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Implantados en Cristo

Leer | Juan 15:1-8

El viñador planta y cuida sus vides con el propósito de verlas producir uvas. Dios, como nuestro viñador,
nos exhorta a dar fruto espiritual. Él quiere que tengamos un carácter como el de Cristo, caracterizado
por el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la
templanza. Dios quiere asegurarse de que los creyentes sean fructíferos; por esta razón, son quitados
del viejo árbol de la humanidad e implantados en la nueva vid: Jesucristo.

Después de su bautismo, Jesús fue "lleno del Espíritu Santo", quien lo condujo al paso siguiente (Lc.
4:1). La vida y el ministerio de Cristo fueron el resultado del poder del Espíritu Santo en su vida, y
cuando nosotros nos hacemos creyentes Dios envía al mismo Ayudador a habitar en nosotros. En los
viñedos, la savia de la vid fluye a la rama injertada dándole vida y la capacidad de producir la clase de
fruto típico de esa planta. La rama y la vid se convierten en una sola vida. La traducción de la Biblia al
Día dice: "Vivan… enraizados en Él, y nútranse de Él" (Col. 2:7).

Algunas personas huyen de la vida cristiana porque piensan que no pueden vivirla. Y tienen razón: no
pueden, pero el Espíritu Santo sí puede. Cuando somos uno con Jesucristo, el Espíritu de Dios vive Su
vida a través de nosotros. Eso no significa que somos libres de responsabilidad, ya que el Espíritu puede
hacer Su obra sólo si decidimos sabiamente rendirnos a Él. Cuando seguimos obedientemente al Señor,
nuestro gozo y nuestra paz no dependen de las circunstancias; Aquél en quienes estamos enraizados es
nuestro gozo y nuestra paz.

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