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VENTURAS DEL HUMOR SOMBRÍO.

Tiempo hace que no escribo,

y es curioso, era por no querer

y, aún así, lo echaba de menos.

Os echaba de menos, si yo decimonónico,

queridos lectores.

Decía que es como estar un poco

mudo siendo cantor, como si perezoso

siendo galgo corredor, badajo

sin campana, del silencio homónimo

por no dar voz a ese profundo que suena.

Y sé porqué, aunque no me lo explico;

porque no es razón, pero pesa,

pensar que mi voz no tiene sonido.

Si fuera verdad cada palabra

no existiría el miedo. Y no es

que sean inciertas, es que no se

sabe si creernos de solos que nos

suponemos.

No me atrevo, casi, a entristecerme

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por si fuera absurdo ( que lo es, una

vez aceptado el luminoso destino del hombre).

Salvado cada abandono y cada negación salvada.

Cada momento náufrago ignorado.

Abrir caminos a la vida, como si

no se bastasen ella sola y los demás. Cómo

abrir si no conozco ( o me niego a experimentar )

el consabido fondo del mar.

Si en la meta me equivoqué soy un

ciego dibujando. Y si en lo cierto estoy,

impaciente espero que una casualidad

o una suerte me coja de la mano.

Pero no se me tenga en cuenta, es

que hoy, ahora más bien, estoy jodido.

Se llena, de vez en cuando,

de zozobra el corazón. Y es

cuando pide pluma por si pudiera ser posible

encerrar en letras el miedo.

El futuro incierto y el

dolor posible: seguro pero

no probado aún en su

nueva forma prometida.

Se ha de vivir

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sonrisa al frente: es la mejor

manera. Pero se llena,

alguna vez y sin querer, de la

inexplicable zozobra la razón,

que es cuando pide pluma

el temor de no poder seguir

siendo inevitablemente.

PREFACENDUM.

Porque parece imprescindible vivir con las cosas

y porque se presenta inexcusable vivir sin las cosas,

que es antiquísima sentencia.

Porque se quiere y no se puede,

luego no se debe. Porque que no se

necesita es sabido y negable y se osa siempre.

Por eso es todo.

Todavía es lunes. No sé el tiempo

que lleva siendo lunes.

De vez en cuando me invento

algo para cambiarle el nombre al

día y me salen, entremezclados,

cafés, idas al banco, periódicos,

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jueves, gimnasios y cervezas, pero en

el fondo lo sé: sigue siendo lunes.

No es que el lunes tenga

nada de malo, es su duración

(eternidad podría decirse en un poema)

es su duración lo que no me

acaba de comprender;

y es que llevo ya, puedo asegurarlo,

toda una vida comenzando.

Pasión, palabra ajena,

va tu ausencia matando

inocentes por las calles.

Inteligencia, si te tengo,

¿ no tienes emoción y no llaneza ?

Inteligencia fría,

pensamiento anestesiado,

hasta tu misma boca te has cerrado.

El yo de mañana que

aún no conozco parece atado

por la distancia misma

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a mi frente ciega.

Palabras que gotean

de tarde en tarde intentan

crearlo o definirlo ¿ quién

lo sabe ? y quedan mudas;

no conocen su propia respuesta.

Ni la esperan casi, a veces.

Ese yo presupuesto puede

que no fuera necesario desde

el día de la creación y

todo lo avocado sería una

esperanza falsa sin fe posible.

Qué remedio sino seguir

rastreándolo por las esquinas

calladas de los relojes que no

hablan.

A veces, y debes coincidir conmigo, sólo el silencio

parece posible, y por muy tranquilo que se esté

se cuela en uno como un horizonte inevitable.

Las palabras, amagando su existencia, se

asoman a las manos, a los ojos, en cada paso

indeciso, pero se dan la vuelta cabizbajas

y se van quedando por los bolsillos.

Y se busca la calle y gente para buscar

certezas a las que nombrar y sentirse un

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poco vivo, es decir, con un mañana más

o menos tuyo, que por hacerlo de alguna forma

se lo pide uno a dios.

A veces, y debes... es mejor callarse ( único remedio )

bajar la cabeza, y esperar a encontrarse consigo

para seguir paseando por el tiempo infinito.

Hay veces hermanos, hay veces,

Señor,

en que huelo, casi toco, en que intuyo

lo que es el mundo; en que comprendo

qué es, deseado, un dios deseante por

oteros y collados; en que el alma entiende

que decir no puede lo que el alma

entiende balbuciendo y susurrando:

enorme grito que me anega y que

comprende (que pequeño me veo cuando,

Señor,

me haces grande) que existen, como

partículas de luz que me miran y me

tocan, los milagros.

La alcanzo y la toco y se me escapa

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y la intuyo (como mi mujer la conoce

desde los tiempos) y tiene,

Señor,

tu nombre y tiene, universo,

su cara,

y tiene fuerza de hombre (qué débil,

que nada) y tiene alma de dios, pero

miedo a las espadas, llanto de niño,

humanidad que la cabeza agacha.

La verdad. Todos la saben y qué

difícil alcanzarla.

Veces, veces Señor, en que se oye ya

el reino en casa de los hombres, pequeño

rebaño,

Señor,

tranquila impaciencia de saber que se

te tiene, que has llegado y no te hemos

conseguido,

Señor,

desde este mundo de Dios por el que el tiempo pasa

dejando tan llena (y tan vacía por amplia)

tan pacífica y tan blanca, tan sin ti y de ti

Señor,

el alma.

