Apuntes
Primera unidad
Todos los actos y las formas con las cuales Dios se revela tienen una dimensión moral,
pues exigen y esperan de toda persona su conformidad con el modelo divino, en el
pensamiento y las obras: “Sed santos, porque yo el Señor vuestro Dios, soy santo” (Lv, 19, 2),
o bien en el Nuevo Testamento: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt
5, 48).
1
Presentación del Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral. Cf. SCHNACKENBURG, RUDOLF, El
Mensaje Moral del Nuevo Testamento, vol. I, 22
2
PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 4
1
Aunque se divide la Sagrada Escritura en dos partes, es comprensible la estrecha unidad
de ambas. Toda la revelación se encamina y culmina en Cristo. En el corazón de la Nueva
Alianza, Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14, 6). Condensa en su persona
y en su misión toda la dinámica liberadora de Dios y también, en un cierto sentido, toda la
moral, como don de Dios y camino para alcanzar la vida eterna3.
La Biblia nos presenta a Dios como Creador de todo lo que existe, esto especialmente
en los primeros capítulos del Génesis y en una serie de Salmos. Sin embargo, en este punto,
habrá de considerarse, el hecho de la creación del ser humano, como creatura imagen y
semejanza de Dios (cf. Gn. 1, 26). Según el orden del texto (Gn. 1,1-31), el hombre aparece como
la meta de la creación, presentando así un programa de antropología teológica del cual se
desprenden algunas características:
b). La libertad, la cual implica la capacidad y el deber de decidir, así como la responsabilidad
sobre las decisiones tomadas. En Gn. 3, 22, después del pecado, Dios dice “El hombre se ha
vuelto como uno de nosotros, debido al conocimiento del bien y del mal”.
c). La capacidad de actuar en conformidad con Aquel del que la persona humana es
imagen, es decir, sabia y benévolamente se debe usar y disfrutar la naturaleza creada.
3
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 6.
2
Acercarse a la naturaleza con fines de lucro y explotación, sería ir en contra del equilibrio y
la armonía determinados por Dios. Dios, la creación y el ser humano se encuentran
íntimamente unidos, de modo que la antropología se comprende mejor en relación con la
teología y la ecología.
d). La dignidad de ser una persona, un ser “relacional” capaz de con-vivir con Dios y con
los demás seres humanos.
Algunos salmos señalan también el orden moral que el hombre habrá de observar en
todas sus actitudes. El esplendor, el orden y la belleza de la creación conducen a un profundo
reconocimiento de Dios de donde brotará la alabanza y adoración. Queda de manifiesto el
trabajo que compete a la humanidad en el mundo: “lo hiciste de las obras de tus manos, todo
lo pusiste bajo sus pies” (Sal. 8, 7).
El Dios YHVH que se presenta en el evento fundador del Pueblo de Israel, lo hace en
formas diferentes: acompaña, libera, dona y reúne. Acompaña a su pueblo en el camino por el
desierto, lo guía y le hace sentir su presencia por medio de Moisés, del Ángel, de la nube, etc.
(cf. Ex. 14, 19-20); lo libera del yugo de la opresión egipcia y de la muerte; se dona, primero a sí
4
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 8.11.
5
Cf. KOCH, R., Morale e Alleanza, 101, citado en: LAGE, FRANCISCO, Ley y Alianza. Autonomía de la ética en el
pensamiento del Antiguo Testamento, 11; en AA. VV., Perspectivas de Moral Bíblica.
3
mismo como su Dios y le ofrece el “camino” para permanecer en comunión con Él; y lo reúne
para formar un solo pueblo entorno a un proyecto común (ekklesia) de alianza6.
En aquel tiempo, las alianzas entre las personas y los pueblos eran comunes. Se
establecían contratos, pactos de amistad, acuerdos convencionales de apoyo. Sin embargo, el
sentido de la alianza entre YHVH e Israel es muy diverso porque además de ser un trato muy
desigual entre Uno y un Pueblo, era Dios y una comunidad humana. Se ha dicho que “la idea
de la alianza ha sido un recurso útil para explicar fácilmente los términos de una relación
difícil”7.
a). La Gracia, pues YHVH es quien toma y preserva la iniciativa de la relación; aun siendo
principio de la alianza es el garante de la misma; la gracia es el don que Dios ofrece de sí mismo;
además es Él quien asume el mayor costo y restituye la alianza cuando Israel la ha
quebrantado; y
b). La Ley, como el medio, muchas veces llamado “camino” ético-cultual a través del
cual el israelita permanecerá como aliado de YHVH. Es la respuesta y el compromiso de vida
del pueblo y de cada uno de los hombres.
