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Hannah Arendt en sus conferencias sobre la filosofía política de Kant nos dice que este
autor jamás escribió un tratado sistemático sobre política (1). Y en esto tiene razón, pues Kant
no se hizo famoso en la historia de la filosofía por sus aportes en esta materia sino que se lo ha
tomado por mucho tiempo como un “teórico del conocimiento” o se le ha dado importancia por
su filosofía práctica (2). Esto no quiere decir que no halla en su obras una consideración de lo
político. Mas bien ocurre que sus reflexiones se encuentran desperdigadas en numerosos
escrítos, de los cuales el más conocido es, sin duda, “La Paz perpetua”. Al intentar leer este texto
nos damos cuenta inmediatamente que hay, concentradas en él, numerosas ideas entorno a lo
político que nos remiten a revisar diversos elementos de la obra kantiana. Así, este pequeño
tratado, sirve como la guía de la punta de un taladro, pues en la medida que avanzamos en su
lectura nos obliga a profundizar sobre ciertos temas, encontrándonos de pronto, ante una
perspectiva de la filosofía del genio de Königsberg que dista de tradicionales interpretaciones.
En general las preocupaciones sobre política e historia aparecen reiteradamente sólo en
su etapa más madura, luego de los periodos que han sido llamados precríticos y críticos. La “La
Paz perpetua” data de 1795, Kant morirá en 1804. Las obras “Respuesta a la pregunta: ¿Qué es
Ilustración?” e “Idea para una historia general en clave cosmopolíta” son del año 1784, tres años
despues de la Crítica a la Razón Pura . Finalmente, se señala “La Crítica del Juicio” (1790) como
una obra con contenidos políticos, aunque el mismo Kant reconoce que es una obra consagrada
a la “facultad del juzgar” o “sobre el gusto” (poner la cita tomada de Arendt). Reconozco que la
manera en que se entrelazan los temas kantianos sobre política, derecho, historia, antropología,
moral y ética, resulta muy sutíl y compleja. Sólo un conocimiento total de la obra de Kant nos
aseguraría abarcar todas sus posibles implicaciones y consecuencias. No necesito explicar que
esta tarea, por ahora, me es imposible realizarla. El objetivo de este trabajo consiste más bien en
invitar a la lectura de Kant con “otros ojos”, y de paso, invitar a la reflexión política desde ciertos
lugares de su obra.
Como se puede ver, a través del título de este ensayo, la idea es vincular una
concepción de la historia con una determinada idea de lo político. Pero es cierto tambien que el
concepto de historia juega un papel mucho más importante en autores como Vico, Hegel y Marx
(3). Se puede afirmar, sin duda, que Kant representa un antecedente digno de atención en la
tradición “historicista” de la filosofía alemana, que nos permite trazar una senda que nos lleva
hacia Hegel, Marx y las preocupaciones de la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno,
Marcuse y recientemente, Habermas) (4) (5). Sabemos la importancia que la corriente marxista
ha tenido, y sigue teniendo, en la interpretación del mundo a lo largo del siglo XX y como
influenció directamente sobre sucesos históricos que presenció la humanidad durante dicho
siglo, por lo tanto investigar sus orígenes no resulta una tarea inútil.
Resulta interesante como se puede, a su vez, debatir filosóficamente si los ideales y
valores que encarna la Filosofía Moderna mantienen su vigencia respecto de las nuevas
orientaciones de la cultura, la sociedad y el pensamiento. Actualmente resitúa la discusión sobre
la posibilidad de una organización de estados que regule las relaciones internacionales o una
legislación internacional que pueda juzgar, por ejemplo, crímenes de guerras o violaciones a los
derechos humanos. No cabe duda que todos estos temas tendrían que ser tratados en un trabajo
mucho más amplio (que espero realizar). Por ahora, nuestra intención es proporcionar solo una
aproximación.
Historia.
La política.
Como decíamos, el interés por la política predominó en Kant durante el final de su vida,
después de la Revolución francesa en 1789, cuando tenía la edad de 75 años . El núcleo de
sus preocupaciones fue el cómo organizar el cuerpo político , es decir, el Derecho ,
sobre todo lo relativo a la constitución, el gobierno (republicano), las relaciones
internacionales. Dicho de otra manera como construir el estado, fundar la comunidad
política sobre bases sólidas. Esto, tanto para las naciones y su organización interna como
para la relación externa entre las naciones. Ya nos habla Kant de “ una constitución política
interior perfecta, y, con este fín, también perfecta desde el punto de vista exterior”. Éste es
justamente el propósito con que escribe “ la Paz perpetua”. El texto tiene un tono un tanto
irónico, lo que se comprende por la elección misma del tema y la extrema dificultad para hacerlo
realidad. Esto no quiere decir que una idea semejante carezca de valor, como una mera ilusión.
