Psiquis

Aversiones gustativo-nutritivas desarrolladas

en situaciones experimentales y clínicas:
características y mecanismos biológicos
implicados#

C. Mediavilla, l. Cubero, F. Molina, A. Puerto

Psiquis, 2001 ; 22 (4): 195-204

Resumen
El rechazo de los alimentos que se produce tras experiencias que implican malestar gastrointes-
tina1 (náuseas, vómitos, etc.) es un fenómeno biológicamente predispuesto que se observa fre-
cuentemente tanto en la investigación animal como en nuestra propia vida diaria. Pero la adquisi-
ción de estas aversiones suele producirse y puede adoptar tintes dramáticos en el caso de pacien-
tes oncológicos que sufren frecuentes vómitos y náuseas como consecuencia del tratamiento con
quimioterapia o radioterapia. La calidad de vida de estas personas, ya de por sí comprometida por
la propia enfermedad, puede verse seriamente mermada. En los últimos años se han realizado
grandes esfuerzos por minimizar los efectos colaterales de esos tratamientos pero sus resultados
no siempre han sido suficientemente eficaces. Parece necesario desarrollar nuevas líneas de
investigación que proporcionen alternativas profilácticas factibles de ser llevadas a la práctica por
su sencillez y por su inocuidad. La aplicación de los conocimientos y de los principios que rigen la
formación de las aversiones gustativas aprendidas podía ser una de ellas. En este trabajo se ana-
lizan las características de estas aversiones gustativas/nutritivas entre las que destacan su rápida
'adquisición, su especificidad estimular y una amplia demora interestimular. Se examinan igual-
mente alguno de los sistemas neuroquímicos y anatómicos implicados en este proceso adquisiti-
vo. Finalmente, se revisan algunas de las estrategias farmacológicas y conductuales derivadas de
la investigación básica y encaminadas a la prevención del desarrollo de estas perturbadoras aver-
siones nutritivas.

Palabras clave: Aversiones nutritivas. Aprendizaje interoceptivo. Predisposición biológica. Náu-

seaslvómitos. Cáncer. Receptores 5-HT,. Nervio VagoIArea Postrema.

Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento.

Area de Psicobiología. Universidad de Granada. Granada. España.

# Este trabajo fue financiado en parte por la Universidad de Granada, Junta de Andalucía (HUM 325) y Ministerio de Edu-
cación y Ciencia (PB 98- 1284).
C. Mediavilla y cols.

Abstract
Food aversions in clinical and experimental context: characteristic and
biological mechanisms involved
Food aversion is a biologically predisposed behavior, which frequently develops as a result of
gastrointestinal malaise (nausea, vomiting, etc). It can be observed both in animal research and in
our own lives. This behavior could be critically relevant in cancer patients suffering from vomiting
and nausea as a result of their chemotherapy and radiotherapy treatments. The quality of life for
these patients, already being affected by the illness itself, can be seriously diminished. During the
last few years, severa1 efforts have been made to minimize the treatments' collateral effects, but
the results have not always proven to be effective enough. For this reason, it is necessary to deve-
lop new areas of investigation that provide alternative feasible prophylactics to be put into practice
for their simplicity and innocuousness. One possible investigation area would be the findings and
principies that steer the formation of learned taste aversions. In this paper we have analysed ttie
main characteristics of these taste/food aversions, including rapid acquisition, stimulus specificity,
and long-delay between the gustatory and noxious stirnuli. Also, we have examined some of the
neurochemical and neuroanatomical systems involved in this acquisition process. Finally, this arti-
cle reviews some of the pharmacological and behavioral strategies aimed to prevent the develop-
ment of these disturbing food aversions.

Key words: Food aversions. Taste aversion learning. Biological constraint. Nauseas/vomiting.
Cancer. 5-HT, receptors. Vagus nerve/Area Postrema.

