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Garaje. Libro.

La aplicació n extensiva de las disposiciones del depó sito a establecimientos o


locales similares.
Se efectú a una aplicació n extensiva a otros establecimientos en los cuales se
introducen efectos y vehículos en una lista que consideramos es meramente
enunciativa en la que se incluyen hospitales, sanatorios, casas de salud, deportes
etc. bajo el requisito de que lo realicen a título oneroso (art. 1375 CCCN).
En realidad no compartimos esta postura puesto que como advertimos
anteriormente este tipo de relaciones se encuentran inmersas en el marco del
derecho de consumo y por tal razó n del deber de seguridad se torna exigible
siempre que exista una relació n de consumo sea esta gratuita u onerosa y el
proveedor una persona pú blica o privada.

En razó n de verdad los servicios gratuitos prestados por los establecimientos


configuran una prestació n accesoria y complementaria de la actividad principal
que no es desinteresada en tanto reporta mayores beneficios a la actividad
específica generá ndose una relació n de confianza y tal postura ha sido sostenida
por la jurisprudencia.

El proveedor independientemente que la relació n de consumo sea gratuita u


onerosa (art. 1o LDC y 1094 CCCN) debe adoptar los má ximos dispositivos
tendientes a la prevenció n de las situaciones de riesgo para las personas,
efectos y vehículos, puesto que el deber de seguridad no implica exclusivamente
la extensió n de una garantía implícita emanada de un contrato sino que lo que se
ha instaurado es una responsabilidad por violació n del deber de seguridad de
fuente legal específica.

Jurisprudencia.
"Toda vez que las playas de estacionamiento de los hipermercados o centros
comerciales implican el ofrecimiento de un servicio extra que sin lugar a
dudas tiene como contrapartida algú n beneficio adicional para empresas que
ofrecen bienes o servicios a potenciales consumidores, es razonable concluir que
aqué llas asumen un deber de custodia y deben responder por los dañ os que
se produzcan a los vehículos allí estacionados o a los bienes que poseen
consigo quienes se encuentran en el establecimiento".

Asimismo, el mencionado art. 1375 CCCN aclara que en los casos de garajes,
lugares o playas de estacionamiento que presten sus servicios a título
oneroso no rige la eximente prevista en el art. 1371 CCCN es decir que
responden por las cosas dejadas en los vehículos lo cual es ló gico puesto que
eximir su responsabilidad constituye una clá usula abusiva en tanto
desnaturaliza su obligació n (art. 37 LDC y 988 CCCN).

Jurisprudencia.
"El garaje constituye una explotació n comercial que se define como un fondo
de comercio, asimilable en cierto aspecto al depó sito, con la obligació n de
restituir la cosa en el mismo estado en que fue recibido por cuanto resulta
evidente que no puede desconocerse el hecho de que al dejar el propietario el
automotor en manos del garajista, lo está confiando tambié n en guarda y
conservació n, convirtié ndolo en depositario".

"En el contrato de garaje, el garajista cobra un estipendio por la guarda del rodado,
quedando a su cargo las medidas necesarias para la adecuada vigilancia del mismo,
correspondiendo aplicar en el caso, las disposiciones del contrato de depó sito por
lo que al prestar un servicio no puede pretender eximirse de responsabilidad por
los robos, hurtos o dañ os ocasionados en los vehículos u objetos de terceros, en la
medida que su obligació n es evitarlos. De lo contrario, el guardador se
convertiría en un mero cobrador de estadías, dejando los bienes a é l
confiados librados al accionar de quienes pretenden apoderarse de ellos.
Quedan así delineadas las motivaciones que inducen a las partes a celebrar
el contrato: proteger intereses con contenido patrimonial y conseguir una
ganancia apreciable econó micamente".

Shopping.
CAPÍTULO II - CONTRATO DE HIPERCENTRO DE CONSUMOS. POR CARLOS A.
GHERSI
1. Introducció n.— 2. La nueva empresa, el hipermercado y sus derivaciones
contractuales.— 3. La responsabilidad hacia consumidores y terceros no
consumidores.— 4. Las contribuciones necesarias de los contratantes al ente
hipermercado.— 5. El alquiler de gó ndolas en supermercados.

1. Introducció n
El desarrollo de estas nuevas situaciones de asociació n de empresas tal como se
da, es una cuestió n de investigació n, nos enfrentamos a un fenó meno econó mico
distinto y nuevo.
Dentro de un sistema econó mico de empresa privada, las oscilaciones de la
economía no tienen autorregulació n (la competencia es imperfecta), sobre todo en
los países subdesarrollados. Por ello es necesario poner en movimiento "factores
que compensen o nulifiquen", evitando dañ os irreparables en los "seres humanos
aislados o por sectores", que no poseen poder en la contratació n.
Estas empresas con su asociació n (v.gr., hipermercados shopping center)
pretenden, a partir de la oferta de productos en apariencia competitivos,
incentivar el consumo, ampliando su mercado por efecto de la
complementariedad de cosas y servicios, propendiendo a aumentar su tasa
de ganancia por concentració n de funciones, o dicho de otra forma, realizar
un ahorro en costos, p. ej., servicios unificados, edificio ú nico, etcé tera.
"La ley 22.802 de Lealtad Comercial reúne la totalidad de normas vigentes referentes a
la identificación de las mercaderías y a la publicidad de los bienes muebles, inmuebles y
servicios con el propósito de evitar que los consumidores sean inducidos a error o
falsedad en la adquisición de mercaderías o a la contratación de servicios, protegiéndose
de este medio al derecho de aquéllos a una información adecuada, veraz y completa en
relación al consumo".

El efecto es que la demanda de bienes y servicios crece a ritmo acelerado (en


comparació n con negocios individuales), y comienzan a aparecer los
problemas jurídicos, primero fueron los laborales, luego los impositivos,
ahora podemos señ alar los contractuales civiles y comerciales, p. ej.,
responsabilidades de pequeñ as empresas que carecen de decisió n en la
asociació n, vicios redhibitorios o responsabilidades por productos
alimenticios elaborados.
Analizar la situació n a distintos niveles, y el negocio econó mico debe tomar
en cuenta otras circunstancias trascendentes — sociales—, para evitar
consecuencias que puedan resultar irremediables.
Los hombres de negocios se distinguen fundamentalmente del hombre
comú n toman decisiones, y emprenden actividades asignan recursos, de los
pretenden rentabilidad, con el menor riesgo posible.
No es ejercida en absoluta libertad, la comunidad determina ciertas pautas de
"ordenació n".

Cuando se determina una asociació n de empresas —hipermercado—, Se mide cada


paso, desde el "ambiente diferente" El nivel o categoría de empresas participantes,
hasta la selecció n del grupo o sectores consumidores.
Deliberació n cuidadosa en la planificació n, tiene una finalidad: recoger las
ganancias del negocio en concreto y ademá s generar futuras consecuencias
econó micas, dentro de la misma situació n o en relació n con acontecimientos
exteriores.
Asociació n tiene por mira una "clarificació n" de expectativas, de forma de
mensurar estadísticamente los riesgos negociales, angostamiento de espacios,
costos, etc. Tal "acontecimiento econó mico" —la asociació n de empresas— no
puede ser como una "esquina ciega" sin visió n para los demá s problemas que ella
genera, creando una incertidumbre jurídica.
Las empresas como tales producen sus bienes en lugares distintos (desde el punto
de vista de la fabricació n) de tal forma que estas fases de los procesos está n o
pueden estar dispersas, y ni siquiera está n coordinadas entre sí; son, pues,
verdaderamente autó nomas.
Ello implica que carecen de un plan comú n para su elaboració n, lo cual indica que
existe capital individual ligado con el desarrollo de cada empresa.
Esta es la situació n real de la elaboració n de los bienes; sin embargo, diferente es la
situació n para la comercializació n, pues allí aparecen ligados en una serie de
aspectos y lo está n mediante un capital de afectació n.
Una "concentració n o asociació n de capitales" que nacen, en primer lugar,
por pretender mantener el concepto expuesto de capital individual o autó nomo.
Cuando señ alamos lo que aquí denominamos "capital de afectació n" (como algo
nuevo y distinto de los capitales autó nomos) significa que mediante aqué l se
constituye un centro de disposició n de flujo de bienes en circulació n.
Este proceso apunta a la creació n de bocas de expendio para los
consumidores, con un ingrediente importante, la segmentació n de la
actividad elaboradora y la integració n con otras empresas en la
comercializació n.

