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RELACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN LOS CAMBIOS

SOCIOPOLÍTICOS DE NUESTRO TERRITORIO DESDE SU LLEGADA


HASTA EL SIGLO XX Y SUS CONSECUENCIAS HOY.

Steven Marín Javela

Teoría y métodos de la Historia

Medellín 2019
Introducción

A lo largo de este análisis pretendemos, en primera instancia ofrecer un recorrido por varias obras que
han tratado las expulsiones jesuitas en Colombia, tanto obras escritas por jesuitas como por laicos.
Más adelante ofreceremos un análisis acompañado con la descripción de los hechos que consideramos
importantes de resaltar, finalmente daremos nuestro punto de vista bajo la una perspectiva del
presente.

Así mismo este trabajo fue hecho con la pretensión de dar a conocer la historia de una de las más
enigmáticas órdenes religiosas como la Compañía de Jesús, que en repetidas ocasiones fue acusada de
conspiración, teniendo en cuenta el control e influencia de los jesuitas en el Vaticano ya que hoy es
bien sabido que el papa, el más alto rango de la iglesia católica pertenece a esta orden. Por lo que a
través de esta pequeña investigación buscamos revivir los conflictos que surgieron a partir de rumores
esparcidos acerca de esta compañía.

Para la realización de este tomamos como fuente primaria revistas y periódicos, principalmente
revisamos el periódico El Tiempo y El Espectador, sin embargo encontramos poca información de
utilidad ya que los artículos que logramos encontrar hablaban principalmente del pleito legal que tuvo
la compañía de Jesús con el estado colombiano debido a la propiedad del edificio Bartolomé que está
ubicado al lado oriental del palacio presidencial, y que había sido ocupado por los jesuitas desde el
siglo XIX, sin embargo este tuvo que ser descartado porque no entraba en la línea de tiempo de
nuestra investigación.

Sin embargo en el Centro de Documentos de la UdeA encontramos una revista de la cual sacamos la
mayor parte de la información, la revista Antioquia Por Maria es una revista publicada por padres de
la orden mariana durante la primera parte del siglo XX, también tuvimos que apoyarnos en algunos
textos y libros que estarán brevemente descritos en el estado del arte y nombrados en las fuentes
bibliográficas.

Recorrido por otros autores​.

La expulsión de la compañía de Jesús del territorio colombiano es un tema que ha sido tratado por
varios escritores, tanto laicos como escritores pertenecientes a la misma compañía.

Entre estos últimos destaca el padre jesuita guatemalteco Rafael Pérez que durante algunos años tuvo,
como dice él, la alegría de trabajar en Colombia así fuera durante breves años, este padre escribió la
vida de la Compañía de Jesús en Colombia y Centroamérica durante el siglo XIX, este estudio abarca
40 años desde su llamamiento hasta su permanencia en Nicaragua hasta 1881.
Monseñor Luis Javier Muñoz otro padre jesuita, escribió una monografía acerca de la restauración de
la Orden en el siglo XIX, hasta 1914, gran parte de su obra, especialmente la que refiere a Guatemala
y Colombia es una compilación sobre la vida del padre Rafael Pérez con escasas modificaciones.

El padre Muñoz presentó una amplia monografía sobre las diferentes producciones literarias de los
jesuitas en este período, convirtiéndose en una gran ayuda para quien decida escribir la historia de la
compañía durante el siglo XIX.

Un dato para los historiadores: en la segunda parte de esta obra, que trataba de la vida de la compañía
en Colombia desde 1884 hasta 1914, el padre Muñoz no tuvo en cuenta los archivos como fuente.
Afirma no haber consultado bibliotecas en Colombia.

El padre José Joaquín Cotanilla uno de los padres jesuitas que vino a nuestras tierras en la misión de
1846, en la que formó parte de numerosos sucesos, dejó una obra manuscrita en la que, en más de mil
páginas de folio, describió la vida que llevaban. Dicha obra jamás fue publicada.

