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CTS en contexto: la construcción social de una tradición académica 1

Dr. Jorge Núñez Jover, Universidad de La Habana


Dr. Francisco Figaredo Curiel, Universidad de Camaguey.

Introducción
En este documento dejaremos constancia del proceso de institucionalización de los
Estudios Sociales de la Ciencia y la tecnología (que por abreviar designaremos como
CTS) en Cuba y de las circunstancias sociales, ideológicas, culturales, académicas,
que explican esa trayectoria.

En las dos últimas décadas CTS ha construido un espacio en el ambiente académico


cubano. Ese espacio crece. Mostraremos los esfuerzos principales que se vienen
desarrollando y los pondremos en relación con las necesidades y demandas de la
sociedad cubana y las tradiciones de pensamiento y desafíos teóricos propios de su
cultura.

Comenzaremos por ofrecer una caracterización aunque sea breve y superficial del
campo CTS, tal y como se le entiende en este documento. Nos apoyaremos para ello
en un texto precedente (Núñez, 1999, 2001,2003).

¿Qué es CTS?

El desarrollo científico y tecnológico es una de los factores más influyentes de la


sociedad contemporánea. La globalización mundial, polarizadora de la riqueza y el
poder, sería impensable sin el avance de las fuerzas productivas que la ciencia y la
tecnología han hecho posibles.

Los poderes políticos y militares, la gestión empresarial, los medios de comunicación


masiva, descansan sobre pilares científicos y tecnológicos. También la vida del
ciudadano común está notablemente influida por los avances tecnocientíficos.

1
Al final de este ensayo se incluye como anexoy con el propósito de servir de complemento: Núñez, J. (2002)
“Filosofía y Estudios Sociales de la Ciencia” en: Cuba: Amanecer del Tercer Milenio. Ciencia, Sociedad y
Tecnología, Castro Díaz Balart, F. (coordinador-editor), Editorial Debate, Madrid. pp.171-191.

1
La tecnociencia es un asunto de la mayor importancia para la vida pública y, sin
embargo, por su carácter especializado y el lenguaje esotérico al que recurre, su
manejo suele estar en manos de grupos relativamente reducidos de expertos. Los
expertos, además, suelen serlo en campos muy específicos y pocas veces tienen una
visión global de una disciplina científica y menos aún de la ciencia en su conjunto.

Los sistemas educativos, desde los niveles primarios hasta los posgrados, se dedican a
enseñar la ciencia, sus contenidos, métodos, lenguajes. Desde luego, hay que saber de
ciencia, pero – y es la tesis que defendemos- también debemos esforzarnos por saber
algo sobre la ciencia, en especial sobre sus características culturales, sus rasgos
epistemológicos, los conceptos éticos que la envuelven y su metabolismo con la
sociedad. Lo mismo puede decirse de la tecnología.

Investigar sobre la ciencia y la tecnología es un objetivo que comparten disciplinas muy


diversas como la Historia, la Sociología, la Filosofía, todas de larga tradición.

Sobre todo a partir de los años 60 del siglo pasado se han realizado diversos esfuerzos
por integrar los estudios sociales de la ciencia y la tecnología en diversas perspectivas
interdisciplinarias. Estas han recibido diversas denominaciones: Science Studies,
Ciencia de la ciencia, Cienciología (que tuvo un auge significativo en la URSS y demás
países socialistas europeos); Science and Sechnology Studies; Science, Technology
and Society y otros. En idioma español se ha acuñado preferentemente la noción de
Estudios en Ciencia, tecnología y sociedad (CTS).

Alrededor de la Segunda Guerra Mundial los estudios sobre ciencia y tecnología


tuvieron un acelerado impulso en Estados Unidos, Reino Unido y otros países
industrializados. El tránsito a la Big Science (ejemplificado en los mega proyectos
dedicados a la bomba atómica y el radar) demostró que era necesario contar con
personas aptas para la gestión de esos proyectos. Las universidades norteamericanas,
atentas al nuevo mercado, se incorporaron a la formación de gestores en ciencia y
tecnología.

Junto a esto en los años 60 se habían acumulado numerosas evidencias de que el


desarrollo científico y tecnológico podía traer consecuencias negativas a la sociedad a

2
través de su uso militar, el impacto ecológico u otras vías por lo cual se fue afirmando
una preocupación ética y política en relación con la ciencia y la tecnología que marcó el
carácter de los estudios sobre ellas.

Se formó una especie de consenso básico: “Si bien la ciencia y la tecnología nos
proporcionan numerosos y positivos beneficios, también traen consigo impactos
negativos, de los cuales algunos son imprevisibles, pero todos ellos reflejan los valores,
perspectivas y visiones de quienes están en condiciones de tomar decisiones
concernientes al conocimiento científico y tecnológico” (Cutcliffe, 1990, p.23).

Se hizo cada vez más claro que la ciencia y la tecnología son procesos sociales
profundamente marcados por la civilización donde han crecido; el desarrollo científico y
tecnológico requiere de una estimación cuidadosa de sus fuerzas motrices e impactos,
un conocimiento profundo de sus interrelaciones con la sociedad.

Junto a esto, los panoramas que muestran el proceso que dio lugar al despegue de
estos estudios en los años sesenta, se refieren al esfuerzo por superar visiones
tradicionales de la ciencia y la tecnología que subvaloran o ignoran las determinaciones
e impactos sociales del desarrollo científico y tecnológico 2.

Esquemáticamente pudiera decirse que en la comprensión de las interrelaciones entre


ciencia, tecnología y sociedad, se contraponen dos enfoques. Al primero, muy
influyente hasta la primera mitad del siglo XX, le denominamos “tradicional”; al segundo
le denominamos “CTS”. En el cuadro que sigue puede apreciarse que las tesis de uno
y otro enfoque son contrapuestas en varios puntos clave. La concepción tradicional
identifica la ciencia con un conjunto de verdades y la tecnología con artefactos y
técnicas, asumiendo que el desarrollo tecnológico, de modo inexorable, determina a la
sociedad (determinismo tecnológico) y los “expertos” son los únicos competentes para
influir en las decisiones sobre el desarrollo tecnológico. La visión o imagen CTS
comprende la ciencia y la tecnología como procesos, cuyas trayectorias son
socialmente construidas a partir de la constelación de circunstancias sociales, valores
e intereses que actúan en la sociedad. En consecuencia, se defiende la idea de la

2
González García, M; López Cerezo, J.A; Luján, J. (1996): Ciencia, tecnología y sociedad. Una introducción al
estudio social de la ciencia y la tecnología. Tecnos, Madrid.

3
democratización del conocimiento, en particular el derecho de la sociedad a intervenir
en el curso tecnocientífico.
El cuadro siguiente resume ambas perspectivas.

En resumen, el impulso a los estudios CTS a partir de los años 60 debe entenderse
como una respuesta a los desafíos sociales e intelectuales que se habían hecho
evidentes en la segunda mitad del siglo xx.

Todo ello determinó un auge extraordinario de los estudios CTS y su institucionalización


creciente a través de programas de estudio e investigación en numerosas
universidades, sobre todo de los países desarrollados.

La misión central de estos estudios ha sido definida así: "Exponer una interpretación de
la ciencia y la tecnología como procesos sociales, es decir, como complejas empresas
en las que los valores culturales, políticos y económicos ayudan a configurar el proceso
que, a su vez, incide sobre dichos valores y sobre la sociedad que los mantiene"
(Cutcliffe, 1990, pp.23-24).

