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1
Resumen Biográfico del Autor. Abogado egresado de la Universidad Católica de Colombia.
Especializado en derecho penal y ciencias forenses de la misma universidad. Especializado en
Derecho Público Ciencia y Sociología Política de la Universidad Externado de Colombia en convenio
con las Universidades Complutense de España y Milán de Italia, especialista en Derecho
Disciplinario de la Universidad Externado de Colombia. Docente y Litigante en las materias
señaladas. Ex conjuez del Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca Sala Jurisdiccional
Disciplinaria. Ex asesor docente de asuntos disciplinarios en el consultorio Jurídico de la Universidad
Católica de la materia y docente de la electiva de derecho Disciplinario de la misma Universidad.
Conjuez del Consejo Superior de la Judicatura Sala Jurisdiccional Disciplinaria.
emplee en ésta para determinar la conducta o hecho objeto de reproche2…”;; y, la
demostración de lo sustancial de la ilicitud, para así poder decretar o afirmar la
existencia de la antijuridicidad disciplinaria.
2
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia de Constitucionalidad. 030 de 2012. Magistrado Ponente
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA.
“ (…)
DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-Principios que comprende
El debido proceso en materia administrativa implica entonces la garantía de los siguientes principios:
(i)[del] principio de legalidad de la falta y de la sanción disciplinaria, (ii) del principio de publicidad,
(iii) del derecho de defensa y especialmente el derecho de contradicción y de controversia de la
prueba, (iv) del principio de la doble instancia, (v) de la presunción de inocencia, (vi) del principio de
imparcialidad, (vii) el principio de non bis in idem, (viii) del principio de cosa juzgada y (ix) de la
prohibición de la reformatio in pejes.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD EN MATERIA DISCIPLINARIA-Finalidad/PRINCIPIO DE
LEGALIDAD EN MATERIA DISCIPLINARIA-Doble garantía
El principio de legalidad reconocido en varias disposiciones constitucionales exige que la conducta
a sancionar, las sanciones, los criterios para su determinación y los procedimientos previstos para
su imposición, deben estar expresa y claramente definidos por la ley con carácter previo a la
aplicación e imposición de estas medidas. De ahí que la jurisprudencia constitucional ha expresado,
en relación con este principio, que comprende una doble garantía, “[L]a primera, de orden material y
de alcance absoluto, conforme a la cual es necesario que existan preceptos jurídicos anteriores que
permitan predecir con suficiente grado de certeza aquellas conductas infractoras del correcto
funcionamiento de la función pública y las sanciones correspondientes por su realización. La
segunda, de carácter formal, relativa a la exigencia y existencia de una norma de rango legal, que
convalide el ejercicio de los poderes sancionatorios en manos de la Administración”. Respecto de
las finalidades de este principio, la jurisprudencia constitucional ha señalado que éste (i) otorga
certidumbre normativa sobre la conducta y la sanción a imponer;; (ii) exige que el texto
predeterminado tenga fundamento directamente en la ley, sin que sea posible transferir tal facultad
al Gobierno o a las autoridades administrativas, por ser una competencia privativa del Legislador;;
(iii) constituye una salvaguarda de la seguridad jurídica de los ciudadanos;; (iv) protege la libertad
individual;; (v) controla la arbitrariedad judicial y administrativa;; y (vi) asegura la igualdad de todas las
personas ante el poder punitivo y sancionador del Estado.
PRINCIPIO DE RESERVA DE LEY EN MATERIA DISCIPLINARIA-Determinación mediante
remisión a normas reglamentarias
El principio de reserva de ley que se manifiesta en la obligación del Estado de someter el desarrollo
de determinadas materias o de ciertos asuntos jurídicos a la ley, o al menos, a tener como
fundamento la preexistencia de la misma, es un principio que no implica que para su determinación
la ley no pueda remitirse a otras normas reglamentarias. Así, en el ámbito disciplinario, la
consagración de los comportamientos reprochables disciplinariamente o faltas disciplinarias, así
como las sanciones, los criterios para su fijación y los procedimientos para adelantar su imposición,
corresponden a una materia que compete desarrollar de manera exclusiva a la ley, tanto en sentido
formal como material, de manera que las conductas que prevean los deberes o faltas disciplinarias
deben estar estipuladas previamente en una norma legal, y para la determinación y aplicación de la
norma disciplinaria en cada caso en concreto, la ley debe remitir al conjunto de funciones o de
deberes específicos que se le asignen a los servidores públicos, que se encuentran consignadas en
normas jurídicas de inferior jerarquía a la ley, siempre y cuando su existencia se encuentre conforme
a la ley misma.
