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HACIA UNA MEDIACION PEDAGOGICA EN LOS PROCESOS DE ENSEÑANZA

Y APRENDIZAJE

Sandra Patricia Basto Torrado


sandrabasto@yahoo.com
compilación

Introducción

La sociedad del conocimiento y la información día a día suscita más desafíos a la


educación actual. No hay duda que las tecnologías de la información y la
comunicación han llevado a replantear las formas tradicionales de enseñar y
aprender; no obstante, muchos de los espacios donde se imparte la educación
formal continúan atrapados en modelos lineales que poco dinamizan los procesos.
Entre tanto, los estudiantes aprenden aceleradamente en los espacios
extraescolares, pues el aula de clase se está constituyendo en un lugar cerrado al
contexto, donde el conocimiento impartido no corresponde a sus necesidades y
motivaciones. Esto plantea varios cuestionamientos, entre ellos: ¿por qué hoy
resulta tan poco motivante para los educandos asistir al aula? ¿Qué propone la
institución educativa y el profesorado para atraer a sus estudiantes? ¿Por qué es
más fácil para los estudiantes aprender en los espacios informales que en los
formales?
Son diversas las causas por las que a los estudiantes les resulta hoy poco
atractivo asistir a clases. Entre ellas: el uso de las tecnologías, ya que su lenguaje
multimedial es más significativo y motivante para el educando, además, la
interactividad que promueven suscita procesos comunicativos distintos a los del
aula. Otra razón, la constituye la actitud del profesor presionado por la rutina y por
las políticas educativas, al crear resistencias al cambio y no generar alternativas
sustentadas en nuevos paradigmas. No obstante, Calvo (2004) encuentra que
pese a todos los factores anteriores hay uno de mayor relevancia y es que los
procesos de enseñanza y aprendizaje no están siendo mediados, sino que se
constituyen en una simple transmisión de conocimientos que, de entrada, no
interesan al estudiante. Por consiguiente ¿Qué valor y qué sentido tiene la
mediación?
Mediar desde el ser y para el ser
Tebar (2004) educador español toma como referente los estudios realizados por
Reven Feuerstein, quien propone la teoría del profesor mediador para quien el
motor del cambio es el educador, ahora contemplado como mediador y cuya
responsabilidad primordial es potenciar el rendimiento del educando. En este
sentido, mediar significa intervenir entre los seres y la realidad, para facilitar los
procesos de aprendizaje, Es decir, que el profesor se convierte en el mediador por
excelencia, pues no solo va a orientar y a motivar al estudiante a construir el

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conocimiento, sino también va a ayudarle a potenciar todas sus capacidades
cognitivas, estéticas, sociales, afectivas, entre otras.
“El educador mediador regula los aprendizajes, favorece el progreso y lo evalúa;
proporciona una relación de ayuda facilitadora de aprendizajes y su tarea esencial,
ayuda a organizar el contexto en el que ha de desarrollarse el sujeto” (Tébar,
2005: 43).
En efecto, el profesor como sujeto mediador es hoy un deber ser de la educación,
pues no solo va a transformar la información para hacerla más comprensible, y
significativa al estudiante, sino que va a lograr afectar su dimensión cognitiva,
afectiva y motivacional, con el fin de que el sujeto mediado se comprometa en el
desarrollo de sus potencialidades.
El mediador debe intervenir para proponer criterios que le ayuden al estudiante a
comprender la información y las estrategias para abordarla. Tébar (2005) propone
tres principios básicos e inherentes al proceso mediador:
Intencionalidad y reciprocidad: esto es, implicar al sujeto en la experiencia
pedagógica. En la medida en que haya reciprocidad habrá comprensión y
aprendizaje significativo. “La mediación es una interacción intencionada, por ello,
supone reciprocidad: enseñar y aprender como un mismo proceso”. En este
sentido, los procesos comunicativos son la plataforma de este principio, pues aquí
entra en juego el lenguaje del cuerpo: el gesto, la mirada, el tono de voz, la
expresividad que van a denotar y connotar la intencionalidad del mediador y su
capacidad comunicativa y motivacional.
Trascendencia: Es la mediación más humanizante. Nos invita a pensar en las
finalidades últimas de nuestros actos; agranda el sistema de necesidades del
estudiante, al trascender el aquí y ahora. Llegamos a lo más lejano, lo más
general, lo más abstracto. Es proyección y anticipación del futuro. Es la incidencia
en la vida.
Por ello, el profesor mediador trasciende su labor de trasmisor para relacionar los
hechos, las situaciones, los problemas con el mundo circundante del estudiante,
es un ir más allá de lo que un currículo dicta para establecer conexiones, suscitar
dilemas, promover dudas, crear posibilidades, generar espacios.
Significado: es presentar las situaciones de aprendizaje de forma interesante
para el sujeto, de manera que éste se implique activa y emocionalmente en la
tarea. Aquí es importante, desplegar el interés, el diálogo y la explicación, de tal
modo, que el estudiante percibe que lo que aprende es realmente significativo
para su existencia, y quien le enseña es alguien en quien puede creer y confiar.
No obstante, para Carlos Calvo, antropólogo y pedagogo chileno, sí mediar es uno
de los fundamentos de los procesos de enseñanza y aprendizaje, no es un
proceso fácil de llevar a cabo, pues la manera en que muchos conciben la
educación es un primer obstáculo para lograr una verdadera mediación: “no hay
duda que el profesor, en su proceso de enseñar, aplica un conjunto de teorías de

