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AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION Y

LA IMPUNIDAD

UNIVERSIDAD NACIONAL AMAZONICA DE


MADRE DE DIOS

TEMA : ADUANAS EN ARGENTINA

DOCENTE : TROY CRISTIAN BECERRA MARTINEZ

CICLO : X

INTEGRANTES :

 VILLANUEVA CUBA, IVONNE MADAITD


 VARGAS CARRION, SHERY NAYDU
 VENTURA MALDONADO, EDWIN SIMON
 ZAVALETA MERCADO, RUTH

AÑO: 2019
DEDICATORIA:

El presente trabajo monográfico va dedicado a nuestros padres quienes constituyen el


principal motor de la búsqueda de nuevos conocimientos por medio del estudio y
aprendizaje, también a nuestro docente por su guía y comprensión en el desarrollo de
nuestras habilidades y explotación de nuestro potencial individual.
INDICE

INTRODUCCION ................................................................................................................. 1

ADUANAS EN ARGENTINA .............................................................................................. 2

DIRECCION GENERAL DE ADUANA ............................................................................. 2

ORIGEN.- .............................................................................................................................. 2

HERENCIA Y CONSOLIDACIÓN ..................................................................................... 4

DISTINTAS DENOMINACIONES DEL ORGANISMO A TRAVÉS DE LOS AÑOS . 4

REVOLUCIÓN DE MAYO.- ................................................................................................ 5

DESDE EL VIRREYNATO A LA REVOLUCION DE MAYO Y LA ACTUALIDAD .... 5

LOS INTERESES EN DISPUTA Y EL ESTADO ECONÓMICO DE LA ARGENTINA


ANTES DE LA LEY ............................................................................................................. 8

LEY DE ADUANA DE 1835 ............................................................................................. 10

SANCIÓN DE LA LEY....................................................................................................... 11

CONSECUENCIAS DE LA LEY ...................................................................................... 12

LEY DE ADUANAS DE 1923 ........................................................................................... 13

CONCLUSIONES .............................................................................................................. 15

BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................. 17
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INTRODUCCION

Hasta 1726, año de la fundación de la ciudad Plaza Fuerte y Puerto de Mar de San
Felipe de Montevideo, no puede decirse que existiera nada parecido a un puerto sobre
la costa de la bahía.

Con el correr de los años, ya en 1740, existía un intenso tráfico de embarcaciones


menores entre Montevideo y Buenos Aires debido a que se realizaba aquí el transbordo
de los buques de ultramar con mercaderías destinadas a ese puerto. Lo que se explica,
porque nuestra bahía ofrece mayor calado y abrigo que Buenos Aires, tenía ya entonces
depósitos sobre la costa y las tripulaciones se habían acostumbrado a proveerse de
agua potable en los pozos del Rey, en la Aguada.

Había así un intenso tráfico de embarcaciones menores con Buenos Aires y las
mercaderías eran cargadas sobre la costa de una ensenada que existía entonces entre
las actuales calles Misiones y Juan Carlos Gómez, sobre la que se había practicado una
abertura en la muralla, que, por esa razón, se conocía como "El Boquete"; parte de esa
ensenada fue rellenada en época posterior.

Pasada la mitad del siglo, y por reales órdenes, los españoles fueron estableciendo
disposiciones sobre documentación de origen y navegación, que constituyen los
antecedentes directos de la legislación aduanera, vigente en la actualidad en nuestro
país.

Al ser la Aduana, con todas sus responsabilidades y funciones, el centro mismo de una
imprescindible actividad nacional, es que brevemente diremos que "Las Aduanas son
organismos establecidos legalmente por los Estados, en las costas, fronteras y
aeropuertos, para recaudar los derechos arancelarios y otros que se hallen a su cargo,
y fiscalizar el ingreso y salida de mercaderías, haciendo cumplir las normas que a este
ramo se refieren''.