De tal manera que, dicha diferenciación categorial y dogmática existente entre
conducta adecuarle a un tipo disciplinario y la ilicitud sustancial que esta provoque
en términos de afectación a los principios sobre los cuales se sustenta el concepto
de función pública, debe generar diferentes discursos y valoraciones técnico
jurídicas al interior de los pliegos de cargos, autos de apertura a procedimiento
verbal, y fallos sancionatorios. Por tal modo que, si se da cumplimiento a la
dogmática disciplinaria elaborada jurisprudencial y doctrinariamente, debemos
llegar a la conclusión de que unos deben ser los argumentos y pruebas presentados
en el proceso disciplinario respecto a los elementos del tipo y, otros diferentes a lo
sustancial de la ilicitud, con el fin de que no se castigue o sancione la simple
inobservancia de la norma por la norma o el deber por el deber.
El problema a plantear, será desarrollado a través de la temática del texto,
presentándose como conclusión y posible solución un humilde aporte constitutivo
de una metodología básica que permita elaborar al operador disciplinario un análisis
diferencial de los medios probatorios que se restrinjan técnicamente al señalamiento
y demostración de lo sustancial de la ilicitud y, otro referente a los elementos del
tipo, pudiéndose informar al disciplinable y a la sociedad conforme al estándar de
un estado democrático de derecho3, en concordancia rigurosa con el principio de
identidad que en materia disciplinaria ha sido decantado por la Corte Constitucional;;
que el comportamiento o conducta adecuable a un tipo disciplinario, afecta el deber
funcional sustancialmente únicamente cuando trae como consecuencias: 1) La no
prestación del servicio público o, su indebida e irregular prestación o, su ejercicio
PRINCIPIO DE TIPICIDAD EN MATERIA DISCIPLINARIA-Exigencias/PRINCIPIO DE
TIPICIDAD EN MATERIA DISCIPLINARIA-Contenidos/PRINCIPIO DE TIPICIDAD EN
MATERIA DISCIPLINARIA-Reduce la facultad discrecional en el ejercicio del poder
sancionatorio
El principio de tipicidad en materia disciplinaria exige que la norma creadora de las infracciones y de
las sanciones, debe describir clara, expresa e inequívocamente las conductas que pueden ser
sancionadas y el contenido material de las infracciones, así como la correlación entre unas y otras.
La jurisprudencia de esta Corte ha sostenido que el principio de tipicidad se compone de dos
aspectos, (i) que exista una ley previa que determine la conducta objeto de sanción;; y (ii) la precisión
que se emplee en ésta para determinar la conducta o hecho objeto de reproche y la sanción que ha
de imponerse;; aspecto éste que se orienta a reducir al máximo la facultad discrecional de la
administración en el ejercicio del poder sancionatorio que le es propio.
3
CONSTITUCION POLÍTICA DE COLOMBIA.
Preámbulo.
“El pueblo de Colombia,
en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional
Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y
asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento,
la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden
político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad
latinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente: Constitución Política de Colombia.”
tardío;; 2) Si con ocasión a cualquiera de las anteriores circunstancias, además,
hubo afectación en uno o varios de los principios constitucionales y legales, sobre
los cuales se sustenta en el derecho colombiano el concepto de ”función pública”4
4
Constitución Política de Colombia. Art. 209. Capítulo 5. De la Función Administrativa.
“ARTICULO 209. La función administrativa está al servicio de los intereses generales y se
desarrolla con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad,
imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración de
funciones.
Las autoridades administrativas deben coordinar sus actuaciones para el adecuado cumplimiento
de los fines del Estado. La administración pública, en todos sus órdenes, tendrá un control interno
que se ejercerá en los términos que señale la ley.”
Ley 734 de 2002. Código Disciplinario Único. La función pública y la falta disciplinaria. Art.
22. Garantía de la función pública.
“El sujeto disciplinable, para salvaguardar la moralidad pública, transparencia, objetividad, legalidad,
honradez, lealtad, igualdad, imparcialidad, celeridad, publicidad, economía, neutralidad, eficacia y
eficiencia que debe observar en el desempeño de su empleo, cargo o función, ejercerá los derechos,
cumplirá los deberes, respetará las prohibiciones y estará sometido al régimen de inhabilidades,
incompatibilidades, impedimentos y conflictos de intereses, establecidos en la Constitución Política
y en las leyes.”
Ley 1437 de 2011. Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo. Artículo tercero:
Artículo 3°. Principios. Todas las autoridades deberán interpretar y aplicar las disposiciones que
regulan las actuaciones y procedimientos administrativos a la luz de los principios consagrados en
la Constitución Política, en la Parte Primera de este Código y en las leyes especiales.
