Está en la página 1de 5

El ciclo que puede romperse

Una aproximación a la realidad de la niñez guatemalteca y una herramienta que


puede cambiarla

Por Erick Pérez

“Al sembrar una semilla, no sólo crecerá en la tierra, también crecerá en el


corazón de un niño que estará dispuesto a cambiar su entorno” Alejandra
Teleguario, 15 años. (Human Rights, 2017) Dentro de una sociedad, la niñez es de
suma importancia, en ella encontramos el futuro, los nuevos descubrimientos, los
líderes venideros, todo aquello que pueda ser de beneficio o desgracia para una
comunidad, todo depende de cómo sean instruidos. Por ello es imprescindible una
buena guía, que emprenda desde la academia hasta las manifestaciones
axiológicas más profundas. Es necesario que los nuevos padres estén preparados
para traer al mundo una nueva criatura y así poder desempeñar un buen papel al
criar al nuevo ser humano que tendrá una injerencia importante en la población a
la que será incluido. Así pues estos deben estar capacitados con habilidades
emocionales, aptitudes físicas y condiciones que permitan este desarrollo integro.
Sin embargo, ¿puede una persona dañada por su historia, educar a un nuevo ser
de forma sana y segura? O bien, un pueblo que ha normalizado conductas
dañinas como medida de corrección durante el desarrollo ¿Puede generar
cambios para bien al futuro de sus habitantes? Por último ¿habrá alguna medida
alternativa que podamos aprender? La cual nos permita formar niños con mejores
relaciones interpersonales, mejor inteligencia emocional, coherentes y llenos de
sentido común. Se tomará como objeto de observación a la realidad de la niñez
guatemalteca, la cual está siendo atacada constantemente por personas que un
día fueron víctimas de los mismos abusos, creando así un circulo infinito de
desolación, donde los autores somos nosotros mismos.

Al día de hoy en Guatemala, el escenario infantil es desolador, vemos como los 54


artículos que están dedicados a su protección son vulnerados o incluso omitidos.
Estos derechos que van desde tener una familia, alimento, o bien acceso a la
educación o salud que garantizan el buen desarrollo del niño para ser un adulto
productivo. Un país donde los gobernantes se enriquecen ilícitamente y hay al
menos un 60% de los niños y niñas menores de 5 años, viviendo en condiciones
de pobreza o pobreza extrema. Aquí donde el adulto es el que tiene la razón, el
que no debe ser cuestionado y que puede agredir en el momento que crea preciso
con tal de corregir. Guatemala donde la educación es sinónimo de represión, de
silencio o burla, que además solo un 20% de la población tiene acceso. Este
territorio donde la humillación es parte de nuestro pan diario y la autoestima se
reduce con la mayoría de interacciones que entablamos, además de tener la
palabra “no” como prioridad para toda situación. Sin embargo esto solo es una
pequeña parte, la lista de abusos es inconmensurable, además estas realidades
se transforman si hablamos del área donde se habita, el sexo o el estado
económico de cada uno. Por tanto el tema sobre la niñez guatemalteca nos brinda
una extensa gama de situaciones que la afectan y denigran, donde predominan
los casos negativos, observando también un amplio campo de estudio con el fin de
buscar las raíces de estos fenómenos.

Así pues dentro de toda esta problemática encontramos que es muy frecuente el
maltrato físico dentro de la población, la cual ya está normalizada dentro de esta.
Frases como “a mí me pegaron y por eso soy buena persona” o bien “a vos te
hacen falta golpes para corregirte” son cada vez más comunes entre las familias y
comunidades. Sin embargo, Collin Bret menciona desde la influencia de Alfred
Adler que “Una de las influencias más frecuentes en la mente de un niño es el
sentimiento de represión ocasionado por el maltrato o los excesivos castigos de un
padre o una madre. Esto lleva al niño a luchar por un sentimiento de liberación, y a
veces esto se expresa en una actitud de exclusión psíquica.” (Adler, 2014) Por ello
el uso de estas prácticas resultan ser contraproducentes y en lugar de detener una
conducta no deseada hace que esta se transforme y que tenga repercusiones en
la vida adulta. Por tanto se sobre entiende que el uso de estas prácticas son poco
o nada efectivas cuando a corrección se refiere, por ello se menciona más
adelante en el libro “Comprender la vida”:
“…nunca se puede exagerar el hecho de que no se consigue
nada de los niños por medio del castigo, las reprimendas y los
sermones. No se consigue nada cuando ni el niño ni el adulto tienen
claro lo que está mal y lo que se debería hacer para corregirlo. Cuando
los niños no entienden, se vuelven falsos y cobardes. “ (Adler, 2014)

Entonces, ¿En Guatemala tenemos verdaderos adultos? O bien estos son una
construcción insana de muchos años y generaciones, que además aún no dejan
de ser niños, pues siguen reaccionando y pensando como lo hacían años atrás. Y
por consiguiente siguen dañando a las generaciones posteriores con los mismos
tratos y patrones que han aprendido como normales y útiles. De igual manera se
puede ver que esta etapa de la vida no es concluida con normalidad, pues durante
todo el proceso se piensa en ser esos adultos por la necesidad de emancipación.
Por tanto al momento de llegar a serlo, se añora el regresar pues nunca se tuvo
plenitud durante esta etapa, que le permitiera conocer y desarrollarse a cabalidad.