El padre jesuita Daniel Restrepo en su obra ​La compañía de Jesús en Colombia n​ os da una forma de
ver la historia y más específicamente la obra del padre Muñoz, bajo la óptica positivista impulsado por
Ranke con el conocido "culto a los hechos, ya que afirma:

…sería menester refundir las obras que él enumera, formando una masa de su contenido, aumentando
con lo mucho digno de conocerse que en ellas se omitió, separar cuidadosamente lo que haya de
leyenda, de mero panegírico, de inexactitud, de inepta amplificación o digresión innecesaria: y luego
escogidos los materiales, bien criticados, ponderados con sentido de proporciones, tejer de nuevo la
trama de los hechos, y construir el edificio artístico y científico a la par de una historia cumplida...
Este libro no es una historia: es un boceto para una historia.

En esta misma obra se presentan las diversas etapas de la historia de la compañía desde la primera
venida en 1589 hasta hasta la expulsión decretada por Carlos III 1767; en la segunda parte de esta
obra escribe acerca de las efímeras restauraciones la de 1844 a 1850 (destierro y expulsión de manos
de José Hilario López) la de 1858 a 1861 (expulsión impuesta por el general Tomás Cipriano de
Mosquera) y en la última fase de esta obra habla de la historia de la compañía desde la restauración
desde 1885 hasta 1940.

La historia de la vida de los jesuitas también ha sido tema de interés para historiadores laicos, entre
ellos el historiador José Joaquín Borda, quien escribe una historia de la compañía hasta 1861 epoca de
la expulsión del aquel entonces presidente Tomás Cipriano Mosquera.

También el escritor e historiador José Manuel Groot, aunque no escribió una historia propia de los los
jesuitas en el tomo III hace mención al decreto de Fernando VII en el cual los jesuitas podían volver a
territorios españoles. Sin embargo en los tomos I y II dedica varios capítulos a describir la forma en la
que se establecen en Santa Fé y demás ciudades en épocas de la colonia.

En lo correspondiente al siglo XIX Groot nos relata la forma en la que se comunicó el decreto de
Fernando VII en el que se derogaba la pragmática sanción de Carlos III a los jesuitas, el autor
menciona que con la publicación de este decreto Fernando VII intentó corregir las arbitrariedades de
Carlos III con los jesuitas. Además de desmentir las acusaciones de las que habían sido objeto los
padres jesuitas.

Por su parte Juan Pablo Restrepo con su obra escrita en 1987 describe la forma en la que el gobierno
de la naciente república procedió para poder traer de vuelta a la orden jesuita y la forma en la que
nuevamente fueron expulsados por los gobiernos liberales de José Hilario López y Tomás Cipriano de
Mosquera.

Resaltamos que la compañía de Jesús no participó en los procesos sociales de independencia debido a
que durante dichos sucesos se encontraban expulsados del territorio Neogranadino.

Análisis​.

Después de ver el recorrido que han hecho diferentes autores que han visto en este tema algo de
interés, debido a la coyuntura política y social, que se vivía durante la época de la colonia y durante
los primeros años de la república, además de otros muchos sucesos que bajo diferentes miradas se
encontraron con nuevas historias que llamaban la atención a varios autores.

Así pues la compañía de Jesús ganó un lugar muy importante en la iglesia gracias a los institutos
llamados Clérigos Regulares, convirtiéndose muy pronto en auxiliares preciados por la santa sede en
la obra del apostolado, los jesuitas se ganaron el respeto de los monarcas portugueses, y otros.

La recién descubierta América atrajo a evangelizadores de diferentes compañías religiosas y entre


ellas no podía faltar una de las más queridas por el Vaticano, la compañía de Jesús que en los
territorios neogranadinos destacaría a figuras como la de san Luis Beltrán apóstol de Nueva Granada y
san Pedro Claver apóstol de los negros.

Los jesuitas fueron ganando la simpatía de los gobernantes en las nuevas tierras así mismo también
ganaban influencia y territorios que eran usados para sus colegios, expandiéndose por las principales
ciudades del país llegando así a Medellín.