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ADUANAS EN ARGENTINA

DIRECCION GENERAL DE ADUANA


La Dirección General de Aduanas es un órgano que integra la Administración
Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y tiene a su cargo la aplicación de la legislación
relativa a la importación y exportación de mercaderías, como así también el control
del tráfico de los bienes que ingresan o egresan en el territorio aduanero.

Su función principal es valorar, clasificar, verificar y controlar la entrada y salida de


mercaderías, como así también los medios en que son transportadas, asegurando
el cumplimiento de las disposiciones vigentes.

Además, la Aduana colabora en el resguardo de intereses del Estado, tales como


la seguridad nacional, la economía, la salud pública y el medio ambiente, vedando
el flujo de mercaderías peligrosas o ilegales.

También fomenta la cultura del cumplimiento voluntario por parte de los usuarios.

Las estrategias principales de la Aduana se vinculan con la facilitación y


potenciación del comercio exterior y la verificación oportuna, a través de la
sistematización y actualización permanente del servicio, dentro del contexto de una
nueva gestión pública.

ORIGEN.-
Los inicios de esta institución se remontan a los tiempos de la conquista y
colonización española: consolidándose como una organización varios años antes
de que la Argentina misma se conformara como Nación, la Aduana Argentina es
uno de los organismos más antiguos del país.

Los historiadores consideran que el antecedente más antiguo de la actividad


aduanera en tierras del Plata son las disposiciones contenidas en la Cédula Real
que el Emperador Carlos V firmó el 19 de julio de 1534 en favor de Don Pedro de

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Mendoza, autorizándolo a emprender la conquista y "poblar las tierras y provincias


que hay en el río de Solís que llaman de La Plata". Dicha Cédula Real establecía la
exención del pago de derechos del 7,5% -almojarifazgo- de todos aquellos bienes
que llevaran consigo los colonos siempre y cuando fueran para su uso o consumo
personal y no con fines comerciales, dado que, en este último caso, el Tesorero Don
Rodrigo de Villalobos, que integraba la expedición de Mendoza, debía formular los
cargos correspondientes.

El primer registro oficial que se conserva de una operación data del 1º de junio de
1586 y corresponde al ingreso de mercaderías introducidas por la nave "Nuestra
Señora del Rosario", procedente de Santos, Brasil, propiedad de Don Alfonso Vera.

Por aquellos tiempos, Buenos Aires y la región pampeana eran un área marginal
cuyos contactos comerciales con el exterior se daban a partir de dos grandes
actividades: la exportación de navíos a Brasil –con permisos especiales otorgados
por las autoridades españolas- y el contrabando.

Durante este período el puerto de Buenos Aires se convirtió en un punto de ingreso


-lícito e ilícito- de diversos productos así como de esclavos africanos. Esto motivó
la temprana queja de los comerciantes limeños y el establecimiento en 1622 de una
"Aduana seca" en la ciudad de Córdoba, trasladada a Jujuy en 1696, que gravaba
con un 50% las mercaderías que se dirigían hacia el norte.

Esta situación de relativa marginalidad cambió en la segunda mitad del siglo XVIII
a partir de las reformas Borbónicas: en 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata,
lo que significó un significativo fomento de las actividades mercantiles en Buenos
Aires por convertirse en la capital y al permitírsele comerciar con las otras
dependencias españolas.

Dos años más tarde, en 1778, la Corona sancionó el Reglamento de Libre


Comercio, que eliminó el antiguo monopolio que ejercían otros puertos en su
relación con la Península y autorizó a Buenos Aires, entre otros, a comerciar
directamente con España. También se reforzó el control de estas actividades con la

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creación de la Real Aduana de Buenos Aires, organismo encargado de administrar


el comercio exterior del Virreinato.

Durante muchos años el desarrollo de la actividad aduanera estuvo ligado al lento


crecimiento poblacional de la región del Plata que registraba una escasa actividad
comercial y en consecuencia una reducida recaudación.

HERENCIA Y CONSOLIDACIÓN

El origen del sistema de cobro de impuestos aduaneros en la Nación es una


herencia del sistema de organización económico español, que se transmitió y
adaptó a las necesidades de un nuevo país en formación y que logró consolidarse
definitivamente cuando la organización política se afianzó a través de la
Constitución y las normas legales que de ella derivan.

