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Caminos hacia el Perdón

Análisis desde el punto de vista psicológico y bíblico para comprender desde ambas perspectivas la
coherencia de este principio con el fin de alivio para el cuerpo y el espíritu.

La primera parte se tratará de un análisis sicológico, en un pequeño análisis hecho por el Dr.
Walter Riso (Nápoles-Italia) (Psicólogo Clínico, Ph.D. en psicología, Especialista en terapia
cognitiva, Magister en bioética, escritor)

El Dr. Riso trata de dar una definición del perdón de la siguiente manera:

"Acercarse al perdón es una experiencia que trasciende. Es como un proceso por el cual la persona
se transforma y aliviana la carga negativa del rencor y los paradigmas más rígidos se transmutan
en algo parecido al desapego."

Simplemente te sueltas y tiras todo el odio por la borda hasta que el último vestigio de venganza
desaparezca. El resultado de esta “revolución interior” es similar a una renovación esencial, una
reestructuración donde el “yo” descansa y se reinventa. Para comprender el perdón hay que
comenzar por su negativa: qué no es perdonar. Retirar “lo que no es” para que nos quede el
núcleo duro de “lo que es”, su verdadera naturaleza.

Aquí el Dr. Riso trata de explicar que no es el perdón:

1.-Perdonar no es borrar la falta cometida. No se trata de dar “absolución total y radical”. No se


puede deshacer la falta de un plumazo como si tuviéramos un poder sobrenatural. Nadie es capaz
de borrar la memoria histórica y olvidarlo todo, por tal razón, perdonar no es una especie de
amnesia que nos hace comportar como si nada hubiera pasado.

2.-Perdonar no es otorgar clemencia. No soy quien para decidir el tipo de castigo que debería
tener mi ofensor, ni su intensidad: eso lo define una justicia estatal y organizada. Perdonar no es
aliviar la pena o la condena, supone un paso más que un mero acto de jurisprudencia.

Y lo de exigir venganza o la ley del Talión (“ojo por ojo”) viene a ser otra cosa.

3-.Perdonar no es solo compasión. Es decir: el perdón no solamente requiere de cierta


misericordia con el agresor. No es suficiente que el arrepentimiento del agresor genere en
nosotros cierta solidaridad con su sufrimiento: el perdón también es una decisión, una virtud
pensada y actuada, pero siempre razonada. Es un acto de la voluntad que va más allá del
“contagio afectivo”. De hecho, puedo perdonar a una persona sin conocerla, puedo perdonar a los
muertos y a quien ni siquiera se ha arrepentido. El perdón es un acto individual y personalizado.
Insisto: una decisión de la mente, acompañada por el corazón.

4-.Perdonar no es renunciar a nuestros derechos. Perdonar no significa negociar los principios y


los valores que nos definen o doblegar la propia dignidad. Uno puede dejar de odiar a alguien y
aún así seguir defendiendo los derechos personales frente a ese individuo en cuestión. No implica
abdicar de lo que creemos justo, sino protegerlo sin violencia física o psicológica.

Si perdonar no es nada de lo anterior, ¿qué es entonces? Es recordar sin odio, es extinguir el


rencor y eliminar los deseos de venganza. Es hacerle el duelo al resentimiento. Implica
enfrentarnos a nuestros enemigos sin odiarlos y movidos básicamente por la convicción. De esto
se trata el perdón, de adquirir la tranquilidad del alma, que tanto predicaban los antiguos: la paz
interior, para que luego se refleje fuera.

Análisis bíblico

Ya hemos visto lo que dice la sicología acerca del perdón, pero veamos ahora, que nos dice Dios
por medio de Su palabra acerca del perdón…

Si bien es cierto nuestra naturaleza es imperfecta y podemos cometer muchos errores, más
indagando en las escrituras, podemos encontrar 5 premisas que deberíamos entender y aplicar.

