La arquitectura y los arquitectos como artífices y responsables de la
adecuada ejecución de sus proyectos. No será de otro lugar que venga la combinación de diseño, acción proyectual y formación en tecnologías de donde provengan las soluciones (acústicas en ese caso) que los comitentes esperan de su quehacer profesional y para lo cual nos hemos formado.
Como proyectistas debemos saber que nuestras decisiones sobre implantación,
geometría, configuración, materialidad o terminación resuenan en cada una de las especialidades que dan pulso vital a nuestras “máquinas de habitar”. Ya que estas especialidades sean iluminación, acondicionamiento térmico o aislamiento hidrófugo, deberán resolverse también en términos de acústica arquitectónica, a través del mayor o menor tratamiento acústico de interiores o del aislamiento sonoro desde y hacia el exterior. No hace falta decir que nuestro primigenio colega Vitruvio dedicara extensas recomendaciones de cómo resolver las singularidades acústicas de sus edificios, que más recientemente muchos de nuestros referentes en la Facultad (Alvar Alto entre otros muchos) trabajaran con salas de acústica variable, que más luego durante la actividad profesional nos maravilláramos con el trabajo de Zaha Hadid en Guangzou, o que inclusive la mismísima Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires haya sido sede del primer laboratorio de acústica arquitectónica del país, para darnos magnitud sobre la simbiosis histórica y actual entre la acústica arquitectónica y los Arquitectos/as. Es por ello, que deberemos agregar (si no lo hemos hecho aún) un nuevo “layer” a nuestros .dwg* en el que pre-visualizaremos la relación entre materiales y sus características físico-acústicas que mejoran o desmejoraran el confort y el espacio de habitación de nuestros edificios.