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TRATADO PRIMERO

CONCEPTOS BASICOS

CAPITULO DOS

ESTRATEGIA MARITIMA

1. INTRODUCCION

1.1 NECESIDAD DE UNA TEORIA

La guerra terrestre, por razones obvias, es la primera en formular una teoría


estratégica, lógica y comprensible. Su utilidad se verifica de manera fehaciente
en el desarrollo de contiendas donde sus protagonistas resolutivos son los
ejércitos terrestres. Sus procedimientos se encuentran en permanente
evolución con la introducción de nuevas armas y tecnologías. Asimismo, el
campo de batalla experimenta una continua expansión haciendo cada vez más
estrecha la relación entre la tierra, aire y mar. Dicho aserto, lo comprueban las
recientes conflagraciones llevadas a cabo en teatros casi o mediterráneos
como Kosovo, Afganistán y el Golfo. La guerra en el mar cada vez está más
inmersa en lo conjunto.

La guerra moderna constituye un fenómeno total, tridimensional y conjunto. Sin


embargo, cada arma - Ejército, Marina y Fuerza Aérea - requiere de una teoría
estratégica particular. Sus respectivos escenarios poseen medios y fines
diferentes. La guerra en el mar, con varios objetivos simultáneos, demanda a la
estrategia marítima orientar sus esfuerzos en forma racional y eficaz. Esta
necesidad se hace más patente al considerar que la estrategia marítima no sólo
se manifiesta en el transcurso de los conflictos sino también durante la paz.

El tratadista británico Ken Booth, con acierto, señala: “El mar se usará más y
no menos. Sus recursos, que antes eran puramente marginales, tienen ahora
una importancia de considerable potencial, sin bien finalmente es incierta. El
hecho de que la jurisdicción nacional en varias formas y para varios propósitos
se irá extendiendo sobre nuevas zonas marítimas, parece ser una de las pocas
previsiones que se pueden hacer con seguridad en la actual política
internacional. En una forma u otra los Ministerios de Relaciones Exteriores de
todo el mundo tendrán que irse preocupando con los problemas de límites
marítimos en medida mucho mayor que en cualquier época anterior. El antiguo
régimen está cambiando, y hay una esperanza de estar pisando el umbral de
otro. Las implicancias de esas tendencias para el futuro de las Armadas
todavía están por verse, pero habrá implicaciones” (1). La estrategia marítima
debe adaptarse a esos nuevos retos con el propósito de emplear al Poder
Naval en su solución. Tal vez, su rol varíe de mero aval en conversaciones
diplomáticas o uno de los instrumentos del poder nacional para encarar el
conflicto a través de la violencia. Por último, se debe recordar que los
Organismos Internacionales gestionan ante la Comunidad, con mayor
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frecuencia, el concurso de fuerzas navales para la realización de Operaciones
de Paz a causa de su extraordinaria flexibilidad política.

1.2 DIFERENCIAS ENTRE LA ESTRATEGIA MARITIMA Y LA TERRESTRE

a) Fundamentos

En los albores de la civilización, los egipcios distinguen a los “pueblos de


la mar” como diferentes a ellos, “hombres de la tierra”. Raymond Aron
destaca con agudeza sus respectivas peculiaridades: “No faltan razones
para considerar como fundamental, a través de la historia, la oposición
entre el continente y el mar, entre la potencia continental y la potencia
marítima. Los dos elementos, la tierra y el agua, parecen simbolizar dos
maneras de ser de los hombres y les incitan a dos actitudes típicas. La
tierra pertenece a alguien, al propietario individual o colectivo, pero el mar
pertenece a todos, porque no pertenece a nadie. El imperio de las
potencias marítimas está inspirado en el sentido del comercio... Los
nómadas, de tierra y mar, los jinetes y los marinos son los constructores
de dos tipos de imperio; los profesionales de dos clases de combate. No
siempre han jugado el mismo papel, movimiento y maniobra, en tierra y
mar. El deseo de reducir al mínimo los azares de la lucha, el esfuerzo del
estratega por conseguir reunir sus fuerzas en un campo de batalla y por
oponer al enemigo un frente continuo, no tiene equivalente alguno en la
inmensidad de los océanos” (2). El triunfo del mar en la milenaria lucha
entre el agua y la tierra lo avala el derrumbe de la Unión Soviética ante
Estados Unidos. Con la caída del coloso comunista se desvirtúa, por
ahora, la profecía geopolítica sobre la preeminencia mundial de la masa
continental euroasiática.

En materias estratégicas existen dos tendencias extremas nacidas de la


permanente oposición mar y tierra. Estas posturas exageradas perjudican
la fluidez y eficacia de la dirección de la guerra hasta acarrear el desastre.
Una corresponde a la aplicación de conceptos terrestres en la estrategia
marítima sin considerar las diferencias intrínsecas entre ellas. La otra,
reside en abordar las guerras haciendo gravitar, en forma excluyente, las
operaciones aeroterrestres - criterio continental - y omitiendo el empleo del
poder naval para explotar el mar con fines militares, económicos y
políticos. “Cabe señalar la conveniencia de evitar la adopción de
posiciones extremas, tales como las que algunos autores han denominado
navalismo, simplismo terrestre y dohuetismo, según sea la exageración
sustentada al asignar injustificada preponderancia a determinadas
operaciones, desconociendo el principio de la unidad de la guerra y
pretendiendo que bastaría para el éxito en el conflicto contar únicamente
con las operaciones realizadas por las fuerzas de una sola institución” (3).

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Alemania ha cometido graves y frecuentes errores en el aspecto
comentado. En las dos Guerras Mundiales, el criterio continental de sus
dirigentes los condujo al rotundo fracaso. No advirtieron la enorme
capacidad de Gran Bretaña, su enemigo principal y la primera potencia
marítima en el momento de romper las hostilidades. El Káiser e Hitler se
limitaron a realizar una guerra terrestre y, por supuesto, no alcanzaron la
decisión. Luego sobrevino la reacción de la potencia marítima y sus
aliados. En el primer conflicto, el bloqueo económico quebró el campo de
acción interno germano y, en el segundo, el asalto desde el mar alcanzó el
corazón de la fortaleza nazi.

En el caso de Chile, país de condición geográfica insular, desde la


Independencia hasta la Revolución del 91 el poder naval demostró ser un
factor militar crucial. La decisión de los conflictos se alcanzó en el mar.
Luego, mediante la explotación del control del mar, el ejército resolvió la
guerra conquistando el territorio adversario y así se logró quebrar su
voluntad de lucha. Sin embargo, en repetidas ocasiones el gobierno
descuidó la Armada, creando un vacío de poder, con funestas
consecuencias para la nación.

Los problemas descritos se generan por diversas razones. En primer


lugar, la estrategia terrestre es la primera en contar con una teoría con
fundamentos científicos y bien sistematizada, gracias a la obra de oficiales
de ejército. Asimismo sus bases intelectuales poseen una extraordinaria
amplitud y abstracción. Estas características inducen a percibir sus
procedimientos y fines como de aplicación universal. A lo anterior, se
agrega la estrecha unión entre ambas estrategias expresada por la unidad
de la guerra y la correlación marítima-continental. Por último, es
necesario tener presente la complejidad de la estrategia marítima por
causa de las singularidades del medio, de los medios y los objetivos
estratégicos que persigue. El general Manuel Montt, sobre el tema, acota:
“La estrategia terrestre es una ampliación de la táctica: mayores efectivos
dentro de un marco de tiempo y espacio mucho mayor, pero sus principios
y procedimientos son semejantes... La guerra en el mar... establece una
marcada diferencia entre ambas... La estrategia naval en cambio es
mucho más amplia y compleja que la estrategia terrestre” (4).

A continuación se efectúa una somera enumeración de las diferencias


primordiales entre las estrategias marítima y terrestre. Se omite la
comparación con la aérea, pues ésta se puede asimilar a la marítima.
Además, aún cuando sus efectos repercuten en el espacio aéreo sus
objetivos se encuentran en la tierra.

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b) Diferencias específicas entre las estrategias

Las disparidades de mayor relevancia son las siguientes:

(1) OBJETO

Terrestre

- Conquistar el territorio enemigo.

Marítima

- Conquistar y explotar el control del mar.

(2) OBJETIVOS

Terrestre

- Las fuerzas adversarias.

Marítima

- La fuerza organizada del enemigo.


- Las comunicaciones marítimas.
- La posición estratégica.
- El territorio.

(3) FORMA DE PRODUCIR EL EFECTO

Terrestre

- Directo. Una vez destruido el ejército contrario en la batalla


decisiva se ocupa el territorio del vencido.

Marítima

- Directo. Proyecta el poder militar de la nación a través del mar.


- Indirecto. Interrumpe las comunicaciones marítimas del enemigo
para sofocarlo económica y militarmente. Estas operaciones se
inician desde el primer día de las hostilidades y su efecto es
progresivo en el tiempo.

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Comentario

- Directo. En la guerra de Corea (1950) la operación anfibia en


Inchon frustró la invasión comunista a Corea del Sur.

- Indirecto. Alemania fue derrotada por el bloqueo económico


ejercido por el poder naval aliado en la Primera Guerra Mundial.

(4) RESOLUCION DEL PROBLEMA

Terrestre

- Sólo la fuerza. El ejército requiere destruir a los medios


terrestres que se le oponen.

Marítima

- El poder naval con sus tres componentes. Además, es necesario


considerar sus tres objetivos estratégicos naturales: fuerza,
posición y comunicaciones marítimas.

Comentario

- En la Primera Guerra Mundial Alemania olvidó la posición y, en la


Segunda omitió la fuerza.

(5) EFECTOS POLITICOS DE LAS OPERACIONES

Terrestre

Participan sólo los beligerantes. Las operaciones están circunscritas


dentro del territorio de los contendores.

Marítima

Toman parte los beligerantes y neutrales. Las comunicaciones


marítimas pertenecen a todo el mundo. Además, la pugna por la
posición estratégica, las convenciones sobre el uso del mar, los
tratados de limitación de armamentos y las interferencias del
Derecho Internacional son permanentes y gravitantes en el mar.

Comentario

En la Primera Guerra Mundial, la decisión germana de ordenar la


guerra submarina irrestricta determinó el ingreso de Estados Unidos
al conflicto.

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(6) LA BATALLA

Terrestre

- Inevitable. El más débil no puede rehuir el choque con el ejército


enemigo.

Marítima

- Eludible. El encuentro es de consentimiento mutuo, al más débil


le es posible rehusar indefinidamente la batalla.

Comentario

La flota argentina se refugió en su base a fin de evitar el encuentro


durante el conflicto de las Falklands.

(7) DESARROLLO DE LA DEFENSIVA

Terrestre

- Terreno. El más débil cuenta con los accidentes geográficos


para protegerse de la acción del más fuerte.
- Espera. Amparado en el terreno, quien está a la defensiva
aguarda al enemigo.
- Desgaste. El defensor, aprovechando sus ventajas, desgasta al
atacante a medida que avanza.

Marítima

- Terreno. En alta mar no hay accidentes geográficos donde


protegerse. En consecuencia al más débil no le es conveniente
aceptar el encuentro generalizado.
- Espera. El débil no puede esperar. Pero la guerra en el mar no
se localiza como en tierra, circunstancia que le permite
desplazarse para realizar contraataques.
- Desgaste. Quien está a la defensiva debe desgastar al enemigo
por parcialidades aprovechando los vastos espacios marítimos
para lograr la sorpresa. En resumen, el más débil está obligado
a avanzar hacia el enemigo para desgastarlo.

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Comentario

Después de Pearl Harbour, la flota del Pacífico norteamericana


quedó muy disminuida en relación a su adversario. Sin embargo,
enfrentó a los japoneses en mar del Coral y Midway obteniendo
substanciales éxitos estratégicos.

(8) VIOLENCIA

Terrestre

Ilimitada. En las operaciones terrestres se destruyen ciudades y se


asolan comarcas completas. Combatientes y civiles caen a causa
de su violencia indiscriminada.

Marítima

Limitada. Las bajas, insignificantes, son sólo combatientes y


profesionales del mar que voluntariamente afrontan los rigores de la
guerra. Además, las batallas tienen repercusiones extraordinarias
incluso a nivel mundial.

Comentario

En la batalla de Trafalgar los británicos sufrieron 441 muertos y


1.214 prisioneros. En tanto las bajas franco-españolas alcanzaron a
4.395 muertos y 2.540 prisioneros. Con ella el Reino Unido obtuvo
la hegemonía mundial e implantó la “Pax Británica” por más de un
siglo.

