Está en la página 1de 11

Reporte Historiográfico Performance Siglo XX y XXI

Elkin Darío Villa Tavera

Asignatura:

Cuerpo y Espacio

Docente:

Mónica Hinestroza B.

Instituto Tecnológico Metropolitano

Facultad de Artes y Humanidades

Programa:

Artes Visuales

Medellín, 2019
Para comprender la utilización del cuerpo como medio para la expresión
artística, es necesario tener como premisa que años de transformación social,
económica y cultural, contribuyeron a la proliferación de una tendencia que
respondería a la necesidad de una época. Hablamos de aquella conocida ruptura
tan importante para el arte entre el siglo XIX y el siglo XX, como consecuencia de la
búsqueda progresiva del artista por llevar al límite las posibilidades del arte, la
incorporación de los nuevos medios a la discusión sobre lo que es arte y lo que no,
lo que abriría a la misma vez el campo problemático sobre “cuál sería el objeto que
debería sostener la producción artística” (Cerón, Jaime. 2003).

Es precisamente este último concepto de la búsqueda del objeto artístico que


plantea Cerón, en su estudio el objeto de las prácticas artísticas, el que es pertinente
para identificar esos primeros pensamientos y manifestaciones en el arte moderno
que posteriormente llevaría al surgimiento propiamente dicho de lo que conocemos
como Performance. En su texto, el autor, a través de un repaso histórico por las
vanguardias artísticas, rastrea el porqué de
estas manifestaciones de coyuntura cultural y
de pensamiento para el arte, por medio del
análisis del contexto social. Da a entender la
conexión de los sucesos que generaron
distintas miradas en el arte y la búsqueda
particular de los artistas por la “huella de
origen” y el “emblema de autonomía”.
Recordemos que esta ideología es la que
identificaría principalmente la práctica artística
en la segunda mitad del siglo XX, con pioneros
Ilustración 1. Marcel Duchamp, “La icónicos como lo fue Marcel Duchamp con lo
Fuente”, 1917. Fotografía de Alfred
Stieglitz. radical de su propuesta y su deseo de desafiar
el orden de la visualidad.
Ahora bien, en lo que respecta al performance propiamente dicho, “en su
hibridez de lenguajes artísticos nos incita a descubrirla en el umbral que se sitúa,
en constante movimiento y fluidez altera los bordes delineados por las restricciones
conservadoras de las artes tradicionales, obstaculiza sus eficacias” (Arriagada
Reyes, Galia. 2013). Partiendo de esta sentencia que hace Galia Arraigada en su
repaso histórico y análisis estético alrededor del performance, podemos reflexionar
acerca de la relación que encontramos con la retroalimentación entre tendencias
sucedida en las dos primeras décadas del siglo XX, incluso relacionada
directamente a la acción performática, por ejemplo, cuando Malevich en 1913
diseña para la opera de estilo futurista llamada Victoria sobre el sol, además de
ropajes de estilo robótico, una pieza de decorado: “era un telón de fondo del todo
blanco sobre el que Malevich había pintado un único cuadro negro. La intención era
que formara parte del conjunto del diseño escenográfico, no que fuera una obra de
arte, pero no fue así como resultó” (Gompertz, Will. 2013). Efectivamente este
suceso que resultó gracias al trabajo directo con el teatro, resultó en la creación del
estilo artístico del suprematismo. Con esto quiero anotar que ya desde estas
primeras décadas del siglo había un trabajo
interdisciplinario entre artes, época de
transgresiones y propuestas innovadoras: música
– pintura, pintura-teatro; donde había una evidente
implicación ya del espacio (como es el caso del
constructivismo) e implicación del cuerpo (ópera,
teatro, películas), y una confluencia de estas
mismas entre sí.

Ilustración 2. Klazimir Malevich,


“Cuadrado negro sobre fondo blanco”,
1915. Óleo sobre lienzo. 79,5 x 79,5 cm.
Imagen recuperada de:
www.cadenaser.com
Ilustración 3. Diseños: Klazimir
Malevich para “Victoria bajo el sol”,
1913. Imagen recuperada de:
www.vestuarioescenico.wordpress.com

