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I

Berry Brazelton, pediatra de fama

^
mundial, experto en el desarrollo infantil
y creador de la Escala de Evaluación
Conductual Neonatal, y Bertrand Cramer,
s
pionero de la psicoterapia materno-infantil,
I LA RELACIÓN
aportan a esta obra singular los conocimientos adquiridos
a lo largo de varias décadas de investigación e intensa
práctica profesional. Por primera vez se combina plenamente
I MÁS TEMPRANA
la investigación sobre la conducta del recién nacido y sobre
la interacción entre éste y sus padres con los descubrimientos £ Padres, bebés y el drama
psicoanalíticos sobre las emociones y fantasías de los padres. b del apego inicial
Los autores brindan una vivida descripción de las
fantasías y deseos narcisistas que han experimentado los
o
padres en su niñez y de los que con el transcurso del
tiempo nace su deseo de tener un hijo, y muestran cómo —« T. Berry Brazelton
esos sentimientos originan un fuerte apego por el niño E Bertrand G. Cramer
en gestación. Luego el «poder y competencia» del recién
nacido estimula las fantasías, deseos y expectativas de los
padres, lo que lleva a la formación del vínculo paterno- P a i d ó s Psicología Profunda
infantil. Basándose en las investigaciones más recientes,
explican cómo participa el niño en esa relación y cuáles
son los ingredientes de la comunicación y la interacción
tempranas. A continuación describen las «interacciones
imaginarias» que confieren significado y dramatismo a c te
cada gesto y expresión. Los padres ven al niño como

<uE
a
«tirano», como «salvador» o como la reencarnación de
alguna relación perdida.
En la parte final los autores utilizan su singular perspectiva
combinada para analizar nueve historias de casos
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extraídas de su propia práctica. Tanto los padres como »r •
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los profesionales que se ocupan de las madres y sus
bebés —pediatras, psicólogos clínicos y evolutivos,
psiquiatras, especialistas en la niñez temprana, enfermeras
y trabajadores sociales— encontrarán en este libro una
inapreciable ayuda. &i
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P a i d ó s —y** "^^p"
ISBN 34-750^-533-=!
Psicología 10 16 5
Profunda
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165 788475 098333
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Titulo original: The Earliest Relationship. Parents, Infants and the Drama of AGRADECIMIENTO
Early Attachment
J?ublicado en inglés por Addison-Wesley Publishing Company.
Inc. Massachusetts

Traducción de Gloria Vitale

Cubierta de Gustavo Macri

Los autores desean agradecerle a Serge Lebovici su


inspiración y su sugerencia de que colaboraran en la
realización de este libro.

Onnliiii liyniosaincnlc prohibidas, sin la autorización escrita de los propietarios del «Copy-
right» bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra
1 .ilipiict medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informáti-
co, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

"> 1990 hy T. Berry Brazelton y Bertrand G. Cramer


«> de todas las ediciones en castellano.
Ediciones Paidós Ibérica. S.A.. •
Mariano Cubí. 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós. SAICF,
I )el'ensa. 599 - Buenos Aires

ISBN: 84-7509-833-9
Depósito legal: B-919/1993

Impreso en Hurope, S.A.,


Recaredo, 2 - 08005 Barcelona

Impreso en España - Printed in Spain


INDICE

Prefacio 11

Parte I
E L EMBARAZO:
E L NACIMIENTO D E L VINCULO

Introducción , 23
1. L a prehistoria del vínculo 25
2. Los albores del vínculo 41
3. E l vínculo experimentado por el futuro padre 63

Parte II
E L R E C I E N NACIDO COMO PARTICIPANTE

Introducción 81
4. L a apariencia del recién nacido y la impresión que pro-
duce 85
5. Los reflejos del recién nacido 87
6. Los cinco sentidos del recién nacido 93
7. Los estados de conciencia 107
8. Evaluación del recién nacido 115
9. Diferencias individuales 123

Parte III
OBSERVACIONES D E L A
INTERACCION TEMPRANA

Introducción
10. Estudios de la interacción: una reseña
11. Interacción en contexto
12. Estudios con rostro inexpresivo
13. Cuatro etapas en la interacción temprana
14. Aspectos esenciales de la interacción temprana

7
' <2
Parte IV
INTERACCIONES IMAGINARIAS %jj^Jück+&^al mmd (L&vn^> v é
Introducción 203
15. L a atribución de significado a la conducta del niño pe-
queño 205 de
16. E l bebé como fantasma 213
17. L a reinstauración de formas pasadas de relación 229
18. E l hijo como una parte del progenitor 237
19. L a evaluación de las interacciones imaginarias 245

Parte V
COMPRENSION D E L A R E L A C I O N
MAS TEMPRANA: n , Para Merloyd Lawrence,
UN ENFOQUE COMPLEMENTARIO D E quien ha llevado este libro
L A E V A L U A C I O N D E L NIÑO PEQUEÑO de la etapa fetal a su plena
Introducción
20. L a combinación de las observaciones del desarrollo y
251 (¡jTy? (ZoUjM^ P r i m e r a Í n f a n c U l

el estudio analítico 255


21. L a evaluación de la interacción 257
22. Lisa: " Y ya es irascible" 263
23. Sebastian: "Una mirada cargada de reproches" 275
24. Peter: "Un salvaje" 281
25. Clarissa: "A pesar de todo" 289
26. Bob: "Se lo llevaron" 297
27. Antonio: "Un ojo malo"
28. Sarah: "Malina"
301
309
0
29. Mary: "Tiempo libre" 317
30. Julián: " E l tirano" 321
31. L a evaluación como intervención 325
Referencias bibliográficas 329
Indice analítico 343

8
PREFACIO

^ m

Como pediatra consagrado a la investigación de la pri-


mera infancia (T. Berry Brazelton) y como psiquiatra
que dedicó tiempo a la psiquiatría del niño pequeño
(Bertrand Cramer), hemos advertido desde hace tiem-
po la necesidad de integrar las aportaciones de nuestros
respectivos campos en la teoría y el trabajo clínico. E n
1982 tuvimos la oportunidad de trabajar juntos en el
Hospital de Niños de Boston y allí empezamos a con-
cebir la posibilidad de escribir un libro en el que se apli-
cara la investigación de la conducta del bebé y de la in-
teracción progenitor-bebé al campo, en continuo desa-
rrollo, de la psicología y la psiquiatría de la primera in-
fancia.
Los padres y sus bebés recién nacidos son atendidos
por profesionales de diversas disciplinas, como pedia-
tras, psiquiatras, psicólogos, enfermeras y asistentes so-
ciales. Parte de esta atención se centra en la salud y
el desarrollo del bebé; otra parte enfoca los problemas
y las ansiedades de los progenitores. Nuestro libro se
basa en dos premisas: que la pareja progenitor-bebé
debe ser atendida como una unidad, y que la atención
debe ser transdisciplinaria. Como dijo D. W. Winnicott,
uno de los primeros en señalar esta interdependencia,
i; "en esta etapa muy temprana, no es lógico pensar en
I» un individuo" (Winnicott, 1988a). "Si uno se propone

11
Q
dad de intervenir activamente. Sin tener presentes los
describir a un bebé, se encontrará con que está descri-
biendo a un bebé y a alguien más [la bastardilla es í problemas que acarreaban los progenitores a partir de ^ \
suya]. Un bebé no puede existir solo, sino que es esen- su propia experiencia infantil, y por lo tanto el signi-^^
cialmente parte de una relación" (Winnicott, 1987). Los ficado que para ellos cobraba el "síntoma" del bebé, yo
pediatras y las enfermeras que atienden a bebés sanos no podía hacer nada para cambiar sus respuestas con-
y enfermos, y los psicólogos del desarrollo que los es- traproducentes. Percibía las poderosas fuerzas del
tudian, pueden sacar provecho del conocimiento de las cariño de los padres, pero no sabía cómo manejarlas
emociones y fantasías de los padres que aportan el psi- para lograr un cambio. Si bien la capacitación en pe-
coanálisis y la psiquiatría dinámica. A los psiquiatras, diatría y en psiquiatría infantil me permitía identificar
psicoanalistas y asistentes sociales que tratan a proge- con toda idoneidad desviaciones ^físicas y fallos en el de-
nitores noveles les resultará útil comprender cómo in- sarrollo de los niños pequeños, me sentía incapaz de
fluye el bebé en una relación perturbada. orientar a los padres que seguían, respecto a su bebé,
Aunque Margaret Mahler y Selma Fraiberg fueron un rumbo condenado al fracaso.
las pioneras de la terapia conjunta de la madre y su E l estudio y la investigación del desarrollo infantil me
bebé, y John Bowlby, Louis Sander y otros comenzaron ayudó a empezar a apreciar el potencial de crecimiento
a combinar las observaciones de la primera infancia con ) y curación del bebé: su maravillosa plasticidad incluso
las investigaciones psicológicas durante los años sesen- IJnltras sufrido serias lesiones físicas o psicológicas.
n a D e r

ta, la labor de integrar estas diversas perspectivas ape- Este estudio del recién nacido me llevó a reconocer la
nas ha empezado. Entretanto, las disciplinas individua- poderosa interacción entre todos los sistemas (motor,
les han continuado avanzando. L a investigación del de- afectivo, reflejo y cognitivo) y el modo como se incenti-
sarrollo del niño pequeño ha evolucionado muchísimo en vaban unos a otros a medida que el bebé se esforzaba
los últimos años, y ha permitido descubrir la riqueza de por cumplir cada tarea del desarrollo. También me per-
las capacidades de percepción, de conducta y de relación mitió comprender no sólo lo sensibles que son los bebés
social del recién nacido. Los estudios de la interacción, a su ambiente, sino con qué fuerza ellos mismos confi-
como veremos en la tercera parte de este libro, también ¿? guran ese ambiente. Al verlos como organismos interac-
han florecido, y han aportado un cúmulo enorme de da- tivos desde un principio, empecé a entender algunos de
tos cuantitativos. Más recientemente, ha surgido el los ingredientes necesarios para que se establezcan re-
campo de la psiquiatría del niño pequeño, que ofrece laciones sanas entre progenitor e hijo.
una noción de j a representación que tiene el progeni- Mientras elaboraba las técnicas de investigación que
tor del bebé y una oportunidad de usar ese conocimien- luego se convirtieron en la Escala de Evaluación Con-
to en una situación clínica. ductual Neonatal (EECN), comencé a advertir las capa-
Gran parte del impulso que nos ha llevado a escri- cidades específicas del recién nacido en las que se fun-
bir este libro ha provenido, para ambos, de nuestra ex- da la interacción temprana. Las observaciones de algu-
periencia personal. Como pediatra (TBB), advertí muy nos progenitores en nuestra Child Development Unit
pronto que sólo podría encaminar a los bebés hacia su del Boston Children's Hospital, emprendidas junto con
óptimo desarrollo si les daba a los padres la oportuni- mis colegas Edward Tronick, Heidi Ais, Barry Lester y

12 13
de progenitor e hijo brindó la oportunidad de lograr
Suzanne Dixon, me mostraron cómo las madres y los pa-
cambios en ambas partes simultáneamente en un mo-
dres aprenden a ajustarse a los ritmos, las conductas
y las necesidades de un recién nacido. Cada una de es- mento en el que cada una de ellas tiene una extraor-
tas investigaciones me brindó una nueva perspectiva de dinaria disposición para el aprendizaje de cosas nuevas
las relaciones progenitor-hijo que yo observaba a diario y al cambio.
en mi práctica pediátrica. Al tratar de ayudar a estas L a psicoterapia psicoanalítica clásica se centra pri-
familias empecé a concebir la conducta de los bebés y mordialmente en los relatos verbales del paciente; la ex-
sus respuestas como un lenguaje que todos podíamos presión de un problema en el nivel de la conducta no
compartir para fomentar el crecimiento y el bienestar es el objeto de estudio directo. Dado que ese enfoque ver-
psicológico de la familia. L a investigación sobre el de- bal no es posible en el caso de los niños pequeños, me
sarrollo me ayudó a detectar posibles fallos en las re- vi obligado a profundizar en la conducta del bebé a tra-
laciones en una etapa temprana. Ya no podía tolerar que vés de la psicología del desarrollo y del incipiente campo
yo mismo o un colega le dijera a un progenitor: "No se de la pediatría conductual en el que Berry Brazelton ha
preocupe, a su hijo esto se le pasará cuando crezca". sido uno de los pioneros. L a interacción observada pasó
*• Los bebés y los padres en dificultades se las arreglan a ser una fuente fundamental de información en el tra-
lo mejor que pueden, pero a menudo perpetúan los pro- bajo que realizo con parejas progenitor-bebé. Los estu-
blemas. Con un mínimo de comprensión e intuición, por dios de la competencia del niño pequeño y la interac-
lo general pueden superar la dificultad. Hasta un bebé ción temprana han tenido un enorme valor para mí,
prematuro, o con un defecto congénito u obstétrico, pue- como para muchos otros psiquiatras infantiles de orien-
de adaptarse a un ambiente sensible y apropiado. tación psicodinámica.
A los padres, asimismo, el turbulento período del em- Por otro lado, la psiquiatría tradicional se centra en
barazo y los primeros meses de convivencia con el recién la patología grave y los patrones de adaptación deficien-
nacido les brinda una oportunidad incomparable para te. Mi trabajo con Berry Brazelton me ha ayudado a re-
el cambio y el crecimiento. L a voluntad de comprender conocer y aprovechar las poderosas fuerzas positivas in-
mejor los "fantasmas" provenientes de las experiencias herentes a cada una de las partes de la relación pro-
anteriores de los padres que pueden frenar ese creci- genitor-bebé. Una prolongada experiencia en psicotera-
miento me llevó a trabajar con Bertrand Cramer, cuyo pia de la madre y el bebé me ha llevado al convenci-
conocimiento de estas fuerzas inconscientes ha servido miento de que la intervención en esta etapa temprana
de continuo aliciente a mi propio trabajo. es una de las mejores oportunidades que tenemos para
prevenir la psicopatología infantil.
Como psicoanalista y psiquiatra (BGC), mi práctica
clínica y mis investigaciones se han centrado, durante Con estos antecedentes, en La relación más tempra-
los últimos veinticinco años, en la primera infancia. Mi na aplicamos la psicología del desarrollo, la investiga-
ejercicio de la psiquiatría infantil me ayudó a tomar ción de la primera infancia y el conocimiento psicoa-
conciencia de que la terapia de un niño a menudo se ve nalítico al período que va desde la concepción hasta los
comprometida a causa de un conflicto prolongado en la primeros meses de vida. Procuramos integrar las inves-
relación del niño con sus padres. L a terapia conjunta tigaciones sobre el desarrollo del bebé y la interacción