(9) TEATRO DE LA GUERRA

Terrestre

Local. Comprende exclusivamente el territorio de los beligerantes.

Marítima

- Inmenso. Sobrepasa la extensión jurisdiccional de las partes en


conflicto.
- Variable. Los objetivos estratégicos en el mar, la fuerza y
comunicaciones marítimas, modifican su ubicación y fisonomía
de acuerdo a las hipótesis de guerra y a las amenazas por
neutralizar o las metas previstas.
- Interferido. Los neutrales pretenden hacer valer sus derechos a
navegar y ejercer el libre comercio a través del mar.

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(10) TEATRO DE OPERACIONES

Terrestre

- Operaciones. Por lo general, las operaciones se realizan en el


territorio del más débil.
- Capacidad. Se satura según la capacidad de las líneas de
operaciones.
- Extensión y forma. Tiene límites fijos y permanentes que definen
su extensión y forma.

Marítima

- Operaciones. Se llevan a cabo en las aguas del más fuerte o del


más débil.
- Capacidad. Por su inmensidad no hay posibilidad de saturación.
- Extensión y forma. En la práctica no posee extensión ni forma,
pues ambos se alteran de acuerdo a las operaciones en
desarrollo. En consecuencia, lo único permanente es su
variación.

(11) FRENTE

Terrestre

- Continuo. Forma una línea continua sólo penetrable por medio


de la lucha. Este concepto está en evolución.

Marítima

- Discontinuo. Es permeable y se penetra sin lucha. Incluso


tratadistas señalan que no existe frente en el mar.
- Variable. Depende de la ubicación de las fuerzas navales.

(12) LINEAS DE OPERACIONES

Terrestre

- Concretas. Se materializan por accidentes geográficos.


- Permanentes.
- Compuestas.
- Vulnerables.
- Saturables.

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Marítima

- Direcciones generales. Se materializan sólo cuando una fuerza


opera en el mar.
- Eventuales.
- Simples.
- Invulnerables o cercano a ello.
- No saturables.

(13) LINEAS DE COMUNICACIONES

Terrestre

- Concretas. Se circunscriben a las vías terrestres.


- Permanentes.
- Compuestas, por lo general.
- Rígidas.
- Vulnerables.
- Saturables.
- La seguridad es proporcionada por la fuerza restando medios a
la masa de maniobra.
- Exclusivas de los beligerantes.

Marítima

- Direcciones generales. Se materializan sólo cuando hay buques


navegando hacia su destino.
- Simples.
- Flexibles.
- Vulnerables. Constituye uno de los objetivos estratégicos
gravitantes de la guerra en el mar.
- No saturables. Se exceptúan los terminales marítimos que se
congestionan.
- Comunes. De los beligerantes y neutrales.
- Seguridad. Es otorgada por la propia fuerza y el espacio.
- Compartidas. Atienden los requerimientos económicos y
militares del país y concurren para darle cohesión al campo de
acción interno.

(14) BASE DE OPERACIONES

Terrestre

- Concepto. Es exclusivamente logístico.


- Vulnerable. Carece de autonomía defensiva, superado el frente
no tiene seguridad.
- Temporal. Se traslada según las operaciones que apoya.
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Marítima

- Posición Estratégica.
- Concepto. En lo principal es estratégico y en lo accesorio
logístico.
- Permanente. Constituye un área geográfica específica.
- Autonomía defensiva. Necesita defender tanto a la fuerza
estacionada en ella como protegerse al quedar aislada en forma
eventual.
- Ubicación respecto a los objetivos estratégicos. Su situación
relativa facilita la ofensiva de la fuerza.
- Frente. Mientras mayor sea este, junto con el número de
accesos, otorga flexibilidad a la maniobra estratégica en el mar.

(15) OBTENCION DE LOS OBJETIVOS ESTRATEGICOS

Terrestre

- Bélico. Se logra mediante la batalla.


- Económico. Se conquista previa destrucción de la fuerza
defensora.
- Moral. Se conquista previa destrucción de la fuerza defensora.

Marítimos

- Bélico. Se logra por la batalla o la neutralización mediante el


bloqueo militar.
- Económico. Se corta el tráfico comercial del enemigo realizando
operaciones de ataque a sus líneas de comunicaciones
marítimas, además de recurrir al bloqueo económico.
- Geográfico. La posición estratégica y el territorio adversario se
conquistan con operaciones de proyección consistentes en
ofensivas estratégicas o se neutralizan con ofensivas tácticas.
- Morales. Basta con amenazarlos o realizando operaciones de
proyección correspondientes a ofensivas tácticas.

(16) RESERVA ESTRATEGICA

Terrestre

Indispensable por razones estratégicas y tácticas tanto en la


ofensiva o defensiva.

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Marítima

Prescindible. Hasta hoy no se emplea por razones estratégicas y


tácticas. Sin embargo, es posible que en el futuro sea necesaria.

c) Comentario final

La resumida enumeración de las diferencias más sobresalientes de


algunos elementos de la guerra en el mar y la tierra permite recalcar la
inconveniencia de aplicar -con cierto criterio continental- conceptos
terrestres a la estrategia marítima. En cierto modo, destaca la utilidad
para un país marítimo en comprender las peculiaridades de la guerra
oceánica. El generador de las disimilitudes reside en el escenario líquido
donde se desarrollan las operaciones navales, pues determina el empleo
de buques de características tan distintas a los medios de combate y
transporte terrestres. Asimismo las cualidades distintivas de los teatros
marítimos, frentes, líneas de comunicaciones y operaciones, etc. carecen
casi de semejanzas o paralelos con las terrestres. Las aludidas
realidades desembocan en objetivos estratégicos y métodos para su
obtención muy distintos entre sí.

Al examinar en profundidad la guerra terrestre, los objetivos estratégicos


de cualquier naturaleza se consiguen previa derrota de la fuerza
defensora. El General Montt confirma la aseveración “Las fuerzas
terrestres tienen como objetivo normal la destrucción del ejército enemigo
para imponer la ley al adversario y ello sólo se logra por la batalla” (5). En
resumen, el objetivo estratégico terrestre se reduce a uno: la fuerza
adversaria. El gran problema se encuentra en él “como” destruirla.

Por su parte, al conductor de la guerra en el mar, en vez de un objetivo,


claro y definido, se le presentan tres de carácter natural. (La fuerza
organizada, posición estratégica y comunicaciones marítimas), más el
territorio derivado de las interferencias. En consecuencia, su primera
obligación consiste en establecer un orden cronológico donde se fija el
objetivo principal a lograr en forma prioritaria para luego alcanzar otros.
Pero, siempre debe tener presente que su responsabilidad básica es el
control del mar para servir a los fines de la guerra.

Otro aspecto de interés corresponde a la batalla. En tierra, el choque


entre los ejércitos acontece de modo ineludible, mientras en el mar
constituye un acto bélico de consentimiento mutuo. En otras palabras, la
decisión en la estrategia marítima yace en la voluntad de los
contrincantes. Por tal razón, Rosinki comenta: “Desde los tiempos
cuando los buques fueron organizados por primera vez en flotas y las
primitivas correrías de la Edad Media dieron paso a una estrategia
metódica, los mandos navales han sido acosados por una abrumadora
perplejidad -como interceptar a su oponente antes que pudiera producir
daños irreparables a los intereses confiados a su resguardo. Cuan fácil,
2-11
en comparación, es la tarea del Comandante terrestre. Ahí el General, si
no se encuentra suficientemente fuerte para ir al encuentro y destruir al
enemigo en su propio territorio, puede interponer su ejército como un
escudo escogiendo una posición favorable cerca de la frontera, con la
certeza que su contrincante o avanza hacia él, que goza de todas las
ventajas de la defensa, o en cambio trata de eludirlo haciendo un rodeo
exponiéndose a todos los riesgos de un contraataque en el flanco o
retaguardia” (6).

La historia naval registra innumerables ocasiones en que, sin mayor


reflexión, se adoptan conceptos o procedimientos válidos únicamente en
tierra. Los mencionados con mayor frecuencia atañen a la dirección
alemana en las dos guerras mundiales atribuyéndolas a la inexperiencia
del mando naval germano. Sin embargo, Armadas con gran tradición
también incurren en las citadas omisiones. Por último se estima prudente
subrayar la dualidad del control del mar: ejercicio y conquista. Los
tratadistas más conocidos lo analizan en forma extensa y profunda pero,
así y todo esta característica tiende a desvanecerse. Gran Bretaña por
despreciarla casi naufraga en dos oportunidades por tener un poder naval
conformado, principalmente, para la batalla. Ambas actividades, conquista
y ejercicio, poseen medios y métodos propios. Mientras el mar se
encuentra en disputa, la flota concentrada en la posición protege las
comunicaciones marítimas con el dominio obtenido por su presencia y
actividad, pero no le es posible dividirse. En tanto, los escoltas, a su
amparo, defienden las naves que realizan el ejercicio del dominio del mar
satisfaciendo las necesidades militares y económicas de la nación. Si los
cargueros son hundidos en su tránsito, uno de los principales roles de la
Armada no se cumple. Una vez obtenido la decisión en el mar, la flota no
requiere continuar reunida y se entrega de lleno al ejercicio o explotación
del mar.

Ejemplo Histórico:

II Guerra Mundial. Japón.

El gobierno japonés incurrió en numerosos y graves errores. En una


guerra esencialmente marítima aplicó diversos conceptos terrestres. Las
aludidas fallas de concepto lo condujeron a una aplastante derrota. El
General Fuller consignó: “Comprendiendo que la fuerza aérea les
permitía convertir sus 2.500 islas insignificantes del Pacífico en una flota
gigantesca de “portaaviones anclados” y como la distancia por mar entre
una isla y la próxima no era en ningún caso de más de 800 Km., se
decidieron a emprender una guerra de operaciones anfibias. Como
veremos, el avance sobre el Pacífico estuvo protegido en casi todos los
casos por aviones con bases en tierra y no en portaaviones... La parte
esencial del plan era apoderarse de Birmania, Malaya, Sumatra, Java y
Borneo, porque esas adquisiciones convertirían a Japón en una potencia
industrial que se bastaría a sí misma. Además, esto compensaría
cualquier retirada que, con el tiempo, se viera obligado a hacer en China.
2-12
Además, a fin de proteger esta posición de flanco, era igualmente esencial
establecer al Este de la misma línea de puestos avanzados tan fuerte
como fuera posible, a objeto de poder trocar el espacio por tiempo y,
asimismo, poder prolongar la guerra en forma que su enemigo llegase a
considerar inconveniente continuarla” (7).

Pero los japoneses se equivocaron pues los “portaaviones anclados” y el


extendido cordón defensivo eran, en realidad, una mentalidad “Maginot”
aplicada a la guerra marítima. Ellos olvidaron que en el mar jamás han
existido frentes impermeables, ante la flexibilidad y la movilidad
estratégica del poder naval. La contraofensiva norteamericana los
sorprendió de manera permanente. En algunas ocasiones los atacaron en
puntos inesperados, cuando trataban de concentrar su fuerza aeronaval
basada en tierra o destruyendo en sus bases las aeronaves ya
desplegadas. Incluso, en los encuentros decisivos no pudieron coordinar
las acciones de la flota con la aviación terrestre. Por último, no previeron
el impacto en la opinión pública norteamericana del sorpresivo ataque
aeronaval a Pearl Harbour. “El día de la infamia”, como lo denominó el
Presidente Reosevelt, unió al pueblo estadounidense tras el objetivo de
aplastar al imperio japonés.

1.3 ALGUNAS DEFINICIONES DE ESTRATEGIA MARITIMA

a) Julian S. Corbett

Los principios que rigen a una guerra en la cual el mar es un factor


esencial con el propósito de determinar las relaciones mutuas del ejército
y marina en un plan de guerra.

b) Vicealmirante Wolfgang Wegener

La ciencia de la posición geográfica, de su modificación y permanencia


con respecto a las rutas comerciales.

c) Capitán de Navío S.W. Roskill

Obtener y conservar el control de los mares para el uso propio y negar tal
control a los adversarios.

d) James Cable

Asegurar para uno mismo y negarle al adversario aquellos usos del mar
que son importantes para el resultado del conflicto.

