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La Mujer: cómo las presentan los Hombres vs.

Mujeres:

Un examen de la historia permite comprobar que las diferentes formas utilizadas para
representar a la mujer han respondido a contener la sexualidad femenina y regular su
cuerpo. Esto está ineludiblemente ligado a valores y creencias de tipo social, religioso,
económico, político y cultural, vigentes en una determinada cultura en un período dado.

La Mujer constituye su subjetividad como entidad negativa: la define la carencia de lo


que el Hombre es y tiene. Esta visión androcéntrica, por la que la construcción del “Otro”
femenino está basada en una diferenciación biológica, es el fundamento también para su
subordinación al género dominante, el Hombre.

En este itinerario que proponemos, se presenta, a través de distintas obras, la visión de la


mujer en cada época para la sociedad Argentina. Para lograrlo, se plantea una
comparación entre la escritura del hombre como reflejo del pensamiento del hombre hacia
la mujer, y de la escritura femenina y sus reflexiones sobre sobre su propio género.

Desde esta dicotomía, la escritura del hombre vs. la escritura de la mujer, se busca
demostrar cómo evoluciona el papel de la mujer tanto en la sociedad como en el ámbito
literario.

Primero comenzamos con las mujeres:

Juana Manuela Gorriti Zuviria (1818-1892) fue una escritora argentina vinculada al
romanticismo fantástico, aunque también se ha hecho célebre por las peripecias de su vida
y su afición a la cocina. Toda su vida se vio rodeada por personajes políticos, su padre,
su esposo e hijos.

Su libro Sueños y Realidades, se publica en 1865 en Buenos Aires, donde se reunió por
primera vez en volumen un conjunto amplio y variado de relatos de Gorriti, que hasta el
momento se habían dado a conocer por separado, muchos de ellos en la prensa de Lima,
ciudad donde residía la autora desde hacía casi veinte años.

A pesar de haber sido la primera mujer argentina en publicar una compilación de sus
cuentos, es dejada de lado por ser mujer, hasta que se produce en la actualidad el
revisionismo histórico. Se la revaloriza
“El lucero del manantial” María, abandonada en estado de embarazo por su amante
federal contrae matrimonio con un amigo de Rosas que asume la paternidad del niño
ajeno. Años más tarde, como presidente de la cámara de senadores y por votar en contra
de Rosas, el marido es asesinado y el hijo de dieciséis años, en busca de venganza es
ejecutado por su padre biológico, Juan Manuel de Rosas.

En esta historia, María tiene un sueño aterrador y premonitorio sobre el romance que
tendrá con Manuel. En el que tanto con elementos eróticos y góticos, se describe un
amorío que tendrá un desenlace fatal:

Vio un vasto campo cubierto de tumbas medio abiertas y sembrado de cadáveres


degollados. De todos aquellos cuellos divididos manaban arroyos de sangre, que uniéndose
en un profundo cauce, formaban un río cuyas rojas hondas murmuraban lúgubres gemidos
y se ensanchaban y subían como una inmensa marea.

Entre el vapor mefítico de sus orillas y hollando con planta segura el sangriento rostro de
los muertos, paseábase un hombre cuyo brazo desnudo blandía un puñal.

Aquel hombre era bello; pero con una belleza sombría como la del arcángel maldito; y en
sus ojos azules como el cielo, brillaban relámpagos siniestros que helaban de miedo.

Y sin embargo, una atracción irresistible arrastró a María hacia aquel hombre y la hizo caer
en sus brazos.

Y él envolviéndola en su sombría mirada abrazó sus labios con un beso de fuego, y


sonriendo diabólicamente rasgóla el pecho y la arrancó el corazón, que arrojó palpitante en
tierra para partirlo con su puñal.

Pero ella, presa de un dolor sin nombre, se echó a sus pies y abrazó sus rodillas con angustia.
(pp. 282-283)

El cuento presenta una mujer que disfruta de su sexualidad, sobrepasando los límites
de lo permitido, ya que siendo unitaria se enamora de un federal. La crítica recae en el
gran personaje de la guerra, quien al buscar tener todos los derechos y convertirse en
dictador, traiciona a su propio amigo, esposo de María. Como subtexto tenemos un
hombre con sed de poder que no respeta nada, y por conseguir lo que quiere, mata al que
le entorpece, inclusive su propio hijo.

