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forma más sencilla y divertida, ya que estarán asimilándolos mientras se dejan llevar
por fascinantes historias. Por ello, Mundo Primaria te propone esta serie de cuentos
con valores para que los más pequeños interioricen sus enseñanzas y las lleven a su
día a día.
Los cuentos son una parte muy importante del crecimiento de los niños, pues les
permiten empatizar con el mundo, desarrollar su imaginación y resolver conflictos.
El cuento es una de las bases para el desarrollo intelectual. Al contarles una historia
podemos lograr que entiendan las cosas con más rapidez, que su cerebro trabaje
con más certeza, se estimule su memoria y sus ganas de expresarse.
Los relatos populares son una buena manera de aproximarse a las raíces culturales
de la humanidad. Son historias capaces de dejar pequeños mensajes en el
ambiente que abren nuestra mirada a otros mundos a nuestro alrededor, que nos
ofrecen la memoria de otras gentes y de otros pueblos.
Los cuentos infantiles son una buena forma de crear un lazo de unión con los niños,
fomentar su imaginación y su creatividad, ahuyentar los temores y en muchos casos
hacerles sentir más valientes al inspirarse en sus personajes favoritos.
Escuchar historias hace a los niños más reflexivos ya que, en ellas, encuentran un
mensaje que los lleva a comprender la forma en que deben actuar y comportarse,
aprenden a escuchar con atención y a ser pacientes, fomentamos la empatía o
capacidad para ponerse en el lugar del otro.
Para los niños y las niñas de este tiempo, el cuento continúa siendo un instrumento
emocional y mágico en sus años de escuela. Es un recurso claramente socializador,
que dispone de una llave especial para abrir la puerta de la lectura y de la
escritura, e incluso de la convivencia y de la tolerancia. Pero, sobre todo, su
principal capacidad se basa en que todavía es capaz de activar el aprendizaje de
la lengua escrita.
Cuento con valores que nos habla de paz y no violencia.
¡No hay nada que hacer! - dijeron las demás flechas -. Os tocará asesinar a algún
pobre viajero, herir de muerte a un caballo o cualquier otra cosa, pero ni soñéis
con volver a vuestra antigua vida...
Pasado el tiempo, el arquero recibió la misión de acabar con la hija del rey, y Jero
pensó que aquella ocasión bien merecía gastar una de sus flechas. Se preparó
como siempre: oculto entre las matas, sus ojos fijos en la víctima, el arco tenso, la
flecha a punto, esperar el momento justo y ... ¡Soltar!
Unos minutos después, volvía a mirar a su víctima, a cargar una nueva flecha y a
tensar el arco. Pero nuevamente erró el tiro, y tras otro extraño vuelo, la flecha
brillante fue a parar a un árbol, justo en un punto desde el que Jero pudo escuchar
los más frescos y alegres cantos de un grupo de pajarillos...
Y así, una tras otra, las brillantes flechas fallaron sus tiros para ir mostrando al
guerrero los pequeños detalles que llenan de belleza el mundo. Flecha a flecha,
sus ojos y su mente de cazador se fueron transformando, hasta que la última flecha
fue a parar a sólo unos metros de distancia de la joven, desde donde Jero pudo
observar su belleza, la misma que él mismo estaba a punto de destruir.
Sólo conservó el arco y sus flechas brillantes, las que siempre sabían mostrarle el
mejor lugar al que dirigir la vista.
FIN
En dicho grupo estaba sentada María, que era hija de su maestra y que
casualmente vivía en su misma urbanización. Ricardo y Jaime eran dos niños muy
divertidos y habladores. Estaba también Carmen, una niña de etnia gitana de ojos
grande y tez morena, pero la que más le llamó la atención era una niña de rasgos
distintos de los de todos.
Era china y sus padres acababan de instalar un bazar frente al colegio, por lo que
llevaba poco tiempo residiendo en la ciudad. Se llamaba Yenay y todavía no sabía
hablar español. Laura, desde el primer momento, conectó con Yenay y se
entendían perfectamente sin palabras. Había pasado un mes y Laura ya estaba
mucho más alegre.
También acudieron a dicha fiesta amiguitos antiguos, ya que la distancia entre las
dos ciudades era de apenas veinte kilómetros. Laura disfrutó muchísimo. Se había
dado cuenta de que seguía teniendo los amigos de siempre y había conseguido
otros nuevos con los que compartiría todos sus juegos.