Las actuaciones administrativas se desarrollarán, especialmente, con arreglo a los principios del
debido proceso, igualdad, imparcialidad, buena fe, moralidad, participación, responsabilidad,
transparencia, publicidad, coordinación, eficacia, economía y celeridad.
1. En virtud del principio del debido proceso, las actuaciones administrativas se adelantarán de
conformidad con las normas de procedimiento y competencia establecidas en la Constitución y la
ley, con plena garantía de los derechos de representación, defensa y contradicción.
En materia administrativa sancionatoria, se observarán adicionalmente los principios de legalidad de
las faltas y de las sanciones, de presunción de inocencia, de no reformatio in pejus y non bis in idem.
2. En virtud del principio de igualdad, las autoridades darán el mismo trato y protección a las personas
e instituciones que intervengan en las actuaciones bajo su conocimiento. No obstante, serán objeto
de trato y protección especial las personas que por su condición económica, física o mental se
encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta.
3. En virtud del principio de imparcialidad, las autoridades deberán actuar teniendo en cuenta que la
finalidad de los procedimientos consiste en asegurar y garantizar los derechos de todas las personas
sin discriminación alguna y sin tener en consideración factores de afecto o de interés y, en general,
cualquier clase de motivación subjetiva.
4. En virtud del principio de buena fe, las autoridades y los particulares presumirán el comportamiento
leal y fiel de unos y otros en el ejercicio de sus competencias, derechos y deberes.
5. En virtud del principio de moralidad, todas las personas y los servidores públicos están obligados
a actuar con rectitud, lealtad y honestidad en las actuaciones administrativas.
6. En virtud del principio de participación, las autoridades promoverán y atenderán las iniciativas de
los ciudadanos, organizaciones y comunidades encaminadas a intervenir en los procesos de
deliberación, formulación, ejecución, control y evaluación de la gestión pública.
(principios se encuentran descritos en la Constitución Política de Colombia artículo
209, Ley 734 de 2002, C.D.U., artículo 22. Ley 1437 de 2011 Código de
Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, artículo 3, y la Ley
80 de 1993, Estatuto General de Contratación de la Administración Pública, artículo
23);; 3. El grado de afectación a dichos principios infringidos, sobre los cuales se
sustenta el concepto de función pública en Colombia;; máxime cuando los datos
constitutivos de dicha intensidad o grado de “afectación”, resultan ineludibles para
motivar jurídica y objetivamente uno de los criterios de graduación de la sanción,
denominado como el “grave daño social de la conducta” y, 4) La prueba de dicha
afectación al deber funcional, lo que resulta absolutamente distinto de la prueba de
la conducta descrita y adecuarle al tipo disciplinario, puesto que se trata de dos
objetos de prueba diferentes, dado que, si bien es cierto, el ilícito disciplinario se
7. En virtud del principio de responsabilidad, las autoridades y sus agentes asumirán las
consecuencias por sus decisiones, omisiones o extralimitación de funciones, de acuerdo con la
Constitución, las leyes y los reglamentos.
8. En virtud del principio de transparencia, la actividad administrativa es del dominio público, por
consiguiente, toda persona puede conocer las actuaciones de la administración, salvo reserva legal.
9. En virtud del principio de publicidad, las autoridades darán a conocer al público y a los interesados,
en forma sistemática y permanente, sin que medie petición alguna, sus actos, contratos y
resoluciones, mediante las comunicaciones, notificaciones y publicaciones que ordene la ley,
incluyendo el empleo de tecnologías que permitan difundir de manera masiva tal información de
conformidad con lo dispuesto en este Código. Cuando el interesado deba asumir el costo de la
publicación, esta no podrá exceder en ningún caso el valor de la misma.
10. En virtud del principio de coordinación, las autoridades concertarán sus actividades con las de
otras instancias estatales en el cumplimiento de sus cometidos y en el reconocimiento de sus
derechos a los particulares.
11. En virtud del principio de eficacia, las autoridades buscarán que los procedimientos logren su
finalidad y, para el efecto, removerán de oficio los obstáculos puramente formales, evitarán
decisiones inhibitorias, dilaciones o retardos y sanearán, de acuerdo con este Código las
irregularidades procedimentales que se presenten, en procura de la efectividad del derecho material
objeto de la actuación administrativa.
12. En virtud del principio de economía, las autoridades deberán proceder con austeridad y eficiencia,
optimizar el uso del tiempo y de los demás recursos, procurando el más alto nivel de calidad en sus
actuaciones y la protección de los derechos de las personas.
