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Capítulo I
“Según los filósofos clásicos”
Según Aristóteles: El alma es la organización del cuerpo y no un espíritu separable
de este mismo, (de este modo uno con alma) tiene la potencialidad de llevar a cabo
las funciones vitales, la actualización de esta potencialidad, la actividad biológica es
la vida.
El alma no puede existir sin el cuerpo, ya que es la forma de un tipo de cuerpo.
Aristóteles argumenta que existen 3 tipos de alma:
Alma vegetativa: Es la propia de las plantas, esta asume funciones para el
mantenimiento de la vida, sensitivos y control de movimiento local.
Alma sensitiva: Es la propia de los animales, ejerce las funciones del alma vegetativa.
Además controla la percepción sensible, el deseo y el movimiento local
Los humanos también tenemos un tipo de alma, cuyo nombre es “Alma racional”. Las
funciones racionales se encargan del conocimiento de la verdad en si misma (la
capacidad del conocimiento científico) y el reconocimiento de la verdad con fines
prácticos.
Según Platón: Mientras que el alma es inmaterial e inmortal, el cuerpo es material y está
sujeto a la corrupción física y en último término la muerte. Además, el alma es preexistente
al cuerpo y se ve forzada a encarnarse en este mundo material reiteradamente. Esta idea de
la reencarnación, también llamada metempsicosis, fue probablemente tomada por Platón de
los filósofos pitagóricos y la religión órfica.
Platón analiza al hombre y encuentra que existen tres motivaciones en sus actos que se
corresponden a tres partes o tipos de alma. Las partes del alma son: la racional, la irascible y
la apetitiva.
Capitulo II
“Según los filósofos Modernos”
Según Descartes: La comunicación entre el yo-alma y el cuerpo-máquina en Descartes es
bastante problemática. El filósofo francés admite que el papel del alma es activo y
fundamentador, pero al localizar su sede principal en el centro del cerebro –concretamente
en la llamada «glándula pineal»– se verá obligado a explicar cómo funciona el mecanismo
de interacción entre dos sustancias tan heterogéneas, y a explicar en obras posteriores como
Las pasiones del alma (1649) una unión de alma y cuerpo más estrecha de la inicialmente
planteada.