FIN
Ayuda a tu hijo a mejorar su comprensión lectora para que pueda entender mejor
el mensaje que quiere transmitir. Puedes hablar con él sobre los valores esenciales
que transmite el cuento, como son el de la tolerancia, la diversidad y el respeto a
la diferencias.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado de su
envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que tenía sin
fijarse en lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se encontró con su
cabeza lisa y brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para convertirla en su lienzo
particular.
FIN
Un conejo en la vía, cuenta una
bonita historia que hará reflexionar
y pensar a los niños sobre el valor
de la bondad, de la compasión, de
la gratitud, responsabilidad y
compromiso, hacia la naturaleza.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá
comenzó a tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio
tendido sobre la carretera el cuerpo de un conejo.
FIN
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con
moños muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares
anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a
punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le
dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos
diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y
ayudarnos cuando lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las
hormigas, que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas,
preparados, listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva
amiga que además había aprendido lo que significaba la amistad.
FIN
Cuento sobre la tolerancia y amor al prójimo.
- ¿Quién dijo eso?, preguntó la profesora, aunque sabía bien quién lo había dicho.
- Fue Quique, dijo una niña señalando a su lado a un pequeñín pecoso de cinco
años.
- Niños, niños, dijo Mily con voz enérgica y poniendo cara de enojo. No deben
burlarse de los demás. Eso no está bien y no lo voy a permitir en mi salón.
Un rato después una pelota de papel goleó la cabeza de Tomás. Al voltear no vio
quien se la había lanzado y nuevamente algunos se reían de él. Decidió no hacer
caso a las burlas y continuó mirando las láminas de animales que mostraba Mily.
Estaba muy triste pero no lloró. En el recreo Henry abrió su lonchera y comenzó a
comerse el delicioso bocadillo que su mamá le había preparado. Dos niños que
estaban cerca le gritaron:
- Orejón, oye orejón, no comas tanto que va a salirte cola como un asno, y echaron
a reír.
A través de los vidrios se veían los rostros de los pequeños llorando, gritando y muy
asustados. Dentro algo se estaba quemando y las llamas crecían.
Los profesores no se habían dado cuenta del peligro, y ninguno de los niños se
atrevía a hacer nada. Henry, sin dudarlo un segundo, dejó su lonchera y corrió
hacia la puerta del salón y a pesar del humo y del calor que salía, agarró la escoba
que la trababa y la jaló con fuerza. Los niños salieron de prisa y todos se pusieron a
salvo.
Henry se quedó como un héroe. Todos elogiaron su valor. Los niños que se habían
burlado de él estaban apenados.
En casa, Henry contó todo lo sucedido a su familia, por lo que todos estaban
orgullosos de él. Al día siguiente, ningún niño se burló de Henry. Habían entendido
que los defectos físicos eran sólo aparentes, pero en cambio el valor de Henry al
salvar a sus compañeros era más valioso y digno de admirar.
FIN
Itzelina Bellas Chapas era una niña muy curiosa que se levantó temprano una
mañana con la firme intención de atrapar, para ella sola, todos los rayos del sol.
Una ardilla voladora que brincaba entre árbol y árbol le gritaba desde lo alto. ¿A
dónde vas, Itzelina?, y la niña respondió:
- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol y así
tenerlos para mí solita.
- No seas mala, bella Itzelina - le dijo la ardilla - Deja algunos pocos para que me
iluminen el camino y yo pueda encontrar mi alimento. -
Está bien, amiga ardilla - le contestó Itzelina -, no te preocupes. Tendrás como todos
los días rayos del sol para ti. Siguió caminando Itzelina, pensando en los rayos del
sol, cuando un inmenso árbol le preguntó. ¿Por qué vas tan contenta, Itzelina?
- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol y así
tenerlos para mí solita, y poder compartir algunos con mi amiga, la ardilla voladora.
- También yo te pido que compartas conmigo un poco de sol, porque con sus rayos
seguiré creciendo, y más pajaritos podrán vivir en mis ramas.
- Claro que sí, amigo árbol, no estés triste. También guardaré unos rayos de sol para
ti.
Itzelina empezó a caminar más rápido, porque llegaba la hora en la que el sol se
levantaba y ella quería estar a tiempo para atrapar los primeros rayos que lanzara.
Pasaba por un corral cuando un gallo que estaba parado sobre la cerca le saludó.
- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol y así
poder compartir algunos con mi amiga la ardilla voladora, para que encuentre su
alimento; y con mi amigo el árbol, para que siga creciendo y le dé hospedaje a
muchos pajaritos.
- Yo también te pido algunos rayos de sol para que pueda saber en las mañanas a
qué hora debo cantar para que los adultos lleguen temprano al trabajo y los niños
no vayan tarde a la escuela.
- Claro que sí, amigo gallo, también a ti te daré algunos rayos de sol – le contestó
Itzelina.
Itzelina siguió caminando, pensando en lo importante que eran los rayos del sol
para las ardillas y para los pájaros; para las plantas y para los hombres; para los
gallos y para los niños.
Entendió que si algo les sirve a todos, no es correcto que una persona lo quiera
guardar para ella solita, porque eso es egoísmo. Llegó a la alta montaña, dejó su
malla de hilos a un lado y se sentó a esperar al sol.
Ahí, sentadita y sin moverse, le dio los buenos días, viendo como lentamente los
árboles, los animales, las casas, los lagos y los niños se iluminaban y se llenaban de
colores gracias a los rayos del sol.
Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy curioso, se acercó a
observar muy bien a don Gusano.
- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también
tiene muchas patitas. Debe estar desorientado.
- Desorientado no, apenas un poco cegato –corrigió el gusano- pero en voz tan
bajita que nadie lo escuchó.
Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una hoja de lechuga, que
con mamá sacó de la heladera.
Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y fue feliz.
Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen bocado de
lechuga entre las mandíbulas.
FIN
- Esperen, ya vuelvo.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas
para que no los pinchara y así pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda y
cantaron felices.
FIN
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas
como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas
de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren
tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y
siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos
proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de
lo que eres capaz.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía
porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
FIN
Preguntas de comprensión lectora
Ayuda a tu hijo a entender el mensaje del cuento, que en este caso, habla de la
importancia de esforzarse y perseverar en las tareas para conseguir buenos
resultados. Utiliza con tu hijo estas preguntas y reflexiona con su ayuda sobre el
cuento de Uga la tortuga:
1. ¿Qué le pasaba a Uga la tortuga? ¿Por qué se metían todos los compañeros del
bosque con ella?
Con estas palabras, Gaspar se sintió más tranquilo y feliz. Demostraba a cada
instante lo bondadoso que era. Amaba trotar alegremente entre flores, riendo y
cantando. Las margaritas al verlo pasar decían:
- ¡Parece una nube que se cayó del cielo, o mejor un copo de nieve cayendo sobre
el pastizal, o una bola de algodón gigante!
Cuando Gaspar salía de paseo por los montes, las mariposas salían a su encuentro,
revoloteando a su alrededor, cual ronda de niños en el jardín; los gorriones, lo
seguían entonando su glorioso canto. Gaspar se sentía libre y no le importaba que
algunos animales se burlaran de él. De repente llegó a un arroyo y mientras bebía
agua, los sapos lo observaban con detenimiento y curiosidad y se preguntaban:
- ¿Y este de dónde salió?, ¿Será contagioso, un burro color blanco?, ¿o será una
oveja disfrazada de burro?
- Burro, que pálido eres, deberías tomar sol para mejorar tu aspecto.
- Yo tomo luna, por eso soy blanco, me lo dijo un cisne que nadaba en la laguna,
respondió el burrito inocentemente.
- ¡Qué tonto eres! Jajaja, eso de tomar luna, es muy chistoso, jajaja, se burlaba el
astuto zorro.
Gaspar no entendía dónde estaba el chiste, porque él se creyó eso de tomar luna.
Siguió su camino, pensando en lo que le había dicho el zorro. Entonces decidió
recostarse sobre la fresca hierba bajo el intenso sol de verano. Transcurrieron unas
horas en las cuales, Gaspar, se había quedado dormido.
- Que tonto eres, ¿crees que poniéndose al sol su pelaje cambiará de color?, se
burlaban.
Gaspar siguió su camino, y de repente encontró frente a sus ojos, un paisaje muy
bello que lo dejó atónito. Se encontró en su lugar, su mundo. Todo era blanco,
como él. Se metió más y más, y empezó a reír y reír. Estaba rodeado de jazmines,
por acá, por allá, más acá, más allá, todo blanco y con un aroma embriagador.