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Entre otras cosas, nos pasamos

la vida tirando piedras y,

claro, a fuerza de golpearnos,

alguna vez, se rompen los

cristales por los que miramos.

Todos lo admitimos: de pecado,

¿libre? nadie y seguimos

mirando al suelo, haciendo garra y

lanzando la mano.

Y se cubre el aire, ese por

el que caminan las miradas,

de malos gestos y de guijarros.

No sé (otra vez) si merece esto un

poema, pero estaría bien

que cada quién, sea

alma adúltera o perseguidor enfado,

se diera cuenta de lo absurdo

de pasar por la vida, entre otras cosas,

siendo juzgado y juzgando.

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Por ti le pregunto a la torre

de la iglesia y al ciprés serio

que la persigue por el tiempo,

y al vuelo de la paloma que

va preñando los aleros.

Vaga mi voz por las calles de

mi pueblo siempre con el

mismo son de cielo abierto

y dobla las esquinas esperando

esa mano de dios que

va curando a los ciegos.

Quiero ser esa vieja que dio

todo al templo y pasando por

el ojo de la aguja

quiero ser camello y andar

también yo por la cara de las

aguas hacia el corazón de Pedro.


Preguntar qué es la verdad y

que no me abofetee el silencio

de un mundo que no comprendo.

Quiero para mi alma la grandeza

de un abrazo entero.

Por ti le pregunto

a los árboles del huerto

y a las mejillas del beso.

Por ti le pregunto

al no desconocido que llevo dentro

y me contesta siempre

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del futuro y del mundo

un simple y mudo parpadeo.

Al principio fue el verbo

y no es la cruz lo último,

que es un comienzo nuevo,

y es el hoy las gotas de

agua y sangre que caen al suelo.

Por mí te pregunto,

y al campo y al sol y al

aire en que me muevo

y a la espalda del mañana

que no veo...Hágase en mí

según la palabra que mi espíritu

cree entre sus dedos

cuando de la tierra y del agua

nazca el hijo hombre que


presiento venir a veces si

cierro los ojos y a la luz que te cubre,

levemente,

le pido un deseo.

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Tengo una verdad grande que tiene nombre

y que no deja de rebosarme y que me pide boca:

torpe instrumento que se me cierra por no ser

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maza que rompa lo que a mi parecer,

pobre prejuzgador indeciso, se me antojan

(de pensamiento, palabra y omisión,

pobre indeciso idiota) blanqueados oídos

que me deshojan.

Sólo veo verdad y bien en lo que

recibo como buena nueva, favor a un

hermano que no ve lo que veo e no

ser

que sea yo el ciego que se equivoca si calla

y que si habla se equivoca.

No sé si no lo ven o se es que

su mundo yo no veo; algo raro debe haber

si parece doler tanto aceptar un

abrazo que les enseñe tras el mar y las

olas, a ojos cerrados, el suave canto de

los universos nuevos. No es que me haya

puesto triste o serio. Lo parece, ya lo sé,

pero lanzo palabras al aire que rebosan

del nombre de mi dios bueno y me apena

un tanto ver que se me quedan atrás

los hermanos que pretendo. La duda es,

quiero decir, que me dudo a veces,

si es que no me siguen o es que yo

no llego.

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Más hombre en la palabra, menos

( mejorando lo presente ) menos niño.

Vale otra vez. Pero en el fondo el agua,

aunque más dulce, es el mismo,

o la misma, qué más da.

Perfección-imperfección, amor, amor,


angustias, momentos felices, muerte,

el paro que me asfixia, ese dios entre

interrogantes ( mudo a mis oidos sordos a

sus palabras ) tiempos,

futuros perdidos...

Me rastreo continuamente andando,

con zapatos viejos, nuevos, viejos, como un niño

con zapatos nuevos tras de mí que no me

espero. Más sereno, más gastado del camino,

más dueño de lo temido o más cegato, que

también es bueno. Más sabio o menos cuerdo,

qué más da.

¿ No parece, de vez en cuando, cuando

buscas a ése que casi se te ha perdido,

que es como aquel perrillo simple que

por no perder al amo, paseando, se hace

dos veces el camino ?

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Tan atado a mí mismo voy

( dígase enmimismado, que hay

quien se trata de usted ) andando,

que me peso como un

hijo colgado a la espalda que no

veo cuando llora pidiendo mudo

el final del camino ( simbolismo

típico ). No me cree - no me creo -

las promesas que supimos y no sabe

- yo sí lo sé - lo que pesa su llanto.

Seamos serios: aunque no sea

cómodo rezar sintiéndose atadas las manos,

nada es nada al fin y al cabo.

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Aquí estoy de nuevo, dudoroso y solo

( qué incompetente ) cogido de la mano

que me pesa y que me anima.

De nuevo el yo que intento

dejar atrás desde mi resurrección pretendida

( y no sé si hago bien )

temiendo el nuevo paso inevitable

que se acerca, desconocido,

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desde más allá de un horizonte

que me empeño en poner en duda.

Las manos de los que se alejan

me arrancan trozos de garganta

llavándose mis palabras la marea.

Cuánta ternura ya en el lamento:

Otro borde más de precipicio

bajo mis pies reclamando vuelos

y ofreciendo huída.

Habrá que acostumbrarse, qué remedio,

a ser soplo inconstante

en manos de la dicha.

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Muchas veces me sumerjo algo buscando un

poema para sumarme un poco,


que hay veces que no me tengo.