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aprendizaje, estrategias pedagógicas y metodológicas, pero en muchos casos,
estas buscan el logro de respuestas correctas a través de la evaluación realizada
al estudiante, desplazando la comprensión” (2004: 9). En este sentido, atañe una
responsabilidad a las políticas educativas e institucionales que han puesto sus
metas en los resultados estadísticos, los cuales dicen muy poco sobre el rol
docente y los procesos de enseñanza-aprendizaje. En consecuencia, la mediación
desaparece al pretender dar cumplimiento a un programa atendiendo sólo
indicadores cuantitativos.
La mediación implica un proceso donde los resultados se aplazan, para dar
prioridad a que el estudiante comprenda de diferentes maneras los saberes
que está construyendo. “No se trata de evadir la respuesta, sino de mediar el
proceso que conduce a ella. Evidentemente que el sentido común señala que
no siempre es posible la mediación, especialmente cuando las urgencias
exigen respuestas inmediatas y precisas. En este caso, la mediación se
posterga pues lo que interesa mediar son los procesos, los criterios y las
estrategias y no los contenidos específicos (Calvo, 2004: 6).

Siendo así, el tiempo es primordial en la mediación, por su carácter simple y


complejo a la vez; simple porque trata con lo que está allí, delante del sujeto, con
lo que sabe o con aquello que lo confunde y compleja porque trata de ayudar a
que la persona sea capaz de establecer relaciones cada vez más abstractas, es
decir, más elaboradas, a través de la exploración, selección, organización y
sistematización de criterios. Esto implica un proceso que requiere tiempo, espacio
y disposición.
Por ello, Calvo Muñoz plantea la necesidad de crear ambientes empáticos que
hagan posible la mediación, y esto significa la disposición tanto del profesor como
del estudiante, a lo que él ha llamado propensión a enseñar y aprender, pues hoy
tanto profesores como estudiantes pretenden cumplir los mínimos requisitos en el
mínimo tiempo.
La mediación genera una sincronización lúdica y empática entre los actores,
como si provocara un estado alterado de conciencia y los actores danzaran
rítmicamente mientras aprenden y enseñan (…) Como educadores debemos
saber que los procesos tienden naturalmente a crear patrones sincrónicos (…)
pero la cultura ha intervenido modificándolos (…) entonces el educador
termina por usar un lenguaje militar y confrontacional con expresiones como
“dominar”, “controlar”, enfrentar”, “manejar” a los alumnos. Lamentablemente,
esta forma de ser no es natural, sino aprendida y lo único que consigue es
dañar a los actores (…) Mediar es una danza creativa donde se debe permitir
la naturalidad, la expresión del propio ser, de la propia naturaleza (p. 8).

