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tsunami

Un tsunami1 (del japonés 津 [tsu], «puerto o bahía», y 波 [nami], «ola»)2 es un evento


complejo que involucra un grupo de olas en un cuerpo de agua de gran energía y de tamaño
variable que se producen cuando algún fenómeno extraordinario, por ejemplo, un maremoto,
erupción volcánica, u otra explosión subacuática (incluidas detonaciones, deslizamientos de
terreno, desprendimientos de hielo glaciar, impacto de meteoritos y otros eventos) desplaza
verticalmente una gran masa de agua.3 A diferencia de las olas oceánicas normales
producidas por el viento, o las mareas, que son generadas por la atracción gravitatoria del Sol
y la Luna, un tsunami es generado por el desplazamiento de agua.
Este tipo de olas desplazan una cantidad de agua muy superior a las olas superficiales
producidas por el viento. Se calcula que el 90% de estos fenómenos son provocados
por terremotos, en cuyo caso reciben el nombre más correcto y preciso de «tsunamis
tectónicos». La energía de un maremoto depende de su altura, de su longitud de onda y de
la longitud de su frente. La energía total descargada sobre una zona costera también
dependerá de la cantidad de picos que lleve el tren de ondas.4 Es frecuente que un tsunami
que viaja grandes distancias, disminuya la altura de sus olas, pero siempre mantendrá una
velocidad determinada por la profundidad sobre la cual el tsunami se desplaza. Normalmente,
en el caso de los tsunamis tectónicos, la altura de la onda de tsunami en aguas profundas es
del orden de 1.0 metros, pero la longitud de onda puede alcanzar algunos cientos de
kilómetros. Esto es lo que permite que aun cuando la altura en océano abierto sea muy baja,
esta altura crezca en forma abrupta al disminuir la profundidad, con lo cual, al disminuir la
velocidad de la parte delantera del tsunami, necesariamente crezca la altura por
transformación de energía cinética en energía potencial. De esta forma una masa de agua de
algunos metros de altura puede arrasar a su paso hacia el interior.

Índice

 1Causas y fenomenología
o 1.1Física de los tsunamis tectónicos
o 1.2Dispersión de la energía debido al alargamiento del frente de onda
o 1.3Tsunamis con otros orígenes
 2Tsunamis en el pasado
o 2.1Isla Santorini (1650 a. C.)
o 2.2Golfo de Cádiz
o 2.3Tsunami de Alejandría (365 d. C.)
o 2.4Valparaíso (1730)
o 2.5Callao (1746)
o 2.6Lisboa (1755)
o 2.7Krakatoa (1883)
o 2.8Mesina (1908)
o 2.9Océano Pacífico (1946)
o 2.10Alaska (1958)
o 2.11Valdivia (1960)
o 2.12Colombia (1979)
o 2.13Nicaragua (1992)
o 2.14Hokkaido (1993)
o 2.15Océano Índico (2004)
o 2.16Chile Central y Sur (2010)
o 2.17Japón (2011)
o 2.18Indonesia (2018)
o 2.19Erupción del Anak Krakatoa (2018)
 3Sistemas de alerta
 4Prevención
o 4.1Las barreras naturales
 5Diferencias entre tsunamis y marejadas
 6Véase también
 7Referencias
 8Enlaces externos