Por decirme algo me río, o mejor,

me quejo un poco, y en racha de

poética lírica suerte, lloro.

Muchas veces, sumergido tras lo que creo

un tesoro, me doy cuenta (es un poner)

de que (y aquí es correcto) ese rato sin

respirar tras lo que,

metafóricamente,

hay en el fondo,

no es otra cosa que el enorme deseo de abrir los ojos y,

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de una vez, ver algo que no sea

uno mismo mirándolo quieto y esperando.

Son muchas las veces

(y sé que repito, de eso hablamos)

en las que cuando al fin me sacudo

uno de esos poemas con los que uno

sale pegados, me queda una tibia

certeza, o una idea, o la ingeniosa

frase, que me dice que no sería

yo quien soy si, en vez de otra cosa,

simplemente, hubiera respirado.

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Se me olvidaba comentaros:

todas las previsiones lo indican:

me va a sobrar tiempo este verano.

Sobrar tiempo: concepto extraño,

pues no es magnitud negociable...

pero es que a mi al menos,

me pone triste, envisperado al menos,

esa relativa soledad de buscar colas

en las que entretener los transcursos

a la espera de que algo ocurra,

lo esperado preferiblemente. Algo bueno

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Niego el dolor esta tarde

que he pasado en tus ojos.

Conozco al fin la clara verdad del mundo.

Una palabra tuya bastó para salvarme.

19

Es esa obsesión del yo por no

olvidarse de sí mismo lo que va borrando

la existencia.

Vivir hermano y fe en la vida:

Felicidad asegurada. Y esa obse -

sión por uno mismo. Sobre todo

sintagma y núcleo yo más verbo transitivo.

Comienzan así las piedras del camino,

creadas por el

deseo de tenerlas ( sabiéndolas imposibles, pues

no existían aún.)

Ser lo no tenido: agonía. Vivir lo no creído:

Sonreir a la oscuridad que nos alumbra el corazón

tranquilo.

Esto es un respiro fácil de ver.

Difícil asumirlo.

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Qué duele decirse adiós a uno mismo,

verse mirando atrás y ondeando

la mano hacia el ir y venir que sólo

existe o existió.

Mirarse a los ojos comprensivo

y decirse sin decir: aquí un amigo

entre árboles, piedras y polvo amarillo.

Llamarse y no venirse.

Qué duele rascar del corazón

nombres pegados con besos

y sonrisas y tactos y

amor blanco como el deseo.

Como los deseos: ser del ser mismo.

Convertirse en piedra del camino


y verse venir,

dejar pisarse

adiós de nuevo.

Cuánto duele y qué inevitable

ir pisándome mi, llamémosle así,

destino.

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21

Te odio tanto de vez en

cuando, mañana, futuro,

vida a la que voy viviendo

sin saborear abrazos enteros. . .

No sé si invento el odio

y no sé si invento la esperanza;

es más fácil mirar hacia adelante soñando,

mejor que hacer sangrar los ojos

para abrazar la nada.

22

¿Os habéis fijado?

¿No es al fin y al cabo la

medida de todo el deseo de algo?

¿Qué inesperado siempre, y cuánto, lo no querido

y qué tardanza, hay que ver, la de lo ahelado?

No pedir nada, nada rechazado, que

el 23 Juan decía. Eco suyo la razón del

corazón habitado por la esperanza sorda

que anda saltando entre los días

que vivimos repartiendo segundos

a ojalares (si Dios quisiera en cristiano)

que arañar pretendemos al tiempo planeando.

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23

¿Os habéis imaginado alguna vez,

vuestros efectos? Me explico.

Quien me mira y me sonríe:

¿Qué ve o a quién sonríe?¿Es

su boca su sentido o guardará

palabras sin sonido que me dirija

y no me entregue?

¿Es tal lo que les siento a lo

que me sienten?

No soy digno de que entres en mí, certeza,

(a Dios gracias).

Gran misterio ser humano:

Conocerse y entender el no entenderse.

24

Es una gran tragedia pensar

cuál fuera el fracaso, si no

encontrarse al final de uno mismo

o equivocarse en el principio, ese

final a menudo, mal imaginado.

Mirada a los lejos, brazo en alto

y corazón palpitando para ver

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si se consigue ese algo que,

casi siempre, no es sino otra de

las palabras que pronunciamos.

Alejado de la voluntad de

Dios si es final equivocado.

Sea su voluntad el error para

que así, bendito sea el tiempo anegado,

aprendamos.

25

Jamás lo habríais imaginado.

Yo no al menos, pero conozco,

en serio, gente de la que

podría decirse que me odia.

No es por ser nada que no

quiero, pero algo en mi corazón

me dice, y no me equivoco, creo,

que de mí (de lo que de mi conocen)

odian lo que tengo de espejo.

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Quería deciros que alguna vez,

esa persona que grita en el

tren y los colores de cuya ropa

casan en estridente autocomplacencia,

que lleva oros afeites en manos

y muñecas y en la mullida

pechera mustia y generosa. Que

esa persona me inspira

desprecio o repugnancia. Es excesivo,

pero sí, desprecio o repugnancia, compasión

a veces, ¿no es peor?

Y pienso luego, cuando estoy

por la bondad, que será madre

y esposa, amada y esperada como yo o

que será amiga querida y colega

(de escoba o cocina, qué cabrón)

envidiada o criticada. Una persona,

al fin y al cabo, como yo. Y

ya os digo, me inspira supuración.