Hoy en día los estudios CTS constituyen una importante área de trabajo en
investigación académica, política pública y educación. En este campo se trata de

4
entender los aspectos sociales del fenómeno científico y tecnológico, tanto en lo que
respecta a sus condicionantes sociales como en lo que atañe a sus consecuencias
sociales y ambientales. Su enfoque general es de carácter crítico (respecto a las
visiones clásicas de ciencia y tecnología donde sus dimensiones sociales son
ocultadas) e interdisciplinario. CTS define hoy un campo bien consolidado
institucionalmente en universidades, administraciones públicas y centros educativos de
numerosos países industrializados y también de algunos de América Latina
(principalmente Brasil, Argentina, México. Venezuela, Colombia y Uruguay).

El cuadro siguiente resume la caracterización de CTS como campo internacional

Por su parte, CTS en América Latina es también deudor de un fértil pensamiento


regional que se articuló con especial fuerza en los años 60 alrededor del debate sobre
el desarrollo. Ese debate giró alrededor de la articulación de políticas científico-
tecnológicas para el avance económico y social. Ese debate transcurrió bajo la
influencias de los grandes paradigmas de las ciencias sociales latinoamericanas de la
época: la Teoría de la Dependencia y las concepciones de la CEPAL sobre el
intercambio desigual y la distinción Centro-Periferia. Las contribuciones de Herrera,
Varsavsky, Sábato, entre otros, impusieron un sello latinoamericano al debate sobre

5
ciencia, tecnología y sociedad, con énfasis en la problemática de la superación del
subdesarrollo y la dependencia ( Vessuri, 1987).

En realidad el campo CTS es de una extraordinaria heterogeneidad teórica,


metodológica e ideológica. Digamos que el elemento que los enlaza es la preocupación
teórica por los nexos ciencia - tecnología - sociedad. Pero esas preocupaciones se
asumen desde muy diferentes posiciones teórico - metodológicas y con muy variados
propósitos.

El sentido que se le concede a estos estudios también es diverso: unos autores


parecen atribuirles sólo interés académico, otros le ven un lado práctico y tratan de
utilizarlos con fines variados: como recursos de crítica social, como vehículo de
renovación de los sistemas educativos, como fundamentos de políticas en ciencia y
tecnología.

Desde luego que los temas de interés también son muy variados. No es sorprendente
que a unos les preocupe más el problema de la clonación y a otros la dependencia
tecnológica: todo depende desde qué sitio se aprecie la fiesta de la sociedad
tecnológica.

De una manera muy general, la agenda de CTS pudiera resumirse como aparece en el
cuadro siguiente

6
De modo resumido y adelantando ideas que se explican en el texto, pudiera decirse
que los estudios CTS en Cuba pretenden participar y fecundar tradiciones de teoría y
pensamiento social3, así como estrategias educativas y científico tecnológicas que el
país ha fomentado durante las últimas décadas. En particular entre nosotros es clave
el problema de las interrelaciones entre ciencia, tecnología, innovación y desarrollo
social, con múltiples consecuencias en los campos de la educación y la política
científico – tecnológica.

Una de las consecuencias del avance de los estudios CTS es la comprensión del
fenómeno científico y tecnológico como un proceso social que no puede ser
comprendido más que "en contexto", es decir, dentro de la constelación de
circunstancias sociales que le dan sentido 4. En esa perspectiva, la Ciencia, en su
3
En el ideario filosófico-educativo tanto de Félix Varela como de José Martí se encuentran importantes ideas que van al
encuentro de un pensamiento CTS de orientación humanista, por ejemplo: “Uno de los atrasos de la sociedad proviene
de la preocupación de excluir a las mujeres del estudio de las ciencias o a lo menos no poner mucho empeño en ello,
contentándose con lo que privadamente por curiosidad pueden aprender, siendo así que el primer maestro del hombre es
su madre, y que esto influye considerablemente en el resto de su educación” (Varela, 1997:84). “¿Para qué, si no para
poner paz entre los hombres, han de ser los adelantos de la ciencia?” (Marti, 1975, tomo 5, pp.259-264).
4
Esta idea guarda relación con uno de los fines de la educación CTS propuesto por Figaredo en su tesis de
doctorado: a) la contribución de la ciencia y la tecnología a la solución de los problemas sociales de la población y
de la ayuda solidaria a otros pueblos; b) la integración de todos los agentes del contexto social en aras de obtener
resultados científicos y tecnológicos pertinentes; c) la participación del pueblo en las actividades científicas y
tecnológicas; d) la acción crítica y responsable frente a los peligros actuales y potenciales de las innovaciones, para
el ser humano y el medio ambiente; e) la asimilación de la ciencia y la tecnología como manifestaciones de la
cultura; f) la comprensión de las interacciones dialécticas entre conocimientos, técnicas y contexto social (Figaredo,
2002:47).

7
expresión más amplia, se nos presenta como una red de individuos, instituciones y
prácticas anclados en contextos con sus propias determinaciones culturales,
económicas y sociales5. Esto también es válido para comprender los propios estudios
CTS. Con ese enfoque en mente examinaremos la evolución de CTS en Cuba.

El argumento seguirá la siguiente trayectoria: primero exploraremos sucesivamente los


ámbitos de la política del conocimiento, la política científico-tecnológica y la educación
superior. Pretendemos con ello argumentar la tesis de que el desarrollo científico,
tecnológico y educacional cubano transparenta lo que suele interesar a los estudios
CTS: las estrechas relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad; entre la ciencia, la
tecnología, la política y los valores, así como la importancia de la participación social en
esos ámbitos. Luego exploraremos lo que he denominado ideología de/en la ciencia.
Este panorama servirá para argumentar nuestro punto de vista según el cual los
cambios que se vienen produciendo en el contexto social y su demanda a la ciencia, la
tecnología y la educación, pueden beneficiarse de los enfoques y propuestas de los
estudios CTS. A continuación consideraremos el tema de las tradiciones de
pensamiento que han influido en la cultura cubana y conforman un cierto marco
conceptual a través del cual se asimilan y refractan los desarrollos contemporáneos en
CTS. Por último se describirá el proceso de institucionalización de los Estudios CTS.

Política y apropiación social del conocimiento.

En el año 1959 se desencadenó en Cuba un proceso de profundas transformaciones


sociales cuyos objetivos socialistas se declararon oficialmente en 1961. Uno de los
signos característicos del programa social inaugurado y uno de sus sentidos principales
fue la implantación de lo que llamaremos una "política del conocimiento". Esa política
tuvo un punto de partida fundamental en la Campaña de Alfabetización de 1961;
continuó con la nacionalización de la enseñanza, el acceso gratuito a la educación, la
realización de una amplia política de edición y distribución de libros. La Reforma
Universitaria de 1962 (Consejo superior de universidades, 1962) que modificó
profundamente las carreras y planes de estudio e incorporó a ellos la investigación
científica, constituyó un hito importante en esa trayectoria. Los planes masivos de
becas que permitieron a los estudiantes de cualquier sitio del país y procedencia social

5
Chambers, D.W. (1993)

8
acceder a la enseñanza, el desarrollo de la educación para adultos, los programas de
enseñanza para campesinos, en particular mujeres, fueron entre otras muchas,
medidas adoptadas por los revolucionarios en el poder. Esa política continúa hasta hoy
expresándose con peculiar nitidez en las transformaciones educativas y culturales que
el país viene realizando.

Con el concepto "política del conocimiento" subrayamos varios puntos importantes:

1) Se ha tratado de una estrategia deliberada, sostenida e impulsada desde los más


altos niveles de gobierno y orientada a la extensión, en la mayor medida posible, de los
beneficios del conocimiento a todos los ciudadanos. Hablamos de Política Social del
Conocimiento para referirnos a la construcción de estrategias deliberadas orientadas a
la producción, apropiación, difusión y aplicación del conocimiento, a fortalecer sus
bases institucionales, y la definición de agendas que proyectan objetivos y prioridades
de amplio y favorable impacto social.