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e) Capitán de Navío Santiago Díaz Buzeta

Es la ciencia de concebir y preparar y el arte de emplear en la mejor forma


las Fuerzas Navales para cumplir con su objeto de conquistar o disputar el
dominio para los fines de la guerra.

f) Ken Booth

Asegurarse el uso del mar para los fines propios y la capacidad para
impedir que los demás lo usen en detrimento de esos fines.

g) J. R. Hill

Sostener políticas y fuerzas marítimas que actuarán decisivamente para la


consecución de los intereses nacionales, en una amplia gama de
situaciones.

h) Reflexiones

Las definiciones proporcionadas por los autores mencionados en párrafos


precedentes, con la excepción de Booth e Hill, reducen la competencia de
la estrategia marítima a épocas de conflicto. Las fuerzas navales durante
los prolongados tiempos de paz realizan innumerables tareas englobadas
en las áreas de misión disuasión y presencia naval. La última se
subdivide, a su vez, en operaciones o actividades de contribución a la
política, policía marítima y apoyo a la comunidad. En la actualidad, la
estrategia marítima siempre se encuentra presente para colaborar con el
estadista en el uso del mar en beneficio de los intereses nacionales,
evitando interferencias y restricciones de múltiples orígenes.

Existe cierta anarquía en el uso del término estrategia naval y marítima.


Tratadistas emplean indistintamente dichas expresiones hasta en un
mismo texto. Gran Bretaña, bajo la influencia de Corbett, precisa que la
estrategia marítima tiene naturaleza conjunta. En verdad este instrumento
supera lo conjunto al actuar durante la paz, por lo general, en forma
independiente, en el logro de metas políticas, económicas, sociales y
estratégicas. Por otra parte, la acción de la Armada de Chile se realiza
mediante la “Estrategia de los Tres Vectores”, donde uno sólo (Vector
Defensa) demanda necesariamente un esfuerzo conjunto.

Se prefiere el término “Estrategia Marítima” en vez de “Estrategia Naval”


por la mayor amplitud del primero. Aún cuando el papel principal lo juega
el “Poder Naval”, el escenario es marítimo. Además, en las operaciones
navales están, como telón de fondo, los “Intereses Marítimos”, en
particular, las “Comunicaciones Marítimas” de ambos adversarios y
neutrales con sus variados alcances. Por último, el quehacer de la
Armada de Chile, desde su creación, está inmersa en el fomento del
Poderío Marítimo de la nación.
2-14
2. EVOLUCION DE LA ESTRATEGIA MARITIMA

2.1 GENERALIDADES
Desde la antigüedad se conocía la influencia del dominio del mar en el destino
de las naciones. En el caso nacional, O’Higgins y Portales tuvieron ideas muy
nítidas sobre la materia. El último de los citados señaló en 1836: “Las fuerzas
navales deben operar antes que las militares, dando golpes decisivos.
Debemos dominar para siempre en el Pacífico: esta debe ser su máxima
ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre” (8).
Sin embargo, hasta fines del siglo XIX, no había ningún texto con pensamientos
sistematizados sobre estrategia marítima. Todo lo escrito, existía una
voluminosa literatura, correspondía a la táctica con sus evoluciones y
formaciones. Según Castex, el único autor preocupado de la Estrategia
Marítima fue el almirante Bouet-Willaumez quien escribió en 1857 “La
estrategia, en tierra, es el arte de determinar los puntos decisivos del teatro de
guerra y las líneas o rutas generales que deben seguir los ejércitos para llegar
a ellos. En el mar... puede decirse que la palabra estrategia no tiene significado
preciso, en lo que respecta a las flotas, sobre todo después de la invención de
la brújula...; sus líneas de marcha siguen la dirección de la aguja imantada” (9).
En síntesis, su interés se limitó al repudio.

Entre los tratadistas existe consenso respecto a la existencia de innumerables


precursores en la gestación del pensamiento estratégico marítimo. El primero
de los mencionados es Tucidides; quien, en la “Historia de la Guerra del
Peloponeso”, describe el conflicto sostenido entre una potencia marítima,
Atenas, contra una continental, Esparta. En su texto, el autor delinea valiosos
conceptos sobre estrategia marítima. Por ejemplo comenta que cuando Atenas
concentra sus actividades bélicas en el mar obtiene resonantes éxitos, pero
fracasa al aventurarse en la conquista de Siracusa, una empresa de carácter
terrestre. “Se llega pues, al final del siglo XIX, habiendo encontrado en los
tiempos modernos muy pocos escritos referente a la teoría de estrategia naval.
Es verdad, que durante el mismo período se había hecho estrategia, buena o
mala estrategia, pero ocurría lo mismo que con aquel personaje que escribía en
prosa sin saberlo; por lo menos, casi nadie había pensado en sistematizar sus
reglas y el siglo habría transcurrido presentado a este respecto el mismo vacío
que los precedentes si dos hombres no hubieran hecho su aparición” (10).
Ellos son el norteamericano A.T. Mahan y el británico P.H. Colomb, quienes dan
la señal de partida a un copioso flujo de textos relativos a la estrategia
marítima.
A continuación se expone un compendio de las ideas y aportes esenciales de
los autores más conocidos sobre el tema en comento. Conviene tener presente
que los escritores son cautivos de su tiempo y el entorno circundante. Por lo
común, sus pensamientos están orientados para ilustrar a la opinión pública y
gobernantes de sus países. Sus teorías, en lo primordial intentan resolver los
problemas de estrategia marítima encarados por sus respectivas naciones. Sin
embargo, gran parte de sus ideas originales, por su abstracción y amplitud,
tienen aplicación universal.
2-15
2.2 ESCRITORES SOBRE ESTRATEGIA MARITIMA

a) Contraalmirante Alfred Thayer Mahan (1840-1914)

Fue un Capitán de Navío de la Armada de Estados Unidos de


Norteamérica. Estando ya en retiro, gracias a sus méritos intelectuales se
le ascendió a Contraalmirante. Escribió numerosos artículos y libros
sobre estrategia marítima. Sus obras más importantes, “Influencia del
Poder Naval en la Historia” y “Estrategia Marítima”, impactaron a los
círculos gobernantes tanto en el extranjero como en su país. “La
consecuencia inmediata de la tesis de Mahan fue la perentoria necesidad
de desarrollar el poderío de la marina norteamericana, que en esa época
languidecía por falta de cuidados. Según dijo en 1887 el Secretario de
Marina de Cleveland, William C. White, la marina americana no tenía
fuerzas para luchar ni para huir siquiera, y de acuerdo con el parecer de
Mahan, no era rival para la Armada de Chile, y mucho menos para la de
España” (11). En esos años, Norteamérica se expandió en los océanos.
Adquirió el archipiélago de Hawai en el centro de la Cuenca del Pacífico.
Por medio de la guerra contra España se apoderó de Guantánamo, Puerto
Rico y las Filipinas. Las dos primeras posiciones le otorgaron el control
del Caribe y, la restante, complementó a Hawai en su avance hacia el
Lejano Oriente y sus promisorios mercados. Por último, se adueñó de la
Zona del Canal de Panamá, donde construyó el estratégico paso
interoceánico de unión entre el Atlántico y el Pacífico.

Las obras de Mahan se adoptaron como textos oficiales en las academias


e institutos navales de Gran Bretaña, Alemania y Japón. El Káiser
Guillermo II expresó: “Estoy precisamente ahora no leyendo, sino
devorando el libro de Mahan, y estoy intentando aprenderlo de memoria”
(12). En vista de los resultados de la Primera Guerra Mundial, el soberano
alemán no obtuvo mucho provecho de sus lecturas.

Los escritos de Mahan contribuyeron al resurgimiento de un imperialismo


radicalizado entre las grandes potencias. Las cuales se lanzaron en una
desbocada carrera destinada a apoderarse de colonias en ultramar. La
descarada competencia provocó frecuentes conflictos, crisis y tensiones
que culminaron en la Primera Guerra Mundial. “A los pueblos ya no les
bastaba jugar un papel dentro del sistema de Estados europeos;
ambicionaban ser una potencia ultramarina. Los decenios siguientes
trajeron la encarnizada lucha de las naciones europeas por territorios
coloniales en ultramar” (13).

Castex destaca, con claridad, los grandes méritos de Mahan: “Fue el


primero en deducir la verdadera filosofía de la guerra naval. Comprendió
algo que ningún otro autor había comprendido anteriormente de una
manera completa: la importancia primordial del dominio del mar y el rol
que este dominio ha desempeñado en la historia del mundo. Ha
discernido, expresándolo en forma vigorosa, que este dominio del mar y
todas las operaciones que se basan en él, dependen en primer lugar de la
2-16
fuerza organizada. Ha demostrado, que esta última constituye el factor
principal. Ha deducido de ello, como consecuencia, la importancia que
reviste la destrucción de la fuerza organizada del enemigo y, por lo tanto,
la importancia de buscar la batalla... Ha tratado también de modo muy
acertado ciertos factores externos o internos concernientes a la estrategia:
la concentración, la ofensiva, la defensiva y la maniobra. Se ha extendido
especialmente sobre los factores de orden geográfico, en particular sobre
las cuestiones relativas a las bases navales, pero sin atribuirles
demasiado valor y subordinándolas a la acción preponderante de la fuerza
móvil. Las cuestiones de política general y naval, tanto interior como
exterior, tampoco fueron olvidadas por este autor” (14).

En un principio, la palabra de Mahan se escuchó con mucha atención,


lindando en la devoción. Con el correr de los años, aparecieron un
sinnúmero de críticos. Se le calificó de presuntuoso, epigramático,
intuitivo, aficionado a las nociones absolutas sin bases racionales y
escritor con un estilo pesado, difuso, nebuloso y reiterativo. Por último, se
afirmó que su estructura teórica quedó obsoleta por la aparición de
potencias continentales inmunes al Poderío Marítimo. Este último aserto
no se ha comprobado aún por los hechos. “Mahan, a quien se cita
constantemente como modelo, no era sino un teórico mediocre... A pesar
de veinte libros y ciento treinta y siete artículos, Mahan no pudo jamás dar
una definición de su concepto central, el sea power. Más notable, todavía,
es el hecho de que el texto que fundó su gloria, la Introducción a “THE
INFLUENCE OF SEA POWER UPON HISTORY”, en la cual son definidos
el rol dominante del poder marítimo y sus componentes, fue incorporado a
último momento en el manuscrito” (15). A pesar de todo, las obras de
Mahan han continuado publicándose con frecuencia, mientras sus
detractores pasaron al olvido.

b) Vicealmirante Philip Howard Colomb (1831-1899)

Oficial de marina británico que alcanzó el grado de Capitán de Navío y


luego, ya retirado, recibió el ascenso a Vicealmirante. En el Royal Naval
College de Greenwich, impartió la cátedra de táctica. Su obra cumbre,
“Naval Warfare”, fue una colección de sus conferencias y ensayos. El
método inductivo, experiencia personal e investigación histórica acuciosa
constituyeron la base para deducir los principios y procedimientos rectores
en la conducción de la guerra en el mar. También Colomb estudió la
concordancia de las operaciones navales con las terrestres. Llegó a la
conclusión que Gran Bretaña, en su calidad de imperio marítimo, era
vulnerable al ataque de sus comunicaciones marítimas y a la invasión. A
su criterio, la mejor defensa para ambas amenazas residía en la obtención
del control del mar. No negaba la necesidad de un Ejército Metropolitano,
pero su dimensión la condicionaba a la presunción que la Marina Real era
la primera y principal línea de defensa. Además, aún cuando exageró sus
efectos, trató el concepto de la “Flota en Potencia”. Otro aporte

2-17
significativo consistió en la creación de los “Naval War Game”, o ejercicios
en la carta, destinados a resolver problemas estratégicos o tácticos.

De acuerdo a la opinión de Castex, Colomb: “Examina la naturaleza de la


guerra naval y establece que, en principio, su objeto primordial y único es
la conquista del dominio del mar, del cual resulta el dominio de las
comunicaciones marítimas. Cualquier otro objetivo no significa para él
otra cosa que la aceptación de una situación inferior, descartando este
hecho la esperanza de obtener éxitos decisivos” (16).