Definición y características de las dencia a rechazar alimentos nuevos, supone un

aversiones nutritivas/gustativas
El desarrollo de aversiones nutritivas y gustati-
vas, denominado Aprendizaje Aversivo Gustativo,
Aprendizaje lnteroceptivo o Toxifobia, se manifiesta
en la tendencia a evitar la ingesta de sustancias
que previamente han estado asociadas con situa-
ciones de malestar gastrointestinal. Generalmente,
en situaciones experimentales con mamíferos, la
asociación se establece utilizando estímulos gusta-
tivos y un tratamiento (administración de CILi, de
CINa, rotación corporal, etc.), que suele conducir a
la aparición de náuseas o malestar gastrointestinal.
Este modelo biológico adquisitivo se ha manifesta-
do de gran utilidad para el estudio. e identificación
de las estructuras y sistemas cerebrales responsa-
bles de la conducta animal y humana.
Entre las peculiaridades que caracterizan el
desarrollo de este proceso aversivo se pueden
mencionar las siguientes (1, 2):
Rapidez de adquisición. Tanto en condiciones
naturales como en el laboratorio, una única exposi-
ción al estímulo gustativo/nutritivo unido a la induc-
ción de algunas de las modalidades de malestar vis-
ceral mencionadas puede ser suficiente para el
establecimiento de la aversión (3). Este proceso,
junto al fenómeno conocido como Neofobia o ten-
claro valor adaptativo y de supervivencia para los
individuos de la especie. Efectivamente, la posibili-
dad de establecer la asociación en una única expo-
sición, evita el consumo posterior del producto que
ha provocado la intoxicación o el malestar.
Intervalo entre estímulos. Los paradigmas tradi-
cionales de condicionamiento establecen como
requisito imprescindible la contigüidad temporal
entre estímulos, admitiendo un margen máximo
entre ellos de tan sólo unos pocos segundos para
que pueda tener lugar una asociación efectiva. Sin
embargo, las aversiones nutritivas pueden darse
con intervalos y demoras entre los estímulos que
pueden ser desde diez minutos hasta horas y ello
sin que la efectividad del aprendizaje se resienta.
Especificidad estimular. En la actualidad, existe el
convencimiento general de que los mamíferos están
predispuestos/"programados" para asociar y relacio-
nar su estado interno con el entorno estimular de
una manera particular (4). Así, en el establecimiento
de aversiones nutritivas, el estímulo relevante es
siempre aquél que está relacionado con la identifi-
cación gustativa de los alimentos que es la señal
sensorial que los mamíferos asocian preferente-
mente con el trastorno gastrointestinal. Otras seña-
les contextuales como audición, tacto, temperatura,
etc. pueden llegar a convertirse también en aversi-