Kant propone que los “hombres políticos” ,“los hombres de experiencia”, tengan la sabiduría de
ponderar estas ideas.
El tratado contempla una primera sección de artículos preliminares que por decirlo de
alguna manera “preparan el terreno” para cualquier posible paz duradera. Tienen una orientación
muy práctica, y algunos de los problemas que aborda no estan resueltos aún en nuestros días.
Estos contemplan medidas tales como: que en cualquier pacto debe evitarse cualquier “ reserva
mental” o pretensiones secretas que generen una guerra, que ningún estado pueda ser adquirido
por otro, que los ejercitos permanentes desaparezcan por completo, que los estados no deban
contraer deudas, que los estados no se inmiscuyan en las constituciones y gobiernos de otro,
etc. Si miramos nuestro escenario político actual estas preocupaciones no nos son para nada
ajenas: el problema del desarme de las naciones, la descolonización del mundo, las “secretas”
razones de estado, la inteligencia de los servicios secretos de los países, la dependencia
económica y deuda externa, la intervención política y militar, el mantenimiento de las
“confianzas”, etc.
Estos primeros artículos son normatívos. Se dirigen no a los individuos sino a
los estados. Por lo tanto se considera a los individuos como organizados dentro de un
cuerpo social y culturalmente organizado. Subyace a lo largo de todo el texto la idea
de un contractualismo social que se da primero en la conformación de una comunidad
política particular y luego entre los estados (19).
La segunda sección contiene los elementos más contundentes de la filosofía política de
Kant. Trataré de exponer suscintamente su argumento central. El estado de naturaleza en
que se encuentran los hombres es el de la guerra . La paz por lo tanto debe ser instaurada
desde este primer estado que se puede considerar como prepolítico y prelegal. La seguridad de
la comunidad solo puede provenir del estado de civilidad, donde se regulen sus intereses tanto
individuales como colectivos (20). Dicho estado contempla que la comunidad humana este
organizada políticamente en un gobierno (o estado) y que esté bajo leyes (constituciones), de
preferencia que representen efectivamente la voluntad del pueblo ( representativa). En una nota
inicial de la segunda sección Kant se refiere a un “estado civil y legal” lo que nos da la idea que
ambos conceptos se hallan ligados en el pensamiento del autor.
La primera condición para la paz perpetua entre los estados es que la constitución
política debe ser en todo estado, republicana . Ya habíamos hecho notar la preferencia por
esta formula de gobierno. Las razones: su origen emana de la idea contrato originario (que
reconoce la igualdad y libertad de los hombres ante la sociedad, la ley y como ciudadanos)
donde prevalece la idea de derecho, y por otro lado la constitución republicana permite que la
guerra o la paz no sólo sean desiciones de los estados sino también indirectamente, de los
ciudadanos (21). La república es el principio que separa el poder legislativo del ejecutivo.
Tanto los pueblos como los estados pueden considerarse en estado de
naturaleza (guerra de todos contra todos). La seguridad de los pueblos depende a su vez de
que entre en un especie de relación legal entre ellos. Solo esto es posible si al interior lo pueblos
han salido ya de su “estado de naturaleza”. Este “derecho” internacional sólo puede fundarse en
una comunidad internacional, una federación de naciones , que mantiene y asegura libertad
entre los estados.
Finalmente Kant añade un curioso “derecho de vistante” (que se vincula con la idea de
una ciudadanía mundial) o sea que ningún extranjero en tierra ajena debe ser tratado
hostílmente pues “Fúndase este derecho en la común posesión de la tierra..”. Esta sencilla idea
contiene a su vez la simiente de una legislación internacional pues “De esa manera pueden muy
bien las comarcas lejanas entrar en pacíficas relaciones las cuales, si se convierten en públicas y
legales, llevarían a la raza humana a instaurar una constitución cosmopolíta”.
Hay una serie de problemas de índole política que se articulan entorno a estos artículos
definitivos. Las consideraciones políticas de Kant parecen continuar con una tradición
que asigna a la “naturaleza humana” cierta condición original e instintiva que es
insociable, egoísta y autodestructiva e inclinada a la violencia . Se parecen apelar a un
juicio sobre la naturaleza humana tomándolo mas que como una ley esencial de la especie
humana, como una forma prudencial, realista y crítica de hacer política de pensar la
conservación de la comunidad humana, la seguridad y unidad del Estado desde el peor
de los escenarios posibles, como la forma de hallar un príncipio de acción para el obrar
político.