Jurisprudencia "La aparició n de los hipermercados como nuevo sistema de ventas,


presenta alguna relaciones jurídicas diferentes que necesitan una aplicació n
distinta de normas y principios ya existentes. La playa de estacionamiento
construida en el terreno del centro comercial, representa una comodidad para los
clientes y, en general, para los visitantes del shoppinge, indirectamente, beneficia a
los titulares de los negocios, desde el momento que favorece la afluencia del
pú blico y el consumo. En efecto, el estacionamiento contiguo al hipermercado
integra los servicios que el supermercado ofrece para la mejor comercializació n
y venta de mercaderías, generando en el usuario la convicció n de que su rodado
queda bajo la guarda del establecimiento. Con todo, el caso sería mucho má s
fá cil de resolver si el supermercado explotara la playa en forma directa,
controlando el acceso de los potenciales clientes y asumiendo, de un modo franco,
la custodia o vigilancia de los rodados estacionados. De ser así, no habría duda
alguna acerca de la responsabilidad de los encargados de la guarda, pues se
trataría de un contrato de depó sito o garaje —oneroso o gratuito— que
obligaría al depositario a indemnizar las consecuencias dañ osas derivadas
del incumplimiento contractual". Carrefour Argentina SA y ot. s/dañ os y
perjuicios".

De esta manera, se incrementa en escala el proceso de acceso al pú blico (incluso


con acceso gratuito al estacionamiento).

"Corresponde responsabilizar al hipermercado por el robo de un automotor ocurrido en


la playa de estacionamiento del mismo, toda vez que una empresa de esa envergadura,
eminentemente comercial, no ofrece el servicio de estacionamiento en forma
absolutamente gratuita a sus potenciales clientes, sino que lo realiza con miras a las
ventajas económicas que de ello puede obtener frente a otros establecimientos que
carecen esa alternativa, pesando sobre él la carga de que éste sea seguro". Carrefour
Argentina SA", LL 2002-D-696, 104.076.

"La facilidad de contar con estacionamiento, constituye un factor que favorece el


nacimiento y desenvolvimiento mismo de la relación contractual, por lo que deviene
justo que la parte que puso a disposición del consumidor esas comodidades, sea sin
hesitación responsable de los perjuicios sufridos por este último, inclusive desde el
prisma del art. 3o de la ley 24.240, en cuanto preceptúa: 'en caso de duda, se estará
siempre a la interpretación más favorable para el consumidor', deber de vigilancia y
control —aunque genérico— respecto a los vehículos de los clientes que se acercan y
utilizan la playa para concretar el intercambio comercial".

"El hipermercado integra el ofrecimiento de sus ventas con una prestación adicional,
gratuita u onerosa consistente en un ámbito físico de estacionamiento de su exclusiva
propiedad donde los eventuales clientes puedan estacionar sus vehículos; y tal
prestación adicional no es indiferente para la captación de sus eventuales clientes y
concreción de su fin lucrativo, todo lo cual hace a la existencia de una obligación de
custodia y seguridad".

Esta reagrupación de capitales, que va a constituir este nuevo capital — autónomo— de


afectación, debemos regularlo, ponerle orden normativo, establecer el alcance para las
empresas o entidades que lo constituyen y la tipologiá de esta asociación (concentración
horizontal o vertical), etcétera.

El primer paso viene dado desde lo económico, y es admitir que esta asociación de
capitales intenta incrementar la comercialización de bienes, de tal forma que sería
imposible hacerlo para cada capital individual.

Se puede presentar de diversas maneras: como concentración simple de capitales, es


decir, mediante el aporte —en distintas proporciones— para la formación del
centro de compras o hipermercado (esto puede disfrazarse como alquileres
adelantados, aportación de espacios o usufructo de locales a noventa y nueve años,
etc.) con adjudicación de partes; como concentración compleja de capitales, que a lo ya
expuesto se le suma una cuota de poder, si el aporte es superior al porcentaje
preestablecido, etcétera.

Puede también ser de integración inmediata o discontinua, en función del tiempo de


distintos segmentos de aportes, que constituirán posteriormente el capital. A veces, está
también en relación con los procesos de construcción y puesta en marcha del centro.

Lo concreto, y para no extendernos demasiado en esta introducción, es que con esta


asociación de capitales, absorbidos de diversos modos, se genera un nuevo capital
de afectación, distinto de los individuales, reagrupados para buscar una nueva
forma de desarrollo.

Jurisprudencia.

"Desde el plano jurídico las estructuras empresariales se presentan a través de


redes contractuales o contratos conexados que vinculan a estas empresas, y que
conforman la organización económica que se ha preordenado para la fabricación o
comercialización de un bien o servicio. Sin embargo, ese resultado común
perseguido trasciende a cada contrato en particular que cada una de las empresas
o sociedades celebre, lo que obliga a atender el nexo funcional que los une para
evitar hacer aparecer como formalmente separado lo que desde el plano del
contenido económico jurídico constituye una indisoluble unidad. Es decir, un
mismo fin económico es instrumentado a través de una red de contratos
funcionalmente vinculados pero que en realidad constituye un único negocio,
estructurado simultáneamente mediante formulaciones contractuales que
conforman un sistema".

2. La nueva empresa, el hipermercado y sus derivaciones contractuales

Mediante la asociación de capitales se genera una nueva empresa. Este fenómeno


económico es real, y lo debemos estudiar desde lo jurídico para establecer sus
responsabilidades; sin olvidar, por supuesto, su necesidad, que como "idea de
desarrollo" asegura para cada empresa en particular un adecuado flujo de bienes,
manteniendo una relación producción-

comercialización y, en lo general (social), una oferta de trabajo continuado.

Esta nueva empresa tiene otras fronteras en relación con cada uno de los que
intervienen, v.gr., tiende a generar confianza en los consumidores (diversidad de
productos, bajos precios, etc.) y en los inversionistas, que con una miń ima cuota
acceden a un complejo, imposible de hacerlo desde su empresa individual.

Para entender esto, debemos despojarnos de viejos prejuicios e ideas y asumir esa
realidad como una nueva forma de comercialización de bienes.

Uno de los cuellos de botella de los países subdesarrollados es no poseer una verdadera
"clase empresarial", con conciencia de tal y como tal, por su apego al individualismo; la
creación de estas nuevas empresas tiende a quebrar esta deficiencia.

El empresariado tradicional en la Argentina es autodidacta, con escasa preparación


(hace muy pocos años que las universidades de formación empresaria registran ingresos
considerables de alumnos), con una mentalidad mercantilista más que capitalista, ven la
empresa como una aventura de alta tasa de ganancias, con especulación fácil y no como
algo duradero y estable.

La nueva empresa (como conglomerado de empresas, con capital de afectación) tiene


otros objetivos: idea de desarrollo permanente,

ampliación de actividades, creación de empleos, aun con aportación de capital poco


importante, pero con una férrea dirección y conducción.

