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Reprinted in the IVIS website with the permission of the SEVC - AVEPA
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Department of Small Animal Medicine and Surgery (Zoological Medicine), College of Veterinary
Medicine, University of Georgia, Athens, GA 30602-7390 USA
INTRODUCCIÓN
Los riñones de los reptiles son pares, lobulados y de color marrón oscuro. La posición varía en
función del grupo taxonómico, pero suelen hallarse en la parte caudodorsal de la cavidad
celómica, mientras que en los iguánidos tienden a ser intrapélvicos. Los uréteres suelen ser
visibles, porque recorren y se insertan en las papilas urogenitales del urodeo. En las especies
que poseen vejiga (quelonios y ciertos lagartos), el orificio uretral se encuentra en la línea media
ventral del urodeo y conecta con la vejiga por una uretra ancha y corta. La vejiga tiene una gran
capacidad para almacenar líquido y uratos antes de ser eliminados. Los riñones son nutridos
mediante sangre arterial procedente de las arterias renales que derivan de la aorta dorsal, y
sangre venosa procedente de las venas portales renales. Las venas renales eferentes se
fusionan formando una vena renal única que drena cada riñón, y que a continuación se combina
formando la vena cava posterior. El riñón del reptil es metanéfrico pero posee solo unos pocos
miles de nefronas y carece de asa de Henle.
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% de excreción proporcional
Tortugas de la selva 6 30 64
tropical
El ácido úrico se filtra libremente por el glomérulo y se secreta hacia el interior del túbulo
proximal5. La secreción de urato requiere el transporte activo de urato contra un gradiente de
difusión desde la sangre al interior de la célula tubular proximal y difusión pasiva hacia el interior
del lumen del túbulo proximal. En túbulos con GFR y flujo tubular muy reducidos, la difusión
pasiva de urato hacia el interior del lumen cesa a medida que las concentraciones de urato se
igualan a ambos lados de la membrana luminal. La secreción de urato en el túbulo proximal
depende de la tasa de filtración glomerular y es directamente proporcional a la misma. Se filtran
electrolitos, como sodio y potasio, libremente por el glomérulo. La mayor parte del sodio
ultrafiltrado (y de agua) se reabsorbe desde la nefrona, el conducto colector, el colon, la cloaca o
la vejiga. Sin embargo, dado que la osmolaridad de la orina del uréter en general es menor que
la del plasma, el líquido reabsorbido desde el túbulo distal debe oscilar entre isosmótico e
hiperosmótico. En muchas especies, el colon, la cloaca o la vejiga son puntos de regulación de la
excreción de sodio y la reabsorción de agua más importantes que los riñones. El control de la
regulación del sodio y del potasio no está bien estudiado en los reptiles, pero se ha observado
5
que la AVT (arginina-vasotocina), la aldosterona y la temperatura ejercen efectos considerables .
Por último, no se ha confirmado experimentalmente la teórica ineficacia de la furosemida en el
riñón de los reptiles, que carece de asa de Henle. De hecho, estudios realizados en quelonios y
lagartos han puesto de manifiesto que la furosemida ejerce importantes efectos diuréticos
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aumentando las pérdidas de sodio, cloro, potasio y agua desde el riñón, el colon, la cloaca y la
vejiga.
ENFERMEDADES
En iguanas y otros reptiles se han descrito varias enfermedades renales, como los quistes
renales, la nefritis intersticial, la glomerulonefritis, la pielonefritis, la glomerulosclerosis, la
nefrosclerosis, la glomerulonefrosis, la tubulonefrosis, el edema renal, la amiloidosis, la gota, la
nefritis bacteriana, el adenoma tubular, el adenocarcinoma y el carcinoma adrenal metastásico
(interrenal)1,6. Se ha observado que las dietas altas en proteína causan hiperuricemia en iguanas
verdes7.
INVESTIGACIÓN CLÍNICA
Exploración física: una exploración física exhaustiva siempre está indicada y debe incluir un peso
exacto del animal. Los reptiles con compromiso renal grave llegarán a la consulta deprimidos y
debilitados.
Hematología: Los aumentos patológicos del hematocrito suelen derivar de una deshidratación. El
veterinario también debe saber que la enfermedad renal crónica puede comportar una anemia no
regenerativa que puede enmascarar la hemoconcentración. A no ser que el animal presente
inmunosupresión, la infección o inflamación aguda suele dar lugar a heterofilia y/o azurofilia. En
los casos de enfermedad renal crónica, es más frecuente una disminución, concentración normal
o aumento del recuento de glóbulos blancos totales, y no es raro observar monocitosis.