Ahora bien, habría que cuestionarse si una realidad como la que se vive en
Guatemala está condenada o bien está puede permitirse un cambio, que afectaría
totalmente a la población como se conoce. Para esto, desde la corriente adleriana
se presenta la Disciplina positiva, la cual es una alternativa para la crianza de
niños y adolescentes con firmeza, sin olvidar que esta debe efectuarse con amor.
En ella se evitan los castigos, dando herramientas a padres e hijos para la vida
que tienen por delante, evitando cualquier conducta irresponsable. Este método,
nos impulsa a desarrollar la responsabilidad y la motivación, la cual es de suma
importancia para superar las adversidades diarias, además de hacer una mejora
de las relaciones intrapersonales e interpersonales de cada individuo. Fueron 4 los
mayores exponentes que dieron a luz este método los cuales son Alfred Adler,
Rudolph Dreikurs, Jane Nelsen y Lynn Lott; que por muchos años estudiaron los
fenómenos infantiles y adolescentes. Entonces, al hablar de disciplina positiva se
puede comenzar expresando que está enfocada en el adulto, educador o tutor,
para que este sea la pieza clave en la formación del niño, dando ejemplos de
cómo reaccionar ante las adversidades y así facultar a los niños de ellas para su
reproducción. De igual manera se evitan las luchas de poder padre e hijo y por
otro lado la negligencia y la sobreprotección que en ambos casos no dejan que la
persona se libere para ser una persona responsable y autónoma. Por tanto es una
buena opción para las familias guatemaltecas, para generar en su seno una
reforma de su entorno a mejor, proveyéndoles de una serie de herramientas que
les permita tener un ambiente sano autosustentable.

En conclusión, podemos ver que ser niño en Guatemala es una constante lucha,
puesto que se vive reprimido por varios factores que van desde la familia hasta la
sociedad en general, donde los mismos habitantes se encargan de dañar a los
nuevos miembros de la misma. Estas represiones que provocan falta de valor
dentro de la comunidad hacia los niños, que va acompañado de abusos excesivos
como lo son la explotación laborar en casos de pobreza, además de tráfico,
prostitución y pornografía infantil. Sin embargo este panorama no es absoluto y
definitivo pues puede revertirse con mucho esfuerzo y con la ayuda de métodos
especializados para esta tarea. Para ello se presentó la propuesta de la disciplina
positiva la cual nos da la esperanza de poder realizarlo, de una manera
autosustentable y apuntando hacia el futuro. Entonces, es importante recordar que

“Comprender la razón por la que los niños ya no se comportan


como solían hacerlo, es el primer paso para enfrentar los retos de
disciplina en los niños.” (Adler, 2014)

Y por consiguiente es necesario prepararnos para poder enseñar este tipo de


herramientas a los que la necesitan, pues solo de esta manera podemos llegar a
fortalecernos como niños para llegar a ser excelentes adultos o bien sanar a
nuestro niño interno para ser el adulto de debemos ser para nuestros niños.
Entonces, rescatemos a la niñez guatemalteca, llenemos su vida de buenos
ejemplos, fortalezcamos sus habilidades y hagamos que esto sea tan significativo
para que esto pueda ser reproducido. Además hagámoslo por los que ya son
adultos, para sanar todas aquellas heridas que siguen abiertas luego de mucho
tiempo y con ello tendremos una sociedad, más unida, fuerte, coherente y con
sentido común diferente a la que hoy tenemos, dañando cada vez más a los niños
que nos rodean.

Bibliografía
Adler, A. (2014). Comprender la vida, Compilado por Collin Brett. Paidos.

BBVA, C. (s.f.). Obtenido de Disciplina Positiva: educar con amabilidad y firmeza. Marisa Moya,
maestra y psicóloga: https://www.youtube.com/watch?v=aBdyQgHFnnQ

Human Rights, U. (2017). Coordinadora por los derechos de la niñez adolescencia y juventud.
Obtenido de
https://tbinternet.ohchr.org/Treaties/CRC/Shared%20Documents/GTM/INT_CRC_NGO_G
TM_29873_S.pdf

Humanium. (2019). Humanium.org. Obtenido de https://www.humanium.org/es/guatemala/

RESPETO, D. P.-E. (2015). DISCIPLINA POSITIVA - EDUCANDO CON AMOR Y RESPETO. Obtenido de
https://disciplinapositivamx.wordpress.com/author/educandoconamoryrespeto/

William Oliva, Henry Estuardo Pocasangre. (2017). Prensa libre. Obtenido de


https://www.prensalibre.com/guatemala/comunitario/el-70-de-los-menores-de-5-aos-en-
el-pais-esta-en-la-pobreza-dice-estudio/

También podría gustarte