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1. Análisis objetivo
2. Periodicidad
La periodicidad es lo que indica con qué frecuencia se toma una decisión. Será
de una decisión de alto nivel cuando se hace referencia a una decisión
excepcional, mientras que las decisiones regulares que se toman normalmente
son decisiones de bajo nivel.
3. Impacto
4. Reversibilidad
De acuerdo con la capacidad de reversibilidad, la decisión se tomará a un nivel
bajo o alto: si revertir es fácil, será bajo, en cambio si implica una
reestructuración muy importante, será alto.
Se refiere a la velocidad con que una decisión puede revertirse y la dificultad que
implica hacer este cambio. Si revertir es difícil, se recomienda tomar la decisión a un
nivel alto; pero si revertir es fácil, se requiere tomar la decisión a un nivel bajo.
5. Calidad
Las decisiones se toman de acuerdo con la cantidad y, más aún, calidad de los
factores involucrados, asuntos legales, éticos, imagen de la empresa, etcétera-
y esto determinará el nivel de decisión (alto o bajo).
Este factor se refiere a las relaciones laborales, valores éticos, consideraciones legales,
principios básicos de conducta, imagen de la organización, etc. Si muchos de estos
factores están involucrados, se requiere tomar la decisión a un nivel alto; si solo algunos
factores son relevantes, se recomienda tomar la decisión a un nivel bajo.
6. Efectos futuros
Tiene que ver con la medida en que los compromisos relacionados con la decisión
afectarán el futuro. Una decisión que tiene una influencia a largo plazo, puede ser
considerada una decisión de alto nivel, mientras que una decisión con efectos a corto
plazo puede ser tomada a un nivel muy inferior.
Tipos de Decisiones
Vinculado a lo anterior, se distingue a las decisiones según los siguientes tipos:
El entorno externo son todas aquellas circunstancias que nos rodean y sobre
las que no tenemos ningún control, no tenemos manera de influir sobre ellas.
Algo distinto sucede con esas otras circunstancias que nos acompañan en la
vida y sobre las que sí tenemos posibilidad de influir. Sobre algunas
tendremos control total y sobre otras simplemente podremos influir en cierto
grado. Controlamos o influimos sobre todas esas circunstancias mediante las
decisiones que tomamos. Es por esto que lo que en el futuro sea nuestra vida
dependerá de las decisiones que adoptemos a lo largo del tiempo,
porque tomando decisiones es como influimos en la realidad.
Podemos decir que nuestra historia personal es la historia de las decisiones
tomadas, y que nuestro futuro —que está condicionado por aquellas que ya
hemos tomado- lo vamos forjando a través de las futuras decisiones. De ahí la
importancia de la toma de decisiones en la vida de las personas, ya que en
último término cada uno es lo que decide ser. De hecho, tomar decisiones es
la actividad más importante que realizamos las personas. En el
ámbito empresarial, es el acto directivo fundamental, porque un directivo lo es
en la medida que decide.
La toma de decisiones está tan ligada a nuestra vida que no podemos
prescindir de ello: no podemos abstenernos de hacerlo, porque decidir no
tomar una decisión implica de por sí haberlo hecho. Lo que sí podemos
decidir es si la queremos tomar nosotros o si preferimos que otros lo hagan
por nosotros. En ese caso estamos decidiendo poner el control de nuestra vida
en manos de terceros. Por eso no podemos renunciar a decidir, porque
haciéndolo nos convertimos en espectadores en vez de en actores
protagonistas de nuestra existencia. La toma de decisiones no la podemos
subcontratar, a diferencia de, por ejemplo, la gestión patrimonial de la
empresa. Cada persona está irremediablemente obligada, por acción o
por omisión, a tomar decisiones. Por todo esto es bueno acostumbrarse a
adoptar decisiones activamente, aunque sea sobre cosas pequeñas. Este es
un hábito que fortalecemos con la práctica y que sin ella se anquilosa. Si nos
acostumbramos a no tomarlas proactivamente, entonces nos costará más
hacerlo, porque la indecisión genera más indecisión.
