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INTRODUCCIÓN

El término método queda referido al estudio del desarrollo, validación, y si procede, refutación de
una teoría científica, aun cuando entendido de forma clásica, cabría entenderlo como aquellos
procedimientos utilizados hacia la búsqueda de un verdad.

La Ciencia de la Contabilidad tiene una problemática propia y particular derivada de la consecución


de su objetivo último, por lo que al igual que otras ciencias, debe llevar a cabo una serie de
funciones específicas que podrían enmarcarse en el denominado método operativo de la misma.
El profesor Cañibano (1996) señala al respecto que el método contable, es “un conjunto de
postulados y premisas subsidiarias que permite someter a observación la realidad económica,
expresar en un lenguaje convenido los aspectos cualitativos y cuantitativos de dicha observación
conforme a unas reglas que garantizan un determinado grado de objetividad, y procesar la
información resultante siguiendo unos criterios que permitan obtener estados sintéticos que
contengan agregados relevantes”.

La Contabilidad desarrolla una metodología específica para obtener y suministrar información del
estado y evolución de determinadas realidades económicas; se materializa en las funciones de
captación, simbolización, medida, valoración, representación, coordinación, agregación, que junto
a las de análisis e interpretación, y sirviéndose inicialmente de un proceso de inducción que
posteriormente se torna en deductivo, permite la obtención de la realidad económica revelada,
representativa, en términos contables, de una realidad que mediante una simple observación se
presentaría inexpresiva y desordenada.

Como a la Contabilidad le corresponde, pues, el conocimiento “lo más exacto posible de una
realidad, principalmente económica, necesariamente se habrá de proceder, previo al
desenvolvimiento de cualquier otra función tendente a este fin, a su captación, tanto en su
aspecto estático como en su aspecto dinámico”.
La contabilidad como ciencia: cuestión de formación epistemológica

Ubicar a la contabilidad en el contexto del conocimiento científico no es un simple ejercicio de


buscar información para dar un veredicto personal-individualizado, muchas veces fundamentado
en opiniones; buscar una aproximación epistemológica seria y constructiva obliga, a quien asuma
esta tarea, a utilizar una metodología coherente, lo que equivale a realizar, en términos de W.
Stegmüller (3) una separación metódica que consta de una primera racionalización, por medio de
la cual se detectan las primeras manifestaciones de conocimiento científico, y una segunda, en
donde intentamos aclarar la naturaleza de ese conocimiento.
En cuanto a ambas racionalizaciones es necesario tener en cuenta la disputa positivo-normativa
que hace que los esfuerzos por buscar evaluaciones que reconozcan a la contabilidad como una
ciencia adopten una doble naturaleza:

a) Una aproximación a la ciencia matemática, como modelo de universalidad y, por tanto, de


ciencia.

b) Una profundización en la ciencia social y, concretamente, en la economía, buscando en ella


modelos o hipótesis de partida que justifiquen su existencia (4) .

Para la primera racionalización se referencian los intentos por darle una conceptualización
científica a la contabilidad a cargo de las escuelas italianas con Cerboni, Besta, Zappa y Massi.
Según José María Requena (5) , el período científico de la contabilidad se situaría en los comienzos
del siglo XX, a raíz del florecimiento de la doctrina italiana.

Dado que en los anteriores intentos se utilizó un instrumental semántico y escasamente formal
para justificar la naturaleza científica de la contabilidad, Jorge Tua Pereda (6) sitúa el comienzo del
período científico en Francesco Villa (1846), de la escuela lombarda, cuando separa “La teneduría
de libros de la verdadera ciencia contable”. Otros autores como V. Montesinos plantean como
“período propiamente científico de la contabilidad” cuando la “escuela lombarda” alcanza con F.
Villa “su más alto nivel de desarrollo” (7) ; F. Melis ubica a F. Villa como “el promotor de la
contabilidad científica” y es a partir de su obra cuando la contabilidad “se ha convertido en
verdadera ciencia” (8) .

Sin embargo, dado que los planteamientos de Villa no eran formalizaciones matemáticas sino más
bien semánticas, se asume por parte de autores como V. Montesinos (9) , que los intentos por
darle a la contabilidad un carácter de disciplina formal, aproximándola a la teoría matemática,
corresponden a una tendencia de finales del siglo XIX y comienzos del XX, siendo su pionero
Eugene de Fages de Latour (1924).