13. En virtud del principio de celeridad, las autoridades impulsarán oficiosamente los procedimientos,
e incentivarán el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, a efectos de que los
procedimientos se adelanten con diligencia, dentro de los términos legales y sin dilaciones
injustificadas.
Ley 80 de 1993. Estatuto General de la Contratación de la Administración Pública. Artículo 23.
“Artículo 23º.- De Los Principios de las Actuaciones Contractuales de las Entidades Estatales. Las
actuaciones de quienes intervengan en la contratación estatal se desarrollarán con arreglo a los
principios de transparencia, economía y responsabilidad y de conformidad con los postulados que
rigen la función administrativa. Igualmente, se aplicarán en las mismas las normas que regulan la
conducta de los servidores públicos, las reglas de interpretación de la contratación, los principios
generales del derecho y los particulares del derecho administrativo.”
describe como una conducta típicamente antijurídica, con ocasión a la estructura
dogmática particular del derecho disciplinario, no lo es menos, que una ha de ser la
prueba del comportamiento que se adecua al tipo, y otra la prueba de la afectación
sustancial como juicio de valoración objetivo.
La metodología presentada como solución al problema planteado permite al
operador disciplinario exponer jurídica y objetivamente las premisas o razones
argumentativas que sustentan lo sustancial de la ilicitud de una conducta típica
imputada, en cumplimiento a los principios de publicidad, motivación y
argumentación jurídica, que hacen efectivo y posible el ejercicio de la contradicción
y defensa. De igual forma, permite al investigado presentar una antítesis, en
ejercicio a dichos derechos de contradicción y defensa teniéndose en cuenta que
son las premisas argumentativas y no solamente las conclusiones las que pueden
ser objeto de debate jurídico y probatorio.
Palabras claves.
Ilicitud. Sustancial. Afectación. Función Pública. Antijuridicidad.
II. Señalamiento del problema jurídico.
Así las cosas la descripción contextual del problema jurídico nos permite formular
metodológicamente la siguiente pregunta:
¿La prueba requerida en el proceso disciplinario para demostrar la existencia de la
conducta típica es distinta a la exigida para demostrar la afectación sustancial al
deber funcional?
III. Desarrollo.
Debemos partir de un concepto nuclear de antijuridicidad producto de la teoría del
derecho, no solamente para poder conocer sus aspectos esenciales y generales,
sino, además, con mucho más atino, entender su aplicación en el derecho
disciplinario y comprender la diferenciación de su aplicación en otros géneros del
ius puniendi. Una buena fuente de autoridad puede ser el ius filosofo Hans Kelsen,
quien en su obra titulada “El Método y los Conceptos Fundamentales de la Teoría
Pura del Derecho”, presenta de forma clara, lo que la denominada Escuela Jurídica
de Viena, en cabeza de su máximo exponente Kelsen, desarrollaron teóricamente
como como concepto de antijuridicidad.5
“13. Considerado desde el punto de vista inmanente que adopta la teoría pura del
derecho, el concepto de antijuridicidad experimenta una transformación esencial. Lo
decisivo para dicho concepto no son los motivos del legislador, no es la
circunstancia de que un hecho sea contrario a los deseos de la autoridad legislativa
o, como suele decirse, aun cuando incorrectamente, que sea “socialmente dañoso”
( si bien lo exacto sería decir únicamente que el legislador lo estima así);; sino única
y exclusivamente, la posición que el hecho en cuestión ocupa en la norma jurídica:
el ser la condición de la especifica reacción del derecho, del acto coactivo (que es
la acción del Estado). La antijuridicidad es la conducta que el precepto jurídico
establece como condición, realizada por aquel hombre contra el cual se dirige el
acto coactivo determinado en la norma como consecuencia de aquella.
(…)
Planteándose así el problema, la antijuridicidad, que desde el punto de vista de la
Política del Derecho aparece como negación del Derecho, conviértase en una
condición específica del mismo y, por tanto, en un objeto posible de conocimiento
jurídico. Para éste, la antijuridicidad no puede ser sino Derecho. El concepto de
antijuridicidad abandona la posición extra sistemática en que le había colocado una
ingenua doctrina pre científica, y obtiene una posición intra sistemática…”
(Subrayado fuera de texto)
Observemos entonces, que el precepto jurídico que ocupa nuestra atención, atiende
al concepto jurídico dogmático de ilícito disciplinario conformado por la conducta o
comportamiento oficial fenomenológico que se adecua al tipo disciplinable y al de
ilicitud sustancial, de manera que el precepto jurídico que desarrolla en la Ley
disciplinaria el concepto de ilicitud sustancial establece una condición a todos, y
cada uno de los operadores disciplinarios en Colombia, tendiente a demostrar
autónoma e independientemente el cumplimiento de la condición exigida en el
concepto de ilicitud, es decir, lo sustancial de la misma como objeto posible de
conocimiento jurídico dentro del proceso disciplinario.
