Titulillo: MARCO TEORICO DE LA PERSONALIDAD 1

Soy, eres, somos:

Evolución, rasgos, circunstancias, historia y cultura… Ser holístico

Fátima S. Ortega Pozada

Universidad Carlos Albizu, San Juan

Comparative Theories of Personality and Psychotherapy

Nanet M. López, Psy.D.

15 de noviembre del 2017

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Como puedo observar en la clase de teorías de personalidad, existe una pluralidad de

teorías en dicha área que refleja la diversidad y el debate que existe en el campo de la psicología

general. En el artículo, A New Big Five, McAdams y Pals (2006) proponen un marco teórico

amplio e integral que busca darle unidad a la psicología de la personalidad. Basándome en el

artículo anterior, en este escrito presentaré algunas consideraciones de la psicología de la

personalidad, su estatus actual, meta, presentación académica, como también los principios que

guían este acercamiento estructural y teórico.

Para comenzar, la psicología de la personalidad surgió formalmente en la década de

1930. Fue durante la época de los 1970s donde la psicología de la personalidad sufrió una época

de inestabilidad. Según los autores, la evidencia actual de las consistencias de las diferencias

individuales, su estabilidad a lo largo del tiempo, sus fundamentos psicobiológicos, y su eficacia

al predecir tendencias conductuales, es convincente. Por otro lado, ellos identifican que la

psicología de la personalidad aún le queda por articular claramente un marco exhaustivo para

entender a la persona en su totalidad.

Producto de esta época, surge uno de los modelos actuales más aceptados, el modelo de

personalidad de cinco factores. Conocido como the Big Five, sus fundamentos descansan en los

rasgos. El Big Five organiza las amplias diferencias individuales en la vida social y emocional en

cinco categorías de factores derivados analíticamente. Usualmente se les llama extraversión,

neuroticismo, concienzudo/a, cordialidad y apertura a la experiencia.

A pesar de sus logros, entiendo que la meta originaria y el estatus de la psicología de la

personalidad aún no van de la mano. La psicología de la personalidad no ha llegado a cumplir

con su única misión histórica: la meta de proveer un marco exhaustivo para entender a la persona

en su totalidad. Fundadores como Allport y Murray (citado en McAdams y Pals, 2006),

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argumentaban que la disciplina estaba posicionada para enfocar su atención en la individualidad

humana. Es decir, el campo sigue un modelo nomotético/ideográfico, mantiene presente a la

persona individual cuando hacen estudios de la individualidad humana en general. Esta idea para

mí se expresa claramente en la cita canónica de Kluckhohn y Murray (citado en McAdams y

Pals, 2006) “cada persona es como todas las otras personas, como algunas otras personas y como

ninguna otra persona”. Desde esta perspectiva, la disciplina debe tener en cuenta el nivel el nivel

nomotético pues hace referencia a características típicas de la especie “como todas las otras

personas”, el nivel individual que permite ver a la persona por sí misma como única y diferente,

“como ninguna otra persona”; pero también “como algunas otras personas” nivel en que se

establecen posibles congruencias, la persona individualmente comparte alunas características con

otras.

Del mismo modo, la pluralidad de la psicología de la personalidad se ve reflejada en la

academia, en el modo de estructurar la educación en los libros de texto. Según McAdams y Pals

(2006), existen dos tipos de variedad de libros de texto. El primero, presenta un desfile de

grandes teorías, tales como las psicoanalíticas, humanísticas, de los rasgos, aprendizaje social y

biológico-evolutivas. Estas se exponen de manera separada, como marcos irreconciliables que la

psicología de la personalidad utiliza para entender y hacer sentido de la persona; se entiende que

uno escoge entre ellas su favorita. El segundo tipo de libros de texto provee una variedad de

temas de investigación y problemas, pero no ofrece una manera de hacer sentido integral de

todos ellos. Ambos tipos reflejan la división, dispersión y autonomía entre las unidades

individuales de investigación. Personalmente, en mi primera clase de personalidad en el

bachillerato, aunque no estudié de un libro de texto, pues utilizábamos artículos, libros o los

textos originales, me expuse a una manera similar al primer tipo mencionado. Sin embargo, debo
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decir que disfruté la enseñanza variada y dedicada a cada uno de los modelos, sus fortalezas y

limitaciones pues estos son fundamentales no solo para la psicología de la personalidad sino en

la psicología en general y estuve consiente de que reflejan la situación de la disciplina.

Considerando todo lo expuesto anteriormente, los autores de este artículo proponen la

creación de un marco teórico que organiza la psicología de la personalidad con 5 principios

integrales. Dicen, “la personalidad se concibe como (a) la variación única de un individuo en el

diseño evolutivo general de la naturaleza humana, expresada como (c) patrones de rasgos

disposicionales en desarrollo, (c) adaptaciones características y (d) narrativas de vida auto-

definitivas, situadas compleja y diferencialmente en un (e) contexto socio-cultural.” (McAdams

y Pals, 2006, p. 204). Una propuesta de este alcance, tendría efectos en la psicología como

también podría abrir diálogos con campos fuera de ella, por ejemplo, se podría usar los

conocimientos para profundizar la rama de las humanidades y los estudios biográficos.