vas si se asocian con malestar gastrointestinal pero
para ello se requieren altas dosis del estímulo noci-
vo así como repetidas sesiones de exposición, y
con todo, las aversiones formadas nunca llegan a
ser tan intensas como las desarrolladas hacia los
estímulos gustativos (3, 4). Mención especial mere-
cen las sensaciones olfatorias que sólo generan
rechazo si su presencia coincide en el tiempo con
los trastornos viscerales inducidos por el agente
tóxico (4, 5).
Aunque estas peculiares características conside-
radas individualmente no son exclusivas de las
aversiones gustativas, sí parece serlo el hecho de
que todas ellas puedan darse simultáneamente lo
que proporciona el rasgo más distintivo de esta
modalidad de asociación viscero-gustativa (6). Estas
notas distintivas y características de las aversiones
nutritivas permiten encuadrarlas dentro de los
aprendizajes biológicamente especializados, desti-
nados a garantizar la supervivencia del organismo
frente al medio.
El valor para la supervivencia de la aversión a los
alimentos explica, por otra parte, la universalidad de
este proceso que ha sido observado en todas las
especies estudiadas incluida la humana (7),si bien,
factores experienciales pueden influir sobre dichas
predisposiciones.
Estudios en seres humanos
Características
A pesar de los numerosos estudios llevados a
cabo en animales en los últimos 30 años, es poco lo
que sabemos todavía acerca de este aprendizaje
en seres humanos. Sin embargo, el desarrollo de
aversiones gustativas/nutritivas es muy frecuente en
nuestra vida diaria (8). De hecho, el porcentaje de
personas que afirman haber desarrollado al menos
una aversión gustativa puede ser superior al 50%
(8) aunque este dato puede ser variable en función
de los estudios y, sobre todo, de las características
de la población que se estudie. Así, por ejemplo, se
ha estimado que el porcentaje de personas que
desarrollan aversiones gustativas sería del 58% en
mujeres anoréxicas/bulímicas (9), 45-81% en muje-
res embarazadas (1O), 36% en alcohólicos hospitali-
zados (9) y entre un 32% a un 55% en pacientes
con cáncer (10). Las aversiones gustativo/nutritivas
también han sido inducidas en humanos en condi-
ciones de laboratorio y utilizando estímulos aversi-
vos tan variados como movimientos de rotación (11,
12) la apomorfina (13), etc.
Psiauis, 2001 ; 22 (4): 195-204
Por lo general, estos estudios han confirmado
que las aversiones gustativas en humanos presen-
tan las mismas características que las observadas
en condiciones de laboratorio con animales (14).
Así, las aversiones se adquieren con frecuencia
después de una única experiencia (7, 14, 15, 16),
tras un largo intervalo (10 horas incluso) entre la
ingesta de la comida o bebida y el comienzo de la
sensación de malestar (7, 8, 17) y asociadas pre-
ferentemente a comidas nuevas o no preferidas (8,
11, 14, 16) además, no parece correlacionar con la
intensidad de la náusea experimentada (12, 17, 18).
Los alimentos que pueden ser objeto de aversión
con mayor facilidad son las carnes (fundamen-
talmente las rojas), los dulces (especialmente el
chocolate) y el café (18, 19, 20, 21). También lo son
aquellos alimentos que, por una u otra razón, tienen
mala reputación popular como, por ejemplo, el
marisco ya que se le suele considerar como causa
frecuente de intoxicaciones, las comidas prepara-
das industrialmente de cuyos ingredientes sospe-
chamos, etc. (8, 9). El pan, por el contrario, parece
ser especialmente resistente a ser asociado con
síntomas de malestar gastrointestinal(9).
Una nota distintiva de estas aversiones gusto-
nutritivas es el cambio hedónico que experimentan
los sujetos tras asociar una comida particular con el
malestar gástrico. Es decir, una comida apetitosa
puede volverse desagradable al tiempo que se
modifica la respuesta afectiva hacia ese alimento
(15, 22). Este cambio en las propiedades hedónicas
del estímulo no se produce, por ejemplo, en la aler-
gia a los alimentos en la que éstos se evitan por las
consecuencias negativas que su ingesta produciría
y no porque hayan dejado de percibirse como apeti-
tosos (22, 23).
Efectos de la ingesta de alcohol
Una de las causas más frecuentes en el desarro-
'Ilo de aversiones gustativas en estudiantes universi-
tarios es el consumo de bebidas alcohólicas (8) y,
de hecho, se ha sugerido que el desarrollo de aver-
siones gustativas podría ser un instrumento para el
tratamiento del alcoholismo (9, 24, 25). Este méto-
do, sin embargo, no siempre ha sido satisfactorio
quizás por una incorrecta aplicación de los princi-
pios que rigen este aprendizaje (8). Así, por ejem-
plo, cuando el consumo de la bebida alcohólica se
produce después de que el individuo experimente la
sensación de malestar, ya que las aversiones pare-
cen instaurarse más eficazmente cuando el sabor
precede a los síntomas de enfermedad (9), o cuan-
do los productos empleados son inadecuados (24)
C. Mediavilla y cols.