El libro del Deuteronomio señala la fórmula que se volvió en el Pueblo de Dios clásica al
estipular el fundamento de la alianza: “YHVH será tu Dios y tu seguirás sus caminos” (26, 17).
De este modo nace la moral revelada o, también llamada, “moral en situación de alianza”. Así
el camino para alcanzar una debida relación con Dios, los hombres y la creación, es un don de
Dios, totalmente gratuito que, una vez ofrecido, interpela a la libertad del ser humano,
volviéndose una correspondencia a Quien primero se entregó para rescatar y formar un
pueblo8.
6
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 16.
7
LAGE, FRANCISCO, Ley y Alianza. Autonomía de la ética en el pensamiento del Antiguo Testamento, 11; en AA. VV.,
Perspectivas de Moral Bíblica.
8
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 19.
4
Resumen de Jeremías 31, 31-34:
Queda de manifiesto que la moral del Antiguo Testamento es mucho más que un
código de comportamientos y actitudes; es un “camino” (derek) revelado y regalado, de
donde se derivan dos consecuencias9:
a). En sentido bíblico, este “camino” habrá de concebirse como la Ley, don de Dios,
pues ha sido fruto de su iniciativa; Ley que busca para el hombre salvaguardar la relación de
reconocimiento y agradecimiento a Dios, la relación con los demás y la propia dignidad
personal. “Hay, pues, que «caminar en la ley del Señor» (Sal. 119, 1), a fin de mantenerse en su
alianza y de avanzar hacia la luz, hacia la paz, hacia la vida (Bar. 3, 13s) La Ley es el verdadero
camino del hombre, dado que es el camino de Dios”10.
9
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 20.
10
LÉON-DUFOUR, XAVIER, Vocabulario de Teología Bíblica, voz: camino.
11
Cf. BAUER, JOHANNES, Diccionario de Teología Bíblica, voz: camino. Cf. BRIEND, JACQUES, El Pentateuco, 43.
5
Resumen de Ezequiel 7, 5-8:
12
Cf. BRIEND, JACQUES, El Pentateuco, 50.
13
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 22.
6
3). Las dimensiones de la Alianza
La alianza donada por el Señor presenta tres dimensiones: una promesa, una
responsabilidad y una ley.
1). La promesa es aquella de la tierra (Gn 15, 18; 17, 8; 28, 15) y de la descendencia,
promesa que en su momento fue dirigida a Abraham, después a Isaac y por último a Jacob (cf.
Gn 17, 15-19).
3). La debida observancia de la alianza, por parte de los hombres, será el cumplimiento
de la ley. “En efecto yo lo he elegido y mandará a sus hijos y a su descendencia el cuidado del
camino del Señor y a actuar con justicia y derecho” (Gn. 18, 19).
4). El decálogo
14
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 24-25.
7
Las “diez palabras” manifiestan con acierto el contenido sustancial de la Alianza del
Sinaí. Existen dos redacciones que recogen lo fundamental del Código Deuteronómico: La
redacción del libro del Éxodo 20, 1-17 y la del Deuteronomio 5, 6-21.
b). En el contexto histórico el Pueblo que recién había dejado Egipto y comenzaba a
existir, requería de una legislación básica y fundamental para garantizar en parte la
convivencia de las personas.
El Decálogo posee características precisas para fundamentar una reflexión moral. Por
una parte, es deontológica, es decir, pertenece al grupo de los códigos que señalan las
obligaciones morales; y, por otra, es axiológica, porque cada prohibición se encuentra
debidamente sustentada en valores, sin perder por ello su intención legislativa, sino ganando
ante todo la profundidad sin límites en la propia conducta16. Si tuviéramos que transportar los
diferentes mandamientos a valores, diríamos que considera: “El Absoluto, la reverencia
religiosa, el tiempo, la familia, la vida, la libertad, etc.. Así, se puede afirmar que son tres los
valores verticales señalados:
15
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 26.
