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3.1.

La mujer en el Antiguo Egipto


La mujer era la imagen del afecto, la fertilidad o entrega, es decir, “la madre, la
plañidera, la que provoca deseo, concede la vida o vela al difunto. Al representarla de
esta manera aparece como deseable, respetable y protectora, en cualquiera de ellos
materializa una atracción, una necesidad y un consuelo”1. A la hora de la representación,
se la suele mostrar como plañideras, tejedoras, bailarinas, esposas e hijas o mujer de
faraones o personajes relevantes.
Los primeros registros de representación de las mujeres egipcias se remontan a la
prehistoria. Es cierto que tan solo podemos percibir contornos de sus formas en los que
se aprecia muy bien su feminidad, y en la mayoría de las ocasiones portan, en sus brazos
un niño.
Por otro lado, en el periodo predinástico del Alto Egipto, en las fases conocidas como
Nagada I (4000-3500 a. C) y Nagada II (3500-3200 a. C) tenemos representaciones de
bailarinas y de plañideras, las cuales se representan con caderas muy marcadas y ambas
elevan sus brazos; mostrando, los rasgos femeninos más acentuados que las imágenes
anteriores (fig. 3 y 4).

La mayoría de la información que conservamos de los antiguos egipcios proviene de


las tumbas, en el caso de finales del Neolítico, podemos encontrar pequeñas figuras de
hueso y marfil. Sus cuerpos se perfeccionaron, mostrando el ideal físico: delgadas, con

1
DESROCHES NOBLECOURT, C, La mujer en tiempos de los faraones, Madrid, Editorial Complutense, 1999,
p. 177.
largas piernas, caderas marcadas, cuerpo esbelto y pecho erguido. La mujer se representa
tanto desnuda como vestida, con cabellos, en la mayoría de las ocasiones son largos y
están decorados con unas bonitas y elegantes cintas (fig. 6).

Las egipcias contaban con cierta igualdad respecto al hombre, para ella no existía la
tutela, a la que las mujeres romanas estaban sometidas, pero esta frase no es del todo
correcta, ya que una serie de estudios han puesto de manifiesto que no tenían tanta
igualdad como se creía en un principio, aunque, es cierto que contaban con relevancia en
asuntos de poder. Las mujeres en el antiguo Egipto, a diferencia de otras mujeres del
mundo, eran respetadas y apreciadas como una adición al hombre. Es sabido que las
mujeres podían escoger a su marido, pero para ello necesitaba el consentimiento de su
padre2.
Las mujeres con cierta relevancia social en el Antiguo Egipto solían disfrutar del
título “señora de casa”, si bien algunas de ellas tenían una labor externa al hogar. Incluso
ciertas mujeres podían obtener el título de “la soberana, la señora” como es el caso de la
dama Nebet, una princesa heredera (repaf)3, a la que además se la considera directora jefa
(haty-hatet)4 , etc. Es un caso poco frecuente, documentado en el Reino Antiguo; 5
el

2
Desroches Noblecourt, C, La mujer en tiempos de los faraones, Madrid, Editorial Complutense, 1999, p.
177.
3
Christian, J, Las egipcias., Barcelona, (Ed.) Planeta, 1996, p.171.
4
Ibíd. p. 171.

5
Museo de El Cairo, estela de Abidos.
único que se conoce hasta la fecha de una mujer visir. Sin embargo, el texto que hace
referencia a su condición no considera excepcional el cargo de Nebet y la inscripción no
parece concederle especial importancia6. También, podían desempañar la función de
inspectora del Tesoro; directora de tejidos; plañidera; prostituta; bailarina; panadera;
peluquera,7 artesana; música; escriba,8 mucho de los textos que han perdurado de Egipto
carecen de firma, por ello es complicado conocer el personaje que lo realizó, pero se
conoce una serie de mujeres que trabajaron como escribas, como Nesi-Tanebet-Isheru,
conocida como “la que trabajaba en los rollos de papiros de Amón-Ra”9; jefas de empresa
como es el caso de Hemet-Ra “la sirvienta de la luz divina”; etc. Pero existía un lugar
donde las mujeres no podían acceder a cargos, y es el ejército, a pasar de que “la mujer
tenía casi la totalidad de las puertas de los sectores característicos de la civilización
egipcia”10. A su vez estas participan en la ganadería y en la agricultura, se encargaban de
limpiar, cribar, etc. Asimismo, participaban de manera somera en la vendimia. Un
ejemplo muy claro de la participación de la mujer en las labores agrícolas es el caso de la
Tumba de Sennedjem, en Deir el Medina, donde observamos un personaje masculino y
otro femenino. La figura masculina se encarga de la siega del trigo y la mujer almacena
las espigas y las introduce en una pequeña cesta (Fig. 7).

6
(Christian, 1996:171).
7
Información otorgada por un bajorrelieve, Dinastía XI, que se encuentra en el Museo de Brooklyn. H. G.
Fischer también aporta más información sobre ellas en Egyptian Studies, I.
8
Como es el caso de “la mujer joven”, su tumba en Saqqara nos suministra información acerca del trabajo
que desempeñaba esta mujer.
9
(Christian, 1996: 172)
10
(Christian, 1996:172)

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