El "marco de condiciones generales" dentro del cual se debe analizar este nuevo estilo
económico, con todas sus implicancias jurídicas, hace que debamos abandonar
conceptos clásicos de la función y conformación de la empresa, del capital y hasta de
los negocios privados, ya que se trata de un problema demasiado serio y de
connotaciones sociales trascendentes.

En resumen, la meta central es tratar de enmarcar jurid́ icamente esta nueva idea, sin
dejar de dar respuesta al conjunto de problemas que ello genera.

En este sentido debemos preguntarnos por la tipicidad de contrato, muy pronto


descubriremos que resulta imposible la pretensión de enmarcar el "conjunto de
relaciones" y ceñirlo a una sola institución contractual.

Para cumplir los objetivos descriptos desde lo económico, primero, debemos establecer
si, jurid́ icamente, hay o no una nueva empresa con capital de afectación propio.

A esta pregunta ya hemos brindado nuestra respuesta afirmativa;

la empresa nace para institucionalizar la nueva idea de comercialización (con todas
sus implicancias: reducción de la ecuación costo-beneficio, eficiencia, etc.), generando
una "nueva esfera de poder jurid́ ico concreto", distinta de cada empresa participante,
con aptitud de disposición y administración del complejo.

No se nos escapan los múltiples problemas que se deben resolver: la relación de cada
empresa con la nueva, que adquiere las formas más diversas, desde el arriendo de
locales hasta la compraventa, pasando por el usufructo, etcétera. Esto puede hacerle
revestir doble carácter como integrante del nuevo ente (aporte de capital, a veces
disfrazado como arriendos adelantados, etc.) y como su locataria.

Excede a este manual el análisis pormenorizado del sinnúmero de situaciones que


pueden presentarse, pero como siń tesis podemos señalar que la integración de la nueva
empresa se constituye con aportes de distintas formas jurid́ icas.

Por esta razón nos interesa hablar fundamentalmente de la idea de ligazón por el
multicontrato, quebrando así la visión tradicional del aporte de dinero como accionista
(aun cuando luego se encubra mediante esta especie jurid́ ica, al establecer los valores
proporcionales).

Decimos que este nuevo ente (que podriá revestir cualquier forma jurídica) es una
"nueva esfera de afectación", con poder jurídico concreto,
con la consiguiente gama de derechos y obligaciones, no todas de análisis claro y
definitorio, pero que intentaremos esbozar.

Las empresas pequeñas; medianas o los comerciantes unipersonales — incluso sin


participación de capital en la nueva empresa— se establece una relación de locación de
inmuebles, con todas las implicancias jurídicas que ello determina, además del
franchising y otras.

La pregunta que surge rápidamente es: ¿esta "relación locativa" limita todos los efectos
para los terceros a esa situación? La responsabilidad —

en sus diversas formas— se expande para la empresa por situaciones que puedan
presentarse, p. ej., despidos en el ámbito laboral o intoxicaciones en la rama alimenticia.

"Corresponde la competencia de la Justicia Comercial en una acción de desalojo si las


características del contrato atípico de colaboración que une a las partes derivado del
sistema de explotación comercial organizado en la forma de 'centro comercial' o
'shopping center' no lo definen como un contrato de locación de inmuebles sujeto a la
competencia civil". CNCiv., sala M, 19/7/2006, "Alto Palermo SA c. Abda, Miguel
s/preparación de la vía ejecutiva", ED, 1/11/2006, 7 - 54.328.

Una segunda situación que suele presentarse es la que reviste el carácter jurid́ ico de
usufructo, tiṕ ico caso de las empresas multinacionales que invierten sumas importantes
y la figura de la locación con las

caracteriś ticas legales no les interesa, pues tiene lim


́ ite de diez años y no les permite
amortizar la inversión, y el carácter de locatario no las autoriza a ser parte importante en
el nuevo ente.

Las mismas preguntas que hemos formulado respecto de la locación, caben aquí.

Por último, también es asidua la figura jurídica del franchising.

La situación desde la óptica jurid́ ica es compleja, sin que aún hayamos adicionado
ciertas variantes, como son la posibilidad de cesión del derecho de locación, de
usufructo e incluso sucesivas ventas de locales o franchising. Se trata de nuevas
fórmulas económico-jurid́ icas, distintas de los moldes tradicionales.

3. La responsabilidad hacia consumidores y terceros no consumidores

El objetivo final de esta nueva empresa es la optimización de la

comercialización de los bienes y servicios, y ello, civilmente hablando, genera


obligaciones frente a los consumidores (aparte del problema laboral e impositivo),p.ej.,
daños acaecidos por vicios redhibitorios (incluso a terceros no adquirentes) o por
consumo de alimentos o fármacos (utilización como insumos, etc.) e incluso a terceros
no consumidores, así p. ej., parientes concurrentes al local, personas de paseo, etc., en
este sentido es importante el art. 42de la CN y el art. 1o de la ley 26.361 que
enmarca a todas estas personas dentro de las "relaciones de consumo".

Sostenemos que, además de la responsabilidad que emana para la empresa


comercializadora del bien o servicio en particular —pues la liga una relación jurídico-
contractual directa—, aparece también la responsabilidad de la nueva empresa, pero en
este supuesto con lim
́ ite en el capital de afectación y no extensiva individualmente al
patrimonio de las demás empresas intervinientes (art. 40de la ley 26.361).

Es la parte más simple de la cuestión, aun cuando no se halle exenta de

alguna perspicacia. La ligazón con el consumidor nace de la "relación de consumo"


en especial que realice: compraventa, locación, leasing, servicios, etc., y con todas las
obligaciones y responsabilidades tradicionales que ello implica y no quedará restringido
en lo patrimonial a

su participación en el complejo, sino que abarcará la totalidad del patrimonio, v.gr., la
planta de fabricación u otros locales.

Los fundamentos a esta responsabilidad objetiva y solidaria del mencionado art. 40,
son: la creación de estos complejos o hipercentros de comercialización se basa en la
creación de una nueva esfera jurid́ ica, que es otra empresa, con su propio capital de
afectación, para desarrollarse y también afrontar las responsabilidades, no sólo propias
de la organización y administración, sino también las que emanen frente a terceros de
cada empresa que dentro del complejo comercializa productos o servicios.

Desde lo económico, esta empresa nace con un objetivo claro, que es la optimización en
la comercialización de beneficios económicos, directos (arriendos, usufructos, etc.) e
indirectos (reduciendo costos de servicios); además jurid́ icamente, ante los
consumidores, la nueva empresa genera confiabilidad y respalda (mediante publicidad
inductiva) la acción de las empresas que individualmente comercializan sus productos
(hay un servicio económico). Corresponde al fenómeno de tercerización.

La vía jurid́ ica del consumidor es que, en realidad, esta empresa es el verdadero sujeto
comercializador de los bienes y servicios, que lo implementa con bocas de expendio al
público de diferentes marcas.

Aparece así una corresponsabilidad de igual intensidad —solidaria— de

la nueva empresa, y de la empresa en particular, que comercializa el producto. El


fundamento lo debemos encontrar en las sabias palabras de Lipari cuando explica el
fenómeno.

Señala que hay que clarificar en forma precisa el "acto de empresa" y la "actividad de la
empresa"; el primero apunta al negocio jurid́ ico en concreto —en nuestro caso la
empresa X que perfeccionó la comercialización del bien o servicio en particular— del
cual surge la responsabilidad tradicional tipificada para cada contrato.

