Está en la página 1de 1

¿A dónde fue el Principito?

¿Qué tan difícil es para nosotros como para el autor aceptar que el Principito murió?
Preguntar por la muerte parece ser tema prohibido en muchos campos de la vida. Se
habla de ella esperando que haya una continuación de tal, en un espacio y tiempo
que nos sobrepasa. Pero si algo reafirmamos con las preguntas sobre la muerte es
que toda respuesta es una apuesta por la vida misma.

Cuando preguntamos ¿a dónde se fue el Principito?, algunos recurren a la respuesta


literaria: regreso a su planeta (B612), con su rosa y su cordero. Algunos otros,
afirman que como obra, se quedó para la eternidad a acompañar a viejas y futuras
generaciones. Y otros menos esperanzados, afirmamos rotundamente: murió.

La muerte no es menos poética que cualquier otra respuesta, por el contrario,


representa un espacio tan cotidiano que muchas de las veces llenamos y vaciamos
de significados catárticos, donde nacen tantas otras posibilidades. La muerte es
“caer lentamente como cae un árbol” e “ir demasiado lejos, a donde no podemos
llevar nuestros cuerpos pesados”. Al menos esas últimas dos frases son
pensamientos francos que expone Antoine de Saint Exupèry tras la relación del
Principito con la serpiente amarilla.

La literatura y la filosofía nos permiten cuestionar temas que desde otras miradas
parecen estar censuradas. Sin embargo, ¿cómo es que aprendemos y asimilamos que
la parte “final” de la vida es la muerte?, estás y otras interrogantes quedan abiertas
para seguir pensando, lugares otros a los que pudo haber ido, e “irá” Le Petit Prince.

Stephanie Lozano

También podría gustarte