Recapitulando, Colomb llegó a conclusiones similares a las de Mahan,


pero sus escritos no alcanzaron tanta resonancia. Su obra maestra quedó
opacada por la aparición, simultánea, de “La Influencia del Poder Naval en
la Historia”.

c) Julian S. Corbett (1854-1922)

Corbett fue un hombre polifacético, viajero, abogado, periodista, escritor


de novelas históricas, investigador de la historia marítima y estratega. Su
prolongada relación con la Armada Real la inició en 1900 en calidad de
conferenciante de historia en el Royal Naval War College de Greenwich.
Al apoyar, en sus artículos, las reformas que el Almirante John Fisher
estaba implantando en la Armada Real se convirtió en uno de sus
asesores en asuntos estratégicos. Las conferencias impartidas en
Greenwich derivaron hacia la estrategia marítima, provocando cierto
resentimiento en algunos círculos navales al considerarlo un aficionado en
la materia. Sus ideas quedaron plasmadas en “Algunos Principios de la
Estrategia Marítima” publicada en 1911. “La posterioridad ha venido en
estimar, por lejos, a Corbett como el más profundo y flexible de los
estrategas navales clásicos que buscaron destilar las múltiples lecciones
del tiempo de la vela a la nueva era de la propulsión mecánica. Cuando la
estrategia comenzó a ser estudiada con mayor rigor intelectual en la era
nuclear, Corbett tuvo mayor influencia que Mahan en la nueva generación
de estrategas” (17).

En su obra, Corbett cuestionó el concepto vigente que reducía la guerra


en el mar a la búsqueda y destrucción de la flota enemiga, aún cuando no
desdeñó la trascendencia de la batalla decisiva en el control del mar. Su
conocimiento de las teorías de Clausewitz y Jominí le permitió comprender
la correlación marítimo-continental de los conflictos, reflejándose ello en
su definición de la estrategia marítima. Además, pudo enfocar la Guerra
de Objetivo Limitado bajo el prisma marítimo. Otro de sus aportes
consistió en la sistematización de la conducción de la guerra en el mar
ordenándola en tres operaciones navales típicas.

 La Conquista del Control del Mar.


 La Disputa del Control del Mar.

2-18
 El Ejercicio del Control del Mar.
Una de sus grandes falencias residió en su incapacidad de prever el
tremendo impacto de los nuevos medios. En particular, no visualizó la
acción de los submarinos y aeronaves contra las líneas de
comunicaciones marítimas. Esta circunstancia, le hizo menospreciar la
utilidad del convoy como procedimiento para neutralizar ambas amenazas.
Por último, no diferenció la “Flota en Potencia” con el contraataque mayor
produciendo confusión.

d) Vicealmirante Otto Groos

Oficial de la Armada, quien por años se desempeñó en el Archivo de la


Marina Alemana donde colaboró en la elaboración de la “Historia Oficial de
la Gran Guerra”. En 1931, ocupó el cargo de Jefe del Estado Mayor
General.

Escribió el libro “La Doctrina de la Guerra Marítima. Según las


Enseñanzas de la Guerra Mundial”. En la Introducción y los tres primeros
capítulos, teniendo a Clausewitz como referencia, formuló interesantes
juicios sobre las relaciones entre la política y la estrategia, la conducción
político-estratégica de los conflictos y la unidad de la guerra. Luego trató
la guerra en el mar bajo el enfoque de Corbett y Wegener pero sin aportes
teóricos de significación. “El oficial encargado de la crucial sección La
Guerra en el Mar del Norte, Comandante (ahora Almirante) Groos exhibía
un criterio excepcionalmente amplio y con profundos conocimientos de la
teoría naval. Años más tarde tuvo el gran mérito de introducir primero a
Corbett, casi desconocido por completo antes de la Guerra, y después al
Almirante Castex en la Marina Alemana, y ejerció una sana influencia
estabilizadora como la más destacada autoridad en estrategia naval.
Pero, por desgracia, su ardiente admiración por Tirpitz deformó su criterio
con los argumentos de este último” (18).

e) Vicealmirante Wolfgang Wegener (1875-1956)

En la Primera Guerra Mundial, el Capitán de Corbeta Wegener fue oficial


de Estado Mayor de diversos mandos a flote. A mediados de 1915,
elaboró tres documentos -conocidos bajo el nombre “Trilogía de
Wegener”- provocando gran revuelo y polémica en la Flota de Alta Mar por
su agudo espíritu crítico sobre la estrategia de la Armada Alemana. En
1926, ascendido a Contraalmirante redactó un Memorándum destinado al
Alto Mando. Sin embargo, el antecedente tuvo una amplia difusión entre
los oficiales de la reducida Armada germana de la época. Por tal motivo,
se resolvió publicarlo, en 1929, bajo el título “La Estrategia Naval en la
Guerra Mundial”. El US Naval Institute reunió sus escritos en el libro “The
Naval Strategy of the World War”.

2-19
Wegener analizó con detención ciertos aspectos de la guerra en el mar,
entre ellos: la posición estratégica, la dualidad del Poder Naval (Fuerza y
Posición), la voluntad estratégica, la batalla con su fundamento estratégico
y la ofensiva estratégica relacionándola con la conquista de la posición.
En general, sus juicios destacaron por su claridad y profundidad,
conservando muchos su validez. Algunas de sus ideas podrían ser
objetables pero no por ello faltas de interés.

Herbert Rosinki critica el análisis de Wegener. “En lugar de comprender


que el error básico en la política de Tirpitz había residido en dirigir la
reconstrucción de la Armada Alemana contra el abrumador poder de Gran
Bretaña, y que la principal de las dificultades de la Armada germana era
su inferioridad numérica y sólo adicionalmente la confusión de ideas
causadas por la falacia de la Política de Riesgo, él atribuyó todo en forma
exclusiva a la última... Esta falta de un preciso y claro entendimiento vició
en profundidad la de otro modo brillante y estimulante crítica a la
estrategia naval alemana durante la guerra. Inclinado a atribuir a las
disposiciones estratégicas una trascendencia fuera de toda proporción a
sus posibles alcances, le condujo a un punto de vista en exceso optimista
como a una fatal sobreestimación de la importancia de la posición
comparada con la fuerza material” (19). En realidad, la crítica fue un
tanto injusta. La intención de Wegener, al subrayar en forma reiterada el
valor de la posición, era destacar la dualidad del poder naval,
características que había pasado inadvertida para el mando naval
germano de la época.

f) Almirante Raoul Castex (1878 - 1968)

El Almirante Castex es, tal vez, el autor más prolífico sobre estrategia
marítima. Los cinco volúmenes de las “Teorías Estratégicas” encierran “la
investigación teórica más completa de la estrategia marítima aparecida
hasta ahora” (20).

Para el autor, la guerra en el mar estaba en íntimo enlace con la guerra en


tierra. Entre los factores de unión mencionó la reacción de la tierra sobre
el mar, la correlación marítimo-continental, las interferencias y las
operaciones anfibias. Asimismo, la estrategia marítima no se reducía a
buscar la batalla entre las fuerzas organizadas, como lo demandaba la
Teoría del Primer Objetivo; sino estaba sujeta a la situación estratégica
imperante generando un Orden Cronológico de las Operaciones. Por ello,
criticó con severidad a la Jeune Ecole por su desconocimiento del
significado de la fuerza organizada y de su influencia en el control del mar.
La maniobra estratégica en el mar concentró su atención en forma
preferente, dedicándole a su análisis un tomo completo. También evaluó
todas las operaciones a realizar en el mar. En relación a las operaciones
de conquista del control del mar sistematizó los métodos para producir la
batalla clasificándolos en: ofensiva de movimiento, geográfica y pseudo
2-20
geográfica. El avance tecnológico le preocupó de modo significativo, en
particular la introducción de nuevos medios tales como el submarino y el
avión. Por último, se internó en la geopolítica exponiendo la “Teoría del
Perturbador del Orden Mundial” y previó el rol a jugar por la Unión
Soviética en dicho contexto.

Como conclusión, en las páginas de las “Teorías Estratégicas” es posible


encontrar cualquiera de los temas teóricos que demanda el interés de la
estrategia marítima. Castex emplea para ello la historia como una
herramienta para acostumbrar al lector en el estudio estratégico de los
hechos pasados. Como es lógico, algunos de sus conceptos están
obsoletos, aún cuando son útiles para comprender la razón de las
decisiones adoptadas en ese entonces.

g) Bernard Brodie

Profesor y escritor norteamericano de gran prestigio, impartió clases o


prestó servicios en las Academias de Guerra de la Armada y Fuerza
Aérea, Universidad de Yale y la Rand Corporation. Su obra principal la
escribió en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial bajo el título “Guía
de Estrategia Naval”.

Corresponde a un análisis preliminar de la guerra en el mar y, aún cuando


con un enfoque teórico, está dirigido para el conocimiento del grueso
público. “Bernard Brodie encara un mahanismo evolutivo: mientras
proclama que sus libros no son sino una actualización de los de Mahan, él
adopta posiciones diferentes sobre un cierto número de puntos
esenciales, por ejemplo las relaciones entre la tierra y el mar o la utilidad
de la flota en potencia” (21). En el aspecto material y tecnológico, falla en
comprender que el Portaaviones, con sus aeronaves embarcadas,
desplaza al acorazado en su rol de buque capital en las grandes flotas.
Su obra “Strategy in the Missile Age” se interna de lleno en la conducción
de los conflictos, a nivel político, en la era nuclear.

h) Almirante de Flota S.G. Gorshkov (1910-1989)

En el transcurso de la última Guerra Mundial, Sergei Gorshkov ejerció


diversos mandos a flote en el Mar Negro. Se destacó por su espíritu de
organización y lucha en apoyo de las operaciones terrestres. A la edad de
31 años, una notable excepción, recibió el ascenso a contraalmirante.
Más tarde, el Primer Ministro Kruschev lo designó Comandante en Jefe de
la Armada Roja, cargo que detentó por más de veinte años. El gobernante
comunista desestimaba la significación de los grandes buques en la era
nuclear y ordenó su desmantelamiento. Sin embargo, la Crisis de los
Misiles de Cuba, que acarreó la caída de Kruschev en 1964, hizo
recapacitar al Kremlin sobre el valor del poder naval en su calidad de
herramienta política y expresión de poder del Estado.

2-21
En tal coyuntura, Gorschkov inició la colosal tarea de construir el poderío
marítimo del país. “Uno de los cambios más dramáticos del período post
Segunda Guerra Mundial ha sido la expansión de las actividades navales
y marítimas soviéticas. Hoy la Unión Soviética constituye una verdadera
potencia marítima. Desde el término de la Segunda Guerra Mundial
hasta los comienzos de 1970 los Estados Unidos mantuvieron una
incuestionable supremacía naval. Esto le concedía a los Estados Unidos
una gran flexibilidad en política exterior, y proporcionaba el primer escudo
occidental contra la agresión soviética” (22). La Armada Roja se
transformó de una Marina guardacostas en una oceánica con diversos
puntos de apoyo y bases desplegadas en todas las aguas del globo.
Asimismo, los buques mercantes, pesqueros y oceanográficos soviéticos
mostraban su bandera en los rincones más remotos de la tierra.

El Almirante Gorshkov, con gran habilidad, fundamentó su obra material


mediante escritos históricos. En ellos interpretó a Mahan, sin citarlo, bajo
el prisma marxista-leninista. Sus dos trabajos más conocidos en
Occidente fueron una colección de once artículos agrupados bajo el tema
“Navies in War and Peace” publicados en los años 1972-1973 y el libro
“The Sea Power of the State” editado en 1976. El último antecedente se
tradujo al castellano bajo el título “Las Fuerzas Navales”. El autor, al igual
que Mahan, apeló a la historia, distorsionándola en el caso de Rusia, con
el fin de avalar sus juicios. También citó, con profusión, a Marx y Lenin.

Para Gorshkov, el Poder Naval era indispensable para llevar a cabo una
política global; por consiguiente, si la Unión Soviética aspiraba a la
hegemonía mundial debía convertirse en potencia marítima. “La Marina
Soviética, como parte integrante de las fuerzas armadas, es un medio
seguro de protección del país y uno de los factores que refrenan a los
agresores. Sirve de importante instrumento de la política en tiempo de
paz, salvaguardando los intereses de la URSS. y apoyando a los países
amigos... El Partido Comunista, el Gobierno y el pueblo soviético dedican
gran atención al desarrollo de la marina” (23).

El Almirante soviético distinguió con precisión, aun cuando no las agrupó


en áreas de misión específicas, las tareas y objetivos de la Presencia
Naval y Disuasión a realizar en tiempos de paz. En cambio, las áreas de
misión durante la guerra, de control del mar y proyección, las denominó
respectivamente “Armada contra Armada” y “Armada contra la Costa”.