La segunda cuestión —más moderna y más importante— es la sostenedora de la


"actividad comercial-económica" y aquí tenemos a la nueva empresa, que en apariencia
trata de diferenciarse de la empresa comercializadora en concreto, pero que a estos
efectos son ambas soportes de la actividad económica, pues no existen la una sin la otra;
habiendo un nexo jurid́ ico entre ambas, que aparecen ante el consumidor como una
"unidad compleja de interés". El Código italiano de 1942 establece la posibilidad de
responsabilizar a los sujetos de esta actividad económica (asumido por el art. 40 de
nuestra Ley de Defensa de los Derechos del consumidor).

Para arribar a esta conclusión es necesario admitir que

la comercialización de bienes y servicios va en camino de un cambio profundo, que es


propio de estos tiempos de la sociedad de consumo.

Este modo de proceder económicamente no es nuevo; ya en la década de 1960 el


economista inglés Chandler señalaba cómo los grupos empresarios (de empresas
productoras de bienes y servicios o financieras) estudiaban la manera de superar viejas
disputas y marchar por el sendero de la complementariedad en diversos aspectos
(financiero, tecnológico, de comercialización, etc.) para conformar la "gran empresa",
pero con la idea de aportar un capital limitado en el emprendimiento. Esta estructura de
realidad económica, que incluso se condice con la evolución de la forma jurid́ ica
societaria (de la sociedad de todo, a la sociedad de acciones), implica establecer un
patrimonio de afectación con un objetivo claro: la comercialización de diversidad de
productos y servicios en un hipercentro. ¿Por qué entonces negar esta realidad? De allí
que aceptamos limitar la responsabilidad patrimonial al patrimonio de afectación
especial, distinto del de cada empresa en particular.

Existe un problema por superar y es qué papel juegan las empresas participantes en
cuanto a sus propios patrimonios, cuando se genera una situación conflictiva de
responsabilidad patrimonial con otras empresas del grupo. Sostenemos que al admitir la
idea de patrimonio de afectación, distinto del de cada empresa participante, existe aquí
una primera y sólida

razón para deslindar la participación de aquélla.

La relación jurídica concreta, la empresa no participa en ella sino como integrante del
nuevo ente, pero no en su individualidad.

4. Las contribuciones necesarias de los contratantes al ente hipermercado

Uno de los problemas a los que más ha dado lugar la modalidad de shopping center es el
relativo al pago de las expensas comunes y ello debido a la inclusión de algunos rubros
como seguridad, publicidad, etc., lo que ha generado controversias tanto para los
propietarios, tomadores de leasing o a locatarios.

La administración de estos centros comerciales está a cargo de la misma empresa que la


instala o de aquellos que poseen una mayoriá dominante y a los servicios básicos
previsibles se van anexando otros que, con el

correr del tiempo, la mayoriá dominante va incorporando.

En este sentido la experiencia muestra cómo, por votación en asambleas citadas para
esas incorporaciones, la minoriá dominada nada puede hacer para impedirlas, como en
el caso de servicios de seguridad extra a los ya existentes, que en general benefician
particularmente a los primeros; publicidad en diarios, revistas y medios televisivos que
preponderan la situación de los dominantes y, últimamente, contribuciones
extraordinarias para premios o sorteos en determinadas épocas del año e incluso
refacciones en sectores comunes, etcétera.

La cuestión la dividiremos en dos áreas de análisis: respecto de los propietarios y de los


locatarios o tomadores de leasing.

En cuanto a los primeros es muy difić il evadir la cuestión de soportar estas


contribuciones anexas, sean consideradas como normales, habituales o extraordinarias,
pues hacen a su derecho de copropiedad. Sin embargo, pensamos en dos excepciones: el
planteamiento de falsedad de expensas comunes por ejercicio abusivo del poder
dominante por aplicación del art. 11 del CCCN, es decir cuando bajo esa apariencia se
encubren gastos en beneficio exclusivo de aquel grupo. El procedimiento es plantear la
impugnación por vía extrajudicial cuando se cita a asamblea o cuando se coloca
directamente en las expensas del mes, y luego recurrir judicialmente probando la
abusividad.

El segundo enfoque es plantear directamente la ineficacia de la cláusula en el


Reglamento de Copropiedad y Administración a partir de que el mismo, en este aspecto,
excede o violenta en sí mismo el poder de imposición al copropietario débil, con
fundamento en que constituye una adhesión y, por ende, se pueden utilizar todas las
soluciones de aquella estructura contractual.

En cuanto a los locatarios o tomadores de leasing, entendemos que los mismos tienen
un doble frente: en su contrato con los locadores y respecto

del shopping center. En cuanto al primero seguramente se trata de un contrato celebrado


bajo la estructura de adhesión, por lo cual sería revisable cuando contenga cláusulas
abusivas y aparecieran los remedios de losarts. 332, 10 y 961 del CCCN, según
correspondan las circunstancias y prueben, por un lado, el no beneficio directo y el
beneficio exclusivo de los dominantes o también que el gasto constituye una inversión
en favor del locador, desmedida en razón del término y función teleológica de la
locación.

En cuanto a la relación con el shopping center, posee todas las acciones propias del
locador-condómino (por vía de subrogación) y las propias en función del abuso del
grupodominante tal cual lo describimos

anteriormente.

En relación con este tema está la validez y eficacia de los contratos conexos que la
administración en apariencia de derechos suscribe, obviamente obligando a todos los
integrantes, v.gr., un contrato de publicidad conjunta. En realidad, el locatario, e incluso
el copropietario, no es parte en el mismo; sin embargo pueden ser afectados por alguna
de sus cláusulas. En este sentido, como lo enseñan los profesores Weingarten y De
Lorenzo, precisamente por esa conexidad contractual pueden atacar dichas cláusulas,
pues —como hemos sostenido— toda esta estructura de diversos negocios es una gran
ficción para fragmentar la unidad contractual y la responsabilidad.
5. El alquiler de góndolas en supermercados

Los supermercados desde hace algún tiempohan cambiado la modalidad de la


comercialización de productos ajenos, es decir aquellos que no son de su propia
manufacturación.

Se trata de alquilar espacios de exhibición y venta, denominados vulgarmente góndolas,


a empresas directamente o a distribuidores; el supermercado, de esta forma, se
desentiende de un sinnúmero de obligaciones que pasan a quedar en cabeza del locatario
o del distribuidor y que veremos seguidamente.

Estas obligaciones son en general las siguientes: queda a cargo del locatario la
colocación y reposición de mercadería en la góndola y en este sentido existen cláusulas
por las cuales es condición mantener aquéllas constantemente con productos, y la
posibilidad de rescindir si ello no ocurre. Esta cláusula, sostenemos, es legítima pues
tiene que ver con lo que se denomina efecto de comercialización en cascada, es decir,
ante la falta de productos los consumidores van dejando de concurrir al lugar.

El personal que repone y controla las góndolas es de cada locatario, que debe ser
identificado ante el supermercado, y cualquier variación debe ser notificada y existen
cláusulas en este sentido de acceso al lugar en horarios prefijados para evitar problemas
de concurrencia en horarios de más permanencia de consumidores. En este sentido los
riesgos de dichos empleados son considerados como anexados a la empresa locataria de
sus lugares de trabajo. En dichos contratos generalmente se incorporan

cláusulas de exoneración de responsabilidad por accidentes laborales en los


supermercados de estos empleados de los locatarios, las que consideramos válidas salvo
el caso de dolo de un dependiente del supermercado hacia estos trabajadores.