o, como la emetina (25) presentan efectos tóxicos
secundarios como hipotensión, taquicardia, etc. que
desaconsejan su utilización.
Además, el hecho de que la aversión se desarro-
lle más fácilmente ante estímulos novedosos repre-
senta una dificultad adicional ya que el alcohólico
ha estado expuesto repetidamente al estímulo
(alcohol) que necesita ser asociado al malestar gas-
trointestinal (11). A todo ello habría que añadir una
circunstancia más y es la falta de generalización
que se observa en estos pacientes que no suelen
extender las aversiones adquiridas con ciertos pro-
ductos alcohólicos a otras bebidas diferentes (9).
El caso de los pacientes oncológicos
Desde hace años se viene considerando que el
desarrollo de aversiones gustativas sería una de las
causas de las anorexias que presentan los enfer-
mos sometidos a sesiones de quimioterapia o radio-
terapia como tratamiento para el cáncer que pade-
cen (14). Se ha calculado que, después de iniciar
estos tratamientos, entre un 56% y un 62% de
pacientes desarrollan este tipo de aversiones (20).
Además, y a diferencia de lo que se observa en ani-
males, los pacientes sometidos a quimioterapia
pueden asociar también las náusea y los vómitos
producidos por la medicación a los olores y a otras
señales contextuales (21, 26) lo cual complica toda-
vía más la situación de estas personas. En efecto,
se ha comprobado que estímulos previamente neu-
tros del entorno clínico (como la enfermera o las
imágenes del hospital, por ejemplo) y que estarían
presentes en el momento del tratamiento, podrían
acabar asociados con los efectos del tratamiento
conforme se repiten las sesiones de quimioterapia,
de manera que podrían por sí solos provocar vómi-
tos o náuseas anticipadoras (27). Igualmente, facto-
res como la edad (a menor edad más predisposi-
ción), la existencia o severidad del vómito, la sus-
ceptibilidad al mareo, la sensación de calor, sudor o
debilidad generalizada tras el tratamiento, pueden
facilitar la aparición de náuseas previas al trata-
miento (27).
En estudios con animales se ha comprobado que
las radiaciones, principalmente en la zona abdomi-
nal (28), pueden ser incluso más eficaces que el
ClLi a la hora de generar aversiones a alimentos
ingeridos tanto antes como después del tratamiento
(24). En seres humanos, sin embargo, estas aver-
siones no parecen ser tan intensas como las produ-
cidas por la quimioterapia. Además, a diferencia de
lo observado con los productos utilizados en quimio-
terapia, los primeros síntomas de malestar no sur-
gen tras la primera sesión de radiación sino que
aparecen tras una semana o más de tratamiento
con un efecto gradual tras dosis acumulativas (19).
Asociación retrógrada ("backward") versus aso-
ciación anterógrada ("forward). La mayoría de los
autores han defendido la idea de que estas aversio-
nes se desarrollan preferentemente hacia los ali-
mentos que han sido ingeridos antes del tratamien-
to (7, 8, 9, 14, 29). Sin embargo, aquellos estudios
que han intentado comprobar expresamente esta
posibilidad no han observado esa diferencia (18) o
han visto que, si bien era mayor el número de aver-
siones a alimentos ingeridos antes, también eran
más numerosas (hasta el 78%) las comidas efec-
tuadas previamente (17, 19). En este mismo senti-
do, trabajos realizados en individuos sanos han fra-
casado igualmente a la hora de demostrar diferen-
cias en el consumo de productos ingeridos antes o
después de provocar la sensación de malestar (12).
Si se tiene en cuenta que habitualmente los vómitos
se inician alrededor de una hora después de recibir
el tratamiento (30), parece lógico pensar que los
pacientes disminuyan la ingesta de alimentos des-
pués de recibir los productos citostáticos. Más aún,
es posible que los pacientes tiendan a comer antes
de recibir el tratamiento porque saben que después
van a tener mayor dificultad para hacerlo.
La emesis producida por quimioterapia y
radioterapia
Se ha considerado a las náuseas y al vómito
como una de las principales complicaciones de la
quimioterapia y radioterapia y, de hecho, estos
efectos pueden ser tan intensos que en algunos
casos llevan a los pacientes a rechazar incluso el
tratamiento. A la hora de explicar este fenómeno, se
han descrito varios factores que incidirían en la
severidad de los síntomas, incluyendo el hecho de
que los productos citostáticos varían en su potencial
emetogénico, momento de inicio y duración y que,
utiitzados en combinación, su potencial emetogéni-
co se suma. Más aún, se ha comprobado que existe
una gran variabilidad individual en la respuesta
emética a la quimioterapia. Estas últimas diferen-
cias han sido explicadas en ocasiones recurriendo
al factor edad (los sujetos más jóvenes serían más
susceptibles a padecer náuseas y vómitos) o el
sexo (las mujeres experimentarían estos síntomas
más a menudo que los hombres) (31).
La gran variedad de productos y de efectos far-
macológicos hace improbable que una única estruc-