Causas y fenomenología[editar]
Antiguamente, el término tsunami se utilizaba para referirse a las olas producidas
por huracanes y temporales que podían entrar tierra adentro, pero estas no dejaban de ser
olas superficiales producidas por el viento. Tampoco se debe confundir con la ola producida
por la marea conocida como macareo. Este es un fenómeno regular y mucho más lento,
aunque en algunos lugares estrechos y de fuerte desnivel pueden generarse fuertes
corrientes.
La mayoría de los tsunamis son originados por terremotos de gran magnitud bajo la superficie
acuática. Para que se origine un tsunami, el fondo marino debe ser movido de manera abrupta
en sentido vertical, de modo que una gran masa de agua del océano sea impulsada fuera de
su equilibrio normal. Cuando esta masa de agua trata de recuperar su equilibrio genera olas.
El tamaño del tsunami estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo
marino entre otros parámetros como la profundidad del lecho marino. No todos los terremotos
bajo la superficie acuática generan tsunamis, sino solo aquellos de gran magnitud,
con hipocentro en el punto de profundidad adecuado.
Un tsunami tectónico producido en un fondo oceánico de 5 km de profundidad desplazará toda
la columna de agua desde el fondo hasta la superficie. El desplazamiento vertical puede ser
tan solo de centímetros; pero, si se produce a la suficiente profundidad, la velocidad será muy
alta y la energía transmitida a la onda será enorme. Aun así, en alta mar la ola pasa casi
desapercibida, ya que queda camuflada entre las olas superficiales. Sin embargo, destacan en
la quietud del fondo marino, el cual se agita en toda su profundidad.
La zona más afectada por este tipo de fenómenos es el océano Pacífico, debido a que en él
se encuentra la zona de sismos más activa del planeta, el cinturón de fuego. Por ello, es el
único océano con un sistema de alertas verdaderamente eficaz.

Física de los tsunamis tectónicos[editar]


No existe un límite claro respecto de la magnitud necesaria de un sismo como para generar un
tsunami. Los elementos determinantes para que ocurra un tsunami son la magnitud del sismo
originador, la profundidad del hipocentro y la morfología de las placas tectónicas involucradas.
Esto hace que para algunos lugares del planeta se requieran grandes sismos para generar un
tsunami, en tanto que para otros baste con de sismos de menor magnitud. En otros términos,
la geología local, la magnitud y la profundidad focal son parte de los elementos que definen la
ocurrencia o no de un tsunami de origen tectónico.4
La velocidad de las olas puede determinarse a través de la ecuación:

,
donde D es la profundidad del agua que está directamente sobre el sismo y g, la gravedad
terrestre (9,8 m/s²).5
A las profundidades típicas de 4-5 km las olas viajarán a velocidades en torno a los 600
kilómetros por hora o más. Su amplitud superficial o altura de la cresta H puede ser pequeña,
pero la masa de agua que agitan es enorme, y por ello su velocidad es tan grande; y no solo
eso, pues la distancia entre picos (longitud de onda) también lo es. Es habitual que la longitud
de onda de la cadena de olas de un tsunami sea de 100 km, 200 km o más.

Cuando la ola entra en aguas poco profundas, se ralentiza y aumenta su amplitud (altura).

El intervalo de tiempo entre cresta y cresta (período de la onda) puede durar desde menos de
diez minutos hasta media hora o más. Cuando la ola entra en la plataforma continental, la
disminución drástica de profundidad hace que la velocidad de la ola disminuya y empiece a
aumentar su altura. Al llegar a la costa, la velocidad habrá decrecido hasta unos 50 kilómetros
por hora, mientras que la altura ya será de unos 3 a 30 m, dependiendo del tipo de relieve que
se encuentre. La distancia entre crestas (longitud de onda L) también se estrechará cerca de
la costa.
Debido a que la onda se propaga en toda la columna de agua, desde la superficie hasta el
fondo, se puede hacer la aproximación a la teoría lineal de la hidrodinámica. Así, el flujo de
energía E se calcula como:

,
siendo 'd' la densidad del fluido.
La teoría lineal predice que las olas conservarán su energía mientras no rompan en la costa.
La disipación de la energía cerca de la costa dependerá, de las características del relieve
marino. La manera como se disipa dicha energía antes de romper depende de la relación H/h.
Una vez que llega a tierra, la forma en que la ola rompe depende de la relación H/L. Como L
siempre es mucho mayor que H, las olas romperán como lo hacen las olas bajas y planas.
Esta forma de disipar la energía es poco eficiente, y lleva a la ola adentrarse en tierra como
una gran marea.4
A la llegada a la costa la altura aumentará, pero seguirá teniendo forma de onda plana. Se
puede decir que hay un trasvase de energía de velocidad a amplitud. La ola se frena pero
gana altura. Pero la amplitud no es suficiente para explicar el poder destructor de la ola.
Incluso en un tsunami de menos de 5 m los efectos pueden ser devastadores. La ola arrastra
una masa de agua mucho mayor que cualquier ola convencional, por lo que el primer impacto
del frente de la onda viene seguido del empuje del resto de la masa de agua perturbada que
presiona, haciendo que el mar se adentre mucho en tierra. Por ello, la mayoría de los tsunamis
tectónicos se asemejan a una poderosa riada, en la cual es el mar el que inunda a la tierra, y
lo hace a gran velocidad.
Antes de su llegada, el mar acostumbra a retirarse de la costa, que en caso de fondos
relativamente planos, puede llegar a varios centenares de metros, como una
rápida marea baja. Desde entonces hasta que llega la ola principal pueden pasar de 5 a
10 minutos, como también existen casos en los que han transcurrido horas para que la
marejada llegue a tierra. A veces, antes de llegar la cadena principal de olas del tsunami, que
realmente arrasará la zona, pueden aparecer «micro tsunamis» de aviso. Así ocurrió el 26 de
diciembre de 2004 en las costas de Sri Lanka donde, minutos antes de la llegada de la ola
fuerte, pequeños tsunamis entraron unos cincuenta metros playa adentro, provocando el
desconcierto entre los bañistas antes de que se les echara encima la ola mayor. Según
testimonios, «se vieron rápidas y sucesivas mareas bajas y altas, luego el mar se retiró por
completo y solo se sintió el estruendo atronador de la gran ola que venía».

En la animación del tsunami del Índico de 2004 se puede observar cómo la onda se curva por los
extremos y cómo Bangladés apenas sufre sus efectos, mientras que Sri Lanka, en la dirección de la
zona central de la ola, la recibe de lleno.

Debido a que la energía de los tsunamis tectónicos es casi constante, pueden llegar a cruzar
océanos y afectar a costas muy alejadas del lugar del suceso. La trayectoria de las ondas
puede modificarse por las variaciones del relieve abisal, fenómeno que no ocurre con las olas
superficiales. En los tsunamis tectónicos, dado que se producen debido al desplazamiento
vertical de una falla, la onda que generan suele ser un tanto especial. Su frente de onda es
recto en casi toda su extensión. Solo en los extremos se va diluyendo la energía al curvarse.
La energía se concentra, pues, en un frente de onda recto, lo que hace que las zonas situadas
justo en la dirección de la falla se vean relativamente poco afectadas, en contraste con las
zonas que quedan barridas de lleno por la ola, aunque estas se sitúen mucho más lejos. El
peculiar frente de onda es lo que hace que la ola no pierda energía por simple dispersión
geométrica, sobre todo en su zona más central. El fenómeno es parecido a una onda
encajonada en un canal o río. La onda, al no poder dispersarse, mantiene constante su
energía. En un tsunami existe, cierta dispersión pero, sobre todo, en las zonas más alejadas
del centro del frente de onda recto.

Dispersión de la energía debido al alargamiento del frente de


onda[editar]
Hay quienes sostienen6 que los tsunamis son ejemplos de un tipo especial de ondas no
lineales denominadas solitones.
El fenómeno físico 7 de los solitones fue descrito, en el siglo XIX, por J. S. Russell en canales
de agua7 de poca profundidad, y son observables también en otros lugares. Al respecto se ha
expresado que:
...en ríos (de varios metros de altura: mascaret del río Sena o bore del río Severn ) y en estrechos (como
en la pycnoclina del estrecho de Gibraltar, donde pueden alcanzar hasta cien metros de amplitud
aunque sean apenas perceptibles en la superficie del mar) o en el océano (maremoto es una ola
gigantesca en un puerto que ocurre como etapa final de una onda solitaria que ha recorrido de tres a
cuatro mil kilómetros a unos ochocientos kilómetros por hora, por ejemplo de Alaska a Hawái). 8

Tsunamis con otros orígenes[editar]