No creo que sea grave, pero es mío

problema, porque es mi hermana. Os

lo quería trasladar, por si conocieseis solución.

21
27

De la juventud, de ellos,

hablamos mal los que vamos

de viejos y, sinceramente (no sé

por qué me meto) tienen

algo entre mil cosas grandes: se

dejan hablar y no van por el

mundo con los oídos ya repletos

y un no de hielo. Neuronas de a cero.

28

CON LUIS ROSALES.

Y ahora vamos a hablar.

Caminamos juntos sin pedirlo.

Caminaremos juntos por negaciones

y senderos, porque el sí es innegable

y tu mano en mi sombra

es contacto eterno.

Mi hermano. Mi hermana que comparte

idéntico principio y fin idéntico. Ser

seguidor de huellas a la espera del

abrazo en la certera duda del beso

22
último. Estamos hablando sin quererlo.

Querámoslo, pues parte de mí tú tienes

y parte de ti yo te ofrezco. Ahora que

lo sabes, hablemos.

29

Te buscaré por obras y eras.

por vidas que tenga, a,


a través de toda duda

y de cualquier posible certeza.

En altares y errores.

En mí - dónde si no -

y en todo hombre.

En su sonrisa.

Te buscaré aunque dejes

de perseguirme. Para que no

dejes de perseguirme.

30

A mí el mundo no me ha dicho su nombre:

como tu aliento se llamaba,

y, dado de la mano, con tus palabras pensaba.

No sé el sentido que tienen las mañanas

ni sé cómo nombrar a las

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sombras de mi alma.

Y se me está quedando la vida sin cara,

y, harto de mí mismo,

me equivoco al soñarla.

Me siento hoy más que nunca,

padre, hijo y espíritu de la nada.

31

Supo a adiós ya el amor primero.

Y sabe a ida cada encuentro.

No sé si nacerá el dios que llevamos

dentro llenando de diluvio nuestros ojos,

padres de cielos nuevos.

No sé si existe lo aún no creado,

naciente, ¿ eso sí ? , en su deseo.

32

Con temblor en los dedos,

la mano alzada y abierta te miro

flotar en mi tiempo.

Se confunden los futuros en

la espera de cada beso,

no fuera el redentor no sabido

que esperamos o tememos.

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33

Era mi horizonte

en mi balcón, sentado,

mi negra baranda sobre los ojos.

Y tras en los ojos es

hoy mi horizonte ya la

baranda negra casi en mis hombros.

Casi. Futuro,

yo mío desconocido y deseado.

Temor esperado.

Mi futuro casi mío.

Encharcado de tiempo y de nada,

de espera y de hastío.

Encharcado estoy del movimiento

que no empiezo. Que no llega

como el aire no me llega.

Sin sol que me evapore hoy


la nada se me hace tan siempre

que no veo el mañana.

Siempre nada.

34

Una mirada de creación son tus

besos y lluvia sobre el campo

la paz de tus manos.

Soy invisible cuando te tengo,

25
aire, mar abierto, llanto de niño,

lo oscuro del cielo.

No necesito a dios cuando te veo.

Me presiento en ti perfecto

cuando envuelves mi mente en tu pecho,

y, hecho lágrima, sonrisa de lo bello,

soy sólo tú, sin mañana ni recuerdo.

Sin ver las palabras que no quiero.

35

Y volví a ser imperfecto. Y era en ti.

Media alma borrada en la noche de tu abrazo.

Estuve donde tiene cuerpo la belleza,

fui vivo y breve mientras navegué

en el mar de tu sonido.

Y vuelvo a ser imperfecto. Y es en ti.


Perdido de mí mismo erré de la

mano de tu silencio entrecortado,

alejado de ese no donde vivo

seguro y solo. Uno: perfecto y libre.

Me golpea la alegría la parte

no sabida del pecho y no la miro,

le contesta inmóvil el miedo desde el infinito.

Has roto la perfección sin decir nada,

enseñándome el dolor posible

del adiós que me persigue

y que no querría decir cuando te fueras.

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Has entrado, casi como un olor,

limpia,

en mi casa cerrada,

y con el grito de tu sí

lo he aprendido de nuevo:

Puedo ser imperfecto: y es en ti.

36

Luz posada en mi hombro

y no remonto vuelo alguno.

Eres la eternidad buscada del tiempo

y del amor finito. Y se agolpan tus

párpados en mi

garganta.

Abraza ahora y siempre mi mano

el impasible viaje

de tu piel rozada y de tu caricia en mi alma.

Temo como a la muerte cierta

esa palabra que vi nacer contigo,

y que contigo va resbalando

hacia mí. Nadando por tu mirada.

Felicidad escrita a lápiz

sobre el papel incierto de la

futura nada.

Profundo y blanco el hoy.

Hoy , sin ti, qué vacío el mañana.

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37

Quiero coger mi alma

y golpearla contra las paredes.

Quiero que por mí se

sienta como por ella yo

me siento. Obligarla a mirar arriba, siempre

a lo alto y que vaya, siempre igual,

mirada perdida, tropezando por el suelo.

Quiero que sean mis manos

y mi alma un solo pensamiento

y yo, en medio, mi y su dueño.

No quiero ver más llover:

quiero ser yo quien llueva cada momento.

38

Me pediste un poema de amor y no puedo

porque la palabra me es insuficiente,

porque en la naturaleza no hay vuelo

ni hay flor; no hay en el mar color ni

olas suenan; ni blanco de luna; ni

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lenguaje platón, tradición poema, música

de esferas, ni universo acogedor, ni beso

tan siquiera. Probablemente hijos, seguro

Dios… pero qué poco mi boca ruda, mi

abrazo torpe, mi impotente ser tu mitad

del todo que nos ordena.

