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… Las nuevas tecnologías tienen lógicas y modos de configurar el

conocimiento muy diferentes a los de la escuela.


Las primeras suelen ser muy veloces y con una interacción
inmediata. La escuela, en cambio, es una institución basada en el
conocimiento disciplinar, más estructurada, menos exploratoria,
y con tiempos y espacios determinados de antemano, más lentos
y menos porosos. Cabe esperar entonces un proceso de
negociación y de reacomodamiento de la institución escolar que
no será automático ni inmediato, y que no debería ser leído solo
como resistencia al cambio.

(En este sentido)… hay educadores que señalan que estamos


ante una innovación de gran envergadura en las formas de
producir y circular los conocimientos. Para este grupo no es un
cambio de formas ni de grados; es, antes que nada, una
reestructuración de lo que entendemos por conocimiento, de las
fuentes y los criterios de verdad, y de los sujetos autorizados y
reconocidos como productores de conocimiento. Y esa
reestructuración no puede dejar indemne a la escuela, aunque es
una institución basada en otro tipo de organización del saber,
jerárquica y centralizada. Los educadores que se enrolan en esta
posición sostienen que estamos ante un cambio de época, y que
hay que reorganizar la enseñanza pensando en los nuevos rasgos
de producción de los saberes, como son la hipertextualidad, la
interactividad, la conectividad y la colectividad (MartínBarbero,
2006).

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