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Introducción
En las proximidades de la antigua ciudad romana de Segóbriga se han hallado importantes vestigios
arqueológicos que evidencian la presencia de una importante actividad minera durante época romana,
estrechamente relacionada con la explotación de un elemento mineral muy demandado en su tiempo para
fines constructivos: el lapis especularis, un tipo de yeso cristalizado que, en su estado natural, es posible
encontrarlo formando importantes concentraciones. Debido a la naturaleza de su composición, es
fácilmente exfoliable y es posible obtener lascas de tamaño considerable, llegando algunas de ellas hasta
los dos metros.
La industria minera del lapis especularis alcanzó su mayor apogeo entre los siglos I y II de nuestra era y,
en el caso de Hispania, este elemento mineral destacó por su gran calidad y excepcionales cualidades.
Su comercialización reportó grandes beneficios económicos, así como una notable prosperidad en
aquellas zonas en donde era explotado y, en muchos casos, servirá para afianzar la romanización de las
mismas. En el caso de ciudades como Segóbriga, posibilitará un importante desarrollo, tanto económico
como urbano, cuyos mayores beneficiarios serán sus élites locales.
La minería romana en Hispania
La extracción de diversos metales tales como el oro, la plata y el cobre, así como de otros minerales
como mármoles o yesos, constituyó una de las más importantes industrias de época romana, que jugará un
destacado papel en el desarrollo económico y urbanístico de muchas de sus regiones. Gracias a su
expansión territorial, Roma logró apoderarse de ingentes y variados recursos mineros, y su interés por la
obtención de algunos de ellos llegará incluso a motivar acciones militares para hacerse con su control. En
muchos casos, esas explotaciones mineras ya se encontraban en activo, y en otros fueron ellos quienes
comenzaron a explotarlas a gran escala gracias a una concienzuda planificación global de los recursos del
Imperio, teniendo siempre presente la preservación de los recursos de la Península Itálica o bien la
política de acuñación monetaria de cada momento (Mangas y Orejas, 1999, 210).
La gestión y explotación de los distintos recursos mineros varió según la época y lugares en donde se
desarrollaba la actividad minera. En ocasiones era el propio Estado romano por medio de un procurator
metallorum, el encargado de explotarlas, tal y como sucedió con las importantes minas auríferas en el
noroeste de Hispania pero, en su mayor parte, se otorgaron concesiones de explotación a particulares,
comunidades locales o a societates publicanorum, especialmente en época republicana (1).
Para trabajar en las explotaciones mineras se recurrió a obreros asalariados, colonos o bien a esclavos y
condenados a trabajar en ellas como castigo (damnati ad metalla).
El hallazgo de los denominados como Bronces de Vipasca (2) en la localidad portuguesa de Aljustrel, que
constituyen una de las más completas y destacadas fuentes para el conocimiento del Derecho romano
vigente en Hispania , se detalla la organización de las explotaciones mineras comprendidas dentro del
distrito minero (metalla) de Vipasca (Domergue, 1983).
Los recursos minerales más apreciados fueron exportados a gran distancia, siendo uno de los casos más
representativos y mejor estudiados el del mármol y sus distintas variedades (3), que llegaron en grandes
cantidades por vía marítima a importantes puertos del Imperio, lo cual nos permite inferir la existencia de
una estructura comercial bien desarrollada y planificada (De Nuccio, Ungaro, 2003).
(1) En su obra Publicans and Sinner (Oxford, 1972) E.Badian plantea la hipótesis de que en época republicana, la práctica
totalidad de la minas hispanas estaban explotadas exclusivamente por grandes societates plublicanorum.
(2) Se trata de dos tablas de bronce, datadas en el siglo II d.C., que recogen la legislación aplicada a la explotación de las minas
del distrito de Vipasca, La primera de ellas, encontrada en 1876, trata sobre los derechos que asisten a los arrendatarios de las
minas. La segunda, hallada en 1906, versa sobre la regulación jurídica de las concesiones mineras y establece una serie de
normas técnicas para su explotación.