En paralelismo:

Me pediste un poema de amor y no hay cosa que pueda.

39

Recorre mi luz el aire ahora quieto

de tu respiración sin mis besos.

Me ha bautizado el mar de tu pelo

y mi nombre oculto, húmedo,

aún ciego, llora a oscuras para

que tú lo digas. Para decirte nuevo le

pregunta blanco al principio de lo eterno,

para romper el tiempo y lo escrito y

crearnos hijos de nuestros propios sonidos.

Sin sal en los labios y sin

final en las manos. Sin mirada

en los abrazos.

Está mi respiración vacía y los

cielos me gritan que no somos

dos, sino un mundo entero

29
que nos mira, ojos de dios,

por si se deshará para hacernos.

40

Realidad y deseo, y no es nada

nuevo, vaya dos compañeros para todo un día,

y léase aquí continua eternidad.

Como decíamos ayer ( si así se quiere )

son la contradicción necesaria: esa

infelicidad que es imprescindible:

deseo y tenencia, pareja absurda,

pues ya sólo cabe conformidad, y volvemos

a lo mismo.

Realidad de uno mismo que hace

desear otro yo mismo conforme que tome aire

un trecho.
Es la atadura a nuestro ego mismo la

que nos hace reñirnos como padres

y perdonarnos como a hijos.

Peligro equivocarse en el patrón o no saber

si llamarlo conformismo.

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41

Vale. Tengo que retractarme de algunos llantos.

No todo todo es un abismo inútil y encharcado.

Reconozcamos al menos que puede serlo.

También hay síes y veredas verdes y

despertares de mayo.

Admitir posibilidades ya es un paso,

esquizofrénico, eso sí, pero paso, y,

bien es cierto, podemos sonreir

de cuando en cuando entre lamentos.

Pocos, vale, como cigarros. Pero quería

ser poeta y pensé que mi

obligación era, a alma entera,

disfrutar del sufrimiento: no conocía

refugio mejor para de esa esperanza

que, en su caso, te obliga a vivir

por completo.

42

Hete aquí que, diría yo, sigue habiendo,

¿siguen? cosas que preocupan y que

si se versifican (por ello esto) perderían

sentido y sustancia. Perderían.

No es la vida, pero ¿y el dinero?,

no es la vida pagar el coche y

que una casa mejor quiero.

31
No es la vida un frenesí de

trabajos y tiempos. Sí es la vida

tener sueño. Qué negativo planteamiento.

Solución fácil: es la vida todo eso

que lidiamos y soportamos el los

descansos metafísicos que nos tomamos

entre altruismos y subsuelos.

43

Cuando se domina la poética

versificación como yo lo hago

(y no toméis esto como un magnificativo,

que es sólo un comienzo)

Un día de niebla como hoy y

donde hoy (me hallo paseando

a mi perro por el mar de

la desembocadura del río, frente

a océano tiempo) sugiere mil

poemas elegíacos. Pero no estoy hoy,

qué curioso, cada vez, cuanto más oro

menos lloro, aunque suene infantil y suene

tonto. Con sinalefa: mexplico:

Nos imaginamos a un niño

que llora (vale una niña de igual

32
manera) terminadas las clases en

los “bancos de espera a padres”

porque tardan y no llegan. Su llanto

es agonía igual que si no existieran los

padres (no es el caso). Es no tranquilidad,

no saber, no querer/poder salir del miedo.

Eternos minutos negros mientras llegan

con el sonido inaudible que hace una puerta.

Luego, a salir corriendo y llorar contentos.

Me hago cada vez más niño,

no es gran mérito, y siento siempre

a mi padre a la vuelta de la esquina,

ya os digo, cada vez menos triste (preocupado

sí, no soy perfecto) sabiendo que está al otro

lado de la puerta lo que espero.

44

Miremos la vida como un goteo:

gota a gota viviéndonos

(metáfora poco original)

Es cuando puede salir este poema:

Gutta cavat lapidem

deshojándose su agua por las manos

que se aconcavan para recibir

33
su sagrada forma.

Y, desde arriba siempre,

mirarnos las manos desde abajo

subidos los brazos al cielo

para observarnos, y es cuando

decidimos una gota: vernos;

otra gota: implicarnos

dejando en el corazón perdida (otra metáfora)

y bien guardada una poca,

no fuera a ser que

con poca fe

y de tristeza un algo

- soledad y miedo, imprescindibles -

algún día,

nos vaya a apete-

cer llorarnos.

45

Servir es reinar,

rezan allá donde trabajo.

Se ha de pensar entonces que

sirvo para algo, que puesto de

los demás en servicio les sirva

para que crezcan y sirvan de

34
la tierra arriba y de cielos abajo.

Si en algún momento

asoma el desánimo, bien es cierto

que qué felicidad la gratuidad

de ánimo (algo tan poco rentable,

eso sí, poderoso caballero) que ayuda

al brillo de los ojos de un humano.

Hermanas en mi caso.

46

Nadie como yo te

sabe, verdad,

porque nadie - y yo seguro nadie -

te roza con la espalda

cada día.

47

Es lanzar puñales preguntar lo que no se sabe.

Es herir a alguien hacer ver que se

sabe lo que no hace.

Trabajar molesta a quien piensa

que le dices así que trabaje.