15
14
presentaciones dramáticas que suelen estar en su base.
madre-hijo por un lado, y el trabajo clínico con proge-
Aquí presentamos nuevos datos sobre los diversos tipos
nitores y niños pequeños que presentan problemas, por
de "interacción imaginaria": los "fantasmas", las bata-
otro.
llas repetidas, los parientes reencarnados y los modos
E n la primera parte de nuestro libro se rastrea el na-
de dilucidar e interpretar estos datos.
cimiento del apego desde los primeros asomos del de-
Por último, en la quinta parte nos proponemos unir
seo de tener un hijo, a través de las fantasías y el tra-
los hilos que constituyen los casos extraídos de nuestras
bajo del embarazo. E l objetivo de esta parte es presen-
tar un panorama general: sienta las bases para los respectivas prácticas clínicas. Ilustramos nuestro enfo-
capítulos que siguen. También se explora el efecto que que complementario mediante la observación e interpre-
ejercen en la relación de los futuros padres las eco- tación de nueve relatos de casos del tipo que se le podría
grafías, gracias a las cuales el feto se convierte en una presentar a cualquier profesionar encargado de atender
presencia visible, y el nuevo conocimiento sobre las res- a familias jóvenes. Los problemas y situaciones descri-
puestas del feto en el útero. Las fantasías y expectati- tos (llanto, nacimientos prematuros, depresión, sobrees-
vas del futuro padre se comparan y contrastan con las timulación, trastornos del sueño, defectos menores de
de la futura madre. nacimiento, etcétera) entrañan patrones comunes y pe-
La segunda parte incorpora al otro participante en la rennes. Esperamos que estos casos les sirvan de inspi-
relación, el "montón de anatomía y fisiología" (Winni- ración a lectores de disciplinas distintas cuando se en-
cott, 1988) que influirá en esa relación desde el primer cuentren ante situaciones reales en su trabajo. Todo el
día. Lo que ahora hemos aprendido, sobre todo lo que capítulo tiene el propósito de ilustrar nuestros puntos
el recién nacido aporta a la relación —reflejos, capaci- de vista complementarios y también el modo como la
dades sensoriales y estados de conciencia—, se descri- evaluación puede convertirse en una intervención tem-
be aquí desde el punto de vista de la psicología del de- prana.
sarrollo y la investigación de la primera infancia. Tam-
bién exponemos métodos para evaluar la conducta de los
recién nacidos, sus fuerzas y aptitudes, y en particular
las aplicaciones de la Escala de Evaluación Conductual
Neonatal.
E n la tercera parte comenzamos con una reseña de
los estudios de la interacción, históricos y actuales. Des-
cribimos nuestro propio modelo de sistemas para la in-
teracción, así como los aportes de los estudios "con ros-
tro inexpresivo". E n esta parte analizamos las etapas
de la interacción temprana e ingredientes clave como la
sincronía, la contingencia y el arrastre.
E n la cuarta parte se sopesan estas observaciones ob-
jetivas de la interacción a la luz de las fantasías y re-

17
16
Parte I

E L EMBARAZO: E L NACIMIENTO
D E L VINCULO
L a misma alma gobierna los dos cuer-
pos... las cosas que desea la madre a me-
nudo se encuentran impresas en los miem-
bros del niño que ella lleva en su vientre
en el momento de sentir el deseo.
LEONARDO DA VINCI,
Quaderni
INTRODUCCION

Para todos los que se convierten en padres, en el mo-


mento del nacimiento se juntan tres bebés. E l hijo ima-
ginario de sus sueños y fantasías y el feto invisible pero
real, cuyos ritmos y personalidad particulares se han
estado volviendo crecientemente evidentes desde hace
varios meses, se fusionan con el recién nacido real que
ahora pueden ver, oír y, finalmente, tomar en sus bra-
zos. E l vínculo con un recién nacido (cuyo papel en la
relación se explorará en detalle en la segunda parte) se
construye sobre relaciones previas con un hijo imagina-
rio y con el feto en desarrollo que ha formado parte del
mundo de los padres durante nueve meses.
Con el fin de comprender las interacciones "más tem-
pranas" entre el progenitor y el hijo, debemos retroce-
der por un instante para examinar estas relaciones aún
más tempranas. Las fuerzas, biológicas y ambientales,
que llevan a hombres y mujeres a desear tener hijos,
y las fantasías que estos deseos suscitan, pueden con-
siderarse como la prehistoria del vínculo. Más tarde, du-
rante el embarazo y los nueve meses de adaptación,
física y psicológica, al feto en crecimiento, hay una pro-
gresión de etapas que se podrían describir como los al-
bores del vínculo. Como el impulso hacia la paternidad,
las fantasías y la experiencia del embarazo son necesa-

23
ñámente diferentes en los hombres y en las mujeres, en PJ 1. LA PREHISTORIA D E L VINCULO
el capítulo 3 trataremos los modos como se adapta el
padre al hijo por nacer.

El embarazo de cada mujer refleja toda su vida pre-


via a la concepción. Las experiencias con su propia ma-
dre y su propio padre, sus posteriores experiencias con
el triángulo edípico y las fuerzas que la llevaron a adap-
tarse a éste con mayor o menor éxito y por último a se-
pararse de sus progenitores, todo esto influye en su
adaptación a este nuevo rol. Ciertas necesidades insa-
tisfechas de la niñez y la adolescencia son parte del de-
seo de quedar embarazada y, posteriormente, de adap-
tarse a la condición del embarazo. Tras examinar cómo
se reflejan estas experiencias y necesidades tempranas
en el deseo de tener un hijo, consideraremos las trans-
formaciones causadas por el embarazo mismo y la re-
acomodación de emociones y fantasías que tiene lugar
a medida que la mujer desarrolla su nueva identidad
como madre.

IDENTIDAD D E GENERO

Son muchas las fuerzas que actúan conjuntamente


para producir un sentido de identidad para cada géne-
ro. L a mayoría de las personas tiene una mezcla de es-
tos sentimientos, pero predomina una identidad central.
Esta "identidad de género central" (la sensación subje-

24 25
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tiva de pertenecer a un sexo) parece desarrollarse des- nante en el desarrollo de la identidad de género. Mo-
de el comienzo de la vida, bajo la influencia de fuerzas ney y Ehrhardt han demostrado esto de forma ca-
tanto biológicas como ambientales. tegórica en su estudio de niños nacidos con genitales ex-
ternos que difieren de su orientación sexual cro-
1. Influencias hormonales. Los cromosomas sexuales mosómica (Money y Ehrhardt, 1972). Este es el caso de
determinan la diferenciación del ovario y los testículos los fetos femeninos antes mencionados, que fueron ex-
en el feto en desarrollo. Posteriormente, en ciertos puestos a influencias hormonales andrógenas y que
momentos "críticos" del desarrollo fetal, altos niveles de mostraban genitales "masculinos" al nacer. Estos niños
andrógenos en circulación determinan la formación de son criados como varones, y las percepciones y la con-
genitales externos masculinos típicos. Un nivel domi- ducta de quienes los rodean determinan su convicción
nante de andrógenos le dará genitales externos mascu- subjetiva de ser varones. Money y Ehrhardt probaron
linos a un feto genéticamente femenino. E l clítoris se que para los dos años de edad, la identidad de género
agrandará en el nacimiento y parecerá un pene. Se des- ha quedado fijada en la mente del niño.
arrolla la bolsa testicular y el físico del bebé se mascu- De manera similar, un feto genéticamente masculi-
liniza. no que es insensible a la influencia de los andrógenos
John Money y Anke Ehrhardt (1972) han demostra- durante la vida fetal tendrá una apariencia femenina
do también que la diferenciación sexual conductual y al nacer, con una vagina y con las características exter-
emocional puede verse influida en el útero del mismo nas de una mujer. Estos bebés serán criados como niñas.
modo. Las hormonas sexuales tienen una influencia di- Desde el principio, los padres los tratarán como niñas,
recta sobre el cerebro, afectando la formación de impor- y crecerán considerándose niñas. Sólo cuando la puber-
tantes neurotransmisores y fomentando el crecimiento tad o la infertilidad las lleve a buscar atención médi-
de células nerviosas. Las hormonas sexuales afectan el ca se descubrirá su verdadero sexo genético. Mientras
hipctálamo, una zona del cerebro estrechamente rela- tanto, habiéndose considerado ellas mismas como mu-
cionada con la regulación de la conducta. Los animales, jeres, se habrán comportado como tales.
tanto machos como hembras, expuestos a altos niveles Estos "experimentos de la naturaleza" demuestran
de andrógenos prenatales exhiben la conducta de apa- con cuánta potencia pueden las expectativas paternas,
reamiento, y otras conductas, características del macho. maternas y sociales basadas en el sexo asignado refor-
E n los seres humanos, en cambio, si bien las hormonas zar las influencias hormonales intrauterinas. E n el caso
intervienen en el desarrollo de los genitales externos y, de estos niños, las prácticas de crianza se ven influidas
posiblemente, en el desarrollo del cerebro, lo que deter- por la apariencia de los genitales, y no lo son en abso-
mina la conducta es la interacción de esas fuerzas luto por el sexo genético. Las presiones sociales, la asig-
biológicas con los factores ambientales. nación de roles y la expectativa paterna y materna de-
terminan el sentido subjetivo de identidad de género y
2. Sexo asignado. E n el nacimiento, al bebé se le asig- la consiguiente conducta de estos niños.
na un sexo sobre la base de la apariencia de los geni-
tales externos. Esta asignación cumple un rol determi-

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26 AjJQ^OO^ I
3. Diferencias conductuales innatas. Aunque muchos inconscientes determinan, en cierta medida, la forma
investigadores han tratado de distinguir diferencias como los progenitores tratarán al bebé. Dado que nues-
conductuales congénitas entre varones y niñas recién tras culturas han fomentado durante mucho tiempo una / ) ^ ^ - ^
nacidos, son pocas las diferencias comprobadas de for- conducta fuertemente estereotipada según el sexo, es
ma concluyente. Los varones recién nacidos no exhiben casi inevitable que con un varón se juegue más vigo-
una mayor actividad motora que las niñas, pero la ca- rosamente y a una niña se la cuide con más delicade- '
~ lidad de su conducta motora puede ser diferente. L a ac- za. E l padre tenderá, por ejemplo, a alzar en sus bra-
tividad motriz del bebé masculino parece ser más vigo- zos a un varón; la madre tenderá a proteger a su hija
rosa, pero de breve duración en cada acto motor, mien- de ese tipo de juego. Nuestra conducta vocal también fí^gp (Jl?
tras que la misma conducta motriz es más moderada y está determinada por nuestras propias experiencias pa- ta-
decae con mayor lentitud en las niñas. Si bien los va- sadas. Tendemos a hablarle con suavidad y dulzura a
rones tienden a mostrar niveles más elevados de irri- una niña, y a tratar de animar y estimular a un varón ^
tabilidad, esto puede relacionarse con la mayor inciden- con las mismas palabras. E l ritmo de la interacción en- '
cia de complicaciones prenatales y obstétricas en los va- tre progenitor e hijo probablemente será moderado y
rones (Parmelee y Stern, 1972). Los varones recién na- lento con una niña, y tendrá altibajos más marcados e
cidos parecen fijar la vista en objetos durante lapsos intervalos más cortos con los varones. Hay crecientes
más breves pero más activos, mientras que las niñas pruebas de que las madres tienden a hablarles y a al-
recién nacidas muestran mayor lentitud en fijar la aten- zar más a las niñas que a los varones. Estas conduc-
ción, pero prestan atención durante lapsos más prolon- tas diferenciales nos son inculcadas con tanta fuerza por
gados. E s posible que los bebés de sexo femenino sean el trato que todos recibimos por parte de nuestros pro-
más sensibles al tacto, el gusto y el olor, y que tengan pios padres que es poco probable que podamos cambiar-
más actividad y conducta orales (Maccoby y Jacklin, las por medio de una determinación consciente. E l modo
1974; Korner, 1974). Aunque estas diferencias sexuales de sentir de los progenitores la masculinidad y la femi-
innatas son menos pronunciadas que las diferencias in- nidad tendrá una poderosa influencia en la identidad de
dividuales no relacionadas con el sexo, pueden influir género y se transmitirá al bebé de maneras sutiles a
en la interacción temprana (Cramer, 1971). través de cada interacción. L a identificación con la con-
ducta de su madre hacia ella y la participación del pa-
4. Actitudes de los padres. Desde el primer reconoci- dre en la conducta afectiva de una niñita pueden refor-
miento (o asignación) de la identidad sexual del bebé, zar su deseo de convertirse en madre más adelante en
los progenitores experimentan sentimientos diferentes su vida.
hacia un bebé varón y hacia una niña. L a madre sin
duda verá partes de sí misma más fácilmente en una 5. Sensaciones corporales e imágenes mentales. Las
niña, y tenderá a erigir al varón en un complemento de sensaciones del bebé en desarrollo —especialmente en
ella misma. Los padres no pueden sino desear un hijo torno a los genitales— pueden influir el concepto psíqui-
varón con el cual identificarse, y una niña hacia la cual co de pertenecer a un sexo o al otro. Dado que los ge-
albergar sentimientos más tiernos. Estas catalogaciones nitales del varón están más expuestos y más accesibles