En vista de los múltiples objetivos a alcanzar a través del Poder Naval


abogó por la creación y mantención de una “Flota Balanceada”, integrada
por unidades de superficie, submarinas y aéreas equipadas con los
instrumentos y armas más modernos disponibles. Así la Armada tendría
la capacidad de afrontar con éxito cualquier clase de conflicto limitado o
ilimitado.

2-22
Geofrey Till opinó: “La obscuridad de la política soviética hace imposible
tener certeza sobre cuál ha sido realmente la contribución personal de
Gorshkov. Pero en el momento en que esto se escribe (1980), su
permanencia en el cargo, la aparente ausencia de rivales y el papel
dominante que ha jugado en destacar la importancia del poder naval en
su país, todo sugiere que merece ser reconocido como el principal
arquitecto de la Armada Soviética moderna” (24). Pero, la amenazante
Flota Roja se diluyó, en gran parte, junto con el desmoronamiento de la
artificial Unión Soviética.

i) La Jeune Ecole

No consiste en una escuela propiamente tal con una doctrina bien


definida. Más bien representa un grupo heterogéneo de escritores que,
por diversos motivos, pone en duda la validez de la fuerza organizada, el
control del mar y la batalla en calidad de método para lograrlo. En
cambio, propone solucionar la guerra en el mar con prácticas tales como
el corso, la acción de una armada integrada por numerosas unidades
pequeñas dotadas con los últimos adelantos técnicos para otorgarles la
máxima potencia ofensiva posible, la guerra de minas y otros. Este
movimiento también recibe diversos nombres, los más conocidos son:
Escuela Materialista, Cruiser School, Fortress Fleet School, etc. Como se
aprecia, existe la tendencia de incluir en la Jeune Ecole toda desviación
del pensamiento estratégico clásico u ortodoxo.

Alrededor de 1880, Francia se encontraba ante el problema de reconstruir


su poder naval. Gran Bretaña constituía su hipotético adversario. Ante la
abrumadora superioridad de la Armada Real no cabía pensar en una
carrera destinada a conseguir la paridad naval. En ese entonces, como
producto de la Revolución Industrial, estaban en etapa de experimentación
el torpedo, la mina, el submarino y al alto explosivo. El conjunto de estos
elementos era una seria amenaza para los buques capitales de la Fuerza
Organizada: acorazados con desplazamientos en progresivo aumento. En
1869, el barón francés Grivel afirmó: “La Guerra Comercial, la más
económica para la flota pobre, es al mismo tiempo la más adecuada para
restaurar la paz, ya que ataca directamente... a la misma fuente de la
prosperidad del enemigo” (25). Varios escritores y marinos galos
recogieron y ampliaron la tesis. Comentaron que la época de los
acorazados, las “Escuadras de Combate” y la “Batalla Naval” tocaba a su
fin dando paso a una era de pequeñas pero veloces torpederas,
cañoneras y cruceros-corsarios. Esta corriente de opinión recibió el
nombre de Jeune Ecole. “Niega, en esencia, la importancia de la fuerza
organizada y de la batalla de la cual depende su suerte, y profesa la
extraña creencia de que el objetivo primordial en el mar no es, como en
tierra, la destrucción del ejército principal del enemigo. Erige en sistema
eludir el combate. Es la apología de la guerra de corso como única forma
de lucha. Es la guerra de costas, encarada ofensiva y defensivamente...
en el orden material representa la fe en la nave minúscula, en la
2-23
“poussiere navale”, en elementos extravagantes como el buque cañón, el
aviso-mortero, etc., completamente inapropiados para una acción ofensiva
e incapaces para mantenerse en el mar... no todo era equivocado en las
teorías de la Jeune Ecole. Sus puntos de vista respecto al número, de la
velocidad, de la especialización de los elementos bélicos y de la
protección del conjunto por la reducción del tonelaje de cada unidad, son
bastante acertados; por los riesgos que derivan actualmente de los
medios submarinos y aéreos, vuelven a adquirir un valor insospechado”
(26).
Las extremadas exageraciones de los partidarios de la Jeune Ecole la
condujeron a su descrédito en la primera década del siglo XX. También
colaboraron a su desvanecimiento los escritos de los marinos franceses
Daveluy y Darrieux. Ambos rechazaron las erradas apreciaciones
apoyando sus argumentos, entre otras, en las operaciones de las fuerzas
navales de Chile y Perú en la Guerra del Pacífico.
Con frecuencia, personas con criterio poco sólido incurren en los mismos
errores de la Jeune Ecole impresionados por los efectos de la tecnología y
la introducción de nuevos medios. También, algunos circunscriben la
guerra en el mar al ataque de las comunicaciones marítimas vitales de
superficie o a la defensa de la costa. Olvidan que su objeto es el control
del mar para emplearlo en los propios fines negándoselo al enemigo. Por
último, conviene tener presente el amplio marco de la estrategia marítima
cuya acción se hace sentir tanto en la guerra como en la paz.

j) Otros tratadistas

Numerosos escritores británicos destacaron después de la Segunda


Guerra Mundial. El Capitán de Navío S.W. Roskill, un notable historiador
naval, analizó los aspectos estratégicos de las operaciones de la Armada
Real en diferentes épocas. En tanto Ken Booth y James Cable se
especializaron en la evaluación de la influencia del Poder Naval en la
Política Exterior de las naciones. En 1987, Geoffrey Till publicó “Maritime
Strategy and Nuclear Age” considerada la síntesis más actualizada y
completa sobre el tema.
En Norteamérica se distinguió un alemán emigrado. “Herbert Rosinski,
personaje de un talento excepcional pero depresivo, no dará a la
estrategia naval ni a los estudios sobre Clausewitz los estudios mayores
que sus primeros ensayos hacían prever” (27). En 1977, el Naval War
College Press compiló sus artículos y los editó bajo el título “The
Development of Naval Thought”. El Vicealmirante Stanfield Tunner, autor
de un breve artículo en el “Naval War College Review” enero-marzo de
1974, definió con precisión las áreas de misión de la Armada
Norteamericana: Disuasión Estratégica, Presencia Naval, Control del Mar
y Proyección del Poder. Este novedoso ordenamiento de las tareas y
objetivos a lograr por el Poder Naval durante la paz y la guerra, se ha

2-24
generalizado con las adaptaciones que cada Marina introdujo para su
caso particular.
En 1996, la Armada Británica publica “The Fundamentals of British
Maritime Doctrine. BR 1806”. Su intención consiste en difundir la nueva
orientación del pensamiento estratégico de la Armada Real para aplicarlo
durante la paz, crisis y guerra. Lo enmarcan las políticas internacionales y
de seguridad del Reino Unido. El texto contiene valiosos conceptos
estratégicos de validez universal.

La Armada de Estados Unidos periódicamente edita sus doctrinas


estratégicas. Posterior al desplome de la ex Unión Soviética y
desvanecimiento de la poderosa Flota Roja se despreocupa del control del
mar. Su atención prioritaria radica en la proyección del poder militar desde
el mar. En 1987, “From the Sea” refleja con nitidez este cambio de
alineación. Las publicaciones siguientes constituyen variaciones sobre el
mismo tema. En junio recién pasado, aparece “Sea Power 21.
Operational Concepts for a New Era”, la médula de la doctrina la
denomina “Sea Strike”, “Sea Shield” y “Sea Basing”. Lo anterior responde
a la idea de materializar un despliegue adelantado y encontrarse
preparado para ejecutar una guerra preventiva carente de apoyo terrestre.

3. ELEMENTOS DE LA ESTRATEGIA MARITIMA

3.1 GENERALIDADES

La estrategia marítima está encausada por tres elementos que constituyen una
tríada, a saber:

 La Fuerza.
 La Posición Estratégica.
 Las Comunicaciones Marítimas.

Estos tres elementos, a su vez, son los objetivos estratégicos naturales de la


estrategia marítima. El conductor, en forma permanente e ineludible, se
encuentra obligado a conjugarlos con el propósito de alcanzar el control del
mar, fin último de la estrategia marítima. Todo otro objetivo la desvía de su
camino y consiste en una interferencia impuesta por la Estrategia Total o la
Unidad de la Guerra. La Fuerza y la Posición componen el Poder Naval. En
tanto los tres elementos integran el Poderío Marítimo. Como se puede
apreciar, a nivel estratégico los objetivos necesariamente son de naturaleza
física, ellos soportan la violencia de las armas. Asimismo cabe hacer notar que
en el horizonte estratégico los términos destruir, neutralizar y desgastar se
refieren a las capacidades estratégicas del objetivo. A modo explicativo, un
objetivo se destruye cuando se invalida su capacidad estratégica en forma
permanente; se neutraliza al anularlo temporalmente y se desgasta al disminuir,

2-25
de modo efectivo, sus aptitudes para cumplir con su misión o interferir la propia.
A continuación se evalúan los objetivos naturales de la estrategia marítima.

3.2 LAS COMUNICACIONES MARITIMAS

a) Introducción

Mahan afirma: “El mar es el más grande de los medios de comunicación


mundial” (28). Pero, en el mar no existen caminos reales para el comercio
exterior o interno, sino incontables rutas por donde surcan los buques
desde sus puertos de origen a sus destinos. Las comunicaciones
marítimas no son vías físicas, sólo se materializan cuando hay buques de
transporte navegando con sus cargas. Se cortan al destruir o capturar las
naves y su cargamento, o bien se impide su tránsito en alguna área por
medio de la amenaza de hacerlo. Asimismo, se protegen cuando se
defienden barcos de carga específicos. Al no comprender esta realidad se
comenten graves errores en la conducción de la guerra en el mar. Por lo
general, el control de las comunicaciones marítimas polariza la estrategia
marítima. En incontables oportunidades, corresponde al móvil principal
que la anima. Respecto al tráfico oceánico J. R. Hill afirma: “Este
constituye el tipo de operación de uso del mar que tuvo mayor importancia
en ambas grandes guerras de este siglo (Primera y Segunda Guerra
Mundial). A menudo se ha dicho que si bien no constituían operaciones
que permitieran ganar guerras, en caso de no haber tenido éxito se
hubieran perdido ambas” (29).

Cada nación asigna importancia a sus comunicaciones marítimas según


sea su grado de dependencia; es decir, de acuerdo a su Condición
Geográfica Esencial. Si para un Estado le son vitales en épocas
normales, su control se convierte en una necesidad insoslayable en
tiempo de conflicto. Además, tiene que considerarse la trascendencia de
las comunicaciones marítimas en las operaciones bélicas previstas y su
influencia en el resultado final de la guerra. La sumatoria de ambos
requerimientos señala el esfuerzo necesario a realizar para lograr el
adecuado dominio sobre las comunicaciones marítimas propias y de las
del enemigo.

Las comunicaciones marítimas para los fines de la guerra se dividen en


militares, mantenimiento y económicas. Esta clasificación tiene sólo valor
como ordenamiento teórico pues todas concurren directa o indirectamente
al esfuerzo de la guerra y además se mezclan. Sin embargo, en
ocasiones alguna de ellas puede revestir en ciertos momentos una
importancia crítica para la suerte de la guerra o una campaña. Asimismo,
conviene tener en cuenta que las comunicaciones económicas son
permanentes, las de mantenimiento periódicas con ciclos definidos y las
militares eventuales de acuerdo a la necesidad a satisfacer:
concentración, despliegue, refuerzo, reserva estratégica, fuerza anfibia o

2-26
evacuación. Tratadistas, con toda razón, las engloban como “Transporte
Estratégico”.

b) Características de las Comunicaciones Marítimas

(1) FLEXIBILIDAD

Las comunicaciones marítimas tienen un amplio espacio donde


materializarse. Dicha vastedad les otorga una relativa seguridad.
Esta característica la aprovecha el Control Naval del Tráfico Marítimo
en el ruteo de las naves mercantes. La superficie del mar carece de
accidentes o desniveles, por tanto, sus comunicaciones no están
encauzadas por la geografía como las terrestres. No necesitan
carreteras, rieles, ductos u otra obra del hombre para su circulación
expedita. Lo anterior, les conceden una tremenda flexibilidad.