A la decisión siempre va ligada la posibilidad del error. Hay personas que
tienden a no tomar decisiones porque tienen miedo a equivocarse, y dejan
que las circunstancias decidan por ellas, abandonando así el control de su
propia existencia. Este tipo de personas, que se niegan la posibilidad de
«fracasar», paradójicamente, lo acaban haciendo porque al no decidir
no tienen posibilidades de salir al encuentro del éxito. Renunciando a la
posibilidad de fracasar, renuncian también a la posibilidad de triunfar.
Las personas de éxito también han tenido desventuras. Personas
consideradas como grandes empresarios acumulan en su historial fracasos,
algunos de ellos sonados. El éxito muchas veces es fruto del fracaso. Tener
éxito consiste en levantarse una vez más de las veces que se haya caído. Si
no probamos no podemos ganar.
El entorno externo son todas aquellas circunstancias que nos rodean y sobre
las que no tenemos ningún control, no tenemos manera de influir sobre ellas.
Algo distinto sucede con esas otras circunstancias que nos acompañan en la
vida y sobre las que sí tenemos posibilidad de influir. Sobre algunas
tendremos control total y sobre otras simplemente podremos influir en cierto
grado. Controlamos o influimos sobre todas esas circunstancias mediante las
decisiones que tomamos. Es por esto que lo que en el futuro sea nuestra vida
dependerá de las decisiones que adoptemos a lo largo del tiempo,
porque tomando decisiones es como influimos en la realidad.
Etapas
Según Robbins & Coulter (2005), el proceso de toma de decisiones, incluye
una serie de ocho etapas que comienza por identificar el problema y los
criterios de decisión y por ponderarlos; enseguida se pasa a trazar, analizar y
elegir una alternativa para resolver el problema, y para concluir se evalúa
la eficacia de la decisión. Este proceso es tan pertinente para su decisión sobre
qué película ver la tarde del viernes como para un acto corporativo, como tomar
una decisión sobre el uso de la tecnología para manejar las relaciones con
los clientes. El proceso también sirve para describir decisiones de individuos y
de grupos. Veamos más de cerca el proceso con el fin de comprender sus
etapas. Los ilustraremos con un ejemplo: decidir cuál es la
mejor franquicia para comprar.
-A los tomadores de decisiones del siglo XXI se les exige una preparación
diferente para poder atender las necesidades de las empresas modernas,
conocimiento de más de un idioma, estudios universitarios, conocimientos
de informática y capacidad de comunicación son algunos de los aspectos a
tener en cuenta para lograr ser exitoso y competitivo.
Niveles de Decisiones
1. Decisiones Estratégicas
2. Decisiones Tácticas
Algunas decisiones tácticas habituales en una pyme: cómo organizar los turnos
de trabajo, a qué proveedores comprar, a quién contratar, cómo distribuir el
local u oficina, con qué bancos operar, qué promociones ofrecer a los clientes,
etc.
3. Decisiones Operativas
En el día a día del negocio aparecen innumerables situaciones en las que hay
que elegir cursos de acción alternativos. Puede tratarse de decisiones
relativamente simples, decisiones acerca de temas menores o decisiones más
complejas pero que se repiten con frecuencia y pueden programarse:
organización diaria, atención a clientes, horarios de trabajo, trámites, orden de
tareas de producción, pequeñas compras, etc. Éstas son las decisiones
que todo emprendedor debe intentar delegar para ganar tiempo y enfocarse en
los temas estratégicos.
Contar con información de todas las personas afectadas por el problema antes
que intentar su diagnóstico racional, incorporando además como criterio básico
de decisión la posible contribución al desarrollo personal de los afectados por la
decisión, es decir, previniendo o anticipando las consecuencias.
En el mundo profesional de las organizaciones, lleno de presiones, no basta
con el conocimiento de los principios (racionalidad teórica) a los que se llega
con la reflexión recta y el estudio, sino que es necesario desarrollar
“capacidades” para ponerlos en práctica.