Allí el día 5 de septiembre de 1722 se expide la real cédula en donde se le da licencia para fundar un
colegio y en septiembre de 1726 llegaron los jesuitas a esta ciudad. Cuando Carlos III expidió su
pragmática sobre la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles era un 1 de agosto de 1767.
Fue así como llegó una escolta con el alcalde en ese entonces Juan de la Fuente y una vez que este dio
la orden los padres emprendieron su marcha.

A alguna distancia de la ciudad llegando al llamado paraje el Tunal existe un montón de piedras y
sobre ellas una cruz, que con su mero aspecto ya nos da una idea de cuántos años lleva allí. Una
tradición dice que fue allí donde los reverendos padres posaron cuando emprendieron su viaje de
expulsión. El tiempo no ha podido acabar con este testigo mudo y solemne de una posada de
amarguras.
Durante las agitaciones sociales provocadas por las carreras independentistas a principios del siglo
XIX, los Jesuitas se encontraban fuera ya que, una vez aplicada la pragmática de Carlos III estos se
vieron obligados a abandonar los territorios españoles, migran en primera instancia hacia la isla de
Jamaica sin embargo su estadía allí fue pasajera, luego se establecieron en guatemala hasta que la
pragmática de Carlos III fue abolida debido a la independencia de los territorios americanos, regresan
de manos del en aquel entonces ministro del interior Mariano Ospina Rodríguez.

Las intenciones del estado recien conformado era la de traer en primer lugar 18 jesuitas para las
misiones y la reducción de salvajes. El decreto establecía la creación de varios colegios en Casanare,
Mocoa, La Guajira, entre otros, que serían financiados por el erario. La razón por la que se escogió
esta compañía fue por la experiencia y buenos resultados, demostrando que son los más adecuados
para convertir a los salvajes a la religión cristiana y conducirlos a la "civilización".

Así pues, después de su primera expulsión en 1767 hasta el 18 de junio de 1844 no habían pisado
territorio Neogranadino, a partir de este momento se empezaron a crear noviciados y colegios a lo
largo y ancho del territorio para 1847 ya tenían dos colegios, un noviciado, una residencia en Mocoa,
un año después ya contaban con 3 colegios no financiados por el estado, un colegio de misioneros y la
misión de Putumayo además de encargarse de los seminarios de Popayán y Bogotá.

Los liberales con sus ideales republicanos e intereses en establecer el estado laico, les dejaron ver
desde el principio que su llegada a tierras neogranadinas no sería por mucho tiempo, con la clausura
del Colegio Académico de Medellín, el partido liberal asestó una de las primeras estocadas de esta
batalla. Tanto en esta ciudad como en Bogotá la circulación de ​La noche, ​diario en el que se difunden
todo tipo de rumores acerca de la orden jesuita, los miembros del partido liberal dejaban claro que no
escatimarian en medios para desprestigiar dicha compañía.

El 7 de marzo de 1849 José Hilario López buscó la forma de expulsar a los padres jesuitas, no sólo por
principios políticos sino también de respaldar las presiones de miembro de su partido que lo habían
apoyado.

El arzobispo Mosquera recuerda como los liberales artesanos amenazaban con cuchillos a los
manifestantes que protestaban por la elección del candidato liberal, asegura que la situación era muy
tensa y que su vida como la de otros conservadores estaban en peligro, situación que afianzaba más la
relación entre el conservatismo y la iglesia, de esta forma el arzobispo prefería la expulsión de los
jesuitas que una guerra civil.

Así pues el 21 de mayo de 1850 se publicó el decreto por medio del cual se expulsaba a los jesuitas de
la Nueva Granada. Las razones legales acudían a la supuesta vigencia de la pragmática de Carlos III
firmada en 1767 y que expulsaba a todos los jesuitas de los territorios españoles. Lo que resulta
paradójico debido a que la administración liberal comenzó con la idea de la historiografía liberal, la
ruptura con el pasado colonial y formación del Estado moderno alejado de las nefastas estructuras
coloniales.