16
Cf. CALLE ZAPATA, FLAVIO, La Sagrada Escritura, alma de la Teología Moral, 118ss.
8
• La valorización de la dimensión sagrada del tiempo.
• La honra a la familia;
• La promoción del derecho a la vida;
• La unidad de los cónyuges, marido y mujer;
• La defensa del derecho personal de ver respetada la propia libertad y dignidad;
• El cuidado de la fama personal y ajena;
• El respeto por las personas; y
• El respeto de la propiedad privada.
9
d). El derecho de las familias a políticas justas y favorables, el derecho de los hijos a
recibir la debida atención de parte de sus padres;
f). El derecho de toda persona a elegir al cónyuge, así como el derecho a la estabilidad
(emocional, afectiva, humana);
g). El derecho al respeto por las libertades civiles (integridad corporal, elección de vida
y oficio);
17
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 36.
10
“Voy a traer la desgracia a este pueblo,
como fruto de sus pensamientos,
porque a mis razones no atendieron,
y por lo que respecta a mi Ley, la desecharon” (Jer. 6,19).
Entre las cuestiones morales más sobresalientes que contiene el mensaje de los
Profetas, se pueden ubicar los siguientes:
b). La justicia en el ámbito social. Aunque ya antes en Israel como en los Pueblos vecinos
se luchaba por la justicia entre personas e instituciones, sin embargo la predicación de los
18
SICRE, JOSÉ LUIS, Profetismo en Israel, 367ss.
11
profetas hizo constantemente hincapié en diferentes aspectos del legítimo derecho a
observarse en toda actividad humana. Entre los temas más recurrentes se encuentran:
- la aplicación de la justicia de parte de las autoridades;
- el justo ejercicio del comercio;
- la injustificada costumbre de la esclavitud;
- el deber de ofrecer un salario justo;
- el afán por las riquezas frente a la grave necesidad de los demás;
- etc.19.
19
SICRE, JOSÉ LUIS, Profetismo en Israel, 387ss. Cf. RUIZ, GREGORIO, La ética profética, en AA. VV., Perspectivas de
moral bíblica, 79ss.
20
SICRE, JOSÉ LUIS, Profetismo en Israel, 423ss. Cf. ID., Con los pobres de la tierra, 129ss.
12
confrontada con el mensaje de Dios, es una voz profética que se habrá de tener en cuenta (cf.
Is. 7, 1-17)21.
La literatura sapiencial recoge la enseñanza que a lo largo de los siglos el pueblo había
venido madurando. Desde la Ley antigua, el camino moral pactado según la Alianza del Sinaí y
el mensaje aplicado por los profetas en sus circunstancias particulares de tiempo y
acontecimientos.
La sabiduría se manifiesta en la obediencia a la Ley de Moisés (cf. Sir. 24, 22). Un hombre
sabio vela por las relaciones interpersonal; las cuestiones laborales, familiares y sociales.
Combina con mucha frecuencia lo relativo a la Revelación divina, la práctica litúrgica y las
devociones particulares22.
21
SICRE, JOSÉ LUIS, Profetismo en Israel, 453ss. Cf. VON RAD, G., Teología del Antiguo Testamento II, 202.
22
Cf. GONZÁLEZ N., ÁNGEL, El consejo del sabio, en AA. VV., Perspectivas de moral bíblica, 103ss.
13
1.2. El Nuevo Testamento
Determinante y fundamental para la relación entre Dios, el pueblo de Israel y todos los
pueblos es en el Nuevo Testamento la persona de Jesús, sus obras y enseñanzas. La
predicación de Jesucristo, la doctrina de los Apóstoles y el testimonio de la Iglesia, no sólo
transmiten una verdad revelada, sino ofrecen también claras orientaciones de vida coherentes
con el Reino de Dios.
Ya en la época posterior al exilio, el Pueblo de Israel clamaba a Dios que fuera su reinado
el que condujera los destinos del Pueblo. Las injusticias y opresiones que vivían los israelitas
llevaron a esperar de Dios, al tiempo que la batalla contra los enemigos, su guía segura y su
poder frente a las demás naciones. El Reino de Dios presentaba así tres peculiares
características:
23
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 42.