29
al tacto del niño mismo y de quien lo cuida, las expe- de los primeros tiempos se generaron en una sociedad
riencias tempranas con la exploración, la masturbación sexista que no sólo segregaba la psicodinámica mascu-
y la valoración de los propios genitales pueden deter- lina de la femenina, sino que interpretaba la psicología
minar una mayor propensión al exhibicionismo y a la femenina desde el punto de vista del anhelo de la mu-
exteriorización de la sexualidad en el varón. L a niña tie- jer de ser hombre. Hasta que la psicoanalista Helene
ne más tendencia a la intimidad, a la curiosidad por sus Deutsch escribió The Psychology of Women, en dos to-
genitales y por el significado y el valor de éstos, y a in- mos, de hecho se le había prestado poca atención al de- *
teriorizar la sensación. Estas diferencias en la experien- sarrollo de la psicología de la mujer. E n la obra de 4
cia sensual, basadas en diferencias en las característi- Deutsch se sigue insistiendo eja la envidia de la mujer
cas sexuales del cuerpo, se profundizarán e incremen- hacia el varón dominante. Sólo hace relativamente poco
tarán en el curso de la vida y continuarán influyendo tiempo, los analistas han comenzado a buscar una "iden-
la identidad de género. A medida que crece, la niña hará tidad central femenina" en el desarrollo de las mujeres
preguntas recurrentes sobre la función prevista de sus jóvenes que no esté determinada por la "envidia del
genitales y sus pechos. Al llegar a la edad de la mens- pene". Las sensaciones corporales y las imágenes men-
truación, estas preguntas volverán a cobrar importan- tales de la niña forman los primeros cimientos. Mucho
cia. Sus órganos reproductores, no vistos ni puestos a más adelante, el trabajo psicológico efectuado durante
prueba, se entrelazarán con sus fantasías sobre el em- el embarazo y los primeros contactos con el bebé com-
barazo. Robert Stoller afirma que estas fantasías son vi- pletarán el proceso de esta identidad en evolución.
tales para el desarrollo de la identidad de la mujer y
sostiene la validez del concepto de feminidad primaria E L D E S E O D E T E N E R U N HIJO
(Stoller, 1976). Según su punto de vista, una niña des-
arrolla una identidad femenina desde muy temprano en El deseo de una mujer de tener un hijo es producto
la primera infancia. Esta noción de la primacía de la de muchos motivos e impulsos diferentes. E n cualquier
identidad femenina ha alterado las teorías freudianas mujer en particular sería imposible discernir todos y
¡I de la envidia del pene. Freud sostuvo que la niña pro- cada uno de los factores que intervienen. Pero con el fin
" curaba reemplazar lo que no tenía, el pene, usando su de dar una idea de la fuerza y la complejidad de ese de-
cuerpo para engendrar un bebé. Las mujeres necesita- seo, y de ayudar a comprender la turbulencia del em-
ban la prueba material de la integridad de sus cuerpos barazo, intentaremos identificar algunos de los más im-
que provenía de dar a luz a un hijo. Un bebé saluda- portantes de estos factores. Entre ellos se cuentan la
ble se convertía en una prueba tranquilizadora de que identificación, la satisfacción de diversas necesidades
los órganos internos de la mujer eran productivos y sa- narcisistas y" los intentos de recrear viejos lazos en la
nos, y resolvía su "inevitable" envidia del pene. Freud nueva relación con el hijo.
también señaló que las fantasías de una niñita en tor-
no a un bebé propio le permitían imaginarse a sí mis- 1. Identificación. Todas las mujeres han experimen-
ma como una igual de su madre, todopoderosa y dado- tado alguna forma de cuidado materno. Cuando una
ra de vida. Estos supuestos de la teoría psicoanalítica niña recibe cuidados, es probable que conciba la fantasía

30 31
nombre. Al avanzar en su segundo y tercer año de vida,
de convertirse en la persona que cuida, en lugar de la
las palabras que utilice para referirse al bebé expre-
que es cuidada. A medida que desarrolle su propia au-
sarán las ambivalencias de su identidad en desarrollo:
tonomía, comenzará a asumir las posturas de las mu-
en cierto momento, el "bebé bueno" que ella quiere ser,
jeres cercanas a ella. Aprenderá por imitación cómo se
y en otro momento, el "bebé malo" que también quie-
comportan las figuras maternas. Los que la rodean pro-
re ser. A medida que evoluciona su identidad, el juego
bablemente se deleiten con sus imitaciones, por lo que
con el bebé pone en evidencia que la niña está incor-
las reforzarán y fortalecerán su identificación incons-
porando partes importantes de su madre.
ciente con la madre y las figuras maternales.
A los cinco o seis años, es posible que la niña comien-
A principios de su segundo año de vida, la niña abra-
ce en ocasiones a negar este rol maternal. Puede em-
zará con ternura un muñeco o un animalito de jugue-
pezar a identificarse con ciertas conductas más mascu-
te. Sostendrá al "bebé" cerca de su pecho izquierdo, con
linas, a repudiar todo deseo de jugar con muñecas o con
aire solícito, como lo hacía su madre. Al tenerlo en sus
un "bebé" y a preferir jugar con cochecitos o trepar. E n
brazos, lo mecerá con delicadeza, lo mirará con dulzu-
nuestra sociedad actual, con su tendencia hacia el tra-
ra y con expresión receptiva, y le hablará con voz airu-
tamiento unisexual de los niños pequeños, es posible
lladora, como si esperara que el muñeco le fuera a de- que nos encontremos con niñas que sólo usan pantalo-
volver la mirada y los arrullos. Cuando la niña deam- nes o que, delante de otras personas, caminan con el
bula con "su bebé", se hace más alta. Su porte se vuel- porte "a lo macho" que suelen adoptar los niños pe-
ve más adulto y sus pasos más seguros. Los pies de la queños. Pero el juego maternal suele reaparecer cuan-
niña generalmente están muy separados y se mueven do la niña está sola con otras niñas o con su madre.
en forma tentativa en las ocasiones en que está explo-
rando su mundo, pero cuando toma en brazos a su ama-
2. El deseo de ser completa y omnipotente. Entre los
do juguete, se convierte en la persona adulta que está
motivos narcisistas que fomentan el deseo de tener üñ
imitando. Sus gestos, sus ritmos, su conducta facial y
hijo se cuentan el deseo de conservar una imagen idea-
vocal, no le podrían haber sido enseñados. Los ha ab-
lizada de una misma como persona completa y omnipo-
sorbido por imitación, a través de sus propias experien-
tente, el deseo de duplicarse o reflejarse y el deseo de
cias de ser abrazada y mecida y a través de la identi-
cumplir los propios ideales. Usamos el término "narci-
'íicación con su madre o con otras figuras maternas con
sista" para referirnos a esta actividad de desarrollar y
las que ha estado en contacto. No es ninguna casuali-
mantener una autoimagen, y también al grado de em-
dad que esta conducta se manifieste principalmente en
peño en dar esa imagen. L a actividad narcisista se ex-
su segundo año de vida, coincidiendo con su impulso ha-
presa en la vida psíquica a través de fantasías, entre
cia la autonomía. A medida que su necesidad de inde-
las cuales está la fantasía de ser completo y omnipoten-
pendencia se alterna con su deseo de ser tratada como
te. Uno de los postulados básicos de la teoría psicoa-
un bebé, la niña representa cada uno de estos roles: el
nalítica del narcisismo es que existe una tendencia a
de la madre independiente y el del bebé desvalido.
gratificar estas fantasías de integridad y omnipotencia,
Cuando se le pregunta cómo se llama el "bebé" que tie-
y que sobre la base de esta gratificación se construye
ne en brazos, lo más probable es que le dé su propio

33
32
el sentido definitivo de sí-mismo de un ser humano. Esta través de un hijo es más diferenciado: la madre contem-
tendencia estará en continua interacción con otras ten- plará al hijo deseado ante todo como una extensión de
dencias opuestas, como el deseo de relaciones con obje- su propio sí-mismo, como un apéndice a su cuerpo; la
tos, en las que éstos representan esencialmente lo que niña realza su imagen corporal, dándole una dimensión
no es el sí-mismo y lo que está separado de éste. La ne- adicional que puede ser exhibida con orgullo.
cesidad de ser omnipotente también está en conflicto
con los impulsos sexuales, con la necesidad de recibir 3. El deseo de fusión y unidad con otro. Junto con el
estímulo por parte de otros y con el reconocimiento de deseo de ser completa está la fantasía de la simbiosis,
la realidad, dado que necesitamos a otros para satisfa- de la fusión de una misma y el higo. Y junto con este
cer nuestras necesidades y que constantemente nos deseo de unidad con el hijo está el deseo de volver a la
vemos obligados a afrontar nuestras insuficiencias y el unidad con la propia madre de una. Este deseo es una
hecho de ser incompletos. Estas fuerzas opuestas crean fase vital del desarrollo normal, una fantasía fundamen-
conflictos que sólo pueden resolverse por la vía de la tal para el mantenimiento de la autoestima y una par-
transigencia. Los tipos de transigencia en cuestión ven- te importante de la vida amorosa adulta. L a oportuni-
drán determinados por las opciones en materia de em- dad de gratificar esas fantasías de simbiosis durante el
peño, de objetos de amor, de intereses y de búsquedas. embarazo lo convierte en un período propicio para soñar
De este modo, el conflicto es una fuerza fundamental y para solazarse con fantasías de unión. Después del
para el desarrollo, al crear oportunidades para encon- parto, el desarrollo y el mantenimiento de actitudes ma-
trar nuevas relaciones, nuevas funciones y nuevas so- ternales de vínculo dependen de que la mujer recobre
luciones (ya sean normales o patológicas). estas fantasías de unidad con su propia madre. E l fu-
E l deseo de ser completa es satisfecho tanto por medio turo hijo encierra la promesa de una relación estrecha,
del embarazo como de un hijo. E n algunas mujeres pre- del cumplimiento de las fantasías infantiles.
domina el deseo de estar embarazada: el embarazo ofre-
ce una oportunidad de ser plena, de ser completa, de 4. El deseo de reflejarse en el hijo. Reflejarse es una
experimentar su cuerpo como potente y productivo. dimensión fundamental del narcisismo, del desarrollo y
E l embarazo contrarresta la sensación de vacío y la mantenimiento de una autoimagen sana. Uno tiende a
preocupación de que el cuerpo sea incompleto. Este de- amar su propia imagen reproducida. E l deseo de una
seo del embarazo se advierte ya en el juego de los niños mujer de tener un hijo seguramente incluirá la esperan-
de corta edad. Niñas y varones procuran simular un em- za de que ella habrá de duplicarse. Esta esperanza man-
barazo abultando su abdomen con una almohada o ha- tiene viva una sensación de inmortalidad: el hijo repre-
ciendo sobresalir su vientre. E l dolor de barriga, la re- senta una promesa de continuación, una encarnación de
tención fecal o ciertas dificultades en la función gas- estos valores. Se ve al hijo como el siguiente eslabón de
trointestinal pueden ser una parte inconsciente pero co- una larga cadena que une a cada progenitor con sus pro-
nectada a esta identificación con el rol adulto del em- pios padres y antepasados. L a fuerza de esta filiación
barazo. crea infinitas expectativas: el hijo será portador de los
E l deseo narcisista de completarse una misma a rasgos de la familia, del apellido de la familia; es po-

34 35
sible que asuma una profesión que caracteriza a la fa- dua búsqueda de omnipotencia. E l futuro hijo es no sólo
milia, o el nombre de un antepasado famoso. Los nu- una extensión del cuerpo de la madre, sino una exten- \J
merosos rituales en torno al nacimiento, como el bau- sión de lo que Kohut (1977) denominó la autoimagen \\0j\J¡l/
tismo y otras tradiciones, fortalecen este poderoso y ne- grandiosa de ella. E l hijo de fantasía, por lo tanto, debe
cesario sentimiento de identidad entre los hijos y sus ser perfecto; debe concretar todo el potencial latente en
familias. los progenitores.
E l término "reflejar" se ha empleado por lo general Las pruebas de estos deseos abundan, tanto en la ex-
para describir una función vital de la madre: la de pro- periencia cotidiana como en los consultorios de los psi-
porcionarle al bebé una imagen de su propio sí-mismo. quiatras de niños. Los progenitores ponen mucho afán
Los bebés ven en el rostro de su madre los efectos de en el aspecto físico del hijo, en s,u desempeño motor y,
su propia conducta, aprendiendo así algo sobre ellos más tarde, en su rendimiento escolar. Los valores que <^
mismos (Winnicott, 1958). Aquí usamos la palabra "re- han sido altamente preciados por los progenitores pue-
flejar" para referirnos al sueño de la mujer de tener un den convertirse en una "obligación" para el hijo. Cuan-
bebé que corresponda a su ideal a la perfección, que du- to más han fracasado los padres, tanto más han de pre-
plique el sí-mismo ideal de ella y que le haga saber lo
sionar al hijo para que tenga éxito. Si la madre desea
satisfactoria que es como madre. Todo temor de tener
ser más independiente, su niño tendrá que ser
un bebé imperfecto amenaza esta autoimagen y debe ser
autónomo. Si el padre cree ser una persona poco instrui-
repudiado. E l deseo de tener un hijo incluye el deseo de
da, su hijo tendrá que ir a la Universidad de Harvard.
ver reflejadas en el hijo las marcas de la propia crea-
Por más oculto y grandioso que sea el deseo, el futuro
tividad y de la capacidad de la mujer de ser madre.
hijo tendrá la misión de cumplirlo. L a contrapartida de
esta grandiosidad es el inevitable temor de que el bebé
5. Cumplimiento de ideales y oportunidades perdidos. resulte un fracaso. Este temor, también, debe ser repri-
Los progenitores imaginan que su futuro hijo tendrá éxi- mido, porque amenaza confirmar una vez más los fra-
to en todo aquello en que ellos fracasaron. Por más jóve- casos de los propios progenitores.
nes que sean, en el momento en que conciben un hijo Así como es fácil advertir que estos deseos narcisis-
los progenitores afrontan limitaciones y la necesidad de tas pueden interferir más adelante el desarrollo del
transigir. Saben que no pueden concretar todos los niño, es vital entender que también son indispensables.
sueños de poder, belleza y fuerza que acariciaron en su Estos deseos preparan a la madre para el vínculo: ella
niñez. Los adultos jóvenes deben afrontar el reconoci- debe ver a su hijo como algo único, como un potencial
miento de que son mortales, tienen opciones y capaci- redentor de esperanzas perdidas y como un ser con ple-
dades limitades y están comprometidos con una carre- no poder para cumplir sus deseos. ¿De qué otro modo
ra y una elección de vida particulares. podría desarrollar el sentimiento de que su bebé es la
E l futuro hijo representa, pues, una oportunidad de cosa más preciosa en su vida, digna de toda su atención?
o superar esta serie de transigencias y limitaciones. E l ¿De qué otro modo podría desarrollar lo que Winnicott
<*w3$lMhijo imaginario entraña el ideal del yo del progenitor. ha denominado la "preocupación maternal primaria", •
Será un dechado de perfección. Llevará adelante la ar- compuesta de un estado de absoluto altruismo y auto-.