Luego del marco ius filosófico que ha de ser tenido en cuenta en el presente
documento, conviene, por resultar útil a la fijación, desarrollo y solución del
problema jurídico aquí presentado, exponer el estudio de la antijuridicidad en su
evolución y contenido, realizado por el Maestro Luis Jiménez de Azua, documento
que funge como argumento de autoridad en el presente trabajo, bajo la absoluta
salvedad, de que se ha tenido en cuenta la diferencia diametral existente entre la
5
KELSEN Hans. El Método y los Conceptos Fundamentales de la Teoría Pura del Derecho. Ed.
Reus.2009. Páginas. 40 a 42.
También puede leerse a este respecto a GARCIA Máynez Eduardo. Algunos Aspectos de la
Doctrina Kelseniana. Editorial PORRUA S.A. 1978. Páginas: 61 a 71.
antijuridicidad material propia del derecho criminal y, la ilicitud sustancial,
denominación, por medio de la cual, se conoce legal y doctrinariamente la
antijuridicidad disciplinaria, diferenciación que no solamente ha sido expuesta por el
legislador, sino, también por la Corte Constitucional, en desarrollo de lo que ha
denominado principio de especificidad en derecho disciplinario.
La necesidad argumentativa, a través del autor en comento, radica en que este parte
del principio puro y básico de antijuridicidad como acto contrario a derecho, lo que
el mismo denomina como definición provisional, para más adelante desarrollar el
concepto de antijuridicidad material, el cual no hace parte de la ilicitud sustancial
disciplinaria, por lo que, solo nos quedaremos con el desarrollo del concepto
provisional, toda vez que, presenta categorías tales como lo justo y lo injusto, lo
antijurídico y lo ilícito, siempre bajo el consentimiento de que la antijuridicidad funge
“como una característica de la infracción punible”6, es decir, como característica
valorativa de un acto o conducta, que ha de ser adecuada a un tipo, por tanto dicha
valoración requiere su propio estudio, así como su propia demostración.
Para el Maestro Jiménez de Asúa, “No debe dudarse, sin embargo que lo
antijurídico es la base del concepto de delito”7, circunstancia que aplicaría jurídico
dogmáticamente al derecho disciplinario al decir que la ilicitud sustancial es la base
del concepto de falta disciplinaria.
De igual forma, señaló el Maestro Jiménez de Asúa: “La antijuridicidad es hoy, en
toda elaboración jurídica del delito la piedra angular, no solo de la infracción, sino
de todo el Derecho punitivo”8.
En principio podemos afirmar que el concepto omnicomprensivo de antijuridicidad
en el escenario del derecho punitivo (ius puniendi), puede ser entendido como un
juicio de valor objetivo, o de reproche, el cual, ha de recaer sobre un
comportamiento o conducta que puede ser adecuada a un tipo o proposición
normativa. Es decir, el juicio consiste en valorar un comportamiento que contraría el
orden jurídico, para luego determinar si dicho obrar tuvo implicaciones
disfuncionales en ese orden jurídico particular. lo que en materia de derecho
disciplinario significaría el desconocimiento del deber que logra alterar significativa
o de manera importante el correcto funcionamiento del Estado, debiéndose actuar
funcionalmente de manera diferente.
Lo anterior, permite afirmar dogmáticamente que, el objeto inmediato de protección,
o el interés del derecho disciplinario, es el deber funcional, determinado por la
constitución, la ley, y el reglamento, como una forma de reglamentar, alinderar o
encauzar el ejercicio de la función pública, y no la protección de un bien jurídico.
6
JIMÉNES De Asúa Luis. Tratado de Derecho Penal. Tomo III. El delito. Primera Parte. Pág. 828.
7
Óp. Cit. Pág. 832.
8
Óp. Cit. Pág. 835.
Esta determinación, sobre el objeto de protección o interés jurídico político del
derecho disciplinario, resulta absolutamente necesaria para comprender que la
conducta antijurídica en materia disciplinaria surge frente al incumplimiento de lo
dispuesto en el deber funcional, con consecuencias evidenciables en el servicio
público, no en los resultados lesivos, dañinos o perjudiciales que surjan con ocasión
de la infracción al deber funcional, pues estos, no son analizados en materia
disciplinaria como elemento del ilícito disciplinario, sino, como criterio de imposición
de la sanción disciplinaria, es decir, el resultado fenomenológico producto de la
infracción al deber funcional, en esta forma de ius puniendi, es una circunstancia
que interesa a la punibilidad disciplinaria.