2) Política del conocimiento es una expresión que habla del esfuerzo global por
convertir el conocimiento, en sus diferentes expresiones y con los más diversos
asentamientos institucionales en fuente de bienestar humano. Sirve por ello de puente
para conectar procesos aparentemente alejados como pueden ser la construcción de
sectores de alta tecnología (Biotecnología, por ejemplo) y las transformaciones que han
tenido lugar en la educación primaria, la incorporación de los jóvenes a la educación,
considerada esta última como un empleo, la universalización de la Universidad, entre
otros muchos procesos.

¿Qué tienen en común todos esos procesos? ¿Son ellas acciones independientes,
subordinadas a lógicas distintas o son expresiones diversas de un mismo proceso
social? ¿Cómo captar esa integridad?

3) La idea de política del conocimiento permite una aproximación más sintética a los
procesos que habitualmente aparecen bajo denominaciones diversas: políticas de
ciencia y tecnología, políticas educativas, políticas culturales, etc. Cada una de ellas
conducidas por lógicas y actores diferentes. Pudiera sugerirse sin embargo que todas
ellas se engloban bajo la noción de “política social del conocimiento” cuyas directivas

9
globales generan aproximaciones y sinergias entre la pluralidad de políticas en juego,
no siempre bien conectadas entre sí.

4) Esa visión permite una comprensión más unitaria del conocimiento mismo,
reuniendo a las Ciencias Naturales, Sociales, Ingenierías, Humanidades al
conocimiento tradicional y el conocimiento científico. Todas esas expresiones del
conocimiento son relevantes para el desarrollo.

La existencia de una política social del conocimiento es la que hace posible un amplio
proceso de apropiación social del conocimiento y dota al conocimiento de una amplia
función social.

Denominamos apropiación social del conocimiento al proceso mediante el cual, la


gente, el pueblo, participa en las actividades de producción, transferencia, adaptación,
aplicación de conocimientos y también al proceso a través del cual el pueblo accede a
los beneficios del conocimiento. Tal proceso de apropiación hace relevante al
conocimiento y le permite contribuir a metas sociales deseables: justicia social, acceso
a los beneficios del conocimiento (en términos de alimentación, salud, etc.), acceso a la
educación, participación democrática y mejoría de los sistemas culturales.

A nuestro juicio ese enfoque amplio de la política y la apropiación social del


conocimiento, contribuye a hacernos comprender mejor la coherencia implícita en las
transformaciones educativas, culturales, científicas, tecnológicas, en suma:
epistémicas, que Cuba viene desplegando

Visto así, se aprecia el conocimiento, entendido como totalidad, como condición y


posibilidad del desarrollo social, en un sentido integral.

Cuba, como país en desarrollo, ha impulsado una vigorosa política del conocimiento
que ha generado importantes procesos de apropiación social del conocimiento.

Lo que se desea destacar ahora es que ese enorme esfuerzo social por conectar el
conocimiento al desarrollo social, por impulsar hasta sus límites máximos la
apropiación social del conocimiento, el énfasis en la dimensión ética del saber, el

10
acento en la responsabilidad social de las instituciones y actores del conocimiento,
constituye un excelente estímulo al debate sobre las interrelaciones entre ciencia,
tecnología, innovación y sociedad, propio del campo CTS.

En virtud de su inserción en la práctica social, la comunidad científica cubana, los


profesionales que brindan servicios científico-técnicos, el profesorado a todos los
niveles, los trabajadores vinculados de diversos modos a movimientos de participación
social orientados a la innovación; los estudiantes, obreros y campesinos, participan
habitualmente de experiencias profundamente marcadas por el contexto social que han
demandado formas variadas de participación social. Todo ello legitima la posibilidad del
tipo de enfoques que CTS impulsa. También sugiere que entre nosotros CTS no puede
reducir su ámbito de interés a unas u otras manifestaciones del conocimiento, a unas u
otras instituciones o actores, sino a la totalidad de las interacciones conocimiento-
sociedad.

La política científica y tecnológica

Componentes esenciales de la "política del conocimiento" mencionada han sido las


políticas de educación superior y de ciencia y tecnología (PCT) que el país ha venido
instrumentando6. De esas políticas ha emergido un complejo “Educación superior-
ciencia-tecnología”, cuyo nivel de desarrollo y orientación social es fundamental para
comprender la emergencia y consolidación de los estudios CTS en Cuba.

Comencemos por comentar la PCT. Esa política primero implícita y luego explícita 7,
permite explorar cómo se han expresado en sus diferentes etapas, variadas
percepciones sobre las interrelaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, así como
los diferentes impactos sociales que en cada una de esas etapas se registran; de igual
modo es posible identificar los rasgos de la situación actual y de qué modo los estudios
CTS pueden contribuir al avance de las políticas propuestas.

La PCT cubana ha atravesado a partir de 1959 por tres etapas principales (García
Capote, 1996). A la primera etapa se le ha denominado "promoción dirigida de la

6
Sobre el tema de la PCT en Cuba: Castro y Codorniú (1988); Sanz y García Capote (1993); Simeón (1996 y 1997);
García Capote (1996).
7
Herrera (1975).

11
ciencia" 8 o "política desde el lado del suministro" como la denomina Freeman (1981) 9,
es decir, una política que se esfuerza por crear un sector de investigación desarrollo
inexistente, lo que en Cuba se tradujo en un énfasis extraordinario en la creación de
instituciones científicas y la preparación de los investigadores que debían trabajar en
ellas. De acuerdo con esto, en los años 60 se crearon muchos de los principales
centros de investigación que el país tiene hoy, se creó una Universidad Politécnica, el
Centro de Investigación Digital que construyó la primera computadora cubana en 1969,
el Jardín Botánico Nacional, la Academia de Ciencias de Cuba y otras instituciones y
grupos de trabajo. Se desplegó también desde entonces un marcado proceso de
intercambio internacional a través de la participación de científicos extranjeros en Cuba
y la formación de profesionales cubanos en el exterior.

Como se partió de antecedentes muy exiguos puede decirse que el avance en la


promoción dirigida de la ciencia en los años sesenta significó un salto extraordinario en
el desarrollo científico cubano. Ese salto fue posible, ante todo, por la voluntad política
que lo movilizó. El nuevo poder revolucionario asumió que el desarrollo social
dependería de la capacidad, la inteligencia y el talento que el país fuera capaz de crear.
Al inicio de la década Fidel Castro definió el futuro del país como un futuro de hombres
de ciencia, de hombres de pensamiento y poco después Ernesto Che Guevara, luego
de asumir la dirección del Ministerio de Industria, funda en 1962 la revista Nueva
Industria Tecnológica en cuyo primer editorial definió toda una estrategia tecnológica
que pasaría primero por resolver problemas más o menos inmediatos de la producción
y llegaría a generar tecnologías avanzadas en las condiciones naturales y culturales del
país. En el propio editorial el Che Guevara declara el objetivo de conectar la ciencia
moderna con la industrialización avanzada 10.

En los tres primeros lustros de la Revolución se crearon las bases institucionales de la


ciencia nacional revolucionaria y se avanzó considerablemente en la formación de los
profesionales que podían impulsarla. Ese proceso de institucionalización transcurrió en
gran medida en las universidades.