36
var viejas relaciones. E n la cuarta parte del libro, ve-
denigración que en otras circunstancias resultaría total-
remos de qué modo esto afecta la interacción tempra-
mente inaceptable? na. L a expectativa de recobrar vínculos pasados es un
L a madre puede dejar de lado por completo sus pro- incentivo para tener un hijo. Al hijo de fantasía se le
pias necesidades narcisistas después del parto porque adjudican poderes mágicos: el poder de reparar las vie-
ahora están depositadas en el bebé. Puede desatender- jas separaciones, de negar el paso del tiempo y el do-
las en ella misma, porque su hijo las gratificará todas lor de la muerte y la desaparición.
más adelante. Las madres pueden tolerar el tremendo Un nuevo hijo nunca es un total desconocido. Los pa-
egoísmo de los bebés porque, al cuidarlos, están satis- dres ven en cada futuro bebé una posibilidad de revi-
faciendo en forma vicaria sus propias necesidades y de- vir vínculos que pueden haber estado inactivos duran-
seos egoístas. Cuanto más logre darse la madre a su fu- te años, una nueva oportunidad de concretarlos.
turo hijo, tanto más cumplirá sus propios deseos y ex- Los sentimientos contenidos en estas relaciones pre-
pectativas de ser una persona adulta plena. vias se pondrán en juego una vez más, en un esfuerzo
L a naturaleza les da a las madres nueve meses para por resolverlos.
albergar dudas, temores y ambivalencia en torno al hijo En una situación de análisis, diríamos que el futu-
que vendrá. Estos sentimientos aparecen contrarresta- ro hijo es un objeto de transferencia, es decir, que los
dos por la importante fantasía del hijo perfecto. Cuan- sentimientos y relaciones inconscientes de los padres
do llegue el momento, el bebé le ofrecerá a la madre la serán transferidos al hijo. E l proceso de la transferen-
certeza de que ella puede crear, que su cuerpo funcio- cia, en sí mismo, tiene efectos curativos, precisamente
na bien y que sus ideales y esperanzas incumplidos por porque revive viejos lazos perdidos. E n este sentido,
fin se harán realidad. Esta esperanza contribuye a man- podríamos describir al futuro hijo como un reparador,
tener a las madres en un estado de ilusión anticipante por cuanto encierra la promesa de recrear relaciones in-
positiva durante el embarazo y a protegerlas del ago- activas que fueron gratificantes en el pasado.
bio de la duda y la ansiedad.
6. El deseo de renovar viejas relaciones. E l deseo de 7. La oportunidad tanto de reemplazar como de sepa-
tener un hijo también incluye el deseo de un nuevo com- rarse de la propia madre. E n su deseo de tener un hijo,
pañero con el cual revivir viejas relaciones. Un hijo en- la mujer experimenta una singular forma de doble iden-
cierra la promesa de renovar viejos lazos, los amores de tificación. Se identificará simultáneamente con su pro-
la niñez, por lo que se le adjudicarán atributos de cier- pia madre y con su feto, y así representará y elaborará
tas personas importantes en el pasado del progenitor. los roles y atributos tanto de la madre como del bebé,
Este potencial se pone claramente en evidencia cuan- sobre la base de experiencias pasadas con su madre y
do el hijo parece ser un sustituto de un progenitor, her- ella misma como bebé. Al tener un hijo, concretará el
mano o amigo fallecidos. E s fascinante comprobar con sueño largamente acariciado de volverse igual a su pro-
i qué frecuencia las mujeres quedan embarazadas tras pia madre, haciendo propios los atributos mágicos y en-
haber perdido a un familiar cercano (Coddington, 1979). vidiados de la creatividad. Ahora estará a la altura de
Los hijos siempre llevan en sí el potencial de reno- su todopoderosa madre, trastrocando su sometimiento

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38
a ella y su sensación de inferioridad en la rivalidad
edípica. Ahora puede convertirse en la Madre Univer- 2. LOS ALBORES D E L VINCULO
sal y concretar su potencial creativo, mientras que su
madre de la vida real probablemente estará lamentan-
do la pérdida de su propia capacidad de tener hijos. Si
bien esto puede provocar un sentimiento de culpa, tam-
bién aporta una fuente de renovada autoestima. E l de-
seo de tener un hijo también puede incluir un deseo de
restaurar imágenes de la madre, a la que la mujer sien-
te haber dañado debido a su envidia. Una mujer pue-
de soñar con ofrecerle su nuevo hijo a su madre, como E L TRABAJO D E L EMBARAZO
muestra de gratitud. E l resurgimiento de la relación con
su propia madre es un proceso muy intenso durante el Los nueve meses de embarazo brindan a los futuros
embarazo. Se puede revelar en los sueños, en los temo- padres la oportunidad de prepararse tanto psicológica
res, y en un acercamiento a la madre. Podría surgir una como físicamente. L a preparación psicológica, tanto
nueva relación. E n los casos en que esta relación se forjó inconsciente como consciente, está estrechamente en-
con muchos conflictos, es posible que esta evolución que- trelazada con las etapas físicas del embarazo de cada
de frenada y que el conflicto se intensifique. mujer. Después de nueve meses, casi todos los proge-
Los anhelos y fantasías que acabamos de describir no nitores tienen la sensación de estar completos y lis-
agotan la diversidad de fuerzas y presiones sociales que tos. Cuando este lapso se ve reducido, como en el caso
se entrelazan en el deseo de tener un hijo. Pero espe- de un parto prematuro, los progenitores se sienten des-
ramos que sean suficientes para indicar el poder y la prevenidos e incompletos. Cuando existen complicacio-
complejidad de este deseo. Las identificaciones, las sa- nes físicas, éstas ponen en peligro la adaptación psi-
nas necesidades narcisistas, el afán de recrear viejas re- cológica.
laciones, son todos factores que contribuyen a darle vi- En el proceso psicológico del embarazo pueden mani-
gor a la capacidad de la mujer de ser madre y cuidar festarse confusión o ansiedad. E n este período son fre-
a su hijo. Al reacomodar los sueños y las emociones de cuentes el retraimiento emocional o la regresión a una
la madre, estos factores preparan las condiciones para actitud más dependiente respecto a otras personas de
el vínculo con el bebé. la familia. L a perspectiva de asumir la responsabilidad
de un nuevo bebé crea una sensación de urgencia. E l
futuro progenitor necesita retraerse o experimentar una
regresión con el fin de reorganizarse. L a ansiedad que
sienten ambos progenitores puede retrotraerlos a las
disputas y los sentimientos ambivalentes de otras adap-
taciones anteriores. Esta movilización de sentimientos
viejos y nuevos suministra la energía necesaria para la
enorme tarea de adaptarse a un nuevo hijo.

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41
Tanto los futuros padres como quienes los atienden
PRIMERA ETAPA: ACEPTACION D E LA NOTICIA
deben comprender la fuerza y la ambivalencia de los
sentimientos que acompañan al embarazo. Las consul-
"¡Voy a tener un hijo!"
tas prenatales, ya sea con tocólogos, enfermeras, pedia-
En el pasado, tras la falta de un período menstrual,
tras o, en ciertos casos, con psiquiatras, deben posibi-
la mujer esperaba tener la confirmación de que estaba
litar la expresión de un amplio espectro de sentimien-
embarazada a partir de su propio cuerpo. Ciertos cam-
tos positivos y negativos. De acuerdo con la experien-
bios en el color y la sensación de los pezones, las "náu-
cia de los autores, el embarazo —al igual que muchas
seas matinales" o la fatiga le daban gradualmente más
otras fases críticas de la vida— es percibido de mane-
certeza al hecho del embarazo. Hoy en día, los padres
ra diferente por los psiquiatras y por los pediatras. A
suelen recibir la "noticia" por parte de un médico, tras
los primeros se los consulta en casos de crisis y suce-
un análisis de embarazo, o incluso por una reacción
sos complicados, por lo que están alertas ante posibles química en un test de embarazo casero.
problemas neuróticos o psicóticos durante el embarazo.
Como quiera y cuando quiera que reciban la noticia,
Los segundos tenderán a prestar más atención a la sor-
los padres sabrán que han entrado en una nueva fase
prendente capacidad de la madre para reacomodar toda
de sus vidas. Sus sentimientos de dependencia respec-
su vida en función del bienestar de su hijo. Consideran-
to de sus propios padres deben ceder el puesto a la res-
do las etapas del embarazo desde nuestro punto de vis-
ponsabilidad. L a relación de "uno con uno" que tienen
ta doble, esperamos esclarecer este admirable período entre ellos deberá evolucionar para convertirse en un
y también rastrear dentro de él el nacimiento del ape- triángulo.
go parental.
En un primer momento, ambos progenitores suelen
E l proceso del embarazo puede contemplarse como
sentirse eufóricos. Pero casi de inmediato la euforia es
tres tareas separadas, cada una de ellas asociada con
reemplazada por la toma de conciencia de la futura res-
una etapa del desarrollo físico del feto. E n la primera
ponsabilidad. Cuando el embarazo ha sido planeado, es
etapa, los progenitores se adaptan a la "noticia" del em-
posible que esta toma de conciencia ya haya sido enca-
barazo, que va acompañada por cambios en el cuerpo
rada hasta cierto punto, pero la realidad del embara-
de la madre, pero no aún por pruebas de la existencia
zo requiere un nuevo nivel de adaptación; muy pronto
real del feto. E n la segunda etapa, los progenitores co-
ya no habrá posibilidad de volverse atrás.
mienzan a reconocer al feto como a un ser que a su de-
Ahora comienza en serio "el proceso" del embarazo.
bido tiempo quedará separado de la madre. Este recono-
La perspectiva de convertirse en padres retrotrae a los
cimiento se confirma en el momento de la percepción de
adultos a su propia infancia. Ningún adulto recuerda la
los primeros movimientos fetales por la madre, cuando
niñez como un período absolutamente placentero. Los
el feto anuncia por primera vez su presencia física. Por
conflictos del crecimiento se movilizan cada vez que un
último, en la tercera etapa, los progenitores empiezan
adolescente o un adulto joven enfrenta una crisis y, en
a experimentar al futuro hijo como a un individuo, y el
el embarazo, estos conflictos vuelven a ponerse al des-
feto contribuye a su propia individuación por medio de
cubierto. L a primera fantasía de la mayor parte de los
movimientos, ritmos y niveles de actividad distintivos.

