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DERECHO CANÓNICO

La Iglesia Católica crea su propio Derecho. Sus preceptos se extienden a los fieles de todo
el mundo, sin limitaciones de orden territorial. En el aspecto político y jurídico, la iglesia
es una sociedad independiente que tiene personería internacional. El Papa es el soberano,
tanto en las cuestiones de fe como en las de Derecho. Tiene igualdad jurídica con los otros
Estados, con los cuales cambia embajadores y celebra tratados internacionales (Derecho
Eclesiástico Internacional).
Como dice RADABRUCH, según la filosofía católica del derecho, existen tres fuentes
de este 1) el ius humanum pisitivum, o sea, el Derecho temporal instituido por los
hombres; 2) el ius divinum naturale, que es el Derecho imbuido por Dios a la creación y
cognoscible por medio de la razón; 3) el ius divinum positivum, el derecho de la revelación
divina, de la fe cristiana y de la iglesia (S. Mat. 16, 18: Tu es Petrus et super hacpetram
cedificabo ecclesiam meam). El Derecho Canónico no posee aquella autonomía propia
del derecho temporal, por estar íntimamente vinculado a la dogmática, a las costumbres
de la Iglesia y a la disciplina eclesiástica.
El Derecho Canónico es dado por la potestad eclesiástica para ordenar la constitución,
régimen y disciplina de la Iglesia Católica. Se divide en público y privado. El público se
refiere a la constitución y derechos de la Iglesia considerada como sociedad perfecta
ordenada a un fin sobrenatural. El Derecho Canónico privado regula los derechos y
obligaciones de los miembros de la Iglesia para el régimen y santificación de ellos, se
refiere a la vida particular de los fieles, y rige el culto, el sacramento y
las órdenes religiosas. Entre los sacramento, algunos han tenido y tienen una gran
importancia jurídica, como el matrimonio. Por ello también se ocupa de cuestiones como
el divorcio y la nulidad del matrimonio.
Son fuentes del Derecho Canónico el Código Canónico (Codex iuris canonici), las
decisiones de los Papas, los decretos de los concilios, la doctrina y la costumbre.
En las relaciones de la Iglesia con el Estado se dan dos soluciones extremas: de un lado
está la identificación de la Iglesia y el Estado, y del otro, la separación absoluta de estos.
La Constitución política peruana garantiza la liberta de religión. “Dentro de un régimen
de independencia y autonomía, el estado reconoce a la Iglesia católica como elemento
importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, y le presta su
colaboración. El estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de
colaboración con ellas” (art. 50).
El matrimonio canónico es la unión legal, elevada por cristo a sacramento, de un hombre
y una mujer para la comunidad de la vida recíproca y perpetua, espiritual y corporal. Es
un sacramento cuyos ministros son los propios contrayentes, y el sacerdote es un testigo
autorizado por la Iglesia. La materia del sacramento es la voluntad de las partes de
contraer matrimonio. Los fines de este son la procreación y educación de los hijos; el
auxilio mutuo, el fomento del amor recíproco y el remedio contra la concupiscencia. Las
propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad. El derecho
canónico admite únicamente el divorcio de separación conyugal, que consiste en la
separación del lecho, de la mesa y de la habitación. Son causas del divorcio o de
separación: el adulterio de uno de los cónyuges, la afiliación de uno de los cónyuges a
una secta no católica, la educación de los hijos acatólicamente, la vida criminal o
ignominiosa, si uno de los cónyuges es causa de gran peligro para el alma o el cuerpo del
otro cónyuge, si le sevicia o malos tratos hace la vida común demasiado difícil.
DERECHO AMBIENTAL
El derecho al ambiente, viene a ser un Derecho humano de tercera generación (acorde a
la cronología de su reconocimiento). Es el conjunto de principios y normas jurídicas que
regulan las conductas individual y colectiva con incidencia en el ambiente. Se lo ha
definido también como "El conjunto de normas que regulan las relaciones de derecho
público y privado, tendientes a preservar el medio ambiente libre de contaminación, o
mejorarlo en caso de estar afectado"
Las interrelaciones entre los diversos reinos biológicos y el medio que los alberga
constituye, como precisa Aníbal Torres Vásquez, un misterio armónico del universo que
permite nuestra existencia, por lo que la protección del ambiente es un deber de los
poderes públicos y de toda la colectividad, puesto que una grave alteración de los
parámetros de la biosfera que rebase su capacidad de autodepuración o autorregulación,
puede acelerar nuestra desaparición o dar lugar al surgimiento de nuevas especies o
enfermedades incurables que complique la existencia humana.
El ambiente es el prius para la existencia de todo ser viviente, consiguientemente del ser
humano. Sin un ambiente adecuado no es posible la existencia de la humanidad.
La Declaración de las Naciones Unidas sobre Medio Humano, en Estocolmo, 1972,
establece el derecho del hombre a “condiciones de vida satisfactoria en un ambiente cuya
calidad le permita vivir con dignidad y bienestar”. Como contrapartida a este derecho
dispone el “deber solemne de proteger y mejorar el amiente para las generaciones
presentes y futuras”. (Art. 1 de la Charter of Envirinmental Rights and Obligations on
Individual, Groups and Organizations, Ginebra 1991).
Todos los países tienen el deber de hacer lo necesario para la protección y conservación
del ambiente, de contribuir a mantener la capacidad autorregulativa y autodepurativa de
la biosfera, sin embargo, los países industrializados incrementa su desarrollo
contaminando el ambiente, obligando a que los países en vías de desarrollo no contaminen
no consuman recursos naturales, pero sin que estos últimos reciban una compensación
equitativa de parte de aquellos, hecho que debe ser corregido mediante el Derecho.
En el ámbito nacional, la Ley 28611, Ley General del Ambiente, establece que toda
persona tiene derecho a vivir en un ambiente saludable, equilibrado, adecuado y el deber
de contribuir a una efectiva gestión ambiental, a la protección del medio ambiente, a la
conservación biológica y al aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.
Dispone esta ley que el causante de la degradación del ambiente y sus componente, sea
una persona natural o jurídica, pública o privada, está obligado a adoptar las medidas para
su restauración, rehabilitación o reparación según corresponda o, cuando lo anterior no
fuera posible, a compensar en términos ambientales los daños generados, sin perjuicio de
otras responsabilidades administrativas, civiles o penales a que hubiera lugar.

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