En esta historia su protagonista impulsada por sus ideas y deseos propios, desafía las
costumbres y las instituciones que la controlan. Sin embargo, la rebelión concluye en un
castigo irrevocable: ella cae en un estado de ensoñación fantasioso, signo de locura, y se
convierte en ánima en pena que es vista cada tanto. En la siguiente cita podemos
observarlo:

Sin embargo, una noche, al alzarse la luna sobre el horizonte, los habitantes del pago vieron
una mujer pálida, enflaquecida y arrastrando negros cendales, que atravesó gimiendo las
avenidas de sauces y se perdió entre las desmoronadas murallas del fuerte (pp.302-302)

Al final, la mujer queda representada como una persona que queda sumida en un estado
de irracionalidad por perder a los hombres de su vida, como si fuesen los hombres la única
razón de existir para la mujer.

Alfonsina Storni: (1892-1938) fue una poetisa y escritora argentina. Su prosa es


feminista y posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica.
Algunos críticos dividen su obra en dos partes: por un lado, una de corte romántico, que
trata el tema desde el punto de vista erótico y sensual y muestra resentimiento hacia la
figura del varón. Y por otro, desde el modernismo, deja de lado el erotismo y aborda el
tema desde un punto de vista más abstracto y reflexivo, haciendo hincapié en la forma.

En este poema podemos determinar cuatro fases:

 un primer momento en el que expone el prototipo de mujer que desea el hombre


de principios del siglo XX,
 un segundo momento en el que ella expone un reproche respecto a las hábitos que,
socialmente, están bien visto en un hombre y no en la mujer;
 un tercer momento en el que propone al género masculino que se purifique, si
aspira a tener una mujer pura;
 y, por último, un cuarto momento en el que, toma conciencia de que el hombre no
cambiará sus hábitos, no se purificará y, por lo tanto, pierde todo derecho a
reclamar pureza a la mujer que, a partir de ahora, demostrará su lado erótico sin
temor a ser censurada.

Es decir, esta poesía representa toda la lucha feminista que Alfonsina Storni realizó en
su vida, buscando cambiar los estereotipos sexuales de su época, trasgrediendo el lenguaje
y las costumbres esperadas para una mujer, dejando de lado la imagen de mujer-madre
asexual para mostrar a una mujer plena, tan plena como puede serlo un hombre. La
síntesis de la poesía y la biografía de Alfonsina Storni dan como resultado la búsqueda y
expresión de una mujer que se sabe mujer-madre, mujer- escritora y, además, mujer-
sexual.

TU ME QUIERES BLANCA (El dulce daño 1918)

Tú me quieres alba,

Me quieres de espumas,

Me quieres de nácar.

Que sea azucena

Sobre todas, casta.

De perfume tenue.

Corola cerrada

Ni un rayo de luna

Filtrado me haya.

Ni una margarita

Se diga mi hermana.

Tú me quieres nívea,

Tú me quieres blanca,

Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas

Las copas a mano,

De frutos y mieles

Los labios morados.

Tú que en el banquete

Cubierto de pámpanos

Dejaste las carnes


Festejando a Baco.

Tú que en los jardines

Negros del Engaño

Vestido de rojo

Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto

Conservas intacto

No sé todavía

Por cuáles milagros,

Me pretendes blanca

(Dios te lo perdone),

Me pretendes casta

(Dios te lo perdone),

¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,

Vete a la montaña;

Límpiate la boca;

Vive en las cabañas;

Toca con las manos

La tierra mojada;

Alimenta el cuerpo

Con raíz amarga;

Bebe de las rocas;

Duerme sobre escarcha;

Renueva tejidos

Con salitre y agua;


Habla con los pájaros

Y lévate al alba.

Y cuando las carnes

Te sean tornadas,

Y cuando hayas puesto

En ellas el alma

Que por las alcobas

Se quedó enredada,

Entonces, buen hombre,

Preténdeme blanca,

Preténdeme nívea,

Preténdeme casta.

La Loba, (La inquietud del rosal 1916)

Yo soy como la loba.

Quebré con el rebaño

Y me fui a la montaña

Fatigada del llano.

Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,

Que no pude ser como las otras, casta de buey

Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza!

Yo quiero con mis manos apartar la maleza.

Mirad cómo se ríen y cómo me señalan

Porque lo digo así: (Las ovejitas balan

Porque ven que una loba ha entrado en el corral

Y saben que las lobas vienen del matorral).


¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño!

No temáis a la loba, ella no os hará daño.

Pero tampoco riáis, que sus dientes son finos

¡Y en el bosque aprendieron sus manejos felinos!

No os robará la loba al pastor, no os inquietéis;

Yo sé que alguien lo dijo y vosotras lo creéis

Pero sin fundamento, que no sabe robar

Esa loba; ¡sus dientes son armas de matar!

Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta

De ver cómo al llegar el rebaño se asusta,

Y cómo disimula con risas su temor

Bosquejando en el gesto un extraño escozor...