Por ser una entidad recaudadora y proveedora de recursos económicos, la Aduana


ha tenido una enorme influencia y participación activa en el acontecer histórico de
la Nación.

DISTINTAS DENOMINACIONES DEL ORGANISMO A TRAVÉS DE LOS AÑOS

1877: Dirección General de Rentas

1931: Dirección General de Aduanas

1947: Administración General de Aduanas y Puertos

1949: Dirección Nacional de Aduanas

1963: Aduana de la Nación

1969: Administración Nacional de Aduanas

1997: Dirección General de Aduanas (*)

(*) En 1997, el Decreto 618 dispuso que la Administración Nacional de Aduana


(ANA) pasara a ser la Dirección General de Aduanas, organismo integrante de la
Administración Federal de Ingresos Públicos.

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REVOLUCIÓN DE MAYO.-
La Revolución de Mayo impulsó medidas tendientes a asegurar la libertad de
comercio sin restricciones, lo que implicó reorganizar las instituciones
administrativas y transformar a la Aduana en concordancia con el espíritu
revolucionario de la época, inspirado por el liberalismo filosófico y político vigente a
comienzo del Siglo XIX.

Los primeros gobiernos patrios se fijaron como objetivos mejorar los servicios
aduaneros, combatir el contrabando y aumentar la recaudación, tanto nacional
como provincial, dado que existían aduanas interiores. Hacia 1812, las necesidades
económicas abrieron el camino a la creación de nuevas aduanas: así nacieron, por
decreto, las aduanas de Mendoza y Corrientes.

Para los mismos años, cada Cabildo de Buenos Aires ejercía el control aduanero y
también tenía a su cargo el cobro de impuestos a los habitantes de la ciudad, como
las alcabalas y las patentes para ejercer el comercio en la vía pública en vandolas
o para circular en carro por la ciudad.

Desde 1826 se sucedieron diversos intentos para unificar las aduanas, pero todos
fracasaron. Recién después de la caída de Juan Manuel de Rosas, en el Acuerdo
de San Nicolás firmado en 1852, se determinó que los impuestos de aduana a las
importaciones y exportaciones, tendrían carácter nacional y que las mercaderías de
origen extranjero podrían transitar libremente de una provincia a otra luego de ser
nacionalizadas.

DESDE EL VIRREYNATO A LA REVOLUCION DE MAYO Y LA ACTUALIDAD


Durante la existencia del Virreinato del Rio de la Plata, el desarrollo de la actividad
aduanera estuvo ligada al lento crecimiento de la población de la región del Plata,
donde había poca actividad comercial y sobre todo reducida en recaudación,
sumada a ello el monopolio comercial impuesto en el siglo XVI, afectando al Rio de
la Plata. Esta situación comenzaría a cambia cuando el rey Carlos III de España,
por Real Cédula del 1ero de agosto de 1776, decidió crear el Virreinato del Río de
la Plata con capital en Buenos Aires.

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El primer virrey en el Río de la Plata fue Pedro de Cevallos, un experimentado jefe


militar español que había sido gobernador de Buenos Aires.

Pedro de Cevallos, el 6 de octubre de 1777 daba comienzo al gran cambio, y


autorizaba a que Buenos Aires comercializara libremente sus productos con los
Virreinatos del Perú, Nueva España, Nueva Granada y Guatemala. La medida fue
confirmada y ampliada por la Real Cédula del 2 de febrero de 1778, por la cual
Buenos Aires se incorporó al libre comercio con España y comenzó así su
reactivación comercial. Abierto entonces el puerto de Buenos Aires al comercio
directo y libre con numerosos puertos de la Península, siendo necesario organizar
la aduana, que se encargará de la precepción de las rentas.