8
García Capote (1996, p.149).
9
idem
10
García Capote, E (1992) y Saenz,T y García Capote, E (1989)

12
En la mitad de los setenta, comenzaron a acumularse evidencias de que el problema
de la utilización práctica de los resultados científicos a fin de satisfacer los problemas
de la producción y los servicios era un asunto de la mayor complejidad. Esto dio lugar
a cambios en la PCT implantándose lo que ha dado en llamarse el "modelo de
11
dirección centralizada" (1977-1989) cuyo objetivo era completar el esfuerzo desde el
lado del suministro con una estrategia deliberada para utilizar los resultados científico-
técnicos, a lo que se dio en llamar "introducción de resultados". Se pretendía lograr
esto mediante un modelo muy centralizado que se apoyaba en la identificación de
"problemas de investigación" que orientara la investigación hacia temas de la mayor
prioridad y la utilización de resultados en las esferas de la producción y los servicios.
Aunque se enfatizaba la utilización de resultados esta etapa, el enfoque descansaba en
la concepción lineal que aprecia la investigación científica como elemento
desencadenante de la relación entre la ciencia, la tecnología y la producción. Esta
concepción, de moda en la segunda post guerra partir del informe de Vannevar Bush:
Science, The Endless Frontier, ha demostrado luego sus importantes limitaciones.

A los problemas de concepción se sumaba una circunstancia práctica muy relevante.


Junto al énfasis de la ciencia y la expectativa de que ella debía incrementar su
contribución al desarrollo, marchaba una política tecnológica implícita que se
caracterizaba por la importación generalizada de tecnologías, con mucha frecuencia de
los países socialistas de Europa. Tecnologías moderadamente modernas, de baja
eficiencia energética, agresividad ambiental, entre otras características 12. La tendencia
a asimilar, más que a producir tecnologías tradicionales o apropiadas, la falta de
sistematicidad en la evaluación social de las tecnologías y el desinterés frecuente por
innovar del segmento empresarial de los agentes del cambio tecnológico 13, explican
que el desarrollo científico y el potencial humano creado no se expresaran en los
resultados prácticos esperados.

Esta situación justifica la percepción crítica que sobre el tema se fue conformando a lo
largo de la década de los ochenta, discusión que se vio envuelta en un debate más
amplio sobre la práctica de la transición socialista en Cuba y en particular sobre la
eficiencia de la economía del país.

11
García Capote, E (1996, pp 150-152)
12
ibid, p.146
13
ibid, p.151

13
A esa percepción crítica se sumaron otros factores. La concepción de que el avance del
socialismo a nivel mundial dependería en gran medida de su capacidad para
desarrollar la ciencia y la tecnología como fuerzas productivas sociales, fue otro
elemento importante. A él habría que agregar la necesidad de elevar la capacidad del
país para enfrentar las agresiones biológicas de que estaba siendo objeto, prioridad
expresada con gran énfasis desde inicios de los años ochenta, así como el esfuerzo
por continuar mejorando el sistema de salud cubano con la creación de avanzadas
tecnologías en ese campo. Se pensó también en crear nuevos rubros de exportación
aprovechando las potencialidades que ofrecía la revolución en el campo de las
biotecnologías, proceso al que el país decidió incorporarse activamente.

Aunque incompleto, este cuadro de razones determina que desde mediados de los
años ochenta el país introdujera cambios en su PCT. Entre los cambios más relevantes
se encuentran el relanzamiento de la investigación científica universitaria, ahora con
orientación más aplicada; la definición de prioridades nuevas para el desarrollo
científico y tecnológico (Biociencias, Biotecnología, industria farmacéutica, equipos
médicos de alta tecnología, entre otras); la creación de los polos científico- productivos:
redes de cooperación integrada donde la investigación, la creación de tecnologías, la
producción y comercialización de productos, forman parte de un proceso continuo
conducido por estrategias únicas; la potenciación del Forum de Ciencia y Técnica 14,
singular experiencia cubana orientada a incrementar la participación ciudadana en el
desarrollo tecnocientífico y sus aplicaciones, entre otras iniciativas.

Durante la década de los noventa, la PCT nacional entró en su tercera-actual-etapa, la


que se caracteriza por la creación de un Sistema Nacional de Ciencia e Innovación
Tecnológica. El énfasis en la innovación ilustra la intención de acentuar la utilización
práctica del conocimiento, el propósito de convertirlo en un factor cada vez más
relevante de la estrategia económica y social del país, incluida una mayor presencia de
productos tecnológicos de avanzada en las exportaciones; subraya también que una
pluralidad de actores, incluida desde luego la comunidad científica, pero también y con
mucho énfasis el sector empresarial, constituyen la red de actores que puede hacer

14
Sobre el Forum se comentará más adelante.

14
posible la dinámica de producción/difusión/aplicación de conocimientos que el
desarrollo del país reclama.

Así, la centralidad de la innovación en la política económica, una renovada racionalidad


tecnológica ahora más urgida de implantar mecanismos de evaluación de tecnologías y
la búsqueda de nexos más sólidos y estables entre la ciencia y la tecnología en los
diferentes sectores de la sociedad y los diversos territorios, proceso al que la
universalización de la educación superior abre notables oportunidades (Núñez,
Montalvo, Pérez, 2006), conforman un escenario donde los nexos ciencia - tecnología -
sociedad se renuevan. Pero para ello deben también actualizarse los paradigmas
desde los cuales se piensan esas interrelaciones. Ahora las intencionalidades sociales
que los conducen tienen que ser más marcadas y los actores que pueden influir sobre
ellos aparecen más dispersos en el escenario social.

En la primera etapa de la PCT reseñada, el centro de investigación aparece como el


actor central del desarrollo científico técnico, concepción que se arrastra a la segunda
etapa, con el añadido de un alto grado de centralización en la definición de los
problemas a investigar. En la etapa actual, los agentes del sistema de ciencia e
innovación tecnológica son muy variados: centros de I+D, universidades; entidades
productoras de bienes y servicios de diverso tamaño y alcance territorial; entidades de
consultoría, gestión tecnológica; sindicatos, instituciones educativas, organismos
financieros, entre otros. Es obvio que las percepciones de esos diversos sectores
influirán sobre el sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica que el país viene
conformando. En esa perspectiva parece razonable suponer que esas racionalidades
deben ser educadas a través de un ejercicio intelectual y crítico al cual los estudios
CTS pueden contribuir.

Las transformaciones en materia de PCT se han expresado en documentos oficiales


que sirven de marco legal para el desarrollo científico y tecnológico y sus
interrelaciones con la sociedad. Fueron formuladas las bases para la proyección
estratégica de la ciencia y la tecnología en Cuba 15 y el Anteproyecto de Ley de la
ciencia y la tecnología de la República de Cuba 16. Como es de esperar se trata de
documentos que descansan en imágenes de la ciencia, la tecnología y la innovación y
15
CITMA (1997)
16
CITMA (1998)

15
respecto a ellos se proscriben ideales, metodologías, criterios de evaluación que
persiguen estimular políticas nacionales, territoriales, sectoriales y otras, coherentes
con el avance del modelo de desarrollo social por el cual el país ha optado; un modelo
que coloca la satisfacción de las necesidades de las mayorías, la justicia y la equidad
social en el centro de sus valores. Todos esos documentos son perfectibles, como los
la política científica implícita que el país viene desarrollando. En un plano muy general
podemos decir que el enfoque CTS es necesario para la PCT al menos porque:

a) Rescata el sentido político en las decisiones en ciencia y tecnología.

b) Insiste en la necesidad de articular los medios y los fines en las políticas, donde los
fines deben contribuir a diseños estratégicos que hagan humanos y sostenibles los
esfuerzos.

c) Subraya que no existen recetas únicas y construir políticas propias es


imprescindible. Esas políticas no pueden menos que articularse a las realidades
económicas, culturales, educacionales, ambientales, propias de países o regiones.

d) La política científica debe fomentar las interacciones, el trabajo en redes entre los
diversos sectores, instituciones y actores. Especialmente importante es su relación
con el sistema educativo, en particular la educación superior, fomentando el
complejo educación superior-ciencia-tecnología del que se habló antes y prestando
especial atención a la formación a lo largo de toda la vida. La experiencia
contemporánea subraya el vínculo entre aprendizaje e innovación (Lundvall, 2000).

e) La política tecnológica, bien entendida configura un ámbito interdisciplinario donde


las ciencias económicas tienen bastante que decir pero ni mucho menos todo. Las
ciencias sociales, la filosofía, la ética, por citar algunas disciplinas, son de la mayor
importancia.