Como anotamos al principio de este texto, el factor social de una época es


muy importante para entender las manifestaciones artísticas. Si nos adentramos de
lleno a lo que fue el performance como movimiento definido a mediados del siglo
XX, notamos que es una época de muchos conflictos políticos, cambios económicos
debido a la segunda guerra mundial, además de que las relaciones diplomáticas
sufrían una tensión importante a medida que Estados Unidos se afianzaba como
potencia y Europa trataba de encontrar un camino hacia la recuperación. Como nos
cuenta Galia Arraigada, fue por estos mismos años donde se presenta aquel
fenómeno de inmigración por parte de muchas personas hacia Estados Unidos
desde Europa, entre ellos artistas que llegaron a Nueva York; conocemos pues que
allí se desarrolla y se afianza la ciudad como nuevo centro de las prácticas artísticas.
En este contexto, nos topamos con un movimiento que marcó un hito en la historia
del arte contemporáneo: el expresionismo abstracto. No quiero profundizar en lo
que consistió este movimiento, ya que involucra conceptualmente algunos detalles
que no considero pertinentes para lo que nos compete; sin embargo, en lo que
respecta a la influencia del cuerpo como herramienta y método de producción
artística, es imperativo mencionar que esta corriente, además de haber llevado a
otro ámbito el arte abstracto de cómo lo conocíamos hasta entonces, incorporó la
intervención y acción del cuerpo
como parte de la concepción de
la obra; incluso el registro en
video ya empezaba a participar
como documento de ese
proceso, además de añadirle ese
factor de interactividad entre
artista y espectador,
característica tan propia del arte
Ilustración 4. Jackson Pollock pintando
en su estudio, 1950. Imagen recuperada
contemporáneo.
de www.fronterad.com

Para la década de los sesenta, comienza a consolidarse el Happening,


derivados precisamente de la práctica en el expresionismo abstracto. Aquí se hace
mucho más evidente la participación del público, y es el referente por excelencia
para comprender esa confluencia de estilos que se presentaron desde comienzos
de siglo. Recordemos que en esta década toma fuerza tendencias significativas a
nivel internacional como lo fue el arte conceptual, que obedecen también a ciertos
acontecimientos sociales y a una mirada particular acerca del arte, y el performance,
como síntoma de su tiempo, responde a unos intereses en común; Aznar (2000)
afirma:

(…) el objeto de arte comenzó ser considerado como algo completamente


superfluo, como algo que en el fondo era un simple instrumento más en el
mercado. Es el momento en que el arte conceptual está en su apogeo, y con
él su intento de liberar a la obra de arte de su papel como objeto económico.
Aunque es obvio que todo esto no dejaba de ser un sueño efímero, las
acciones se convirtieron en la más evidente extensión de esta idea: aunque
visibles, eran intangibles, no dejaban huellas y, por lo tanto, no podían ser
compradas o vendidas. (p.7)
Ilustración 5. Allan Kaprow y
participantes en su "Yarda" (1967), en
el Museo de Arte de Pasadena. Crédito
Julian Wasser / Getty Research
Institute, Los Ángeles.

Son claras las razones del porqué esta época es tan importante y a la misma
vez tan controversial para la historia del arte y el performance. Sin duda, si hay que
mencionar una influencia determinante dentro de estas manifestaciones ‘llamativas’
es a la agrupación Fluxus, movimiento anti-arte. Toda esa herencia del dadaísmo
se hacía presente con este conjunto de opositores al circuito convencional. Con
ellos vemos llevar la acción a otro nivel; el desprestigio de la institución llega a
circunstancias insospechadas con las prácticas que estos proponían, y no sólo en
lo que tiene que ver con los agentes inmersos en el mundo del arte, sino que
involucraba la participación muy diferentes y variados campos del saber, entre los
que destacaban intérpretes de la música. Pero lo más importante es que con el
trabajo de estos artistas, se hacen aún más reconocidas la utilización de los medios
tecnológicos para ejercicios, por ejemplo, del video-arte.
Asimismo, se expande no sólo el
espacio como alternativa de exposición,
(pues ya habían salido decididamente de
‘cubo blanco’ para dar cabida a diferentes
entornos para sus instalaciones, videos y
acciones), sino que se abre también la
posibilidad de plasmar lo pictórico en otro
tipo de soportes; nos referimos ya
directamente al cuerpo como soporte y
objeto de obra, lo conocemos como el Body
Art. Muy común en los performances de
estas primeras décadas de segunda mitad
del siglo XX. Los interpretes del estilo

Ilustración 6. Philip Corner's Piano


apelaron a una herencia ancestral, de donde
Activities , realizadas durante el Fluxus se rescata como parte fundamental de la
Internationale Festpiele Neuester Musik,
Hörsaal des Städtischen Museums, práctica de las comunidades aborígenes, los
Wiesbaden, Alemania, 1 al 23 de septiembre
de 1962. Fotografiado por: Deutsche Presse
símbolos característicos que devienen del
Agentur. Colección Museo de Arte Moderno. comportamiento social, comunicación
lingüística, jerarquización política, etc.

