En una entrevista de replica a una inveterada campaña denigratoria, que el Presidente del Colegio de Periodistas de Loja denominó muy acertadamente como “sicariato verbal” y que fuera concedida la semana pasada en Teleamazonas Guayaquil, la conductora del noticiero Dra. María Josefa Coronel, aparte de sacarse el clavo de la promoción de la Provincia de Santa Elena, argumentó que es su criterio compartido con muchas instancias internacionales que se debe despenalizar la injuria por parte de los informadores o comentaristas de prensa.
Título original
LA INJURIA Y LA CALUMNIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
En una entrevista de replica a una inveterada campaña denigratoria, que el Presidente del Colegio de Periodistas de Loja denominó muy acertadamente como “sicariato verbal” y que fuera concedida la semana pasada en Teleamazonas Guayaquil, la conductora del noticiero Dra. María Josefa Coronel, aparte de sacarse el clavo de la promoción de la Provincia de Santa Elena, argumentó que es su criterio compartido con muchas instancias internacionales que se debe despenalizar la injuria por parte de los informadores o comentaristas de prensa.
Copyright:
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formatos disponibles
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
En una entrevista de replica a una inveterada campaña denigratoria, que el Presidente del Colegio de Periodistas de Loja denominó muy acertadamente como “sicariato verbal” y que fuera concedida la semana pasada en Teleamazonas Guayaquil, la conductora del noticiero Dra. María Josefa Coronel, aparte de sacarse el clavo de la promoción de la Provincia de Santa Elena, argumentó que es su criterio compartido con muchas instancias internacionales que se debe despenalizar la injuria por parte de los informadores o comentaristas de prensa.
Copyright:
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formatos disponibles
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
LIBERTAD DE OPINIÓN NUMERO: 8 AÑO: I SEMANA: IV SEPTIEMBRE 2010
LA INJURIA Y LA CALUMNIA EN LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
José Bolívar Castillo V.
En una entrevista de replica a una inveterada
campaña denigratoria, que el Presidente del Colegio de Periodistas de Loja denominó muy acertadamente como “sicariato verbal” y que fuera concedida la semana pasada en Teleamazonas Guayaquil, la conductora del noticiero Dra. María Josefa Coronel, aparte de sacarse el clavo de la promoción de la Provincia de Santa Elena, argumentó que es su criterio compartido con muchas instancias internacionales que se debe despenalizar la injuria por parte de los informadores o comentaristas de prensa.
Debo señalar al respecto que como persona
que ha ejercido el periodismo de opinión en función del interés colectivo por muchos años, y que también le ha tocado ejercer importantes funciones o mandatos de representación colectiva, comparto el criterio de que por arriba del necesario acatamiento y respeto a la autoridad, que justamente tiene su razón de ser en la defensa del interés general, se encuentra la necesidad absoluta de libertad de expresión para que exista una democracia. El ejercicio de autoridad no es un privilegio sino un servicio y la sociedad requiere conocer con absoluta transparencia como se administra la cosa pública.
Ahora bien, ejercer autoridad siempre
consistirá en la dura tarea de ajustar a la horma del interés colectivo los intereses parciales o individuales que son esencialmente contrapuestos ya que por lógica elemental lo que beneficia a unos perjudica a otros. Un mundo ideal sin contradicción dialéctica simplemente no existe y las decisiones y acciones de una autoridad son susceptibles siempre de ser cuestionadas por la parte que siente afectados sus intereses.