Id si acaso podéis frente a frente a la loba

Y robadle el cachorro; no vayáis en la boba

Conjunción de un rebaño ni llevéis un pastor...

¡Id solas! ¡Fuerza a fuerza oponed el valor!

Ovejitas, mostradme los dientes. ¡Qué pequeños!

No podréis, pobrecitas, caminar sin los dueños

Por la montaña abrupta, que si el tigre os acecha

No sabréis defenderos, moriréis en la brecha.

Yo soy como la loba. Ando sola y me río

Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío


Donde quiera que sea, que yo tengo una mano

Que sabe trabajar y un cerebro que es sano.

La que pueda seguirme que se venga conmigo.

Pero yo estoy de pie, de frente al enemigo,

La vida, y no temo su arrebato fatal

Porque tengo en la mano siempre pronto un puñal.

El hijo y después yo y después... ¡lo que sea!

Aquello que me llame más pronto a la pelea.

A veces la ilusión de un capullo de amor

Que yo sé malograr antes que se haga flor.

Yo soy como la loba,

Quebré con el rebaño

Y me fui a la montaña

Fatigada del llano.

El poema “La Loba” expresa claramente el sentimiento de Alfonsina con respecto a


la figura masculina. No cuesta percibir que lo que Alfonsina buscaba era comunicar y
transmitir su descontento con la sociedad machista y opresora, y a su vez, romper
mediante su poesía el molde tradicional de la mujer.

El yo poético se siente como una loba en un rebaño. El rebaño debe comprenderse


como una metáfora que hace referencia a que el resto de las mujeres son como
ovejas. Alfonsina usa la metáfora de loba y del rebaño para marcar una distancia entre
ella y a el resto de las mujeres.
En el poema, el yo poético toma de la loba su fuerza y su perfil temerario. Así, con la
loba representa su rol como mujer, donde deja de ser una posesión del hombre, para ser
sujeto independiente.

En aquel momento ser madre soltera no estaba bien visto, y como bien se sabe,
Alfonsina lo era. En la siguiente estrofa se puede ver esto: “Yo tengo un hijo fruto del
amor, de amor sin ley, Que no pude ser como las otras, casta de buey. Con yugo al cuello;
¡libre se eleve mi cabeza! Yo quiero con mis manos apartar la maleza.” Nuevamente, la
figura de la loba se puede ver, esta vez, asociada a la maternidad, poderosa, autónoma e
independiente.

“Mirad cómo se ríen y cómo me señalan Porque lo digo así: (Las ovejitas balan porque
ven que una loba ha entrado en el corral. Y saben que las lobas vienen del matorral).” En
la vida real la señalan y la tildan de inmoral y subversiva. La poesía de Alfonsina
Storni es desafiante, autónoma, agresiva y peligrosa para la época. Es directa con cada
una de sus frases pues, aunque use metáforas, siempre se sabe a dónde dispara y a quién
quiere alcanzar.

La loba de Alfonsina sigue siendo la voz de las mujeres poderosas, que no se dejan
subestimar y que quieren salir adelante solas, sin la necesidad de un pastor, o sea, de un
hombre que las guíe.

En conclusión, la voz poética de Alfonsina Storni es fuerte y tiene un interlocutor, por un


lado, femenino cuando les habla a las mujeres, invitándolas a unirse a la revolución
feminista y, por otro lado, les habla a los hombres, desafiándolos abiertamente.

Alejandra Pizarnik:

Flora Alejandra Pizarnik (1936-1972) fue una poeta y traductora argentina.

Soy mujer:

Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres,
de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero.
Vemos en la poetisa, una mujer que describe sus sentimientos tanto amorosos como sobre
su existencia, haciendo un quiebre con todo lo escrito hasta el momento por hombres. Ya
la mujer se vale por sí misma, es un sujeto independiente de la figura del hombre. Pero
en el caso de Pizarnik, ella misma se presenta como su yo poético, su poesía es altamente
biográfica, donde a través de la escritura se permite ella misma reconocerse.

Ella logra desde el surrealismo explorar sus sentimientos, ya que el movimiento entiende
que la verdad, se encuentra detrás del mundo real, por ejemplo en los sueños, en el
inconsciente. A través de métodos como el libre fluir de la conciencia el yo del poeta se
manifiesta libre de cualquier represión y dejando crecer el poder creador del hombre fuera
de cualquier influjo castrante.

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II

Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III

Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV

Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en
el umbral.

VI

Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII

La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.
VIII

Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX

Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento.
Todo cerrado y el viento adentro.

XI

Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII

Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que
tiembla.