42
futuros padres es la de evitar los conflictos de su pro- que umversalmente acosan a las mujeres embarazadas.
pia infancia y convertirse en progenitores perfectos. "No Para sobreponerse a estos temores y a su ambivalen-
seré como mi madre." "Mi padre se esforzó, pero hizo cia subyacente, la futura madre tiene que movilizar más
todo mal." "¡Por cierto que espero hacerlo mejor que y más defensas. Debe comenzar a idealizar a su hijo,
ellos!" ¿Qué es lo que los futuros padres desean hacer a representárselo como un bebé perfecto y plenamente
mejor? ¿Proteger a su hijo de un mundo imperfecto, o deseado. L a tarea de sobreponerse a las fuerzas nega-
de los aspectos negativos que perciben en ellos mismos? tivas intensifica los deseos positivos respecto al hijo y
La segunda alternativa es la más probable. Como los de ser un progenitor perfecto.
señalamos anteriormente, todos los progenitores espe- Mientras se debate a través de este tumulto de emo-
ran ser capaces de proteger al nuevo hijo de sus pro- ciones ambivalentes, la mujer embarazada estará par-
pios sentimientos de inadecuación o de los fracasos per- ticularmente dispuesta a recibir el apoyo de otras per-
cibidos en sus propias vidas. Con esta esperanza mágica sonas. Aceptará de buen grado la ayuda de un médico,
de poder superar sus propias inadecuaciones, los padres una enfermera o una amiga que sea una madre expe-
se consideran a sí mismos completamente propicios y rimentada. L a futura madre suele desarrollar una fuer-
positivos, listos para crear al hijo perfecto. Detrás de te transferencia hacia cualquier profesional que la res-
esta fantasía hay también ambivalencia. E n un momen- palde en este período. Anhela comprender sus podero-
to dado todos los progenitores empiezan a preguntarse sas emociones y recibir cuidados maternos mientras se
por qué se prestaron a someterse a semejante adapta- prepara para ser madre. Los profesionales o miembros
ción. "¿Deseo realmente convertirme en madre, en pa- de la familia que puedan aceptar esta dependencia pa-
dre? Si no lo deseo, ¿habré perjudicado ya a este bebé? sajera por parte de la futura madre sin sentirse abru-
¿Puedo perjudicar a un bebé aún no nacido con mis te- mados estarán contribuyendo a dar principio a una fa-
mores y mis sentimientos negativos?" Especialmente en milia más sólida.
el caso de la mujer embarazada, la profundidad de la Durante este período, muchas mujeres tienden tam-
inquietud implícita en esta adaptación la torna tan vul- bién a replegarse en sí mismas. E l reequilibrio de hor-
nerable que su pensamiento mágico sobre la posibilidad monas y otros procesos físicos va acompañado de ajus-
de perjudicar a su feto se vuelve muy real. Todas las tes emocionales, y se requiere mucho tiempo y energía
mujeres embarazadas temen la posibilidad de tener un para alcanzar una nueva estabilidad. L a mujer puede
hijo defectuoso. No sólo imaginan todas las aberracio- pasar días soñando despierta y noches luchando con
nes posibles, sino que al despertar ensayan lo que sueños fuertemente ambivalentes. Cuando este traba-
harían si su hijo naciera con algún defecto. Todo peli- jo interior se realiza en forma satisfactoria, a su debi-
gro para el feto sobre el que puedan haber leído u oído do tiempo la futura madre podrá contemplar con expec-
hablar será recordado en algún momento durante el em- tativas positivas su nuevo rol. Pero tal vez gaste mu-
barazo. E l bombardeo de información actualmente exis- cha de su propia energía y de la de su familia en la ta-
tente sobre los efectos de ciertas drogas y comidas, del rea. Durante este proceso, es muy probable que se dis-
tabaco, el alcohol o la contaminación ambiental sobre el tancie un tanto de sus relaciones previas. Hasta pue-
feto en desarrollo no hace sino exacerbar los temores de culpar inconscientemente a su marido y a otras per-

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sonas por su condición, aun experimentando simul-
táneamente una sensación de júbilo. De vez en cuando, SEGUNDA PARTE: L O S PRIMEROS INDICIOS
quizá sienta que ha sido obligada a asumir este rol. Es- D E U N S E R SEPARADO
tos sentimientos pueden representar un intento de com-
partir o trasladar la responsabilidad correspondiente a En algún momento durante el quinto mes de emba-
la abrumadora adaptación que está efectuando, y tam- razo, la madre siente los primeros movimientos leves de
bién pueden constituir una reacción realista frente a su futuro hijo. Estas sensaciones delicadas, como de li-
ciertas condiciones sociales y económicas. geros golpecitos, se transformarán gradualmente en una
L a tarea más inmediata de la mujer es aceptar el vigorosa actividad. Después de la confirmación del em-
"cuerpo extraño" ahora implantado dentro de ella. Es barazo, el momento de la percepción de los primeros mo-
posible que perciba al embrión como una intrusión por vimientos fetales es el siguiente acontecimiento decisi-
parte de su compañero, y que quiera, temporalmente, vo para los futuros padres. También esta noticia será
apartarse del hombre que la ha dejado embarazada. Así entusiastamente compartida con el marido, la familia
como su cuerpo va disminuyendo sus defensas contra y los amigos.
este "cuerpo extraño" y pasa a aceptarlo y albergarlo, Hasta este momento, la madre y el futuro hijo son una
también la madre debe llegar a experimentar al futu- sola persona. Hasta este primer asomo de vida, la ma-
ro hijo como una parte benigna de ella misma. dre puede acariciar la imagen narcisista de una total
Muchas veces, en un esfuerzo por aceptar su nueva fusión con su hijo. Ahora, desde el punto de vista psi-
condición, la mujer se vuelca hacia su propia madre o cológico, el bebé ha empezado a adquirir autonomía. Se
su suegra. Pero también en este caso es muy posible que puede decir que aquí es donde empieza el vínculo más
se sienta ambivalente. Las náuseas matinales y otros temprano, puesto que ahora hay un ser separado, y por
síntomas fisiológicos pueden expresar el lado negativo lo tanto la posibilidad de una relación. La percepción de
de la ambivalencia de la mujer, mientras que conscien- los primeros movimientos fetales es la primera aporta-
temente ella puede estar adaptándose con entusiasmo ción del futuro hijo a la relación.
a su rol. Todas las mujeres embarazadas enfrentan esta Cuando la madre comienza a reconocer la vida de su
ambivalencia, lo que las sorprende y decepciona. Sus feto, inconscientemente se pondrá en su lugar: se iden-
sentimientos de desvalimiento o inadecuación pueden tificará con él. Sus fantasías estarán basadas en la re-
incluso manifestarse en un deseo de tener un aborto es- lación infantil con su propia madre. Dinorah Pines hizo
pontáneo. Si bien la desilusión y los sentimientos de cul- un informe sobre un caso que ilustra vividamente esta
pa que acompañan un aborto o una hemorragia que hace fantasía de dos caras. Una de sus pacientes tuvo una
temer un aborto desmienten la ambivalencia, ésta siem- serie de sueños en los que se iba volviendo progresiva-
pre está presente. No es sino en forma gradual que el mente más joven a medida que avanzaba su embara-
impulso hacia la maternidad, con todos los poderosos zo; poco antes del parto, soñó que era bebé y estaba ma-
componentes que vimos anteriormente, transforma esta mando, "con lo cual combinó la representación de ella
ambivalencia en un incentivo para el trabajo del emba- misma como la madre y como el hijo recién nacido" (Pi-
razo, en la anticipación y la energía positivas de los últi- nes, 1981). E l nuevo carácter concreto del bebé, comple-
mos meses.

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mentado por las ecografías y los cambios corporales aho- vada energía psíquica y constituirá una fuente de co-
ra visibles en la madre, aporta tanto una nueva reali- nocimiento empático de lo que es un bebé.
dad como nuevas fantasías al embarazo. La madre pue- El reconocimiento del rol del padre ayuda a la ma-
de identificarse con el feto ahora perceptible, y también , dre a ver al bebé como un ser separado de ella misma.
revivir sus propios deseos de fusión y simbiosis con su Si tiene presente que su embarazo es resultado de un
madre. Este "retorno al útero" fantaseado posibilita una acto por parte del padre, tanto como de ella, e idealmen-
nueva elaboración de necesidades de dependencia y de- te del deseo del padre de tener un hijo, la madre evi-
seos simbióticos insatisfechos. E s como si, a través de tará caer en la ilusión de que ella sola produjo el bebé.
la mediación de su hijo aún no nacido, la futura madre Cuando una mujer elige convertirse en progenitor úni-
pudiera "reinsertarse" en los aspectos gratificantes de co, y en especial cuando opta por la inseminación arti-
sus relaciones tempranas con su madre, reabastecién- ficial, estas cuestiones pueden quedar oscurecidas. Una
dose y revitalizándose ella misma. Curiosamente, esto mujer que usa a un hombre simplemente para que la
se asemeja a la actitud de los niños que empiezan a ca- fertilice, o que recurre a un banco de esperma, tendrá
minar, cuando se refugian por un momento en los bra- más tendencia a albergar la ilusión de que el bebé es
zos de su madre y encuentran en ese contacto nuevas resultado de su propia creatividad omnipotente. Sus te-
energías para proseguir su desarrollo hacia la indivi- mores y dudas, así como sus esperanzas, se verán in-
duación (Mahler y'otros, 1975). Pines señala que el em- tensificados.
barazo brinda a las madres una nueva oportunidad para Reconocer el rol del padre no sólo ayuda a la futu-
elaborar los conflictos de la separación, promoviendo ra madre en la tarea de separarse del feto y de diferen-
una nueva fase en su proceso de desvinculación (indi- ciarlo de sus fantasías, sino que también le da la tran-
viduación) de las relaciones simbióticas originales (Pi- quilidad de que no será la única responsable de cual-
nes, 1981). quier éxito o fracaso. Esto puede amortiguar sus temo-
Esta tendencia regresiva también puede activar con- res de ser inadecuada y su ansiedad respecto de su nue-
flictos y relaciones patológicas. Se lo puede experimen- vo rol. Si la relación con el padre ha estado marcada por
tar como una amenaza a la identidad, dado que vuel- el resentimiento y el conflicto, esto puede proyectarse
ve a despertar fuertes sentimientos de fusión entre la al futuro hijo. Pero si la relación es sólida, si el padre
futura madre y su propia madre. Si la necesidad de de- asume su responsabilidad como coautor y no rehuye su
pendencia de la futura madre es demasiado grande y rol, la madre tendrá una mejor oportunidad de recono-
está insatisfecha (como sucede, por ejemplo, en el caso cer que el hijo es un ser separado, con un potencial de
de algunas madres adolescentes), la mujer percibirá a crecimiento independiente. Como veremos más adelan-
su feto —y más tarde a su hijo— como a un rival, y tal te, el deseo de tener un hijo también encierra muchas
vez lo trate como a un hermano envidiado. E n este caso, promesas para el padre, reforzando así su propio ape-
la maternidad le parecerá una pesada carga y hasta una go con el futuro vastago.
frustración de sus propias necesidades. Cuando las co- E l comienzo de los movimientos fetales y el recono-
sas marchan bien, en cambio, esta regresión a una iden- cimiento de que el bebé es una realidad intensifican el
tificación simbiótica con el bebé dará lugar a una reno- autocuestionamiento de la madre. Pueden alternarse en

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ella períodos de depresión y de júbilo, de manera ím- saber cuál es el sexo del hijo (el que puede determinar-
predecible. Sus fantasías en torno al bebé se vuelven se mediante la amniocentesis), una cantidad sorpren-
más específicas. Durante este período, tal vez comien- dente de ellos (alrededor del 40 por ciento) no desean
ce a soñar con el varoncito perfecto o con la niña per- que se les informe al respecto. L a curiosidad y el asom-
fecta. E s posible que su preferencia por uno u otro sexo bro de la embarazada al ver a su hijo en una pantalla
se empiece a poner de manifiesto, o que reprima sus ver- al tercer mes de embarazo van acompañados tanto de
daderos deseos por temor a poner en peligro al feto. L a admiración como del temor de mirar con demasiada pro-
creencia tradicional en el "mal de ojo" y los rituales su- fundidad debajo de la superficie. E l trabajo de adaptar-
persticiosos que rodean al embarazo son expresiones del se a sus sentimientos ambivalentes y sus temores res-
deseo universal de tener un hijo perfecto y del temor pecto al feto apenas ha comenzado. La mujer todavía no
asociado de que la madre pueda hacer algo que perju- está preparada para ver al bebé como una realidad. Mu-jC~
dique al feto. Tan preocupadas están las futuras madres chas futuras madres primerizas que observan la pan-
por sus propios conflictos que hasta las mujeres inte- talla en la que se están viendo los movimientos fetales
ligentes suelen mostrarse sorprendidas y gratificadas expresan emociones mezcladas. Ven al feto como inade-
cuando se les dice que todas las mujeres tienen apren- cuado, temible o incompleto. Desvían la vista de la pan-
siones durante el embarazo. talla como si lo que allí se ve fuera demasiado atemo-
E l ensayo relativo a la posibilidad de tener un bebé rizador o impresionante. "¿Eso es un bebé de verdad?"
anormal continúa durante este período. Cuando nazca "Parece tan diminuto y desvalido." Les resulta increíble
el niño, la mujer ya se habrá preocupado por todas las la afirmación tranquilizadora del tocólogo de que el feto
clases de problemas que puede presentar su hijo. Habrá es normal, y necesitan escucharla una y otra vez. Has-
ensayado en sus sueños y fantasías lo que debe hacer ta que ellas mismas sienten el movimiento del feto en
si tiene un bebé con el síndrome de Down, o con paráli- el quinto mes, es probable que esta criatura vaga y es-
sis cerebral, o con cualquiera de las anomalías de las casamente visualizada les parezca irreal, vulnerable y
que ha oído hablar ya sea en su propia familia o en la temible. Estos sentimientos son un reflejo del conflicto
de su marido. Por lo tanto, un bebé prematuro o con pro- de la madre con su propia ambivalencia. Ella necesita
blemas significa no tanto una sorpresa para la madre, más tiempo para prepararse para el bebé.
como una decepción por su falta de éxito en todo el es- Elizabeth Keller, colaboradora en Desarrollo Infantil
fuerzo que ha realizado durante el embarazo. L a ma- del Centro Médico del Hospital de Niños de Boston, com-
dre ya habrá ensayado y hasta movilizado fuerzas que paró a un grupo de madres y padres a quienes se les
la ayuden a luchar contra el problema, pero aún debe informó el sexo de su hijo tras una amniocentesis o eco-
afrontar el dolor de perder al bebé "perfecto" con el que grafía, con otros futuros progenitores que no supieron
soñó como recompensa por su trabajo. cuál era el sexo de su bebé hasta el momento del na-
L a amniocentesis diagnóstica y las ecografías para cimiento. Se podría suponer que el vínculo con el recién
visualizar al feto tienen un efecto complejo sobre este nacido y su temprana personificación resultarán forta-
trabajo de adaptarse a un bebé y a un nuevo rol. Aun- lecidos por el conocimiento previo de su sexo. Pues no
que las madres, y los padres, dicen estar ansiosos por es así. A los padres que sabían cuál era el sexo de su

