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Índice
1Causas y fenomenología
o 1.1Física de los tsunamis tectónicos
o 1.2Dispersión de la energía debido al alargamiento del frente de onda
o 1.3Tsunamis con otros orígenes
2Tsunamis en el pasado
o 2.1Isla Santorini (1650 a. C.)
o 2.2Golfo de Cádiz
o 2.3Tsunami de Alejandría (365 d. C.)
o 2.4Valparaíso (1730)
o 2.5Callao (1746)
o 2.6Lisboa (1755)
o 2.7Krakatoa (1883)
o 2.8Mesina (1908)
o 2.9Océano Pacífico (1946)
o 2.10Alaska (1958)
o 2.11Valdivia (1960)
o 2.12Colombia (1979)
o 2.13Nicaragua (1992)
o 2.14Hokkaido (1993)
o 2.15Océano Índico (2004)
o 2.16Chile Central y Sur (2010)
o 2.17Japón (2011)
o 2.18Indonesia (2018)
o 2.19Erupción del Anak Krakatoa (2018)
3Sistemas de alerta
4Prevención
o 4.1Las barreras naturales
5Diferencias entre tsunamis y marejadas
6Véase también
7Referencias
8Enlaces externos
Causas y fenomenología[editar]
Antiguamente, el término tsunami se utilizaba para referirse a las olas producidas
por huracanes y temporales que podían entrar tierra adentro, pero estas no dejaban de ser
olas superficiales producidas por el viento. Tampoco se debe confundir con la ola producida
por la marea conocida como macareo. Este es un fenómeno regular y mucho más lento,
aunque en algunos lugares estrechos y de fuerte desnivel pueden generarse fuertes
corrientes.
La mayoría de los tsunamis son originados por terremotos de gran magnitud bajo la superficie
acuática. Para que se origine un tsunami, el fondo marino debe ser movido de manera abrupta
en sentido vertical, de modo que una gran masa de agua del océano sea impulsada fuera de
su equilibrio normal. Cuando esta masa de agua trata de recuperar su equilibrio genera olas.
El tamaño del tsunami estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo
marino entre otros parámetros como la profundidad del lecho marino. No todos los terremotos
bajo la superficie acuática generan tsunamis, sino solo aquellos de gran magnitud,
con hipocentro en el punto de profundidad adecuado.
Un tsunami tectónico producido en un fondo oceánico de 5 km de profundidad desplazará toda
la columna de agua desde el fondo hasta la superficie. El desplazamiento vertical puede ser
tan solo de centímetros; pero, si se produce a la suficiente profundidad, la velocidad será muy
alta y la energía transmitida a la onda será enorme. Aun así, en alta mar la ola pasa casi
desapercibida, ya que queda camuflada entre las olas superficiales. Sin embargo, destacan en
la quietud del fondo marino, el cual se agita en toda su profundidad.
La zona más afectada por este tipo de fenómenos es el océano Pacífico, debido a que en él
se encuentra la zona de sismos más activa del planeta, el cinturón de fuego. Por ello, es el
único océano con un sistema de alertas verdaderamente eficaz.
,
donde D es la profundidad del agua que está directamente sobre el sismo y g, la gravedad
terrestre (9,8 m/s²).5
A las profundidades típicas de 4-5 km las olas viajarán a velocidades en torno a los 600
kilómetros por hora o más. Su amplitud superficial o altura de la cresta H puede ser pequeña,
pero la masa de agua que agitan es enorme, y por ello su velocidad es tan grande; y no solo
eso, pues la distancia entre picos (longitud de onda) también lo es. Es habitual que la longitud
de onda de la cadena de olas de un tsunami sea de 100 km, 200 km o más.
Cuando la ola entra en aguas poco profundas, se ralentiza y aumenta su amplitud (altura).
El intervalo de tiempo entre cresta y cresta (período de la onda) puede durar desde menos de
diez minutos hasta media hora o más. Cuando la ola entra en la plataforma continental, la
disminución drástica de profundidad hace que la velocidad de la ola disminuya y empiece a
aumentar su altura. Al llegar a la costa, la velocidad habrá decrecido hasta unos 50 kilómetros
por hora, mientras que la altura ya será de unos 3 a 30 m, dependiendo del tipo de relieve que
se encuentre. La distancia entre crestas (longitud de onda L) también se estrechará cerca de
la costa.