Posteriormente se consolida esta etapa científica —enfoque integral, según Montesinos— a


finales de la década de los cincuenta, cuando Richard Mattessich nos introduce a la formulación
matricial de los sistemas contables con su artículo “Hacia una fundamentación general y
axiomática de la ciencia contable”.
Pero a la contabilidad no solo se le otorga su desarrollo científico adscrito a las matemáticas y a la
economía, también se le vincula a la estadística, al derecho y a la administración; en esa medida se
debe abordar una segunda racionalización, que nos lleve a determinar la naturaleza del
conocimiento contable.

Para esta segunda racionalización es necesario tener en cuenta el trabajo en que el profesor Jorge
Burbano (10) nos describe una serie de expresiones de la teoría contable, desde el siglo XVI hasta
los comienzos del siglo XX, a saber:

• Teoría personalista, caracterizada por la abstracción de cuenta en términos de una persona


ficticia que recibe y entrega; sus seguidores son G. Faure, H. Deschamps, L. Lefebre, A. Sacristán, R.
Cavanna, A. Lasheras, A. Goxens y D. Manzoni.

• Teoría jurídica, caracterizada por la abstracción de organización como sujeto de derecho; sus
autores son A. Beaumont, R. Lefort, Ch. Penglaou, P. Garnier, Charpentier y Hamelin, y L.
Sauvegrain.

• Teoría económica, caracterizada por la abstracción de contabilidad como método de


observación económica; sus autores: J. Fourastie, Coffy R.P., G. Giuseppe, F. Besta y R. de la Porte.

• Teoría de la contabilidad pura, cuya característica es el estudio del fenómeno contable


abstrayendo el mecanismo de la partida doble como su expresión técnica; sus autores: J. Sigaut, E.
De Fages de la Tour y J. Froidevaux.

• Teoría administrativa, en la cual se abstrae la importancia de la contabilidad para la empresa; sus


autores: U. de Vaes y J. Fourastie.

Dos enfoques de la naturaleza de la contabilidad se encuentran inicialmente al ubicarla en el


mundo de los negocios: Los juicios de valor (carentes de fundamentación científica generalmente)
de los usuarios del conocimiento contable en sus expresiones técnicas, y la realidad en la cual se
explican dichas expresiones (técnicas) para resolver problemas (11) . En ese sentido

... respecto a naturaleza matemática se plantea la utilización del cálculo mercantil o aritmética
comercial en la función de registro, la naturaleza estadística también apunta a la utilización del
instrumental de la estadística en la función mencionada; la vinculación a lo jurídico se fundamenta
en el carácter legalista de los registros contables, la vinculación a lo económico como campo en el
que se desarrolla la actividad empresarial; lo formalizado como un cuerpo general que incube los
sistemas contables, y la concepción de disciplina independiente con su propio marco
epistemológico en el cual se tienen en cuenta relaciones interdisciplinarias (12) .

En segunda instancia, para definir la naturaleza de la contabilidad se pueden ubicar dos enfoques:

• Definición del campo con base en los aspectos que abarcan los estudios resultantes de un “hacer
cognoscitivo” (pensar).

• Definición del campo con base en el tipo de medición e información resultante de un “hacer
pragmático” (actuar).

Este segundo enfoque tiene sus limitaciones por el hecho de reducir el desarrollo de una disciplina
al uso del instrumental de la medición y la información (13) . Bajo este enfoque la contabilidad se
reduce al mundo de los usuarios y la naturaleza de la contabilidad está determinada por las
aplicaciones concretas a problemas o requerimientos específicos, donde otras disciplinas han
demarcado su ámbito.

El desarrollo de teorías parciales en contabilidad ha sido marcado por este tipo de adscripciones a
diversas disciplinas, y en la actualidad la contabilidad construye su cientificidad a partir de
herramientas metodológicas e instrumentos conceptuales de otras disciplinas.

La epistemología nos provee de herramientas diacrónicas para construir y evaluar la teoría —v.
gr.: paradigmas kuhnianos, programas de investigación lakatosianos, redes teóricas de Stegmüller
y Sneed, campos de investigación de Mario Bunge y falsacionismo de Popper—; las matemáticas
nos brindan la teoría de conjuntos, la teoría de grafos, la representación matricial, vectorial y
sagital; la cibernética nos auxilia con la dinámica de sistemas —comportamiento de sistemas de
regulación y control de sistemas circulatorios—; la lógica nos ofrece la inducción, deducción,
análisis circulatorio, etc.; la economía nos brinda los lineamientos de la teoría neoclásica y
enfoques a nivel macro; la sociología y la psicología nos apoyan en la investigación del
comportamiento; a su vez, la comunicación, la lingüística y la antropología nos dan el elemento
para el desarrollo de la nueva investigación empírica (a partir de 1973), en tanto que la teoría de la
complejidad permite vislumbrar nuevas concepciones.