Para kant este primer estadio prelegal y prepolítico ( estado de naturaleza ) constituye
una amenaza por lo que por medio de un pacto social original (que en Hobbes deviene en la
entrega del poder a un soberano absoluto) se entra a un estado de civilidad, es decir a una
comunidad organizada políticamente en torno a un gobierno o soberano, e idealmente regulada
por leyes válidas igualmente para todos los individuos, emanadas y aceptadas bajo su voluntad.
La situación interestatal se concibe análoga al estado original de “guerra de todos contra todos”
(otra coincidencia aparente con Hobbes) pero al contrario de Hobbes, Kant considera esta
situación como perjudicial, que debe solucionarse por medio de una federación de estados libres
(y republicanos). La cuestión fundamental en Kant no es el problema de la seguridad del
estado sino la salida del “estado de naturaleza”.(22)
Kant toma partido claramente por una opción política (el republicanismo), pero la concibe
a raiz del principio antropológico de la naturaleza humana y del teleologismo de la naturaleza.
¿Pero, es “neutra” la posición kantiana respecto de la historia y la política?. Desde Maquiavelo
se empieza a inagurar una desencantada observación de los hechos históricos , y la política se
presenta como secularizada, acción que no pretende hacer juicios morales, centrándose sólo en
la virtud política (23). En Hobbes la problemática política se centra en el problema de la
seguridad del estado, el orígen y fundamentación del poder soberano se deriva de supuestas
“leyes naturales” derivadas del comportamiento pasional humano que no implican
consideraciones históricas (24). En Kant, en cambio, hay una matriz que reposiciona la
dimensión normativa en la esfera política esta se refleja en la noción de los derechos
humanos y la emergencia de un espacio público político con contenido crítico . (25)
“La garantía de la paz perpetua la hallamos nada menos que en ese gran artista llamado
Naturaleza – natura daedala rerum-. En su curso mecánico se advierte visiblemente un finalismo
que introduce en la disensiones humanas, aún contra la voluntad del hombre, armonia y
concordia..” (29)
La clave es el proceso que llamamos “progreso”. Para Kant pretender hallar un sentido a
la historia, aunque solo sea como mera hipótesis, implica aceptar este concepto, aunque sea
como mera posibilidad. Si derivásemos una máxima de acción de tal concepto, podriamos decir
“que hay que obrar siempre de modo que la humanidad progrese hacia lo mejor”. Sabemos que
el progreso es una idea que tiene una fecha de nacimiento y que anteriormente los hombres de
todas formas actuaron sin necesidad de apelar a tal idea. La paz a su vez, tanto como el
progreso, es una mera posibilidad pero que en la razón práctico - moral se constituye en deber,
por lo que no requerimos la experiencia para legitimar la moralidad de luchar por esta posibilidad.
Ahora, la acción política se desenvuelve en el mundo concreto donde es conveniente ser
espectadores prudentes de los acontecimientos para no caer en ilusiones idealistas. Esta es
justo la actitud que tomo Kant ante la Revolución Francesa. El sentido del espectador es mas
amplio que el de los actores, por ello su posición es privilegiada respecto de evaluar si existe un
progreso relativo del género humano. Pero, su problema reside en que la experiencia no nos
puede ayudar, pues las acciones de seres dotados de libertad son siempre impredecibles para
cualquier entendimiento que no sea el divino. Sin embargo si ha de haber progreso, tiene que
haber algún tipo de expereriencia que permíta fundar esta idea. He aqui como Kant advierte que
un hecho histórico como la revolución francesa hace que las gentes tomen partido manifestando
públicamente sus preferencias: “...esta revolución, digo, encuentra en los espíritus de los
espectadores (que no están comprometidos en este juego) un deseo de participación, rayano en
el entusiasmo, y cuya manifestación no puede obedecer a otra causa que no sea la de una
disposición moral del género humano” (30). El revuelo de posiciones a favor y en contra, y la
posición aparentemente ambigüedad de Kant (su entusiasmo pero a la vez desinterés en
participar), son dos caras de dos causas que intervienen en esta emoción. Por una parte el
género humano aplaude que un pueblo no deba ser impedido por ningún poder a darse
la constitución civil que le parezca conveniente, mientras por otro lado, ve que la
unica constitución buena es aquella que evita la guerra agresiva, la cual, en la idea por
lo menos, es la republicana . Si no hubiesen razones para las revoluciones violentas estas no
tendrían razón de ser.