Integración, colaboración y participación pública.

Entre los signos distintivos del funcionamiento del complejo educación superior-ciencia-
tecnología en Cuba están la integración, la colaboración y la participación pública en

16
esas actividades. Esos rasgos transparentan las particulares interrelaciones entre el
conocimiento, la política y los valores que caracterizan el contexto cubano.

Como vimos, la política nacional en ciencia y tecnología se orienta, deliberadamente y


con máxima prioridad, a fortalecer los nexos de todos aquellos que intervienen de
diversos modos y en diversos niveles en el cambio técnico. Para ello se han
desplegado movimientos y organizaciones sociales y formas institucionales que
favorecen la búsqueda cooperada de soluciones a los diversos problemas técnicos,
económicos y sociales que la sociedad enfrenta. Entre los primeros se encuentran las
Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), la Asociación Nacional de Innovadores y
Racionalizadores (ANIR) y el Sindicato de Trabajadores de la Ciencia (STC). Los
primeros son movimientos que aglutinan a obreros, técnicos, ingenieros y otros
vinculados a actividades productivas que se reúnen con el objetivo de potenciar los
esfuerzos dedicados a la búsqueda de soluciones técnicas; se estructuran desde los
talleres de las fábricas y las empresas hasta el nivel nacional. La diferencia principal
entre la BTJ y la ANIR es la edad de sus miembros, donde los miembros de las BTJ
tienen como promedio menos de 30 años.

El Sindicato de Trabajadores de la Ciencia aparece como una organización que reúne a


la masa de científicos del país favoreciendo la búsqueda de soluciones colectivas a los
problemas de su membresía y sobre todo, intentando potenciar sus contribuciones
sociales.

También existen importantes vehículos institucionales para favorecer la cooperación y


la integración. Uno de ellos son los Polos Científicos Productivos a que hemos aludido
antes. Existen en prácticamente todas las provincias del país y a través de ellos se
articulan los esfuerzos de los centros de investigación, laboratorios de I+D de las
empresas, las universidades y otros centros educacionales, con la participación activa
de los gobiernos de los territorios. En los polos se debaten los problemas del desarrollo
económico y social de cada región y se intenta buscarles soluciones que se basen en
la capacidad científico técnica disponible. El ejemplo más conocido a nivel
internacional, el cual tiene y tendrá cada vez mayor impacto en el desarrollo del país,
es el Polo Científico Productivo situado en el oeste de la capital cuyos esfuerzos están
concentrados principalmente en el desarrollo de la biotecnología, la industria

17
farmacéutica y los equipos médicos de alta tecnología. En ese polo se reúnen y
colaboran 38 instituciones científicas, con unos 12 mil trabajadores entre científicos,
ingenieros, técnicos y otros, más de la mitad de los cuales son mujeres.

Una de las experiencias sociales más interesantes que en material de desarrollo


técnico el país ha fomentado es lo que genéricamente llamaremos el Movimiento del
Forum. Las raíces de ese movimiento se sitúan a inicios de los años sesenta con la
estrategia de desarrollo tecnológico ideada por el Che Guevara en el Ministerio de
Industrias, consistente en generar soluciones técnicas de diferente envergadura a la
carencia de piezas de repuesto, rotura de maquinarias, etc.

De hecho las BTJ y la ANIR son movimientos que responden a esas necesidades.

Desde inicios de los años ochenta la búsqueda creativa de soluciones técnicas se


expresó en el Movimiento del Forum. Este no es otra cosa que un proceso que se
despliega desde las fábricas, empresas, talleres y otras unidades de base y
escalonadamente, hasta llegar a un encuentro nacional, va promoviendo el debate en
torno a las soluciones propuestas y estimulando a aquellos que presentan las más
valiosas iniciativas. A partir de 1982 y hasta 1998 se han realizado 13 procesos de esta
naturaleza. Entre los cambios observables, están, por un lado, el diferente tipo de
demanda que este Movimiento ha tenido que enfrentar. Cuando se inició, el tema
básico era la sustitución de equipamiento y tecnología procedente de países
occidentales cuyo flujo a la Isla se había interrumpido, disponiendo para ello de
sucedáneos procedentes de los países socialistas de Europa. Luego del derrumbe del
socialismo europeo la creatividad ha debido ser multiplicada para enfrentar las
carencias tecnológicas. Junto a esto, el Movimiento ha ampliado los frentes de su
creatividad al incorporar a los centros de investigación, lo que lo ha convertido en un
Forum de Ciencia y Técnica 17 donde se reúnen desde obreros, campesinos, técnicos,
estudiantes hasta científicos e ingenieros vinculados a lo más avanzado de la actividad
de investigación e innovación tecnológica en el país. El Forum pretende ser cada vez
un significativo canal que favorezca la participación ciudadana en el proceso de
innovación. Puede observarse que el Movimiento del Forum transparenta con claridad
17
Estos cambios se revelan en los diferentes nombres adoptados. Si el primer Forum (febrero de 1982) se denominó
Forum de Fabricación y Restauración de Piezas de Repuesto, ya el VI (1991) se llamó Forum de Piezas de
Repuesto, equipos y tecnologías de avanzada, para a partir de 1993 ser rebautizado como Forum de Ciencia y
Técnica.

18
las premisas ideológicas que han conducido el proceso cubano y en particular el
desarrollo científico y tecnológico a que él ha dado lugar. La práctica de estas
actividades y sus beneficios, se consideran patrimonio común del pueblo; es decir, se
trata de una concepción que amplía los actores de esas prácticas, no limitándolos a los
científicos e ingenieros del sector de I+D e incorporando a ellas a un vasto segmento
de la población, en principio a todos aquellos que pueden intervenir en la producción,
diseminación y aplicación del conocimiento. En este camino se fortalece la naturaleza
social del proceso innovativo. A esto se suma que en Cuba el seis por ciento de la
población se ha graduado en la universidad y uno de cada siete trabajadores son
universitarios. Se trata, por tanto, de una capacidad bastante extendida en el cuerpo
social.

La Educación Superior

Según hemos visto, podemos hablar de un complejo educación superior-ciencia-


tecnología que en su conjunto juega un papel fundamental en la capacidad nacional en
materia de producción/difusión/aplicación de conocimientos.

La Educación Superior Cubana de las últimas cinco décadas ha desenvuelto su


actividad y se ha desarrollado en un contexto de cambios sociales profundos que han
tenido una notable influencia en la vida universitaria y en la relación de la Universidad
con la sociedad.

Esa relación Universidad-Sociedad, intensa y probablemente singular respecto a las


experiencias de otros países en desarrollo, se revela en todas las funciones que
desarrollan las instituciones universitarias en Cuba (formación profesional, postgrado,
investigación y extensión universitaria).

El vínculo Universidad-Sociedad en Cuba no se considera una función, entre otras, sino


una cualidad de todas las funciones que la Universidad realiza. Para designar ese
vínculo estrecho de las instituciones universitarias con la sociedad, se emplea el
concepto de pertinencia social, entendida como las múltiples relaciones que se
construyen entre la universidad y el entorno; vínculos, nexos, interacciones, en los que
universidad y sociedad experimentan profundas transformaciones.

19
El tema de la pertinencia social fue uno de los grandes temas de la Conferencia
Mundial de Educación Superior, convocada por la UNESCO en 1998 y también de la
Conferencia Regional sobre Políticas y Estrategias para la Transformación de la
Educación Superior en América Latina, celebrada en La Habana (1996) como parte del
proceso preparatorio de la Conferencia Mundial 18.

