una tendencia general que solo capta quien no participa directamente de
los acontecimientos históricos, aquel que está de espectador. ¿Será el historiador éste
observador imparcial?. Hablar de la objetividad de la ciencia histórica sería volcarnos sobre el
tema de su cientificidad. Algo interesante del planteamiento kantiano es cómo una comunidad
política siempre, constituye (en un gobierno no autoritario ni despótico) una instancia en la cual
se evalúan los éxitos o fracasos, la justicia e injusticia, la legitimidad o ilegitimidad, y se
pronóstica la suerte de las desiciones políticas. La opinión pública es pasiva constituyendo una
suerte de laboratorio de observación a la vez que un tribunal (aunque lo sea en el plano de la
pura doxa) de la realidad política. Es por otro lado activa en tanto que sus reacciones
potencialmente pueden incidir en la conducta del poder político efectivo. Esto considera,
obviamente, que la comunidad política tiene un aspecto de participación directa en las
sociedades democráticas actuales: la elección de sus representates.
Este carácter moral y el acontecimiento de la Revolución Francesa con sus
consecuencias refuerzan desde muchos frentes la convicción y esperanza de Kant acerca del
progreso (en el sentido moral) de la humanidad. Se afirma que el progreso puede ser
interrumpido pero no roto. La última garantía para el espectador, y con esto relacionamos
finalmente todo lo dicho hasta ahora, es la naturaleza misma, llámese tambien providencia o
destino.

“La garantía de la paz perpetua la hallamos nada menos que en ese gran artista llamado
Naturaleza – natura daedala rerum-. En su curso mecánico se advierte visiblemente un finalismo
que introduce en la disensiones humanas, aún contra la voluntad del hombre, armonia y
concordia..” (29)