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hijo les llevó más tiempo personificar y reconocer la sonificar al feto de modo que éste no sea un descono-
individualidad del bebé después del nacimiento. Al pa- cido en el momento de nacer.
recer, podría haber un sistema protector en funciona- Muchas de las observaciones de las mujeres embara-
miento que protege a los padres y al hijo de un víncu- zadas a través de los siglos están siendo confirmadas
lo demasiado temprano. E l proceso de crear un víncu- por las modernas ecografías. Para comprender la rica
lo con un bebé individual lleva tiempo y los intentos variedad de actividad fetal a la que están respondiendo
tempranos de consolidarlo pueden ser rechazados. Una los progenitores cuando le adjudican una personalidad
vez más, esto apunta al problema de adaptarse a un individual a su hijo aún no nacido, examinaremos bre-
bebé prematuro, para el cual este proceso ha sido abre- vemente lo que ahora se sabe sobre el desarrollo fetal.
viado.
1. Movimientos fetales. Todo el'repertorio de movi-
mientos del bebé recién nacido se puede ver antes del
T E R C E R A ETAPA: E L APRENDIZAJE nacimiento, en el feto (Milani Comparetti, 1981). Una
SOBRE E L FUTURO B E B E gran parte del desarrollo motor tiene lugar durante el
embarazo, preparando la adaptación posterior al naci-
Durante los últimos meses del embarazo, los padres miento. Por ejemplo, ahora se sabe que hay movimien-
ven al feto como crecientemente separado y real. E n este tos respiratorios ya a las 13 o 14 semanas. Estos mo-
período se suele elegir nombres, reestructurar la casa vimientos respiratorios irregulares y rápidos se asocian
para alojar al bebé y hacer planes relativos a los per- con una actividad "electrocortical" de alta frecuencia y
misos de trabajo y al cuidado del niño. Mientras con- bajo voltaje en el cerebro (Boddy y otros, 1974). Los mo-
sideran posibles nombres, eligen ropas de bebé o pin- vimientos fetales han s^do objeto de especial atención,
tan la habitación para el niño, los padres comienzan a porque se los puede estudiar mediante métodos no in-
personificar al feto. Durante este mismo período, el feto vasores y porque tienen valor diagnóstico. Como ejem-
también está cumpliendo su rol. A medida que el mo- plo extremo, una marcada disminución y un cese de los
vimiento y los niveles de actividad fetales empiezan a movimientos fetales indican la inminente muerte fetal.
adoptar ciclos y patrones, la madre puede reconocerlos Los movimientos fetales resultan afectados por diversos
y preverlos. Su respuesta se puede considerar como una agentes: alcohol, tabaco, sedantes, estrés emocional ma-
forma de interacción muy temprana. L a madre comen- terno.
zará a interpretar estos patrones, adjudicándole al fu- Los movimientos fetales evolucionan en intensidad y
turo hijo un temperamento, una personalidad y a veces forma durante el embarazo. * Alrededor de las 6-7 se-
hasta un sexo (Sadovsky, 1981). Una madre con hijos manas se observan movimientos circulares suaves del
mayores comparará la conducta de este feto con la de cuerpo. Estos movimientos se vuelven más complejos
los anteriores. Catalogará estas características percibi- con el tiempo.
das como "tranquilo", "agresivo", "como una bailarina",
"como un jugador de fútbol", etcétera, dándoles signifi- * Gracias a las ecografías, esta cronología es objeto de continuos
cado en el proceso. E s como si la madre necesitara per- ajustes.

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Alrededor de las 13-14 semanas hay movimientos de 2. Ciclos de actividad. Los estados de conciencia
flexión y extensión, de abrir y cerrar las manos, de tra- observables en el recién nacido —quietud, alerta, sueño,
gar, y movimientos respiratorios. Los estímulos mecáni- sueño activo, etcétera (véase la tercera parte)— también
cos producen una respuesta de sobresalto, y se puede pueden observarse en el feto. Estos estados parecen ocu-
demostrar la capacidad del feto para habituarse a los rrir en ciclos. Durante el sueño materno, hace más de
estímulos. veinte años se observó un ciclo rítmico de descanso-ac-
Alrededor de las 15 semanas, el feto suele chuparse tividad de 40-60 minutos (Sterman, 1967). Más recien-
temente se advirtió un ciclo rítmico de descanso-activi-
el dedo. dad de 40-80 minutos, tanto en madres despiertas como
Entre las 16 y las 20 semanas, las madres perciben dormidas (Granat y otros, 1979). También se ha cons-
por primera vez los movimientos fetales. tatado un marcado ritmo circadiano en los movimien-
Alrededor de las 20-21 semanas, se pueden ver mo- tos fetales (Roberts y otros, 1977). No se comprobó que
vimientos segméntales aislados de los dedos, pies y esta periodicidad en la actividad fetal guarde relación
con la edad gestacional, con el sexo del feto, con el peso
párpados.
al nacer ni con los resultados de tests de la conducta
Alrededor de las 26-28 semanas, un estímulo sonoro neonatal como el índice de Apgar. Parece vincularse, en
suscitará una respuesta de sobresalto o la rotación de cambio, con las propiedades fisiológicas intrínsecas del
tronco y cabeza, y un aumento de la frecuencia cardíaca feto, y resultaría afectada por la actividad de la madre.
(Janniruberto y Tajani, 1981).
E n los últimos meses del embarazo, toda mujer pue-
Puede haber grandes variaciones de un feto a otro.
de decir a qué hora's del día su feto estará activo. L a
Mientras que los registros efectuados muestran que la
mayoría de las mujeres predice que los picos de movi-
cantidad media de movimientos fetales aumenta desde miento fetal ocurrirán en momentos de inactividad para
unos 200 en la semana 20 hasta un máximo de 575 en ellas. Aunque esta asociación ha sido atribuida al he-
la semana 32 (y luego a una media de 282 en el par- cho de que las madres están más atentas durante sus
to), la cantidad de movimientos en un feto particular períodos de descanso, hay razones para creer que la ob-
puede oscilar entre 50 y 956. servación es correcta. E l feto puede comenzar a "adap-
Los informes de las madres coinciden con las medi- tarse" al descanso-actividad de la madre por vía de una
ciones objetivas de los movimientos fetales en el 80 al recíproca actividad-inactividad. Cuando la madre está
90 por ciento de los casos. activa, el feto permanecerá quieto. Cuando ella está
Los movimientos fetales son afectados por diversos quieta, el feto empezará a "trepar" las paredes uterinas.
estímulos, aumentando como consecuencia de la expo- Se piensa que el ácido láctico de la actividad muscular,
sición a un sonido y también de una estimulación que se eleva al máximo cuando la madre descansa des-
lumínica. E l noventa por ciento de los fetos se mueve pués de haber estado en actividad, estimula los movi-
durante la exposición al ultrasonido. E l tacto y la pre- mientos fetales.
sión sobre el abdomen de la madre también provocan E l hecho de que pueda predecir los movimientos del
un aumento de movimientos. feto y su adaptación a los ritmos de la madre son una

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En un tiempo tan temprano como son los 49 días tras
nueva prueba para ella de la existencia de su hijo como la fertilización, el feto apartará la cabeza cuando se lo
persona: como una persona que puede "adaptarse a estimule tocándole la cara, cerca de la boca. E n algún
ella", así como a las presiones de su vida. momento entre los 90 y los 120 días, comienzan a apa-
Cuando se les pide que lleven un registro del descan- recer los así llamados "reflejos de enderezamiento", con
so y la actividad del feto, las madres pueden hacer pre- los que el feto intenta mantener en equilibrio la cabe-
dicciones sumamente certeras tras dos o tres días de za. Alrededor de los seis meses, el feto puede respon-
prestarles una atención consciente a estos ciclos. Esos der a una estimulación auditiva. E n esta época, se han
ciclos organizados y regulares dominan la conducta fe- registrado cambios en la frecuencia cardíaca fetal en
tal. Las diferencias entre los estados de actividad en el respuesta a la estimulación sonora.
feto se van volviendo cada vez más evidentes para la En el tercer trimestre, hay respuestas evocadas dis-
madre. E n el último trimestre de embarazo, las muje- continuas de la corteza fetal que pueden medirse me-
res pueden determinar cuándo su bebé está (1) profun- diante técnicas no invasivas (Rosen y Rosen, 1975). L a
damente dormido (quieto y esencialmente no receptivo aplicación de electrodos directamente al cuero cabellu-
a estímulos externos, como máximo con una sacudida do del feto tras la ruptura de las membranas muestra
ocasional de una extremidad), (2) ligeramente dormido una rica gama de respuestas a estímulos sonoros, tácti-
(quieto, pero con arranques de movimientos repetitivos les y visuales. Un modo de evaluar el bienestar fetal con-
de las extremidades, hipo y, ocasionalmente, empujes siste en observar si el feto es o no capaz de habituar-
más lentos de los brazos o piernas, o del tronco), (3) ac- se a estos estímulos; si continúa respondiendo sin mos-
tivamente despierto ("trepando" la pared uterina, con trar ningún cambio, puede haber estrés fetal (Hon y
súbitos empujes y movimiento vigoroso) y (4) alerta pero Quilligan, 1967). Basándonos en la información facili-
quieto (al parecer esperando y receptivo a estímulos ex- tada por las madres confirmada a través de la observa-
ternos, con movimientos más suaves y más dirigidos, a ción de la conducta fetal mediante las ecografías, llega-
menudo en respuesta a acontecimientos externos). mos a la convicción de que en el último trimestre el feto
responde en forma fiable a la estimulación visual, au-
3. Respuestas a estímulos. De las especies cuyos ditiva y cinestésica (Brazelton, 1981a).
miembros no pueden valerse por sí mismos en el mo- Cuando se arroja una luz brillante sobre el abdomen
mento de nacer (especies altricias), la humana es la úni- de la madre en la línea de visión del feto, éste se so-
ca en la que todos los sistemas sensoriales están en con- bresalta. Si se utiliza una luz más suave en la misma
diciones de funcionar antes del nacimiento (Gottlieb, posición, el feto se vuelve de forma activa pero suave
1971). E l tejido nervioso inmaduro funciona antes de ha- hacia ella. Un sonido fuerte cerca del abdomen también
ber presencia de receptores de terminaciones nerviosas: provocará un sobresalto, mientras que si el sonido es
antes de que se complete la mielinización. La estimu- suave, el feto se volverá hacia él. Cuando se envían
lación al parecer influye en la maduración de los órga- estímulos mientras el feto está en un estado de quie-
nos sensoriales. Esta maduración parece acelerarse o re- tud semejante al sueño, las respuestas son menos pre-
tardarse por una mayor estimulación o por la falta de decibles, más apagadas, y el feto se habitúa a ellos con
estimulación, respectivamente.

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mayor rapidez. Estas respuestas diferenciadas a los
parto, sin embargo, su temor de haber perjudicado a su
estímulos externos pueden ser percibidas como señales bebé vuelve a cobrar más peso.
por la madre. Si estas señales coinciden con las respues-
De hecho este temor es tan agudo que pocas muje-
tas de ella, pueden iniciar los comienzos de una sin- res pueden siquiera mencionarlo en el último mes del
cronía entre madre e hijo. embarazo. Debe ser reprimido o podría volverse abru-
Mientras se encuentra en el útero, el feto está sien- mador. Para compensar este temor, los progenitores
do precondicionado a los ritmos maternos de suénó-vi- continúan personificando a su hijo. Los movimientos y
gilia y al estilo de reacción de la madre. Los recién na- las respuestas característicos del feto adquieren mayor
cidos no sólo han experimentado los ritmos de su ma- valor y demuestran así la integridad de éste. Cuanto
dre en el útero, sino que los indicios auditivos y ci- más pueda percibir la madre a su hijo aún no nacido
nestéticos que reciben de ella ahora les son "familiares". como a una persona separada, tanto más protegida se
No es de extrañar que un recién nacido prefiera una voz sentirá de la inadecuación y la incompetencia que ella
femenina a una voz masculina ya en el momento de na- imagina tener. Las madres que pueden ver a su futu-
cer (Brazelton, 1979). ro hijo como a un ser fuerte y resistente hasta podrían
Los patrones de reacción del feto son moldeados y percibirlo como a un aliado erfla difícil tarea del parto.
preparados para los indicios "apropiados" después del
nacimiento.
Mientras tanto, los progenitores adquieren un cono-
L A S MISIONES D E LA MADRE
cimiento sobre su hijo. Hacia el final del embarazo, las
ANTE E L NACIMIENTO D E S U HIJO
madres advierten respuestas más y más diferenciadas.
Informan que sus bebés reaccionan de una manera a un
concierto de Bach (con pataditas suaves y rítmicas) y Durante las cuarenta semanas de embarazo, el cre-
de otra manera totalmente distinta a un concierto de cimiento del feto va acompañado de un progresivo desa-
rock (con movimientos bruscos y sacudidas). Al trans- rrollo de la imagen que tiene la madre de su bebé. Como
mitir esta información, las madres están afirmando con hemos visto, esta imagen está basada tanto en necesi-
orgullo que el bebé ya es un ser alerta y competente. dades y anhelos narcisistas como en percepciones del de-
E l bebé no sólo tiene conciencia del medio, sino que está sarrollo del feto: movimientos fetales, actividad, patro-
mostrando su disposición a conocerlo. Los progenitores nes de respuesta. Por consiguiente, cuando se produce
comienzan a considerar ahora que su hijo es lo bastante el parto, la madre ya está preparada desde hace tiempo
fuerte como para sobrevivir en el mundo exterior. Cuan- para afrontar (1) la conmoción de la separación ana-
to más puedan imaginar los padres a su hijo aún no na- tómica, (2) la adaptación a un bebé particular y (3) una
cido como un individuo competente e interactivo, tan- nueva relación que combinará sus propias necesidades
to más confianza podrán tener en la capacidad del bebé y fantasías con las de un ser separado. E l embarazo es
para sobrevivir al esfuerzo de parto y al parto. no sólo un período de ensayo y anticipación sino tam-
A medida que la madre se aproxima a la fecha del bién una fase durante la cual se pueden renovar viejas
relaciones, así como una continua confrontación entre