Dentro de estas estructuras, que eran sinónimo de atraso y decadencia, estaba la institución
eclesiástica de la iglesia católica que destacaba por su poder político, y económico. Debido a esto se
convirtió en el objetivo de ataque reformista. Por esto no es de extrañar que más allá de la
justificación jurídica, se advierte que existían tensiones debido a los intereses de los liberales en llevar
a cabo el proyecto de mundo civilizado y liberal en donde no había lugar para una institución
considerada retardataria, como la iglesia.

Sin embargo con esto surge una pregunta, si el objetivo es debilitar a la iglesia ¿por qué pedir la
expulsión de los jesuitas únicamente? Pregunta a la que responderemos diciendo que: En el caso
concreto de los jesuitas, era bien sabido que su presencia interfiere directamente en la influencia que
buscaba generar el estado en las jóvenes generaciones, al igual que con la pragmática de 1767 los
gobernantes los veían como peligrosos, pues su poder era tal que hacía ver pequeños los esfuerzos del
estado por sobresalir y dominar los espacios social, económico y político. En 1850 el estado no tenía
armas para contrarrestar la influencia que los jesuitas ejercían sobre la sociedad, optando finalmente
por la expulsión de la orden.

Más tarde esta expulsión fue abolida por el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez, el 18 de febrero
de 1958 regresaron los jesuitas a Bogotá, provenientes de la ciudad de Guatemala en donde se habían
asentado después de la expulsión de 1850 que no se haría efectiva sino hasta 1853.

El presidente Ospina junto con el arzobispo Herrán, contactaron con el jefe de los jesuitas para que
enviara algunos súbditos para que ayudaran con la formación de los jóvenes. De esta forma el
presidente les pidió que se hicieran cargo del Colegio San Bartolomé, que por ese entonces era
universidad. La asamblea de Boyacá decide ofrecerles el colegio oficial que antes había sido
noviciado de la compañía.

En 1860 dice Salcedo (2014) la Nueva Granada se sumió en la guerra civil también como resultado
de las rivalidades, las ambiciones personales y los proyectos políticos enfrentados de Tomás Cipriano
de Mosquera y el presidente Mariano Ospina Rodríguez.

Ospina insistió en ejercer el poder estatal y destituir a quienes ofrecían resistencia, lo que llevó al
general Mosquera a alzarse en armas y tomarse Bogotá dando cárcel a sus opositores, además de esto
Mosquera reafirmó su autoridad publicando algunos decretos en contra de la iglesia.

A través de estos decretos se logró que la autoridad estatal cubriera a la iglesia, es decir ningún alto
ministro, queriendo decir obispo, podía ejercer sus funciones sin el permiso del presidente. Lo que
significaba un retorno a las antiguas políticas que buscaban la separación entre el estado y la iglesia.
Buscando entre otras cosas derogar el fuero que tenían los clérigos, alegando que estos podían burlar
la justicia al recibir un trato especial.

El 26 de Julio de 1861 el general y ahora presidente Mosquera decide dictar el decreto a través del
cual se expulsaba a los Jesuitas, bajo el pretexto de que los padres jesuitas tenían "votos solemnes de
obediencia" y por tanto "no eran personas libres para obrar". Se dice que los decretos anticlericales
que dictó Mosquera fueron una forma de cobrar venganza por el apoyo que la iglesia prestó a Ospina
tanto en las elecciones como durante la guerra civil. Buscando sacar o debilitar a la iglesia en política.

Mosquera después de su exitoso golpe de estado buscó la forma de recaudar dinero rápidamente, lo
cual lo llevó a la desamortización de los bienes de la iglesia, bajo el proyecto del libre circulación de
tierras, lo que permitiría una explotación productiva de las mismas. La necesidad de continuar la
guerra llevó al gobierno a vender rápidamente las tierras, dando como resultado que la mayor parte de
estas tierras quedó en manos de los más acaudalados.