Debido a que la onda se propaga en toda la columna de agua, desde la superficie hasta el
fondo, se puede hacer la aproximación a la teoría lineal de la hidrodinámica. Así, el flujo de
energía E se calcula como:
,
siendo 'd' la densidad del fluido.
La teoría lineal predice que las olas conservarán su energía mientras no rompan en la costa.
La disipación de la energía cerca de la costa dependerá, de las características del relieve
marino. La manera como se disipa dicha energía antes de romper depende de la relación H/h.
Una vez que llega a tierra, la forma en que la ola rompe depende de la relación H/L. Como L
siempre es mucho mayor que H, las olas romperán como lo hacen las olas bajas y planas.
Esta forma de disipar la energía es poco eficiente, y lleva a la ola adentrarse en tierra como
una gran marea.4
A la llegada a la costa la altura aumentará, pero seguirá teniendo forma de onda plana. Se
puede decir que hay un trasvase de energía de velocidad a amplitud. La ola se frena pero
gana altura. Pero la amplitud no es suficiente para explicar el poder destructor de la ola.
Incluso en un tsunami de menos de 5 m los efectos pueden ser devastadores. La ola arrastra
una masa de agua mucho mayor que cualquier ola convencional, por lo que el primer impacto
del frente de la onda viene seguido del empuje del resto de la masa de agua perturbada que
presiona, haciendo que el mar se adentre mucho en tierra. Por ello, la mayoría de los tsunamis
tectónicos se asemejan a una poderosa riada, en la cual es el mar el que inunda a la tierra, y
lo hace a gran velocidad.
Antes de su llegada, el mar acostumbra a retirarse de la costa, que en caso de fondos
relativamente planos, puede llegar a varios centenares de metros, como una
rápida marea baja. Desde entonces hasta que llega la ola principal pueden pasar de 5 a
10 minutos, como también existen casos en los que han transcurrido horas para que la
marejada llegue a tierra. A veces, antes de llegar la cadena principal de olas del tsunami, que
realmente arrasará la zona, pueden aparecer «micro tsunamis» de aviso. Así ocurrió el 26 de
diciembre de 2004 en las costas de Sri Lanka donde, minutos antes de la llegada de la ola
fuerte, pequeños tsunamis entraron unos cincuenta metros playa adentro, provocando el
desconcierto entre los bañistas antes de que se les echara encima la ola mayor. Según
testimonios, «se vieron rápidas y sucesivas mareas bajas y altas, luego el mar se retiró por
completo y solo se sintió el estruendo atronador de la gran ola que venía».
En la animación del tsunami del Índico de 2004 se puede observar cómo la onda se curva por los
extremos y cómo Bangladés apenas sufre sus efectos, mientras que Sri Lanka, en la dirección de la
zona central de la ola, la recibe de lleno.
Debido a que la energía de los tsunamis tectónicos es casi constante, pueden llegar a cruzar
océanos y afectar a costas muy alejadas del lugar del suceso. La trayectoria de las ondas
puede modificarse por las variaciones del relieve abisal, fenómeno que no ocurre con las olas
superficiales. En los tsunamis tectónicos, dado que se producen debido al desplazamiento
vertical de una falla, la onda que generan suele ser un tanto especial. Su frente de onda es
recto en casi toda su extensión. Solo en los extremos se va diluyendo la energía al curvarse.
La energía se concentra, pues, en un frente de onda recto, lo que hace que las zonas situadas
justo en la dirección de la falla se vean relativamente poco afectadas, en contraste con las
zonas que quedan barridas de lleno por la ola, aunque estas se sitúen mucho más lejos. El
peculiar frente de onda es lo que hace que la ola no pierda energía por simple dispersión
geométrica, sobre todo en su zona más central. El fenómeno es parecido a una onda
encajonada en un canal o río. La onda, al no poder dispersarse, mantiene constante su
energía. En un tsunami existe, cierta dispersión pero, sobre todo, en las zonas más alejadas
del centro del frente de onda recto.