Poderosos círculos de poder, cuando se topan
con una autoridad que no se somete a sus intereses aquí y en cualquier lugar del mundo, optan por contratar lo que con razón se ha denominado “sicariato verbal” periodistas, seudoperiodistas o locutores con espacios contratados que se encarguen de calumniar y denigrar a la autoridad hasta someterla o reemplazarla. Comparto por ello con la Dra. Coronel que no es admisible penalizar la mera injuria peyorativa, el insulto o el uso de términos irrespetuosos respecto de una autoridad o dirigente público, pero una cosa muy diferente es la calumnia es decir la imputación de un delito, lo cual constituye destruir la honra de una persona que no por ejercer autoridad puede quedar sometida a este tipo de atropellos, con el agravante de no poder defenderse so pena de ser señalada como contraria a la libertad de opinión e información. El periodista o el ciudadano que hace uso de los medios colectivos de comunicación, no puede asumir la condición de juez y no puede ampararse en la libertad de expresión, para hacer uso perverso de ella, mucho peor para vender o cobrar a los interesados por la abyecta tarea de destruir la honra de otro ciudadano o autoridad, violando derechos humanos fundamentales del afectado. En estos casos tiene que haber responsabilidad y sanción penal para quien por una paga, o simple audacia u odios personales, roba o destruye algo que tiene mayor valor que cualquier suma de dinero y que es la honra y el buen nombre de un ser humano. Mucho más grave aun es la reincidencia pertinaz en estas actitudes practicadas inclusive con la tolerancia sino el apoyo de otras autoridades y hasta desde la misma cárcel en la que se cumple una condena por injuria calumniosa para luego armar una serie secuencial y sistemática de actos de agresión destinados a burlar la justicia y escarnecer aun más a la víctima de estos atropellos. Lamentablemente, algunos periodistas o locutores labran su éxito, precisamente en su fama de ser audaces para irrespetar y destrozar sin clemencia ese bien jurídico esencial que es el honor de las personas, y es tal su poder que los ciudadanos temen enfrentarse a ellos, especialmente cuando por el poderío de los mecenas o contratantes del calumniador, la víctima conoce que de proceder a denunciar o a exigir una rectificación, será foco de nuevas y peores agresiones periodísticas y de todo tipo en su contra, o lo que es mas grave, cuando se despierta una solidaridad de cuerpo en defensa de la supuesta libertad de expresión que estaría siendo afectada. Conocemos del caso de autoridades a quienes hasta les han destrozado el honor de su esposa y su familia y que han decido por temor u oportunismo callarse, dejando abierto el camino para que estas inconductas se reproduzcan en la segura y gloriosa impunidad.
Se habla ahora de posibles proyectos de
Ley que en defensa de un acaparamiento excluyente del poder, se podrían convertir en mordaza de la libertad de expresión y claro no faltan los avivatos que han emprendido en la tarea de aprovecharse de este debate para defender e implantar la impunidad del sicariato verbal, es decir el tiburón despotricando contra el agua o el burro hablando de orejas.
Personalmente creo que es un deber cívico no
doblegarse ante estas circunstancias y luchar en defensa del honor y sobre todo porque la justicia esté en capacidad de sentar precedentes eficaces y eficientes que eviten estas prácticas perversas al servicio del que mejor paga y que en la realidad obstruyen la libertad de expresión y la convierten en un arma vil al servicio de pasiones mezquinas e intereses abyectos.
Una cosa es lanzar una frase despectiva,
burlesca o peyorativa contra una autoridad o un dirigente público y esto coincido con la Dra. Coronel no tiene que ser penalizado, una cosa es denunciar actos de corrupción o delitos y otra muy diferente es la calumnia o la injuria calumniosa destinada sin fundamento y hasta bajo paga o compensación a cumplir la consigna de destruir el honor de un ser humano y ese es un delito grave que tiene que ser juzgado y sancionado so pena de que el libertinaje en el mal uso de los medios de comunicación colectiva anule la libertad de expresión e información, sin lo cual no hay democracia posible.
La responsabilidad del superior a la luz del artículo 28 del Estatuto de la Corte Penal Internacional: ¿Por qué exactamente es el superior responsable?
La pérdida de oportunidad y el lucro cesante no consolidado por muerte de menores de edad en el derecho colombiano de la responsabilidad extracontractual del Estado