Surge una interrogación acerca de la naturaleza de la contabilidad, pero podría decirse que su
alianza con otras disciplinas le ha permitido su avance científico, más que su dependencia y
anquilosamiento disciplinal. Los desarrollos teóricos de la contabilidad que trascienden la simple
imposición de unos principios generales —que son precisamente generales por ser impuestos—
así lo corroboran.
Dichos desarrollos teóricos hacen referencia a la aplicación de herramientas diacrónicas (ver
siguiente capítulo), las formalizaciones de R. Mattessich, los desarrollos de la triple entrada y de
contabilidad multidimensional de Y. Ijiri, los planteamientos de una teoría económica de la
contabilidad de J.M Fernández Pirla, el análisis contable de la realidad económica de L. Cañibano,
el desarrollo del concepto de “fenómeno de circulación” en el ámbito contable de M. García
García, la teoría de la utilidad contractual de la información contable de Cea García, Posner y
Watts, la concepción de “valor razonable” de los bienes de Ludwing Von Mises, la concepción
multiparadigmática de la contabilidad de A. Belkaoui, y los intentos de desarrollo de teorías
descriptivas en el marco de la nueva investigación empírica entre otros.

En el contexto nacional deben destacarse los aportes en materia disciplinal del profesor Jack
Araújo caracterizados por la vinculación de la contabilidad al plano de lo social, de Danilo Ariza en
materia de naturaleza e historia de la contabilidad, los de Rafael Franco propugnando por una
visión integral de la contabilidad, así como otros esfuerzos por categorizar conceptualizaciones de
autores de otras disciplinas y para recontextualizar avances internacionales desde visiones críticas.

Se puede analizar que en un comienzo se intenta concebir o abstraer una teoría general de la
contabilidad —a través de las matrices como lenguaje matemático—, que ubique todos los
sistemas contables habidos y por haber —v. gr.: formalización de R. Mattessich—, para llegar
hasta la época actual en donde se intenta abstraer un instrumento metodológico —conjugando
teoría de grafos, cibernética y teoría de sistemas— que capte cualquier tipo de sistema
circulatorio, en especial el sistema de la circulación económica —v. gr.: la concepción de análisis
circulatorio de Moisés García—.

En esa medida es necesario romper el cerco cognoscitivo —definido por factores culturales y
políticos del entorno— que impone las nociones vulgares de contabilidad, teniendo claridad,
fundamentación y argumentación en las especificidades del objeto de estudio contable; esto
permitirá ampliar los nexos interdisciplinares, para construir herramientas conceptuales propias y
auxiliar el estudio del objeto con los desarrollos teóricos de otros campos cognoscitivos —v. gr.:
teoría del valor, general de sistemas, de los signos, del caos y de la complejidad—. La concepción
de contabilidad lleva a que se le practique y enseñe como tal y, bajo esa congruencia, el designio
de asumir niveles pragmáticos de interpretación conlleva atraso y dependencia.

Respecto del mencionado objeto de estudio de la contabilidad, en el marco de la relación sujeto-


objeto de conocimiento, es necesario abordar su discusión de manera seria y respetuosa ya que es
la base para que de allí se deriven escuelas de pensamiento. Desde este espacio se propone
abordar la discusión por las vías histórica, empírica, analítica e histórico-empírica (14) teniendo en
cuenta que las ciencias sociales estudian al hombre en sociedad, sus relaciones, sus expresiones y
productos. La fractura epistemológica, que deriva en la noción de objeto de estudio por disciplina,
permite abordar la realidad desde la óptica de cada campo de conocimiento, sin ir en detrimento
de la continuidad de los fenómenos ni de la interdisciplinariedad.

Con base en el trabajo que he venido referenciando (15) , así como en el trabajo “El complejo
objeto de estudio de la contabilidad: por la vía constructiva” (16) y cimentado en los desarrollos de
Mattessich y García García, planteo como hipótesis de trabajo que el objeto de estudio de la
contabilidad, desde un enfoque sistémico, es la circulación de recursos, representada en los
procesos de producción, distribución y conservación de riquezas —producto de la interacción
humana— en el marco de la actividad económica y social del hombre.

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