Además se pueden considerar como contratos anexos los relacionados con promociones
dentro del supermercado, en lugares circunvalantes o en playas de estacionamiento, de
productos de empresas que poseen góndolas alquiladas, y que en general siguen los
lineamientos ya descriptos. La segunda modalidad de que ya dimos cuenta, es que el
locatario arriende varias góndolas y con posterioridad éste las subalquile o coloque a su
cargo diversos productos de distintas empresas, en cuyo caso existen dos contratos
conexos de comercialización: por un lado uno de alquiler entre el supermercado y el
locatario y por otro entre las empresas y el locatario de distribución comercial.

En cuanto a las obligaciones de las góndolas son similares a las aludidas, y se añaden
algunas particulares: en los contratos de locación el supermercado en general retiene el
derecho de vetar determinados productos o marcas o solicitar previamente la lista de
empresas que van a participar, por problemas de competencia o simplemente lo que se
denomina, en el argot comercial supermercadista, la línea de selección de
comercialización y, desde el punto de vista jurid́ ico, el derecho de reserva

de marca-producto.

Una segunda obligación adicional es que como no trata con la empresa directamente,
generalmente se establecen condiciones de packaging a los efectos de asegurar
uniformidad o lo que se denomina línea de atractivos. En general estas obligaciones se
encuentran trasladadas en los contratos de distribución a las empresas. En cuanto a la
responsabilidad por los productos, consideramos que el supermercado lo es por el
contrato de comercialización de compraventa; la marca o empresa por viá del uso

económico del producto (art. 1757 CCCN), sin perjuicio de que en los contratos de
locación o distribución puedan existir cláusulas exonerativas que serán válidas y
eficaces, en la medida en que no violenten el ejercicio regular de los derechos de alguna
de las partes.

Conforme se establece en el CCCN se le aplicariá n las normativas relativas a los


contratos de consumo de los arts. 1092 y ss., con la preeminencia de la ley 26.361,
LDC, por el principio de progresividad y no

regresividad, especialmente en lo atinente al expuesto y la obligación de

seguridad del art. 5o de la citada ley.

USUARIOS DE ESPECTÁCULOS MASIVOS

La participación y concurrencia a espectáculos musicales, deportivos, culturales, etc.,


son comportamientos usuales y se realizan en diversos lugares no sólo geográficos sino
también en cuanto a los recintos, estadios deportivos, locales cerrados especialmente
diseñados, etc., y que han sido motivo de estudio por parte de la doctrina y de diversas
aplicaciones jurisprudenciales.

Los "organizadores" son verdaderas empresas de espectáculos públicos masivos y que


en conjunción el Estado (habilitaciones, controles, permisos municipales, etc.) y otras
empresas, como las de seguridad privada, constituyen un "conjunto" no solo económico
(en cuanto a la distribución de costos y beneficios) sino jurid́ ico (en el ámbito de la
responsabilidad art. 40de la ley 26.361) en las relaciones de consumo con el espectador
o usuario.

JU.

"Es desde la visión sistémica en que la responsabilidad de las distintas empresas


intervinientes en la organización del espectáculo debe ser analizada, atendiendo no a la
singularidad de las distintas relaciones jurídicas que se establecen, sin el marco
relacional y funcional donde éstas se desenvuelven, es decir a la actividad empresarial
misma y al interés económico que su ejercicio satisface. Ello se traduce jurídicamente
en la atribución objetiva de responsabilidad a quienes participan y se benefician de una
misma actividad económica organizada"

En cuanto al Estado, también tenemos un complejo de reparto de competencias, desde


normativas federales, nacionales, provinciales y municipales que en muchas situaciones
existen contradicciones, pero que de todas formas constituyen una unidad y ampliación
de los legitimados pasivos (responsabilidad múltiple).

En el ámbito de la contratación y el derecho de daños ha quedado bajo la aplicación de


las normativas de Defensa de los Derechos del Consumidor y Usuario, ya que se trata
de "estructuras de adhesión" y sin perjuicio de que hacia el interior de la organización
ese conjunto empresario existen también contrataciones de adhesión y así como de
negociación individual o paritarias.

Por otra parte, la diversidad de situaciones categorizadas como espectáculos públicos


masivos (deportes; musicales; culturales) hace que sea necesario establecer cuestiones
comunes y producir ciertas diferenciaciones, que se desarrollan en los Capit́ ulos
siguientes:

1. Introducción

El contrato que genera la relación de consumo para un espectáculo público se celebra


entre el organizador del espectáculo y los usuarios, que se regirá por las normativas
específicas de los Derechos del Consumo.

El objeto del contrato es la operación económica de esa realidad social y la finalidad, la


realización del espectáculo, en la que a los espectadores o usuarios se les asigna un
determinado lugar que puede ser individual (butaca o asiento) o en conjunto con varios
espectadores (sin asignación especif́ ica en un salón o popular de estadios) sin perjuicio
de que deben poseer en ambas modalidades, las comodidades necesarias para poder
presenciarlo gozando de seguridad y abonando el espectador o usuario el precio en
dinero de una entrada.

La "empresa organizadora" lo hace en forma profesional y ejerce una actividad


económica (con sus costos y beneficios) cuya finalidad es la de brindar y exhibir al
público un espectáculo y para ello se vale de un contrato con condiciones generales y
uniformes, sin perjuicios de que en la diferenciación de actividades (local bailable o
espectáculo deportivo) existen determinadas condiciones particulares.

El "organizador" como hemos señalado precedentemente se relaciona contractualmente


con una diversidad de empresas así, p. ej., una locación con el propietario del espacio
geográfico de

realización (estadio; local); los protagonistas (clubes de fútbol; bandas musicales);


empresas de seguridad; decoradores; que constituyen lo que se denomina "contratos
conexos" y que unifican su responsabilidad ante los usuarios (art. 40ley 26.361), sin

perjuicio de la posibilidad de acciones de repetición.

Es un contrato bilateral, oneroso, consensual y no formal. Tratándose de un contrato de


formación masiva, se concluye bajo la forma de adhesión, mediante la entrega al
espectador de

un ticket o entrada que constituye una "relación de consumo" (art. 42de la CN y Ley
del Consumidor 26.361).

2. Las obligaciones básicas y fundamentales del organizador

En primer lugar cumplir con las reglamentaciones de la Administración Pública


(según las respectivas competencias) especialmente las referidas a la seguridad: puertas
de acceso e ingreso del público, salida de emergencia, iluminación apropiada,
ventilación suficiente, etc. (art. 5o de la ley 26.361).
En segundo lugar, conforme a la publicidad efectuada (arts. 7o y 8o de la ley 26.361),
así como a la información brindada (art. 4o de la ley 26.361) cumplir la programación
del modo en que fue anunciada.

Si por razones de caso fortuito (inundaciones; lluvias torrenciales) o de fuerza mayor


(estado de sitio) se hubiere dispuesto una modificación, el espectador puede rescindir el
contrato con derecho a la devolución del precio, ya que de lo contrario se produciriá por
parte del organizador un enriquecimiento sin causa.

El espectador debe ser ubicado en el lugar que conforme al precio abonado le


corresponde (butaca; gradas) con visibilidad adecuada para poder presenciar el evento.

Debe en los casos que se amerite el organizador prever "lugares de guarda" de


determinados objetos de los espectadores, desde los automotores, hasta efectos
personales, tapados, etc., y obviamente responsabilizarse por su pérdida o daños.

Debe ejercer el derecho de admisión y el deber de vigilancia y control, impidiendo el


ingreso o permanencia de aquellos que pudieran perturbar el orden y el normal
desarrollo del espectáculo, y controlando los desórdenes ocasionados, ya sea por medio
de la

autoridad policial contratada o empresas de seguridad privada o por sus propios


empleados.