XIII

Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV

La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV

Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI

Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra
cosa que a mí misma.

XVII

Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX

Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la
cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver
a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz

En la vereda de enfrente, nos encontramos con los hombres escritores presentando a la


mujer:

José Hernández, Martín Fierro: 1834-1886, escritor, poeta, periodista y político


argentino. Mejor conocido por su obra el Martin Fierro ida publicada 1872, y la vuelta en
1879

En esta historia se presentan dos tipos de mujeres una es la mujer de Martin Fierro, y por
el otro la mujer de Cruz:

Al comienzo de su historia Martin Fierro reflexiona y comprende a su mujer por haberse


marchado, ya que no tenía un hombre que la mantuviese.

Y la pobre mi mujer

Dios sabe cuanto sufrió!

Me dicen que se voló

Con no sé qué gavilan

Sin duda a buscar el pan

Que no podía darle yo.

No es raro que a uno le falte

Lo que a algún otro le sobre

Sino le quedó ni un cobre

Sino de hijos un enjambre,

¡Qué más iba a hacer la pobre

Para no morirse de hambre!


¡Tal vez no le vuelva a ver,

Prenda de mi corazón!

Dios te dé su proteción

Ya que no me la dio á mi

Y á mis hijos dende aqui

Les echo mi bendición.

En la vuelta de Martín Fierro nos encontramos con Cruz relantándole sus pesares a Fierro,
entre ellos el amor que sintió por una mujer:

Yo también tuve una pilcha

Que me enllenó el corazón,

Y si en aquella ocasión

Alguien me hubiera buscao,

Siguro que me había hallao

Más prendido que un botón.

!Quien es de una alma tan dura

Que no quiera una mujer!

Lo alivia en su padecer:

Si no sale calavera

Es la mejor compañera

Que el hombre puede tener.

Si es güena, no lo abandona

Cuando lo ve desgraciao,

Lo asiste con su cuidao,

Y con afán cariñoso,


Y usté tal vez ni un rebozo

Ni una pollera le ha dao.

!Grandemente lo pasaba

Con aquella prenda mía,

Viviendo con alegría

Como la mosca en la miel!

!Amigo, qué tiempo aquél!

!La pucha, que la quería!

Era la águila que a un árbol

Dende las nubes bajó;

Era mas linda que el alba

Cuando va rayando el sol;

Era la flor deliciosa

Que entre el trebolar creció.

Pero, luego de haber estado con el comandate de Cruz la ve como una traidora, como la
seductora que atrajo al comandante, y este cayó en sus encantos. No le recrimina nada al
otro hombre (quien es el principal culpable ya que ideo todo un plan para quedarse a solas
con la esposa de cruz), solo a la mujer, ya que una vez en pareja se presuponía en aquella
época que se debía enteramente al hombre, como una sombra a sus pies.

Alcé mis ponchos y mis prendas

Y me largué a padecer

Por culpa de una mujer

Que quiso engañar a dos;

Al rancho le dije adiós,


Para nunca más vover.

Las mujeres, dende entonces,

Conocí a todas en una;

Ya no he de probar fortuna

Con carta tan conocida:

Mujer y perra parida,

!No se me acerca ninguna!.

La mujer en Martín Fierro, además de no poseer nombre, se la representa como en esa


época: la mujer era débil, no tenía ni voz ni voto, y sobre todo si tal mujer era de casta
baja.

Aun así Fierro, siendo gaucho matrero se ve más reflexivo y comprensivo sobre la
situación en que se vio su mujer.

Esteban Echeverría, La Cautiva: 1837

En este caso particular, la mujer romántica que presenta Echeverría es una mujer
idealizada. Una mujer que hace lo imposible para salvarse y salvar a su marido y su hijo
de la muerte. Como si la mujer sacaras fuerzas solo porque el hombre está en peligro.

Sin embargo, al morir su marido e hijo, los hombres de su vida, su existencia no tiene
sentido, ya que la mujer sin un hombre no puede vivir.

Cita inicial;

En todo clima el corazón de la mujer es tierra fértil en afectos generosos: ellas en cualquier
circunstancia de la vida saben, como la Samaritana, prodigar el óleo y el vino. Byron.

Creíanla cautiva o muerta;

grande fue su regocijo.

Ella los mira y despierta:


-¿No sabéis qué es de mi hijo?-

con toda el alma exclamó.

Tristes mirando a María

todos el labio sellaron;

mas luego una voz impía:

-Los indios lo degollaron

roncamente articuló.

Y al oír tan crudo acento,

como quiebra el seco tallo

el menor soplo de viento

o como herida del rayo,

cayó la infeliz allí;

viéronla caer, turbados,

los animosos soldados;

una lágrima le dieron,

y funerales la hicieron

dignos de contarse aquí.

