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Job 29:2-5, "¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días en
que Dios me guardaba, cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
a cuya luz yo caminaba en la oscuridad; como fui en los días de mi juventud,
cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; cuando aún estaba conmigo el
Omnipotente, y mis hijos alrededor de mí...!"
Job está pasando por un tiempo de sufrimiento intenso y recuerda los días en que
la bendición de Dios estaba sobre él.
¡Qué hermosa descripción nos relata! No puede haber mayor bendición que tener
a nuestros hijos a nuestro alrededor y la presencia de Dios llenando nuestro
hogar.
Por tanto, podemos ver que el “favor o secreto de Dios” en el hogar de Job no era
otra cosa sino la presencia íntima de Dios.
Dios quiere que nuestros hogares sean un lugar secreto de favor e intimidad. Para
poder mantener en nuestro hogar la hermosura de Su prolongada presencia,
necesitamos protegerlo de la crueldad e impiedad del mundo de afuera.
Debemos proteger nuestros hogares de la fealdad del pecado, de las lluvias del
engaño y del vicio, de los vientos hirientes de la aspereza y de las contiendas que
nos lastiman, y de los relámpagos deslumbrantes de la mundanalidad.
Un hogar deja de ser un hogar cuando permitimos que las tormentas ocurran
dentro del mismo.
Aunque haya situaciones difíciles podemos esperar ahí en esa situación difícil el
favor de Dios.
Podemos esperar en esa situación complicada como dice aquí en la noche aunque
tengamos lloro podemos esperar que pronto vendrá el gozo. ¿Por qué? Porque el
favor de Dios nos sigue en cada momento de nuestras vidas.
Eso es exactamente lo que le pasó a José. El joven bien parecido rechazó los
incesantes avances sexuales de la Sra. de Potifar, porque él era un hombre de
integridad y eligió serle fiel a Dios (Génesis 39:6-18).
Obviamente, el favor de Dios no dejaría que el Sr. Potifar creyera que José era
culpable o que su esposa era completamente inocente.
Antes de que pasara mucho tiempo, José había sido promovido a supervisor de
internos, y el Señor hizo que todo lo que hiciera prosperara.
Génesis 39 encaja en el esquema más amplio de los planes del pacto para con Su
pueblo.
El favor de Dios no puede ser atado con cadenas. Su favor descenderá a los
lugares más profundos y oscuros en nuestras vidas y hará que prosperemos allí
— alcanzando Sus propósitos y dándole la gloria.
Aun cuando algunas veces quedamos atados por los grilletes de la decepción, del
desasosiego, y de las dificultades, el favor de Dios no se verá limitado. No será
encadenado.
Dios bendice pero la gloria no es mía, El que lo intentó, Satanás, fue echado del
reino de Dios. Y si nosotros empezamos a darnos la gloria a nosotros mismos, o a
pedir a los demás que nos den la gloria a nosotros a veces de una manera muy
sutil, bueno Dios nos desechará. ¿Por qué? Porque Dios no comparte su gloria
con nadie, con nadie.
Tú de repente dices: “es que tal persona es más pecadora que yo”. Y no se puede
ser más pecador, simplemente todos somos pecadores.
Porque Él nos defiende, porque Él está con nosotros. Tenemos paz porque Jesús
dijo: “estas cosas os he hablado para que tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción pero confiad yo he vencido al mundo”.
Cuando el diablo viene en contra de Job y le dice Dios: “no has considerado a mi
siervo Job”. El enemigo dice: “bueno pues lo que pasa es que lo has rodeado,
lo has protegido”.
Y podemos imaginar nuestras vidas y vernos como una ciudad que está
amurallada, donde Dios es nuestra protección, donde Dios es nuestra paz, donde
¿Lo crees? Amén. Vamos a bendecir a Dios por su favor, porque no es por
nuestros méritos, porque no es por nuestras obras que Dios está con nosotros. El
favor de Dios se ha manifestado a nuestras vidas.
Dale gracias a Dios por cada uno de sus favores en tu vida. Señor te damos
gracias en esta hora, reconocemos que tu favor está en nuestras vidas,
reconocemos que tu misericordia nos ha alcanzado.
Amado hermano, amada hermana dale gracias a Dios por tu vida, por la
salvación, por los hijos que Dios ta ha dado, y porque Dios te ha dado un lugar en
su propio Cuerpo.
Gracias Señor porque eres grande con nosotros, porque eres maravilloso sobre
nuestras vidas.