tura nerviosa o determinadas fibras aferentes sean
responsables exclusivos de la acción de todos los
citostáticos y10 la radioterapia. Por ello, hay quien
piensa que estos tratamientos podrían producir o
liberar una sustancia común que dispararía el reflejo
del vomito (30). Es posible también que algunos de
estos productos sean transmitidos preferentemente
por el Area Postrema (AP) y otros por el Nervio
Vago (30). Esta última vía de procesamiento podría
pasar desapercibida en muchos casos por el hecho
de que la mayoría de estos agentes químicos son
administrados por vía sistémica pero, por otra parte,
explicaría algunos resultados contradictorios obser-
vados en la experimentación animal. Así, las lesio-
nes de AP se han mostrado tanto efectivas como
inefectivas para bloquear la emesis dependiendo
del producto utilizado o incluso de la especie que
esté siendo estudiada (30).
La vía de administración podría explicar igual-
mente la larga demora que se observa entre la
administración del tratamiento y el principio del
vómito. Por ello, un producto como el cisplatino que
produce emesis entre 60 y 100 minutos tras su
administración intravenosa, provoca vómitos 4
minutos después de su administración en el IV ven-
trículo de los gatos. De hecho, los efectos eméticos
del cisplatino podrían estar mediados por inervación
abdominal ya que la vagotomía y la esplacnicoto-
mía abdominales eliminan dicha emesis (30).
Un problema añadido sería la existencia de eme-
sic previas al tratamiento observadas en el 25%-
60% de los pacientes (27, 31) y emesis largamente
demoradas (3-5 días después de recibir el trata-
miento), mucho menos conocidas que las emesis
agudas.
Calidad de vida en estos pacientes
La pérdida de peso y de apetito es una caracte-
rística común a los pacientes que padecen cáncer
de modo que estos pacientes pueden ver disminuir
su tolerancia a la quimioterapia o reducir los efectos
benéficos de la misma (21).
Esa pérdida de apetito puede ser producida por
la enfermedad misma o como resultado de los sín-
tomas asociados al tratamiento del cáncer (7, 29).
Estas aversiones han sido observadas en pacientes
que reciben quimioterapia con un prevalencia que
iría del 21% al 70% según el criterio que se utilice
para definir la aversión, el tratamiento administrado,
etc. (17). Por lo general, las aversiones se estable-
cen hacia aquellos alimentos ingeridos en la prime-
ra o segunda sesión de quimioterapia (75%), decre-
ciendo a lo largo del tratamiento, sin embargo,
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aquéllas que se forman más tardíamente tienden a
ser las más persistentes (7, 15, 17, 18).
Algunos autores cuestionan el hecho de que el
desarrollo de aversiones nutritivas afecte negativa-
mente a la calidad de vida de estos pacientes, al
menos en los casos que reciben radioterapia (19).
Para ello, se basan en datos que sugieren que las
aversiones son transitorias y que afectan a un
número bajo de comidas (19, 20). No puede olvidar-
se, sin embargo, que en las aversiones gustativas
sí se produce generalización (9) y que este hecho
sería especialmente significativo en niños que tien-
den a evitar sabores nuevos y cuyas dietas son
más limitadas (29). El cambio hedónico experimen-
tado (15) también puede contribuir a disminuir la
calidad de vida especialmente cuando una comida
previamente preferida (café, chocolate) se vuelve
aversiva (15, 17, 18).
Un problema añadido en el caso de los pacientes
cancerosos es que los agentes utilizados en el tra-
tamiento del cáncer son también immunosupreso-
res. En este sentido, Ader y Cohen (32) compro-
baron en animales el efecto supresor de la sacarina
condicionado a la ciclofosfamida y, más reciente-
mente, se ha demostrado también la existencia de
immunosupresión condicionada en mujeres con
cáncer de ovario sometidas a quimioterapia en las
que la immunosupresión se producía simplemente
por el hecho de ser conducidas de nuevo al hospital
(33). Los autores de este último estudio consideran
que los efectos secundarios de la quimioterapia,
eméticos e immunosupresores, se condicionan con-
currentemente en un proceso de múltiples respues-
tas condicionadas.
Profilaxis
Medicación antiemética
Se han propuesto diversas posibilidades para
hacer frente a las náuseas y vómitos experimenta-
das por los pacientes bajo tratamiento con citostáti-
cos y que irían desde la utilización de técnicas de
relejación y sensibilización hasta el aumento de la
información proporcionada al paciente acerca de los
objetivos y eficacia del tratamiento que se le está
aplicando (34). En cualquier caso, la situación de
estos pacientes ha cambiado enormemente en los
últimos años gracias a la introducción de potentes
antieméticos tales como dexametasona, lorazepan, ,
ondansetron, etc. Hoy existe el convencimiento de
que la serotonina puede ser el principal neurotrans-
misor implicado en las náuseas y vómitos produci-
dos por la quimioterapia y la radioterapia. Por ello,
C. Mediavilla y cols.
los antagonistas de los receptores 5-HT,, como el
ondansetron, son muy eficaces en el tratamiento de
estos síntomas pero no lo serían en la emesis pro-
