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No es habitual que haga comentarios en redes sobre mi vida privada, la cuido

con especial celo. Las últimas semanas he estado pensando mucho en las
relaciones “interpersonales” y su efecto. Para algunos como yo, “abrirnos” a
otras personas siempre resulta ser agotador; asumir ese esfuerzo es
extenuante, a veces abrumador, sobretodo cuando se está tan acostumbrado
a la soledad y tomar la decisión de salir de ella es un acto tan enrevesado que
en el intento se queman mucho más que naves y energía. Al final, hay
personas que resultan ser tan decepcionantes, que en un solo tajo restan todo
el valor a la decisión personal de haberse “dejado llevar”.

Hay pocas sensaciones peores al arrepentimiento.

Para algunos, la soledad es la nada atravesando el todo, es el principio y


posiblemente también sea el final, viven en ella y de ella.

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