La clave es el proceso que llamamos “progreso”. Para Kant pretender hallar un sentido a
la historia, aunque solo sea como mera hipótesis, implica aceptar este concepto, aunque sea
como mera posibilidad. Si derivásemos una máxima de acción de tal concepto, podriamos decir
“que hay que obrar siempre de modo que la humanidad progrese hacia lo mejor”. Sabemos que
el progreso es una idea que tiene una fecha de nacimiento y que anteriormente los hombres de
todas formas actuaron sin necesidad de apelar a tal idea. La paz a su vez, tanto como el
progreso, es una mera posibilidad pero que en la razón práctico - moral se constituye en deber,
por lo que no requerimos la experiencia para legitimar la moralidad de luchar por esta posibilidad.
Ahora, la acción política se desenvuelve en el mundo concreto donde es conveniente ser
espectadores prudentes de los acontecimientos para no caer en ilusiones idealistas. Esta es
justo la actitud que tomo Kant ante la Revolución Francesa. El sentido del espectador es mas
amplio que el de los actores, por ello su posición es privilegiada respecto de evaluar si existe un
progreso relativo del género humano. Pero, su problema reside en que la experiencia no nos
puede ayudar, pues las acciones de seres dotados de libertad son siempre impredecibles para
cualquier entendimiento que no sea el divino. Sin embargo si ha de haber progreso, tiene que
haber algún tipo de expereriencia que permíta fundar esta idea. He aqui como Kant advierte que
un hecho histórico como la revolución francesa hace que las gentes tomen partido manifestando
públicamente sus preferencias: “...esta revolución, digo, encuentra en los espíritus de los
espectadores (que no están comprometidos en este juego) un deseo de participación, rayano en
el entusiasmo, y cuya manifestación no puede obedecer a otra causa que no sea la de una
disposición moral del género humano” (30). El revuelo de posiciones a favor y en contra, y la
posición aparentemente ambigüedad de Kant (su entusiasmo pero a la vez desinterés en
participar), son dos caras de dos causas que intervienen en esta emoción. Por una parte el
género humano aplaude que un pueblo no deba ser impedido por ningún poder a darse
la constitución civil que le parezca conveniente, mientras por otro lado, ve que la
unica constitución buena es aquella que evita la guerra agresiva, la cual, en la idea por
lo menos, es la republicana . Si no hubiesen razones para las revoluciones violentas estas no
tendrían razón de ser.
En síntesis, ante un hacer político que intenta abstenerse sobre todo juicio moral y
pretende obrar atendiendo sólo a una racionalidad instrumental, a un juego por el dominio y el
poder, se enfatiza que el carácter moral del hombre pide la integración de la esfera moral-
normativa a la política como una forma de procurar que la acción humana se oriente siempre
(aunque sufra retrasos) hacia el mejor estados de cosas posibles, no sólo del punto de vista
material- económico, sino según principios universales de derecho que reconozcan en el hombre
la condición de un agente racional moral que vive según valores y fínes, y que reconoce para sí
(en tanto que género) una dignidad y libertad inexpugnable por ningún estado.
Esta disposición moral señala el fin que la naturaleza ha dispuesto para el hombre, ya
sea por la misma dolorosa pena de la guerra y el peso que es para las naciones, ya sea por los
acontecimientos mismos que despiertan al ciudadano de su apatía política y lo hacen reaccionar,
ya sea como un concepto puro conforme con nuestra razón práctica, ya sea por cuestiones de la
seguridad y conservación de la comunidad, es establecer relaciones conformes a derecho entre
los individuos y entre las naciones, esto como único modo de establecer por fín la paz entre los
hombres. Este es el hilo conductor de la historia, esto es la garantía del progreso
anunciado ya por los acontecimientos, y la conjetura que nos permite derivar normas y
planes de acción. Por ello va el agente moral a inquirir a la historia como un juez , a
preguntarle a donde se dirije, por que nos va en ello nuestro interés como seres
finalistas que somos y el drama que constituimos en nuestro actuar por el mundo,
termina por anunciar nuestro futuro.
El marco normativo de la política debe asegurar por lo menos que en tanto que los seres
humanos actuen conforme a la ley y al deber (independiente de sus móviles) los resultados
prácticos sean una mejora del comportamiento ético de los individuos y el resultado histórico, un
constante progreso del género humano.
Ley y política están íntimamente ligadas por lo menos desde la antigüedad clásica. Para
Kant el problema del establecimiento de un Estado depende tanto de la ley, que hasta “ una raza
de demonios” (si es que son razonables) pueden ordenar su vida bajo leyes universales, para
así procurar su conservación independientemente de sus malvadas intenciones. Es decir todo
depende de la conducta pública (32). Esto reformula la noción aristotélica de que “un hombre de
bien sólo puede ser buen ciudadano en el seno de una buena ciudad”. La ley, en tanto que
encarna la dignidad y libertad humana (principio universal), y por otro lado en tanto representa a
quien acepta por su voluntad someterse a ella, no puede sino ser positiva para nuestra
comunidad y es un camino para que a la larga el género humano ( aunque individuos y sus
motivos sean otros) progrese a lo mejor. Este es el carácter público y legal que tiene que tener
toda acción política pues por esencia la maldad política se define por la condición de secreta.
Todo debate político requiere de un espacio sin censura, donde se favorezca la
racionalidad y carácter social de la comunicación humana (por medio de un contexto de
discursos argumentativos públicos y democracia participativa). En ello reside justamente la
capacidad de llegar a los acuerdos legítimos que permiten la vida en común. La vida política
enmarcada en una constitución legal, en ciertas “ reglas del juego” (basadas en los principios más
universales de nuestro género y que resguardan las libertades mutuas), permite que no se
destruyan las bases que constituyen y hacen posible la vida en sociedad, mientras que la libertad
y participación ciudadana, libre de toda censura ideológica, permite la evolución interna de las
sociedades tanto desde el punto de vista material- económico, como en el aspecto cultural, ético
y moral.
La esperanza kantiana se deposita en que las naciones antes que la vía armada
prefieran las instancias de diálogo político y que una constitución internacional a lo menos
resguarde los derechos básicos que le atañen a todo ser humano. La juridización de los espacios
políticos internacionales y los derechos humanos parecen estar acorde a un programa pacifista y
con la intención emancipadora de la ilustración (por lo menos en su expresión kantiana).