En síntesis, ante un hacer político que intenta abstenerse sobre todo juicio moral y
pretende obrar atendiendo sólo a una racionalidad instrumental, a un juego por el dominio y el
poder, se enfatiza que el carácter moral del hombre pide la integración de la esfera moral-
normativa a la política como una forma de procurar que la acción humana se oriente siempre
(aunque sufra retrasos) hacia el mejor estados de cosas posibles, no sólo del punto de vista
material- económico, sino según principios universales de derecho que reconozcan en el hombre
la condición de un agente racional moral que vive según valores y fínes, y que reconoce para sí
(en tanto que género) una dignidad y libertad inexpugnable por ningún estado.
Esta disposición moral señala el fin que la naturaleza ha dispuesto para el hombre, ya
sea por la misma dolorosa pena de la guerra y el peso que es para las naciones, ya sea por los
acontecimientos mismos que despiertan al ciudadano de su apatía política y lo hacen reaccionar,
ya sea como un concepto puro conforme con nuestra razón práctica, ya sea por cuestiones de la
seguridad y conservación de la comunidad, es establecer relaciones conformes a derecho entre
los individuos y entre las naciones, esto como único modo de establecer por fín la paz entre los
hombres. Este es el hilo conductor de la historia, esto es la garantía del progreso
anunciado ya por los acontecimientos, y la conjetura que nos permite derivar normas y
planes de acción. Por ello va el agente moral a inquirir a la historia como un juez , a
preguntarle a donde se dirije, por que nos va en ello nuestro interés como seres
finalistas que somos y el drama que constituimos en nuestro actuar por el mundo,
termina por anunciar nuestro futuro.
El marco normativo de la política debe asegurar por lo menos que en tanto que los seres
humanos actuen conforme a la ley y al deber (independiente de sus móviles) los resultados
prácticos sean una mejora del comportamiento ético de los individuos y el resultado histórico, un
constante progreso del género humano.
Ley y política están íntimamente ligadas por lo menos desde la antigüedad clásica. Para
Kant el problema del establecimiento de un Estado depende tanto de la ley, que hasta “ una raza
de demonios” (si es que son razonables) pueden ordenar su vida bajo leyes universales, para
así procurar su conservación independientemente de sus malvadas intenciones. Es decir todo
depende de la conducta pública (32). Esto reformula la noción aristotélica de que “un hombre de
bien sólo puede ser buen ciudadano en el seno de una buena ciudad”. La ley, en tanto que
encarna la dignidad y libertad humana (principio universal), y por otro lado en tanto representa a
quien acepta por su voluntad someterse a ella, no puede sino ser positiva para nuestra
comunidad y es un camino para que a la larga el género humano ( aunque individuos y sus
motivos sean otros) progrese a lo mejor. Este es el carácter público y legal que tiene que tener
toda acción política pues por esencia la maldad política se define por la condición de secreta.
Todo debate político requiere de un espacio sin censura, donde se favorezca la
racionalidad y carácter social de la comunicación humana (por medio de un contexto de
discursos argumentativos públicos y democracia participativa). En ello reside justamente la
capacidad de llegar a los acuerdos legítimos que permiten la vida en común. La vida política
enmarcada en una constitución legal, en ciertas “ reglas del juego” (basadas en los principios más
universales de nuestro género y que resguardan las libertades mutuas), permite que no se
destruyan las bases que constituyen y hacen posible la vida en sociedad, mientras que la libertad
y participación ciudadana, libre de toda censura ideológica, permite la evolución interna de las
sociedades tanto desde el punto de vista material- económico, como en el aspecto cultural, ético
y moral.
La esperanza kantiana se deposita en que las naciones antes que la vía armada
prefieran las instancias de diálogo político y que una constitución internacional a lo menos
resguarde los derechos básicos que le atañen a todo ser humano. La juridización de los espacios
políticos internacionales y los derechos humanos parecen estar acorde a un programa pacifista y
con la intención emancipadora de la ilustración (por lo menos en su expresión kantiana).