14
traería una salvación política, social y, por lo mismo, temporal. Sólo algunos
pensaban en la salvación política y espiritual, y, muy pocos, sólo en la espiritual.
c) Carácter escatológico. Pues el Reinado de Dios sería definitivo, nunca más el Pueblo
de Israel volvería a sucumbir ante alguna fuerza extranjera o de injusticia humana.
24
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 43.
15
El encuentro y conocimiento de Dios, se alcanza en Jesús y de manera eminente. Dice
en el texto de Mateo: «Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el
Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (11,
27).
25
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 45.
26
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, vol. I, 243ss.
16
En raíz de todo obrar, hay un ser; todas las manifestaciones de la vida proceden
de un principio interno. Puesto que el cristiano es una “nueva criatura” y vive como
resucitado entre los muertos, se encuentra destinado a “llevar una vida nueva” (Rom.
6, 4). Pero su conducta no puede ser caprichosa o arbitraria, sino que ha de proceder
de su generación divina, como la flor y el fruto desarrollan el germen inicial de la
planta27.
27
SPICQ, C., Teología Moral del Nuevo Testamento, I, 43, en FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, vol. I, 244.
28
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, vol. I, 247ss.
17
Por tal motivo, la moral cristiana considera como pecado los actos internos, en tanto
que han sido aceptados por la persona. Jesucristo lo subraya cuando enseña que quien mire a
una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón (cf. Mt. 5, 27)29
Esta característica no indica una contraposición entre los actos particulares y las
actitudes, como si fueran sólo éstas las que pudieran constituir la moralidad de una persona,
independientemente de los actos concretos y ordinarios. La moral contempla siempre la
eticidad de las acciones particulares, recordando aquello que señalaba Santo Tomás: «la moral
es de lo singular»30. La moralidad de una persona ha de formarse en las actitudes, buscando
que éstas sean las que guíen y sugieran los actos concretos. Se sabe que cuando la persona
forma actitudes, por supuesto a base de actos particulares, está formando los hábitos que
posteriormente le facilitarán acciones ordinarias (cf. Sant. 2, 14-26). San Pedro dice que la fe
debe convertirse en virtud (2Pe. 1, 5) y San Juan, que no basta “conocer la verdad”, sino que
es preciso practicarla (cf. Jn. 3, 21)31.
29
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, vol I, 248.
30
Suma Teológica, Introducción a la III.
31
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, 250-251.
18
como el que hubiese cometido algún pecado de idolatría o de embriaguez. La condena se debe
a un pecado de omisión, pues no ha sabido aprovechar su situación de privilegio para ayudar
al prójimo y dedicarse a hacer el bien (cf. Lc. 16, 19-31)32.
e). La moral cristiana no se mide por la ley «de lo justo», sino de «la perfección».
Dicho de otra forma, la moral cristiana no es, tanto la «la moral del pecado», cuanto la
«moral de la virtud», pues la justicia como virtud humana espera que se dé a cada quien lo
debido, de esta manera siempre se tendrá un límite en lo que se ofrecerá a cada cual; en
cambio, lo que la moral cristiana espera y demanda es la perfección de vida. Recuerda el
evangelio de san Mateo: «Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto» (5, 48). La
predicación moral de Jesús se enfrenta a la casuística de la moral farisaica, pues no pide tanto
la justicia de la acción, cuanto la donación completa de sí mismo. Esta moral de la perfección y
de la donación completa es consecuencia de lo que se ha denominado la esencia de la moral
cristiana: identificarse con Cristo33.
32
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, 254-255.
33
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, 258-260. Cf. SCHNACKENBURG, R., Existencia cristiana según el Nuevo
Testamento, 115.
19
f). Jesús no absolutiza los preceptos. Pero la ética cristiana contiene preceptos absolutos.
Jesús no absolutiza los preceptos como lo hicieran en aquel tiempo los fariseos, pero
afirma su necesidad: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a
abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt. 5, 17). Busca que su cumplimiento sea en el espíritu
propio de la ley, es decir, en el valor que la sustenta, haciéndole ver a la conciencia que la
norma tiene un valor que la salvaguarda, de ahí que pudiera en ocasiones una ley o tradición
no obligar, porque no hay valor que esté detrás. Sin olvidar, naturalmente, que la ética cristiana
tiene preceptos absolutos, que vinculan u obligan siempre, v. gr.: «el amor a Dios»34.