Así nacía de la mano del Rey Carlos III a la ADUANA DE BUENOS AIRES, creada
por Real Cédula del 25 de junio de 1778 y se designaba como primer administrador
de Aduana y Ramo de Alcabala a don Francisco Ximénez de Mesa. Constituía la
Aduana no solo un ente recaudador sino también cumplía funciones consultivas,
sumado a ello, la lucha contra el contrabando e intensificar el control del comercio
portuario. Y si en la policía Aduanera pensamos, esta tuvo su origen en el cuerpo
militar denominado Blandengues de la Frontera y más adelante Regimiento de
Caballería de la Patria, quien mantiene la vigilancia de las costas, mares y fronteras
terrestres. Su funcionamiento fue reglamentado el 10 de marzo de 1896 por decreto
del Presidente José Evaristo Uriburu.

Hacia 1810…la libertad comercial establecida mediante un Reglamento marcó el fin


del vínculo colonial con España. La Aduana pasó a ser la responsable del
sostenimiento económico del nuevo gobierno, y la responsable de la administración
de esas rentas.

Los primeros gobiernos patrios, tuvieron la responsabilidad de mejorar los servicios


de la aduana, combatir el contrabando, aumentar la recaudación, no solo nacional
sino también provincial, de las aduanas interiores.

Números fueron los intentos, desde 1826, por unificar las Aduanas, pero
fracasaron.

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Luego de la caída de Rosas, en el Acuerdo de San Nicolás, se determinó que los


impuestos en las importaciones y exportaciones tendrán carácter nacional, y las
mercaderías de origen extranjero, una vez nacionalizadas, podrán circular
libremente de una provincia a otra.

En la historia contemporánea de la Aduana Argentina Don Cristóbal Aguirre, fue el


primer funcionario que recorrió todos los grados del escalafón aduanero, desde
1844 a 1872 hasta llegar a ser el Director, fue el autor de las Ordenanzas de
Aduana, aprobada por Ley de la Nación número 810, el 5 de octubre de 1876 y que
estuvieron vigentes hasta el actual Código Aduanero en 1981, se lo considera el
creador de la Aduana moderna, posteriormente fue Ministro de Hacienda en las
presidencias de Mitre y Sarmiento, falleció en la Ciudad de Buenos Aires a los 72
años, el 21 de junio de 1892.

En la actualidad la Dirección General de Aduanas es la autoridad competente en la


aplicación de la legislación que regula el despacho aduanero, así como los
sistemas, métodos y procedimientos a que deben sujetarse las aduanas. Entre otras
cosas, la Aduana debe, intervenir en el estudio y formulación de los proyectos de
aranceles, cuotas compensatorias y demás medidas de regulación y restricción del
comercio exterior; dar cumplimiento a los acuerdos y convenios que se celebren en
materia aduanera; realizar el seguimiento y control de la operatoria de comercio
exterior de los distintos operadores que actúan en todo el país a través de las
distintas Aduanas; controlar que el ingreso y egreso de mercaderías, pasajeros y
medios de transporte se realice de acuerdo a lo establecido en el Código Aduanero
y el MERCOSUR; procurar el cumplimiento de los derechos aduaneros y ejercer
los mecanismos de control que prevean y eviten la comisión de delitos como el
contrabando, tráfico de armas y de narcóticos. Todo ello necesario para la
disminución de la comisión de delitos y el cumplimiento voluntario de las
obligaciones aduaneras por parte de los operadores y usuarios; modernizar el
sistema aduanero; combatir el contrabando; transparentar la imagen del servicio
aduanero, como lo expresa el mismo organismo.

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Hoy por hoy estas metas son posibles mediante un proceso de informatización a
través del cual busca incrementar el cumplimiento voluntario de las obligaciones
aduaneras con el fin de facilitar a sus usuarios los distintos trámites que se realizan
en todo el país. La informatización permite maximizar el seguimiento y control de
las diferentes operatorias, tanto se trate de lo físico como de lo documental.