ducida por otras causas como los mareos, el emba-
razo, etc. Se ha sugerido que la acción antiemética
de los antagonistas 5-HT, podría estar mediada
tanto por aferencias vagales como por mecanismos
mediados por diversas áreas cerebrales, por ejem-
plo, el AP (30).
En la génesis del vómito también podrían partici-
par los receptores 5-HT,,, 5-HT,., 5-HT,, 5-HT,,
D,, D, NK,. En concreto, antagonistas de NK,,
como CP-99994, GR-203040 y L-754,030, se han
mostrado eficaces en el tratamiento de la emesis
inducidas por una variedad de agentes incluyendo
la apomorfina o el movimiento cuyos efectos son
resistentes a la administración de antagonistas 5-
HT, (35, 36). Los antagonistas de NK,, además,
podrían hacer frente tanto a la náusea aguda como
a la demorada dado que esta última parece respon-
der en menor medida a los antagonistas 5-HT, (35).
Estudios recientes han demostrado también la
eficacia antináusea de sustancias como el Delta-9-
Tetrahydrocannabinol (THC) o un análogo, la nabo-
lina. No se conocen con exactitud los mecanismos
por los que dichos productos reducen las náuseas
en seres humanos aunque se piensa que invierten
los efectos de los agonistas de los receptores 5-HT,
en el Núcleo del Tracto Solitario, a nivel de AP (37).
Recientemente, se ha puesto de manifiesto que el
THC reduce la náusea condicionada provocada por
ciclofosfamida en animales de laboratorio (38).
En cualquier caso, el tratamiento antiemético
sigue siendo una tarea dificultosa y un elevado por-
centaje de pacientes sigue manifestando náuseas y
vómitos demorados a pesar de la utilización de
antagonistas de 5-HT,. Además, los agentes antie-
méticos pueden ser ineficaces a la hora de eliminar
las aversiones que se acompañan de una disminu-
ción en el consumo de alimentos (15).
' nes gustativas aprendidas ha sido comprobada en
Prevención de aversiones nutritivas y gustativas
Los estudios con animales sugieren la posibilidad
de que la prevención de aversiones gustativas o la
sustitución de comidas aversivas, podría atenuar la
anorexia en pacientes que padecen cáncer (7). Hay
que tener en cuenta que se trata de un aprendizaje
con una gran predisposición biológica en el que los
pacientes saben que las comidas ingeridas no son
las responsables de su malestar, aunque aún así
las evitan (7, 8, 14). Por este motivo, aumentar la
información de los pacientes acerca de los efectos
del tratamiento no impediría el desarrollo de aver-
siones gustativas. Evitar tomar alimentos antes del
tratamiento tampoco parece ser una aproximación
adecuada (7), entre otras razones porque cualquier
comida ingerida 24 horas antes o después del trata-
miento es un objetivo potencial para el desarrollo de
aversiones (10, 17, 18). Para impedir la aparición de
las aversiones en seres humanos se pueden tener
en cuenta los principios que rigen esta modalidad
de aprendizaje, obtenidos a partir de la investiga-
ción animal. Así, por ejemplo, se podría utilizar el
hecho de que los sabores novedosos son más fáci-
les de asociar con el malestar gastrointestinal que
los sabores o comidas familiares (8, 14, 16, 39). El
primer estudio que comprobó la efectividad de la
familiaridad de un sabor a la hora de reducir las
aversiones gustativas fue el realizado por Cannon y
col. (13) y en él los individuos consumían zumo de
arándano tres veces al día durante tres días. En la
sesión de condicionamiento la ingesta del zumo fue
seguida por la administración de apomorfina. Las
pruebas de aversión demostraron que los sujetos
de este grupo tomaban mayor cantidad de zumo
que los sujetos sometidos a un procedimiento habi-
tual de aversión gustativa (13). Es decir, el mayor
número de exposiciones previas a un sabor había
inhibido la formación de una aversión gustativa
hacia el mismo. Sin embargo, también hay que
tener en cuenta que las repetidas sesiones de qui-
mioterapia pueden superar la resistencia inicial a
asociar una comida familiar con el malestar (7, 11).
De hecho, se ha observado la evitación de comidas
muy familiares en pacientes pediátricos tratados
con quimioterapia (7).
Otra posibilidad terapéutica basada también en
los principios del aprendizaje interoceptivo es la uti-
lización del efecto de interferencia. Es decir, promo-
ver aversiones hacia un estímulo preferentemente
nuevo ("scapegoat") que interfieran con el desarrollo
de aversiones a otras comidas más esenciales (17).
Su eficacia para prevenir el desarrollo de aversio-
sujetos sanos (12) así como en pacientes que están
recibiendo tratamiento (10). El primer estudio que
utitizó este procedimiento con niños sometidos a
tratamiento con quimioterapia fue el de Broberg y
Bernstein (17) quienes comprobaron que ofreciendo
un dulce entre la comida y el tratamiento conseguí-
an incrementar hasta el doble la cantidad de comida
ingerida en la sesión de prueba. Estudios posterio-
res han intentado analizar las propiedades del estí-
mulo interferente a fin de comprobar si este método,
tal y como proponían los autores originales, era
igualmente útil con respecto a la dieta normal segui-
da fuera del ámbito hospitalario (10, 39), Concreta-