Existen otros mecanismos generadores de tsunamis menos corrientes que también pueden
producirse por erupciones volcánicas, deslizamientos de
tierra, meteoritos, explosiones submarinas y de origen meteorológico conocidos
como meteotsunami9. Estos fenómenos pueden producir olas enormes, mucho más altas que
las de los tsunamis corrientes. De todas estas causas alternativas, la más común es la de los
deslizamientos de tierra producidos por erupciones volcánicas explosivas, que pueden hundir
islas o montañas enteras en el mar en cuestión de segundos. También existe la posibilidad de
desprendimientos naturales tanto en la superficie como debajo de ella. Este tipo de
maremotos difieren drásticamente de los maremotos tectónicos.
En primer lugar, la cantidad de energía que interviene. Está el terremoto del océano Índico de
2004, con una energía desarrollada de unos 32.000 MT. Solo una pequeña fracción de esta se
traspasará al maremoto. Por el contrario, un ejemplo clásico de este tipo de tsunamis es la
explosión del volcán Krakatoa, cuya erupción generó una energía de 300 MT. Sin embargo, se
midió una altitud en las olas de hasta 50 m, muy superior a la de las medidas por los tsunamis
del océano Índico. La razón de estas diferencias estriba en varios factores. Por una parte, el
mayor rendimiento en la generación de las olas por parte de este tipo de fenómenos, menos
energéticos pero que transmiten gran parte de su energía al mar. En un seísmo (o sismo), la
mayor parte de la energía se invierte en mover las placas. Pero, aun así, la energía de los
maremotos tectónicos sigue siendo mucho mayor que la de los mega maremotos. Otra de las
causas es el hecho de que un maremoto tectónico distribuye su energía a lo largo de una
superficie de agua mucho mayor, mientras que los mega maremotos parten de un suceso muy
puntual y localizado. En muchos casos, los mega maremotos también sufren una mayor
dispersión geométrica, debido justamente a la extrema localización del fenómeno. Además,
suelen producirse en aguas relativamente poco profundas de la plataforma continental. El
resultado es una ola con mucha energía en amplitud superficial, pero de poca profundidad y
menor velocidad. Este tipo de fenómenos son increíblemente destructivos en las costas
cercanas al desastre, pero se diluyen con rapidez. Esa disipación de la energía no solo se da
por una mayor dispersión geométrica, sino también porque no suelen ser olas profundas, lo
cual conlleva turbulencias entre la parte que oscila y la que no. Eso comporta que su energía
disminuya bastante durante el trayecto.

Recreación gráfica de un maremoto aproximándose a la costa

El ejemplo típico de megatsunami es el causado por la caída de un meteorito en el océano.


Este evento produciría ondas curvas de gran amplitud inicial, bastante superficiales, que sí
tendrían dispersión geométrica y disipación por turbulencia, por lo que, a grandes distancias,
quizá los efectos no serían tan dañinos. Una vez más los efectos estarían localizados, sobre
todo, en las zonas cercanas al impacto. El efecto es exactamente el mismo que el de lanzar
una piedra a un estanque. Evidentemente, si el meteorito fuera lo suficientemente grande,
daría igual cuán alejado se encontrara el continente del impacto, pues las olas lo arrasarían de
todas formas con una energía inimaginable. Tsunamis apocalípticos de esa magnitud debieron
producirse hace 65 millones de años cuando un meteorito cayó en la actual península de
Yucatán. Este mecanismo generador es, sin duda, el más raro de todos; de hecho, no se
tienen registros históricos de ninguna ola causada por un impacto.4
Algunos geólogos especulan que un mega tsunami podría producirse en un futuro próximo (en
términos geológicos) cuando se produzca un deslizamiento en el volcán de la parte inferior de
la isla de La Palma, en las islas Canarias (cumbre Vieja). Sin embargo, aunque existe esa
posibilidad (de hecho algunos valles de Canarias, como el de Güímar, en Tenerife, o el del
Golfo, en El Hierro, se formaron por episodios geológicos de este tipo), no parece que eso
pueda ocurrir a corto plazo.

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