Cuando el, así llamado, joven rico se acerca a Cristo y le pregunta: «¿qué he de hacer
para conseguir la vida eterna?» (Mt. 19, 16), se plantea la doble posibilidad del hombre, alcanzar
la salvación o el castigo eterno. Ante la tentación de todos los tiempos de que la enseñanza de
Cristo no tenga en los hombres ninguna implicación moral, Jesús insiste en la conversión y en
la práctica del bien. «No todo el que me diga: ¡Señor! ¡Señor!, entrará en el Reino de los cielos,
sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt. 7, 21). Cierto es que
Jesucristo insistió en su predicación en el llamado a la conversión y el ofrecimiento de la
misericordia de Dios sin olvidar el juicio y castigo para quienes no dejaran sus malas obras: “No
son los sanos los que necesitan de médico” (Mc. 2, 17)35.
Cabe decir más, ninguna verdad ha sido tan constantemente expuesta como la
del castigo. Ciertamente, Jesús predica otras verdades a las que impone un imperativo
especial, porque encarnan la novedad de su mensaje religioso. Cualitativamente
destaca en su predicación la consideración de Dios como Padre, el mandato del amor
al prójimo, la compasión, el perdón, etc., pero, cuantitativamente, la verdad del castigo
eterno –el infierno– se repite más y el énfasis con que lo expone es superior del que usa
al hablar de cualquier otra cosa de las muchas novedades que constituyen su mensaje
salvador. En total, incluidas las repeticiones de los Sinópticos, la pena eterna se
menciona en el Nuevo Testamento 86 veces; en 36 ocasiones se habla exclusivamente
de la eternidad y 18 del fuego del infierno. Estos datos son tan manifiestos y explícitos
34
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, 261ss.
35
Cf. SCHELKLE, K. H., Teología del Nuevo Testamento, 97.
20
que cualquier interpretación que intente aminorar esta afirmación del castigo eterno,
tendrá que ser calificada de caprichosa y falta de fundamento36.
La moral cristiana supone la libertad humana, pues no se podría ser sujeto moral sin la
debida voluntad, y por ende la responsabilidad de sus propias decisiones. «Para ser libres nos
ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de
la esclavitud» (Gál. 5, 1). Jesucristo, en aquel coloquio con el joven rico, quien afirma haber
cumplido los mandamientos, le llama luego a una entrega voluntaria y mayor, diciéndole: «Si
quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en
los cielos, luego sígueme» (Mt. 19, 21). La condicionante «si», manifiesta la libertad que se
antepone en el seguimiento de Cristo, y lo que sucede igualmente en la vida moral37.
«Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará»
(Lc. 9, 24). En diferentes ocasiones, Jesucristo afirma la unidad que se da entre el testimonio
de fe en la vida diaria y sus directas repercusiones con la vida futura. En el cristianismo se
alcanzará la promesa futura con la asistencia divina y el empeño presente. En algunos ámbitos
de la sociedad actual, se le ha llegado a señalar a la Iglesia y a la moral cristiana que propone a
sus fieles una cierta alienación, en donde sólo la promesa futura tiene importancia, olvidando
el compromiso de la moralidad diaria. El mismo evangelio recuerda que al final de los días
habrá un juicio que insistirá en la atención que debe ponerse al ejercicio de la caridad: «En
verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo
hicisteis» (Mt. 25, 40). Jesucristo predicó una moral tanto para el presente como para los
últimos tiempos:
36
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, Teología Moral, 269.
37
Cf. FERNÁNDEZ, AURELIO, La libertad en el pensamiento cristiano, 1-34.
21
y desprendimiento de un mundo efímero, y por fin, estructurar una moral práctica
subordinada a las postrimerías38.