Aquella trama formada

de la hebra más delicada,

cuyo espíritu robusto

lo más acerbo e injusto

de la adversidad probó,

un soplo débil deshizo:

Dios para amar, sin duda, hizo


un corazón tan sensible;

palpitar le fue imposible

cuando a quien amar no halló.

En estos últimos versos se deja ver, que la mujer y su amor, deben tener al hombre como
centro.

Eugenio Cambaceres, Sin Rumbo (1885): (Buenos Aires, 1843 - Buenos Aires, 1888)
fue un abogado, escritor y político argentino. Vinculado con el movimiento Naturalista

El naturalismo es un estilo artístico, sobre todo literario, emparentado con el realismo,


basado en reproducir la realidad con una objetividad documental en todos sus aspectos,
tanto en los más sublimes como los más vulgares.

En sin rumbo describe los problemas existenciales de un sujeto perteneciente a la clase


alta, Andrés.

Cambaceres gracias a su crudo naturalismo presenta y describe una mujer como objeto
de los juegos perversos de Andrés, donde se crea una naturalización de la violación a
Donata. Así también, se puede entender a la clase baja como sirvientes en todos los
aspectos.

Otra vez, la mujer no existe más que para ser utilizada por el hombre:

Descorriendo de golpe la cortina, Andrés entró:

—¡Sólo por verte a ti, mi hijita, he venido!

Y en la actitud avarienta del que teme que se le escape la presa, arqueado el cuerpo, baja la cabeza,
las manos crispadas, un instante se detuvo a contemplarla.

Después, fuera de sí, sin poder dominarse ya, en el brutal arrebato de la bestia que estaba en él,
corrió y se arrojó sobre Donata:

—¡Don Andrés, qué hace, por Dios! — dijo ésta asustada, fula, pudiendo apenas incorporarse.

A brazo partido la había agarrado de la cintura. Luego, alzándola en peso como quien alza una
paja, largo a largo la dejó caer sobre la cama.
La tocaba, la apretaba, la estrujaba, le llenaba de besos locos la boca, el seno, las piernas.

Ella, pasmada, absorta, sin atinar siquiera a defenderse, acaso obedeciendo a la voz misteriosa del
instinto, subyugada a pesar suyo por el ciego ascendiente de la carne en el contacto de ese otro
cuerpo de hombre, como una masa inerte se entregaba.

De pronto, dio un agudo grito de dolor y soltó el llanto. . .

Breves instantes después, con el gesto de glacial indiferencia del hombre que no quiere, Andrés
tranquilamente se bajaba de la cama, daba unos pasos por el cuarto y volvía a apoyarse sobre el
borde del colchón.

—¿Pero, qué tienes, qué te pasa, por qué estás ahí llorando, zonza?... —dijo a Donata inclinado,
moviéndole con suavidad el brazo—. ¿Qué sucede, di, ni tampoco un poquito me quieres, que
tanto te cuesta ser mía?

Y como ella, abismada toda entera a su dolor y a su vergüenza, vuelta de espalda, encogido el
cuerpo, la cara oculta entre las manos, continuara derramando copiosas lágrimas:

—Vaya, mi alma, no sea mala, deme un besito y no llore.

—¡Don Andrés, por vida suya, déjeme!

Hubo un largo momento de silencio; se oía sólo el zurrido de las moscas pululando en las rendijas
por donde entraba el sol.

—Bueno, ingrata — exclamó por fin Andrés deseoso de acabar cuanto antes, violento de
encontrarse allí, con ganas de irse —. ¡Ya que tan mal me tratas, me retiraré, qué más!

Y despacio, mientras se dirigía hacia la puerta:

—Después, cuando se te haya pasado el enojo volveré, si acaso — agregó levantando con toda
calma la cortina de jerga y saliendo a montar a caballo, entre risueño y arrepentido de lo que había
hecho, como harto ya.

Mencion de Sabato y Cortazar.


En conclusión, a través de las obras expuestas, se pudo ver la mujer en cada época
presentado mediante los ojos de una mujer o un hombre. Desde los hombres vimos un
tipo de mujer típica de la época, sumisa, al lado del hombre, objeto, traidora, siempre
presentada en situación de inferioridad.

En su contraparte, la mujer desde Juana Manuela y Alfonsina, empezaba a querer


liberarse, a ser independiente e igual al hombre, y finalmente en Alejandra se puede ver
desde su escritura la manifestación de la liberación, donde ella puede escribir como mujer
en igualdad de condiciones que el hombre.

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