35
Todo prosaico, pero versus quien no

se cambie.

Amar a todos y que alguno no se

cante o no se cuente entre los que lo

saben.

Si hay quien frente al ser no sabe,

¿camino será intentar no ser para los

demás otro alguien?

Lo que no puedo es evitar (os lo

aseguro, no sé andar de otro modo)

que ese camino desagrade.

48

Antigua historia aquella del bien y del mal. Lo sé,

no habré de contar nada nuevo bajo el sol;

y, sin embargo, qué largo, tortuoso, sudor, confuso,

sí y no. Qué amargo el decidir.

Es cierto (lo sabía y lo sé) que la vida

es vida por ser cambiante constante. Mente frágil.

Antigua historia, ya lo sé.

Decidir si ser o si no hacer; si erigirse en voz de algo, si

en signo de nada. Decidirse.

Las ondas de cada acto (aun de potencia escaso) le darán

36
a mis hermanos. Le darán a mis hermanas.

Y sonará a hachazo y a rayo en el árbol

mi hacer brisa en las ramas.

También yo persigo el nombre exacto de las cosas. Palabra.

Palabra de honor y de amor, que sólo intento llamar

(golpear, ya sé)

en las almas.

49

Abres los ojos y lo notas.

O, durante el día, lo percibes

de pronto ahí: tu mal humor.

Y es la tintura que lo matiza todo,

pues toda cosa aparece y viste como

el humor la pinta. Pobre cosa manejada.

Qué curiosa manera de vivir

más de un mundo o más de

un día siguiendo siendo yo mismo;

la misma cosa; las personas mismas

las que fruncen tu cejo o abren sonrisa.

No sé si está en el corazón de tan

perdido por dentro o en la

37
boca del estómago (como los

miedos) pero es el humor la

intensidad de la luz con que

nos alumbramos. Y no sé,

exactamente,quién o qué maneja la linterna.

50

Está mi balcón tan vacío

y yo de balcón tan lleno

que se me está haciendo el mundo

un cristal cambiante quieto. Siempre quieto.

51

Equivocación: No era lo problemático

tanto lo que viene, sino lo que sale.

No de lo que el corazón es recipiente,

sino de lo que es del alma la madre.

52

Gran lente inútil de mi mente: su sí

no sabe dónde nace ni

su muerte y no halla la huella

inconsistente de

38
su

vuelo

ni las dos a-

las rotas

de su ser inerte.

53

Era fatal. Chocaron anoche nuestras espaldas,


( ¿ o fue alma lo que sentí que buscamos ? )

en la improbabilidad de lo inmenso.

Se definió, abrazado a su oriente el mundo,

dormido mientras no dudaba.

Te supe anoche durante ese instante que

paseaste por tus labios

el filo de tu temblor blanco.

Era fatal. Y le has prestado tu nombre.

Lo que es y su futuro imperfecto

( perfecto así. No hay otro modo )

necesitaban conocer el tiempo,

rozar el espacio con sus manos

para llegar a lo cierto:

a ese no sé que nos regalamos a diario.

Es fatal el miedo y lo era

aquel banco verde mohoso, y el cochecito roto;

el dibujo de las sábanas, el pulpo a la gallega

y el picor de los párpados.

39
Y está siendo también fatal la conclusión de

mi hallazgo: que somos la gran maravilla

creadora de la hostia

o, ¿por qué no ?,

un joder qué asco pintado en la pared de un cuarto de baño.

54

Es como una persiana, entiéndase:

Luz vestida a rayas para los

ojos, llámense confianza, y siempre

así. De pie o sentado, al sesgo

o de lado, no cambia pero

siempre se cree poder cambiar

lo real intermitente.

Como por una persiana. Amanece

y se hace de tarde. Como

por la vida misma. Siempre así.

55

Me hacen falta hierros amarillos

de esos para los andamios. Ellos

son el problema, porque no los tengo;

y puede ser que no sepa buscarlos.

Creo tener lo pintado y lo

40
puesto: mujer, hijos, futuros planeados,

mis libros ( los leídos y los escritos )

toallas... y papel, claro. Todo

listo ya.

Mira que hace uno tonterías en la

espera ; creo, incluso, que alguna que otra vez,

he desertado. Si ya estoy listo,

¿por qué ese vacío ? no negro,

gris, lágrima o quebranto, pero vacío

al fin y al cabo.

Ya lo dije: Esos dichosos hierros

amarillos que no he encontrado.

56

Yo puedo crear a un dios

en los paisajes o en el

amor a mis pensares.

Puedo crear un dios

predicado, invisible e inefable,

y puedo aceptar un asa que me ame.

Pero yo no quiero crear mi dios,

quiero, necesito,

una promesa grande,

41
un mundo en los ojos,

un saber que me diga que no,

que tú no mueres, que puedo

amarte sin el temor a que nos

borren como borro yo

57

Quiero lloverme en ti y descubrirte.

Anegarme de tus silencios profundos

y alzarte sobre la ascensión de mis ojos.

Debo ahogar mi vida un instante tan eterno como el sí

en el no besado final de lo que no me dices,

y atrapar, solo o contigo, ese futuro blanco

que busco desde el mismo día

de mi muerte.

Que seas.

Que seas a cada paso desde aquí hasta acabar.

Quiero que el final llegue siempre

después que nosotros, que no nos acabe

sin habernos hecho.

Estallaría mi boca para pedirte

que juguemos a ser los dioses de la

creación de nuestro eterno. También eterno

si le damos muerte, agotado, antes

42
del no que llegue para repartirnos.