mente, Andresen y col. (39) estudiaron el efecto de
una comida nueva o familiar, previa a la sesión de
quimioterapia, sobre la preferencia de los alimentos
del desayuno del día siguiente. Los autores llegaron
a las siguientes conclusiones: Primero, una comida
nueva tiene un efecto beneficioso sobre la preferen-
cia por las comidas habituales ingeridas después
del tratamiento, probablemente porque lo que se
desarrolla es una aversión hacia el estímulo nuevo,
es decir, las aversiones a alimentos nuevos pueden
bloquear las aversiones a comidas familiares.
Segundo, las aversiones a comidas habituales no
bloquean las aversiones a otras comidas habitua-
les. Es decir, cuando todas las comidas ingeridas
próximas a la quimioterapia son habituales, varias
de ellas pueden ver disminuida su preferencia. Ter-
cero, parece crítica la relación temporal entre el
estímulo interferente y la náusea pero no entre la
ingesta de la dieta normal y el estímulo interferente.
Es decir, el estímulo nuevo resulta beneficioso tanto
si se presenta ante2,de ingerir la comida habitual
como si se presenta después (como en el estudio
de Broberg y Bernstein (17). En resumen, los auto-
res recomiendan, por tanto, que se asocie a la
administración de la quimioterapia el consumo de
una comida, una bebida, un sabor o un condimento
nuevo que no forme parte de la dieta regular de los
pacientes (10, 39).
La utilización de este procedimiento no debe
hacer olvidar, sin embargo, que su eficacia va a
depender de la observación cuidadosa de algunos
principios, a saber, novedad del estímulo que se
introduce como interferente, proximidad temporal
entre el estímulo interferente y la náusea, separa-
ción temporal entre el estímulo nuevo y la comida
habitual, claras diferencias cualitativas entre el estí-
mulo que se introduce y la comida, etc. De hecho,
algunos resultados negativos obtenidos con el fenó-
meno de interferencia (13) podrían explicarse por
una aplicación inadecuada del mismo. En general,
sin embargo, esta técnica parece útil ya que puede
reducir en al menos un 30% las aversiones a la
dieta diaria (10).
En fin, habría que incluir también entre estas
recomendaciones la posibilidad de eliminar de la
dieta aquellos alimentos que se rechazan más fácil-
mente. Por ejemplo, parece ser que los alimentos
que son fuente de proteínas (huevos, queso, car-
nes) tienen más probabilidades de ser objeto de
aversiones que los carbohidratos (14). No puede
olvidarse tampoco el papel del sistema olfatorio en
el desarrollo de estas aversiones: si un olor es aso-
ciado a un estímulo gustativo durante el período de
malestar gastrointestinal, cuando el olor es detecta-
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do por sí solo, vemos que se ha convertido en una
potente señal aversiva. Es lo que se conoce como
potenciación gustativa del olfato (4, 5). En los
pacientes con cáncer, la influencia del olor en las
aversiones gustativas aprendidas está bien docu-
mentada (21). El papel del olfato podría explicar
igualmente las náuseas y vómitos que se experi-
mentan en anticipación del tratamiento farmacológi-
co (16) e incluso las náuseas demoradas. El hecho
de que algunas de las aversiones más frecuentes
se desarrollen a alimentos calientes (60°C) ha sido
relacionado con el hecho de que los pacientes
encuentran desagradable los olores de los alimen-
tos cocinados (21). Así, las proteínas y otros ali-