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la satisfacción de los deseos y el reconocimiento de la ción de los afectos de la mujer y la capacidad de reco-
realidad. nocer y adaptarse a una nueva realidad ineludible (Bra-
Cuando llega el momento del parto, la madre debe zelton, 1981b).
estar lista para crear un nuevo vínculo, y también ex- Durante este período, otras personas (el marido, los
traordinariamente dispuesta a ingresar en esa condi- parientes, el médico) pueden aportar un apoyo vital. Por
ción que Winnicott describió como una forma de "enfer- ejemplo, una consulta prenatal con el futuro pediatra
medad normal", como un estado de entusiasmo en el que puede ser de gran ayuda. Los progenitores jóvenes están
las madres se vuelven capaces de "calzarse los zapatos particularmente deseosos de entablar una relación po-
del bebé" (Winnicott, 1986). Entre las colosales misio- sitiva con alguna figura benevolente interesada en el
nes que tiene que asumir la madre en el momento del bienestar del futuro niño (Bibring^y otros, 1961). Has-
nacimiento se cuentan: ta una breve consulta puede servir de mucho para mi-
tigar los temores de los padres y preparar las cosas pa^a
1. E l abrupto término de la sensación de fusión con el feto, de
una cooperación mutua en las posteriores consultas de
las fantasías de integridad y omnipotencia propiciadas por el emba- rutina. Uno de los factores inconscientes que suelen in-
razo. cidir en esto es el deseo de que el médico alivie los sen-
timientos de culpa de la madre "dándole permiso" para
2. Adaptarse a un nuevo ser que provoca sentimientos de ex- tener un hijo, asegurándole que su cuerpo es apto para
trañeza. Michel Soulé los define como sentimientos de Unheimlich- gestar y dar a luz a un bebé sano'
keit (Soulé y Kreisler, 1983).
Además del pediatra o de un tocólogo comprensivo,
3. Llorar al hijo (perfecto) imaginario y adaptarse a las carac- la madre cuenta, por supuesto, con dos aliados impor-
terísticas específicas del bebé real. tantes en el proceso de hacer acopio de energías para
afrontar esta exigencia. Como veremos en el siguiente
4. Luchar contra el temor de dañar al bebé indefenso (a menu-
do experimentado por las madres primerizas, como por ejemplo el
capítulo, el padre del bebé está experimentando muchos
temor de ahogar al niño al bañarlo). trastornos, algunos diferentes y otros paralelos a los de
la mujer. Y como veremos en la segunda parte, su hijo
5. Aprender a tolerar y disfrutar las enormes exigencias que le recién nacido constituirá una poderosa fuerza en su nue-
impone la total dependencia del bebé; en particular, la madre tie- va vida, capaz de contribuir desde el principio a la re-
ne que soportar las intensas apetencias orales del bebé y gratificar- lación en desarrollo.
las con su cuerpo.

Todo esto representa un importante trastorno psi-


cológico. Es como si la nueva madre debiera sufrir una
total "conmoción"; sus posturas anteriores, sus vínculos,
su imagen de sí misma, están todos sujetos a cambio.
Tan profundo es este trastorno, de hecho, que puede ase-
mejarse a un estado patológico transitorio. E l resulta-
do es una nueva identificación maternal, una focaliza-

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3. E L VINCULO EXPERIMENTADO
POR E L FUTURO PADRE

Como en el caso de las mujeres, el vínculo de un pa-


dre con su hijo se ve influido por su propia experien-
cia infantil. E n la niñez, un varón puede identificarse
primero con su madre, identificándose con la capacidad
de ella de tener y criar hijos. La madre le parece un ser
todopoderoso: la fuente de toda gratificación, estimula-
ción y cuidado. E n el deseo de volverse igualmente po-
deroso, el niño se identifica con ella. Muchos varones si-
mulan un embarazo con almohadones y exteriorizan
tiernamente su capacidad para cuidar niños al jugar con
muñecos. A través de este juego, desarrollan una iden-
tificación central con su madre. Mientras tanto, también
están comenzando a identificarse con su padre. A par-
tir de esta interacción de fuerzas opuestas, se desarro-
lla la identidad del varón. Un niño pequeño debe inte-
grar su identificación materna central con su crecien-
te identificación con la conducta masculina. L a solución
de este dilema, la "paradoja de la masculinidad" (Bell,
1984), modelará tanto su identidad de género como su
futura paternidad. Hay muchas resoluciones posibles,
incluyendo dificultades con la identidad sexual o una
firme negativa a reconocer cualquier atributo femenino,
como en el complejo del "macho". Pero una resolución
equilibrada hace posible la futura aceptación por par-
te del varón de su rol de mentor en la familia, así como
la adquisición de la capacidad de identificarse con el em-

63
barazo de la mujer y colaborar como padre en la crian- te estos deseos probablemente experimentarán una re-
za de los hijos. E l conflicto lleva a soluciones basadas novada creatividad o una mayor productividad profesio-
en la adaptación, preparando al varón para su rol de nal durante el embarazo de su mujer. L a nueva cana-
padre afectuoso. lización de estos deseos puede convertirse incluso en el
Los padres tradicionales de nuestro pasado a menu- incentivo para elegir una carrera en una profesión vin-
do han sido descritos como hombres "adustos", ausen- culada con la atención a niños.
tes, que no manifestaban ninguna emoción (Bell, 1984).
Fuera esto realmente cierto o no, en el pasado la ma-
yoría de los varones recordaba a su padre como una per- E L D E S E O D E T E N E R U N HIJO E N L O S HOMBRES
sona poco afectuosa. ¿Era ésta una observación real, o
v
se trataba de un rol asignado? ¿Los padres eran más
E l deseo de un hombre de tener un hijo, fundado en
afectuosos, en el pasado, de lo que se dice? ¿Sus así lla-
primer lugar, como dijimos, en el anhelo del varón de
madas inclinaciones y conductas femeninas estaban me-
ser como su madre, fue descrito por Freud en la histo-
ramente encubiertas por una superficie adusta o distan-
ria del pequeño Hans, un niño de cinco años que ima-
te? ¿Ha habido siempre fuerzas afectivas ocultas en los
ginaba que él también podía tener un hijo de su padre.
hombres que hasta hace poco éstos no se permitían ex-
También intervienen otros factores determinantes, si-
presar? ¿Podrían los padres del presente mostrar un
milares a los que mencionamos "al referirnos a las mu-
vínculo positivo tan evidente con sus esposas emba-
jeres. E l deseo narcisista de ser completo y omnipoten-
razadas y con sus bebés si no hubieran percibido mo-
te por la vía de producir un hijo e identificarse con él
delos al respecto en sus propios padres, así como en
es universal, al igual que el deseo de reproducir (refle-
sus madres? Lo más probable es que el modelo afecti-
jar) la propia imagen de uno. Esta es sin duda una razón
vo de sus padres haya desempeñado algún papel, aun-
por la que los padres tienden a preferir tener un hijo
que de ninguna manera paralelo al de las madres.
varón. E n la India, el término mismo con que se desig-
¿Cambiará esto en el futuro, o este desequilibrio será
na al hijo varón, putra, significa "el que libera del in-
perdurable?
fierno llamado puf (Kakar, 1982). E n el Mahabarata,
La principal tarea de desarrollo del varón, en la gra-
uno de los textos sagrados fundamentales de la India,
dual consecución de la paternidad, es renunciar a su de-
se dice que el padre mismo nace como el hijo, y que al
seo de ser igual a la madre y tener hijos como ella. No
colocar su propia simiente en el útero, ha concebido su
todos los hombres lo aceptan. Algunos envidian la ca-
propio yo. Este deseo de reproducir el propio sexo es más
pacidad de tener hijos de las mujeres y nunca aceptan
fuerte en los hombres que en las mujeres; podría reve-
que ellos deben quedar excluidos de este proceso. In-
lar una mayor necesidad en los hombres de reforzar y
conscientemente, compiten con sus esposas, exhibiendo
confirmar su identidad masculina, constantemente
síntomas similares a la couvade de ciertas tribus pri-
amenazada. De acuerdo con la experiencia de uno de los
mitivas (en las que los hombres manifiestan síntomas
autores de este libro (BC), casi todos los niños deriva-
de embarazo y parto), o bien rehuyen estos deseos au-
dos a psicoterapia para la evaluación de conductas
sentándose durante el embarazo de su esposa.
transgenéricas son varones.
Los hombres que pueden sublimar satisfactoriamen-
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65
Para el padre, el hijo varón tiene más probabilida- históricas admiradas. L a práctica de ponerle al hijo el
des que la hija de convertirse en el portador de sus am- nombre de pila que el padre heredó a su vez de su pro-
biciones insatisfechas. Los padres tienden a interesar- pio padre es un testimonio del fuerte impulso a man-
se más por los logros de sus hijos varones, en el pro- tener la filiación y a encontrar en el hijo los preciados
greso de éstos en los dominios del desarrollo motor, las atributos de los antecesores de uno.
capacidades cognitivas y el rendimiento escolar. Un E l deseo del hombre de tener un hijo también se ve
varón con frecuencia tiene la misión de aplacar las du- influido por su vieja rivalidad edípica; tener un hijo no
das del padre respecto de su autoimagen masculina. Es sólo le brinda un modo de igualarse a su propio padre,
por esto por lo que los padres se ponen tan ansiosos sino que criarlo le da la oportunidad*de hacer las co-
cuando advierten signos de debilidad, inseguridad y fal- sas mejor que el padre. Todo nuevo padre está resuel-
ta de empuje en sus hijos varones. Estas debilidades pa- to a ser un padre mejor. Hoy en día, suele recurrir a
recen reflejar, de forma amplificada y socialmente visi- la abundante bibliografía existente sobre la crianza in-
ble, la propia inseguridad del padre. Un factor que quizá fantil para adquirir los conocimientos técnicos necesa-
contribuya a esta fuerte identificación es el sentimien- rios acerca de cómo ser padre, con la esperanza de que
to profundamente arraigado del hombre de que él pue- esta información en torno a la paternidad ha de reno-
de influir en la identificación masculina de su hijo var totalmente y superar los métodos pasados.
varón, pero no en el destino de su hija. Todos los hilos aquí descritos se entretejen para for-
L a mujer, como hemos visto, anhela tener un hijo mar el incentivo de tener un hijo, suscitando nuevos
para aplacar sus dudas respecto de su propia fertilidad conflictos y a la vez ofreciendo soluciones a conflictos an-
y su capacidad reproductora. teriores. E l embarazo de la esposa es una ocasión im-
E l sentimiento equivalente, en el hombre, se expre- portante para la consolidación de la identidad de un
sa de forma de dudas respecto a su potencia y su ca- hombre. Con él aparecen toda la ansiedad y el autocues-
pacidad de dejar embarazada a su esposa. De ahí la ne- tionamiento que acosan a las madres. Cada etapa del
cesidad del padre de criar a un varón que muestre to- embarazo es un nuevo desafío para los hombres, como
dos los signos de una futura hombría. Si bien estos es- lo es para las mujeres.
tereotipos sexuales están cambiando, el deseo de los pa-
dres de duplicar su masculinidad y su poder en sus hi-
jos sigue siendo fuerte. L O S SENTIMIENTOS D E L PADRE DURANTE E L EMBARAZO
Los padres, como las madres, también necesitan re-
novar viejas relaciones con personas importantes de su Cuando el hombre se entera de que su esposa está
pasado, y esperan que sus hijos les proporcionen este embarazada, lo asalta una multitud de emociones dis-
vínculo. Los padres desean asegurar la continuidad de tintas, algunas jubilosas, otras de ansiedad, muchas
su linaje, "nuestro único camino a la inmortalidad", dijo conflictivas. Tanto la fuerza como la índole de estas
Freud en La interpretación de los sueños (Freud, 1955). emociones tomarán por sorpresa a la mayoría de los pa-
Freud mismo les puso a sus hijos los nombres de hom- dres.
bres a los que él estimaba: maestros queridos y figuras Una de las primeras reacciones del futuro padre es

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una sensación de exclusión. Pese a que, cuando el hijo sacrificar parte del tiempo de su trabajo para ser un pa-
es deseado, tanto el marido como la mujer comparten dre solícito, así como un apoyo firme y fiable para su
la euforia de la noticia a amigos y familiares, el futu- esposa? Todas estas dudas, esta conmoción, surgen en
ro padre pronto se sentirá desplazado. La mujer no sólo cuanto se conoce la noticia del embarazo y contribuyen
empieza a centrar su atención —su energía y su inte- a preparar al padre para su nueva identidad.
rés— en el niño no nacido, sino que también se convier- Mientras que las mujeres no pueden huir del hecho
te en el centro de atención de otras personas. Todos se del embarazo, los futuros padres tienen más libertad en
interesan por su estado de ánimo y su salud; a nadie cuanto al grado en que se comprometerán con el mis-
le importan los del marido. Quienes rodean a una mu- mo. Pueden optar por retraerse, haciendo caso omiso de
jer embarazada se ven impulsados a cuidarla, y ella es- lo que está ocurriendo, mientras que las mujeres tienen
pera recibir la misma solícita atención por parte del ma- que someterse al proceso físico del embarazo. Algunos
rido. padres pueden sentirse tan conmocionados por el em-
Esta sensación de exclusión se complica por el sen- barazo que preferirán distanciarse de este hecho,
timiento de responsabilidad del padre respecto del em- lanzándose a las aventuras extramatrimoniales o cayen-
barazo. E l hombre se siente desplazado, pero al mismo do en el alcoholismo o la impotencia sexual. Este tipo
tiempo piensa que él es el único que tiene la culpa. Cual- de conducta puede deberse al resurgimiento de conflic-
quier cosa que experimenta su mujer, náuseas o fatiga, tos bisexuales. También refleja otro factor importante:
le parece que es culpa de él. E l padre asume la respon- la sensación del hombre de verse desplazado. Un futu-
sabilidad a un grado irracional. ro padre puede percibir al hijo que ha de nacer como
Ahora que los padres intervienen más en los planes a un rival que lo despoja de su mujer, tal como su pa-
relativos al hijo y participan en las consultas prenata- dre o un hermano lo despojaron de su madre en la in-
les con el tocólogo y el pediatra, por ejemplo, desde tem- fancia. Dado que, como señalamos antes, un varón se
prano se establece una competencia entre los futuros identifica primero con su propia madre y luego debe re-
progenitores. L a competencia por el rol de mentor se pudiar esta identificación, es muy probable que estos
agrega a la competencia entre cada uno de ellos con el sentimientos se reaviven. Por todas estas razones, los
bebé por el otro. Esta clase de competencia puede ser hombres tienden a sentirse ambivalentes hacia el futu-
alarmante, a menos que ambos progenitores compren- ro hijo.
dan que es una parte natural, y también necesaria, de James Herzog señaló que los futuros padres se
su apego creciente con el futuro hijo. Estos sentimien- podían clasificar en dos grupos (Herzog, 1982). Los de
tos no sólo propician el vínculo con el futuro hijo sino un grupo reconocían sus sentimientos respecto a la lle-
que también pueden fortalecer, y no debilitar, el víncu- gada del primer hijo mostrándose comprensivos y solíci-
lo entre los progenitores. tos con sus esposas. E l otro grupo estaba compuesto por
E n tanto la mujer embarazada comienza a hacer sus futuros padres que demostraban tener poca conciencia
adaptaciones internas, a deslizarse en el mundo de fan- de sus sentimientos. Los hombres "solidarios" se sentían
tasía que describimos, el futuro padre tiene que efectuar impulsados, hacia el final del primer trimestre del em-
su propia adaptación. ¿Será un buen protector? ¿Podrá barazo, a alimentar —en su fantasía— a la madre y al