Si muere en vida para siempre muertos.

58

He visto ( sé ) en el teatro

de tus ojos mi futuro.

Sueño mi vida ( la sé ) en

tu aliento. Y sé ( lo sabes )

creadoras tus manos de

mi tiempo.

Tiempo.

Tiempo,

tiempo,

pared inasible, imposible


de saltar. Inexistente promesa de ti

el tiempo.

Y me crearás a mí en ti:

Naceremos.

43
59

Cuando ruge el destino ( a ver cómo lo digo )

cual galerna tempestuosa que horada el horizonte

estremecido bajo el peso de inconmensurables enormes

cúmulos como bolitas de algodón de plomo ( o como se

prefiera )

agitándose anda el vaso de dados

donde vivimos.

Lagrimea la zozobra y se encoge la

barbilla ( qué bonito pucherito ) mientras

oscurecemos para desear luz,

algo de luz,

aunque sea un poco,

que sola o por nosotros,

aparezca divertida

al fondo a la derecha

para durar el juego un poco más.

60

Inasequible al desaliento,

puede ser una manera de

definirse a la perfección.

Alentarse siempre en la esperanza

indefinible de coincidir con los

44
propios contornos. Que se dibujan

con aliento, que se dibujan con temor

y miedo, siempre consiguiendo ir a ciegas

nerviosamente buscando la luz conocida

recordada.

Inasequible es esa parte de mí

que no coincide con mi destino

cuando las cosas no me obedecen

y yo no obedezco (cada vez más de tarde en tarde).

Amable y necesario no rebelarse

contra el tiempo desconocido: Eso es

saber los dos secretos para poder

ir así poco a poco con lo incierto

siendo algo más sabio

y algo más abierto, que es lo mismo,

a la realidad desconocida y confiada,

a esa oscuridad del paso que se

aproxima tembloroso, regalado siempre


por el amor que, si se quiere, nos ilumina.

61

No creo haber vuelto la cabeza

ni un instante y ya no estoy.

¿Por dónde andará mi verbo desperdigado?

Pienso poder asegurar que no

45
me distraje ni un momento, pero

ya no encuentro otra vez el mundo.

No es exactamente cansancio,

¿de qué podría serlo?, y, sin embargo,

qué pereza buscar lo que busco,

y perdón por hablar tanto de mí,

pero es que no me tiene mi esperanza

hoy en cuenta siguiendo tontamente su rumbo.

No sabe que la sigo.

Sé - decía - todo lo pragmático, lo categórico

y lo dogmático, pero me estoy quedando

( y ya sé que tarde o temprano se arranca

de nuevo ) atrás. Desechada la queja y

el llanto, no me explico por dónde

regresa entonces, insistente y silenciosa, la

tristeza melancólica que algunos dicen.

Me parece que se olvidan las ganas de nosotros

de vez en cuando. Qué inútil una mente

brillante y un alma de genio ( qué le voy a hacer )

cuando nos ha adelantado el espíritu.

62

A nada responde realmente el terror:

ese temor que como propia sombra

acompaña a cada sueño y esa

ilusión medio muerta de cada mañana

46
soñado.

Realmente nada es la palabra propia

en la inmensa inexistencia del universo.

Es nuestra condena creer que debemos

construirnos a cada pronunciamiento.

Negar el vacio es vivir en la

inherente infelicidad de buscar dónde

buscarse.

63

Movimiento andando se demuestra

lo contrario. No es posible ( porque

no soy ni dios siquiera ) andar sobre

las aguas de esta marea inseparable.

Sin acritud ya, eso sí, dejo que

me cubra la mano con la oscuridad

divina que me ayuda a seguir buscando

ese será mío que sigue

en pecado original.

Durabilísimo bautizar de la vida

es el vivir siendo oleaje de atardecer

que anda y que descansa de sí

mismo constantemente, lentamente

llegando donde sin remedio no

hay nada pero que se ha de

47
buscar otra vez. Constantemente.

64

Se escribe: los lugares de tus mares

conocen las polvorientas orillas

que te entrego... como si

uno estuviera leyendo, cuando

todos sabemos lo que se quiere decir.


Ese es uno de los miedos: gastarse

en el pronunciamiento incesante de

la misma palabra, ya sean más o menos.

Absurdo y necesario escribirse

a trozos: un ojo hoy, luego una luz,

por supuesto miradas, besos, muertes

fingidas ( tocadas casi ) futuros, dioses y todo eso

que se va cayendo ( callado - juego fácil - )

por los descosidos del pantalón.

Y si no lo lee nadie, cualquiera sabe

si se dice algo. Alivia, que ya es.

Cosas sí se aprenden. Por ejemplo:

que también es bueno pararse, o mejor,

moverse, alguna vez, y decir simplemente

eso: te quiero. O estoy triste. O tengo miedo,

y que la neurosis luego (si se quiere

y si se puede ) lo vaya cubriendo de

ritmos y de metros, que queda lindo

48
y se acompaña el silencio.

65

Mi máximo mundo, mi destino,

mi futuro es, ahora lo sé,

llamarme como me llamo.

Por encima de mi mano,

sobre mis nombres, sobre mí mismo,

sobre quienes como yo se llamaron

y, con todo a la vista, mínimo

y debajo, sé cómo se vestirá

mi mañana: como yo me llamo.

En miles de ojos y letras,

en palabras que amo, a través

de como me llaman,

como tú me llamas

y como a Dios no llamo,

voy buscando mi nombre, que

sé viejo y que espero blanco.