Bioquímica clínica: durante la enfermedad renal pueden estar aumentados otros parámetros,
como la aspartato aminotransferasa, la creatinina fosfoquinasa, y la lactato deshidrogenasa, pero
al hallarse en tal variedad de tejidos, los hace marcadores poco específicos de lesión renal. Es
esperable que la enfermedad tubular dé lugar a un aumento de la pérdida en la orina de la
enzima del borde en cepillo, gamaglutamiltransferasa. La enfermedad glomerular grave puede
aumentar la pérdida en orina de albúmina y comportar una hipoalbuminemia. La enfermedad
crónica puede comportar hiperparatiroidismo renal secundario debido a una insuficiente
hidroxilación de la vitamina D3 por parte de los riñones o a una retención de fosfato que dé lugar
a hipocalcemia y a aumento de la secreción de hormona paratiroidea. Incluso dentro de la misma
especie, el género, la estación, la nutrición y el manejo pueden afectar considerablemente los
valores bioquímicos y, por tanto, los valores de referencia publicados deben interpretarse con
cautela.
El principal producto de desecho nitrogenado de los reptiles terrestres es el urato o ácido úrico;
no obstante, muchos quelonios acuáticos excretan cantidades considerables de urea, e incluso
de amoníaco. La hiperuricemia o uremia rara vez tienen lugar antes de que se haya perdido más
de la mitad de la función renal (>60%). La urea y la creatinina se consideran malos indicadores
de la función renal en la mayoría de especies. En las iguanas verdes, la proporción calcio:fósforo
puede estar invertida en muchos casos de insuficiencia renal, aunque no en todos. Se puede
regular el sodio y el potasio de forma importante a nivel extrarenal (por ejemplo, en las glándulas
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Hem Prote Albú Globu Calcio Fósforo Ácido úrico Sodio Potasio
atocr ínas mina lina
ito total Total Ionizado mmol/L mmol/L mmol/ mmol/L
es g/L g/L L
% mmol/L mmol/L [mg/dL] [mg/dL]
g/L
IC del 29- 59- 24-26 35-39 2,9-3,1 1,34- 1,21-1,44 0,181- 147- 2,5 - 2,8
95% 31 64 1,42 0,263 149
Urianálisis: el urianálisis es menos útil en reptiles que en mamíferos. El riñón del reptil no puede
concentrar orina y, por tanto, la gravedad específica de la orina tiene poca utilidad para evaluar
la función renal. Además, la orina renal pasa por el urodeo de la cloaca antes de entrar en la
vejiga y, por tanto, la orina vesical a menudo no es estéril. El cuadro clínico se complica aun más
por las alteraciones electrolíticas e hídricas que pueden tener lugar a través de la membrana de
la vejiga. No obstante, a pesar de estos inconvenientes bioquímicos, la orina del reptil es útil para
evaluaciones citológicas de inflamación o infección, así como para la identificación de cilindros
renales.
Radiografía: los riñones normales no siempre son fáciles de apreciar en radiografías simples; sin
embargo, las vistas dorsoventral y lateral (haz horizontal) suelen ser más útiles. Las radiografías
pueden poner de manifiesto renomegalia, urolitos radiopacos, mineralización macroscópica del
tejido blando, y gota intensa. En la iguana, los únicos órganos que ocupan el canal pélvico son
los riñones y la parte caudal del tracto gastrointestinal, y por tanto la renomegalia suele causar la
obstrucción extramural del colon con la consecuente constipación. Se administra una inyección
intravenosa en bolo de 800-1000 mg/kg de medio de contraste acuoso de yoduro (como iohexol),
y a continuación se realizan radiografías dorsoventrales y laterales seriadas a los 0, 0,5, 2, 5,
15, 30 y 60 minutos, manteniendo el reptil en su intervalo óptimo de temperatura específico de
especie.
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Biopsia renal: en general, para llegar a un diagnóstico definitivo es fundamental una biopsia
renal, y puede realizarse por vía transcutánea, quirúrgica o endoscópica.
TRATAMIENTO
BIBLIOGRAFÍA
1. Hernandez-Divers SJ, Innis C: Renal disease in reptiles: diagnosis and clinical management.
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