De tal forma que, el juicio de antijuridicidad en materia disciplinaria, o su afirmación
al interior de un proceso disciplinario solo puede ser realizada, en principio, sobre la
constatación del quebrantamiento de la norma subjetiva de determinación,9 para
luego verificar, constatar o demostrar cuál de los principios fundamentales, de orden
constitucional y legal fueron afectados o inobservados, teniendo como
consecuencia el incumplimiento de los fines del Estado, la forma constitucional y
legal en que estos deben ser realizados o materializados por el servicio público.
La demostración al interior del proceso disciplinario, respecto de la infracción a los
principios aplicables en la prestación de servicios públicos, de: buena fe, igualdad,
moralidad, celeridad, economía, imparcialidad, eficacia, eficiencia, participación,
publicidad, responsabilidad y transparencia;; que traen como resultado, la
imposibilidad del Estado, en cada caso en particular de inobservancia o violación al
deber funcional, lo que permite determinar en el proceso disciplinario la existencia
de lo sustancial de la ilicitud, es a esa demostración probatoria, más allá de toda
duda razonable a la que me he querido referir en el presente escrito.
Es la naturaleza del derecho disciplinario y la de las demás formas de derecho
punitivo10, la que nos permite concretar, identificar y brindar autonomía a los
9
GÓMEZ Pavajeau Carlo Arturo. Dogmática del Derecho Disciplinario. Edit. Universidad
Externado de Colombia. Edición 3ª. Pág. 259. “Sin duda alguna, si el derecho disciplinario se
encuentra profundamente influenciado por la ética, donde lo relevante es la conducta y la dirección
de la voluntad impuesta por los deberes, y la configuración constitucional de tal disciplina también
apunta a tales criterios, debe concluirse a sí mismo que lo contrario a derecho en derecho
disciplinario está dado por el quebrantamiento de la “norma subjetiva de determinación. Tal
orientación informa la construcción del injusto en el ámbito del derecho disciplinario”…”
10
CORTE CONSTITUCIONAL Sentencia C – 948 de 2002
“…4.2.1.1. Los diversos regímenes y sus diferencias. De tiempo atrás ésta Corporación, siguiendo
los criterios que ya había anunciado la Corte Suprema de Justicia, cuando ejercía la guarda de la
constitución, ha señalado que el derecho sancionador del Estado es una disciplina compleja pues
recubre, como genero al menos cinco especies, a saber: el derecho penal delictivo, el derecho
contravencional, el derecho disciplinario, el derecho correccional y el derecho de punición por
indignidad política o “impeachment” (sentencia 51 de la Corte Suprema de Justicia, del 14 de abril
de 1983, M.P. Manuel Gaona Cruz, citada por la Corte Constitucional en la sentencia C-214 de
1984, M.P. Antonio Barrera Carbonel).”
diferentes órdenes jurídicos que buscan ser tutelados, reivindicados o conservados,
a través de los disímiles ordenamientos punitivos que fungen como formas jurídica
de control social, tales como el derecho penal, derecho disciplinario, derecho
administrativo sancionatorio o correccional, derecho policivo contravencional, y los
juicios por indignidad política.
Una de las características estructurales del derecho disciplinario que permite
establecer su autonomía e identidad, está dada por su finalidad, la cual es, la de
mantener el buen ejercicio de la función pública dentro del margen y los cánones
dispuestos por la Constitución y la Ley. Así, emerge el concepto de función y servicio
público como la columna vertebral y razón de ser del derecho disciplinario, cuyos
conceptos y compresión resultan absolutamente necesarios para poder abordar el
fenómeno jurídico de la antijuridicidad disciplinaria o ilicitud sustancial, luego, serán
estos conceptos, (función y servicio público), los que fungirán como criterio esencial,
para poder constatar en el fenómeno real, si la conducta del destinario de la norma
disciplinaría tuvo implicaciones contrarias a las que esta forma del ius puniendi
quiere evitar, conforme a su finalidad no solamente preventiva y correctiva, sino, de
enmarcar o alinderar la conducta oficial.
Teniendo en cuenta que el juicio de valoración objetivo que ha de realizarse sobre
el comportamiento que pudiese adecuarse a un tipo disciplinario, tiene como objeto
de valoración la alteración ilícita de la función y el servicio público, por lo que son
estas dos expresiones del Estado las que han de ser escudriñadas y analizadas en
cada caso particular en donde se esté investigando una falta disciplinaria,
dependiendo de las consecuencias producidas en dichas manifestaciones del
Estado, se podrá afirmar la existencia o ausencia de antijuridicidad en una
investigación disciplinaria.