Entre cielo y tierra, lloviéndome,

voy queriendo confundirme con la

voz de mi amo y voy,

49
ese nombre que es mi grito, sin querer,

pronunciando.

66

Me esfuerzo un rato, que tampoco es tanto,

en ser puerta de tren, por ser algo,

y me reboto a mí mismo ya casi ni desconcertado.

Vagabundo acostado.

Intento luego ser, para mí, un tú singularizado en don

o un soy tal que hago tales, pero no doy con la entrada

exacta

que me lleve a no ser solo en este erial sólo horizontado.

Y no me esforzaría más si no tuviera ese trozo de mar

sonriente

por el que dios ha existido, al menos un día,

para dármelo como regalo.

67

Colgado de la sangre blanca

no se sabe aún el seguro sangrar

de la espalda.

La luz no se ve nunca de

una vez; que va hiriendo

los ojos el deseo de alcanzarla

50
con perdidos parpadeos. De

pronto, de lenta llegada,

la vida aparece en un bolsillo.

Ya en su mismo centro,

donde circulan ojos que nunca miran

y adioses seguros disfrazados de eternidad.

Fuerza primera aireada y enorme

limpia de posesión indudable aún.

Negación balbuceante de un mañana sólo blanco.

Pero es mayor lo imposible y su deseo.

La luz no se ve nunca de una vez

y cegándose poco a poco nos enseña

su alma momentánea. Sólo en la espera quieta

es posible alguna vez.

Y mi sangre blanca será un ciego

silencioso y acompañado.

68

Cientos de veces desmayarme

quiero y saberme muerto.

Renacer sintiendo que es

mi dios mi mano y

yo mi pensamiento.

Dar miles de luces

al día y saber que

no haré a mis hijos

51
esclavos de una libertad

de cemento que les daré,

sin duda, entre abrazos y

silencios.

69

Una oración:

ayúdame, señor, a arañar mi espíritu. Que la sangre que

caiga sea la madre de mis destinos. Que yo no exista ya

más.

Oración:

que diga sin desear jamás no decir lo mismo.

70

ANGELUS

Si escripta manent, quizá por eso sea,

más que difícil, extraño, escribir un canto.

O acaso sea irreal lo cantable.

Es lo permanente la búsqueda del vuelo.

Dicta volant. Aquello de hágase en mí según

tu palabra, qué intangible y qué necesario.

52
Es extraño todo esto, lo siento, pero qué deseo

enorme el pensar que se es palabra escrita,

tranquila en la palma de la mano mientras

pueda creerse, saberse ojalá, escrita por un

padre bienamante que no te halla, ¿ o haya ?

abandonado.

¿ Será ignorancia o fe real cambiar

el grito de abandono por el canto

de ser aquí un esclavo ?

Es extraño esto, lo sé, pero no se puede

decir más claro.

71

Parece imposible, cada cierto tiempo, vencer;


y convencerse de que hay algo posible,

que no sea irremediable o esperado.

Sentimiento no buscado y necesario acaso,

pero qué aniquilante la desesperanza.

Y únele ya lo que quieras: terror, tristeza,

iglesias tímidas, silencio: ganas de ser uno

nada y no tener cabeza, por ejemplo.

Qué sensación tan conocida ya pero tan rara:

no saber si se es viejo y sentir que los

ánimos y los besos, sí, te sostienen en pie,

pero sin querer se te resbalan inciertos.

53
Ya verás, si tú un día de estos, cuando sea

que tú sabes como yo veo.

Se necesita, de tarde en tarde, como ahora,

un descanso para padecerse, porque ( se sabe )

sigue uno siendo su espejo, y se sabe ( al menos

yo lo sé ) que más lejos o más cerca de

Dios ( del que sea ) se sigue teniendo miedo. Sin

complemento exacto, teniéndolo como un

marco como

un dolor, como

un

divertimento o, más exactamente,

como si se tuviera sueño.

72

En el camino, a lo lejos, un niño

cantando al cielo eterno de una madre

y al azul eterno de no tener recuerdos.

Dios él mismo

con la inocencia del mundo nuevo;

vacía la espalda y con los dedos llenos,

saluda al agua y la bebe como bebe luz

quien sólo luz tiene,

54
y dice adiós jugando a ser creador:

Muerte primera encerrada

en la palabra secreta del aire mudo.

Padre, perdóname porque no sabe lo que hace

ese yo

sin camino que me he dado,

lágrima de su pasado y temblor de su futuro,

que vaga pisando piedras con el alma descalza

arrumbado bajo un olivo.

Todo era mentira pues ya nada es cierto.

No dejes, padre, que el andar cansino de la sombra

que se me para sobre los ojos, dolor primero,

se convierta en mi mismo ser desierto.

Y no pasa el niño solo,

que pasa abrazado a los latidos


de la duda del presente que es apenas.

Se va vaciando de Dios el firmamento,

y va cerrando el niño viejo su abrazo.

Para no morir ya más, muerto.

Buscaba tu cara, padre,

y no era camino el camino

ni era de luz de lo que estaba sediento.

Padre, perdóname si me sangran

las manos cuando he de saludar

a unos brazos nuevos. Que sólo ve

55
la mirada, padre, allá adelante,

adioses viviendo.

Más verbo que hombre soy

y yace en la tierra mi esperanza

vestida con el llanto de mi tiempo.

Perdón, padre, sólo intentaba ser eterno.

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