Finalmente, Calvo considera que la mediación solo será posible en la educación,


no en la escolarización, “la educación requiere de la diversidad antes que, de la
unidad, del caos antes que del orden, del aprendizaje antes que de la enseñanza;
mientras que la escolarización necesita de la unidad y no requiere de la
diversidad, del orden y no del caos, del deber ser en vez del poder ser.

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No obstante, es necesario trascender la propuesta del “profesor mediador”, la cual
se centra en los procesos cognitivos y naturales, para adentrarse en los procesos
holísticos, es decir, que contemple todas las dimensiones del ser humano. Para el
comunicador-pedagogo argentino Daniel Prieto Castillo la mediación pedagógica
es aquella “capaz de promover y acompañar el aprendizaje de nuestros
interlocutores, es decir, promover en los educandos la tarea de construirse y de
apropiarse del mundo y de sí mismos” (Prieto Castillo, 1995).
Este pedagogo plantea que la educación está olvidando su fin pedagógico para
simplemente quedarse en la técnica y la absolutización de los seres y el
conocimiento. En consecuencia, en los procesos de enseñanza y aprendizaje no
se reconocen sus interlocutores, por lo que resulta ineludible una mediación
pedagógica, es decir, un proceso de acompañamiento que busque la plena
realización humana y social de los participantes.
Prieto Castillo propone una educación para la vida cuyos fundamentos deben ser
preparar para la incertidumbre, el goce, la significación, la expresión, la
convivencia y la apropiación de la historia y la cultura. Señala que el ser humano
no está listo para confrontar la incertidumbre, pues la educación no le está
brindando herramientas para interrogar el mundo y saber actuar acertadamente
ante los problemas que se le presentan; siendo así, hay que recuperar el goce, el
entusiasmo y la alegría por las actividades diarias pues hoy el profesor, con su
carga emotiva producto de los modelos globalizantes, ha perdido la capacidad de
disfrutar y sentir lo que hace y, por esto, el estudiante tampoco siente lo que hace;
en este sentido, es necesario, “sentir y hacerse sentir, participar entregando lo
mejor de sí y recibiendo lo mejor de otros, tanto en los recursos materiales como
en el encuentro humano, entra aquí la riqueza de los sentidos, de la imaginación, y
de la creación colectiva”(1995: 27).
Asimismo, propone que hay que educar para la expresión y esto implica escuchar
a un otro, a unos otros, pero no sólo involucrar lo verbal sino es darle cabida al
cuerpo, a las imágenes, al espacio, pues el inicio de todo acto pedagógico es
partir siempre de las experiencias, expectativas, creencias, rutinas y sueños de los
demás. “Una educación que no pasa por la constante y rica expresión de sus
interlocutores sigue empantanada en los viejos moldes de la respuesta esperada y
de los objetos sin sentido” (1995: 28).
Por consiguiente, es urgente interrogarse si se está educando para la convivencia
o sencillamente se parte de la idea de que al estar juntos coexistimos
automáticamente. “Un acto pedagógico se funda en el respeto, la tolerancia, el
reconocimiento de las específicas características de todos y cada uno de los
participantes. Así, se va logrando una educación para la cooperación, la
participación colectiva, por ello todo aprendizaje es un interaprendizaje” (1995: 9).
Pero en ese interaprendizaje es importante y urgente apropiarse de la historia y la
cultura, pues en la mayoría de los procesos educativos se está ignorando el
devenir histórico y, en consecuencia, se le resta comprensión, análisis y
aceptación al mundo vivido, al tiempo que se percibe un desconocimiento de lo