(2) VAN Y VUELVEN

En relación a la Patria, las comunicaciones marítimas del comercio


exterior zarpan con las mercaderías de exportación y recalan con las
importaciones. Respecto a los Teatros de Operaciones también
fluyen en dos sentidos. Desde la Zona Corazón acarrean las
necesidades militares y de mantenimiento, mientras evacuan los
reemplazos, heridos, material dañado, excedentes, etc. En síntesis,
sirven para satisfacer las demandas de los Campos de Acción Bélico,
Económico e Interno. Por tal causa revisten importancia estratégica,
económica y política.

Las comunicaciones marítimas disponen de un extenso escenario


donde materializarse, circunstancia que obliga realizar grandes
desplazamientos con la consiguiente dispersión de medios navales
para defenderlas o atacarlas.

(3) INFLUENCIA DE LA GEOGRAFIA

Aún cuando las líneas de comunicaciones marítimas en su tránsito,


no están subordinadas a la geografía, ella influye incrementando su
densidad en ciertas áreas. Lo anterior se especificó en el capítulo
precedente. Para la guerra en el mar se hace perentorio determinar
con precisión las zonas de densificación del tráfico marítimo,
denominadas de confluencia o focales. (La Armada de Estados
Unidos las engloba bajo el término de CHOKE AREA). Pues éstas
concentran las operaciones de ataque y defensa de las líneas de
comunicaciones marítimas. Por lo general, constituyen áreas muy

2-27
sensibles para los adversarios y su control hasta puede definir la
contienda en el mar con gran efecto para la suerte del conflicto.

c) Fisonomía de las Comunicaciones Marítimas

(1) DETERMINACION

Consiste en el aspecto general ofrecido por el sistema de


comunicaciones marítimas de un país. En palabras más gráficas,
representa la fotografía del transporte marítimo de una nación en un
momento dado. Se distinguen dos clases de fisonomías: la de
tiempo de paz y la de guerra.

(2) FISONOMIA DE TIEMPO DE PAZ

Se obtiene de las estadísticas del tráfico marítimo de un país. Con


ellas se definen las direcciones generales del transporte marítimo de
ultramar y cabotaje. Además, puede establecerse la frecuencia del
tránsito de los buques, el monto y la calidad de la carga en un plazo
determinado.

(3) FISONOMIA DE TIEMPO DE GUERRA

La fisonomía de tiempo de paz se conjuga con las “Hipótesis de


Guerra”. Se individualizan las nuevas necesidades de transporte
generadas por el conflicto y las posibles amenazas que afectarían a
las comunicaciones marítimas. Con ello, se estaría en condiciones
de deducir las modificaciones a introducir al sistema general para
anular o atenuar los daños y satisfacer los requerimientos de la
guerra.

Las variaciones a sufrir por las comunicaciones marítimas, son las


siguientes:

 Desviación.
 Supresión.
 Creación de nuevas (Militares y de Mantenimiento).
 Tonificación.
 Debilitación.

2-28
El cuadro resultante de este proceso constituye la “Fisonomía de
Tiempos de Guerra”.

d) Las Comunicaciones Marítimas y el Derecho Internacional

(1) SINTESIS HISTORICA HASTA LA DECLARACION DE PARIS

Desde tiempos remotos existen dos tendencias extremas referente a


la propiedad de los mares. Una pretende apoderarse de su
superficie ejerciendo el monopolio de las Comunicaciones Marítimas
y ellas pasan a ser pertenencias del Estado y sus súbditos. La otra,
por el contrario, procura la libertad de los mares para ejercer
cualquier actividad en ellos. Ambas posturas responden sólo al
exclusivo interés de sus eventuales patrocinadores y se modifican
según las circunstancias. Geoffrey Till hace una interesante
acotación: “Mientras que para los beligerantes el mar es campo de
batalla, para los neutrales... es un amplio espacio común donde se
mueve el tráfico de mercaderías esenciales para el bienestar
humano. Esta dualidad es causa de conflictos, no sólo entre
beligerantes y neutrales, sino en ocasiones también entre los
intereses comerciales de un país empeñado en guerra y su propio
gobierno” (30).

En la antigüedad, el Mediterráneo fue un lago romano. Más tarde,


Venecia se apoderó del Mar Adriático y Génova hizo lo mismo con el
de Liguria. En 1496, el Papa Alejandro VI dividió al mundo en dos,
entre España y Portugal. En 1609, el jurista holandés, Hugo Grocio
escribió el libro “Mare Liberum” concluyendo: “Por tanto el mar es
una de esas cosas que escapan al comercio y no son susceptibles de
propiedad privada” (31).

Veinte años más tarde, el británico John Selden en su “Mare


Clausum” abogó por la apropiación de los mares avalando las
pretensiones de la corona de su país para adueñarse del Canal de la
Mancha y el Mar del Norte. Con el tiempo, se impuso la teoría de
Grocio, pero se permitió a las naciones ejercer soberanía sobre una
franja de aguas costeras: el mar territorial.

El Congreso de Paz reunido en la capital francesa, con el propósito


de finiquitar la Guerra de Crimea, resolvió, además, regular ciertos
aspectos del derecho marítimo en tiempo de guerra. El 16 de abril de
1856, se formuló la llamada Declaración de París. Sus cuatro puntos
principales especificaron lo siguiente:

“(a) El corso queda abolido.


2-29
(b) El pabellón neutral cubre la mercadería enemiga, excepción
hecha del contrabando de guerra.
(c) La mercadería neutral, con excepción igualmente del
contrabando de guerra, no puede ser apresada bajo el pabellón
enemigo.
(d) Los bloqueos, para ser obligatorios necesitan ser efectivos” (32).
En este Congreso participaron las grandes potencias europeas, por
consiguiente, la Declaración tuvo categoría de reglamentación
universal a pesar que algunos países, entre ellos Norteamérica, no
se adhirieron. Con sus cláusulas, en especial la segunda y tercera,
la guerra en el mar perdió su razón de ser principal. Gran Bretaña
propició la Declaración en el convencimiento de mantenerse neutral
en los próximos conflictos, reinaba la “Paz Británica” en todo su
esplendor. Ella le concedía la más amplia autorización para
comerciar con los futuros beligerantes. La Convención fue reiterada
en sus términos generales en la Haya en 1899 y 1907 y en Londres
1909.

(2) DESDE LA DECLARACION DE PARIS HASTA EL PRESENTE

Al estallar la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña, en un rol


protagónico, dispuso medidas de dudosa legitimidad para sus buques
mercantes. Estos fueron artillados y se les ordenó señalar por radio
la presencia de submarinos y embestirlos en caso de ser detenido
por uno de ellos. En noviembre de 1914, declaró el Mar del Norte
como Zona de Guerra “lo que significaba que desde esa fecha ese
mar quedaba cerrado incluso para los países neutrales, al tráfico
comercial. Con tal conducta Inglaterra fue la primera potencia que se
colocó fuera de las normas vigentes del Derecho Internacional, y
adaptó ese mismo derecho a las peculiares necesidades de sus
operaciones” (33). Ejerció el derecho de visita y registro a los
mercantes, los desvió a sus propios puertos y clasificó,
gradualmente, a toda clase de carga como contrabando de guerra.

Por su parte, Alemania declaró Zona de Guerra todas las aguas


circundantes de Gran Bretaña e Irlanda en febrero de 1915. La
campaña submarina sufrió altos y bajos por causa de las protestas
de los neutrales, la poca habilidad diplomática y la deficiente
propaganda germana. En febrero de 1917, el Káiser notificó al
mundo la guerra submarina sin restricciones. Esta resolución
acarreó casi el colapso de Gran Bretaña; luego, el ingreso a la guerra
de Estados Unidos produjo la derrota de las Potencias Centrales.

Terminado el conflicto, el Reino Unido propuso, en diversas


oportunidades, la prohibición del “Arma Pérfida” que amenazó su
existencia: el submarino. En la Conferencia de Washington se trató
el tema sin resultados definitivos. “El tratado que reglamentaba el
empleo de los submarinos en tiempo de guerra o Acuerdo Root, se
basaba en las normas internacionales que regulaban la actuación de
2-30
los buques de superficie respecto a los barcos mercantes, tanto
neutrales como enemigos. La reglamentación prescribía que ningún
buque mercante podía ser capturado sin ser previamente sometido a
visita para determinar si podía o no ser objeto de captura, ningún
barco mercante podía ser atacado, salvo si se negara a seguir las
órdenes y la ruta indicada; y en ningún caso podía ser destruido un
buque mercante si antes no se habían puesto a salvo pasajeros y
tripulantes. En el articulado se prescribía asimismo el empleo de
submarinos para la destrucción del tráfico mercante. Sin embargo,
puesto que la entrada en vigor del tratado sobre el empleo de los
submarinos quedaba supeditado a la ratificación por parte de todas
las potencias, el tratado permaneció como un papel sin valor, ya que
ninguna de ellas lo ratificó” (34).

Desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, los beligerantes, en la


práctica, utilizaron sin restricciones el submarino, el avión y la mina
para destruir el tráfico marítimo adversario. Para tal propósito
instauraron zonas de guerra, las que fueron extendiéndose hasta
abarcar todas las aguas del globo.

Castex concluyó: “En tiempo de paz, el mar es libre para todo el


mundo. En tiempo de guerra pertenece, teóricamente, al más fuerte,
el cual desaloja o trata de desalojar del mismo a su enemigo o a los
neutrales que asumen una actitud inamistosa, y esto en la medida
que se lo permitan sus medios políticos y militares” (35).
Recapitulando, los poderosos cuando fueron neutrales impusieron
por la fuerza la libertad de los mares, pero si tomaron parte en el
conflicto no dudaron en atropellar los derechos de los neutrales
donde y cuando convino a sus intereses.

Para agregar más subjetividad al tema, en conflictos locales los


beligerantes han atacado al tráfico comercial enfrentando la condena
internacional. “Pese a la presencia naval de EE.UU. y Gran Bretaña
en los accesos al Golfo Pérsico, la guerra entre Irak e Irán
comenzada en 1980 había causado hacia 1984 averías o
hundimientos de sesenta barcos mercantes neutrales. Los ataques
eran efectuados por aeronaves de ambos contendientes. El costo de
las primas de seguros de los seguros de los buques que llegaban
hasta Bander Komeini, al fondo del Golfo, fue fijado en 20 por ciento
del valor del casco, y de 7,5 por ciento para los que alcanzaban la
isla Karg, ochenta millas al sudeste” (36). De esta forma los privados
absorbieron los mayores costos y riesgos de la guerra.

e) Zonas de Guerra

Durante los conflictos, los Estados acostumbran a declarar Zonas de


Guerra o de Exclusión. Estas son áreas marítimas ubicadas en las
aproximaciones del litoral adversario donde se restringe o prohíbe el
2-31
tránsito de buques mercantes enemigos o neutrales. Las naves
comerciales navegan dichas aguas bajo su propio riesgo pues están
sujetas al ataque, sin previo aviso ni restricciones, de submarinos,
aeronaves, misiles, minas, artillería u otra arma. Es el método ideado
para emplear, de modo adecuado, medios incapaces de identificar los
blancos ni menos rescatar a las tripulaciones náufragas. Asimismo,
constituye el procedimiento en que se apoya el bloqueo económico de un
país pues pretende cortar su libre comercio con los neutrales. La facultad
de establecerla está condicionada a factores políticos, económicos y
estratégicos.

La Zona de Guerra, a fin de ser respetada, debe estar avalada por medios
apropiados y la amenaza materializarse de inmediato en caso de
violaciones. De no ser así, pierde eficacia y credibilidad. Por último, cabe
advertir que la Zona de Guerra carece de sanción legal; en otras palabras,
no se le contempla en el Derecho Internacional. Sólo la respalda la
costumbre y la fuerza.

Ejemplos Históricos:

I Guerra Mundial.

El 16 de febrero de 1915, Alemania declaró una Zona de Guerra alrededor


de las Islas Británicas en la cual “todo buque mercante será destruido sin
que sea posible evitar dañar a la dotación y pasajeros, siendo, asimismo,
imposible evitar ataques a buques neutrales confundidos con los del
enemigo” (37). Las protestas de Norteamérica, provocadas por el
hundimiento del Lusitania y el Arabic, hicieron que el Káiser suspendiera la
guerra submarina contra el tráfico mercante al O. de Gran Bretaña. Se
renovó esta campaña a principios de 1917.

Conflicto de las Falklands.