La pertinencia social, como principio que conduce la política universitaria, se orienta a


la multiplicación de los vínculos de la formación profesional, el posgrado, la
investigación y la extensión con el sistema productivo y con toda la sociedad.

El conocimiento universitario está comprometido con el desarrollo social en todas sus


dimensiones, lo que puede contribuir al avance hacia un modelo de desarrollo social
basado en el conocimiento (Núñez, Montalvo, Pérez, 2006) o “nuevo desarrollo”
(Arocena y Sutz, 2005).

Las universidades cubanas están estrechamente relacionadas con la sociedad. Las


estrategias de formación e investigación universitarias se construyen en interacción con
la sociedad. Por ello denominamos al modelo cubano de relación universidad-sociedad
como un “modelo interactivo” (Núñez y Castro, 2005). La universidad cubana asume
que sociedad es mucho más que mercado. El conocimiento, la ciencia, pueden atender
exigencias comerciales, pero sobre todo, necesidades sociales. Las agendas de
formación e investigación son conducidas por el objetivo de promover la más amplia
apropiación social del conocimiento y sus beneficios, en procura de la equidad y justicia
social. Para ello son potencialmente útiles todos los conocimientos: los que aportan la
ciencia y la tecnología y también las el arte, las ciencias sociales y las humanidades.

Según creemos ese “modelo interactivo” facilita la participación de la universidad en el


sistema de ciencia e innovación. Más aún, ese modelo contribuye al objetivo social de
avanzar hacia un modelo de desarrollo social basado en el conocimiento. La “Nueva
Universidad”, modelo que promueve el acceso universal de los ciudadanos a los

18
La Comisión No. 1 se denominó “Pertinencia de la Educación Superior”. Las principales contribuciones aparecen
en La Educación Superior en el Siglo XXI. Visión de América latina y el caribe, Ediciones CRESALC/UNESCO,
Caracas, 1997. Entre otros pueden verse los trabajos de Garcia Guadilla (1997).

20
estudios universitarios y fomenta espacios de aprendizaje en todas las localidades del
país, es un recurso importante para impulsar el desarrollo.

El compromiso social de la universidad puede apreciarse en cualquiera de las


funciones que ella cumple.

La formación de profesionales vincula el estudio con el trabajo e incorpora la formación


en investigación. Los procesos de creación de carreras, modificación de planes de
estudio, realización de prácticas laborales, realización de investigaciones estudiantiles,
creación de espacios de formación en las empresas y otras organizaciones, e incluso la
creación de universidades, se relacionan muy directamente con la solución de
demandas sociales, económicas, culturales, ambientales. De esta manera, el
conocimiento involucrado en la formación de profesionales, guarda una estrecha
relación con el desarrollo del país.

Todos los estudiantes con dedicación exclusiva tienen al término de sus estudios un
trabajo garantizado apropiado a los estudios realizados, lo cual favorece su inserción
en el sistema de innovación.

La educación continua y de posgrado se guía por el principio de pertinencia. Los


procesos de aprobación, evaluación y acreditación de los programas toman muy en
cuenta la pertinencia social y son parte del modelo interactivo mencionado. Es notable
el impulso que tomó el sistema nacional de posgrado en el contexto del Período
Especial. Durante la década de los 90 la formación de doctores pasó a desenvolverse
mayoritariamente en el país, se multiplicaron los programas de maestría y
especialidades, así como los participantes en procesos de formación profesional. De
esta manera la educación continua pasó a incluir, masivamente, a los graduados
universitarios.

Las agendas que conducen la investigación científica y tecnológica también se orientan


a producir impactos sociales favorables, incluidos impactos económicos. Numerosos
ejemplos muestran la relación entre las innovaciones que nuestras instituciones han
generado con la investigación científica de buen nivel académico, la formación de
posgrado y la colaboración internacional.

21
Entre las áreas de investigación de mayor impacto están: medicamentos, vacunas,
diagnosticadores, equipos médicos, biotecnología agrícola, alimentación animal,
informática educativa y médica, hidráulica, agroindustria, nuevos materiales,
neurociencias, electromagnetismo, tecnología enzimática, química fina, química
computacional, ciencias sociales y humanas, entre otras.

La presencia de las universidades en la actividad científica nacional se revela también


en que el 43 % de sus proyectos de investigación participan directamente de las
principales prioridades del país organizadas a través de los Programas Científico
Técnicos Nacionales, Ramales y Territoriales. Las universidades, en especial las del
MES, son responsables de una buena parte de los principales premios científicos que
se otorgan en el país, así como de un porcentaje significativo de las publicaciones y la
inmensa mayoría de la formación de alto nivel.

Desde los años 80, en el contexto de cambios en la Política Científica y Tecnológica


Nacional ya descritos, la educación superior se ha esforzado por enlazar más
fuertemente sus investigaciones con el sector productivo e incluso comercializar sus
resultados, incluidas exportaciones de productos y tecnologías, preferentemente a
países de América Latina, Europa y Asia.

Las universidades también respaldan otros sectores emergentes de la economía y


participan en los programas de ahorro de energía y la exploración de nuevas fuentes
energéticas.

Este breve recuento permite justificar la idea de que el país ha venido construyendo un
complejo Educación Superior-ciencia-tecnología fuertemente orientado al desarrollo
social. La pertinencia, la orientación social, son clave para entender la dinámica de ese
complejo.

Según creemos, permite también comprender que la educación superior cubana, cuyo
perfil social hemos tratado de mostrar, generara una estrategia de formación e
investigación del tipo que interesa a los estudios CTS. Y ello por varios motivos:1)
cualquier esfuerzo por comprender la racionalidad del desarrollo científico y tecnológico

22
cubano no puede menos que partir de la sociedad como principal elemento
explicativo.2) Ese desarrollo merece ser estudiado en una perspectiva CTS: documenta
muy bien las interacciones entre ciencia y política, entre conocimiento y valor e ilustra
las profundas conexiones entre el desarrollo educacional, científico y los procesos
económicos y sociales que permiten superar el subdesarrollo.3) La educación superior
incluyen los currículos un amplio ciclo de ciencias sociales en todas las carreras
universitarias. La idea de que la formación del profesional incorpora un componente de
ciencias sociales abonó el camino de CTS en Cuba.

Ideología de/en la ciencia.

El recorrido anterior debe permitir apreciar que desde el más temprano discurso político
de los años sesenta, ha dominado una percepción que insiste en el valor de la ciencia,
en su conexión directa con los problemas del desarrollo social, y lo que es muy
importante para los fines de este documento, extiende a la mayoría de la población la
participación en el conocimiento y sus beneficios.

Al provenir esa percepción de los niveles más altos de gobierno del país, ella ha
desencadenado acciones prácticas orientadas al desarrollo de la educación, la
extensión de la cultura científica y la consolidación de un potencial y una infraestructura
científica y tecnológica nacionales.

En resumen, es posible observar en el pensamiento político cubano una percepción del


valor y la significación social de la ciencia y la tecnología, de su prioridad y centralidad
en las estrategias de desarrollo social que pudiéramos sintetizar en la existencia de
"ideología de la ciencia" que viene del lado de los principales actores políticos.

Esa ideología, entendida como un sistema de valores que traducen intereses sociales,
cristalizó como parte del proceso de transformaciones sociales más amplias en el cual
los sectores populares se incorporaron a la educación y la ciencia, nutriendo la masa
de profesionales, científicos y profesores que han copado los departamentos
universitarios y fundado la mayoría de los centros de investigación. Si como dice Price
en el mundo están vivos el 90% de los científicos que han existido, en Cuba casi la
totalidad de los científicos, ingenieros, técnicos, profesores y maestros accedieron a

23
esa condición en las últimas cuatro décadas y de forma mayoritaria han respaldado las
transformaciones sociales del país. No es extraño que esa comunidad científica en
gestación haya hecho suya la propuesta de una ciencia en función de la solución de
los problemas del desarrollo social del país. Con ello ha madurado el complemento de
la "ideología de la ciencia" proyectada desde el poder político: la "ideología en la
ciencia" entendida como la percepción ético-política del trabajo científico asumida por
los científicos, ingenieros, profesores, percepción que permite concebir el trabajo de
todos ellos, sobre todo, como una contribución social.

