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DEPRESIÓN POSTPARTO

Y MATERNIDAD
Vínculos y consecuencias

Aristondo Vera, Elda


Farfán Castillo, Marisol
Gómez Fuertes, André
Sánchez Gavidia, Luis
Depresión postparto y maternidad: Vínculos y consecuencias

La maternidad puede ser un motivo de enorme alegría, pero a la vez puede plantear
numerosos desafíos y dificultades, de manera especial a lo largo del período posnatal,
durante el cual se pone a prueba la resistencia física y emocional de la madre. El hecho
de que la depresión postparto sea un desorden emocional verídico puede ser todavía una
sorpresa para muchos, pero un alivio para cientos de madres que han dado a luz
recientemente y que experimentan un declive en su autoestima y niveles de satisfacción
en torno a su relación de pareja.

Según la Organización mundial de la salud, el 10% de las mujeres embarazadas y el 13%


de las madres recientes, aproximadamente, padecen un trastorno mental, con frecuencia
depresión o ansiedad. En los países en vías de desarrollo, el 20% de las madres
experimentan depresión clínica tras dar a luz.

Las madres que sufren inestabilidad mental tras el nacimiento se enfrentan a dos retos
paralelos: adaptarse a la maternidad y lidiar con su problema de salud. Al tratar de
mantener el equilibrio puede surgir un conflicto interno, pero el miedo a ser juzgadas y
la vergüenza que les produce mostrar lo que están viviendo pueden levantar una barrera
que habitualmente les impide pedir ayuda.

Un estudio dirigido por la Universidad de Aarhus, Dinamarca encontró que las nuevas
madres que sufren depresión y otros trastornos psiquiátricos enfrentan un mayor riesgo
de cometer suicidio durante el año posterior al parto. Este estudio demuestra que en
general, las madres con trastornos psicológicos posparto tienen un riesgo cuatro veces
mayor de morir por causas naturales y no naturales durante el periodo de seguimiento,
que las madres sin trastornos posparto. Al mismo tiempo, las madres con trastornos
posparto enfrentan aproximadamente las mismas tasas de mortalidad como madres con
trastornos psicológicos no relacionados al parto.

La depresión posparto puede producir en numerosas mujeres un estado prolongado de


profunda tristeza, la pérdida de apetito, la irritabilidad, el distanciamiento de los amigos
y familiares además de la pérdida de interés por la vida, lo cual reduciría su capacidad
para cuidar del bebé, y podría despertar conductas autolesivas e incluso tendencias
suicidas.

La clínica, indica que los patrones neuronales de las pacientes con diagnóstico de
depresión postparto son diferentes a los de pacientes con depresión mayor. Una de estas
características distintivas es que la amígdala (que usualmente se muestra hiperactiva en
personas con ansiedad y depresión) se observa menos activa en mujeres con depresión
postparto.

Las investigaciones sugieren que los trastornos del estado de ánimo que perturban a las
mujeres luego del alumbramiento no solo las afectan a ellas sino también a los recién
nacidos. Del mismo modo, las madres con depresión o ansiedad postparto son más
proclives a emplear el castigo físico con sus hijos, lo que puede dificultar la creación de
un vínculo materno filial saludable y fuerte. A largo plazo, la depresión y la ansiedad que
experimentan algunas mujeres podrían afectar gravemente la salud de los recién nacidos
y repercutir en su crecimiento. De hecho, los hijos de madres con depresión tienden a
enfermarse más y requerir con más frecuencia y carácter de urgencia los servicios de
salud.

La realidad de la maternidad acompañada del sufrimiento de la depresión posparto puede


ser difícil de digerir, máxime cuando se espera una inmensa felicidad. Este conflicto
interno produce en las mujeres que acaban de dar a luz sentimientos de culpa y vergüenza
por sufrir una enfermedad mental lo que exacerba el miedo que sienten a ser juzgadas por
los demás, lo que a larga va haciendo solida la convicción de que no merecen ser madres.

La presión social e interna que experimenta la madre puede afectar la falta de sinceridad
sobre las cuestiones de salud mental generando dificultades para la identificación de estas
mujeres como enfermas, por lo que no recibirían la ayuda adecuada. Sin este apoyo, el
riesgo de que la salud mental se vea aún más deteriorada se hace exponencialmente mas
alto, lo que resultaría en consecuencias negativas para el conjunto de la familia.

A pesar de los datos estadísticos de prevalencia, la depresión postparto se enlista en el


Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) como “depresión
perinatal”, una extensión del trastorno de depresión mayor. Por otro lado, la ansiedad
postparto, ni siquiera se incluye en el DSM-5, ya que se considera un síntoma prevalente
de la depresión postparto.

Para la neurocientífica, Jodi Pawluski de la Universidad de Rennes, resulta impactante la


escasa investigación que se ha realizado en torno a la depresión postparto, tomando en
cuenta que entre el 10 y 20 por ciento de las mujeres durante y después del embarazo
desarrolla esta condición.

Sumando esto a las repercusiones que la depresión puede tener en los recién nacidos
durante su crecimiento inicial, es evidente que la profundización científica es necesaria
para entender mejor la complejidad del proceso de maternidad y definir cómo puede este
influir en el desarrollo de trastornos mentales en las mujeres.

El estado y los administradores de salud debe comprender el impacto que produce una
salud mental deficiente en las madres. Asimismo, se deberían crear espacios para que las
mujeres se expresaran abiertamente sobre la maternidad y la salud mental en un ambiente
en el que no se sintieran juzgadas.

Es acertado recordar que, si podemos mejorar la salud y el bienestar de la madre, podemos


mejorar la salud y el bienestar de los niños y sus familias.

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