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feto. Imaginaban el hecho de hacer el amor como una Estos trastornos y síntomas demuestran de forma
forma de nutrir a su esposa embarazada y, de algún convincente que el deseo del hombre de estar embara-
modo, también al feto en crecimiento. Los hombres me- zado, de ser como la madre y la esposa, resurge duran-
nos solidarios se quejaban de que sus necesidades se- te el embarazo de su mujer. Cuando adopta la forma de
xuales no estaban siendo satisfechas. Decían cosas dolores y síntomas, esto se debe a que su identificación
como: "Tengo una constante avidez sexual", con lo que está inconscientemente cargada de conflicto y no pue-
delataban su propio deseo de ser alimentados, en com- de expresarse. Al repudiar su lado femenino, los hom-
petencia con el feto. Los futuros padres se dividían, bres se sienten enojados por el embarazo. Una vez que
pues, entre los que nutrían a sus esposas y los que se resuelven estos conflictos, pueden sentir unaldentifica-
sentían decepcionados por no ser nutridos ellos mismos ción empática con sus esposas embarazadas.
y estaban celosos de su mujer y del hijo. E n la última etapa del embarazo, los futuros padres
Cuando el embarazo entra en el segundo trimestre, tienden a resolver su relación con sus propios padres.
el futuro padre tiende a mostrar una mayor preocupa- Así como las mujeres tienden a reincidir en sus relacio-
ción por su propio cuerpo. Su identificación inconscien- nes tempranas con sus madres, los padres necesitan vol-
te con la esposa se intensifica, dando a veces lugar a carse hacia sus propios padres (en su fantasía o en la
fantasías bisexuales y hermafroditas. Este cambio le realidad) para fortalecer su incipiente rol paternal. Esta
vuelve a brindar una oportunidad de reorganizar los fac- atadura de nuevos roles a viejos modelos de la infan-
tores que intervienen en su identidad masculina (Gur- cia es un tema que vuelve a surgir a medida que se de-
witt, 1976). sarrolla la identidad paternal durante el embarazo. Un
hombre que disfruta de un vínculo sólido con su padre
E n muchas culturas del Tercer Mundo, esta mayor
está protegido contra el temor de volverse demasiado pa-
identificación con la esposa embarazada se expresa en
recido al padre.
el síndrome de la couvade mencionado anteriormente.
Los hombres simulan el proceso del parto, pasando por E n el tercer trimestre del embarazo, los padres, como
sus diversas fases y manifestaciones. Quienes los ro- las madres, se preocupan con ansiedad por la salud del
dean los tratan como si estuvieran sufriendo; los atien- futuro hijo. Ellos también tienen dudas en cuanto a que
den. A través de este "juego", los hombres escenifican su hijo haya estado adecuadamente protegido contra su
su envidia hacia la mujer procreadora y su decepción ambivalencia, su rivalidad y su resentimiento. Sienten
por ser dejados de lado. Al asumir el dolor del traba- ansiedad respecto a la normalidad e integridad del fu-
jo de parto de la mujer, participan en el proceso que turo bebé y necesitan ser tranquilizados. Un padre que
ella atraviesa y se considera que la están protegien- "huye" al final del embarazo lo hará ya sea en la rea-
do. E n el mundo desarrollado se encuentran formas lidad (abandonando a la familia) o, con mayor frecuen-
cia, mostrando simplemente una indiferencia emocio-
más benignas de esta identificación, como diversos do-
nal o una falta de participación. Esta huida es una de-
lores y dolencias. Los futuros padres padecen más
fensa contra sus sentimientos hostiles hacia la esposa
náuseas, vómitos, trastornos gastrointestinales y dolo-
—por cuanto percibe que ella prefiere al bebé— o con-
res de muelas que los hombres que no están esperan-
tra temores no resueltos de identificación con ella.
do un hijo.

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Muchos padres confiesan haber tenido estos senti- Con todo, debemos reconocer que los persistentes ves-
mientos: tigios de la sensación de exclusión que aún experimen-
ta el padre tienen profundas raíces en prácticas históri-
Entonces me puse a pensar que realmente podía estar albergan- cas y transculturales generalizadas. L a actitud de
do un rencor secreto hacia la niña. Antes de que naciera, yo solía
"guardabarreras" que asumen incluso las madres que
hacer chistes bastante sádicos acerca de defectos congénitos y abu-
sos contra niños, hasta que mi esposa me preguntó por qué lo hacía. trabajan sigue teniendo el efecto de mantener a los pa-
Me di cuenta de que era mi modo de liberarme, por medio del hu- dres a distancia.
mor, de las fantasías que me acosaban y que no podía verbalizar de E n sólo el 4 por ciento de las culturas estudiadas exis-
ninguna otra manera. Básicamente, he llegado a comprender que se te una visible "relación estrecha y regular" entre padre
trataba de sentimientos bastante primitivos contra la niña por ha-
e hijo (West y Konner, 1982). E n machas culturas se ob-
berme desplazado. Para un hombre, tener un hijo entraña verse pri-
vado de cierta sensación de ser especial, y significa quedar relega- serva una estricta separación entre hombres y mujeres
do en cuanto centro de atención (Bell, 1984). durante el parto y en los días siguientes al alumbra-
miento; en el 79 por ciento de las sociedades del mun-
La llegada de un nuevo miembro de la familia, el do, el padre no duerme con la madre y el bebé duran-
bebé, obliga al padre a aceptar la transición que va de te el período de lactancia (Hahn y Paige, 1980).
una relación dual a otra triangular. Esto le despierta E n nuestra propia sociedad, además del hecho de que
sentimientos de ser el tercero excluido, como todos ex- la mayoría de las madres trabaja fuera de su casa, los
perimentamos en la infancia frente a la intimidad en- grupos de educación para el parto y el personal médi-
tre nuestros padres o al nacimiento de un hermanito. co son también importantes agentes de cambio. Pueden
tener una fuerte influencia futura destinada a determi-
nar los nuevos modelos de paternidad, promover una
E L PADRE "AUSENTE" participación más activa y fortalecer la propensión a
cuidar de los hijos en el nombre.
Pese a que ha habido grandes avances en la parti-
cipación de los padres durante el embarazo y el parto,
las fuerzas que históricamente los han excluido de es- E L R O L D E L PADRE E N CUANTO A
tos procesos siguen siendo poderosas. Están basadas en RESPALDAR A S U ESPOSA EMBARAZADA
el reconocimiento cultural de la natural ambivalencia
del padre, así como en las propias dudas profundas de E l proceso del embarazo, el parto y el vínculo tem-
éste acerca de su capacidad de ser protector y mentor. prano se ve fuertemente influido por las actitudes del
E n forma gradual, estamos comprobando que esos fac- padre. E l apoyo emocional del marido durante el emba-
tores pueden modificarse a través de programas que fo- razo contribuye a que la esposa se adapte satisfactoria-
menten la participación del padre durante el embara- mente a su condición y la presencia del marido duran-
zo y el parto, incluyendo instrucción sobre el alumbra- te el parto y el alumbramiento se asocia con una me-
miento, clases de Lamaze, consultas prenatales y pro- nor necesidad de la embarazada de recibir medicamen-
gramas de apoyo familiar (Samaraweera y Cath, 1982). tos analgésicos y con una experiencia de parto más po-

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sitiva (Parke, 1986). L a actitud del marido también in- RECONOCER L O S MERITOS D E L PADRE
fluye en la competencia de la madre para amamantar
o alimentar con biberón a su hijo (Pedersen y otros, E l psicoanálisis se ha centrado en un padre fantasea-
1982). L a índole de las relaciones matrimoniales duran- do o mítico: el guardián de la ley, el portavoz autoriza-
te el primer trimestre del embarazo permite predecir do de la realidad, el que empuña el cuchillo que corta
con bastante acierto el grado de adaptación de la ma- el cordón umbilical y amenaza con la castración. Aun-
dre en el período inmediatamente posterior al parto. Tal que el padre podría convertirse en un objeto de amor
vez aún más significativa sea la correlación entre la opi- (el Edipo negativo), poco se dijo sobre un posible amor
nión de la madre acerca del compromiso del padre du- preedípico primario del niño pequeño por su padre. Aún
rante el embarazo y las observaciones clínicas del alcan- menos se dijo que el padre pudiera mostrar un víncu-
ce de su propio compromiso con el hijo durante los pri- lo temprano positivo con el hijo. Sólo se estudiaron las
meros cuatro años (Barnard, 1982). Muchos otros estu- madres —psicoanalíticamente— en una relación de
dios más recientes confirman las observaciones clínicas, amor con sus bebés. Más recientemente, ciertos estudios
por no mencionar la intuición cotidiana: la presencia y han demostrado que el padre tiene una influencia di-
el apoyo afectuoso del futuro padre ayudan a la mujer recta en el desarrollo del hijo, reforzada por su víncu-
a desarrollar su rol materno. Dado que las familias mo- lo con el niño desde la primera infancia en adelante. L a
dernas rara vez dan cabida al mantenimiento del sis- actitud de la madre hacia el rol del padre influye so-
tema de apoyo basado en la familia extensa (la madre bre este vínculo. Algunas madres, para satisfacer sus
propias necesidades, tienden a interferir con el víncu-
de la esposa, las tías, etcétera), los padres cumplen un
lo recíproco entre el bebé y su padre, como si se sintie-
rol mayor en el desarrollo y la conservación de las ca-
ran amenazadas por la emancipación del niño de la uni-
pacidades maternales. Si el padre también sigue man-
dad simbiótica. Las madres actúan como guardabarre-
teniendo una estrecha relación afectiva con su mujer,
ras, pudiendo reforzar o desalentar el vínculo padre-
esto lo ayudará a prepararse para renunciar a la gra-
bebé. Si propician una relación triangular, esto abre el
tificación de un vínculo excluyente con su bebé.
camino para el futuro vínculo del hijo. L a propia expe-
A su vez, como es lógico, el compromiso del padre con
riencia de la madre del triángulo edípico influye en la
el embarazo y el parto refuerza su propia identidad
posibilidad de su hijo de llegar a establecer una rela-
como agente activo y participante, reduciendo la proba- ción estrecha con el padre.
bilidad de su exclusión (Barnard, 1982). E l padre se está
preparando para desempeñar un rol más directo tras el Cabe preguntarse si el hecho de que durante tantos
nacimiento del hijo. Su continua presencia es, pues, gra- años se haya omitido considerar el rol del padre en tan-
tificante de dos modos: sirve para mantener su propio tos estudios realizados —todos los cuales hacían hinca-
vínculo con la esposa y le permite comenzar a sabo- pié en el vínculo temprano entre la madre y el bebé—
rear la alegría de la paternidad. no estará reflejando la tendencia a excluir al padre de
la relación madre-hijo, según revelan los estudios
históricos y etnológicos. Es posible que la fantasía uni-
versal de que el padre constituye una amenaza para la

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relación entre la madre y el bebé haya influido inclu-
so en quienes estudiaron precisamente esa relación, im-
pidiéndoles advertir los aspectos benéficos del rol del
padre.
Dado que aprender a ser padre es un proceso evolu-
tivo, éste está determinado al mismo tiempo por la
energía psíquica básica y la experiencia, y por facto-
res ambientales. Las actitudes psicológicas básicas son
fomentadas o bien debilitadas por los acontecimientos,
las presiones sociales y las instituciones (Klaus y Ken-
Es una suerte, para su supervivencia,
nell, 1982; Brazelton, 1981b). Ciertos sucesos cruciales,
que los bebés estén hechos por la natura-
como la consulta prenatal, las clases prenatales y el apo-
leza de tal modo que seducen y esclavizan
yo del padre durante el parto y el alumbramiento brin- a sus madres.
dan oportunidades para fomentar el desarrollo de la pa-
ternidad. Y como veremos en la segunda parte del li-
JOHN BOWLBY
bro, los propios recién nacidos son capaces de discernir
"The Nature of the Child's
las respuestas de los padres y parecen estar prepara-
Tie to His Mother"
dos para captar la atención del padre, aun sin adiestra-
miento previo.

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