Todos estos valores que venimos comentando han madurado, puestos a prueba y
sometidos a tensiones a lo largo de las últimas cuatro décadas y han conformado un
contexto ideológico, político y ético muy singular, incomprensible desde aquellas
interpretaciones de la ciencia de corte cientificista que predican separaciones tajantes
entre ciencia y valor, entre motivaciones políticas y finalidades científicas. Sin lugar a
dudas los científicos cubanos no han vivido en su experiencia práctica semejantes
dicotomías.

En la década de los noventa los valores aludidos se plasmaron en el Código sobre la


Ética Profesional de los trabajadores de la ciencia en Cuba 19. El documento prescribe
diversos ideales respecto a la conducta de los científicos y propone que de él se
deriven códigos sectoriales e institucionales específicos, según las particularidades de
las tareas científicas que en ellos se realizan. Los ideales aluden a conceptos de
diferente naturaleza, epistemológicos y éticos unos (verdad, rigor, objetividad,
honestidad) y sociológicos y políticos otros (patriotismo, compromiso social, intereses
sociales). A la vez que se exige de los científicos la búsqueda de la verdad y el trabajo
honesto y desinteresado que debe tributar al avance de la ciencia, se define que la
principal contribución que se espera de ese trabajo es el bienestar de la sociedad, al
cual se subordinan los intereses individuales y gremiales.

El Código resulta así una singular mezcla de prescripciones propias del ethos
académico clásico20 con ideales políticos y valores sociales asumidos como prioritarios;
una interesante combinación de racionalidades epistemológicas, éticas y políticas.

19
CITMA, Documento de trabajo s/f.
20
Merton, R.K. (1980)

24
El fenómeno ideológico apuntado explica que para los docentes, investigadores y otros
profesionales cubanos, la perspectiva CTS, con su acento social, no plantea ninguna
incompatibilidad con su percepción cotidiana, la que emerge de su actuación como
actor del conocimiento y como ciudadano.

CTS se institucionaliza.

Desde los años sesenta la tradición más influyente en Cuba en el campo de las
ciencias sociales ha sido el marxismo. El marxismo se ha enseñado e investigado en
Cuba por más de cuatro décadas y su influencia alcanza a amplios sectores de la
sociedad. En particular se enseña en las carreras universitarias. Se trata de una
cosmovisión cuyos rasgos esenciales hacen parte de la formación de todos los
universitarios. En grupos de investigación, así como en carreras y estudios de
posgrado vinculados a las ciencias sociales, el marxismo se investiga en sus diferentes
expresiones: tanto el marxismo originario como el institucionalizado en los países de
Europa Socialista, el llamado marxismo occidental y la propia evolución del marxismo
cubano.

Al margen de las variadas percepciones que sobre el desarrollo científico y tecnológico


puede encontrarse en diferentes fuentes marxistas, es obvio que se trata de una
propuesta que desde sus orígenes y en sus más lúcidos cultivadores ha insistido en
las interrelaciones entre la ciencia, la tecnología y la estructura y agentes sociales.
Desde las ideas seminales de Marx 21 en las que el desarrollo científico se comprendía
como parte del proceso de la reproducción del capital y en nexo directo con el proceso
de industrialización, pasando por la muy comentada propuesta de Hessen 22 o las ideas
de J.D. Bernal23 u otras concepciones menos conocidas, el marxismo ha apostado a
una comprensión de la ciencia y la tecnología donde se les examina como dimensiones
de la totalidad social, inexplicables al margen de las variables económicas, políticas, los
intereses de clase u otros. En Cuba es esa raíz marxista la que ha comunicado su
aliento al actual proceso de institucionalización de los Estudios CTS.

21
Núñez, J (1984).
22
Hessen, B. (1985).
23
Bernal, J.D.(1954).

25
A partir de los años setenta y sobre todo en los ochenta se hicieron presentes en Cuba
los cursos y publicaciones sobre la ciencia (en mucha mayor medida que sobre la
tecnología). Los foros de interés fueron principalmente los debates filosóficos sobre el
desarrollo de las ciencias (con menos énfasis en los temas lógicos que en las
resonancias valorativas, ideológicas, políticas), los estudios sobre la Revolución
Científico - Técnica y sus consecuencias sociales y temas de Historia de la Ciencia y
política científica.24

En la medida en que avanzó la década de los ochenta fue madurando la idea de que
era necesario desbordar las fronteras disciplinarias de estos estudios (Historia,
Filosofía y otras) y avanzar hacia una concepción interdisciplinaria. En ello influyó la
consolidación que este punto de vista tenía en los países de Europa Socialista a través
de los trabajos en el campo de la Cienciología 25.

En la segunda mitad de los años ochenta se comenzaron a preparar algunos trabajos


de síntesis26, defender tesis de licenciatura y a ofrecer cursos donde concurrieran las
diferentes perspectivas, relacionándolas lo mejor posible. También durante los años
ochenta fue incrementándose la atención sobre la problemática y el pensamiento
latinoamericano en ciencia y tecnología. La discusión en torno al desarrollo social y su
relación con temas como el atraso científico, la dependencia tecnológica, las
tecnologías apropiadas, las políticas públicas en ciencia y tecnología en los países en
desarrollo, las particularidades del proceso de institucionalización de las comunidades
científicas en la periferia, fueron concitando un cada vez mayor interés académico por
su conexión directa con la problemática cubana. Nuevas tradiciones, autores y
problemas encajaron en la agenda de los estudios de la ciencia; problemas cuya
discusión no era posible más que desde una perspectiva social, interdisciplinaria y
crítica.

Durante esa década también se incrementó la recepción de autores y obras de origen


norteamericano y europeo de reconocida importancia, sobre todo en Filosofía de la
Ciencia, lo que dio lugar a estimulantes debates 27.

24
Parcialmente estos intereses se reflejan en la obra colectiva Filosofía y Ciencia (1985).
25
Mikulinski, S.R. (1974)
26
Núñez, J(1989, 1989ª y 1990).
27
Ver Filosofía y Ciencia (1985).

26
En un resumen, cabe decir que a fines de los ochenta habían madurado en algunas
zonas del ambiente universitario cubano algunas ideas que aquí podemos resumir:

a) Los problemas gnoseológicos, metodológicos (verdad, error, método) que quizás


capturaron hasta entonces la mayor atención son solo algunos de los importantes
problemas asociados al desarrollo de la ciencia. Importan también otros como la
relación ciencia-política, ciencia-valores, etc.
b) La necesidad de estudiar sistemáticamente las interrelaciones entre la ciencia, la
tecnología y la sociedad(aunque la dimensión tecnológica permanecía menos
atendida28). Ello conduce a prestar mucha atención al contexto: no solo tiene
sentido hablar de la ciencia en general, sino preferentemente de la actividad
científica en contextos particulares, lo cual conducía a abrir el espacio a los estudios
sobre Cuba y América Latina.
c) Esos estudios debían tener una orientación interdisciplinaria. Las fuentes y los
abordajes no son solo filosóficos, hay que movilizar la Sociología, la Historia, la
Economía y preferiblemente integrar sus discursos hasta donde sea posible.
d) Era necesario un ejercicio de recepción y actualización respecto a las tradiciones
internacionales en este campo menos conocidas en Cuba. Las contribuciones
latinoamericanas también eran relevantes.
e) Estos estudios podían tener importancia en el campo educacional y probablemente
en el de las políticas en ciencia y tecnología.