Detallando tres puntos clave:

1. Hay que comprender que, si estamos conscientes de nuestros actos, podemos decir que
erramos una vez, es decir en una sola ocasión, pero luego el cometer el mismo error ya no
es "errar" sino es "elegir". Y en este punto Dios mira nuestra elección.
2. El poder tener el valor suficiente de confesar el error cometido ante Dios y ante los
hombres con humildad y temor de Dios. Teniendo fe y esperanza, ya que nos permite
acceder a la redención.
3. La capacidad de perdonar al o los ofensores tomando en consideración de que no importa
el pecado cometido, sino el corazón quebrantado por un real arrepentimiento el cual logra
el perdón de Dios.

De hecho hay que analizar lo que la palabra de Dios nos muestra acerca de los errores y el perdón:

1. Nadie es inmune a la tentación.

David, el segundo rey de Israel, nos demuestra que nadie es inmune a la tentación, ni siquiera un
hombre conforme al corazón de Dios.

1 Samuel 13:14

“Más ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al
cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo
que Jehová te mandó.” En este pasaje se refiere a David, él es el hombre conforme al corazón de
Dios, más si continuamos leyendo las escrituras en 2 Samuel 11, podemos ver como el Rey David
codicia a la mujer de Urías, Betsabé, e hizo que Urías fuese puesto en primera fila del ejército para
que fuera herido de muerte y muriese. Luego de esto David tomó a la mujer de Urías como su
esposa.

Orden del Rey David: (2 Samuel 11:15)

“En la carta había escrito: Poned a Urías al frente de la batalla más reñida y retiraos de él, para que
sea herido y muera.”

Betsabé, la mujer de Urías, ahora es la esposa de David: (2 Samuel 11:26-27)


“Al oír la mujer de Urías que su marido Urías había muerto, hizo duelo por su marido. Cuando pasó
el luto, David mandó traerla a su casa, y ella fue su mujer; y le dio a luz un hijo. Pero lo que David
había hecho fue malo a los ojos del Señor.”

2. Permanezca en la voluntad de Dios

En Romanos 12:2 nos dice lo siguiente:

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Por eso hay que buscar la voluntad de Dios día a día en su palabra.

3. No dejes que el pecado habite en tu mente

Santiago 4:7-8 nos dice:

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a
vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros
corazones.”

De hecho el mundo está lleno de cosas que pueden fácilmente excitar nuestros sentidos:

- dinero

- sexo

- drogas

- conductas inapropiadas o fuera de sentido…

- Etc…

Si dejamos que esto nuestros sentidos perciban esto, seremos fácilmente seducidos, además
nuestro ser querrá buscarlo. En este punto no estamos errando continuamente, sino es lo que
escogemos continuamente. Hay que saber que nuestro cuerpo es débil, pero nuestra voluntad
personal es un poco más fuerte, y podemos elegir hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Jesús hizo palpable esta batalla:

En Mateo 4:1-11, se puede leer como Jesús fue tentado por el diablo en el desierto, pero el
resistió con la palabra de Dios.

4. No trate de encubrir el pecado, lo mejor es arrepentirse, confesarlo sea cual sea y buscar el
perdón de Dios

Muchas veces quienes han pecado temen más de las consecuencias de los hombres que de las
consecuencias divinas, y encubren su pecado cometiendo un pecado aún mayor y terminan
envueltos en un círculo vicioso de pecados sin fin que encubren el pecado original por razones
como:

-perder seres queridos que se ven afectados


-vergüenza pública

-soledad y segregación por parte de la sociedad general.

Sin embargo hay una sola razón que motiva al pecador verdaderamente arrepentido a pasar por
alto dichas razones antes mencionadas:

-condenación y muerte eternas al que se someterá por la ira de Dios con quien no se juega y del
que nadie se escapa.

5. Dios perdona si confesados nuestros pecados Ante El, si el arrepentimiento es genuino y la


búsqueda del perdón verdadera y constante.

El confesar El pecado cometido asegura el perdón de Dios y demuestra real arrepentimiento ante
El, las consecuencias del pecado son inevitables, sin embargo Dios es capaz de todo, pero para que
se cumpla en nosotros ese " todo" debemos someternos a Él.

Esto lo dice ahora en el nuevo testamento en 1 Juan 1:9:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos
de toda maldad.”

Premisas fundamentales para no errar en nuevas ocasiones, para perdonar y para pedir perdón
tanto a Dios como a los hombres.

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