LOS INTERESES EN DISPUTA Y EL ESTADO ECONÓMICO DE LA ARGENTINA


ANTES DE LA LEY

La Liga Federal no había llegado a ningún consenso en 1830 sobre el


establecimiento de una protección aduanera puesto que los intereses de Buenos
Aires, por un lado, y Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, por el otro, se presentaron
irreconciliables.

Los negocios de Buenos Aires se basaban principalmente en el comercio con Gran


Bretaña. Proteger las actividades internas implicaría el encarecimiento de todos los
artículos en los que los comerciantes, hacendados y saladeristas bonaerenses
gastaban sus ingresos, es decir que implicaba la reducción de sus ingresos reales.
Y además, el desarrollo productivo general provocaría el encarecimiento del trabajo
asalariado, que para los exportadores era meramente un costo.

Por su parte, las demás provincias necesitaban de la protección para poder


sobrevivir y crecer frente a la superioridad productiva europea y norteamericana:
Santa Fe podía abastecer de leña a todo el país, pero la desprotección hacía que el
negocio se perdiera a manos del carbón inglés. La industria vitivinícola de San Juan,
Mendoza, La Rioja y Catamarca era de alta calidad pero el precio al cual llegaba el
vino extranjero al litoral no permitía a estas provincias interiores pagar el transporte
terrestre necesario. La poderosa industria textil del Virreinato se había
desmantelado luego de la liberalización de 1809: Cochabamba era el centro textil
de todo el Alto Perú. Tucumán, por su parte, proveía el algodón. Corrientes,
Catamarca, Tucumán, Córdoba, Salta y Santiago del Estero encontraron también,
por entonces, su principal riqueza en la producción textil, mediante telares
domésticos.

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Pero la desprotección de 1809 -que iba a ser dada de baja por la Junta Grande
antes de la intervención del Primer Triunvirato-, logró el desmantelamiento de toda
la industria. La productividad británica de la revolución industrial, es decir, del trabajo
socializado y mecanizado, era inalcanzable por el trabajo individual y artesanal de
las provincias del norte. Las industrias de carretas de Mendoza y de Tucumán
proveían, antes de la desprotección, los medios de transporte más usuales para el
tráfico interno. Sin embargo, con la producción del interior atrofiada, encontraba su
clientela sumamente reducida. Lo mismo ocurría con la cría de mulas en Santa Fe
y Entre Ríos, empleadas anteriormente para el trasporte del vino y aguardientes
cuyanos.

Buenos Aires abastecía de cuero en abundancia a las manufacturas británicas y


compraba, con las ganancias, ese mismo cuero pero industrializado, bajo la forma
de zapatos, atuendos, correas y arreos. Todo el trabajo de industrialización, tanto
de Buenos Aires como de Corrientes, se perdía por unos pequeños márgenes de
productividad o por la preferencia de los estancieros por las producciones europeas

Mendoza era el gran centro harinero de la época, pero las harinas de Brasil y
Estados Unidos inundaron el litoral luego de establecida la desprotección. Se
combinaban para ello los costos del transporte terrestre que sufría el interior y la
estrategia extranjera de vender por debajo del costo para provocar la ruina de la
producción regional y así garantizarse el mercado más tarde. Lo mismo sucedía con
el azúcar tucumano y el vino, los vinagres, los aguardientes, los licores y los caldos
cuyanos. Con los ingresos de la población reducidos hasta la miseria por la
desolación de la estructura productiva, las actividades agrícolas también se vieron
aplastadas: el arroz tucumano, los aceites de oliva de La Rioja, Catamarca y Salta,
los cereales y productos de huerta de las quintas de todas las ciudades,
especialmente Buenos Aires.

Por su parte, con el transporte y los ingresos casi aniquilados, los famosos astilleros
de Paraguay y Corrientes tuvieron que sufrir proporcionalmente. Las provincias del
interior, en consecuencia, vivían en 1835 una realidad socio-económica muy
diferente a la de las provincias litorales.

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LEY DE ADUANA DE 1835


Mientras Buenos Aires gozaba de una prosperidad relativa, el resto del país estaba
estancado. Las causas eran varias: Pedro Ferré, de Corrientes, y los representantes
de otras provincias había reclamado a Buenos Aires por el librecambismo, que
anulaba a las industrias locales.