Conclusión
Muchos de los supuestos de la filosofía política kantiana, a los ojos de nuestra época,
pueden ser puestos en duda, considerados como ingenuos. Pero aun así hay una perspectiva
ventajosa de la posición de Kant: aunque se tenga la impresión mas negra de la naturaleza y la
historia humana, las prácticas políticas siempre dan espacio a una cuota de racionalidad donde
puede, interrumpir, la idea de la paz. Este espacio es siempre el de la discusión pública de lo
humano y lo divino, que se corresponde con el ideal de la libertad de pensamiento de la
ilustración. Los gobernantes tienen sus razones, pero no hacen mal en escuchar las “opiniones”
de los filósofos y sobretodo, de sus ciudadanos. Las sociedades no son fijas y estables, pueden
cambiar en la historia, son fruto a su vez de las capacidades y anhelos de sus individuos, y si
somos (al menos en parte) racionales, la paz tiene una chance. Ahora, esto involucra la
construcción de un proyecto en el tiempo, la suma de esfuerzos para lograr el objetivo,
una educación del ser humano para hacerse mas pleno como individuo libre y ser
social, y sobretodo, pensar el lugar de la política como un espacio público y
democrático (no de “funcionarios”) por esencia comunicativo y cooperativo.
Aunque la perspectiva de el progreso no sea infínita como la que creyó ver Kant y
aunque se conciba hoy que la modernidad con sus grandes relatos totalizadores de la historia y
la vida humana, con su actitud optimista y racionalista, se encuentran cuestionados y en
decadencia, el espíritu del proyecto kantiano, de pensar la paz desde las condiciones mas
adversas, sigue vigente no solo como un lujo teórico sino como una necesidad donde se
comprometen los destinos de todos los individuos de la Tierra. Por último, ninguna filosofía ha
clausurado absolutamente las posibilidades de la humanidad. Aunque ya no tengamos todo por
hacer, en este, nuestro globalizado y turbulento mundo, quedan cosas por hacer.
Bibliografía.(notas)
(1) Arendt, Hannah. “conferencias sobre la filosofía política de Kant”. Paidós Studio, Barcelona. 2003. Pag 21.
(2) Velozo, Raúl. “Sobre la Igualdad (II parte)”. Artículo publicado en revista Filosofía, Educación y Cultura nº 4,
1999. Pag. 83.
(3) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 23
(4) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . LOM ediciones. Colección
escafandra. Santiago, 2001. Pag. 62
(5) Ureña, Enrique M. “La crítica kantiana de la sociedad y la religión. Kant predecesor de Marx y Freud” . Tecnos.
Madrid. 1979. Pag. 13.
(6) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag 52.
(7) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 23
(8) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag 39.
(9) Ureña, Enrique M. “La crítica kantiana de la sociedad y la religión. Kant predecesor de Marx y Freud” . Tecnos.
Madrid. 1979. Pag. 25
(10) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 55. Las cursivas son de Kant.
(11) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 41.
(12) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 40.
(13) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 57
(14) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pags. 44- 44
(15) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 24- 25
(16) Arendt, Hannah. Ibid. Pag. 25
(17) Kant, Immanuel. “Antropología en sentido pragmático”. Alianza editorial, Madrid. 1999. Pags. 277- 293.
(18) Cordua, Carla. Torreti, Roberto. “ Variedad en la razón. Ensayos sobre kant ”. Editorial Universidad de Puerto
Rico. 1992 pags. 167- 174.
(19) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . Pag. 35.
(20) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . Pag. 61
(21) Mires, Fernando. “El fin de todas las guerras, un estudio de filosofía política” . Pag. 104
(22) Naishtat, Francisco. Documentos de trabajo Nº 18: “ Es y debe en la política secularizada: Hobbes, Kant y
Habermas”. Instituto de investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos
Aires. Conferencia presentada en el marco del “seminario permanente del area de epistemología y estudios
filosóficos de la acción. Septiembre de 1999. Disponible en internet.
(23) Naishtat, Francisco. Documentos de trabajo Nº 18: “ Es y debe en la política secularizada: Hobbes, Kant y
Habermas”. Ibid.
(24) Velozo, Raúl. “Sobre la Igualdad (I parte)”. Artículo publicado en revista Filosofía, Educación y Cultura nº 3,
1998. Pag. .
(25) Naishtat, Francisco. Documentos de trabajo Nº 18: “ Es y debe en la política secularizada: Hobbes, Kant y
Habermas”. Ibid.
(26) Arendt, Hannah. Ibid. Pags. 84- 85
(27) “Habemas y la modernidad”. Catedra, colección teorema. Madrid, 1994. Pag. 31.
(28) Ureña, Enrique M. “La crítica kantiana de la sociedad y la religión. Kant predecesor de Marx y Freud” . Tecnos.
Madrid. 1979. Pags. 81- 89
(29) Kant, Immanuel. “La Paz perpetua” . Editorial Porrúa. México. Pag. 229
(30) Kant, Immanuel. “Filosofía de la Historia”. Editorial Nova. Buenos Aires. Pag. 192