A nivel universitario los medios técnicos han cambiado
sobre todo la manera de documentarte, ahora puedes buscar una bibliografía de lo que quieras en Internet. Claro que también puedes usar una pantalla en lugar de una pizarra, y seguir las clases a distancia, pero esto no son más que instrumentos, no me parece relevante. El verdadero problema que las nuevas tecnologías plantean a los profesores universitarios es cómo mantener vivo el espíritu de investigación, que es lo que interesaba desarrollar durante la licenciatura. En cualquier caso, la mayor transformación la experimentan los niños. Antes el niño acudía a la escuela para que le dieran conocimientos sobre las materias que en su casa no dominaban, como la geografía, la gramática, la historia, la literatura, la música... Todo el conocimiento venía por la vía de la escuela. La enseñanza en general consistía en eso: en informar a los niños de las cosas que no sabían. El niño llegaba a la escuela y desconocía las verdades de la muerte, el sexo, la ambición o el crimen político, y, poco a poco, se le iban revelando. Hoy en día, con la televisión y con Internet, la prioridad ya no puede ser informar, sino orientar al alumno través del laberinto de información que le está bombardeando constantemente. Así que la educación ya no puede centrarse en informar, sino que tiene que hacer un trabajo de orientación; el educador es cada vez más una especie de brújula para orientarse en un flujo de informaciones donde está mezclado lo trivial, lo necesario, lo importante, lo falso y lo verdadero... El niño tiene que educarse ahora para aprender a distinguir la calidad de estos materiales, porque lo que está claro es que los niños van a estar sumergidos en Internet, no tiene vuelta de hoja, no vamos a volver atrás, así que no tiene sentido protegerle del que será su hábitat para obligarle a que escuche a la abuelita. Así que estamos obligados a aprender cómo rentabilizar estos medios a favor de la educación y del ciudadano. Una amiga me contó hace poco que su hija le dijo: «Mamá, cuando sea mayor no quiero tener hijos». Mi amiga se quedó muy sorprendida por esa decisión tan repentina y taxativa, hasta que descubrió que la niña acababa de ver un parto en televisión, y había decidido que de aquella experiencia, por interesante que fuese, se podía privar perfectamente. No hace tantos años esta historia hubiese sido impensable, las cosas te las explicaban los padres y los profesores a su debido momento. Pero si la niña ve el vídeo y rechaza ser madre, ¿no le está cambiando su punto de vista, no deberíamos protegerla? Lo que está cambiando es el papel del educador, porque tú ya no puedes soltarle sin más a la niña que los hijos los trae una cigüeña, tienes que buscar otra manera de plantear el asunto. El educador no puede negar la realidad, y la realidad es que existe ese flujo de información constante que mezcla lo necesario con lo caprichoso, lo verdadero y lo falso, lo relevante y lo irrelevante, todo junto. Lo que tenemos que hacer es aprender y enseñarles a navegar en ese mar. No se trata de descubrir cosas, sino de jerarquizar y ordenar lo que se les viene encima. Se dice que con Internet la información se recibe como cuando hacemos zapping en la televisión. ¿Nos va a costar cada vez más concentrarnos.
El Cambio de Paradigma Educativo Como Reto para Repensar La Orientación Educativa Ante Los Nuevos Escenarios y Los Ámbitos de La Innovación en El Contexto Educativo