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que somos porque partimos siempre del futuro olvidando nuestras raíces y
nuestros legados. “Somos producto de experiencias anteriores, de conocimientos,
vivencias, tecnología, cultura, acierto, errores, violencia, encuentros y
desencuentros atesorados a lo largo de las generaciones” (1995: 10).
A diferencia de Calvo Muñoz quien considera la mediación una vía necesaria para
mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje, Prieto castillo considera que
“las mediaciones pueden ser un maravilloso modo de entreayudarse, pero también
un terrible recurso para entredestruirse” (1995: 33), razón por la cual le suma el
concepto de pedagogía. Esto quiere decir, que la mediación es posible cuando es
precedida, puesta en marcha y valorada a través de un profundo debate, una
crítica, un análisis y una propuesta. Así, mediar no es un proceso individual sino,
ante todo, un proceso de negociación colectiva de los actores.
En efecto, “no hay mediación ideal en sí, cada una está sujeta a los seres que la
hacen posible, a viejas tradiciones, a conceptos y estereotipos, a formas de amor
o de odio, a la búsqueda de la comunicación y de la construcción del propio ser o
al intento de anular al otro, de cerrarle caminos” (1995: 33).
Para los tres autores la mediación más importante es el profesor, quien con su
pasado y su presente está dispuesto a enseñar y aprender en un proceso
dialéctico y es capaz de romper con las maneras tradicionales de transmitir el
conocimiento, por tanto, no debe tener prisa para abrir caminos a la reflexión y al
compartir, al reconocimiento de sus interlocutores como actores partícipes de su
formación. El profesor no debe imponer sino proponer criterios a fin de lograr la
comprensión y la negociación de los mismos; entonces, es capaz de hacer un alto
para explicar y acompañar al otro en sus dudas, inquietudes y equivocaciones,
siendo flexible ante la adversidad, pero firme en la pasión por su quehacer.
Prieto Castillo, al referirse a las dificultades para hacer del profesor un mediador,
plantea que no es posible reconocer a los otros cuando el mismo sistema no lo
distingue como un sujeto propositivo y transformador. Asimismo, señala que con la
carga laboral y una compensación salarial en retroceso, pocas son las
oportunidades que el profesor tiene para mediar una autentica formación. Además,
menciona como otro obstáculo para mediar el poco dominio del área disciplinar
por parte del docente, “…es difícil volver pedagógica una relación basada en la
inseguridad en torno a los conocimientos y las experiencias sobre los cuales gira
el acto educativo” (1995: 37).

LAS TIC: VALIOSAS MEDIACIONES PARA LA FORMACIÓN

Prieto Castillo hace una crítica al uso de la tecnología, ya que se ha limitado a ser
un conjunto de herramientas que reproducen los modelos pedagógicos existentes,
por lo que considera urgente crear, recrear y utilizar recursos tecnológicos de
escala humana con un sentido pedagógico, es decir, crítico, propositivo y
transformador.

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Aunque reconoce al profesor como el mediador más importante, considera otras
mediaciones trascendentales en la promoción y el acompañamiento del
estudiante, entre ellas: la institución, el contexto, el grupo, los medios y los
materiales.
Respecto a la institución asegura que las formas en que esta conciba al ser
humano, el conocimiento y la cultura, con su historia y sus maneras de regular las
relaciones, con sus discursos, con sus héroes y villanos, serán decisivas para que
el educador se atreva a mediar (1995: 34). Esto es importante porque, por un lado,
los discursos pedagógicos institucionales presentan en la teoría una propuesta de
ser humano, incongruente con lo que se exige a los profesores en sus prácticas.
La educación hoy ha abandonado su razón de ser para someterse a unas
exigencias del mercado que solo busca obtener productos de calidad y poco se
detiene en los procesos. A mayor demanda mayor calidad, falsa premisa, cuyo
único objetivo son los fines económicos. La institución educativa debe definir un
discurso coherente entre el ser, el saber y el hacer, solo así será posible mediar.
En este aspecto Esteve citado por Tébar (2005:6) manifiesta: “Los desajustes
entre los principios, métodos, currículo, estructuras, etc, se hace evidente en toda
clase de informes, evaluaciones y, estudios. Las reformas educativas instauradas
no consiguen acompasarse al ritmo de los cambios de nuestra sociedad y quedan
en “reformas de papel”.
El contexto es otra de las mediaciones significativas mencionadas por Prieto quien
cuestiona ¿Encuentran los estudiantes la relación entre el conocimiento trabajado
en las aulas y el mundo que los rodea? ¿Por qué hoy se habla de una escuela
paralela, aquella que educa en la cotidianidad y que difiere de lo que hacemos en
las aulas universitarias? Al respecto advierte “cuando una educación se vuelca
sobre el contexto, se abren posibilidades para enriquecer el aprendizaje a través
de la observación, de entrevistas, de interacciones, de experimentaciones” (1995:
40), de este modo, surgen los interrogantes, los problemas y cuestionamientos
sobre los dilemas cotidianos a los que el estudiante se enfrenta en su mundo.
De igual forma, el grupo, como mediación, posee una posibilidad infinita de
comunicar saberes, sueños, esperanzas, realidades, pues en él “se reúnen seres
dispuestos a compartir sus conocimientos y experiencias y a buscar juntos. Se
diluye completamente la figura del educador y es posible avanzar en un proceso
de interaprendizaje” (1995: 41)
Por último, para el pedagogo argentino los medios y los materiales se constituyen
en mediaciones imprescindibles hoy día para transformar los procesos de
enseñanza y aprendizaje. En efecto, hoy existen dos tipos de aulas: la
tradicionales y las dotadas de gran tecnología, las primeras se enfrentan a la
ausencia de recursos y materiales, y en ellas, la palabra y el texto continúan
siendo los medios para construir el conocimiento, en efecto, están desprovistas de
aquellas herramientas desde las cuales el estudiante aprende: Internet, televisión,
multimedia, entre otros. Las segundas, grandes espacios dotados de equipos de
última tecnología llamadas aulas virtuales. La pregunta es ¿Por qué fracasan los