Para que disminuyeran ésas protestas, Rosas dictaron, el 18 de diciembre de 1835,


la Ley de Aduanas, que entraría en vigor al año siguiente.

Con ella se proponía proteger los productos e industrias de las provincias, aunque
no las libraba de modo alguno de la hegemonía de Buenos Aires.

Gravaba con altos derechos y hasta prohibía introducir en Buenos Aires artículos
del exterior que compitiesen con los del país, pero sólo el puerto de Buenos Aires
estaba habilitado para manejar el comercio exterior y, así, obligaba a las provincias
a entrar en la línea económica porteña. Lo que se prohibía en Buenos Aires era
prohibido en todo el país.

El país marchaba hacia una gran crisis; el cierre de los ríos Paraná y Uruguay a la
navegación extranjera obligaba a enviar todos los productos a Buenos Aires, único
lugar, además, donde se podían adquirir mercaderías del exterior. Por otra parte,
durante las guerras civiles que tuvieron por escenario el Litoral y el interior entre
1839 y 1841, las tropas faenaron gran cantidad de ganado, arrasaron campos y
destruyeron talleres, en parte como consecuencia de las operaciones militares y en
parte como castigo a las sublevaciones. Sin embargo, en Buenos Aires la ganadería
seguía progresando.

El ganado hasta entonces pacía libremente, ante la imposibilidad de limitar los


campos debido a su gran extensión; pero merced a la iniciativa de Richard Newton,
quien en 1844 tendió el primer alambrado y ensayó un nuevo sistema de marcas y
señales, desapareció la hacienda sin dueño y se consolidó la propiedad de la tierra.

Las principales industrias derivadas del ganado eran la saladeril y los cueros
vacunos; también fue incrementada la caza del ñandú y la nutria. El saladero,

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establecimiento donde la carne era salada para su conservación y exportación,


representó durante muchos años la principal industria exportadora del país; sus
mercados eran aquellos países que aún conservaban una forma de producción
esclavista (como el Brasil y Cuba), pues la calidad de la carne salada era pésimas.

La Ley de Aduana de 1835 estableció un sistema proteccionista para la economía


de la Confederación Argentina. Fue promulgada por el entonces gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el 18 de diciembre de 1835. Los
aranceles impuestos a los productos extranjeros del orden del 35% y de hasta el
50%-, así como la prohibición en algunos casos, brindaron a los productores
bonaerenses y a los del interior la posibilidad de desarrollar la producción de todo
tipo de mercancías que antes eran compradas en el exterior debido a la superioridad
de las técnicas productivas de la revolución industrial británica y francesa.

SANCIÓN DE LA LEY

Con este panorama desolador se puso en marcha el plan que Pedro Ferré,
gobernador de Corrientes, había presentado 5 años antes a la Liga Federal. Desde
lo económico, la ley perseguía el renacimiento de las manufacturas y el de la
producción agrícola.

Se impusieron aranceles del orden del 35 % a la mayoría de los productos


extranjeros que hacían competencia con las producciones nacionales. En otros
casos, los aforos alcanzaron el 50 %, y el ingreso de muchos productos fue
directamente prohibido. También se diseñaron incentivos al transporte marítimo
realizado con buques nacionales, y se impusieron derechos a la exportación de
cuero (de alrededor del 25 %) para capturar para el Estado una parte de la renta
ganadera. Las mercaderías sacadas para el interior, por su parte, como lo había
pedido Ferré en 1831, fueron libradas de todo gravamen. Paralelamente, la ley no
se limitaba a favorecer los intereses argentinos. De acuerdo con una política de
solidaridad hispanoamericana, los productos de la Banda Oriental y Chile sufrían
aranceles menores.

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CONSECUENCIAS DE LA LEY

En Buenos Aires, la industria ganadera no retrocedió ni un paso, al tiempo que se


llenó de talleres. Según el censo de 1853, había en ese año 1.065 fábricas
montadas, 743 talleres y 2.008 casas de comercio. La ciudad del mismo nombre fue
reconocida como un gran taller industrial.