Por los anteriores motivos resulta oportuno abordar brevemente estos dos
conceptos apoyado en lo que la Honorable Corte Constitucional ha expuesto al
respecto en los siguientes términos:
Función Pública: La Honorable Corte Constitucional en Sentencia de
Constitucionalidad C-563 de 1998, señaló que el concepto de función pública tenía
dos acepciones, una amplia y otra restringida del siguiente tenor:
“…FUNCION PUBLICA-Noción amplia y restringida
En sentido amplio la noción de función pública atañe al conjunto de las actividades que
realiza el Estado, a través de los órganos de las ramas del poder público, de los órganos
autónomos e independientes, (art. 113) y de las demás entidades o agencias públicas, en
orden a alcanzar sus diferentes fines. En un sentido restringido se habla de función pública,
referida al conjunto de principios y reglas que se aplican a quienes tienen vínculo laboral
subordinado con los distintos organismos del Estado. Por lo mismo, empleado, funcionario
o trabajador es el servidor público que esta investido regularmente de una función, que
desarrolla dentro del radio de competencia que le asigna la Constitución, la ley o el
11
reglamento…”
Servicio Público: Ha señalado el Consejo de Estado en providencia, la diferencia
entre el concepto de función pública, y el concepto de servicio público:
“…El alcance jurídico del concepto de dicha función se entiende como aquella actividad
ejercida por los órganos del Estado para la realización de sus fines;; tal concepto se diferencia
del concepto deservicio público en que este es una actividad que desarrolla la
Administración, en forma directa o delegada, con el objeto de satisfacer las necesidades de
12
los administrados, esto es: el interés general...”
11
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia de Constitucionalidad C – 563 de 1998. Magistrados
Ponentes Doctores. Antimonio Barrera Carbonell y Carlos Gaviria Díaz.
12
Consejo de Estado. Sección Tercera M.P. María Elena Giraldo Gómez de 26 de julio de dos
mil uno (2001) Radicación: 25000-23-24-000-2001-0178-01 (ACU-356)
13
GÓMEZ Pavajeau Carlos Arturo. Dogmática del Derecho Disciplinario. 5 Edición actualizada.
“…Ya vimos que la normatividad, la jurisprudencia especializada y la praxis
vinculan estrechamente la ética y el derecho disciplinario. En el plano constitucional
se ha determinado que el objeto del derecho disciplinario es la “conducta” y el
“deber” es el instrumento para encauzarla.
Es cierto;; de lo contrario caeríamos en un formalismo insulso, pues la
antijuridicidad, o mejor la ilicitud, en derecho disciplinario no puede ser entendida
como mera contradicción de la conducta con la norma;; eso sería tanto como
pregonar la exigencia del deber por el deber mismo. Pero el camino correcto para
ello no es hablar de antijuridicidad material, pues ello es propio del derecho penal.
La antijuridicidad sustancial es un término genérico que cobija las especies de
antijuridicidad material e ilicitud sustancial. La primera, como se dijo, aplicable al
derecho penal, y la segunda al derecho disciplinario.
Presupone como objeto de protección del derecho disciplinario el deber, pero en
términos funcionales. Por ello el artículo 5 del NCDU habla del “deber funcional”, y
define la “ilicitud sustancial” como la afectación de aquel sin justificación alguna. Es
presupuesto de la ilicitud sustancial merecedora de reproche el que se “afecte
sustancialmente los deberes funcionales”, en los términos del artículo 5 ibidem…”14
Podemos identificar y establecer en el presente pensamiento, categorías
necesarias para determinar cuál ha de ser el objeto de prueba que permita señalar
en el proceso disciplinario lo sustancial de la ilicitud, las cuales podemos exponer
así:
• La conducta oficial como objeto de análisis.
• El deber funcional como instrumento para encauzar dicha conducta.
• Afectación sustancial del deber funcional.
De las presentes categorías puede elaborarse la pregunta metodológica que
permita señalar expresamente cual es el objeto de prueba en la ilicitud sustancial,
dicha pregunta la podemos presentar de la siguiente manera:
¿De qué forma se puede afectar sustancialmente el deber funcional?
La respuesta puede estar dada a partir del concepto constitucional de “Función
Administrativa” expuesto en el artículo 209 de la Constitución Política, como
principio y fin de los deberes funcionales, lo cual nos permite establecer un camino
lógico de la forma en que dicha función puede verse afectada sustancialmente,
empezando por la constatación fenomenológica de una conducta oficial que se
adecue a una falta disciplinaria, bien sea en ejercicio, por omisión o extralimitación
14
Ob. Cit. Pág. 285.
de la función pública, lo que llevaría al operador disciplinario en segundo lugar a
constatar probatoriamente la infracción al deber funcional15 con ocasión, a la no
prestación del servicio debido, “o porque el deber funcional no se ejerció dentro del
aludido marco normativo”, o su prestación tardía, o por “actuar cuando no se
debía”16;; Para finalmente poder constatar si fueron afectados los principios
constitucionales que caracterizan el concepto de función pública, es decir, los
elementos de su esencia, lo que permite afirmar lo sustancial de la ilicitud.