En cuanto al usuario del espectáculo el empresario tiene derecho al pago de la entrada y


comportarse adecuadamente, pudiendo el empresario ante una conducta inadecuada
retirar con métodos adecuados al usuario (seguridad personal).

3. La atribución de responsabilidad objetiva

La responsabilidad conforme al art. 40de la ley 26.361 frente al

usuario se expande en los legitimados pasivos a todos los

integrantes de la organización (diversidad de empresas y en determinados supuestos el


Estado).

El fundamento de dicha responsabilidad múltiple para el empresario es el de haber


puesto en funcionamiento un sistema organizativo y adecuado del espectáculo con
seguridad y de las demás empresas por participar de esa actividad económica.

Sin perjuicio de lo expresado se ha admitido la responsabilidad en los casos de


espectáculo gratuito, sea éste en su totalidad o en determinados espectadores que fueren
invitados gratuitamente y cuando los asistentes presenciaren el espectáculo en calidad
de invitados especiales así como también cuando el espectador ingrese en forma
clandestina y sin abonar la entrada.

La responsabilidad es objetiva y solidaria para todos los legitimados pasivos y está


relacionada con la teoriá del riesgo (arts. 1757 del CCCN y 13 y 40 de la ley 26.361).
Futbol

1. Introducción

Dado el incremento de hechos de violencia cometidos en forma reiterada, en los


estadios de fútbol, se ha dictado en 1985 la ley

23.184 —luego modificada y reordenada en 1993 por la ley 24.192—, y el dec.


473/1993, que constituyen el régimen penal para todo el país y contravencional para el
ámbito de la Ciudad de



Buenos Aires para la violencia en los espectáculos deportivos que definen la


responsabilidad civil en dichas oportunidades.

La ley consagra la responsabilidad objetiva por el riesgo creado por las entidades o
asociaciones participantes en competencias futboliś ticas respecto del espectador,
quienes responden en forma solidaria por los ilić itos cometidos en los estadios, si no ha
mediado culpa del damnificado (art. 51).

JU

"La asociación de clubes participantes en un espectáculo deportivo —en el caso, partido


de fútbol— debe responder solidariamente con el club donde tuvo lugar el evento, en
los términos del art. 33 de la ley 23.184 —texto según art. 51, ley 24.192—, por los
daños que sufrió quien, hallándose en la vía pública y en las inmediaciones del estadio,
fue lesionado por objetos arrojados desde el propio club, si aquélla reviste calidad de
organizadora y beneficiaria de dicho espectáculo, con un importantísimo grado de
intervención en los clubes asociados — comprensivo, entre otros aspectos, de fechas,
horarios y contratos de transmisión televisiva— y la obtención de ganancia directa
derivada del evento". Observaciones: El fallo contiene votos en disidencia.

2. Daños producidos dentro y en las inmediaciones de los lugares deportivos

El art. 1o de la ley 23.184 (texto según ley 24.192) establece su

aplicación con respecto a los hechos previstos en el Capit́ ulo I:

"Cuando se cometan con motivo o en ocasión de un espectáculo deportivo sea en


ámbito de concurrencia pública en que se realizare o en sus inmediaciones antes o
después de él"; como así también durante el traslado de las parcialidades, tanto sea
hacia o desde el estadio deportivo donde el mismo se desarrolle (art. 1oley

26.358).

La violación del deber de seguridad, que se encuentra


expresamente como obligación legal (art. 5o de la ley 26.361)

obliga al organizador a reparar todo daño que sufra el espectador

durante el transcurso del evento y que puede reconocer su causa tanto en un hecho del
espectáculo en sí o en las cosas colocadas por el empresario o como por el hecho de las
multitudes (art. 40de la ley 26.361).

Al espectador damnificado le basta con acreditar que el daño

sufrido lo ha sido a causa del desarrollo del espectáculo, cuyo factor de atribución es la
actividad y su relación causal adecuada (la actividad deportiva y el daño), no será
responsable si el fallecimiento del asistente se produce, p. ej., como consecuencia de un
paro cardiá co que desarrolla el espectador como

enfermedad preexistente o por el impacto del espectáculo, pero sí de ser la resultante de
un disturbio o descontrol del espectáculo y sus concurrentes (así, p. ej., la corrida de
espectadores por bengalas).

Para liberarse de responsabilidad deberá probar: la culpa de la vić tima, exclusiva o


atenuante; caso fortuito o fuerza mayor cuando éstos sean imprevisibles inevitables
conforme a una nueva visión de estos eximentes.

JU

"Debe responsabilizarse al club donde se disputó un encuentro deportivo, por los daños
ocasionados a quien, hallándose en la vía pública y en las inmediaciones del estadio, fue
alcanzado por objetos lanzados desde el propio club, aun cuando el art. 51 de la ley
23.184 contemple expresamente la reparación de los perjuicios sufridos por
'espectadores', en los estadios y durante el desarrollo del evento, ya que 'estadio' es un
vocablo de textura abierta que debe interpretarse mediante analogía sustancial, sin que
pueda entendérselo de modo tal que se excluya a los sujetos que se encuentran en sus
inmediaciones". Observaciones: El fallo contiene votos en disidencia,

3. Daños producidos por las barras bravas

Los hechos atribuidos a las barras bravas, en los que no resulta identificable el autor
material del daño, pero en cambio puede determinarse el grupo o barra que lo ha
causado, quedan dentro de esa normativa (p. ej., un disparo de arma de fuego desde una
multitud que hiere a un espectador).

Se trata de un supuesto de responsabilidad colectiva por el que, a fin de otorgar un


adecuado amparo a la víctima, es posible responsabilizar colectivamente a todos los
integrantes del conjunto del cual provino el daño (arts. 1760 a 1762 CCCN). Este
supuesto de responsabilidad colectiva ha servido como argumento de alguna
jurisprudencia minoritaria para exonerar a los organizadores, por considerar que los
daños producidos por los demás asistentes resultan ajenos a la organización, tratándose
de hechos irresistibles e imprevisibles.

La jurisprudencia mayoritaria se ha pronunciado en favor de la

subsistencia de la responsabilidad por entender que estos acontecimientos no asumen el


carácter de extraordinarios o imprevisibles (ajenos al organizador), ni constituyen casos
de fuerza mayor, ya que la concurrencia masiva del público potencializa la posibilidad
de generar daños a los asistentes, y quien organiza este tipo de eventos no puede dejar
de prevenir y agotar los medios para impedir tales excesos.

El empresario no puede invocar como eximente de responsabilidad el hecho de un


tercero por quien no debe responder, dado que el régimen que consagra la ley es más
estricto que el contemplado por el art. 1757 CCCN.

La víctima puede accionar contra los organizadores del evento y contra el autor material
del hecho. El art. 51de la ley 23.184 (texto

segúnley 24.192) también obliga, en forma solidaria, a las entidades o asociaciones


participantes del espectáculo deportivo a

reparar los daños sufridos por el espectador, sin perjuicio del derecho que tiene aquel
que hubiese indemnizado una parte mayor

de la que le corresponde a ejercer la acción de reintegro contra el o los codeudores


solidarios, conforme al grado de causalidad o responsabilidad en que hubiesen
incurrido.

4. Daño producido por las instalaciones o estructuras de los estadios

El usuario podrá accionar contra el dueño de las instalaciones donde la competencia


deportiva es desarrollada, por el daño causado por las cosas de su propiedad o las que
estén bajo su guarda (p. ej., fallas en las instalaciones o derrumbes de tribunas). Tal el
caso que se registró en el estadio del club Huracán, en donde se declaró su
responsabilidad, en razón de ser propietario de la cosa productora del daño (tribuna), no
obstante haber arrendado el estadio al club que actuaba como equipo local.