- Cuando te vimos de lejos supimos que eras vos. Oímos hablar de vos, los gorriones
y las mariposas nos contaron tu historia. No debes sentirte triste por tu aspecto,
míranos a nosotros, deberíamos sentirnos igual, y sin embargo tenemos algo que
nos identifica, que no se ve pero se siente, es el hermoso perfume que emanamos,
que es único y hace que todos los días nos visiten cientos de mariposas y pájaros,
tan bellos como nunca vimos.
Comparten todo el día con nosotros y no les importa si somos blancos o de otro
color. Tú también tienes algo que es más importante que tu color, que se percibe.
Es tu frescura, tu bondad y alegría. Cualidades que hacen que tengas muchos
amigos verdaderos. Debes aceptarte tal cual eres, para que te acepten los demás,
le animaron los jazmines.
Gaspar, recordó las palabras de su mamá. Desde ese día se aceptó como era, y
cosechó muchos más amigos que no lo miraban por su aspecto, sino por lo que
guardaba en su gran corazón.
FIN
- Veo que has encontrado mi flor de cristal. La había perdido y estaba disgustada,
ya que todas las sirenas tenemos una que nos regaló nuestro Rey, Neptuno.
La sirena le contestó:
- Yo puedo traerte del fondo del mar un buen regalo para tu madre si me das mi
orquídea. Toño se la dio sin pensarlo dos veces y la sirena, con una gran sonrisa, la
cogió y nadó hacia el fondo del mar.
El niño pensó, 'igual ya no vuelve pero, claro, si la flor es de ella no podré quitársela'.
Terminaba de pensar en esto cuando salió la sirena sosteniendo una gran ostra,
¡era una ostra! La sirena le dijo:
- Cuando tu madre la abra, verás cómo le gustará. Quizá sería bueno que la sirena
se sumergiera y entonces
FIN
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos
días, preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un
te quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la
cara de felicidad de la gente cuando las oye. Sabe bien que las palabras amables
son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres
intentarlo tú y ser un mago de las palabras amables?
FIN
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día
que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado
todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la
cerca de detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate
en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y
mal carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa
tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual
que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes
hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten
una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron
que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado.
FIN
Preguntas para saber si tu hijo comprendió el cuento
2. ¿Qué le pidió su pare que hiciera cada vez que estuviera enfadado?
3. ¿Qué tuvo que hacer el niño cuando al fin consiguió controlar su carácter?
Esto angustió mucho a Patricia, ya que siempre pensaba que la sonrisa era la forma
natural de comunicarse para entender al amigo, al hermano y a los padres.
Esto lo pensaba debido a que sus mejores ratos los había vivido cuando todos los
miembros de la familia se reían, y sabía lo importante que era ese pequeño gesto
para mantenerse unidos y comunicarse.
Patricia cada vez se sentía más sola e incomprendida, nadie reía a su alrededor e
incluso ella llegó a dejar de sonreír y comenzó a llorar, temiendo que nunca volvería
a ver feliz a nadie.
Pero llegó al punto de que el susto invadió todo su cuerpo y de repente se despertó.
Se dio cuenta de que estaba en su cama, a salvo, y dijo: "Menos mal que sólo fue
un sueño".
En ese momento su mamá llegó a la cama con el desayuno y una tremenda
sonrisa, dándole un beso y diciéndole que el día hay que empezarlo feliz.
FIN
- Bah, pero si no pasa nada.-respondía el pajarito- Sólo tardo un poquito más que
los demás en hacer las cosas.
Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había
respondido medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido
descansando durante mucho tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las
normas eran claras y conocidas por todos: todo debía estar preparado, porque
eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie. Entonces el pajarillo, que no
sabría hacer sólo aquel larguísimo viaje, comprendió que por ser tan perezoso le
tocaría pasar solo aquel largo y frío invierno.
Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había
hecho las cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a
la pereza, se puso a preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío
del invierno.
Primero buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas,
construyó su nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin
descanso para llenarlo de frutas y bayas, de forma que no le faltase comida para
aguantar todo el invierno, y finalmente hasta creó una pequeña piscina dentro del
nido para poder almacenar agua.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron de su gran
viaje, todos se alegraron sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo, y les parecía
mentira que aquel pajarito holgazán y perezoso hubiera podido preparar aquel
magnífico nido y resistir él solito.
Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien preparado, que hasta tuvieron tiempo
para inventar un despertador especial, y ya nunca más ningún pajarito, por muy
perezoso que fuera, tuvo que volver a pasar solo el invierno.
FIN
Cuento infantil sobre la bondad y la solidaridad
— Vas por buen camino, sigue adelante y con el paso del tiempo la encontrarás.