El primer principio establecido por McAdams y Pals (2006) es la Evolución y la

naturaleza humana, que viene a ser la base teórica y fundamento para su propuesta de la

psicología de la personalidad y los principios subsiguientes. Ese principio planteado indica que

en lugar de mantener una variación teórica de modelos independientes (Freud, Rogers, Maslow,

Skinner, Bandura, entre otros), quienes poseen principios que son no comprobados y no

comprobables, el estudio de la individualidad psicológica de las personas debe partir de las

ciencias biológicas para mirar la naturaleza humana y su individualidad desde el contexto de la

evolución. Es decir, las maneras en que cada persona es como todas las otras personas, las

características típicas universales de la especie, son producto de la variación de conductas que

afecta la replicación de genes, determinando así el diseño general contra el cual varían las

adaptaciones individuales.
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Usualmente, se propone como diseño el environment of evolutionary adaptedness (EEA)

que describe cómo las adaptaciones han evolucionado para enfocarse en un rango de retos

específicos. Mediante la modularidad, se puede ver la naturaleza humana como una constelación

de módulos organizados, diseñados por la selección natural para solucionar un problema

particular de adaptación que puede ser rastreado a la supervivencia y reproducción. Algunos

módulos han evolucionado para centrarse en distintos problemas creando programas cognitivos.

Desde mi punto de vista, me es complicado ver cómo la personalidad actual de un individuo

puede tener origen y relacionarse a procesos evolutivos, reproducción y supervivencia, como fin

ulterior no explícito de sus acciones, conductas, pensamientos.

De acuerdo a Sheldon (citado en McAdams y Pals, 2006), existen 4 niveles para analizar

la personalidad, estos son constituidos por los universales típicos de la especie diseñados a través

de la evolución. Estos son las necesidades físicas básicas─ nutrición, oxígeno, agua; mecanismos

socio-cognitivos innatos─ tendencia a clasificar a otros dentro o fuera de grupo, decodificar

expresiones faciales de emociones; necesidades psicológicas─ por lo menos 3: autonomía,

competencia y cooperativismo; y prácticas socioculturales─ uso y manufactura de ropa,

domesticación de animales, religión. En donde el nivel de las necesidades psicológicas es de

interés primordial para la personalidad.

El segundo principio propuesto es la Firma disposicional. Según este, los rasgos

disposicionales son dimensiones de la individualidad humana que son amplias, no condicionales,

descontextualizadas, generalmente lineales y bipolares e implícitamente comparativas. Se dice

que son no condicionadas, lineales y descontextualizadas ya que demuestran una continuidad en

la conducta, pensamiento y sentimientos a lo largo de situaciones y el tiempo. Además, se

identifican como “firma” por ser una expresión reconocible de la persona y su estilo general de
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ajuste en el mundo social. Se les llama extroversión, dominancia, amabilidad, obediencia,

depresividad, tendencia a sentirse vulnerable, entre otros.

Después de 1970s, en el debate persona-situación, se concluyó que la psicología de la

personalidad no puede seguir andando sin el concepto de los rasgos. El concepto de rasgos

sobrevive y se fortalece debido a 5 adelantos en la disciplina. Las investigaciones demostraron

que los rasgos muestran fortaleza en las predicciones, estabilidad a largo plazo, heredabilidad,

conexiones entre algunos rasgos y el funcionamiento del cerebro, y finalmente el consenso en

cuanto a The Big Five. Sus categorías de 5 factores derivadas analíticamente hacen un buen

trabajo en resumir y organizar el universo de rasgos descriptores. Partiendo de esto, Goldberg

(citado en McAdams y Pals, 2006) establece los factores que emergían consistentemente en los

estudios comprensivos de rasgos de personalidad pueden abordar preguntas universales sobre

adaptación humana, es decir que el principio I de evolución se puede encontrar en los patrones

de firmas disposicionales en los humanos.

Por otro lado, el tercer principio nos habla de las Adaptaciones características. Estas

incluyen motivos, metas, planes, estrategias, valores, virtudes, esquemas, imágenes del self,

representaciones mentales de otras personas significativas, tareas de desarrollo y muchos otros

aspectos de la individualidad humana que hablan sobre preocupaciones motivacionales, socio-

cognitivas y en desarrollo. Como podemos ver, son constructos variables, situacionales y

contextuales, se activan en respuesta a la ecología social de la vida diaria y son más propensas a

cambiar con el tiempo que los rasgos. De esta manera, se llaman “característica” porque reflejan

el núcleo psicológico del individuo, y “adaptaciones” porque ayudan al individuo a encajar en el

ambiente cambiante.
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Aunque la diferencia entre las adaptaciones características y los rasgos disposicionales no

son claras en todos los casos, las características parecen funcionar de manera distinta. McAdams

y Pals (2006) están de acuerdo en que las adaptaciones características son más específicas y

maleables que los rasgos disposicionales, y que estos ejercen solo cierta influencia en su

desarrollo, pues no las ven como subproductos simples de la interacción entre rasgos básicos y

los ambientes. Por el contrario, creen que algunas se pueden desarrollar independientemente del

Big Five. A mi entender, debido a que son maleables, las adaptaciones características cobran

importancia en la psicoterapia. Estas al relacionarse con el “hacer”, nos brindan un amplio

campo de posibilidades para que aplicando estrategias concretas, generemos cambios que los

clientes desean o necesiten.