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intentos de un aprendizaje significativo a través de la tecnología? No cabe duda,
ambos espacios reproducen los modelos tradicionales de enseñar y aprender.
“Es generalizada la falta de capacitación de los educadores para apropiarse
del lenguaje de los medios y de sus posibilidades a favor de la educación,
pues este suele ser colonizado por el de la escuela, por lo que pierden su
riqueza expresiva, es decir, no son utilizados como recursos de comunicación”
(Prieto, 1995: 38).

En consecuencia, propone, por un lado, mediar los textos, los cuales continuarán
siendo una valiosa tecnología para construir el conocimiento: “el texto debe ser
iluminado desde la experiencia del educando y en este sentido, todo proceso es
de construcción del texto y no de simple aceptación” (1995: 38).
Por otro lado, plantea que el valor de la tecnología para apoyar al aprendizaje
debe apropiarse desde sus recursos de comunicación, es decir, desde la
interacción e interlocución permanente que signifique ser emisores y receptores
alternos, cuyas condiciones de producción sea en ambos sentidos. Al tiempo
propone que el uso pedagógico de las nuevas tecnologías debe ser una creación y
recreación constante: “mediar pedagógicamente las tecnologías es abrir espacios
para la búsqueda, el procesamiento y la aplicación de información, a la vez que
para el encuentro con otros seres y la apropiación de las posibilidades estéticas y
lúdicas que van ligadas a cualquier creación” (1995: 51). Estas mediaciones son
tan solo unas cuantas de todas las posibilidades que presenta la cultura humana.
A los educadores nos toca navegar de manera constante por el variado océano de la
cultura para rescatar horizontes y arco iris, fuegos y abismos, que de éstos también se
aprende (…). Así, disponer de todo el universo para mediar requiere de un cierto
grado de osadía y de ganas de aventura. Cuando me quedo, cuando no pongo nada
de mí, cuando apenas si ofrezco migajas de ese universo, cuando sólo hablo de lo
que otros hablaron y no soy capaz de comunicar cultura y vidas ajenas, la mediación
se estrecha y pierde toda su riqueza (1995: 44).

Conclusión
Desde diversos enfoques las propuestas de los autores presentan la complejidad
de la mediación para promover los procesos de enseñanza-aprendizaje. No
obstante, la infinidad de herramientas y materiales el docente continúa siendo el
mediador más importante, que no solo con su saber disciplinar, sino ante todo con
una actitud exploradora e innovadora está dispuesto a hacer ruptura a los
paradigmas tradicionales para crear procesos pedagógicos en los cuales el
educando se erija como el interlocutor por excelencia de su propia formación.

Bibliografía
Tébar, Lorenzo (2005). El profesor mediador. Bogotá: Magisterio-Neisa

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Calvo, Carlos (2004). “Los niños y la propensión al aprendizaje”. [en línea].
Disponible en: http://www.waece.org/biblioteca/pdfs/d201.pdf
Prieto Castillo, Daniel (1995). La comunicación en la educación. Buenos aires: La
Crujía

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