Llegar a ser cristiano, es un nuevo llamado semejante al que toda criatura recibió al ser
llamado a la existencia. El ser-cristiano es una recreación, o también llamada regeneración en
el Espíritu Santo, se re-nace a una nueva condición por la gracia de Cristo. “A partir del día en
que Cristo trajo a los hombres «el don de Dios» (Jn. 4, 10; Ef. 2, 8-9; Hebr. 10, 29), la moral ya no
será obediencia a los preceptos, sino el correcto e íntegro despliegue de una vida. Esta se
articula, en efecto, sobre una ontología: una «nueva criatura» (2 Cor. 5, 17; cf. Hech. 2, 10), un
«hombre nuevo» creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad (cf. Ef. 4, 24)”39.
El mensaje moral en san Juan tiene un claro matiz cristológico. En diversas ocasiones el
Cuarto Evangelio, las Cartas y el libro del Apocalipsis, manifiestan que ha sido a través de Cristo
y por Cristo que Dios ha querido revelar el camino cierto para la humanidad. Consideremos
algunos textos:
- «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad» (Jn. 8, 12)
- «Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará
pasto» (Jn. 10, 9)
- «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6)
- «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15, 5).
38
SPICQ, C., Teología Moral del Nuevo Testamento, II, 842.
39
SPICQ, C., Teología Moral del Nuevo Testamento, II, 830.
22
a). Dios Trino que se comunica al hombre
El Padre se entrega en el Hijo, en quien comunica su propia vida, mediante el don del
Espíritu Santo. Así la persona puede participar de la comunión vital intradivina. Es un don del
Padre confirmado por el Hijo y el Espíritu Santo. «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me
ha enviado no lo atrae» (Jn 6,44). El texto evangélico es iluminador en la parábola de la vid
verdadera: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5)40.
La actitud de Cristo frente al Padre se vuelve el ejemplo de vida para sus discípulos. Fue
buscando que su voluntad coincidiera con la voluntad del Padre (4, 34); que su
comportamiento fuera en todo grato a Dios (8, 29); enseñó y reveló sólo lo que el Padre le
mandó (12, 49); llegó incluso a expresar a sus discípulos que sus propias acciones eran
indicaciones claras para los demás; dijo después del lavatorio de los pies: «os he dado ejemplo,
para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis» (13, 15). Dado que los destinatarios
de san Juan son mayoritariamente conversos provenientes del judaísmo, se evidencia que ser
gratos a Dios, consistía en seguir la enseñanza de la Ley y los Profetas, el seguimiento de Jesús
señala el «cómo» serle fiel a Dios. La enseñanza de san Juan tiene una indicación directa de
moralidad con el mandamiento del amor: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es
el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a
él» (14, 21)41.
40
Cf. RUIZ DE LA PEÑA, JUAN L., El don de Dios, 262.
41
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y moral, n. 50.
23
mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos…› » (Jn 8,31). El acto de fe, la
adhesión a Jesucristo, suponen una opción libre, responsable, de parte del creyente. La opción
es obligatoria, porque todo aquel que escucha su voz (cfr. Jn 10,16), debe decidirse, sólo que,
quien se decide por no seguir a Jesucristo, se decide contra la Escritura que da testimonio de
Él y contra la vida que ofrece: «Vosotros investigáis las Escrituras, ya que creéis tener en ellas
vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí42; y vosotros no queréis venir a mí para
tener vida» (Jn 5,39-40)43.
El Apóstol Pablo considera la vida moral como una respuesta generosa al amor de
Dios en Jesucristo.
42
Jesucristo es el centro y el fin de las Escrituras. Cf. 1,45; 2,22; 12,16; 19,28; etc..
43
Cf. RUIZ DE LA PEÑA, JUAN L., El don de Dios, 261-262.
44
SALAZAR E., RAMÓN, Gracia en la vida moral…, 135.
45
Cf. Biblia de Jerusalén, comentario, 1678. Cf. AUER, JOHANN, El Evangelio de la gracia, 88-89. Cfr. GANOCZY,
ALEXANDRE, De su plenitud todos hemos recibido, 79.
24
b). Moral Pneumatológica
46
Cf. GANOCZY, ALEXANDRE, De su plenitud todos hemos recibido, 93. Cf. SALAZAR E., RAMÓN, Gracia en la vida
moral…, 137.
47
Cf. GANOCZY, ALEXANDRE, De su plenitud todos hemos recibido, 101s.Cf. SALAZAR E., RAMÓN, Gracia en la vida
moral…, 146-147.
25
Bibliografía:
26