Asimismo, el cuarto principio, Narrativas de vida y el reto de la identidad moderna

propone la Identidad Narrativa. Esta consiste en una historia que la persona trata de mantener

andando, una narrativa del self internalizada y evolutiva que incorpora el pasado reconstruido y

el futuro imaginado en un entero más o menos coherente para proveerle a la vida de la persona

un grado de unidad, propósito y significado únicos y culturales. Este concepto no es nuevo,

durante el siglo XX teóricos como Jung, Adler, Erikson, entre otros, le dieron importancia a las

historias de vida y el proceso de auto-narración. No obstante, acercamientos narrativos

contemporáneos han hecho explícitas las maneras en que el contar historias desarrolla el self, el

tipo de historias que se cuentan más comúnmente, el impacto del procesamiento de narrativa en

el crecimiento psicológico y el bienestar, y la relación compleja entre identidad y cultura.

Desde la perspectiva de la psicología del desarrollo se han trazado los orígenes de la

identidad narrativa a las conversaciones tempranas entre niños y niñas y sus cuidadores. Para mí,

esto demuestra hasta cierto punto un elemento evolutivo, pues se fundamenta una habilidad
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temprana y universal como lo es el lenguaje. Además, los psicólogos/as clínicos/as han descrito

la narrativa en psicoterapia como una empresa conjunta entre terapeutas y clientes para editar,

replantear y co-construir narrativas. Entiendo, que esto refleja modelos terapéuticos importantes

en la psicología como la terapia centrada en el cliente de Rogers o la importancia de la palabra en

el psicoanálisis y la narración de sueños, que se hereda desde Freud.

Todo esto demuestra que, del mismo modo que las adaptaciones características, la

Identidad Narrativa permite un espacio de cambio en la estructura psicológica pues la persona al

narrar concientiza y reorganiza su vida, historia y pensamientos. Como psicóloga en

adiestramiento, pienso que es una de las maneras de adentrarnos a la psiquis del cliente por

medio de la conversación y fijarnos en cómo nos trae esta narración. Atender a estos detalles nos

ayudará a identificar los rasgos y las adaptaciones características explícitas e implícitas de su

personalidad.

Por último, se propone el quinto principio, el rol diferencial de la cultura, donde se

entiende por cultura la “mezcla rica de significados, prácticas y discursos sobre la vida huma que

prevalecen en un grupo o sociedad. En este contexto, los autores se refieren a la cultura como

dentro de algo más amplio, al ambiente. Traen a consideración lo social inmediato hasta la

cultura como sistema macro que rodea otros y todos los aspectos de la personalidad.

En cuanto a su relación con los rasgos, mientras que algunos autores (McCrae y Costa,

citado en McAdams y Pals, 2006) argumentan que los rasgos disposicionales no son sensibles a

la influencia social y cultural, McAdams y Pals no apoyan totalmente esta visión pues ven la

influencia de la cultura como moderada y sutil. Esta influencia se da de dos maneras, la

elaboración de desarrollo, donde tendencias temperamentales determinadas genéticamente

evolucionan debido a transacciones bidireccionales entre ambientes próximos y disposiciones; y

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las expresiones fenotípicas, que establecen que la cultura tiene impacto en cómo se expresan y

exhiben. Por ejemplo, la extroversión es en sí un rasgo pero no es lo mismo ser extrovertida en

Japón que en Estados Unidos, pues se manifiesta en distintas costumbres, modales y actitudes.

En cambio, en el caso de las adaptaciones características y las identidades narrativas, esta

influencia es mayor. Las primeras, como son reacciones a eventos, son circunscritas a clase

social, etnicidad, género e incluso eventos históricos, es decir su contexto cultural puede

establecer patrones de adaptación. Y las segundas, las historias de vida, son el centro de la

cultura, pues estas se narran desde una participación activa de la cultural, también absorben las

metáforas e imágenes de la cultura.

Es con este principio de cultura y la unión de todos que concluyen los New Big 5. Estos

cinco principios son propuestos por McAdams y Pals (2006) – evolución y la naturaleza humana,

rasgos disposicionales, adaptaciones características, narrativas de vida y cultura – con la visión

de que sostengan la psicología de la personalidad y toda su historia de manera que sirvan como

bases y columnas sobre las que se puede mantener y seguir construyendo una psicológica

integral y holística del individuo, como lo en visionaron los fundadores en sus inicios.
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Referencia

McAdams, D. P., & Pals, J. L. (2006). A New Big Five: Fundamental principles for an

integrative science of personality. American Psychologist, 61, 204-217.