mentos con un fuerte olor como el café o el choco-
late podrían ser frecuente fuente de aversiones
(14).
Por último, queremos hacer referencia a una
cuestión cuyo estudio se remonta a la obra clásica
de Borison y Wang (40) entre otros y que está rela-
cionada con las vías anatómicas por la que los dis-
tintos tratamientos con quimio o radioterapia podrí-
an procesar el estímulo visceral (30). La existencia
de más de una vía de procesamiento del estímulo
visceral podría explicar el hecho de que la aparición
de los primeros síntomas aversivos (náuseas, vómi-
tos) se produzca dentro de intervalos muy variables
que van desde pocos segundos hasta varias horas
tras la administración de la medicación (7). En con-
diciones experimentales con animales, hemos com-
probado que el desarrollo de aversiones gustativol
nutritivas no es un fenómeno unitario y que su
inducción depende del producto nocivo utilizado, así
como de las condiciones temporales y procedimen-
tales impuestas. Según nuestros datos, habría al
menos dos procedimientos distintos para producir
estas aversiones. El primero de ellos, el aprendizaje
aversivo secuencial, de modo semejante a la qui-
mioterapia, se caracteriza por el hecho de que su
.adquisición es posible incluso en una única sesión y
estableciendo diversos intervalos de demora entre
la ingesta del estímulo gustativo y la administración
delgroducto visceral aversivo (CILi) (41, 42). En
estas condiciones, el estímulo visceral es transmiti-
do preferentemente por vía sistémica, el Area Pos-
trema y el Núcleo Parabraquial lateral ya que la
lesión de ambos centros nerviosos bloquea este
aprendizaje (43, 44, 45, 46, 47, 48). El otro procedi-
miento que, al igual que la radioterapia, requ[ere de
varias sesiones para su adquisición (19), es el
aprendizaje aversivo concurrente que consiste en
evitar la ingesta de aquellos estímulos gustativos
que coinciden en el tiempo con el producto visceral
aversivo. Consecuentemente, tiene que producirse
C. Mediavilla y cols.
una rápida detección del producto (41, 49) y, de
hecho, en este caso el estímulo visceral es transmi-
tido mediante el Nervio Vago ('igual que la radio-
terapia? (30)) ya que las vagotomías a distintos
niveles impiden este aprendizaje (41, 50). El Núcleo
Parabraquial Medial (51) así como los circuitos cere-
belares (49) serían también críticos en este procedi-
miento.
Otros procedimientos
Administración de la quimioterapia durante el
sueño: Resulta relevante la hipótesis planteada en
esta aproximación terapéutica que, partiendo del
hecho de que diversos aspectos de la función gas-
trointestinal cambian durante el período de sueño,
considera que también podían hacerlo los reflejos
eméticos. Así, Domínguez y col., han comprobado
que si la infusión del agente citostático se efectuaba
mientras los pacientes dormían, sería posible redu-
cir el número de episodios de vómito incluso aun-
que se redujera simultáneamente la dosis de antie-
méticos (52, 53). Los resultados de este estudio así
como la sencillez del procedimiento, lo convierten
en una posibilidad terapéutica verdaderamente
interesante.
Correspondencia:
Dra. C. Mediavilla
Area de Psicobiología
Dpto. de Psicología Experimental
y Fisiología del Comportamiento
Universidad de Granada
Campus de Cartuja
E- 18071 Granada
E-mail: cristina @platon.ugr.es
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