“El Reino Unido había anunciado la existencia de una Zona de Exclusión


alrededor de las Falkland que sería efectiva desde las 04.00 hora Zulú, del
12 de abril, poco más de cuatro días a partir de ese momento... a las
06.00 de la mañana siguiente sintonizamos el Servicio Internacional de la
BBC, por el que nos enteramos de que los argentinos habían respondido a
la declaración británica de una Zona de Exclusión con otra determinada
por ellos, a doscientas millas de la tierra firme y de la costa de las
Malvinas” (38). Posteriormente, estas Zonas de Exclusión se prestaron
para que las fuerzas de Flomar intentaran atacar a la FTA británica desde
el exterior de ellas.

2-32
3.3 LA POSICION

a) Introducción

La estrategia no concibe resolución alguna sin antes considerar la


geografía. “Todo lo que se relaciona con el relieve submarino,
climatología, mareas, corrientes, etc. forma parte, evidentemente de la
geografía. Las ventajas o inconvenientes que resultan, para la
navegación, de estas particularidades hidrográficas, deben incluirse entre
los factores geográficos que ejercen influencia sobre las operaciones”
(39). Pero, es prudentes recordar que en el mar la geografía pierde
relevancia estratégica a medida las costas se alejan.

En la guerra marítima, el factor geográfico fundamental reside en la


posición estratégica. En un concepto actualizado y resumido, se la define
como el área geográfica cuya ubicación y conformación la hace gravitar
sobre el o los objetivos estratégicos a lograr por medio de la fuerza naval.
Cuando la posición afecta a las líneas de comunicaciones vitales de
superficie propias y del enemigo su influencia se convierte en decisiva
para un conflicto de carácter marítimo.

En la guerra en el mar siempre conviene tener presente la dualidad del


poder naval: fuerza y posición. “Con la posición estratégica solamente no
es posible ganar una guerra - ciertamente que no - pero con la flota
únicamente tampoco. Las dos cosas se complementan” (40). En efecto,
la posición en sí carece de influencia efectiva, la fuerza desplegada en ella
le otorga vida y peso estratégico. Hay países cuyos territorios constituyen
una posición. Tal es el caso de Gran Bretaña con respecto al Atlántico y
Mar del Norte, Italia en el Mediterráneo, Japón en el Pacífico
Noroccidental y Chile en el Pacífico Suroriental y Atlántico Sur. Esa
situación geográfica, aprovechada por el Estadista y el pueblo respectivo,
le otorga a la nación favorecida una enorme relevancia política, económica
y estratégica. Al no acontecer esta concurrencia de esfuerzos los
beneficios se pierden e incluso se transforman en desventajas pues las
grandes potencias pretenden su dominio. Mahan, sin eufemismo, señala:
“El control de los mares, especialmente a lo largo de las grandes rutas
trazadas por el interés nacional o el comercio nacional, es el principal de
los elementos puramente materiales de la potencia y prosperidad de las
naciones... Para asegurar tal control, es indispensable apoderarse,
cuando esto puede hacerse correctamente, de aquellas posiciones
marítimas que contribuyan a asegurar el dominio” (41). Estas reflexiones
incentivaron a Norteamérica para tomar posesión de las Islas Hawai,

2-33
Filipinas, Puerto Rico, Guantánamo y Panamá. Los procedimientos
empleados distaron de ser correctos.

Ejemplos Históricos:

I Guerra Mundial.

“Al estallar el conflicto, Inglaterra se encontraba en una posición


estratégica extraordinariamente favorable. Las arterias de su comercio se
encontraban en el Atlántico, fuera del alcance de la flota alemana, situada
en el Elba. En cambio, las rutas del tráfico marítimo alemán podían ser
interrumpidas fácilmente en el canal de la Mancha y cerca de Escocia”
(42).

Chile en la Colonia.

“Por otra parte, la situación geográfica de Chile, camino obligado hacia el


Perú, que era el corazón de la monarquía hispano americana, impelía a
mantener su defensa sin olvidar que el primero surtía al último de
productos agropecuarios indispensables para su subsistencia. Su
descuido o abandono habría equivalido a poner en riesgo la mantención
del virreinato, a dejar el paso impune al mar Pacífico a ingleses y
holandeses por las vías del Estrecho de Magallanes o del Cabo de Hornos
y a favorecer su segura y rápida instalación en los territorios ocupados...
Chile era una llave decisiva, era la avanzada, la marca indiana del Pacífico
Sur” (43). Esta excelente ubicación geográfica explica, por sí sola, el
origen de las crisis por la Patagonia y el Beagle.

b) Significado estratégico de la posición

Corresponde a uno de los tres objetivos estratégicos naturales de la


estrategia marítima, es decir, aquellos directamente conexos con el control
del mar. Su mayor relevancia radica en darle persistencia a la fuerza en el
área de operaciones. Por tanto, requiere otorgarle a la flota un mínimo de
apoyo, en ocasiones éste se reduce a un fondeadero. La posición
encierra un concepto logístico, mientras mayor es la magnitud del apoyo
más importancia reviste esa posición. En consecuencia, ella está
asociada con la noción de base, pero una base no siempre constituye una
posición.

En el aspecto estratégico la posición favorece la ofensiva contra los


objetivos del adversario y, a la vez, facilita la defensa de los propios.

2-34
Asimismo, una buena posición, o una red de ellas, concede flexibilidad a
la maniobra estratégica.

Ejemplos Históricos:

II Guerra Mundial.

La Base Naval de San Francisco no era una posición, en tanto, la base


naval de Pearl Harbor integraba la posición de Norteamérica en el Pacífico
Central. Dicha posición fue el punto desde donde inició su avance hacia
Japón metropolitano.

c) Requisitos de una posición

Estratégica : Ubicación.
Táctica : Autonomía defensiva.
Logística : Capacidad de apoyo.

El primero es el requisito básico que le da el valor real a una posición.


Está referido a su situación relativa a él o los objetivos estratégicos a
lograr a través del poder naval. Los otros dos, aún cuando importantes,
tienen una categoría complementaria.

La autonomía defensiva abarca los tres frentes: terrestre, marítimo y


aéreo. Lo ideal es que la posición no constituya una servidumbre para la
fuerza o coarte su libertad de acción. Por tanto necesita brindar seguridad
efectiva tanto en el fondeadero como al zarpe o recalada. Lo anterior,
faculta mantenerse en el surgidero sin desgastar los equipos, maquinaria
y armamento de las unidades navales y aeronavales. En consecuencia, la
flota puede permanecer, por largo tiempo, operativa y lista para hacerse a
la mar cuando se ordene.

La capacidad de apoyo logístico tiene efecto directo en la prolongación de


los plazos de despliegue de la fuerza en el área de operaciones. Incluso
debe permitir el entrenamiento del conjunto completo y así conservar la
eficiencia combativa. Los diques flotantes, buques madres, maestranzas,
hospitales, depósitos, gabarras y otros elementos móviles son buenos
implementos para incrementar la capacidad de apoyo logístico de una
posición.

2-35
Ejemplos Históricos:

I Guerra Mundial - Ubicación.

Lord Fisher “Jugando con un compás, llegó a descubrir, especialmente, el


gran valor de Scapa Flow para la flota británica en razón de su proximidad
a la salida septentrional del mar del Norte. No sólo se descubrió el valor
de esta base, sino también el punto mismo, pues hasta entonces se
poseían únicamente informaciones muy vagas sobre este fondeadero”
(44). La Gran Flota británica se desplegó en Scapa Flow cortando el
tráfico marítimo hacia y desde Alemania mientras protegió su sistema de
comunicaciones de ultramar.

II Guerra Mundial. Autonomía Defensiva.

La Armada Real estimaba asegurada la capacidad antisubmarina de


Scapa Flow. “El Kirk Sound era una de las menos importantes entradas
de Scapa Flow y forma uno de los brazos del Holm Sound. Estaba
protegida por una barrera de barcos fondeados a través de los puntos más
estrechos. Gobernando con habilidad y determinación, parecía posible a
una pequeña embarcación forzar este paso... La operación debía iniciarse
con marea entrante, para despegar pronto en caso de tocar fondo y
atravesar rápidamente el canal de entrada. Después de cruzar la barrera
de barcos había que penetrar en la ensenada, actuar rápidamente contra
las unidades pesadas allí fondeadas y buscar nuevamente la salida antes
de que la corriente alcanzase el máximo de intensidad” (45). El Capitán
de Corbeta Gunther Prien, en la noche del 13 al 14 de Octubre de 1939,
con el U-47 ingresó en superficie por el angosto canalizo, luego se
sumergió y hundió con torpedos al acorazado Royal Oak. Para terminar
su hazaña, afloró y se retiró por el mismo Kirk Sound.

d) Bases Navales

(1) INTRODUCCION

Las bases son puntos de apoyo logístico para las fuerzas navales y
pueden o no estar instaladas en la posición. Las fuerzas resultan
afectadas por su propia actividad en el cumplimiento de las tareas
encomendadas. Para evitar desplazamientos estériles, con el
2-36
consiguiente gasto de tiempo y abastecimientos, requieren de bases
en áreas cercanas a sus teatros de operaciones.

La posición involucra la idea de operaciones pues, constituye un


elemento de orden estratégico. En cambio, las bases consisten en
emplazamientos destinados a la provisión de suministros,
reparaciones, mantenimiento, etc., implicando un concepto logístico.

Las bases no corresponden a refugios o santuarios dedicados al


cómodo reposo. Pues, mientras la fuerza permanece inactiva en
ellas entrega el mar al enemigo. Recapitulando, la estadía en las
instalaciones de una base debe reducirse al mínimo indispensable
para satisfacer las necesidades logísticas. Además, es conveniente
que las unidades estén siempre listas para hacerse a la mar en caso
de emergencia. Lo contrario, produce la nefasta Flota en Potencia,
en la más completa inactividad.

(2) REQUISITOS MAYORES Y MENORES DE UNA BASE

La base, al igual que la posición, posee una escala de valores


relativa. Para determinar sus méritos referente a otra se mide el
grado de cumplimiento de tres requisitos mayores y cuatro menores.
Los mayores involucran sus características estratégica, táctica y
logística. En tanto los menores distinguen aspectos logísticos y
tácticos suplementarios. La conjunción de los siete requerimientos
determina la importancia de la base.

(a) Requisitos Mayores


Estratégico : Ubicación en relación a la posición.
Táctico : Autonomía Defensiva.
Logístico : Capacidad y calidad del apoyo (natural o por
acopio)

(b) Requisitos Menores


Climatología.
Facilidad de Acceso (Número de entradas y características
hidrográficas).
Amplitud del Fondeadero.
Comodidades para el descanso del personal.

(3) CLASIFICACION DE LAS BASES

Las bases consideran dos parámetros para su clasificación:


importancia y permanencia.

2-37
(a) Importancia

Principal : Generalmente ubicada en la Patria.


Secundaria : Situada en el TT.OO. o en la posición.
Fondeaderos de Guerra : Emplazados en la Posición.

(b) Permanencia

Permanentes : Fijas situadas en tierra.


Transitorias : Avanzadas establecidas en tierra. GAM
(Flotantes).

(4) COMENTARIO SOBRE EL APOYO LOGISTICO

En los conflictos de la Falklands y el Golfo, la fuerza naval demostró


una extraordinaria persistencia ofensiva operando durante largos
períodos en áreas muy alejadas de las bases principales. Esta
notable característica fue heredada de los revolucionarios métodos
introducidos por EE.UU. al sistema logístico naval. En la Segunda
Guerra Mundial, el Almirante Nimitz los aprovechó a fin de ejecutar su
impresionante avance por el Pacífico Central, sorprendiendo al
mando japonés. Las flotas de los EE.UU. combatieron a miles de
millas de su patria, donde estaban emplazadas sus bases
principales, y muchas unidades no retornaron a ellas por años. En
las Falklands, los británicos, incluso, realizaron importantes
reparaciones en la mar a sus unidades averiadas, las cuales no se
segregaron del dispositivo.