El águila pensó por un momento tragarlo de un solo bocado; pero, le hizo tanta
gracia su inocencia que le respondió:
— Sigue tu camino tranquilo, con un poco más tiempo la encontrarás. Ella te saldrá
a buscar.
Y así fue preguntando a todos los animales que iba encontrando por el camino
hasta que empezó a anochecer.
— ¡Ohhhhhhhhh!
FIN
- ¿Por qué crees que los animales que podían comérselo le dejaron seguir su
camino?
Había una vez un muchacho que trabajaba como pastor en Puerto Rico. Todos los
días llevaba a sus cabras a pastar en libertad a la montaña. Al atardecer, el
muchacho llamaba a sus cabras con un potente silbido, y estas obedecían y
llegaban hasta él. Era la hora de regresar a la granja, y todas volvían en orden sin
separarse de él.
Pero un día ocurrió lo siguiente: el pastorcillo silbó como de costumbre, pero las
cabras no regresaban. Él las gritó y seguían sin hacer caso. Y desesperado, después
de gritar y gritar y ver que seguían sin obedecer, se sentó en una piedra a llorar.
Y él contestó:
Y el conejo se acercó a las cabras y comenzó a gruñir para que andaran, pero las
cabras seguían pastando sin inmutarse. El conejito, frustrado, se sentó junto al pastor
en la piedra y también comenzó a llorar.
Y en esto que pasó por allí una zorra y preguntó:
- Ay, zorrita, lloro porque el pastorcillo está llorando porque si no consigue que sus
cabras le hagan caso y le sigan hasta la granja, su padre le castigará.
La zorra llegó hasta las cabras y comenzó a aullar con todas sus fuerzas. La verdad
es que daba bastante miedo, y sin embargo, las cabras seguían pastando tan
tranquilas. Desesperado, se sentó junto al conejo y el pastor, y empezó a llorar.
- Ay, lobo, es que el conejo llora porque el pastor se puso a llorar porque las cabras
no le hacen caso y si no consigan que le sigan, su padre le castigará.
- Uy, déjame eso a mí, zorrita. Yo conseguiré que las cabras se muevan.
Y el lobo, con su presencia feroz, se acercó hasta las cabras y aulló con todas sus
fuerzas, enseñando bien los colmillos afilados. Pero las cabras parecían no ver
nada. Ahí seguían en el campo pastando tan tranquilas. El lobo, sorprendido, se
fue con el resto de animales y el pastor y comenzó a llorar.
En esto que se acercó volando una pequeña abeja y al ver aquello, preguntó...
- Ay, abeja, es que la zorrita llora porque el conejo llora porque el pastor estaba
llorando porque sus cabras no le hacen caso y si no consigue que regresen a la
granja, su padre les castigará.
La pequeña abeja, aunque dolida por esas palabras, decidió intentarlo. Así que se
fue hacia el rebaño de cabras y empezó a zumbar cerca de ellas con todas sus
fuerzas. La verdad es que era un zumbido muy molesto, así que las cabras dejaron
de comer para intentar taparse los oídos. Sin embargo, no se movían de su sitio.
La abejita no se dio por vencida y decidió probar algo diferente... Fue entonces
cuando la abeja enseñó su aguijón y se lo clavó a una de las cabras, la más
anciana, y que además era la lideresa del rebaño. La cabra, al sentir el picotazo,
salió corriendo hacia la granja despavorida. Y las demás cabras, al ver que su
lideresa regresaba a la granja, la siguieron.
– No sabes cómo lo sentimos, abeja. Nos reíamos de ti y nos has dado a todos una
gran lección. Muchas gracias por ayudarme.
FIN
¿Por qué logró el animal más pequeño conseguir que las cabras se
movieran?
Cuento sobre el respeto para niños
Un día, cansado el abuelo de la mala conducta de sus nietas (que por más que les
enseñaba, no se corregían), se le ocurrió algo para hacerlas entender y les dijo:
'Vamos a practicar un juego en donde cada una tendrá un cuaderno. En él
escribirán la palabra disculpas, cada vez que le falten el respeto a alguien. Ganará
la que escriba menos esa palabra'.