Es un supuesto de responsabilidad solidaria de las empresas participante y en caso del


dueño de las instalaciones es concurrente.

El art. 44de la ley 23.184 (texto según ley 24.192), establece que

el damnificado podrá ofrecer la filmación realizada por autoridad

competente y constituyen plena prueba. Previo al espectáculo deportivo la cámara de


filmación será sellada por el juez de
instrucción de turno. Por su parte, las imágenes que tomasen otros organismos
particulares podrán ser tenidas en cuenta como medios de prueba e interpretadas
conforme a las reglas de sana crit́ ica.

La vinculación entre quien organiza el espectáculo y los deportistas puede configurarse


de distintos modos, en función de la cual el organizador quedará o no comprometido por
los daños que pueda experimentar el deportista o un tercero no espectador que
interviene en el juego (árbitros, entrenadores, etc.).

5. Las relaciones jurid́ icas con los deportistas

En un primer supuesto (contratación directa con el club o institución a la cual el


deportista pertenece) el jugador se desempeña en forma profesional en su club e
interviene en una actividad deportiva que el organizador desarrolla bajo forma de
empresa, persiguiendo fines económicos; es indudable que existiría entre ambos una
relación de subordinación, quedando sometido a la dirección y control del organizador.
En este caso se ha entendido que se produce un desplazamiento del viń culo que une al
jugador y a su club hacia el empresario deportivo.

Para esta postura, de tratarse de un organismo sin fines de lucro, el empresario quedariá
librado de responsabilidad.

El jugador, en el supuesto de daños podrá accionar contra el club

o entidad a la cual pertenece, o contra la empresa organizadora.

En un segundo supuesto (contratación directa con el deportista independiente) el


empresario responde siempre y cuando medie una relación de subordinación, que si es
de iń dole laboral, son de aplicación las disposiciones emergentes de la Ley de
Accidentes de Trabajo.

De otro modo la empresa es responsable cuando hay culpa de su parte o por el hecho de
las cosas (v.gr., el daño que se produce a un boxeador porque al recostarse contra las
cuerdas en mal estado cae al piso por rotura de éstas).

En el supuesto de un jugador aficionado (recreativo o competitivo) los daños


ocasionados a los deportistas no generan responsabilidad para el empresario al no
mediar entre ambos relación de dependencia. En este sentido, se ha considerado que
entre quien organiza una carrera automoviliś tica y el corredor de automóviles que se
anota en ella pagando una inscripción no se

crea por este solo hecho una relación de dependencia.

De todas formas el empresario no queda dispensado de las obligaciones de prudencia y


diligencia (seguridad) debiendo adoptar todas las precauciones que se exigen en orden a
la prevención de riesgos para los participantes (art. 1710 CCCN) y cuya omisión lo
convierte en responsable de los daños, de acuerdo con los principios generales (p. ej., no
haber verificado que las condiciones de un circuito elegido para una carrera de turismo
de carretera hayan sido las apropiadas para ofrecer seguridad a los conductores
participantes).
En cuanto a las asociaciones nucleadoras del deporte, la jurisprudencia, mediante
distintos pronunciamientos, ha entendido que la situación jurid́ ica de estas instituciones,
en lo concerniente a su responsabilidad, no es equiparable a la del organizador del
espectáculo deportivo. Pero en el caso de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), la
Corte Suprema de Justicia de la Nación sostenido su responsabilidad, pues no sólo tiene
facultades de organización y control de los espectáculos futboliś ticos, sino porque
también obtiene beneficios económicos (CSJN, 6/3/2007,

"Mosca, Hugo A. c. Pcia. de Bs. As. - Policiá bonaerense").

6. La función y obligaciones del Estado

El Estado es también civilmente responsable por los daños causados a los asistentes
cuando, en función del poder de policía que le corresponde, omite o ejerce
inadecuadamente alguna de las actividades que le son impuestas.

La ley 20.655, de fomento y desarrollo del deporte, pone a cargo

del Estado la fiscalización de la actividad deportiva, debiendo velar,

por medio de los órganos competentes, por la seguridad y corrección de los


espectáculos públicos, en el mismo sentido la ley

23.184 en su art. 11(texto según ley 24.192) dispone la clausura hasta un máximo
de sesenta diá s de los estadios. Elart.

50dispone que la seguridad para el desarrollo normal del espectáculo, sea por
deficiencia de los locales o instalaciones o por fallas de organización para el control y
vigilancia, será confiada a la Municipalidad que corresponda y a la policiá
jurisdiccional.

Los hechos generadores de responsabilidad:

a) al poder de policiá edilicia, que ejerce una función tutelar o preventiva a cargo de
la comuna, que incluye dentro de sus facultades el control de las construcciones
mediante la aprobación de los planos, supervisión de cálculos de estructura, etc. En el
estadio del Club Atlético River Plate, en el cual perecieron setenta y una personas a
causa del mal funcionamiento de las puertas de salida, se declaró la responsabilidad de
la Municipalidad por la omisión en el deber de vigilancia y seguridad de los lugares
donde se realizan espectáculos públicos, señalándose que "toda vez que le corresponde
a la comuna la habilitación del estadio de fútbol y el de inspeccionar el buen
funcionamiento de sus instalaciones, resulta

claro que el incumplimiento de esos deberes a que estaba obligada, o si la efectuó


negligentemente, al no advertir algo fácilmente perceptible, o si habiendo advertido la
deficiencia no juzgó necesario corregirla; cualquiera de estos supuestos es configurativo
de una verdadera culpa, más grave aún por aplicación del art. 902del Cód. Civil, ya que
no cabría desconocer que la
tranquilidad de quienes concurren a espectáculos públicos descansa, en buena medida,
en el cabal cumplimiento";

b) al poder de policiá deportiva, que tiene a su cargo el control de las instalaciones o


cosas destinadas al funcionamiento del espectáculo, estableciendo las caracteriś ticas que
deben presentar las instalaciones deportivas (medidas, ubicación, capacidad,
condiciones de higiene, prevención contra incendios, etc.). También se ha
responsabilizado al Estado por la

insuficiencia de las normas de seguridad adoptadas en un aeródromo sometido a su


control. En el caso se trataba de la lesión que había sufrido un paracaidista al caer cerca
de la hélice de un avión que se encontraba en tierra con el motor en funcionamiento a
una distancia del lugar de descenso que el tribunal juzgó peligrosa;

c) al poder de policiá de seguridad, cuya finalidad es la de mantener el orden y la


tranquilidad de los asistentes para evitar que se produzcan disturbios durante el
desarrollo del espectáculo. Otro pronunciamiento judicial adjudicó a la mala actuación
de la policiá el carácter de concausa del daño sufrido por un menor herido de bala,
mientras presenciaba un espectáculo deportivo, por no haber intervenido a tiempo,
posibilitando de ese modo la continuación de un estado de desorden que estuvo en sus
manos impedir (aunque en el caso, ha quedado cuestionado el modo en que el poder de
policía debe ser ejercido

en cuanto al tipo de controles y medidas de seguridad que se deben adoptar). Llambiá s


critica el fallo y entiende que no puede encuadrarse esa conducta como causa adecuada
del daño, que pudo presentarse igualmente sin esa omisión, no configurándose el
requisito de la relación de causalidad.

7. Los daños a los usuarios del espectáculo o terceros ajenos al mismo

En cuanto a los daños al usuario del espectáculo es aplicable el art. 40de la ley 26.361 y
sus eximentes se reducen a la culpa de

la vić tima; caso fortuito o fuerza mayor y el hecho de un tercero por

el cual no deba responder. En este último caso no se encuentran los demás usuarios, de
tal forma, p. ej., que el lanzamiento de una bengala por otro usuario (identificado o no),
no libera a los responsables del art. 40.