(3) Los mármoles más apreciados en época romana eran las variedades conocidas como el pórfido rosso, giallo antico y
pavonazzetto.
Durante el gobierno de Augusto (27 a.C. – 14 d.C.) se establecieron las directrices para lograr una
explotación más racional de las ricas minas de oro del noroeste hispano, que alcanzaron su mayor
productividad en tiempos de Vespasiano (69-79 d.C.), llegándose a obtener hasta 20.000 libras anuales de
oro cuyo valor estimado sería de unos 90 millones de sestercios. Tras la conquista y pacificación de la
mencionada zona, se encontraron importantes vetas auríferas al norte del río Duero, destacando las
explotaciones mineras de Trêsminas y Campo de Jales, ambas en territorio portugués, así como en los
Montes de León, en donde se puede ver un magnífico ejemplo de explotación minera de época romana,
las Médulas.
La plata fue otro recurso mineral muy apreciado, y durante la República fue el metal hispano por
excelencia debido a su abundancia. Como ejemplo ilustrativo, de la mina de Baebelo, situada en las
proximidades de Carthago Nova, se llegaron a extraer hasta 300 libras de plata diarias. La riqueza
argentífera de Hispania era tal, que era posible encontrar menas de plata nativa (actualmente
completamente agotada en territorio peninsular) aunque lo más usual era hacerlo junto a otros minerales
como el plomo (4), el cobre (5) o el mercurio (6), así como ligada al oro.
Además de esos dos metales mencionados, los romanos también obtuvieron de Hispania otros minerales
de interés económico variable, como el cinabrio de la zona de Sisapo (provincia de Ciudad Real),
utilizado para obtener minio y mercurio, siendo empleado para la amalgama del oro cuando este no
aparecía en estado puro. El cobre también fue muy apreciado, siendo usado en metalistería, bien en estado
puro o mezclado con otros metales, para obtener bronce, el metal industrial por excelencia de la época.
Breve historia de Segóbriga
(11) Un paso romano (passus) equivalía aproximadamente a 1,47 metros de longitud, por lo que la distancia señalada por Plinio
corresponde a unos 147 kilómetros.
acceso a determinados lugares, así como para realizar huecos en las paredes que serían usados para
instalar en ellos poleas, tornos o anclajes.
Antes de sacar el lapis especularis al exterior, y tras haber sido convenientemente cortado con serruchos
al tamaño y forma deseadas para facilitar su extracción, los bloques eran conducidos a través de las
distintas galerías hasta los pozos, desde donde eran alzados mediante poleas y tornos dispuestos en el
exterior, aunque también podían ser sacados por las rampas con ayuda de animales de tiro.
Una vez en el exterior, los bloques de lapis especularis eran desbastados y posteriomente seleccionados
siguiendo unos determinados criterios de calidad y tamaño, para ser nuevamente cortados en piezas
cuadradas o rectangulares con el fin de permitir un mejor almacenamiento y transporte, aunque
posiblemente, y debido a requerimientos de clientes o de mercados específicos, fuesen cortados siguiendo
otras formas.
Conclusión
Como breve conclusión, se podría afirmar que, en el caso de la Segóbriga romana, la explotación y
comercialización del lapis especularis constituyó un destacado, cuando no primordial, vehículo para su
desarrollo tanto urbanístico como económico gracias a la gran demanda y aprecio por ese elemento
mineral a lo largo y ancho de todo el Imperio. Además, la intensa actividad minera ayudó, directa e
indirectamente, al desarrollo y aparición de otras industrias, lo cual potenciará aún más su dinamismo
económico.
Esa prosperidad atraerá a gentes llegadas de otras partes del Imperio, siendo especialmente significativa la
presencia de itálicos, que lograron controlar, junto a las élites autóctonas, el proceso de explotación y
comercialización del lapis especularis. Su enriquecimiento les permitirá formar parte de la élite urbana de
Segóbriga y acceder a sus magistraturas, y por ende, al control sociopolítico y económico de la zona.
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