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La figura del “Hijo del Hombre” en el

“Libro de los sueños”


Antonio Piñero

Seguimos con las figuras (mesiánicas) a medias entre el cielo y la tierra que se van
formando en el judaísmo a lo largo del siglo II a.C.(VI).

Dentro del Libro I de Henoc (cuyas secciones fueron compuestas desde el siglo III a.C....)
hay una parte denominada “Libro de los sueños (o visiones)” que ocupa los capítulos
actuales 83-90 (Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1982,
pp. 109-123)). Contiene este breve tratadito elementos mesiánicos muy claros y una
figura simbólica que puede considerarse como el mesías.

El tema general del es el siguiente: el autor relata como fue el contenido del primer
sueño del profeta Henoc –sueño que transmite a su hijo Matusalén- y describe el diluvio
(caps. 83-84). En el segundo sueño Henoc ve como un esquema de la historia del mundo
desde Adán hasta el reino mesiánico, incluida la caída de los ángeles malvados.
Naturalmente, este sueño es descrito como algo que ocurrirá en el futuro.

Tras la invasión asiria del reino del norte (= Israel, con la caída de Samaría: 721 a.C.),
Dios entrega el gobierno de su pueblo a setenta pastores (= ángeles no buenos) que
permiten que perezcan más israelitas de los debidos, devorados por fieras salvajes.

Dios entonces, apiadado del pueblo judío, establece un juicio que juzgará a estos
pastores, los ángeles caídos, junto con los apóstatas de entre los judíos y a los enemigos
de Israel. Luego Dios funda una nueva Jerusalén y establece en ella su reino. Cierto
número de gentiles se convierte entonces al verdadero Dios y a la religión israelita y a
continuación se consolida el reino mesiánico. Los paganos que no se convierten se
mantienen al menos con gran respeto, a distancia de Israel.

La fecha de composición de este libro se calcula por lo que cuenta y sabe y por lo
que no cuenta y no sabe: el autor parece conocer bien la historia hasta la batalla de
Bet Sur de Judas Macabeo (164 a.C.), pero luego no parece saber más. Es decir, el libro
debió de componerse en torno a la época inmediatamente psoterior, hacia al 160 (fecha
de la muerte de Judas Macabeo, batalla de Bet Horón) o un poco más tarde.

Para épocas posteriores, puesto que ya no sabe nada, su obra hace una verdadera
profecía de lo que cree que será la edad mesiánica. En ella piensa que Dios tomará
venganza de los ángeles malvados –los causantes, por sus pésimas inspiraciones e
impulsos, de que los hombres sean a su vez también malos y que han gobernado Israel
inhabitando el interior de sus gobernantes humanos-, junto con todos los judíos que
han apostatado de su fe y a todos los pecadores de entre las naciones.

Comenta Sacchi (p. 417) sobre los elementos simbólicos que utiliza el desconocido
autor del Libro de los sueños:

En el lenguaje metafórico de nuestro autor a los judíos se les llama siempre ovejas; los
ángeles son representados como hombres y los pueblos extranjeros, como animales
feroces e inmundos. En el medio, entre los ángeles y los hombres o, en el lenguaje del
autor, entre los hombres y las ovejas, están los bueyes, es decir, figuras de la tradición
bíblica bendecidas por Dios, como Adán y Noé. Este último es el único entre los vivientes
que se convierte directamente en un hombre, es decir, eliminando la metáfora, en un
ángel (1Hen [Libro de los sueños] 89,1.9). Sem, Abrahán e Isaac son aún bueyes, aunque
Jacob es simbolizado ya como una oveja, como lo son también los doce patriarcas de las
doce tribus de Israel. También son ovejas, y no bueyes, Moisés y Aarón (1Hen [Libro de
los sueños] 89,17 y 18).

El comienzo del reino mesiánico es descrito así en el Libro de los sueños 90,18-27:

Vi que se llegó a ellos el dueño de las ovejas [es decir, Dios mismo, quien según el texto
parece descender a la tierra; ovejas = israelitas] y en tomó en su mano la vara de la
cólera y golpeó la tierra, que se abrió. Todas las bestias y las aves del cielo [pueblos
paganos] dejaron de estar junto a las ovejas y fueron tragadas por la tierra que las
cubrió.
El vidente continúa así:

Vi que se dio a las ovejas una gran espada y salieron contra las bestias salvajes para
matarlas [batalla final contra los impíos]. Vi que era construido un trono sobre una
tierra amena, y que se sentaba en él el dueño de las ovejas, y que otro cogía los libros
sellados y los abría ante el dueño de las ovejas…

Se juzga a los ángeles –como dijimos- simbolizados por astros y son arrojados al
infierno; se juzga a los pastores y a las ovejas apóstatas que son condenadas y arrojadas
a la misma sima llena de fuego (90,21-27).

Finalmente, tras el juicio se describe el reino mesiánico (1 Henoc 90,28-39):

Me levanté para ver hasta que él [Dios] enrolló la vieja casa [Israel dentro del mundo
caduco]… Vi que trajo el dueño de las ovejas una casa nueva, más grande y alta que la
primera, y la puso en lugar de la que había sido recogida… y el dueño de las ovejas
estaba dentro. Vi a toas las ovejas que quedaron y cómo todos los animales de la tierra
y todas las aves del cielo caían prosternándose ante las ovejas, suplicándoles y
obedeciéndolas en todas sus órdenes[…]

Las ovejas eran todas blancas… todas las bestias del campo y todas las aves del cielo se
reunieron también en esa casa [la Jerusalén o país mesiánico; se piensa que la mayoría
de los gentiles se convierte; el reino mesiánico no es sólo judío, sino universalista]. El
dueño de las ovejas se alegró muchísimo, pues todas eran buenas y habían vuelto a casa.

Vi que las ovejas habían depuesto la espada que les había sido entregada, la volvieron a
su vaina y la sellaron ante el dueño [la paz mesiánica]… Toda la casa estaba llena…

Vi que nacía un toro/buey blanco, de grandes cuernos [el mesías], y cómo todas las
bestias del campo y aves del cielo lo temían… y el dueño de las ovejas se alegró por él y
por todos los toros [los ayudantes del mesías].
Aquí, en este texto simbólico, puede observarse de nuevo la variedad de
concepciones mesiánicas del judaísmo. De este pasaje se deduce que el mesías
aparece detrás del Juicio, no antes. La tarea de juzgar es llevada a cabo por Dios mismo,
solo, sin ayudantes; el mesías viene después del Juicio; nace de la misma comunidad,
es un mero ser humano; tiene la misión de gobernar la comunidad de los justos
israelitas una vez establecido el reino de Dios por Éste; ante el tiemblan todas las
naciones de los gentiles que no han llegado a convertirse.

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