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HELMER, MARIE NOTAS SOBRE LA ENCOMIENDA PERUANA EN EL SIGLO

XVI

El Consejo de Indias dictaba órdenes para ejecutarse en América pero hasta que
llegaba a América esa orden, los encomenderos seguían con la explotación y
esclavitud a los indios. Poco a poco el tributo pagado al rey o al encomendero se
tasó. Se procuró suprimir el servicio personal. Las ordenanzas sobre la mita fijaron
minuciosamente la duración del trabajo, sus condiciones y su salario. Se formó un
cuerpo de leyes protectoras de indígena. Todo fue en vano. Los españoles de
Perú consideraban que en este país estéril y montañoso no había más que dos
medios para enriquecerse: adquirir metales preciosos mediante la posesión de
minas o de indios. Esclavitud, encomienda y mita se constituía en una forma social
o jurídica. La llama, el caballo, la mula o el buey era una fuerza que se unía como
fuerza natural al trabajo desarrollado por el indio.

Las minas de Potosí fueron las más abundantes y las que originaron que fueran
allí gran cantidad de indios. El Cerro Rico era el más importante del mundo y se
descubrió en 1545. Todo lo que ocurrió en estas minas durante esos años está
registrado y en esas escrituras se llama a los indios yanaconas vocablo quechua
que significa esclavo del inca. Cuando se tuvo noticias de estas fabulosas minas
acudieron encomenderos de todas partes; La Plata, La Paz, Arequipa, Cuzco,
Guamanga, Lima, Trujillo. Llevaban a los indios con sus mujeres e hijos y como
pasaban de una zona costera y cálida, inmediatamente enfermaban y morían por
el frío del altiplano, el mal trato y el excesivo trabajo. En 1545 se contaron 3500
indios horadando el Cerro.

El padre Bartolomé de las Casas y los dominicos de Santo Domingo informaron al


rey sobre el daño que recibían los indios encomendados con el trabajo en las
minas y el escaso alimento.

Las órdenes emanadas del rey y que hacía cumplir el corregidor Polo de
Ondegardo, se cumplían de cualquier forma ya que si seguían esas órdenes los
encomenderos se quedan sin fuerza humana para las minas. Con malas artes
convencieron a los indios para que afirmaran que preferían quedarse en las minas
porque si eran devueltos a sus lugares de origen no podrían pagar los tributos. De
esta manera los encomenderos pagaron a los indios para que pudieran tributar la
tasa ordenada por el presidente y seguían en las minas.

Las encomiendas se otorgaban celebrando una posesión ante el corregidor, un


alcalde o un escribano de minas que consistía en tomar las manos de
encomendero y el cacique oficiando de esta forma una entrega de una persona a
otra. El encomendero le quitaba las mantas y se las ponía él en señal de la
posesión que tomaba de la encomienda. Esta posesión comprendía el uso del
indio sin límites. Y los yanaconas figuran como bien patrimonial en cualquier
hacienda junto con las casas, las minas, las chácaras y las granjerías. El
encomendero podía servirse de ellos en lo que quisiese.

Los encomenderos no conocían las técnicas de extracción de metales, pero los


indios tenían gran experiencia en metalúrgica. Son conocidas las aleaciones que
hacían para los incas y utilizaban un sistema de fusión de mineral a través de las
guayras que eran hornillos hechos a ras del piso y se utilizaba el viento para
soplar el fuego que se hacía en esos receptáculos donde se colaba el material. Se
sacaban 250 toneladas anuales (el 68% de la producción mundial de esa época).
Cuando empezó a escasear el metal comenzaron con extracción de otros metales
de menor valor aplicando la técnica que trajo el quinto virrey del Perú que
consistía en la aplicación de mercurio en la amalgama y además hizo ir a 13.000
trabajadores mitayos. La obligación del indio era la extracción de 20 kg por año.
Los restos que quedaban alrededor de la veta eran extraídos por el indio para
fundirlo en sus guayras y venderlos para pagar el tributo y adquirir lo necesario
para la vida.

En 1549 había en el Potosí entre 5 y 6 mil indios con mujeres e hijos, unas 20.000
personas, en 1561 había 80.000 y en 1572 eran 120.000 y para abastecer se
trocaba plata por productos como coca, trigo, maíz, carne, fruta, verduras, chuño,
papas, ganado, ropa y mantas.

Los indios eran objeto de donaciones, formas de pago en las transacciones


comerciales, es decir un aporte activo aunque el abuso estaba prohibido por las
reales cédulas. Si se vende un molino se vende con los yanaconas.

El encomendero y mucho menos el administrador se preocupaba por la salud y la


conservación de los indígenas. Era una explotación a muerte.

El trabajo continuo en las minas no dejaba que se limpiaran una vez por semana
los pasillos de tal manera que la acumulación de material dentro de la mina hacía
que los pasillos fueran cada vez más estrechos y oscuros con desmoronamientos.

Los esclavos negros morían como moscas en las minas porque ellos provenían de
regiones muy cálidas y el frio y la nieve del cerro los mataba. En Perú los
esclavos negros en el siglo XVII eran 5.000 y se los utilizaba en el servicio
doméstico de lujo. Se empleaban en panaderías, confiterías, herrería, tejares.

El problema para el encomendero era que el negro se compraba y el indio era


gratis por esa razón se contrataba a los indios. Además se hacía su propia ropa
pues hilaba y tejía con lana de llama, comía poco y crudo, proporciona útiles de
trabajo, mantas y guayras. El indio era pasivo y sumiso.

La encomienda peruana a mediados de siglo XVI confiere más un derecho sobre


las personas de los indios que una mera delegación del de cobrarles el tributo.
Este derecho sobre las personas está sentido como una propiedad que trae la
facultad de alienar los indios. El mal uso de los indios es un punto clave para
entender la economía, la sociedad y el mundo hispanoamericano.

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