JU

"La expresión 'daños sufridos... durante su desarrollo', contenida en la ley 23.184, no


posee carácter restrictivo. Acotar la responsabilidad civil solidaria a los hechos
ocurridos 'durante' el espectáculo, entendiendo por tal el partido de fútbol o evento
deportivo del que se trate, se halla en contradicción con la finalidad del régimen legal,
por colocar en situación de desamparo a quienes experimentaran daños antes del cotejo
o finalizado éste, cuando el perjuicio se produzca mientras la víctima permanecía dentro
del ámbito predial donde se encuentra el estadio (v.gr., tribunas, sanitarios, pasillos,
escaleras, puertas de entrada o salida, etc.); es que el desarrollo del espectáculo, en
sentido amplio y habitual, tiene lugar desde el momento que se accede al predio y hasta
que se egresa del mismo, concluida la contienda. Una interpretación finalista e
integradora de la norma permite concluir, entonces, que el régimen se aplica a los
hechos dañosos que se cometan con motivo o en ocasión de un espectáculo deportivo en
estadios de concurrencia pública antes, durante o después de la confrontación que los
convoca

En los daños a un tercero no espectador (árbitro que resulta lesionado) que hayan sido
causados por un deportista, el organizador también responde (art. 1o de la ley 26.361).

"Puesto que la reforma introducida por la ley 24.192 a la ley 23.184 de Espectáculos
Deportivos ha extendido a cualquier persona, aunque no sea espectador, la legitimación
para demandar la indemnización del daño sufrido durante un espectáculo público, y ha
eliminado la culpa del damnificado como eximente de responsabilidad, cabe concluir
que el actor tiene derecho a ser resarcido por los daños sufridos mientras se
desempeñaba como un comisario deportivo en una carrera de motociclismo, aun cuando
hubiese actuado en forma imprudente ubicándose en un sitio peligroso".

El empresario es el beneficiario de los resultados económicos del espectáculo que


reviste además la calidad de riesgoso y, en

"Quien organiza espectáculos públicos como empresario promete al espectador un


resultado que es el espectáculo, función o representación indicada en el programa;
existe un verdadero locatario de esa obra que es el espectador, quien paga un precio
determinado en dinero —billete o entrada— por esa obra inmaterial, que es el
espectáculo. Dicho billete o entrada es a la vez elemento principal de prueba del
contrato y del pago del precio pagado por el espectador, como prestación que le
incumbe en esa locación de obra concertada por el empresario".

En la actualidad la onerosidad o gratuidad del espectáculo es irrelevante, lo mismo para


quienes ingresen sin abonar el precio de

la entrada; lo que interesa es la relación de causalidad con el evento toda vez que el art.
42CN alude a la relación de consumo, independientemente del viń culo contractual, de
igual modo lo establece el art. 1o, ley 26.361.



Contratacion d edeportistas.

Espectaculos ertisticos.
1. Introducció n
En lo fundamental estos espectá culos no se diferencian en cuanto a los
principios generales de los enunciados en el capítulo comú n inicial.
Sin perjuicio de lo cual poseen algunas características que los diferencian, es
decir son de aplicació n aquellos principios comunes y a su vez se adicionan
cuestiones particulares, que esencialmente son: la existencia de una banda
musical o solistas o ambas cosas y en determinados casos escenarios y en
cuanto a los lugares
pueden ser teatros, locales especiales cubiertos y al aire libre, etc., de allí que
haya que hacer algunas precisiones.

2. Las bandas musicales o solistas


El espectá culo que brindan se caracteriza como "musicales de
presencia masiva" y se pueden realizar en estadios de fú tbol, playas, plazas,
etc., que implican una organizació n empresarial privada o en determinadas
situaciones son "eventos culturales" realizados por el Estado (nacional,
provincial o municipal), en cuyo caso son responsables por la seguridad de
los espectadores (art. 40de la ley 26.361).

Se han presentado varios inconvenientes con determinadas
bandas musicales que son muy agresivas en la ejecució n de sus piezas y que
logran enfervorizar a los espectadores y que é stos provocan desmanes a la
salida de dichos eventos, dañ ando a terceros (personas o inmuebles) en cuyo
caso se produce la extensió n de la responsabilidad (arts. 1757/1758 del
CCCN y 40 ley
26.361) para el organizador (independientemente de los autores). En estos
casos se ha cuestionado la responsabilidad de dichas

bandas musicales, precisamente como señ alando que la "causa" está en
generar la irracionalidad de los espectadores; entendemos que en la medida
que se pueda probar dicha relació n de causalidad, será n responsables sin
ninguna duda, por dañ os a los espectadores (art. 40de la ley 26.361) y hacia
terceros (arts.
1757/1758 del CCCN).

"El empresario del espectáculo público incurre en responsabilidad contractual si


incumpliendo el deber de seguridad, cláusula de incolumidad incorporada tácitamente al
contrato innominado de espectáculo público permite que el espectador sufra un daño, el
deber de garantía en el plano contractual, reconoce la existencia de la responsabilidad
contractual por acto ajeno; obliga es siempre directa y encuentra fundamento en el art.
1198, Cód. Civil [actual art. 961 CCCN] y puede determinarse como consistente en el
deber que se tiene de preservar a las personas co-contratantes de todo daño que pueda
ocasionarse en la ejecución de ciertos contratos que comportan algún riesgo. Esa
obligación, si no ha sido expresamente pactada, resulta tácitamente de la naturaleza del
contrato como accesoria de la obligació

principal, conforme a una razonable interpretación adecuada al principio de buena fe


contenido en el art. 1198 del Cód. Civil [actual art. 961 CCCN]. En efecto, esta
obligación resulta expresa o tácita conforme la naturaleza del contrato y es secundaria
respecto a la obligación principal prevista".
3. Los locales: habilitació n y seguridad
Una de las funciones esenciales del Estado es la de habilitar determinados
locales para que se produzcan allí espectá culos musicales y/o culturales y
ademá s controlar constantemente que se mantengan las condiciones de
seguridad de los mismos.
Ha ocurrido que la habilitació n fue otorgada y, con el correr del tiempo, la
misma ha mutado en cuanto a las condiciones de seguridad, por nuevas
tecnologías, etc., y que el Estado no insta a los dueñ os de esos lugares a
adecuar dichas condiciones de seguridad y es má s no controla
constantemente que se mantengan las antiguas condiciones. Entendemos
que en estas circunstancias se trata de una responsabilidad por omisió n
donde puede haber una causalidad directa con los dañ os a los espectadores
(art. 40de la ley 26.361) o incluso a terceros linderos.

La decisión del demandado de ceder el espacio en el que se representarían las obras


teatrales —no comunicada en forma oportuna por el accionante— significó un abrupto
cese de la relación precontractual en un momento en que las tratativas se encontraban en
un estado muy avanzado, proceder contrario a la exigencia de buena fe que debe
observarse en la celebración de todo contrato"

4. Las adyacencias de los lugares donde se realizan estos recitales


Tambié n se ha producido un sinnú mero de dañ os en los días previos a estos
recitales cuando se adquieren las entradas, lo cual se trata de un "acto
preparatorio" que integra el complejo de la organizació n de los recitales y
que debe estar con seguridad para los que concurren a la compra de
entradas (relaciones de consumo: art. 42de la CN y art. 5o de la ley 24.240) y
para los
terceros que transitan por el lugar y/o los linderos y vecinos, ante
quienes tambié n son responsables

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