Después de esta expulsión, un grupo de jesuitas se asentó en Panamá esperando desde allí nuevos
vientos en la política colombiana, para de esta forma regresar al país. En 1880 durante el Gobierno de
Rafael Núñez, en el que se buscó una Regeneración política que se plasmó en la constitución de 1886,
fue como con dicho documento los tiempos cambiaron para los jesuitas.

Regresan nuevamente al país y fundan nuevos colegios en Medellín, Pasto, y Bucaramanga, el


gobierno le confió a los recién llegados padres jesuitas la dirección del colegio de san Bartolomé en
1887. Ya en el siglo XX los jesuitas continuaron con su misión evangelizadora a través de los
mencionados colegios y la Universidad Javeriana hasta la actualidad.

Conclusiones.

A lo largo de este análisis hemos podido evidenciar como desde su creación como compañía religiosa,
los jesuitas se han ganado un importante lugar en los afectos del Vaticano, ya que ellos a través de sus
instituciones educativas se convirtieron en el brazo del evangelio cristiano, en todas las regiones del
mundo conocido.

Una vez situados en la llegada de los europeos a América, vemos como la orden jesuita fue requerida
por la iglesia para misiones de evangelización en el "nuevo continente", siendo de esta forma como la
compañía empieza a ser protagonista en nuestro territorio, muchos padres jesuitas llevaron a cabo
misiones con gran reconocimiento, entre ellos el varias veces mencionado en esta investigación san
Pedro Claver quien hacía la misión con los esclavos que llegaban en los barcos negreros que arriban
en el puerto de Cartagena de Indias.

A pesar de tener el afecto de algunos monarcas europeos, por los rumores esparcidos por Carlos III,
por el motín vivido en sus tierras, convenció a otros tantos monarcas de expulsarlos de sus territorios,
pero no contentos con esto, los monarcas solicitaron al mismo papa la eliminación de la compañía.

Esto les llevó a perder todo el territorio que habían ganado con su esfuerzo y éxito en las misiones.
Durante el tiempo que fueron expulsados se dieron los cambios sociales y políticos más importantes
en la región con las carreras independentistas que dieron origen a nuevos estados nación que tenían
una visión del mundo en la cual la iglesia no tenía un lugar tan privilegiado como hasta entonces.

Es aquí en esta época de efervescencia política, de polarización entre liberales y conservadores,


cuando la orden jesuita vivió sus peores momentos. Ya que no existía ninguna garantía, pero no solo
para los jesuitas, sino para toda la población en general, aunque la influencia de los liberales era
imperante, no solo en nuestro territorio sino a nivel global, ya que estas tensiones fueron alimentadas
por los ideales de libertad pregonados por los republicanos desde el siglo XVIII y la revolución
francesa.
La iglesia era un obstáculo para la laicización de la república, y aún un mayor obstáculo era la
compañía de Jesús, ya que estos al tener bajo su administración colegios en las diferentes ciudades del
país ejercen gran influencia en las jóvenes generaciones. Al estar en medio de este clima de
revolución bajo cualquier medio, promulgada por los liberales que no escatimaron en medios para
desprestigiar, e incluso manipulando elecciones con métodos violentos y coercitivos como la tarde de
los cuchillos, tarde en la que fue electo como presidente José Hilario López.

Vemos en este fragmento de la historia como quienes buscan el poder el Colombia a través de
cualquier forma (liberales), son los mismos quienes hoy reprimen la protesta pacífica, hoy en día
vemos cómo ha evolucionado la política liberal que fue la gran vencedora de estas tensiones, teniendo
en cuenta que las leyes que rigen hoy nuestro estado, son las leyes base de un estado moderno liberal.
Lo que nos lleva a recordar las palabras de algunos absolutistas que aseguraban que los republicanos
luchaban por sus propios intereses y los disfrazaron de libertad.