A inicios de los noventa estos avances hicieron posible consolidar un espacio para la
disciplina Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología (PSCT) en el ciclo de
ciencias sociales de la mayoría de las carreras universitarias en Cuba. Se estimó desde
entonces que la formación en la educación superior, sobre todo de científicos e
ingenieros, se enriquecía con el estudio de los problemas del desarrollo científico y
tecnológico, en su dimensión universal y también latinoamericana y cubana. Debe
observarse que la incorporación de esta disciplina fue posible porque la educación
superior cubana asume que las formaciones científico-técnica y humanística tienen que
marchar unidas. Las clásicas separaciones entre ciencia y valor que dan lugar a
ordenamientos disciplinarios e institucionales que tienden a separar ciencias y
humanidades aquí no tienen lugar. Lo que se hizo entonces fue aprovechar esta
28
El colectivo que más interés prestó desde temprano al tema fue el Grupo de estudios sociales de la Tecnología
(GEST) del ISPJAE y ello se reveló más adelante en su producción bibliográfica (GEST, 1997 y 1999).

27
concepción y el espacio que ella creaba para introducir esa PSCT como disciplina en
los planes de estudio.

Poco antes de esa fecha la Comisión Nacional de Grados Científicos 29 sustituyó el


examen de Filosofía al cual se sometían habitualmente los aspirantes al doctorado por
un examen de PSCT e igual decisión se adoptó para los ascensos de categorías
docentes e investigativas. La idea que subyace a esta decisión es que un buen
especialista no solo debe poseer el conocimiento, las tecnologías, las habilidades
propias de su campo, sino que debe ser capaz de estimar su valor e impacto para la
sociedad; debe tener la posibilidad de reflexionar en términos éticos políticos,
económicos, sociales sobre la actividad profesional que despliega. Con estas
definiciones el público de esta disciplina se amplió a buena parte del ámbito
académico. El primer texto se publicó en 1994 (Núñez y Pimentel, 1994).

En la propia década de los noventa tiene lugar, según vimos antes, el esfuerzo por
consolidar una estrategia científica y tecnológica que sirviera para enfrentar la grave
coyuntura económica y más aún, avanzar en el desarrollo social. Cambiaron las
políticas públicas; en las universidades la investigación y el posgrado multiplicaron su
espacio, se inició un proceso de transformaciones jurídicas, organizativas e
institucionales tendente a elevar la contribución económica, social y cultural del
potencial científico nacional. Todo esto supuso cambios conceptuales, discursivos y
prácticos donde las reflexiones sobre ciencia, tecnología y sociedad tienen un espacio
muy importante.

El crecimiento de los programas de posgrado amplió notablemente el espacio de PSCT


en la formación terciaria de diversos perfiles profesionales.

Hacia 1996 podemos decir que el país había avanzado en la instalación docente de
cursos sobre PSCT. No se utilizaban entonces las siglas CTS.

A partir de entonces y preferentemente por los contactos con académicos españoles 30


se iniciaron las conexiones sistemáticas con el desarrollo de los Estudios CTS

29
Órgano rector de la política de doctorados en Cuba.
30
Sobre todo el profesor José Antonio López Cerezo, Catedrático, situado en la Universidad de Oviedo y asesor de
la OEI.

28
(posgrados, investigaciones, actividad editorial, cursos, grupos de trabajo, etc.) que ha
tenido lugar en Ibero América. La creación por la Organización de Estados
Iberoamaericanos (OEI) hacia fines de la década de un programa en CTS facilitó la
movilidad de los especialistas, promovió los contactos, creó oportunidades para la
publicación de nuestras contribuciones y distribuyó bibliografía actualizada.

Ese apoyo fue fundamental para avanzar un programa de formación a nivel de


posgrado orientado a preparar personas que puedan desarrollar, ahora de modo más
profesional, la enseñanza y la investigación en CTS. En 1997 se crea la Maestría en
CTS Hasta el presente se han graduado unas 40 personas en el nivel de maestría,
algunos de los cuales ya tienen nivel de doctorado. En la actualidad unas 50 personas
se forman a nivel de maestría y unas diez se encaminan hacia el doctorado. Con
frecuencia proceden de las ciencias sociales y la Filosofía pero no pocos tienen
formación en ciencias e ingeniería.

Hacia 1999 se crea en la UH la Cátedra Ciencia y Sociedad que tres años más tarde, el
12 febrero de 2002, se convirtió en Cátedra Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación
(CTS+I), con una mayor proyección nacional e internacional.

La Cátedra es la célula que coordina la actividad académica en CTS. Coordina


numerosas iniciativas académicas y está involucrada en diversas redes internacionales.
Mencionemos las más importantes acciones: 1) Coordina el programa de maestría que
se desenvuelve tres sedes: UH, UCF y UCI 2) Desarrolla un incipiente programa
nacional de formación de doctores 3) Colabora activamente en actividades de
formación con instituciones que desarrollan importantes programas nacionales como la
Facultad de Oftalmología a cargo de la formación de especialistas para la operación
Milagros y el INIFAT, centenaria institución que desarrolla el programa de la Agricultura
Urbana. 4) Está a cargo del grupo de Expertos del Programa Ramal del MES “Gestión
del conocimiento y la innovación para el desarrollo” cuya concepción está muy
vinculada a la trayectoria intelectual de la Cátedra. 5) Desarrolla programas de
formación en PSCT que involucran cerca de un centenar de profesionales cubanos
cada año, provenientes de todos los ámbitos profesionales y científicos. 6) Cursos de
PSCT han sido dictados con significativa receptividad en otros países de América
Latina, por ejemplo México 7) La Cátedra ha definido una agenda de investigación

29
centrada en el tema Universidad, Innovación y Sociedad que le permite, además, una
razonable articulación internacional 8) La producción de informes, artículos y libros
acompaña a las necesidades de formación e investigación propias de CTS 9) La
Cátedra participa en varias iniciativas internacionales como la red “Universidades de
Desarrollo”, con 15 países y liderada por la Universidad de Lund, Suecia; La Cátedra
de Integración Convenio Andrés Bello (obtenida por concurso), radicada en nuestro
espacio institucional y el Programa CAPES-MES centrado en un estudio comparativo
Cuba-Brasil acerca del lugar de la Universidad en el Sistema nacional de Innovación.

En lugar de las conclusiones


El interés académico por la dimensión social de la ciencia y la tecnología cuenta en
Cuba con varios espacios institucionales. En este documento hemos mencionado dos:
PSCT y CTS. El primero situado preferentemente en los departamentos de ciencias
sociales pertenecientes a las instituciones de educación superior, sobre todo en las
adscritas al MES, cuya finalidad básica es la enseñanza de los PSCT, más de pregrado
que de posgrado. En el caso de enseñarse en posgrado no suele rebasar la forma de
cursos cortos.

El otro espacio es el de la cátedra CTS+I. La cátedra impulsa un programa de


investigación y formación de nivel avanzado (maestría, doctorado) que cabe en la idea
general de CTS que se presentó al inicio de este ensayo. La Cátedra también colabora
con la enseñanza de PSCT, en particular en la preparación de textos como este que
tienen ustedes en sus manos ahora. La Cátedra tiene un programa de investigaciones
que en esta etapa está volcado a documentar empíricamente y formular
conceptualmente lo relativo al papel de la universidad en el sistema nacional de
innovación.
En este ensayo hemos mostrado en sus trazos más gruesos el proceso social que dio
forma a los estudios CTS en Cuba. CTS es un producto social, parte de las
transformaciones académicas y culturales ocurridas en las universidades cubanas en
las dos últimas décadas. Como proyecto intelectual fomenta el encuentro entre ciencia
y humanismo a la par que se alimenta de la Política del conocimiento que la
Revolución adelanta.
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