Llegó el momento en que Serapio tuvo que felicitar a ambas porque ya no tenían
quejas de los vecinos. Les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo
escrito hasta que sus cuadernos quedaran como nuevos. Las conejitas se sintieron
muy tristes porque vieron que era imposible que las hojas del cuaderno quedaran
como antes. Se lo contaron al abuelo y él les dijo: 'Del mismo modo queda el
corazón de una persona a la que le faltamos el respeto. Queda marcado y por más
que pidamos disculpas, las huellas no se borran por completo. Por eso recuerden
debemos respetar a los demás así como nos gustaría que nos respeten a nosotros'.
FIN
- Debemos tratar a los demás como quisiéramos que nos traten a nosotros
- Serapio
- Serafina y Séfora
4. Recuerda alguna vez en que sentiste que alguien te faltó el respeto (puede ser
alguna vez en que alguien se burló de ti por algo). ¿Cómo te sentiste en ese
momento?
Duermen de pie pero, como todos, sueñan sueños. Los rosados cerdos recogen a
los lechones, les lavan los dientes antes de dormir, enroscan su rabito entre sus
ilusiones. Y los conejos, en las conejeras; el perro ya está entrando en su caseta; las
vacas y los toros, terneros y terneras esperan el último canto que les meza en sus
literas. Y, por fin, a las nueve y media se decide a cantar el gallo Miligallo. Se
escucha un potente kikirikiií y todos, menos uno, ya se van a dormir.
La granja ya descansaba: en sus palos, las gallinas; y el borrico, que roncaba por
un dolor de anginas. El perro soñaba inquieto con unas traviesas pulgas que le
picaban en sueños y le salían lustrosas verrugas. Y la vaca, con su toro, rodeada de
terneros, su más hermoso tesoro, mucho más que los dineros.
Y el conejo y la coneja, agazapados están como un viejo y una vieja, sus gazapos
duermen ya en la conejera.
Miligallo, de un salto, se encarama hasta la valla. Desde allí, en lo más alto, divisa
la granja en calma y les dedica un suave canto: “Dormid ya, animalitos, también
granjero y granjera, yo me voy dando saltitos, buscando aventuras nuevas”.
Unas luces, a lo lejos, a Miligallo deslumbran... ¿Qué será ese auto tan viejo?
Cruzando el paso de cebra se tropezó a un policía, que le dijo con cautela: Lleva
cuidado, gallito, que algún loco del volante no frena ni toca el pito y te llevará por
delante.
Y Miligallo, cansado, se sentó encima de un banco y vio unos pies a su lado y una
carita de espanto.
- Mi cama es esta madera; mis mantas, los periódicos; mi almohada, la luna llena.
Miligallo, entonces, pensó: ¿Seremos todos iguales si unos dormimos en casa y otros
en los parques?
¿Así que esto es la noche? Gentes que trabajan duro, hombres que fuerzan los
coches, personas pasando apuros, durmiendo sobre bancos que están fríos y duros.
Y con gesto contrariado regresó el gallo a su casa; las seis ya habían dado en el
reloj de la plaza.
El caballo, cereales; los lechones, lechecita; ya les cambia los pañales su mamá, la
cerdita.
- Queridos animales, solo una reflexión para hacer un mundo mejor: ¿Somos todos
iguales, toros o vacas, perras o canes, lechones o cerdas, gazapos o conejas,
gallinas o gallos?
FIN
Cuando llegó al lugar de donde venía la música, se encontró que allí vivía un perro
que se llamaba Franklin, el cual le dijo que él tenía mucha hambre y que si ella no
había pasado por algún lugar adonde hubiera comida abundante.
Ella le dijo:
Así fue, cuando el señor José se iba a llevar un muslo de pollo a la boca, vino la
tortuguita Ruby y le mordió el dedo gordo del pie. Del dolor que le produjo la
mordedura de la tortuga, soltó el muslo de pollo de inmediato, llegó el perro y se lo
llevó corriendo para comérselo lejos porque tenía mucha hambre.
La tortuguita tuvo mala suerte porque un señor que iba paseando por la calle la
vio y la metió en un saco, pero como el perro vio que Ruby la tortuguita estaba en
peligro, corrió muy deprisa y mordió en la nalga al señor.
Luego el señor soltó el saco y el perro Franklin ayudó a salir a Ruby, la tortuguita, del
saco, cuando de pronto vieron que la mamá de la tortuguita venía, llamándola,
junto con sus hermanitas.
La tortuguita Ruby le prometió a su mamá que la obedecería, ya que casi pierde
la vida por desobedecerla. Y además, no había sido tan responsable dejando a sus
hermanitas solitas.
FIN