Conclusión

Muchos de los supuestos de la filosofía política kantiana, a los ojos de nuestra época,
pueden ser puestos en duda, considerados como ingenuos. Pero aun así hay una perspectiva
ventajosa de la posición de Kant: aunque se tenga la impresión mas negra de la naturaleza y la
historia humana, las prácticas políticas siempre dan espacio a una cuota de racionalidad donde
puede, interrumpir, la idea de la paz. Este espacio es siempre el de la discusión pública de lo
humano y lo divino, que se corresponde con el ideal de la libertad de pensamiento de la
ilustración. Los gobernantes tienen sus razones, pero no hacen mal en escuchar las “opiniones”
de los filósofos y sobretodo, de sus ciudadanos. Las sociedades no son fijas y estables, pueden
cambiar en la historia, son fruto a su vez de las capacidades y anhelos de sus individuos, y si
somos (al menos en parte) racionales, la paz tiene una chance. Ahora, esto involucra la
construcción de un proyecto en el tiempo, la suma de esfuerzos para lograr el objetivo,
una educación del ser humano para hacerse mas pleno como individuo libre y ser
social, y sobretodo, pensar el lugar de la política como un espacio público y
democrático (no de “funcionarios”) por esencia comunicativo y cooperativo.
Aunque la perspectiva de el progreso no sea infínita como la que creyó ver Kant y
aunque se conciba hoy que la modernidad con sus grandes relatos totalizadores de la historia y
la vida humana, con su actitud optimista y racionalista, se encuentran cuestionados y en
decadencia, el espíritu del proyecto kantiano, de pensar la paz desde las condiciones mas
adversas, sigue vigente no solo como un lujo teórico sino como una necesidad donde se
comprometen los destinos de todos los individuos de la Tierra. Por último, ninguna filosofía ha
clausurado absolutamente las posibilidades de la humanidad. Aunque ya no tengamos todo por
hacer, en este, nuestro globalizado y turbulento mundo, quedan cosas por hacer.

Bibliografía.(notas)

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(2) Velozo, Raúl. “Sobre la Igualdad (II parte)”. Artículo publicado en revista Filosofía, Educación y Cultura nº 4,
1999. Pag. 83.
(3) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 23
(4) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . LOM ediciones. Colección
escafandra. Santiago, 2001. Pag. 62
(5) Ureña, Enrique M. “La crítica kantiana de la sociedad y la religión. Kant predecesor de Marx y Freud” . Tecnos.
Madrid. 1979. Pag. 13.
(6) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag 52.
(7) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 23
(8) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag 39.
(9) Ureña, Enrique M. “La crítica kantiana de la sociedad y la religión. Kant predecesor de Marx y Freud” . Tecnos.
Madrid. 1979. Pag. 25
(10) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 55. Las cursivas son de Kant.
(11) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 41.
(12) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 40.
(13) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 57
(14) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pags. 44- 44
(15) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 24- 25
(16) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 25
(17) Kant, Immanuel. “Antropología en sentido pragmático”. Alianza editorial, Madrid. 1999. Pags. 277- 293.
(18) Cordua, Carla. Torreti, Roberto. “ Variedad en la razón. Ensayos sobre kant ”. Editorial Universidad de Puerto
Rico. 1992 pags. 167- 174.
(19) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . Pag. 35.
(20) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . Pag. 61
(21) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . Pag. 104
(22) Naishtat, Francisco. Documentos de trabajo Nº 18: “ Es y debe en la política secularizada: Hobbes, Kant y
Habermas”. Instituto de investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos
Aires. Conferencia presentada en el marco del “seminario permanente del area de epistemología y estudios
filosóficos de la acción. Septiembre de 1999. Disponible en internet.
(23) Naishtat, Francisco. Documentos de trabajo Nº 18: “ Es y debe en la política secularizada: Hobbes, Kant y
Habermas”. Ibid.
(24) Velozo, Raúl. “Sobre la Igualdad (I parte)”. Artículo publicado en revista Filosofía, Educación y Cultura nº 3,
1998. Pag. .
(25) Naishtat, Francisco. Documentos de trabajo Nº 18: “ Es y debe en la política secularizada: Hobbes, Kant y
Habermas”. Ibid.
(26) Arendt, Hannah. Ibid. Pags. 84- 85
(27) “Habemas y la modernidad”. Catedra, colección teorema. Madrid, 1994. Pag. 31.
(28) Ureña, Enrique M. “La crítica kantiana de la sociedad y la religión. Kant predecesor de Marx y Freud” . Tecnos.
Madrid. 1979. Pags. 81- 89
(29) Kant, Immanuel. “La Paz perpetua” . Editorial Porrúa. México. Pag. 229
(30) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 192

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