En Córdoba y Tucumán se desarrollaron a toda velocidad los centros


manufactureros más importantes del país. En Córdoba se elaboraban zapatos y
tejidos. Sus pieles de cabra curtida se exportaron a Francia en tales cantidades que
el gobierno francés decidió prohibirlas para proteger a su industria local. Tucumán
potenció sus producciones de muebles para abastecer los crecientes mercados
cuyanos, así como las producciones de cueros curtidos, tintes y tabaco; tabaco para
la exportación hacia Chile, Bolivia y Perú. También despegó la nueva industria del
azúcar, que alcanzaba para abastecer a casi todo el norte argentino y comenzaba
a vender una parte en Buenos Aires.

Salta se convirtió en otro gran centro industrial, especializado en la hilandería, la


elaboración de cigarros, vasijas, suelas, becerros, curtidos, harina y vino.
Catamarca siguió abasteciendo a las provincias vecinas de grandes cantidades de
algodón, vinos y aguardiente. San Luis también multiplicó sus trabajos textiles y
cueros. Los vinos y aguardientes de Mendoza y San Juan vivieron por aquellos años
su época dorada. También se producían en estas provincias harina, trigo, frutas
secas y jabón en grandes cantidades, y hasta hilados de seda, y exportaban a Chile
importantes volúmenes de ganado en pie, cobre, frutas secas, jabón, charque, sebo
y cueros.

Entre Ríos desarrolló las industrias del cuero curtido, los postes de madera,
maderas para quemar y cal. En Santa Fe se desarrollaron plantaciones de algodón
y tejedurías, y por fin despegaron la extracción de maderas y carbón de leña, que
alimentaron fundamentalmente a las industrias y al consumo de Buenos Aires, pero
también a las manufacturas locales de embarcaciones y ruedas para carretas. Por
su parte, la actividad ganadera, la más importante de la región, continuó en ascenso.

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En Corrientes crecieron las producciones de maderas de construcción, tabaco,


almidón, naranjas y algodón, y se reconstruyeron sus antiguas y renombradas
carpinterías.

La protección de la estructura productiva potenció tanto el producto del trabajo que


las exportaciones debieron necesariamente incrementarse. En Buenos Aires, entre
1835 y 1852, la exportación de lana se multiplicó por cuatro, la de cueros por tres y
la de sebo por más 6. Por su parte, las importaciones sólo crecieron en esos 17
años alrededor del 20 %. En 1851 la balanza comercial fue por fin positiva, y esto a
pesar de que los precios de los productos pecuarios en Europa habían caído a la
mitad de los valores de 1825. Y en agosto de 1837, Rosas prohibió la exportación
de oro y plata, buscando evitar que los enemigos de la patria se llevaran el metálico
para desestabilizar la economía. El interior, por su parte, y como en la época del
virreinato, volvió a inundarse de plata boliviana, que se distribuyó por todo el país.

Sin lugar a dudas, la ley de Aduana de Buenos Aires desató un vertiginoso


desarrollo económico en todo el territorio nacional, tan grande que no pudo ser
disimulado por los enemigos de Rosas. Así, en pocos años se logró un
autoabastecimiento tan profundo que cuando las flotas francesa e inglesa
bloquearon los puertos nacionales -entre 1838-1840 y entre 1845-1849-, no sólo no
lograron la rendición argentina sino que hasta colaboraron en la tarea de proteger a
las industrias patrias de la competencia de los capitalistas extranjeros.

LEY DE ADUANAS DE 1923


La Ley de Aduanas de 1923 en junio de 1923 se trató en la Cámara de Diputados
la modificación de la Ley de Aduanas. Según Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, “fue
por lejos la más significativa acción oficial a favor de la industrialización durante los
catorce años de gobiernos radicales.”