Así, la ilicitud resulta sustancial, en la medida que con la conducta oficial objeto de
reproche se inobserve el deber funcional, capaz de afectar cualquiera de los
principios constitucionales que le sirven de fundamento a la administración pública,
tales como: igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad, y
publicidad, y demás desarrollados por la Ley, que a su vez ostentan dentro del
sistema de derecho colombiano verdaderas normas que establecen un deber ser
especifico respecto a la forma en que ha de ser ejercida o realizada la función
administrativa.
Dicha conclusión constitucional pudo ser elaborada a partir de los siguientes
pronunciamientos de la Honorable Corte Constitucional:
“Los valores son normas que establecen fines dirigidos en general a las autoridades
creadoras del derecho y en especial al Legislador;; los principios son normas que
establecen un deber ser especifico del cual se deriva un espacio de discrecionalidad
legal y jurídica. La diferencia entre principios y valores no es de naturaleza
normativa sino de grado y, por lo tanto, de eficacia. Los principios por el hecho de
tener una mayor especificidad que los valores, tienen una mayor eficacia y, por lo
tanto, una mayor capacidad para ser aplicados de manera directa e inmediata, esto
es, mediante una subsunción silogística.
(…)”17.
Providencia constitucional que debe ser complementada con lo dispuesto en el
artículo 209 de la Constitución Política, que trae por título: “PRINCIPIOS, OBJETO
15
ISAZA Serrano Carlos Mario. Teoría General del Derecho disciplinario. Editorial Temis. Segunda
edición. Pág. 141.
“La expresión “deber funcional” puede definirse en concreto como el conjunto de funciones asignadas
a un cargo, las cuales deben ejercerse tomando como base el modelo de comportamiento que
emerge de la composición de todos estos elementos jurídicos que enmarcan el desempeño laboral
del servidor público o del particular que desempeña labores públicas, para el cumplimiento de los
fines y funciones del Estado.
Los deberes funcionales aparecen así como en “vínculo que conecta al servidor con el Estado, y
como su respeto constituye un estudio para el ejercicio de los fines estatales orientado a la
realización integral de la persona humana, es entendible que su infracción constituya el fundamento
de la imputación inherente al derecho disciplinario. De allí que la antijuridicidad de la falta disciplinaria
remita a la infracción sustancial del deber funcional a cargo del servidor público o del particular que
cumple funciones públicas” (Corte Constitucional., sent. C-525 de 2003.)
16
Óp. Cit. Pág. 142.
17
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-406 del 5 de junio de 1992. M.P. Ciro Angarita Barón.
Y CONTROL DE LA FUNCIÓN PÚBLICA”;; para de esta forma poder presentar la
conclusión a la que se ha llegado, es decir, el haber señalado cuál debe ser el objeto
de demostración probatoria dentro del proceso disciplinario, referente a lo sustancial
de la ilicitud, no siendo otro que “los principios constitucionales sobre los cuales se
sustenta y caracteriza esencialmente el concepto de función pública o
administrativa, que no solamente se encuentran descritos a través del constituyente
primario, sino, que además han sido ampliados por el legislador colombiano.
De tal manera que podría resultar lógico y concluyente, el señalar, que si como lo
expone el Doctrinante Carlos Mario Isaza Serrano, al decir que:
“…Si definimos el deber funcional como un conjunto de atribuciones propias de un cargo o
función pública, cuya nota característica viene dada en el campo dinámico por su ejecución
enmarcada en el cumplimiento de normas legales regulatorias de deberes legales ,
prohibiciones, inhabilidades, incompatibilidades, impedimentos y conflictos de intereses
establecidos en la Constitución Política y en las Leyes, para salvaguardar principios como
los de la moralidad pública, transparencia, objetividad, legalidad, honradez, lealtad, igualdad,
imparcialidad, celeridad, eficacia y eficiencia, su afectación sustancial debe determinarse en
el contexto de la organización y funcionamiento del Estado a partir de lo que es: una
combinación integral y activa de elementos laborales y jurídicos en los que los fines y
funciones de aquel se encuentran integrados en una relación de medio a fin, porque las
funciones del Estado se realizan mediante las de sus servidores, y los fines de este son los
fines de las funciones de aquellos…”