Sobre el apoyo logístico a la ofensiva estratégica norteamericana en


el Pacífico, el Almirante francés de Belot comentó: “Desarrollaron
primero el tren de Escuadra mediante la construcción de nuevos
barcos rápidos: buques de abastecimiento, buques talleres, buques-
hospital. No solamente el abastecimiento de combustible, sino
también el aprovisionamiento de municiones de artillería y torpedos
se efectuaba corrientemente en la mar... El tren de Escuadra, al que
los norteamericanos llaman Maintenance Fleet, era, en realidad, una
verdadera base móvil que permitía a las Escuadras permanencias
muy largas en la mar, hasta tal punto que la duración de las
operaciones se limitó no por la servidumbre del abastecimiento, sino
por la fatiga del personal... La Maintenence Fleet no bastaba. Hacían
falta bases avanzadas para la preparación de las ofensivas anfibias.
Las grandes bases de la costa de EE.UU... estaban demasiado lejos.
Pearl Harbour, que había experimentado un considerable desarrollo,
estaba también demasiado a retaguardia. Los norteamericanos
crearon bases avanzadas temporales en las proximidades de las
zonas de primera línea... con el avance, algunas de ellas eran
2-38
abandonadas, en beneficio de otras más próximas a las operaciones
en curso. En esos casos decían que procedían al enrollamiento de
las bases de retaguardia. (Rolling up the back areas)... Para carenar
y reparar los barcos, los norteamericanos construyeron diques
flotantes de nuevo tipo. Cuando los Almirantes japoneses supieron
de su existencia, quedaron estupefactos. Al principio de la guerra
contaban con que los barcos norteamericanos averiados en sus
obras vivas no estarían ya en condiciones de llegar a los puertos de
reparación o, por lo menos, que quedarían largo tiempo inútiles. Una
de las suposiciones en que se basaban sus planes estratégicos se
revelaba como errónea” (46).

e) La posición y el avance tecnológico

El factor geográfico no pierde su relevancia para la estrategia marítima a


pesar de las mejoras introducidas al reabastecimiento a flote y los
avances tecnológicos, en particular a la propulsión. Siempre persisten los
tres factores limitadores de la permanencia de una fuerza naval en el mar:

(1) Abastecimiento: (Munición, combustible, consumos, repuestos,


víveres, etc.)

(2) Mantenimiento: (Automantención, recorridas, reparaciones, etc.)

(3) Personal: (Descanso, reemplazos, etc.)

Aún cuando los buques con propulsión nuclear, en singular los


submarinos, cuentan con combustible para operar dos o tres años tienen
que regresar periódicamente a sus bases por necesidades de mantención
del material y descanso del personal.

Los buques a vela tampoco necesitaban combustible ni menos recorrer o


reparar maquinarias complejas. Sin embargo, debían retornar a sus
bases para reabastecerse de víveres, agua, munición y otras
insuficiencias, además dar descanso a las dotaciones.

Las grandes potencias marítimas realizan considerables esfuerzos para


conservar sus redes de posiciones estratégicas. Norteamérica mantiene
posiciones en el Atlántico, Caribe, Pacífico e Indico, con tal propósito
suscribe pactos políticos, militares y convenios de arrendamiento. Nada
hace suponer que esta situación pueda variar en un futuro cercano. En el
presente, mediante el “Sea Basing”, la marina estadounidense intenta
liberarse del apoyo brindado por bases terrestres durante los conflictos
locales.

Ejemplos Históricos:

2-39
Primer Conflicto del Golfo.

Los primeros transportes en recalar a Arabia Saudita fueron los cinco


buques de “preposicionamiento” desplegados en Diego García.
Transportaban el equipo y abastecimiento de una Brigada de Infantería de
Marina. Asimismo la posición Diego García se empleó como base aérea
para los B-52 que bombardearon Irak.

3.4 LA FUERZA

a) Introducción

El empleo de la fuerza corresponde al campo táctico. En el ámbito


estratégico está representada por la “Fuerza Organizada”. Recibe este
nombre por cuanto está organizada para dar la batalla contra la fuerza
equivalente del enemigo. Si el choque acarrea la destrucción del
adversario, es la “Batalla Decisiva” con que se conquista el Control del
Mar.

Los cruceros auxiliares, submarinos, aeronaves y otros medios


independientes de la fuerza organizada, contribuyen a su éxito, ya sea
incluidas dentro de la maniobra o produciendo la diversión de medios
adversarios en otros teatros excéntricos. Pero estas últimas acciones son
efectivas sólo cuando desvían mayores fuerzas que las utilizadas en la
tarea de distracción.

Ejemplo Histórico:

II Guerra Mundial. Midway.

El Almirante Yamamoto resolvió conquistar Midway para así atraer a la


“Fuerza Organizada” norteamericana a la batalla decisiva. “El Plan del
Jefe de la Flota contaba con los siguientes elementos: Tres días antes del
comienzo de la invasión (fijada para el día N), una pequeña agrupación de
portaaviones (Kakuta) debía dirigirse contra la base de Dutch-Harbour en
las Aleucianas, atrayendo de este modo hacia el norte la atención de los
nortamericanos. Al día siguiente (N menos 2), la verdadera Flota de
Portaaviones (Nagumo) debía atacar por sorpresa las Midway desde el
noroeste” (47). El Almirante Nimitz, quien disponía de excelente
inteligencia, no dividió sus portaaviones y los concentró al Noreste de
Midway. El Almirante Spruance, por medio de la aviación embarcada,
destruyó a los cuatro portaaviones japoneses frustrando así la invasión a
la Isla.

b) La validez del concepto Fuerza Organizada

El concepto “Fuerza Organizada” aún es válido a pesar de la


incorporación de nuevas armas y unidades al poder naval. Las
2-40
innovaciones citadas sólo influyen alterando los procedimientos
estratégicos para su empleo.

Hasta la Segunda Guerra Mundial, la maniobra buscaba crear las


condiciones favorables para cruzar la “T” a la línea de batalla enemiga. El
cañón era el arma principal y resolutiva mientras la línea de fila constituía
la formación más eficaz para su aplicación en el combate. Sin embargo,
la aparición del portaaviones transformó los encuentros navales en
aeronavales. En consecuencia se modificaron las formaciones y
dispositivos para la batalla a fin de facilitar o contrarrestar la acción de las
aeronaves. El torpedo y la bomba destacaron como las armas decisivas.
Después de la conflagración mundial surgieron las armas nucleares y los
misiles. Otra vez, se desarrollaron procedimientos y dispositivos inéditos
orientados para atacar o defender a las unidades con dichos ingenios.
Pero no ha variado el objeto de la “Fuerza Organizada”: destruir al
oponente con la intención de obtener el control del mar.

El área de misión norteamericana de “Control del Mar” y la soviética de


“Armada contra Armada” confirman la aseveración precedente. “La
Batalla cuyo fin es eminentemente estratégico, en su materialización es
esencialmente táctica. Este hecho determina que la forma en que se
desarrolla ella es extraordinariamente variable de acuerdo a las nuevas
tecnologías introducidas a las unidades navales en su armamento, control
y características generales, lo que tiende a confundir las formas con el fin”
(48). Las “Fuerzas Organizadas”, ahora, integradas por unidades de
superficie, submarinas y aéreas pueden hacer variar los procedimientos
para el encuentro, pero no las metas. Asimismo, el objeto de la guerra en
el mar perdura a través de los tiempos: obtener el control del mar para
aprovecharlo en beneficio propio y negárselo al enemigo.

c) Atributos característicos de las fuerzas navales

(1) INTRODUCCION

La Fuerza Naval goza de varios atributos propios y únicos lo que


permite su empleo en la paz para reafirmar o cautelar intereses y
objetivos nacionales amagados por potencias rivales. “Su gravitación
desde la paz es fácilmente apreciable y el respaldo a la política
exterior del Estado es ejercido permanentemente por su existencia, y
por su presencia en las áreas de interés, lo que resulta factible
únicamente para el poder naval, en consideración a los siguientes
atributos” (49).

 Flexibilidad política.
 Flexibilidad operativa.
 Flexibilidad logística.
 Condición lista para operar al arribo.

2-41
(2) FLEXIBILIDAD POLITICA

Una Fuerza Naval puede desplegarse en las proximidades de un


área conflictiva conservando su libertad de acción. Su sola presencia
indica, sin lugar a equívocos, la firme voluntad del gobernante para
actuar e influenciar en la situación política-estratégica vigente en la
región. La fuerza naval otorga al escalón político la alternativa de
intervenir en forma discreta o abierta, sin comprometerse de
inmediato en hechos violentos o considerados hostiles. Superado el
problema, mediante procedimientos relativamente pacíficos, la fuerza
desaparece sin dejar rastros. Los otros medios militares están
obligados a desembarcar, concentrarse y desplegarse antes de
actuar, proceso demoroso, vulnerable y que además provoca
tensiones. Por otra parte, las otras instituciones recurren al poder
naval para su transporte y apoyo.

(3) FLEXIBILIDAD OPERATIVA

Las fuerzas navales poseen la capacidad de desplazarse y operar


con rapidez y oportunidad en zonas lejanas permaneciendo plazos
prolongados en sus proximidades. Las acciones a realizar son
graduables de acuerdo a la evolución de los acontecimientos, varían
de la mera presencia hasta la operación anfibia. Todas las gamas,
extremas e intermedias, de empleo de las armas es posible dirigirlos
a voluntad en tiempo real, por el mando estratégico a flote o por el
mismo nivel político gracias a los sistemas de mando, control y
comunicaciones disponibles.

La movilidad de las fuerzas navales les permite conservar la


iniciativa, explotar la sorpresa y concentrar el efecto de sus armas.
Asimismo, le es fácil confundir al enemigo provocando su trastorno y
dispersión para luego presentarse en el lugar y oportunidad más
inesperado.

(4) FLEXIBILIDAD LOGISTICA

Una fuerza naval consiste en un dispositivo logístico armónico e


integrado. Está formada por unidades autónomas, que transportan la
mayor parte de sus necesidades logísticas requeridas por las
operaciones. El consumo lo recuperan reabasteciéndose del Grupo
de Apoyo Móvil orgánico de la fuerza. Esta característica
independiza a la fuerza de las bases terrestres y le faculta operar por
largo tiempo sin apoyo logístico externo.

2-42
(5) CONDICION LISTAS PARA OPERAR AL ARRIBO

Una de las mayores ventajas, intrínseca, de la fuerza naval reside en


su habilidad para emprender operaciones de combate sostenidas e
inmediatas al recalar a la región objetivo. Esta característica no es
compartida con las fuerzas de otras instituciones ya que están
obligadas a preparar con antelación el terreno antes de entablar
combate. Ello incluye el acopio de equipos, armamentos, municiones
y toda clase de abastecimientos de vida y combate.
(6) COMENTARIO FINAL

Los atributos característicos de sus fuerzas hacen al poder naval el


instrumento ideal para cumplir tareas durante la paz. Se destacan en
sus roles o misiones orientadas a la disuasión y el manejo de crisis.
Los atributos desembocan en un simbolismo político-estratégico y
capacidad de graduación de extraordinario valor. Algunos tratadistas
los consideran a ambos en calidad de atributos característicos
independientes.

La presencia de una fuerza naval, cargada de simbolismo, demuestra


la voluntad del estadista en cautelar los intereses nacionales
afectados e influir como protagonista y no como espectador de los
acontecimientos. La flexibilidad política y operativa le otorga un
abanico de alternativas para expresar sus aspiraciones. Asimismo, el
político tiene la facultad de graduar, en tiempo real, la violencia a
desplegar para disuadir al adversario o llevarlo a la mesa de las
negociaciones. Hoy, más que nunca es válida la frase de Wegener,
aún cuando aplicada en otro contexto: “La Marina y Ministerio de
Relaciones se convierten en verdaderos hermanos gemelos a causa
de la estrategia” (50). La política exterior está avalada por la fuerza,
pensar de otro modo constituye una ilusión que acarrea amargas
frustraciones y desengaños.

Ejemplo Histórico:

Crisis Chileno-Argentina.

Los oportunos y rápidos despliegues de la Escuadra realizados a


causa de las crisis del Islote Snipe, Laguna del Desierto y el Beagle
disuadieron al gobierno trasandino en sus propósitos agresivos y lo
llevaron a entablar negociaciones a fin de encontrar soluciones
pacíficas a los diferendos.

3.5 LAS INTERFERENCIAS

Otro elemento que preocupa a la estrategia marítima, aunque ajena a ella,


reside en las denominadas “interferencias”. Estas son acciones y reacciones
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producidas por las estrategias superiores o colaterales que desvían a la guerra
en el mar de su cauce natural. Las interferencias pueden generar objetivos
estratégicos, llamados “territorios”, los cuales deben ser logrados por las
fuerzas navales operando en forma independiente o conjunta. El tema se
evalúa con mayor profundidad en un capítulo próximo.

En el anexo “A” se enumeran los objetivos estratégicos, incluyendo su origen,


calidad y valor.

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