Esos que en aquel momento tomaron el poder en Colombia a través de la violencia, primero en la
tarde de los cuchillos cuando salió electo López y luego a través de las armas, como en el golpe de
estado orquestado por el general Mosquera, son quienes hoy se encuentran en el poder. Desde el siglo
XX hasta la actualidad hemos sido testigos de cómo se han transformado de liberales a conservadores.
Podríamos atribuir la estabilidad política de la nación al triunfo de ​la revolución burguesa
colombiana​, que hasta nuestros días mantiene el poder.

Además es de recalcar que desde 1860 se da inicio a un evento que marcaría gran parte de la realidad
colombiana, con las políticas de libre circulación de tierras que buscaba hacer que las tierras fueran
más productivas, consiguiendo el efecto contrario ya que la mayoría de estas tierras, algunas producto
de las desamortización de los bienes de los padres jesuitas, quedaron en manos de personas
acaudaladas, que si lo miramos desde la actualidad, podemos encontrar que somos el país más
desigual del mundo con respecto a la repartición de la tierra, por lo cual se hace evidente la necesidad
de una reforma agraria, que permita que estas tierras acumuladas y además improductivas, sean de
forma voluntaria productivas. Para lo que se necesita un acuerdo con los grandes terratenientes del
país, quienes acumulan tierras sin sacar provecho de ellas, además de que la economía colombiana
llegaría a una diversificación nunca antes vista y los niveles de pobreza en territorios rurales se verían
drásticamente reducidos.

Cabe resaltar una última cosa, a pesar de que en el inicio de las revoluciones burguesas la iglesia fue
una de las principales opositoras y víctimas de la misma, no al pasar mucho tiempo quienes deseaban
y estaban instaurando el nuevo orden, tomaron en cuenta la utilidad que tenía la Iglesia y la religión en
general como método de control de la población viendo así un gran aliado. Tal vez por ese motivo en
el momento en el que el país se "estabilizó", es decir cuando la revolución burguesa ya había
triunfado, es justo cuando la orden de los jesuitas alcanza su mayor periodo de estabilidad en nuestro
territorio.

Podemos tener claro entonces que los jesuitas tienen hoy mucha más influencia de la que se pueda
creer, ya que rescatado las palabras de Guerrero, J (2003) el ​Estado no tenía instrumentos capaces
para contrarrestar la "nefasta" influencia que los jesuitas ejercían sobre la sociedad.
Si lo vemos en la actualidad, el Colegio Mayor de San Bartolomé en la ciudad de Bogotá es uno de los
dos símbolos más importantes de la influencia y poder que alcanzan a tener los jesuitas, debido a que
allí forman desde hace un par de siglos a la juventud bogotana, sin embargo es bien sabido que no a
cualquier juventud, sino a la juventud que está destinada a gobernar el país, además que desde su
colegio ofrecen becas para las mejores universidades del país, entre ellas la universidad Javeriana que
es el segundo símbolo de poder e influencia jesuita en nuestro país, en parte porque los profesionales
egresados de esta universidad tienen más posibilidades de conseguir empleo, además que en pregrados
como derecho, en las universidades más antiguas y prestigiosas (que curiosamente están ligadas no
sólo con los jesuitas sino con otras compañías católicas), como la cuna de la clase política del país. En
ofertas de empleo de las mejores firmas de abogados del país solicitan siempre abogados javerianos y
muchos alcanzan puestos públicos, ejerciendo influencia en el gobierno, que busca su hegemonía a
través de estas instituciones. Queda claro entonces que los intereses de los jesuitas están bien
resguardos y respaldados por nuestros gobernantes actuales, y si lo seguimos permitiendo, de los
próximos.

A través de este escrito podemos ver la verdadera cara de la iglesia católica, cómo ha manipulado
monarcas y pueblos durante mil años, y cómo ahora subordinada, para no perder su influencia y ser de
utilidad a los intereses del nuevo orden, es utilizada como el brazo rector de la formación de la nueva
clase política colombiana, situación que surge a través de un clientelismo engendrado desde aquellos
tiempos en los que la iglesia y el estado estaban enfrentados.

Bibliografía

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