Recordemos que la nueva ley subirá un 60 % la tarifa de avalúos y un 25 % los


derechos a las mercancías gravadas con derechos específicos. Para Javier
Villanueva la elevación de los precios oficiales de la tarifa de avalúos, sancionada
en 1923, significó en su opinión una mejora en la protección de la industria. Pero a

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continuación advierte que la importante radicación de empresas norteamericanas a


lo largo de la década del veinte en la Argentina tuvo más que ver con otros factores
que con la protección arancelaria. Entre ellos señala “el fuerte crecimiento y la
estabilidad de la economía argentina de aquellos años, la clara política de ‘laissez
faire’ llevada adelante por el presidente Alvear y la existencia de un mercado
progresista, pero esencialmente controlado desde el Reino Unido.

Carlos F. Díaz Alejandro, por último, sostiene que con esta modificación de la ley
de aduana de 1923 se inicia un proceso de recuperación de los niveles de
protección previos a la Primera Guerra Mundial y que en la comparación con otros
países la política comercial seguida por Argentina durante este período -que él
estudia por cierto dentro de un contexto temporal más amplio- no puede ser
calificada de librecambista. Díaz Alejandro fundamentó esta última afirmación
recurriendo a los estudios arancelarios de la Liga de las Naciones que “llegaron a la
conclusión de que el arancel medio argentino de 1925 sobre un grupo representativo
de mercancías manufacturadas era inferior al de Estados Unidos, pero superaba
entre otros a los de Canadá, Francia, Alemania e Italia, y estaba casi al mismo nivel
que el de Australia.

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CONCLUSIONES

Desde tiempos muy remotos ha existido las aduanas en Argentina, desde la


conquista luego durante la colonia posteriormente durante el virreinato y hasta hoy
en día las aduanas se ha desarrollado creándose distintos tributos que contribuyen
a satisfacer las necesidades de la población, todo ello de manera secuencial,
creando nuevos mecanismos idóneos al transcurrir de los años a través del análisis
de sus deficiencias y con post a mejores resultados.

Buenos Aires después de prohibir unilateralmente la navegación se convirtió en el


árbitro de toda política proteccionista porque contenía el mercado más grande de la
región, luego tuvo una crisis económica y productiva que afecto a toda sus
provincias que estas necesitaban de protección para poder subsistir y crecer frente
a la superioridad productiva de Norteamérica y europea: finalmente se puso en
marcha el plan del gobernador de Pedro Ferré que propuso, perseguir la
restauración de las manufacturas y el de la producción agrícola. La protección de la
estructura productiva potenció tanto el producto del trabajo que las exportaciones
se incrementaron; es así que la ley de Aduana de Buenos Aires desató un
vertiginoso desarrollo económico que logró un autoabastecimiento que incluso las
flotas francesa e inglesa colaboraron en proteger las industrias de la competencia
de los capitalistas extranjeros.

Por ende se puede señalar que cada uno de los procesos y facetas por las que ha
pasado la Aduanas en Argentina contribuye hoy en gran manera a lo que es
actualmente, un medio de resultados eficaces, aun con la creación de leyes que van
actualizándose conforme al pasar de los años.

Cabe manifestar que cada país tiene su propio sistema de recaudar tributos de
importación y exportación de mercancías, en este caso el país de Argentina cuenta
con la Dirección General de Aduanas el cual se encuentra a cargo de la
Administración Federal de Ingresos Públicos , el cual contribuye a una correcta
aplicación de la legislación correspondiente.

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El rol de las aduanas son fundamentales ya que esta entidad es la encargada de


supervisar la entrada y salida del comercio de dicho territorio, llámese exportación
e importación, y a su vez consta de una norma jurídica que va a contribuir a la
regulación de estas actividades de comercio, desde su transportación hasta las
personas que están incluidos tienen la obligación de declarar lo cual amerita un
documento aprobado que debe contener todos los datos de la mercancía.

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BIBLIOGRAFIA

 WWW.AFIP.GOB.AR

 WWW.ARGENTINA.GOB.AR

 WWW.ELHISTORIADOR.COM.AR

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