Ilustracion 7. Bruce Nauman, “Self


Portrait as a Fountain”, 1966-1967.
Con una libertad considerable, la exploración del cuerpo en el lenguaje
artístico era cada vez más frecuente y cada vez se rompían más los límites que
estos en principio predisponían. Un claro ejemplo de esto, y siguiendo la línea
cronológica que nos ofrece Galia Arriagada, es la aparición del Accionismo vienés.
Si bien ya el público en este punto había experimentado incontables maneras de
transgresión, propuestas que llamaron la atención de críticos, curadores,
instituciones, ferias, mientras se generaban discusiones en torno a la definición de
arte, y a pesar de que los artistas exploraron innumerables materiales, modelos y
herramientas que sorprendían cada vez
más al espectador, con el accionismo
vienés se incursionó en algo que
generaba en la mayoría de los sectores
un vehemente rechazo, por la forma en
que estos, sin escrúpulo alguno,
emprendían su acción performática:
sangre, violencia, fluidos corporales, etc.;
una marcada tendencia por disfrutar,
demostrar la capacidad y los alcances de
lo abyecto, partiendo de variadas teorías
Ilustración 8. Hermann Nitsch y el psicoanalíticas y un interés por la parte ritual
‘Teatro Orgiástico del Misterio’.
Imagen recuperada de ancestral.
www.psicologíadelarte.com

La segunda mitad del siglo XX es pues donde el performance alcanza su


punto culmen, se distribuye por los medios de comunicación y se afianza como parte
fundamental del lenguaje común en el mundo artístico internacional. Estas
características, de manera general, se van a mantener en el transcurso del final de
siglo.
Para el siglo XXI, Clara Laguillo (2015) nos cuenta:

En esencia, no hay diferencias estructurales entre las performances de hoy


y las de los sesenta y setenta. Como ya ocurría entonces, tienden de forma
natural a la hibridación y, por extensión, fagocitan en muchas ocasiones la
mediación tecnológica, en parte porque como propuestas evolucionaron en
paralelo e influenciándose permanentemente entre ellas.

La autora también recalca que no puede haber una manera general de


identificar la práctica del performance en el siglo XXI, pues es un espectro muy
amplio. Sin embargo, la actividad en el performance se centra en “compañías de
teatro concretas”, siguiendo la línea de retroalimentación entre tecnología digital y
la inmediatez ofrecida por el internet. Toma mucha fuerza el medio digital como
herramienta y soporte para la creatividad; de hecho, autores de otros campos del
saber se arriesgan por proponer desde su técnica impresionantes objetos que
aprovechan al máximo la relación entre arte y ciencia, como es el caso del físico y
matemático inglés Paul Friedlander, quien a partir de sus conocimientos científicos
crea esculturas con principios cinéticos que interactúan y responden al movimiento
del cuerpo.

Debo mencionar que una tendencia que ha


dado de qué hablar es el bioarte, término
que apareció en la primera década del siglo
XXI; parte de la biotecnología para
concebir su obra. Lo controversial de este
movimiento es precisamente que se sirve
de la relación con el método científico para
la intervención genética. Entre estas,
vemos transformaciones morfológicas,
transfusiones de sangre, manipulación
Ilustración 9. Paul Friedlander,
biológica, etc., lo que ha generado discusiones
Escultura cinética luminosa, 1998.
Imagen recuperada de en torno al sentido ético de esta práctica. Si
www.elpais.com hablamos del cuerpo como soporte para la obra,
el bioarte lo lleva al extremo, ya que observamos que el procedimiento cirujano ya
hace parte del proceso para la creación artística, y la modificación corporal se
propone como forma de tener dominio sobre la libertad de elección y nueva
transgresión, no sólo desde el propio cuerpo humano, sino sirviéndose también del
cuerpo de otros animales para el objetivo de transmitir un mensaje. Y así continúan
surgiendo nuevos paradigmas del performance, cada vez más interdisciplinario,
más amplio conceptualmente, nuevos medios llegan para crear posibilidades; sin
duda el entorno ético, social, político, económico y cultura, definirá las pautas que
los artistas optarán por tomar como necesidad de expresión, en especial en países
como Colombia donde el performance se circunscribe como denuncia ante la
realidad política.

Ilustración 10. Stelarc. Oreja en el Ilustración 11. Eduardo Kac, “Alba”,


brazo. Foto: Nina Sellars. 2000. Manipuló genéticamente a un
conejo y le insertó el gen de proteína
verde fluorescente de una medusa.
Imagen recuperada de:
www.culturacolectiva.com
Referencias bibliográficas:
 Almazán, S. A. (2000). El arte de acción (Vol. 7). Editorial NEREA

 Arriagada Reyes, G. (2013). Performance: intersticio e interdisciplina

 Cerón, J. (2003). El objeto de las prácticas artísticas. Desde el Jardín de


Freud, 3: 168-173.

 Gompertz, W. (2013). ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en


un abrir y cerrar de ojos. Taurus.

 Laguillo Abbad, C. (2015, November). La multitemporalidad en las


performances del siglo XXI. Consideraciones acerca de lo simultáneo. In II
CONGRESO INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN ARTE VISUALES
(pp. 373-378). Editorial Universitat Politècnica de València.

También podría gustarte